Este documento resume el capítulo 3 de la Epístola de Santiago. Explora varios temas relacionados con el uso y abuso de la lengua, incluyendo la responsabilidad de los maestros, la necesidad de controlar lo que se dice, y cómo la lengua revela la naturaleza de una persona. Citas varios proverbios y dichos que enfatizan el poder y el peligro de la lengua si no es controlada.
1. Ep�stola de Santiago Cap�tulos 2 y 3
Encontramos la primera gran divisi�n de esta ep�stola, que lleva el t�tulo "La
verificaci�n de la fe genuina" y que abarca los cap�tulos 1 al 3. En esta gran
divisi�n ya hemos considerado los siguientes t�tulos o temas: "Dios prueba la fe
por medio de las dificultades de la vida"; a continuaci�n, consideramos que "Dios
no prueba la fe por medio del mal"; despu�s vimos que "Dios prueba la fe por
medio de La Palabra y no por medio de las palabras humanas"; otro tema
considerado fue que "Dios prueba la fe por medio de nuestra actitud y acciones
con respecto a las personas".
Dios prueba la fe por medio de la lengua
El profesor McGee escribi� un trabajo sobre este tercer cap�tulo de la ep�stola y
eligi� para �l un t�tulo sensacionalista, llegando a la conclusi�n de que su
sensacionalismo no era mayor que el de la Biblia porque, despu�s de todo, su
t�tulo era un t�tulo B�blico y fue el siguiente: "El infierno en llamas". Veremos que
�sta fue la expresi�n que Santiago us� en este pasaje en el cual habl� sobre la
lengua.
Siempre se oye hablar mucho sobre la libertad de expresi�n y la libertad de
prensa. Sin embargo, ambas expresiones de libertad se han visto con frecuencia
degradadas por la manipulaci�n, el lavado cerebral y el lenguaje de bajo nivel. A
veces da la impresi�n de que, junto con las citadas expresiones de la libertad,
alguien deber�a proporcionarnos la libertad de o�r. Aunque hay que reconocer
que muchas veces podemos escoger lo que leemos, lo que vemos y lo que
o�mos.
Este cap�tulo trata sobre "La libertad de Palabra en la Universidad de Dios", que
es otra manera de titular este cap�tulo en particular. Tambi�n nos gustar�a un
t�tulo que dijera: "Dios escucha nuestra conversaci�n". No hay ninguna duda de
que �l tiene el derecho de escucharnos hablar. �l ha tenido ese derecho por
mucho tiempo, y ha o�do todo lo que usted y yo hemos dicho. Se ha calculado
que una persona normal pronuncia alrededor de 30.000 palabras por d�a. (Por
supuesto que hay personas que exceden ese n�mero). Es una cantidad
suficiente como para escribir un libro de buen tama�o. En toda una vida, usted o
yo podr�amos llenar una biblioteca con las palabras que hemos pronunciado. Por
cierto, Dios lo tiene todo registrado porque �l escucha nuestras conversaciones.
Ahora, los problemas ocasionados por la forma en que se ejerce la libertad de
expresi�n no solo se reflejan en los medios de difusi�n, o en la universidad, sino
tambi�n en aquellos c�rculos cristianos donde impere el cotilleo, o los chismes.
Cada uno de nosotros, los cristianos, tenemos que preocuparnos por la forma en
que ejercemos nuestra libertad de palabra.
Tal como hemos hecho con el libro de Proverbios, comparamos a la Ep�stola de
Santiago con un curso en la Universidad de Dios. Es como si Santiago hubiera
sido el rector de esa universidad, a medida que consideramos este tema
pol�mico, y �l tuvo mucho que decir sobre el uso y el abuso de la lengua. En
esta Ep�stola hemos visto que Dios prueba nuestra fe de muy diversas maneras.
Aqu� Dios prueba nuestra fe por medio de nuestra lengua. Queremos alcanzar el
estante alto del laboratorio de la vida y bajar un frasco de �cido para probar
nuestra fe. En realidad, este �cido es mucho m�s potente que el �cido sulf�rico,
2. el �cido clorh�drico o cualquier otro �cido que haya sido creado por el hombre y
la etiqueta que encontramos en el frasco dice LENGUA.
Sin embargo, no estamos hablando de la qu�mica de la lengua, sino de la
teolog�a de la lengua. Santiago ya hab�a indicado que iba a tratar este tema. En
el cap�tulo 1, vers�culo 26 dijo: 26Si alguno se cree religioso entre vosotros, pero
no refrena su lengua, sino que enga�a su coraz�n, la religi�n del tal es vana. Y
recordemos que tambi�n escribi�, en el mismo cap�tulo 1, vers�culo 19, todo
hombre sea pronto para o�r, tardo para hablar.
La lengua es el arma m�s poderosa del mundo. Es m�s letal que una bomba
nuclear, pero de ella no se lleva a cabo una inspecci�n cuidadosa. Hay personas
que tienen doble lengua, como bien sabemos. Ellos dicen una cosa por un lado,
y luego dicen otra cosa por otro lado. Alguien ha destacado que a un beb� le
lleva aproximadamente 2 a�os aprender a hablar, y unos 50 a�os el aprender a
tener la boca cerrada.
(Se dice que el caracol tiene sus dientes en la lengua, que conserva enrollada
como una cinta mientras no la necesita. Una vez que llega el momento de usarla,
saca su afilado ap�ndice y aunque el tama�o de los dientes es realmente
microsc�pico, esto no impide el que realmente haga una labor devastadora. Lo
mismo puede decirse de algunas personas, que parecen tener dientes en sus
lenguas, y muerden al hablar, devorando la buena fama y reputaci�n de sus
semejantes. )
Alguien ha dicho que si deseamos que nuestra lengua no cometa errores,
deber�amos recordar cinco factores: (1) a quien hablamos; (2) de quien
hablamos; (3) como hablamos; (4) en qu� momento hablamos; y (5), donde
hablamos.
La importancia de la lengua ha sido expresada de muchas maneras y
pr�cticamente cada pa�s ha tenido algo que decir al respecto. En una colecci�n
de dichos de Spurgeon, encontramos las siguientes frases: "La lengua, un
miembro sin hueso, tan peque�o y d�bil, puede aplastar y matar", dijeron los
Griegos. Y los Turcos afirmaron: "La lengua destruye una gran horda mejor que
una espada". Un proverbio Persa dice: "Una lengua larga, muerte temprana". A
veces tambi�n se oye expresado de otra forma: "No permitas que tu lengua de
corte la cabeza". Los Chinos dicen: "La lengua puede pronunciar una palabra a
tal velocidad que supera a la de un corcel". Los sabios �rabes dicen: "El dep�sito
de la lengua se encuentra en el coraz�n". De la inteligencia de los Hebreos surgi�
esta frase: "Aunque los pies resbalen, nunca se lo permitas a la lengua". Y
finalmente, el escritor sagrado corona todos los dichos, con esta frase: "El que
guarda su lengua, guarda su alma".
Por otra parte, el refranero espa�ol es rico en refranes que reflejan la sabidur�a
popular con seriedad no exenta de iron�a. Se resaltan las advertencias, como por
ejemplo cuando dicen: "a la lengua y a la serpiente hay que temerles"; "en caso
de duda, ten la lengua muda"; "es peor un tropez�n de la lengua que de los pies".
Podemos ver la iron�a en refranes como, por ejemplo, "la lengua es manjar muy
grato, pero servida en un plato" y en cambio, en otros, se destaca el car�cter
da�ino y destructivo de la lengua. Por ejemplo, "la lengua no tiene dientes y m�s
que ellos muerde"; y otro dice "la lengua, aunque no tiene huesos los quiebra":
3. Todos estos dichos revelan mucha sabidur�a, porque creemos fervientemente
que el elemento m�s peligroso de este mundo es la lengua. Un grupo, instituci�n
o congregaci�n de cristianos puede ser m�s da�ado por las termitas que haya
en su interior que por los p�jaros carpinteros que se encuentren en el exterior.
Alguien lo ha expresado de la siguiente manera: "tu controlas la palabra no
pronunciada, pero la palabra pronunciada te controla a ti". En otras palabras, una
vez que usted ha pronunciado una palabra, ella est� m�s all� de su control.
En fin, hasta aqu� hemos hablado de detalles preliminares. Veamos ahora lo que
Santiago tuvo que decirnos sobre la lengua, Leamos el vers�culo 2 de este tercer
cap�tulo de su libro:
"Hermanos m�os, no os hag�is maestros muchos de vosotros, sabiendo que
recibiremos mayor condenaci�n."
Santiago estaba diciendo que el maestro tiene mayor responsabilidad, y la raz�n
para afirmarlo es el grave peligro de ense�ar algo equivocado. Estamos
sorprendidos y abrumados por la forma en que muchos cristianos se dejan
arrastrar por cualquier tipo de ense�anza, especialmente en temas relacionados
con la profec�a. Todo lo que algunos maestros necesitan hoy es tener mucha
labia. Hay personas que aceptan toda clase de m�todos, cultos y sectas, porque
son absolutamente ignorantes de la Palabra de Dios. Y nos alegramos por el
crecimiento de estudios B�blicos en los hogares, siempre y cuando sean dirigidos
por personas que tengan una reconocida experiencia en la iglesia, que conozcan
bien la Biblia y que sepan transmitir a los dem�s su mensaje de una manera
clara y comprensible. Adem�s tales personas deben estar preparadas para
responder las preguntas b�sicas que inquietan a las personas de nuestro tiempo.
Hay por supuesto muy buenos maestros dirigiendo grupos de Estudio B�blico.
Ahora, cuando �ste no ha sido el caso, a veces, las divagaciones de un grupo
que se aparta de sus metas y de la ense�anza de la Biblia, pueden llegar muy
lejos, hasta el punto de forzar la interpretaci�n de la Palabra de Dios. Por otra
parte, otros maestros sucumben ante el orgullo y muestran una actitud de
superioridad ante los dem�s.
Y as� fue que, teniendo en cuenta los peligros de la lengua, Santiago les estaba
diciendo a sus lectores que muchos de ellos no pretendieran ser maestros; que
no pensaran que en el mismo momento en que alguien se convierte en un hijo
de Dios, ya puede comenzar a ense�ar en una clase B�blica y, por ejemplo,
comenzar a ense�ar un libro tan complejo como el Apocalipsis.
Y el vers�culo continu� advirtiendo a los que asuman la responsabilidad de ser
maestros: sabiendo que recibiremos mayor condenaci�n o, como dice otra
versi�n: "pues, como sab�is, seremos juzgados con m�s severidad".
Francamente, causa temor el ser conscientes de que Dios nos juzgar� por la
forma en que ense�emos Su Palabra, y estaremos bajo Su condenaci�n si
nuestra ense�anza fuera err�nea. Estimado oyente, cuanto mayores sean sus
oportunidades de exponer la Palabra de Dios, mayor ser� su responsabilidad
ante Dios mismo. Continuemos leyendo el vers�culo 2 de este tercer cap�tulo de
la ep�stola de Santiago:
"Todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende de palabra, es una
persona perfecta, capaz tambi�n de refrenar todo el cuerpo."
4. Este vers�culo 2, comienza diciendo: Porque todos ofendemos muchas veces.
Quiere decir que nosotros podemos fallar con frecuencia y no hay ninguna
excepci�n a esta regla.
Y despu�s dice: Si alguno no ofende de palabra, es una persona perfecta. Aqu�
la palabra perfecta significa un creyente ya maduro, como deber�a ser, como un
beb� que ha crecido, se ha convertido en un ni�o, en un joven, que despu�s
madura hasta llegar a la mayor�a de edad.
Santiago dijo que esa persona "perfecta" era capaz tambi�n de refrenar todo el
cuerpo. En otras palabras, si alguien pod�a controlar sus palabras, pod�a
controlar la totalidad de su cuerpo y, en realidad, toda su vida. La lengua eleva
al hombre sobre el mundo animal. Evita que sea un simio que emite sonidos sin
sentido o un loro imitador. El hombre no es un animal con dificultades para
expresarse. Puede introducir transformar el pensamiento en palabras, puede
expresarse, puede ser comprendido, puede comunicarse al m�s alto nivel. La
lengua es como un distintivo que usted y yo llevamos y que nos identifica. Es el
mayor indicador de la vida. es el �ndice de materias de nuestras vidas.
Nuestras lenguas nos delatan; dicen quienes somos. Esto ocurre muchas veces
a personas que como nosotros trabajan en un medio como la radio. Hay
personas que conocen la voz del locutor o presentador de un programa y cuando
�ste viaja por alg�n lugar, personas que han o�do su voz por radio lo pueden
identificar f�cilmente, aunque llegue a pronunciar muy pocas palabras. A veces
la persona se sorprende de que le reconozcan en lugares muy apartados, donde
�l ni siquiera se imaginaba que le pod�an conocer. Pero por medio del mensaje
de la radio, la gente ha escuchado su voz, y lo reconocen. La lengua, entonces,
nos descubre ante los dem�s.
Recordemos que el d�a que crucificaron al Se�or Jes�s y como podemos leer en
Mateo 26:73, el Ap�stol Pedro le segu�a de lejos, y algunos de los que estaban
cerca le dijeron a Pedro: Verdaderamente tambi�n t� eres de ellos, porque aun
tu manera de hablar te descubre. . �l no pod�a negar que era de Galilea. As� que
su manera de hablar, dice a los dem�s qui�n es usted; su lengua lo delata.
Revela su procedencia, si es ignorante o educado, ordinario o culto; si es puro o
impuro, vulgar o refinado; si es creyente o blasfemo, cristiano o no cristiano, si
es culpable o no lo es. Estimado oyente, pensamos que, si usted tuviera una
grabaci�n de todas las cosas que usted ha dicho durante el mes pasado, usted
quiz�s no querr�a o�rla. .
Bien, veamos ahora si podemos colocar este �cido del cual hablamos sobre la
lengua, sobre su lengua y la m�a. Santiago trat� en primer lugar el tema de la
lengua desenfrenada, incontrolable. Leamos el vers�culo 3 de este tercer
cap�tulo:
"He aqu� nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos
obedezcan y dirigimos as� todo su cuerpo."
Aqu� Santiago us� la ilustraci�n del caballo. Como podemos leer en el Salmo 39,
vers�culo 1, fue el rey David quien dijo: Yo dije; "atender� a mis caminos para no
pecar con mi lengua; guardar� mi boca con freno, en tanto que el imp�o est�
delante de m�". En otras palabras, David dec�a que como �l quer�a presentar el
testimonio apropiado, se pondr�a una mordaza en la boca. "Yo quiero presentar
5. el testimonio apropiado, por tanto quiero ponerle freno a mi lengua". Hay muchos
creyentes hoy que deber�an refrenar su boca. ( El Salmo 32, vers�culo 9, dice:
No se�is como el caballo, o como el mulo, sin entendimiento, que han de ser
sujetados con cabestro y con freno, porque si no, no se acercan a ti. )
Los elementos de la brida no impresionan por su tama�o, pero pueden mantener
a un caballo vivaz y en�rgico bajo control y evitar que salga corriendo desbocado.
Pensamos que algunos a�n recuerdan lo d�as de la carreta y del caballo, y saben
el grave accidente que puede provocar un caballo desbocado, corriendo fuera
de control. De la misma manera, la lengua puede descontrolarse. Alguien,
hablando de otra persona ha dicho: "�Sabe una cosa?, su mente hace que su
lengua se ponga en movimiento, luego su mente se queda en blanco y lo deja".
No deber�amos pasar a trav�s de la vida de esa manera; tiene que haber un
freno para la lengua.
Y despu�s el ap�stol Santiago iba a expresarse de otra manera, usando una
ilustraci�n diferente. Leamos el vers�culo 4:
"Mirad tambi�n las naves: aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos,
son gobernadas con un muy peque�o tim�n por donde el que las gobierna
quiere."
Los grandes barcos pueden ser controlados por un peque�o tim�n, que pocas
personas pueden incluso ver. Una tormenta muy fuerte puede empujar a un
barco, pero un tim�n tambi�n puede controlarlo. Y la lengua puede cambiar el
curso de nuestras vidas. Muchos hombres han resultado arruinados por la
lengua. Muchos buenos nombres o reputaciones de mujeres han sido arruinadas
completamente por los chismes de alguna lengua chismosa.
Por lo que estamos leyendo, vemos que Santiago pensaba que la lengua era
m�s peligrosa que un caballo desbocado o que una impetuosa tormenta en el
mar. Hoy podemos observar que el alcoholismo est� destruyendo a personas y
familias. �Pero sab�a usted, estimado oyente, que la lengua es condenada en
las Sagradas Escrituras m�s que el alcoholismo? Creemos que la lengua es a�n
m�s poderosa y destructiva. En este sentido, viene bien recordar lo que dice el
cap�tulo 6 del libro de Proverbios, vers�culo 16: Seis cosas aborrece el Se�or, y
aun siete le son abominables: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos
que derraman sangre inocente, el coraz�n que maquina pensamientos inicuos,
los pies que corren presurosos al mal, el testigo falso, que dice mentiras, y el que
siembra discordia entre hermanos. Como usted puede ver, estimado oyente, una
lengua mentirosa es una de las siete cosas que Dios detesta. Y resulta
interesante observar que la lengua es la protagonista, por lo menos, de dos
elementos m�s de esta lista: nos referimos al testigo mentiroso y al que siembra
discordia entre hermanos.
Realmente, la lengua puede implicarnos en problemas, que no nos quepa
ninguna duda al respecto. Alguien ha tratado de subrayar la importancia de las
palabras con las siguientes frases: "Una palabra descuidada, puede encender
un conflicto; Una palabra cruel puede destruir una vida. Una palabra amarga
puede inculcar odio; una palabra brutal puede golpear y matar. Una palabra
compasiva puede suavizar el camino; una palabra alegre puede iluminar el
camino; una palabra oportuna puede disminuir la tensi�n; una palabra amorosa
puede sanar y bendecir". Hasta aqu� la cita.