1. ¿PUEDO YO ENTENDER LA BIBLIA?<br />INTRODUCCION<br />¿Podrías entender un libro de física cuántica, matemática pura o macroeconomía? ¿Podrías leer las notas musicales en un pentagrama, una carta de navegación, o un plano de arquitectura?<br />La mayoría de nosotros la pasaría muy mal al intentar descifrar aquello que manifiesta tales libros. Pocos de nosotros podríamos decir con certeza lo que estos libros dicen. <br />Pero esta situación no se limita a aquellos libros; mucha gente piensa en la biblia como un texto misterioso y enigmático, que solo un puñado de personas muy preparadas pueden descifrar. <br />Esta forma de pensar a llevo a generaciones enteras durante la edad media a desentenderse por completo de la biblia. A este periodo de la historia se le llama oscurantismo, y es interesante que su nombre coincida con las tinieblas en que el hombre vivió a nivel espiritual.<br />Muchos prejuicios y aprensiones se han concebido desde entonces, como que si uno lee la biblia se vuelve un loco, o que cualquiera que lee mucho la biblia corre el riesgo de volverse un fanático religioso. <br />Pero nada más apartado de la verdad, nada más incierto y mentiroso, nada más ajeno a la realidad de la palabra de Dios. <br />DESARROLLO<br />DIOS CONCIBIO LA BIBLIA PARA SER ENTENDIDA.<br />Un libro para que sea bueno, primeramente debe ser entendido. El astrónomo halla deleite en el libro de astronomía, pues está dedicado a él. El médico será impactado con un libro de anatomía, pues fue dirigido especialmente para él. Un libro de leyes seguramente será disfrutado por un abogado, puesto que a él está dirigido.<br />Preguntémonos entonces: ¿A quién fue dirigida la biblia? Ciertamente no fue enviada a los intelectuales, eruditos y doctos; cf. Sal. 119:130. Entonces ¿a quién fue dirigida?<br />La biblia fue dirigida a los hombres pecadores; cf. Ro. 3:23. Así entonces, la biblia fue escrita para todos los hombres. <br />Dios quiso que ningún hombre se perdiera; cf. 2 P. 3:9.<br />Para ello, reveló a través del evangelio la manera como el hombre podía llegar a ser salvo; cf. Ro. 1:16; Stg. 1:21.<br />Pero si la biblia fuese difícil de entender, difícilmente el deseo del Altísimo se cumpliría; y así, difícilmente podríamos ser salvos. <br />Si Dios quiso tu salvación y mi salvación, y si reveló a través de su palabra la manera cómo podríamos serlo; ¿no crees que debiéramos entender la biblia?<br />¿Construiría el padre una piscina para sus hijos, para que ellos no pudieran nadar en ella? De qué serviría si aquel padre compra un balón para sus hijos, si ellos no pueden jugar con el. <br />Así entonces; ¿Nos daría Dios un libro, a través del cual pudiéramos ser salvos, pero que no pudiéramos entenderlo? ¿De qué sirve la biblia si no la entendemos? <br />UN LIBRO ESPECIAL EN UN LENGUAJE NADA ESPECIAL. <br />Algunos libros llegan a ser tan complejos de leer, que parecen escritos en otro idioma; se requiere de un experto para su total entendimiento. <br />Cuando Dios nos reveló su palabra, no lo hizo en un lenguaje técnico, especializado o facultativo, que estuviera más allá de la comprensión de nuestras mentes finitas. Por el contario, Dios reveló su palabra forma clara, inteligible y sencilla para todos. <br />El Nuevo Testamento por ejemplo, fue escrito originalmente en griego Koiné, un idioma común o popular que en el primer siglo todos conocían y entendían a la perfección. <br />La biblia pudo ser escrita en griego clásico, el idioma de los intelectuales y filósofos como Platón, Tucídides, o Demóstenes. Pero si así hubiera sido, solo un pequeño grupo de eruditos podrían haberla entendido. <br />Prueba de esto es que hombres tan humildes como los apóstoles, llegaron no solo a entenderla, sino también enseñarla y aplicarla a sus propias vidas; cf. Hch. 4:13.<br />La biblia es un libro sencillo, de fácil entendimiento, que aún los niños pueden comprender; cf. Lc. 10:21. Nuestro Salvador no escogió palabras altisonantes, elocuentes o rimbombantes para dar a conocer su voluntad. <br />Consideremos algunas de las enseñanzas de Jesús. Casi siempre Jesús utilizó argumentos muy comunes y sencillos. Las parábolas del hijo pródigo, el sembrador y la semilla, el buen pastor y muchas otras, dan evidencia de la sencillez en la enseñanza del Señor. <br />En Mt. 13 por ejemplo el Señor utiliza palabras muy comunes para todos. El sembrador, la semilla, la tierra, los espinos y cardos, las aves, la perla, son cosas muy conocidas. <br />Así entonces, podemos reconocer la sencillez de la biblia no solo en su argumentación, sino también en las palabras que utiliza para ello. <br />ALGUNAS ACLARACIONES.<br />Que la biblia sea fácil de entender, no significa que no requiera estudio, capacitación y disertación. El apóstol Pedro hace evidente la necesidad de investigación en materia bíblica, ya que existen algunas cosas de difícil entendimiento; cf. 2 P. 3:15-16. Algunas cosas bíblicas no llegan a ser entendidas correctamente de forma inmediata; sobre todo entre cristianos nuevos. Pero esto no significa que no puedan entenderse, con disciplina y estudio bíblico podrá alcanzarse su comprensión.<br />El apóstol Pablo hablaba de la necesidad de leer para comprender el mensaje divino; cf. Ef. 3:4. Seguramente es más difícil entender una cosa sin primero analizarse, estudiarse o investigarse. <br />También el eunuco etíope hablaba de la necesidad de comprensión, a partir de una persona capacitada o familiarizada con la biblia; cf. Hch. 8:30-31. A través de este pasaje podemos observar 3 principios básicos de la providencia divina…<br />Dios proveyó su mensaje de tal forma que pudiera ser entendido a partir de una correcta lectura; cf. Neh. 8:8. El eunuco etíope tuvo a su disposición el mensaje divino, el cual podía leer; Hch. 8:30.<br />Pero si la mera lectura hace difícil la interpretación del texto; Dios proveyó también de un hombre que explicara al eunuco aquello que no entendía; cf. Hch. 8:326-27.<br />Al final el eunuco no solo entendió aquello que leía, sino que pudo ver a través de ello todo el panorama de la redención divina, llegando a reconocer lo que necesitaba para ser salvo; cf. Hch. 8:34-39. <br />Si Dios hizo aquello con el eunuco etíope; ¿acaso no podría hacer lo mismo por nosotros?<br />Hoy en día no solo disponemos de la biblia, sino también de muchos hermanos y creyentes fieles que pueden ayudarnos a comprender el mensaje del Señor. <br />Además de ello tenemos muchos otros recursos que no tuvieron personas como el eunuco, como los libros, los comentarios, la internet, etc. Todo para llegar a conocer de la mejor forma posible la voluntad de Dios.<br />Claro que también hay muchos charlatanes, mentirosos y falsos maestros que en lugar de aclarar confunden a las personas.<br />También existe mucho material poco recomendable en materia bíblica o doctrinal.<br />Pero Dios también nos ha dado raciocinio, entendimiento y discernimiento para establecer la diferencia entre lo bueno y lo malo; cf. Ro. 12:2.<br />VENZAMOS LA IGNORANCIA ESPIRITUAL.<br />En Mt. 24:15 el Señor Jesucristo dijo: “…el que lee, entienda”. Dios no quiere que seamos ignorantes, sobre todo en cuanto a su revelación o voluntad. <br />La ignorancia bíblica es tal vez la mejor estratagema de Satanás para llevarnos a la condenación; cf. 1 Cor. 12:2.<br />La ignorancia bíblica es tal vez la mayor excusa que usan los necios para evadir su responsabilidad espiritual; cf. Ec. 5:6; Pr. 1:32a.<br />La ignorancia nunca ha sido justificada por Dios; ni antes de nosotros (Lv. 5:17-19), ni después de nosotros (Hch. 17:30).<br />Dejemos los prejuicios, la pereza espiritual y estudiemos la palabra de Dios.<br />1 Jn. 5:13. <br />ALGUNAS SUGERENCIAS.<br />Anhele conocer la verdad. Nadie hace una cosa a menos que lo quiera o se vea forzado para ello. Desee el conocimiento, es lo mejor que puede hacer; cf. Sal. 1:1-2.<br />No se limite al querer, haga realidad el deseo de crecer en el conocimiento de la voluntad del Señor; cf. 2 Cor. 8:11.<br />Esfuércese en leer y estudiar la palabra de Dios. Nada en este mundo se logra sin disciplina y empeño continuo y progresivo; cf. 2 P. 1:5.<br />Viva lo que sabe. Muchos cristianos llegan a ser grandes conocedores de la palabra de Dios, pero por falta de práctica, no tendrán su recompensa; cf. Stg. 1:22.<br />Busque ayuda tanto divina como humana. Es muy difícil hacerlo solo (no imposible); pero si a su lado están otros que comparten su mismo deseo, seguramente esto le imprimirá mayor ánimo y disposición para el asunto; cf. Ec. 4:9-12.<br />Establezca metas reales a corto, mediano y largo plazo; Fil. 3:12-14. <br />Empiece hoy mismo. No aplace algo tan importante como su crecimiento espiritual; cf. He. 3:13.<br />CONCLUSION<br />Conocer la voluntad de Dios no solo es posible; también es agradable, y sobre todo muy benéfico. <br />No permita que nada en absoluto le impida llegar a conocer la voluntad de Dios. <br />Lc. 11:9.<br />