1. LA PERSONALIDAD
¿Qué es el autoconcepto?
¿Qué es la autoestima?
¿Cómo establecemos nuestro “yo”?
¿Cómo soy realmente?
¿Podemos cambiar nuestro comportamiento?
2. ¿Qué es el autoconcepto?
El autoconcepto es la suma de creencias de un
individuo sobre sus cualidades personales, es decir
“que sabemos (o creemos saber) de nosotros
mismos”. Este concepto de sí mismo lo vamos
formando a lo largo de nuestra vida, por ejemplo
vamos interpretando nuestras emociones y nuestra
conducta y la comparamos con la del otro ¿es igual o
diferente?
3. ¿Qué es la autoestima?
Una vez formado un autoconcepto coherente, construimos nuestra
autoestima, es decir: “cómo nos sentimos con nosotros mismos”. Según
nuestro autoconcepto podemos sentir desde que no valemos nada, lo que
implica insatisfacción, rechazo y desprecio de sí mismo, hasta una alta
autoestima que expresa un sentimiento de que uno es “suficientemente
bueno”, o que somos los mejores.
La autoestima está determinada por el concepto que tenemos de nuestro yo
físico, el ético o moral, el personal, el familiar el social, la identidad, la
autoaceptación, el comportamiento y la autocrítica (Fitts, 1965).
Una autoimpresión coherente se forma con estos dos componentes: del
concepto que tenemos sobre nosotros (lo que sabemos de nosotros
mismos) y de la autoestima (cómo nos sentimos con nosotros mismos).
Esta visión de nuestro yo no es inamovible, sino que está en constante
cambio y desarrollo dependiendo de nuestra experiencia, de las
circunstancias de la vida y del contexto social en el que nos movemos.
4. ¿Cómo establecemos nuestro “YO”?
Desde épocas antiguas, ya los filósofos griegos recomendaban “conócete a ti mismo”. Porque podemos sentir que somos tímidos o
lanzados, inteligentes o tontos, atractivos o no, etc. pero ¿de dónde hemos sacado esas conclusiones sobre nosotros mismos? Veremos más
adelante cómo creamos nuestra impresión del yo, cómo llegamos a creer saber cómo somos y cómo nos sentimos acerca de nosotros
mismos.
Revisar cómo somos en realidad es importante, una que una vez hemos establecido nuestro “yo”, todos nuestros pensamientos,
sentimientos y conductas tienden a corroborar este criterio formado, y nos resistimos a la información que lo contradice.
Formamos el criterio sobre nosotros mismos a través de cómo interpretamos nuestras acciones y sobre todo en la infancia, de cómo las
interpretan los demás, como piensan y sienten sobre lo que hacemos, y en la infancia influyen en especial nuestros padres a formarnos el
criterio sobre nosotros.
Pongamos un ejemplo: si nuestro padre/madre/maestro ante un suspenso en matemáticas nos dijo de pequeños:
“Es extraño porque tú eres muy bueno en matemáticas, quizás dedicaste poco tiempo” nuestro pensamiento confirmará “soy muy
bueno en matemáticas, dedicaré más tiempo”
Pero si su respuesta es “Es que a ti te cuestan mucho las matemáticas”, nuestro pensamiento confirmará “no valgo para las
matemáticas, no merece la pena esforzarme”
Y de esta forma creemos que valemos o no valemos para tal o cual cosa, que somos valientes, vergonzosos, etc.
No es únicamente lo que nos dicen, sino los sentimientos que nos transmiten sobre nuestras capacidades y forma de ser lo que nos ayuda a
ir formando un criterio de cómo creemos que somos.
Pero a veces tenemos contradicciones
A través de nuestra conducta y también comparándonos con los demás para medir cómo somos, por ejemplo pensamos:
Si salgo con frecuencia con amigos creo que soy extrovertido.
Pero siento timidez, entonces es que soy tímido.
Con mi familia soy extrovertido, pero con las chicas soy tímido
5. ¿Cómo soy realmente?
Nos vemos a nosotros mismos adoptando una serie
de roles diferentes: con la familia, con los amigos, en
el trabajo… y vemos que nos comportamos de forma
diferente ¿porqué? Pues en muchas ocasiones nos
comportamos repitiendo el “papel” que se espera de
nosotros, en otras procedemos con mayor libertad y
somos más nosotros mismos.
6. ¿podemos cambiar nuestro comportamiento?
Hacerlo solos no es una tarea fácil, ya que algunos de nuestros comportamientos están
muy fuertemente arraigados en nuestro cerebro, pero podemos intentarlo siguiendo
estas pautas:
Detección. Cuando nos encontramos en una determinada situación que nos resulta
incómoda, es que ahí hay un problema.
Análisis. Piensa qué te ha pasado, porque has reaccionado así, que hubieras podido
hacer para sentirte más a gusto con tu conducta, y porque crees que no lo has hecho.
Acción. La próxima vez, intenta comportarte de la forma que te hubiera hecho
sentir bien.
Si no lo consigues con facilidad, no seas duro contigo mismo. Piensa que toda la
información que hemos ido recibiendo desde pequeños se ha ido gravando de forma
física a nivel bioquímico en nuestro cerebro -es algo constatado por la neurociencia a
través de investigaciones y utilización de medios como las tomografías cerebrales- y es
por lo tanto un aprendizaje difícil sin la ayuda de un terapeuta que utilice técnicas
adecuadas, aún así, te animo a que lo intentes porque seguro que los cambios y nuevas
actuaciones que adquieras te van a sorprender.