El documento ofrece consejos a quienes desean dedicarse a la enseñanza. Advierte que la vida del maestro implica dedicar mucho tiempo a la preparación de clases, capacitaciones, reuniones y actualizaciones pedagógicas. También menciona los desafíos de lidiar con padres, alumnos y la sociedad, quienes constantemente los evaluarán y criticarán. No obstante, resalta que la recompensa será ver a los alumnos convertidos en personas de bien que reconocen la influencia recibida de sus maestros. Al

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Mag. César A. Espinoza Wong
CONSEJOS A LOS QUE VAN A DEDICARSE AL EJERCICIO DE LA ENSEÑANZA
MAG. CÉSAR A. ESPINOZA WONG
6 DE JULIO DEL 2022
1 Hijo mío, está atento a mi sabiduría, Y a mi inteligencia inclina tu
oído, 2 Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.
Proverbios 5
¿Quieres ser maestro, hijo mío? Inclinación es ésta de un alma dada a ser compañera de alguien
más pequeño, que alienta a sus alumnos y no los juzga, que muestra la meta, pero consciente
que el camino a ella nunca es recto o directo sino sinuoso y preñado de muchas caídas y escasas
empinadas, abandona el control y la palabra negativa para acoger el buen aliento y la mirada
que refugie y comprenda. Debes tener un espíritu curioso y sediento de sabiduría.
¿Has pensado bien en lo que será tu vida? La vida diaria de las demás personas no tendrán
sentido para ti, pues tú verás que a diferencia de ellos, tu tiempo se irá entre la preparación y
dar las clases, capacitaciones con colegas, lecturas personales, reuniones de intercambio de
experiencias docentes y actualizaciones, juntas de coordinación, atender las llamadas de los
tutores o de tus alumnos, ponerte al día en el uso de tecnologías pedagógicas para levantar tu
digitalización, alcanzar un postgrado, mejorar tu pedagogía alcanzando formas simples de
transmitir conceptos, pensar en la forma de enseñar ideas que venzan el olvido provocado por
el tiempo, llenar actas, preparar material y dedicarle un tiempo muy especial a aquellos alumnos
que necesitan ayuda o sientes que debes ayudarlos. Estarás pensando en lo feliz que te haría
tener más tiempo y mayor autonomía para aplicar métodos creativos de enseñanza.
Mientras las otras personas, terminada su jornada, se retiran a sus casas o deteniéndose en el
camino pasan un tiempo de solaz, tú, apurado, deseoso de llegar a casa, inicias mentalmente la
jornada que continuarás en tu mesa hasta que la vista te arda, la nuca se endurezca o el
cansancio cierre tus ojos.
El mundo súbitamente se llenará de importunos. Atenderlos te distraerá de lo que realmente
quieres hacer y consciente de lo escaso de tus fuerzas y lo mucho que queda por hacer, los
atenderás con una atención exagerada, no vaya a ser que se te pierda algún detalle y tengas que
escuchar todo de nuevo y retrasar más tu trabajo para las clases. El tiempo que le dediques a
tus seres queridos, al ejercicio, meditación, un pasatiempo o una conversación que te refresque,
será turbado por algo que se te ha olvidado, el recuerdo de una reunión donde deberías estar,
una llamada telefónica, Messenger o WhatsApp.
Tendrás que ser sigiloso en tu evaluación. Es posible que una mala nota no la atribuyan a que el
alumno no estudia sino a que tú no enseñas bien. Una mala conducta del estudiante que corrijas
sin importar el modo en que lo hagas puede terminar en una acusación calumniosa que acabe
con tu trabajo. Estás obligado a pensar que si el alumno no entiende la clase se debe a un
problema de atención y no a que a él no le importa; sumergido entre visitas y conversaciones
con el psicólogo, los otros maestros y los padres discutirán contigo cómo ayudar a este alumno
cuya apreciación diagnóstica va desde el déficit de atención hasta la genialidad del Asperger;
sólo tú sabrás que al alumno no le importa estudiar.
Los pobres usarán el salón de clases como una guardería, que les dé el tiempo que necesitan
para ir a trabajar. Los ricos pretenderán que les enseñes a sus hijos a pensar, a desplazar con

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facilidad la gratificación inmediata, que le muestres, personalizadamente, lo largo de su camino
y que mantener el ritmo es fundamental cuando te enfocas en el crecimiento.
Mientras que el Estado te paga tan poco que debes conseguirte un segundo trabajo, el rico te
solicita a veces con años de antelación. Ante los reclamos de un tutor prepotente que te exige
más porque “tu sueldo sale de sus impuestos”, el tutor entendido te pregunta cómo ayudar a la
mejor educación de su hijo. Encontrarás mucha gente que pone en demasiada estima su lugar y
posición social y te enrostrará sus privilegios y “obvias” diferencias de clase y distinción. No te
distraigas con esta transgresión, piensa en tu alumno porque él te observa, debes asegurarte
que reciba la formación que necesita, habrás de ser flexible y justo, y no es locura afirmar que
el alumno puede llegar a tal nivel de motivación que sea un maestro para otros también.
Durante meses seguidos, si trabajas presencialmente o si donde pretendes ir no hay conexión a
internet que te permita enviar correo electrónico, mensajería instantánea, protocolo de
transferencia de archivos o teleconferencias, no podrás ausentarte, no tendrás libertad cuando
una urgencia te exija movilizarte y serás mal visto si faltas por enfermedad; el trabajo que dejes
de hacer nadie lo hará por ti, te esperará, y si el trabajo de otros depende de tu vigilancia y
dirección, flaqueará.
Te jactas del don que tienes para elegir a tus amigos; andas a la caza de almas elevadas e
instruidas, de sensibilidades bondadosas, de compañías energizantes y probas, de aquí en
adelante te acompañarán permanentemente las mismas personas con las mismas quejas, llenas
de sugerencias y aportes inviables, recomendaciones enmarcadas de sonrisas que recubren
soterradas amenazas, pretenderán que les enseñes gratuitamente el secreto de convertir en un
genio ilustrado a un hijo que no lee. El no aplicado tendrá tanto derecho como el aplicado, sino
más.
¿Crees que tu trabajo es honorable? Las personas continuamente te evaluarán, no por tu
conocimiento, pedagogía o virtud, sino por las cualidades, origen y precio de tu vestido, por las
veces que no le contestas el teléfono, por tu pareja o tus hijos, por la atención que les dediques
a sus conversaciones y a como ejecutas sus “consejos”. Habrá los que desconfíen de ti si no
tienes canas y experiencia; otros, si no eres de ojos jalados; otros, si no has sido educado en las
mejores Universidades; otros, si crees en Dios; otros, si no crees en Él, incluso será importante
a que religión perteneces. Tus amigos, conocidos, vecinos y cuánta gente se crucen en tu
camino, al saber que eres Maestro, cuando inicien una conversación contigo no te preguntaran
por ti sino por tu ocupación, estarás siempre después de ella. Habrás de luchar de continuo
contra las observaciones que te hacen los ignorantes, pues no hay televidente o seguidor de
YouTube que no sea capaz de darte consejos para que mejores tus métodos de enseñanza o tus
estrategias de evaluación, y después de una pausa y una sonrisa ganadora, se despedirán de ti
caminando alegres, sintiendo que han impulsado y mejorado tu carrera. ¿Te gusta tener un
recuerdo de tus alumnos que dure toda la vida? La mayoría de las veces te será mezquinado y
te pasarás la vida pidiendo que todo les vaya bien y nada malo les pase.
Eres activo, sabes lo que vale el poco tiempo que te queda para terminar la clase, o en casa, para
acostarte; tendrás que aguantar relatos que arranquen desde que se conocieron sus padres,
para explicarte una inasistencia o un trabajo no presentado; ociosos te buscarán solo para
conversar, te convertirán en el recipiente de sus disgustos, vanidades, frustraciones y deseos, te
dirán cualquier cosa que desde su punto de vista explique el buen o mal comportamiento de su
hijo en la escuela, no pienses que entenderán su falta, para ellos tú eres el que debería estar
agradecido por el privilegio de enseñarle a sus hijos.

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Ante todo, quieres vivir en la verdad; ya no podrás decirla. Si lo que debes decir, ante una mala
nota de tu alumno, es grave o descalificante, habrás de ocultarlo, callarlo si quieres proteger tu
trabajo o tu libertad. Si alguien relacionado al estudiante te ha hecho perder el tiempo con una
nimiedad, a veces tu respuesta debe disimular la insignificancia de sus pretensiones por temor
a que se ofendan y al qué dirán, en cambio, apúrate en agradecerle por la oportuna e invalorable
comunicación. Habrás de ocultar los secretos escondidos que te cuentan los tutores, o los padres
de otros alumnos, hacerte de la vista gorda.
En nuestro arte es bueno dudar si eso te lleva a buscar, es permitido no saber si el precio de
“saber” se paga con abandonar la verdad. El crédito y la fama que consigues se logra al final de
tu vida, cuando los niños crecieron y sumidos en su reflexión piensan en la causa de su avance y
en esos recuerdos estas tú; si tus alumnos son grandes sabrás que tuviste éxito si al verlos
logrados junto al buen profesional se le reconoce virtud, no te sorprendas si los ves explicar algo
como lo explicabas tu. Si el arte lo llevas con honor y responsabilidad, se multiplicará en todo el
conocimiento humano que contenga tus alumnos, eres la semilla cuya presencia también está
en las hojas del árbol, sí, ahí estarás tú también, tu acompañamiento, dedicación, justica,
comprensión, sabiduría, conocimiento, pensamiento, lógica, vocación, toda tu potencia la
volverás a encontrar en tus alumnos ya crecidos. Fructifica.
Como Sócrates, no predicarás la virtud directamente, sino más bien, invitarás a reflexionar sobre
ella. No ofrezcas las recetas acabadas sino convídalos a la búsqueda. Enséñales a pensar, aunque
en eso se te vaya la vida.
Raramente te agradecerán ni bien terminaste de enseñar; el pensamiento, para ser útil, como
la fruta tiene que madurar. Encontrarás a algunos alumnos cuya prosperidad la atribuyen a sus
propias capacidades y nada tienes que ver en ello, es su sacrificio y perseverancia el que los
llevó, pero si les hubiera ido mal, es seguro que le hubieran echado la culpa a la mala educación
y a ti.
Hay algunos alumnos que mientras necesitan de ti te tratan con respeto, se vuelven cumplidos,
te piden otra oportunidad, hablan maravillas de ti; no bien dejan el aula y con la nota aprobada
pasas al olvido. Que no te duela lo que humano es. Si le enseñas particularmente, todo precio
es exagerado y si es gratis, pronto descubrirás que pierdes el tiempo y al alumno. El poco versado
busca un maestro experto, el ocioso busca un maestro laborioso, el burlón uno respetuoso,
creen que viendo sin hacer aprenden.
En este oficio hay de todo, hay desde los que ven la Docencia como un Sacerdocio hasta los que
la ven como un superpoder altamente rentable. Es el caso, por ejemplo, de Lam Yat-yan, un
tutor de idioma chino de Hong Kong que rechazó una oferta de trabajo de US$11 millones de un
grupo de tutoría rival Modern Education en 2015; el Financial Times asegura que si Lam Yat-yan
hubiera decidido aceptar la propuesta de Modern Education, este centro habría conseguido un
40% más de alumnos.
Te compadezco si sientes afán por las bellas artes; te encontrarás sentado escuchando con
mucha atención a tus alumnos en sus intentos fallidos y acertados al tocar una nota, un acorde,
una canción; habrás de pegar el oído a la música, desde que no era hasta cuando fue; la nariz y
tu atopía rodeada por los fuertes olores de los disolventes de la pintura; tus ojos dirigidos a un
mundo en fotografía sobre la pantalla de un celular al que quieren arrancar poesía; tu tacto a la
escultura, desde que era piedra, mazas de metal y cincel, desde que era ángulo hasta que fue
arco. Estarás calmado agarrando su mano mientras dibuja sus primeras letras; alentándolo una

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y otra vez a que repita la operación mentalmente hasta que logre con éxito sus primeras sumas;
te mostrarás sorprendido y lo felicitarás de manera inolvidable cuando tenga su primera idea
original. Serás la persona que en sus momentos importantes lo comprendió.
Tu vida pasará ante ti como un permanente amanecer, preocupado por ir a clases, rodeado lo
que te queda de vida de gente más joven que tú, perderás el sentido del tiempo y las canas
llegarán sin advertirlo. Caminarás entre el ser, el hacer y el saber, buscarás apurado y con agrado
la respuesta a la pregunta, bien sabes que durante tu vida a la misma pregunta llegaron
diferentes respuestas, todas ellas ciertas, en su momento. Recuerda en esa ocasión que tus
alumnos no deben olvidar que lo importante es la pregunta. Que el entendimiento debe
buscarse dentro y no afuera de uno mismo, que la meditación sobre lo aprendido mejora el
discernimiento. Que, si te toca ser instructor de los necios, maestro de los faltos de madurez,
tienes en la ley de Dios la expresión misma del conocimiento y de la verdad.
Detente a pensar un momento; si no te cautiva la fortuna, la fama o el poder; si quieres para ti
una forma de vivir que se vea recompensada con el deber cumplido sabiendo que aun tu propia
familia no comprenderá lo exigente de tu labor y las consecuencias que traerá tu bien hacer; si
tu pago lo vez en la felicidad de una familia, en la tranquilidad de un niño, en la firmeza de un
estudiante universitario tranquilo y seguro de lo que sabe; si ansías enseñar al hombre y a la
mujer a descubrir el conocimiento, encontrar su felicidad, vestirlo de virtudes y darle las armas
para que alcancen una sana prosperidad; si reconoces que el ser humano y la conservación de
todo lo creado, constituye el camino primero y fundamental de tu enseñanza; si anhelas que
comprenda que su misión es servir a los demás ¡hazte maestro, hijo mío!
Inspirado en los “Consejos de Esculapio a su hijo”. Esculapio, esposo de Epíone
que calmaba el dolor, fue padre de Higea que se dedicaba a la prevención,
Panacea vinculada al tratamiento, Telésforo símbolo de la convalecencia,
Macaón protectores de los cirujanos y Podaleiro de los médicos internistas.
Asclepio fue discípulo del centauro Quirón, que también educó a Aquiles;
alcanzó tal habilidad que podía devolver la vida a los muertos. Su vara también
es conocida como la vara de Aarón.