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Cáritas
El código ético de organizaciones de voluntariado
en el marco de la identidad de Cáritas
Luis A. Aranguren Gonzalo
Cáritas Española
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iÍndice
...................................................................................... Página
Prólogo ......................................................................................................................................................................... 7
Presentación ........................................................................................................................................ 9
Introducción ............................................................................................................................................. 11
I Ondas de aproximación ......................................................... 13
• Para la reflexión ............................................................................................................ 21
II Ondas de concentración .................................................. 25
• Para la reflexión ............................................................................................................ 35
III Ondas de expansión ...................................................................... 41
• Para la reflexión ............................................................................................................ 43
Epílogo ............................................................................................................................................................................ 47
Bibliografía .................................................................................................................................................. 51
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GLOSARIO DE ABREVIATURAS
ES ............................................................................................................................................................................................. Eclessiam Suam
GS ....................................................................................................................................................................................... Gaudium et Spes
SRS ..................................................................................................................................... Sollicitudo rei socialis
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“Cáritas debe impulsar y colaborar, de acuerdo
con su propia identidad, en cuantas iniciativas
se promuevan en la Iglesia y en la sociedad
al servicio de los pobres”
(Reflexión sobre la identidad de Cáritas, p. 53)
Donde tú dices paz, justicia y amor
¡Yo digo Dios!
Donde tú dices Dios
¡yo digo libertad, justicia y amor!
(P. Casaldáliga)
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Pprólogo
CCaracterística de nuestro tiempo es el florecimiento imparable de un Volun-
tariado de distintas raíces, debido principalmente a dos circunstancias :
• La toma de conciencia creciente por parte de la sociedad de que los Pode-
res Públicos actuales carecen de los instrumentos necesarios y, a veces, has-
ta de la voluntad política para resolver totalmente los problemas sociales.
• La convicción generalizada del derecho y de la responsabilidad moral de la
sociedad civil, de los particulares, de coadyuvar a la solución de esos pro-
blemas, mediante la solidaridad
Hoy el mundo se mueve por criterios economicistas. Ante la enorme fuerza de
los poderosos sin más dios que el dinero, los voluntarios representamos una
parcela de libertad basada en el altruísmo, que no podemos descuidar, enaje-
nar ni hipotecar
Porque representamos el último baluarte de una sociedad que no se base en el
egoísmo sino en la solidaridad, que está dispuesto a seguir trabajando con
ahinco para que el mundo se aproxime a los valores de justicia, paz, amor y li-
bertad.
Por encima de cualquier definición, ser Voluntario es una manera de ser, un es-
tilo de vida que se caracteriza por la rebeldía ante las situaciones de injusticia,
desigualdad, miseria y opresión tan extendidas en nuestro tiempo; una rebel-
día que lleva al voluntario social a comprometerse de manera desinteresada y
altruista en acciones, moralmente lícitas, susceptibles de conducir a una hon-
da transformación de la sociedad, basada en la justicia , el respeto a los dere-
chos humanos, la dignidad, la libertad y la fundamental igualdad de todos los
hombres y mujeres del mundo.
La lucha por esa transformación no puede hacerse sin un acervo de normas de
conductas que sitúen la actuación del voluntario y de las organizaciones en
que milita en el marco de una actuación plenamente ética. De aquí el loable
empeño de la mayoría de las organizaciones de voluntariado en dotarse de un
Código ético de conducta.
Participando plenamente de las aspiraciones comunes a todo el Voluntariado,
los voluntarios cristianos tienen una característica especial, que no significa di-
ferencia alguna en cuanto a los objetivos de la acción sino que radica en las
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motivaciones. El motor que impulsa la acción del voluntario cristiano no es
simplemente la filantropía, la ética o la creencia en la solidaridad universal.
Asumiendo todos esos valores y trascendiéndolos, la raíz de su compromiso es
el mensaje evangélico, que significa para nosotros la identificación de Cristo,
el Hijo de Dios, con todos nuestros hermanos y, de manera especial, con los
que sufren por carencia de bienes materiales, marginación, opresión, persecu-
ción, desigualdades intolerables... ; en una palabra, con los pobres, los predi-
lectos de Jesús.
De aquí que el voluntario cristiano se distinga por poseer un talante especial:
el de quien ve al propio Jesús en todos los Cristos vivos que desfilan ante nos-
otros cada día cargados con su cruz.
Cáritas Española presenta, como aportación al código ético del voluntariado,
este trabajo, en el que uno de los máximos especialistas en la materia, Luis
Aranguren, examina con rigor y claridad las exigencias éticas y morales del vo-
luntariado en general y del voluntariado de raíz cristiana en particular. Estoy
seguro de que esta obra será de enorme utilidad para cuantos se sienten lla-
mados a trabajar en pos de ese ideal apasionante que Pablo VI y Juan Pablo II
han apellidado bellamente «la civilización del amor».
José Sánchez Faba
Presidente de Cáritas Española
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Prpresentación
En el mes de noviembre del año 2000 la Asamblea extraordinaria de la Plata-
forma para la Promoción del Voluntariado en España aprobó el Código Ético
de organizaciones de voluntariado, tras un año y medio de trabajo realizado a
lo largo de un proceso participativo rico y extraordinariamente positivo para
todos. En el mes de Junio del año 2001 el Consejo General de Cáritas Españo-
la ratificó su firma y adhesión al Código Ético, acatando su cumplimiento. En
ese Consejo General se vio conveniente que desde el Programa de Voluntaria-
do de Cáritas Española se elaborara un documento educativo en el que se vie-
ra la relación de mutuo enriquecimiento entre la identidad de Cáritas y el Có-
digo Ético recién aprobado.
Es así como nace este instrumento que no tiene más pretensión que la de fa-
cilitar la comprensión del código ético a la luz de nuestra identidad. Enten-
demos que para una correcta comprensión del código ético en su conjunto ,
este cuaderno debe acompañarse del libro editado desde la Plataforma del
Voluntariado, Ética en común, que distribuye gratuitamente la propia Plata-
forma. Ambos documentos pueden emplearse tanto para la formación per-
sonal como para la realización de talleres o cursos donde se profundice no
sólo en el código ético sino también, y lo que es más importante, en la ver-
tiente ética de nuestras actuaciones, tanto en los niveles de la acción social
directa en cualquiera de nuestros programas, servicios y procesos en marcha
como en las decisiones de carácter institucional y que abordan situaciones de
tipo estructural.
El presente cuaderno está realizado de una manera un tanto socrática; es de-
cir, utilizando la metodología de preguntas y respuestas, de manera que el tex-
to no se haga pesado y al tiempo sea más fácilmente comprensible. Esta op-
ción no es casual. Cuando he tenido la ocasión de presentar este código en
distintos foros de nuestra Confederación han surgido muchas de las preguntas
que aquí se plantean. Por eso, en el documento tratamos de ceñirnos a las
cuestiones que preocupan en Cáritas en relación con este código ético y su
vinculación con nuestra identidad. Se trata de un diálogo en forma de ondas
que buscan aproximaciones y lugares de encuentro; de ahí que hablamos de
ondas de aproximación (las que nos acercan al asunto), ondas de concentra-
ción (que se introducen en el entramado básico del código ético y se pone en
relación con el documento de “reflexión sobre la identidad de Cáritas”) y , por
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último, terminamos con las ondas de expansión que tratan de articular las po-
sibilidades de utilización formativa del código ético en los distintos ámbitos
de la confederación.
Por otra parte, y es lo más importante, esta propuesta metodológica quiere ser
un elogio al diálogo como procedimiento más adecuado para dirimir diferen-
cias y aunar esfuerzos por el bien común. Y cuando el bien común se juega en
los términos que afirma Petrella, de “que el otro exista”, bien merece la pena
dejar de lado particularismos, y afrontemos entre todos los criterios éticos que
han de guiar nuestra solidaridad con las personas y los pueblos excluidos de
nuestro mundo.
El cuaderno lo hemos estructurado en tres partes, siguiendo el ritmo de las
ondas a las que hacíamos anteriormente referencia. Tras cada apartado en-
contraréis elementos de reflexión a partir de textos de Doctrina Social de la
Iglesia, comics y cuestionarios, que ayudarán sin duda a una mayor compren-
sión de todo el conjunto. Por último señalamos que el texto se encuentra
aderezado con poemas de Pedro Casaldáliga, testigo del Evangelio y modelo
de presencia cristiana en la tierra de los empobrecidos. Esperemos que todo
ello ayude a poner un pie delante del otro sobre el camino que vamos ha-
ciendo juntos.
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Inintroducción
Una mesa con dos documentos: el código ético de organizaciones del volun-
tariado y la “Reflexión sobre la identidad de Cáritas”. Alrededor de la mesa dos
personas dispuestas para el diálogo. Se trata de Don Obtuso y Doña Esperan-
za. No tienen un perfil delimitado. Son nombres que agrupan dos tendencias,
dos maneras de pensar y de proceder tanto en nuestra sociedad como en el
seno de Cáritas. Eso ni es malo ni es bueno, sencillamente es así y en la narra-
ción tratamos de integrar las diferentes sensibilidades que sobre estas cues-
tiones pueda haber.
Don Obtuso representa, como indica el Diccionario, al que es “tardo en
comprender”; nos referimos a esta, y solo a esta acepción de la palabra,
y no a otras posibles. Es decir, nos referimos a aquella tipología de per-
sonas que no son capaces de digerir tantas novedades en tan poco tiem-
po. Y es lógico. A simple vista, el Código Ético puede sonar a una espe-
cie de “cosa rara” que ahora se nos introduce en la institución. Don Ob-
tuso prefiere aferrarse a lo conocido –entendido como la identidad que
ya tenemos formulada- y, a la vez, se muestra escéptico ante lo desco-
nocido, que se percibe en cierto modo como amenaza, invasión o ambas
cosas a la vez. Por otra parte, D. Obtuso es el que pregunta, el que se in-
terroga, el que mantiene viva la llama del dialogo que no excluye y que
busca la verdad compartida; es el que potencia con sus inquietudes la
búsqueda en común.
Doña Esperanza, por su parte, representa la apuesta por lo “descono-
cido controlado”; es decir, por la posibilidad de abrir vías nuevas de en-
tendimiento con otros, al tiempo que revolvemos también nuestra casa
por dentro. Doña Esperanza sería la portavoz de la apuesta por la trans-
parencia y el seguimiento de unos mínimos compartidos en lo que se re-
fiere a nuestras actuaciones en el campo social junto con otros grupos
y asociaciones que en definitiva buscamos una sociedad más justa, y es
la conciencia que nos grita que debemos barrer nuestra propia casa, an-
tes de quejarnos de que los demás son ”así” o de otra manera.
Comienza el diálogo.
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IOndas de aproximación
Somos, en última instancia,
el Reino que nos es dado
y que hacemos cada día
y hacia el que, anhelantes, vamos.
D. Obtuso.—No sé quien me dio un ejemplar del código ético; lo leí y, bueno,
no me disgustó pero tampoco sé muy bien a cuento de qué viene esto ahora.
Me gustaría saber unas cuantas cosas.
Dña. Esperanza.—Pues no te cortes, que para eso estamos.
D. Obtuso.—Por ejemplo, esto del código ético, ¿de dónde surge?
Dña. Esperanza.—Bien, habría que hacer un poco de historia. Mira, desde los
años 70 venimos constatando que en el campo de las prácticas profesionales
se han ido instaurando progresivamente códigos deontológicos (el deber-ser
de cada profesional), especialmente en el ámbito de la medicina, del periodis-
mo, del trabajo social o de las investigaciones científico-tecnológicas; es el
tiempo de las éticas aplicadas. No se trata de largar discursos filosóficos sobre
el bien y el mal en términos abstractos, sino que se busca llegar a las situacio-
nes concretas donde las personas y las instituciones tenemos conflictos éti-
cos.
En el “mundillo” de las Organizaciones no Gubernamentales este tema se fue
planteando a mediados de la década de los 90. Durante ese tiempo, en pleno
“boom” de la solidaridad empezamos a darnos cuenta de que no toda la soli-
daridad que se nos anunciaba era fiable; tras el escaparate de ayuda a los de-
más se ocultaban intereses financieros, intereses de imagen, intereses de pres-
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tigio. Por ejemplo, en las imágenes y lemas publicitarios que ciertas ONG uti-
lizaban en sus Campañas de sensibilización, se rayaba con el insulto a la ciuda-
danía y con la manipulación más rastrera hacia los empobrecidos del Tercer y
del Cuatro Mundo. En este contexto, la Coordinadora de ONG para el Des-
arrollo elaboró un código de conducta, aprobado en 1997.
Desde la Plataforma para la Promoción del Voluntariado en España (PPVE) com-
probamos igualmente que podría ser positivo elaborar un marco ético común
para todas las organizaciones, que nos ofreciera criterios de actuación en el
ámbito relacional que formamos las organizaciones con los voluntarios, con las
Administraciones Públicas, con las empresas, con las otras ONG y con la so-
ciedad en general. Ni más más, ni más menos.
D. Obtuso.—Bien, bien, pero, ¿qué aporta el Código Ético a Cáritas? Porque
nosotros ya tenemos nuestra identidad, ¿no?
Dña. Esperanza.—En efecto, los que formamos parte de Cáritas “somos “
de Cáritas, es decir, participamos de una identidad, de una forma de ser y
de hacer en el campo de los excluidos. En ese sentido, lo que aporta el Có-
digo Ético a Cáritas es bien poco; es más, en lo fundamental no aporta ape-
nas nada. ¿Entonces?, me dirás, ¿para qué tanto revuelo? Pues avancemos
un poco más. Que no aporte nada en lo fundamental no significa que no
sea necesario, porque en el fondo es un recordatorio de lo que deben ser
nuestras prácticas habituales con los voluntarios, en nuestros acuerdos con
el Ayuntamiento o con la Administración autonómica de turno, en cómo
desarrollar cabalmente una campaña de sensibilización o en nuestra bús-
queda de financiación entre las empresas. Y ahí es donde podemos “hacer
aguas” con la mejor buena voluntad pero con pésimos criterios éticos. Es
en lo concreto de nuestras actuaciones como institución donde el código
ético viene a orientarnos, porque la identidad de Cáritas no es un escudo
que nos protege de imprudencias, de torpezas o de malas prácticas. En ese
sentido, el código ético, lejos de ser algo que tenemos superado, es una in-
terpelación a nuestras maneras de proceder como institución en el día a
día de nuestro quehacer.
Por otra parte, en los procesos de identificación con Cáritas, el Código Ético
aporta un marco de credibilidad, puesto que esta credibilidad no nos viene re-
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IOndas de aproximación
galada sino que hemos de conquistarla y ganarla cada día. “Por sus obras los
conoceréis”, ¿no? Pues eso: algunas de nuestras obras pasan por el cumpli-
miento del código ético y de cómo afrontamos los conflictos éticos.
Naturalmente que en Cáritas tenemos claras nuestras referencias morales. Po-
seemos el rico bagaje de la Doctrina Social de la Iglesia donde se apuntan des-
de la teología moral los grandes criterios de actuación de la Iglesia en la so-
ciedad de hoy. Pero no dejan de ser criterios generales y referidos al campo de
la teología; es decir, que no tocan el terreno concreto de nuestros conflictos
éticos actuales y no pueden ser compartidos por otras instituciones no con-
fesionales. Lo cual no quiere decir que tengamos que hacer “rebajas morales”,
sino tan sólo que para actuar juntos, con otras organizaciones, deberemos acu-
dir a unos criterios morales compartidos. No vaya a ser que nos pase como en
el poema de Casaldáliga:
Porque esa rosa es mía,
la corto y me la llevo.
Porque esa rosa es tuya,
mustia te la devuelvo.
Y entre lo mío y lo tuyo,
sin rosas nos quedaremos.
Ya está bien de pegarnos para ver quién se apunta el tanto: si tú o yo. Corre-
mos el riesgo de quedarnos sin rosas, sin posibilidad de trabajar juntos por una
Causa que a todos nos supera y de la que no somos dueños: que este mundo
pase de la normalización del sufrimiento al gozo de los pobres.
Y aquí viene otra de las notas importantes de este Código Ético: es un código
que nos vincula a distintas organizaciones de solidaridad que procedemos de
identidades particulares diferentes. Es un código en el que nos re-conocemos
trabajando en lo mismo a partir de criterios éticos que nos igualan y refuerzan
nuestra labor solidaria entre los excluidos.
D. Obtuso.—Y ya puestos, ¿desde Cáritas no podríamos hacer un código ético
con nuestras claves que sirviera a todas las organizaciones?
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Dña. Esperanza.—Eso es una gran osadía y en parte una falta de conoci-
miento de la realidad en la que vivimos. Vamos a ver, en nuestra sociedad
occidental y, en concreto, en la española, hemos pasado en relativamente
poco tiempo, de vivir inmersos en una cultura católica, tamizada por todos
los rincones por la dimensión religiosa, a una cultura secularizada, en la que
la autonomía de cada dimensión (la política, la económica, la profesional,
la artística, la técnica, etc.) es la nota constitutiva. Un psicólogo bueno no
es necesariamente el más católico sino el mejor profesional, y ello viene
avalado por su curriculum académico, y su experiencia laboral y profesio-
nal. ¿Qué quiere decir todo esto? Simplemente, que vivimos en una cultu-
ra donde el factor religioso ha pasado de ser el eje sobre el cual giraba
toda la vida social a ser una dimensión más de ese cuerpo social, que par-
ticipa en el mismo campo de juego cultural al lado de otros valores y otras
formas de ver la vida. Y esto no es ni malo ni bueno, es simplemente así, y
lo hemos de aceptar con elegante deportividad. Ello no quiere decir que lo
religioso haya de perder relevancia para nosotros. En nuestra vida de cre-
yentes, tiene la misma relevancia e importancia como elemento nuclear de
nuestra vida; ahora bien, desde el punto de vista social, lo religioso y, en
concreto, la Iglesia católica ha dejado de tener la relevancia histórica que
tuvo en otros momentos anteriores.
Avancemos un poco más en la reflexión: en una cultura secularizada, no hay
una única fuente de valores (en este caso la religiosa), sino que vivimos inmer-
sos en el pluralismo moral, puesto que existen referencias de valores diferen-
tes, y en muchos casos complementarios. Dicho de otra forma, la Iglesia no tie-
ne el monopolio de los valores ni puede imponer a otros los suyos.
En el marco de la Plataforma del Voluntariado, que agrupa a numerosas organi-
zaciones de muy distinto signo, no cabía hacer un código ético desde una sola
posición (la de Cáritas, por ejemplo), sino que se debía apostar por aquello que
a todas las organizaciones nos pareciera básico y que, sin contradecir nuestra
identidad particular, nos abriera miras para trabajar juntos por la justicia. Es así
como el código ético constituye un ejercicio de eso que los entendidos llaman
“ética cívica”, que no es más que eso, el hecho de compartir unos mínimos mo-
rales desde los que es posible construir juntos una sociedad más justa; ello con-
lleva respetar –desde esos mínimos compartidos- que cada persona y cada en-
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Pues bien, el código ético de organizaciones de voluntariado se enmarca en la
ética de mínimos de justicia que son exigibles para organizar el bien común y
construir la “ciudad justa”, y en los que nos comprometemos de forma conjunta.
En esta ética mínima importa que Cáritas participe como uno más, de manera
que no vaya “por libre”, sino que asuma criterios morales mínimos compartidos
con otras organizaciones que en definitiva trabajan en la misma dirección.
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IOndas de aproximación
tidad defienda y persiga sus ideales que tienen que ver con proyectos de vida
feliz. Y aquí entramos en un terreno nuevo: una cosa es cómo me las apaño para
ser feliz y otra, aunque complementaria, cómo nos organizamos para que este
mundo sea un poco más justo. El código ético no entra en los terrenos de cómo
ser feliz, sino en el de cómo construir juntos la justicia.
La experta en estos temas, Adela Cortina, distingue entre ética de máximos y
ética de mínimos. La ética de máximos atiende al proyecto de felicidad de
cada persona, que como tal, no puede ser objeto de obligación (a nadie se le
obliga a ser feliz), pero sí constituye una propuesta y una invitación deseable
(por ejemplo, las bienaventuranzas para el cristiano) Por su parte, las éticas de
mínimos buscan cómo organizar mejor nuestro mundo en orden a la consecu-
ción de unos mínimos de justicia que lo hagan más habitable, más humano,
más justo, en definitiva. Se basan en la instauración de un procedimiento que
asegure el ejercicio del diálogo y del acuerdo sobre aquellos valores que en
verdad dignifican estructuralmente la vida de los más débiles. Una vez que
ciertos valores y normas éticas se han acordado, se convierten en cuestión de
obligado cumplimiento para los participantes en ese acuerdo. Esto lo pode-
mos ver mejor en este cuadro descriptivo.
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Ética de máximos
Felicidad
personal
deseable
Fundamentos
Proyecto vital
Ética de mínimos
Justicia
comunitaria
exigible
Procedimiento
Proyecto de sociedad
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D. Obtuso.—Entonces, la reflexión sobre la identidad de Cáritas debería ser ya
nuestro código ético o quizá más, porque total lo del código va de mínimos,
¿no?
Dña. Esperanza.—¡Ojo con las palabras! Mínimo no significa “poco”, y menos
aún, “poca cosa”. Lo diré una vez más, a riesgo de repetirme: ética mínima se re-
fiere al conjunto de valores que nos damos una serie de personas o institucio-
nes para afrontar el reto de la justicia en una sociedad injusta. Esos mínimos
pasan por criterios en torno a cómo lidiar con cuestiones políticas, económi-
cas, con el principio de subsidiariedad o el de complementariedad con las Ad-
ministraciones Públicas, con la forma de financiarse, con el tipo de coordina-
ción que deseamos mantener las diferentes organizaciones. Y todo eso no es
cosa chiquita.
La reflexión sobre la identidad de Cáritas nos habla del núcleo nutritivo de
nuestro ser, que nos viene dado, que tiene una nítida raíz cristiana y evangéli-
ca y que tiene que ver no sólo con un proyecto de sociedad sino con una pro-
puesta de vida feliz. De alguna manera, la identidad de Cáritas, por ser evan-
gélica, se adentra en el campo de la propuesta de vida feliz y , por tanto, en el
de las éticas de máximos. La identidad de Cáritas es, de algún modo, una ofer-
ta de identificación con todo un estilo de vida que va más allá de una forma
de organización o de un modelo de acción social. Pero en modo alguno ello se
contradice con el código ético, entendido como ética mínima; entre la ética
de máximos y la ética de mínimos existen relaciones de complementariedad y
de reciprocidad; ambas se retroalimentan y se necesitan.
Veamos unos ejemplos a través de textos concretos de los dos documentos en
cuestión.
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IOndas de aproximación
¿Vemos las diferencias? En los textos de “La reflexión de la identidad de Cári-
tas” se nos habla de distintas maneras de lloo qquuee eess nnuucclleeaarr en nuestro ser Cá-
ritas (porque una cosa es ser “de” Cáritas y otra cosa es “ser” Cáritas…, pero eso
lo dejamos para otro momento, ¿vale?) A lo que íbamos: la raíz del Manda-
miento Nuevo, la experiencia de Dios en el ejercicio de la solidaridad o la re-
alización de la vida cristiana en el mundo de los pobres forman parte de un
proyecto vital, de una invitación a vivir así y de esta manera: estamos en el te-
rreno de la ética de máximos.
Si observamos los textos escogidos del código ético, se nos habla ddee vvaalloorreess
ccoonnsseennssuuaaddooss: el de la dignidad de la persona como principio motor de nues-
tras actuaciones, el desenmascaramiento de falsas solidaridades, más apega-
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RREEFFLLEEXXIIÓÓNN SSOOBBRREE LLAA IIDDEENNTTIIDDAADD
DDEE CCÁÁRRIITTAASS
1.- “Cáritas tiene su fuente en una reali-
dad nuclear que hunde sus raíces y en-
cuentra su razón en el Mandamiento
Nuevo, ‘amaos los unos a los otros como
yo os he amado’ (Jn 13, 34)”. (p.28).
2.- “El ejercicio de la solidaridad se consti-
tuye en lugar en el que Dios se nos revela,
desde el cual nos habla y en el cual tene-
mos acceso a él. ‘La solidaridad con el po-
bre es la forma de decir Dios hoy’”. p.(56)
3.-“Más que una acertada formulación
teórica, la espiritualidad cristiana, que
intentamos vivir en Cáritas, parte de una
experiencia profunda: la vivencia o la re-
alización personal de la vida cristiana en
el mundo de los pobres, a través de un
proceso y clarificación de esa experien-
cia incipiente primera” (p.59)
CCÓÓDDIIGGOO ÉÉTTIICCOO DDEE OORRGGAANNIIZZAACCIIOONNEESS
DDEE VVOOLLUUNNTTAARRIIAADDOO
1.- “El principio motor que rige nuestra ac-
ción ha de basarse en el respeto absoluto a
la dignidad de la persona, lo cual supone en-
frentarse contra cualquier intento de degra-
dación, manipulación o exclusión” (pp.5-6)
2.- “(Hay que) negarse a contribuir en el
ejercicio de una solidaridad que se realiza
en función de estrategias e intereses pu-
ramente comerciales, y no de la realidad
de los más desfavorecidos” (p.11)
3.- “Entendemos la relación como un ele-
mento constitutivo del voluntariado y de
las organizaciones de voluntariado, más
allá de considerarse como instrumento
adicional” (p.5)
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das al dinero que a los pobres, y el descubrimiento de la relación como ele-
mento constitutivo del quehacer de las organizaciones de voluntariado. Estos
tres elementos pertenecen al ámbito de la ética de mínimos que las diferentes
organizaciones de voluntariado nos hemos dado. Podríamos decir: “Vale, pero
lo que realmente destaca es lo de la identidad, porque es lo nuclear, lo funda-
mental, …” Sí y No. Sí, porque nadie niega la transcendencia de la identidad de
Cáritas, y no porque si esa identidad no le ponemos rostro concreto en nues-
tras actuaciones personales y colectivas, se quedará en bello canto de inten-
ciones. En concreto, el código ético de organizaciones de voluntariado pone
en movimiento una serie de valores éticos consensuados con el resto de orga-
nizaciones que, en nuestro caso, está en total consonancia con nuestra identi-
dad como Cáritas y que “baja” al terreno de nuestras prácticas concretas, de
nuestras contradicciones concretas.
D. Obtuso.—Visto así, la cosa va bien. Lo cual quiere decir que jamás habrá
oposición entre código ético e identidad de Cáritas, ¿no?
Dña. Esperanza.—Visto así, como dices, pues no debe haber problemas. Pero
las cosas se pueden torcer, y realmente pueden darse casos donde código éti-
co e identidad de Cáritas sean incompatibles: por ejemplo, cuando nuestro
único referente para la acción sea el código ético y nos olvidemos de dónde
venimos y a dónde caminamos desde la perspectiva de Cáritas. Durante mu-
chos años hemos sobrevivido sin código ético y no nos ha pasado nada. La
cuestión estriba en que analizando nuestra realidad social tan compleja y en-
marañada, debemos salir a la plaza pública de nuestras actuaciones con unos
criterios éticos que, si son consensuados con otras organizaciones sociales,
pues mejor que mejor.
Por otra parte, también podemos encontrarnos con la situación contraria a la
descrita, igualmente no deseable, es decir, que desde Cáritas utilicemos nues-
tra identidad como forma de erigirnos en superiores a otros y creernos así más
comprometidos. Esa utilización tan particularista de la identidad echa por tie-
rra cualquier entendimiento con otras organizaciones desde el código ético
que nos hemos dado.
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Ipara la reflexión
1 Buceemos en las fuentes
Una de las exigencias del cristianismo consiste en intentar conocer los signos
de los tiempos.
“Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento de-
cís: ‘va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís. ‘Viene bochor-
no’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del
cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? (Lc 12, 54-56)
Por “signos de los tiempos” podemos entender aquellas características de
nuestra sociedad y de nuestro tiempo histórico, que constituyen un reto nue-
vo para el cristianismo que estamos viviendo.
• ¿Cuáles eran los signos de los tiempos en la sociedad española hace 20
años y cuáles son los actuales? (Exploremos en el terreno cultural, econó-
mico, político, …).
• Explorar los signos de nuestro tiempo histórico, ¿nos coloca en una situa-
ción de rechazo de nuestro mundo?, ¿de confrontación crítica?, ¿de indife-
rencia?
• ¿Sabemos explorar los signos de los tiempos? ¿Qué actitudes y aptitudes
debemos incorporar en nuestra mochila trabajar para ser auténticos explo-
radores en este campo?
2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia
➠ “La Iglesia sabe que ninguna realización temporal se identifica con el
Reino de Dios, pero que todas ellas no hacen más que reflejar y en cier-
to modo anticipar la gloria de ese Reino, que esperamos al final de la
historia, cuando el Señor vuelva. Pero la espera no podrá ser nunca una
excusa para desentenderse de los hombres en su situación personal con-
creta y en su vida social, nacional e internacional, en la medida en que
ésta –sobre todo ahora- condiciona a aquella” (SRS, 48)
• En tu opinión, ¿la realización de lo proclamado en el código ético
puede ser considerado como una anticipación del Reinado de
Dios?, ¿por qué?
Ondas de aproximación
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➠ “La Iglesia debe entrar en diálogo con el mundo en el que tiene que
vivir. La Iglesia se hace palabra. La Iglesia se hace mensaje. La Iglesia se
hace coloquio (…) Parécenos que la relación de la Iglesia con el mundo, si
excluir otras formas legítimas, puede configurarse mejor como un diálo-
go, en modo alguno unívoco, sino adaptado a la índole del interlocutor
y a las circunstancias de hecho (…) Esta forma de relación excluye la con-
denación apriorística, la polémica ofensiva y habitual, la futilidad de la
conversación inútil” (E.S. 60,72 y 73).
• “La Iglesia se hace coloquio”. ¿Lo ves así?; ¿cuáles son las dificultades de
ese coloquio en tu ámbito concreto?: barrio, comarca, región, país, …
• El código ético es producto de un diálogo entre organizaciones y plata-
formas de voluntariado de distinto signo. Las organizaciones de Iglesia
hemos entrado a dialogar en las mismas condiciones que los demás, sin
imponer y sin que nos impongan. ¿Qué valoración haces de ello?
➠ “Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las co-
sas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el
hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absoluta-
mente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen
imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además respon-
de a la voluntad del Creador (…) Por ello, la investigación metódica en
todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténtica-
mente científica y conforme a las normas morales, nunca será en reali-
dad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen
su origen en un mismo Dios” (GS., 36).
• El código ético se ha elaborado mediante diálogo entre diversas or-
ganizaciones respetando el principio de autonomía, en este caso, de
un código ético válido para el conjunto de esas organizaciones. Co-
mentemos este texto de la Gaudium et Spes y pongamos otros ejem-
plos cercanos a nosotros donde se da esta situación.
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a) ¿Qué es lo primero que nos sugiere el texto del cómic?
b) En términos sociales, ¿qué otras denominaciones son sinónimo de menti-
ra?: encubrimiento, falsear la verdad, hipocresía, …Haced una buena lista.
c) Hagamos un listado ahora de situaciones reales de mentira social: informa-
ción deformada sobre lo que ocurre con los inmigrantes en España, estere-
otipos con los que funcionamos y con los que nos referimos a los excluidos
sociales, etc.
d) ¿Puede haber parcelas de mentira en nuestra institución? ¿Tenemos alguna
experiencia?
e) ¿Qué es lo que en nuestro caso ha destruido la mentira?: falta de credibili-
dad, abandonos de ciertas personas, la relación entre las personas de la ins-
titución, …
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Ipara la reflexión
3 Observemos con atención el siguiente cómic de “El Roto”
Ondas de aproximación
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f) El código ético puede ayudar a desvelar situaciones que deben ser corre-
gidas desde el punto de vista de no faltar a la verdad? Pongamos algún
ejemplo.
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Página
IIOndas de concentración
El Reino une.
La Iglesia divide
cuando no coincide
con el Reino
D. Obtuso.—No, si me parece bien. Pero es que me da miedo que esto del Có-
digo aparezca ahora como el “no va más” cuando en el fondo todo está inven-
tado. Tú misma lo has dicho: durante muchos años hemos sobrevivido sin có-
digo ético. Me da la impresión de que este código ético puede hacer sombra a
nuestra identidad. ¿Cómo lo ves?
Dña. Esperanza.—¡Y dale! Ya solamente esa expresión de “hacer sombra” de-
nota una manera de entender la identidad un tanto defensiva. No podemos
hacer de la identidad una bandera y menos aún una trinchera donde proteger-
nos de “los otros” que no son como nosotros. En ese sentido, el código ético
no sólo no hace sombra a la identidad sino que, en la medida en que nuestras
prácticas sean contrarias a ese código ético, estaremos sacando los colores a
nuestra propia identidad.
Si metemos al voluntario de turno en faena como quien se tira a una piscina, si de-
jamos de denunciar las injusticias que se dan en nuestro barrio o pueblo, si no es-
timulamos la participación real de los destinatarios de nuestra acción en sus pro-
cesos de liberación, si colaboramos con empresas que están esquilmando a los
pueblos del Sur, si fomentamos los espectáculos solidarios con tal de aparecer en
los medios de comunicación y llevarnos unos euros…, si estas cosas nos ocurren
(que nos pueden ocurrir) no sólo estaremos desentendiéndonos del código ético
sino que permaneceremos tirando piedras sobre nuestro propio tejado: el de Cári-
tas, el del compromiso con los pobres, el del sentido compasivo de la vida.
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Por eso, el debate, amigo mío, no es teórico sino que debe bajar a la arena de
los conflictos concretos que tenemos todas las organizaciones de solidaridad,
que son organizaciones humanas, es decir, frágiles, débiles y complejas. De he-
cho, el código ético está hecho con “los pies”; sí, desde el camino que vamos
haciendo juntos las diferentes organizaciones de voluntariado. No queremos
un código que caliente la cabeza y lo depositemos en una estantería, sino un
instrumento de trabajo que nos sirva de apoyo en el camino que compartimos.
Ya lo dice nuestro amigo Casaldáliga:
Piensa también
con los pies
sobre el camino
cansado
por tantos pies caminantes.
Piensa también, sobre todo,
con el corazón
abierto
a todos los corazones
que laten igual que el tuyo,
como hermanos,
peregrinos,
heridos también de vida,
heridos quizá de muerte.
Piensa vital, conviviente,
confictivamente hermano,
tiernamente compañero.
Fíjate qué cosas, pensar con los pies.
D. Obtuso.—Sí, la verdad es que llama la atención y me alegra saber que no es-
tamos ante un código de sesudos pensadores proyectado para otros sesudos
pensadores. Y eso es bueno, muy bueno. Y siguiendo con lo anterior, ya voy vis-
lumbrando las relaciones entre código ético y nuestra identidad de Cáritas. Y
yo me pregunto, viendo las cosas en positivo, ¿el código ético ayuda a reforzar
nuestra identidad?
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Página
IIOndas de concentración
Dña. Esperanza.—En cierto modo sí, claro. Refuerza un estilo de hacer las cosas,
un talante determinado, una manera de tratar a las personas. Refuerza una iden-
tidad que no se queda instalada en el mundo de las ideas sino que baja y se arti-
cula con otros en defensa de valores compartidos: justicia, derechos humanos,
defensa del débil. Refuerza una identidad que se abre a otras organizaciones que
trabajan en el horizonte del cambio social, una identidad amable y hospitalaria
con quien no piensa como nosotros y no por ello le negamos el pan y la sal. Re-
fuerza una identidad que no se cree superiora de nadie, ni ombligo del mundo;
una identidad que mira al evangelio y a los pobres más que a sí misma.
D. Obtuso.—Pero ojo, si como dices, nuestra identidad “baja y se articula con
otros” estamos degradando nuestra propia identidad al compartirla con esos
otros, ¡vamos digo yo!
Dña. Esperanza.—Por partes: la identidad no se dice de una sola manera y para
siempre. Tú eres una persona que perteneces a Cáritas, pero que también eres
esposo, y padre, y de profesión administrativo, y formas parte de una asocia-
ción cultural del barrio, y colaboras con Amnistía Internacional, y estás en la
parroquia, y en el AMPA del colegio de los críos. Es decir, que tu identidad se
dice de muchas maneras. Como escribe el novelista líbano-francés A. Maalouf:
“cada una de mis pertenencias me vincula con muchas personas; y, sin embar-
go, cuanto más numerosas son las pertenencias que tengo en cuenta, tanto
más específica se revela mi identidad”.
También nuestra identidad como Cáritas, si no quiere vivirse como torre de
marfil, está llamada a compartirse en parte con otros espacios y pertenencias
afines. Y esto por la sencilla razón de que somos más hijos de nuestro tiempo
que de nuestros padres. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que cada uno
de nosotros somos hijos de dos tipos de herencias identitarias: una vertical,
que nos viene de nuestra tradición particular: nuestros padres, nuestra cultura
particular, nuestra tradición religiosa; y la otra horizontal, producto de nuestra
época, de nuestros contemporáneos, del tiempo y el lugar en el que vivimos,
por lo demás un tiempo y un lugar globalizados. Es decir, que por un lado so-
mos lo que hemos recibido de nuestros ancestros y al tiempo somos lo que
producimos con nuestros coetáneos y en relación con eso que hemos recibi-
do. Esto no nos difumina en un “todo vale” pero sí que desdramatiza el peso
de nuestras diferencias.
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Llegados a este punto he de decirte lo siguiente: el código ético no conlleva
unas rebajas en nuestra identidad, sino que, al contrario, aceptar este código
ético, que está en consonancia con el núcleo de nuestra identidad de Cáritas,
supone sumergirse en un espacio de identificación común en unos valores,
unos criterios y unas pautas de actuación que nos identifican de algún modo.
Quizá una imagen nos puede servir en este lío de palabras. El código ético se ase-
meja a la trayectoria de la flecha impulsada por el arquero y que se dirige a la diana.
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En este movimiento existen tres momentos diferenciados:
El desde: hace referencia al núcleo de valores básicos, de experiencias de sen-
tido que vertebran la vida de una persona o de una institución. Es el momen-
to vocacional por excelencia: el “ser llamados por” y “ser llamados a”; y cada
persona de cada organización de solidaridad tiene un punto de partida parti-
cular, genuino y que casi diríamos pertenece al entramado de las experiencias
vitales. Y cada institución tiene un momento referencial y fundacional absolu-
tamente respetable y único.
El punto de mira, la diana, que en nuestro caso es el Reino de Dios, de justicia,
de paz, de fraternidad. Este punto de mira, en otras organizaciones se denomi-
na sociedad sin clases, planeta habitable, barrio integrado, el derecho de vivir
en paz, etc.
El trayecto: es el recorrido en el que realizamos las prácticas compartidas en
el andar del día a día en la prevención de la droga en el barrio, en la consoli-
dación de campañas contra empresas que utilizan a la infancia como mano de
obra barata, en la apuesta mancomunada por una política de cooperación que
DESDE
• Núcleo: Valores básicos
• Identidad: Lo que somos
• Vocación: “Ser llamados a”;
“Se llamados por”
HACIA
• Trayecto
• Prácticas compartidas
• Espacio del “Junto”
• Código ético
PUNTO DE MIRA
• Reinado de Dios
• Sociedad justa
• Planeta habitable
• Barrio integrado
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Página
IIOndas de concentración
haga justicia al Sur, en el codo con codo por lograr políticas de inclusión so-
cial. El trayecto es el ámbito del “juntos”, en el que nos guiamos a través de un
único interlocutor en cuanto a pautas y criterios éticos: nuestro código ético;
para el trayecto que hacemos junto con otras organizaciones es el mejor ins-
trumento y apoyo que podemos tener.
Es decir, que el hecho de que el “desde” y el “punto de mira” los denominemos
cada cual con nombres diferentes, lo que sí es cierto es que en el camino, en
el trayecto nos juntamos y trabajamos a la par unos y otros, y lo que ahora tra-
tamos de hacer con el código ético es que en ese camino trabajemos con los
mismos criterios éticos, aquellos que dan credibilidad a nuestras actuaciones.
Insisto, hablamos de criterios éticos, no de criterios técnicos, en cuanto a mo-
delos de intervención, cómo hacer los proyectos, etc.
D. Obtuso.—Sí, lo del trayecto está bien, pero por ahí también uno puede
entender que la ética nos va a sustituir a la religión, y eso sí que yo no lo
veo…
Dña. Esperanza.—Ni yo tampoco, te lo aseguro. Entre código ético e identi-
dad de Cáritas existe un espacio de complementariedad, pero no son la mis-
ma cosa. En ningún caso un planteamiento ético puede pretender sustituir a la
religión. En el código ético se habla de lo que es moralmente exigible en el te-
rreno de los comportamientos de las organizaciones en nuestro funciona-
miento cotidiano. Y a ello llegamos a través el diálogo y del consenso; la reli-
gión, en tanto que experiencia de fe, se trata de una dimensión de la vida que
nos conduce al terreno de las preguntas últimas por el sentido de la vida y del
cómo vivir en plenitud. A la respuesta religiosa no se llega por consenso, te lo
aseguro.
D. Obtuso.—Menos mal, oye. Y ya que vamos clarificando las cosas, di-
me una cosa: ¿cuáles son los valores principales que aparecen en el código
ético?
Dña. Esperanza.—Pues a lo largo del código ético (que tampoco es tan largo),
aparecen como es lógico un buen número de valores éticos, es decir, de reali-
dades valiosas que aportan mayores dosis de justicia en este mundo. De entre
todos, parece que hay tres valores que son básicos y que constituyen el núcleo
motor de todo el código.
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En primer lugar tenemos el valor de la dignidad de la persona, aquello que
nunca podemos reducir a objeto, a número, a función. Eso que vemos claro en
el coco pero que luego se nos cuela por todos lados cuando en el trato con
los demás marginamos, ninguneamos, pre-juzgamos.
En segundo lugar aparece el valor de la justicia social, como defensa de los
más débiles. Si históricamente, lo de la justicia se ha debatido en qué es eso
de “dar a cada uno lo suyo”. En este caso, lo suyo tiene que ver con criterios de
necesidad: dar a cada uno lo que necesita, y de defensa de los derechos so-
ciales y económicos de cada cual.
En tercer lugar hablamos del valor de la responsabilidad como criterio de ser-
vicio y de actuación anticipadora. Porque lo del voluntariado tiene que ver con
un servicio bien hecho pero además, el voluntariado debe ejercer una labor de
observatorio permanente de la realidad social para adelantarse en labores de
prevención y acudir no a apagar fuegos, sino a evitar que la chispa se propa-
gue.
D. Obtuso.—Ya, vale. Pero, entonces, donde el código dice dignidad de la per-
sona, justicia social y responsabilidad, nosotros desde Cáritas, ¿qué decimos?
Dña. Esperanza.—Pues básicamente lo mismo. O ¿acaso se trata de valores
que nos resulten distantes, o molestos o estrafalarios? De hecho, si buceamos
un poco en el documento “Reflexión sobre la identidad de Cáritas”, nos topa-
mos de bruces con lugares de encuentro entre los valores del código ético y
lo que formulamos acerca de nuestra propia identidad. Mira:
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Página
IIOndas de concentración
VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS
CÓDIGO ÉTICO
“El misterio de la encarnación se prolonga en el mi
nisterio de la caridad, cuando la comunidad cristiana
DIGNIDAD y cada uno de sus miembros reconocen la dignidad
de los pobres, comparten sus problemas y apoyan sus
legítimas reivindicaciones” (p. 57)
COMENTARIO
La dignidad de la persona es un valor universal; desde Cáritas, esa dignidad tiene que
ver con nuestra creencia de que todos somos hijos de Dios, y por ello la mesa de la
fraternidad no estará preparada mientras un solo ser humano viva indignamente. La
persona comprendida como fin y nunca como medio es un valor cultural absoluta-
mente asumido desde la identidad de Cáritas.
VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS
CÓDIGO ÉTICO
“El amor preferencial de la Iglesia por los pobres pide
su liberación y exige asimismo el compromiso por la
justicia. El amor hacia los pobres que no se queda en
palabrería reclama justicia. ‘Quien no practica la jus
JUSTICIA SOCIAL ticia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de
Dios’ (I Jn., 3,10) El compromiso a favor del reconoci-
miento efectivo de todos los derechos y de los dere-
chos de todos es el camino hacia una sociedad soli-
daria y justa”(p. 33)
COMENTARIO
“¡Misericordia quiero, y no sacrificios!”, grita el profeta al pueblo que ha olvidado sus
deberes de justicia para con el huérfano, el extranjero y la viuda. La justicia social no
sólo no está lejos del ideal de justicia bíblica sino que constituye su más directa ade-
cuación.
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Acuérdate del poema de Casaldáliga: “donde tú dices paz, justicia y amor,
yo digo Dios”. Este verso quizá exprese mucho mejor que yo todo esto que
estamos hablando. Los valores del código ético dan vida y sabor a la acción
de Cáritas. No sólo no están lejos de la identidad de la institución, sino que
esos valores la potencian, renuevan y clarifican. Dignidad de la persona, jus-
ticia social y responsabilidad son valores que nos “saben” a Dios, que rezu-
man proyecto del Reino, que transparentan vida evangélica. ¿Qué más quie-
res? ¿Acaso colocarles el apellido “cristiano” o “católico” a cada uno de los
valores? No nos olvidemos que el código es una oferta dirigida a todos los
grupos de voluntariado, no sólo a los de la Iglesia católica. Y te recuerdo
que ni vivimos en una cultura cristiana ni es sano que tratemos de imponer
nuestros valores al cien por cien, sino que los compartamos en el trayecto
que hacemos juntos, aunque cada cual arraigue ese valor en fundamentos
diferentes.
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VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS
CÓDIGO ÉTICO
“A los pobres no se les puede vivir de memoria. El lu-
gar privilegiado de Cáritas es el trabajo de base, en-
carnado y sencillo, acompañante y esperanzador, cer-
cano y estimulante” (p. 61)
“Cáritas tiene una gran tarea por delante: dar sentido
a la fraternidad universal, comenzando por los últi-
mos de la tierra. El fenómeno de la “aldea global” ha
de ser leído desde Cáritas como la exigencia de una
acción sociocaritativa más universal y católica”
(pp. 39-40)
COMENTARIO
“¿Dónde está tu hermano?”. Es la pregunta por excelencia sobre nuestro quehacer. La res-
ponsabilidad tiene la doble vertiente de la cercanía y la proximidad en la acción inme-
diata y cotidiana y también se asoma por el periscopio del futuro que nos aguarda en
esta aldea global, donde los problemas y las posibles soluciones se han globalizado. An-
ticiparnos a esas soluciones locales y globales es una de las exigencias de Cáritas.
RESPONSABILIDAD
COMO SERVICIO
Y ANTICIPACIÓN
33
Página
IIOndas de concentración
El caso es que a nosotros, los valores del código ético no nos rechinan ni cau-
san malestar. Antes, al contrario, alientan y promueven, en su realización, la
Buena Noticia de que a los pobres se les hace justicia, de que todos son trata-
dos como hijos de Dios, de que todo prójimo es mi hermano.
D. Obtuso.—¡Vaya explicación! Ya lo voy viendo más claro. Y mira por dónde,
voy simpatizando con el código ese, que es que así, de entrada, parecía como
un ovni que venía de fuera y ¡hala! A tragar. Ya veo que no, que la cosa tiene su
aquel y que tiene más miga de lo que parece. Por cierto, he leído en el código
que hay una comisión de seguimiento para que se cumpla el código. O sea,
¿que alguien de por ahí nos va a decir a nosotros si hacemos bien o mal las co-
sas?
Dña. Esperanza.—¿Y por qué no? Pero bueno, antes que nada desdramatice-
mos un poco; que decir comisión de seguimiento e imaginar una serie de per-
sonas con casco y porra es todo uno. Veamos las funciones que el código pro-
pone para esta comisión de seguimiento.
• Velar por el cumplimiento entre las organizaciones de voluntariado suscrip-
toras.
• Interpretar el código y asesorar a las organizaciones en su aplicación
• Recoger las denuncias o quejas que vulneren lo establecido en el código.
• Elaborar recomendaciones y propuestas de trabajo que se elevarán a los ór-
ganos directivos de la PPVE.
• Estimular, facilitar y promover grupos de seguimiento, actualización, estu-
dio y aplicación del código en todos los niveles de las organizaciones.
Como ves, no se trata tanto de funciones de castigo sino de vigilancia, de con-
trol y de asesoramiento a las entidades y a los órganos representativos de la
Plataforma. En caso de conflicto, la comisión emitirá un informe, una visión de
la jugada, pero no decide absolutamente nada. Es la Asamblea y la Comisión
Permanente de la Plataforma la que tiene potestad para, en su caso, sancionar.
Respecto al hecho de que exista esta comisión deberíamos quitarnos de enci-
ma miedos y sospechas. Ninguna organización, tampoco Cáritas, está libre de
meter la pata en alguna de sus actuaciones y vulnerar lo establecido en el có-
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digo ético. De eso a veces nos damos cuenta dentro de la propia entidad, y a
veces se tiene que llamar la atención desde el exterior; éste es uno de los co-
metidos de la famosa comisión de seguimiento: el de sacar de vez en cuando
una tarjeta amarilla a quienes se pasen de la raya, una raya que en cada caso ha-
brá que pulir, redefinir y concretar, porque esto de la ética aplicada no es como
dos y dos, que son cuatro. Y, en cualquier caso, estas reglas habrá que acep-
tarlas deportivamente porque aquí jugamos todos a lo mismo y con unas pau-
tas que nos hemos dado; por tanto, deberemos respetarlas.
Como nos recuerda Pedro Casaldáliga,
No se puede servir a dos señores:
al Pueblo y al Poder,
al Reino y al Sistema,
al Dios de Jesucristo y al Diablo del dinero
En este caso, somos nosotros, los que formamos la Iglesia los que debemos ve-
lar por no traicionar nuestra propia identidad evangélica y asegurarnos de que
procedemos en todo momento desde la ética de los valores del Reino. Por
eso, es importante siempre ejercer una sana autocrítica sobre nuestras propias
actuaciones. Y en esa misma medida, desde el momento en que participamos
en la plaza pública de la construcción de una sociedad más libre, más justa y
más hospitalaria compartiendo espacios democráticos y sociales, estamos su-
jetos a la mirada reparadora del otro, de quien nos ve desde fuera, en este caso
la comisión de seguimiento del código ético que, básicamente, nos va a ayu-
dar para que no nos olvidemos de nuestros propios valores.
D. Obtuso.—Y, en concreto, ¿cómo va a hacer la comisión de seguimiento para
hacer frente a un conflicto que se dé en una organización?
Dña. Esperanza.—Te refieres al procedimiento concreto de resolución de
conflictos que la comisión de seguimiento debe seguir en cada caso. Pues
bien, para ello te remito al librito “Etica en común”, que gratuitamente dis-
tribuye la Plataforma estatal del voluntariado; allí se propone un método
de resolución de conflictos que contiene una serie de pasos, y además ello
se aplica en ocho supuestos recogidos de la misma práctica de nuestras or-
ganizaciones.
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35
Página
IIpara la reflexión
1 Buceemos en las fuentes
Más que palabras, la construcción del Reino de Dios es cuestión de hechos.
“Dos discípulos de Juan el Bautista le preguntaron: ‘¿Eres tú el que ha de
venir o tenemos que esperar a otro?’ En aquel momento Jesús curó a
muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vis-
ta a muchos ciegos. Y les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que habéis vis-
to y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios,
los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena
Noticia; ¡y dichoso el que no halle escándalo en mí’!” (Lc 7, 20-23)
Este relato presenta una serie de signos por los que se verifica la llegada del
Reino prometido, en la persona de Jesús.
• ¿Trabajar en el mismo territorio y en el campo de la exclusión social con
otras organizaciones y asociaciones de solidaridad constituye un signo del
Reino? ¿Tenéis experiencia de ello?
• Cuando trabajamos con otras ONG, lo más importante es:
a) Que nuestro logotipo se vea bien en los carteles informativos
b) Preservar nuestra identidad
c) Fraguar una respuesta solidaria a los problemas sociales
d) Valorar lo que juntos podemos hacer
Ordenar las respuestas de mayor a menor importancia. Dialogad sobre ello.
2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia
➠ “Cuanto más se unifica el mundo, tanto más los deberes del hombre
rebasan los límites de los grupos particulares y se extienden poco a poco
al universo entero. Ello es imposible si los individuos y los grupos socia-
les no cultivan en sí mismos y difunden en la sociedad las virtudes so-
ciales y morales” (GS, 30)
• Este texto de 1965 nos habla del deseo de que se camine en la socie-
dad hacia una ética que supere los particularismos de grupo. En 1987
Juan Pablo II se hace eco de esta necesidad y la constata desde el
punto de vista de avance positivo en nuestro tiempo.
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Entre los aspectos positivos del momento presente se destaca “la ple-
na conciencia, en muchísimos hombres y mujeres, de su propia dignidad
y de la de cada ser humano. Esta conciencia se expresa, por ejemplo, en
una viva preocupación por el respeto de los derechos humanos y en el
más decidid rechazo de sus violaciones (…) Al mismo tiempo, en este
mundo dividido y turbado por toda clase de conflictos, aumenta la con-
vicción de una radical interdependencia y, por consiguiente, de una soli-
daridad necesaria que la asuma y traduzca en el plano moral. Hoy qui-
zá más que antes, los hombres se dan cuenta de tener un destino común
que construir juntos si se quiere evitar la catástrofe para todos (…) A par-
tir de toda esta situación descrita, “emerge la idea de que el bien, al cual
estamos llamados todos, y la felicidad a la que aspiramos no se obtie-
nen sin el esfuerzo y el empeño de todos sin excepción, con la consi-
guiente renuncia al propio egoísmo” (SRS, 26)
• Extraigamos del texto de Juan Pablo II l aspectos que tienen que ver
con una ética de mínimos compartida con otros, y aspectos que se
vinculan más bien a una ética de máximos, de invitación a desarrollar
un modelo de vida personal plena.
• Del mismo texto se pueden entresacar frases y pistas que se vinculen
con los valores nucleares del código ético: dignidad de la persona, jus-
ticia social, responsabilidad. Busquémoslas y dialoguemos sobre ello.
3 Acerquémonos a la Carta del Voluntariado de Cáritas
Proponemos revisar los 8 puntos de la carta del voluntariado de Cáritas en los que
se describe las características y valores que debe acuñar nuestro voluntariado.
1. Es una persona sensibilizada hacia lo social, que vive la caridad
como algo inseparable de la justicia y la lucha la defensa de los
derechos humanos.
2. Se compromete de forma desinteresada y gratuita a poner sus
capacidades y su tiempo libre al servicio de las necesidades de
la comunidad.
3. Sabe acoger a las personas con respeto a su libertad individual
y despierta en ellas la capacidad de ayudarse a sí misma.
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37
Página
IIpara la reflexión
4. Es capaz de establecer una buena relación personal y trabajar
en equipo.
5. Asume tareas adecuadas a sus aptitudes, posibilidades y a su
preparación.
6. Está dispuesto a actualizar su formación y a modificar sus mo-
delos de acción, cuando las circunstancias lo requieran, en fun-
ción de una mayor eficacia en la tarea.
7. Conoce la identidad de su acción voluntaria y no contribuye a la
inhibición y falta de responsabilidad de otros agentes sociales.
8. Su acción es educativa y promotora del cambio social descu-
briendo, afrontando y denunciando disfunciones sociales.
Hay que matizar que el código ético no va dirigido a los voluntarios tomados en
su acción voluntaria concreta, sino que va más dirigido al quehacer de las organi-
zaciones. A pesar de ello podemos trabajar la carta del voluntariado de Cáritas,
más dirigida a cada persona voluntaria en relación con el propio código.
Proponemos hacer un ejercicio de reflexión y de aplicación de los tres valores
señalados como básicos en el código ético (dignidad de la persona, justicia so-
cial y responsabilidad) con la carta del voluntariado de Cáritas. Seguro que en
los 8 puntos señalados de la carta veis aplicaciones, relaciones y puentes que
trazar entre ambos documentos. Ponedlo por escrito: Para ello os ofrecemos
este sencillo cuadro.
Ondas de concentración
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38
Página
CÓDIGO ÉTICO CARTA DEL VOLUNTARIO DE CÁRITAS
RESPONSABILIDAD
COMO SERVICIO
Y ANTICIPACIÓN
JUSTICIA SOCIAL
DIGNIDAD
39
Página
IIpara la reflexión
4 Leamos atentamente el siguiente comic de Romeu:
Ondas de concentración
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¿e s ta
mos en
on
d a?
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40
Página
a) Analicemos la figura del jefe. Mantiene dos conversaciones al mismo tiempo.
Una persona puede leer en voz alta y de manera continuada los textos situa-
dos a la izquierda de cada viñeta. A continuación, otra persona lee uno tras otro
los textos situados a la derecha de cada viñeta. ¿Qué sensación nos produce?
b) ¿Se trata de dos discursos diferentes o del mismo pero formulado de dis-
tinto modo?
c) ¿Nos parecería bien que este jefe desgravara a Hacienda con donativos a
Cáritas?
d) Si tuviéramos que pedir algún tipo de ayuda a la empresa privada, ¿acudi-
ríamos al despacho de este señor, sabiendo como se las gasta?
e) Analicemos el comportamiento del jefe a la luz del código ético, espe-
cialmente de su apartado III.5 (Relaciones con los organismos privados).
41
Página
IIIOndas de expansión
NuncatecansesdehablardelReino,
nuncatecansesdehacerelReino,
nuncatecansesdediscernirelReino,
nuncatecansesdeacogerelReino,
nuncatecansesdeesperarelReino
D. Obtuso.—¿Los voluntarios de Cáritas deberíamos conocer y trabajar el có-
digo ético?
Dña. Esperanza.—Pues sí estaría bien, sí. Pero no como un material que hay
que tragar sin digerir; aquí lo importante es la digestión, a ser posible, com-
partida. Pero tampoco es un código dirigido especialmente al quehacer de
cada persona voluntaria sino a la actividad de toda la organización, en nuestro
caso de la cáritas diocesana, o interparroquial o parroquial o estatal. Por eso,
importa que este código trascienda de lo que normalmente denominamos
programa de voluntariado o similar, de cada cáritas diocesana. Es un docu-
mento que nos afecta a todos, a la institución en su conjunto: a voluntarios, a
contratados y a directivos.
Por eso, todos los esfuerzos que hagamos en conocerlo y en hacerlo nuestro
pues nos vendrá muy bien. Se trata de incorporar un referente más en nuestro
camino. No “el” referente, sino un pequeño faro que nos ilumine en las actua-
ciones concretas de la organización.
D. Obtuso.—Entonces, ¿cuáles son los usos que podríamos hacer de este códi-
go ético?
Dña. Esperanza.—Se me ocurre un primer uso de carácter casi obligatorio:
que cada cual lo lea con atención y con un lápiz a mano para subrayar ano-
tar y lo que crea conveniente. Además de eso, pues así de pronto, podemos
hablar de:
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¿e s ta
mos en
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42
Página
• Realizar jornadas de formación sobre el código ético, en el ámbito de la cá-
ritas diocesana.
• Realizar encuentros formativos sobre el asunto en el ámbito regional: talle-
res, reuniónes de comisiones específicas, etc.
• Poner el código encima de la mesa en nuestras redes y plataformas que for-
mamos con otros grupos y organizaciones. Se trata de sumar voluntades y
de suscitar la reflexión conjunta.
• Incorporar poquito a poco en nuestras actuaciones la reflexión ética co-
rrespondiente.
D. Obtuso.—Pues poco más me queda por preguntar, y eso sí, creo que necesi-
to leer otra vez el código ético…
Dña. Esperanza.—Pero, ¿con gafas o sin gafas?
D. Obtuso.—A eso voy; creo que la vez anterior lo leí con gafas “antiniebla”, y
ahora tendré que ir con menos prejuicios.
Dña. Esperanza.—Pues claro, ¡hombre! Mira, si quieres, lo leemos y lo comen-
tamos juntos, ¿de acuerdo?
D. Obtuso.—¡Hecho!
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43
Página
IIIpara la reflexión
1 Buceemos en las fuentes
En el Evangelio, Jesús da cuenta de cómo ha de ser la actitud de sus discípu-
los en el mundo.
“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la
salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisotea-
da por los hombres” (Mt 5, 13)
• Ser sal en un mundo injusto significa distinguirse y al tiempo mezclarse.
¿Cómo complementamos en Cáritas aquello que nos distingue como insti-
tución con la necesaria encarnación y trabajo en común con otros que tam-
bién trabajan por la justicia?
2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia
Juan Pablo II nos ofrece una de las mejores y más acertadas definiciones de la
solidaridad. Veamos.
La solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas
personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y
perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de to-
dos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de
todos. (SRS., 41)
a) En vuestra opinión, ¿esta definición encajaría con los planteamientos del
código ético?
b) Busquemos ejemplos del modelo de solidaridad que propone el código éti-
co. Ahí van dos:
• Entre los fines de las organizaciones de voluntariado: “Fomentar una cultu-
ra de la solidaridad que incida en la creación de una verdadera conciencia
social solidaria entre la ciudadanía” (p. 5).
• Entre los criterios que se apuntan en el marco de las relaciones con las em-
presas: “Negarse a contribuir en el ejercicio de una solidaridad que se reali-
za en función de estrategias e intereses puramente comerciales, y no de la
realidad de los más desfavorecidos” (p. 11).
Ondas de expansión
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¿e s ta
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Página
c) ¿Qué semejanzas y paralelismos encontramos entre el modelo de solidari-
dad de Juan Pablo II y el del código ético?
3 Analicemos el siguiente cómic de Máximo
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Se trata de toda una visión del mundo desde la óptica de la globalización eco-
nómica. Haciendo un esquema simple de la cuestión se podría hablar en estos
términos:
Veamos:
a) ¿Con qué otras palabras describiríamos la diferencia entre Globalización S.L.
con Globalizados S.O.S.?
GGLLOOBBAALLIIZZAACCIIÓÓNN,, SS..LL..
Norte rico y excluyente
Minoría
Atrincherados en su edificio
No se les ve
GGLLOOBBAALLIIZZAADDOOSS,, SS..OO..SS..
Sur pobre y excluido
Mayoría
A campo abierto
Se les ve
UNOS FRENTE A OTROS
45
Página
IIIpara la reflexión
b) ¿En qué lugar están las ONG? Podemos ir afinando:
• en el edificio de la globalización S.L.
• en el campo de los globalizados S.O.S.
• en la línea que separa a ambos
• en alguna parte concreta del edificio: en el holl, en la puerta de atrás,
en el sótano, …
• en alguna parte concreta del campo abierto: sosteniendo la pancarta,
tumbados, en una esquina, …
c) ¿En qué lugar está Cáritas?
d) ¿En qué lugar está el código ético?, ¿a quiénes defiende?
Ondas de expansión
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47
Página
eEpílogo
“La Iglesia tiene una palabra que decir , tanto hoy como hace veinte años,
así como en el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finali-
dades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él
(…) A este fin, la Iglesia utiliza como instrumento su doctrina social” (…) La
doctrina social no es una ideología, sino la cuidadosa formulación del re-
sultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida
del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe
y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realida-
des. Por tanto no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teolo-
gía, y especialmente de la teología moral (SRS, 41)
Como Iglesia no podemos permanecer callados en nuestro mundo y especial-
mente cuando el sufrimiento y la injusticia campan a sus anchas por doquier.
Pero en una sociedad secularizada y plural no podemos caminar solos. Son mu-
chos los que trabajan, desde claves distintas y complementarias, por cosas tan
significativamente evangélicas como el fin del hambre, el abaratamiento de los
costes de medicamentos, el final del tráfico de armas, la cancelación de la
deuda externa, el comercio justo, el consumo responsable, el desarrollo sos-
tenible, el control del caballo desbocado del neoliberalismo imperante, … tan-
tas realidades y posibilidades de trabajo conjunto que desborda el marco de
las propuestas eclesiales y que desde las instituciones sociocaritaivas de la
Iglesia vamos compartiendo con otros haciendo el mismo camino codo a
codo, porque en estas cosas somos una inmensa minoría.
Al tiempo, cuando queremos proyectar criterios de actuación que se sosten-
gan éticamente, no podemos acudir a la mesa del diálogo “armados” con nues-
tros textos de Doctrina Social de la Iglesia o con nuestro documento sobre la
identidad de Cáritas. Ambos nos orientan en las líneas generales y en el senti-
do profundo de nuestro quehacer; pero para entendernos con quienes traba-
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¿e s ta
mos en
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48
Página
jan con los sin hogar, con los toxicómanos o con los inmigrantes, para dialogar
en la misma mesa con otras organizaciones que no son la nuestra, tenemos que
hablar un idioma común, que no es ni mejor ni peor que otros, pero es el que
nos permite entendernos y llegar a acuerdos sin que ninguno tengamos que re-
nunciar a nuestra identidad particular ni a nuestras creencias. Ese idioma co-
mún lo denominamos ética cívica, y se juega en la apuesta por la dignidad de
la persona, la responsabilidad como anticipación y la justicia social como de-
fensa de los últimos.
Por eso, esperamos que este cuaderno ayude a entender no sólo las claves del
código ético de organizaciones de voluntariado, sino cuestiones que tienen
que ver con nuestra presencia institucional en la sociedad y sobre todo, la ne-
cesidad que tenemos de buscar con otros lo mejor para los pobres. Nosotros
no somos los dueños de la solidaridad ni tenemos el patrimonio de la lucha
por la justicia.
Que este cuaderno sea un refuerzo y un estímulo para que, en las cuestiones
que tienen que ver con la vida digna de los más pobres,
pensemos con los que piensan
reivindiquemos con los que reivindican
denunciemos con los que denuncian
propongamos con los que proponen
inventemos con los que inventan
soñemos con los que sueñan,
sean de un color o de otro, de un grupo o de otro, de una región o de otra, de
un país o de otro, de un continente o de otro.
Los que no dan la vida por supuesta, lo agradecerán, nos lo agradecerán.
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49
Página
eEpílogo
Es tarde
pero es nuestra hora.
Es tarde
pero es todo el tiempo
que tenemos a mano
para hacer el futuro.
Es tarde
pero somos nosotros
esta hora tardía.
Es tarde
pero es madrugada
si insistimos un poco.
(P. Casaldáliga)
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51
Página
bBibliografía
1 Textos básicos
Cáritas Española, Reflexión sobre la identidad de Cáritas, 1998.
Plataforma para la Promoción del voluntariado en España, Código ético de or-
ganizaciones de voluntariado, 2000.
2 Libros de apoyo
Once grandes mensajes, BAC, Madrid, 1993.
Cáritas Española, CORINTIOS XIII, 93 (2000), Comentarios al documento “Re-
flexión sobre la identidad de Cáritas”.
ARANGUREN GONZALO, L.A., Etica en común, PPVE, Madrid, 2002.
ARANGUREN GONZALO, L.A. y VILLALÓN, J.J., Identidades en movimiento, Co-
lección “Pensamiento en Acción” nº 5, Cáritas Española, Madrid, 2002.
CORTINA, A., Ética civil y Religión, PPC, Madrid, 1995
3 Poemas de Pedro Casaldáliga
Fuego y ceniza al viento, Sal Terrae, Santander, 1984.
El tiempo y la espera, Sal Terrae, Santander, 1986.
Todavía estas palabras, Verbo Divino, Estella, 1989.
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¿Estamos en onda el código de organizaciones de voluntariado en el marco de la identidad de cáritas

  • 1. ¿es t amos e n onda ? Cáritas El código ético de organizaciones de voluntariado en el marco de la identidad de Cáritas Luis A. Aranguren Gonzalo Cáritas Española
  • 2. 3 Página iÍndice ...................................................................................... Página Prólogo ......................................................................................................................................................................... 7 Presentación ........................................................................................................................................ 9 Introducción ............................................................................................................................................. 11 I Ondas de aproximación ......................................................... 13 • Para la reflexión ............................................................................................................ 21 II Ondas de concentración .................................................. 25 • Para la reflexión ............................................................................................................ 35 III Ondas de expansión ...................................................................... 41 • Para la reflexión ............................................................................................................ 43 Epílogo ............................................................................................................................................................................ 47 Bibliografía .................................................................................................................................................. 51 ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> GLOSARIO DE ABREVIATURAS ES ............................................................................................................................................................................................. Eclessiam Suam GS ....................................................................................................................................................................................... Gaudium et Spes SRS ..................................................................................................................................... Sollicitudo rei socialis
  • 3. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> 5 Página “Cáritas debe impulsar y colaborar, de acuerdo con su propia identidad, en cuantas iniciativas se promuevan en la Iglesia y en la sociedad al servicio de los pobres” (Reflexión sobre la identidad de Cáritas, p. 53) Donde tú dices paz, justicia y amor ¡Yo digo Dios! Donde tú dices Dios ¡yo digo libertad, justicia y amor! (P. Casaldáliga)
  • 4. 7 Página Pprólogo CCaracterística de nuestro tiempo es el florecimiento imparable de un Volun- tariado de distintas raíces, debido principalmente a dos circunstancias : • La toma de conciencia creciente por parte de la sociedad de que los Pode- res Públicos actuales carecen de los instrumentos necesarios y, a veces, has- ta de la voluntad política para resolver totalmente los problemas sociales. • La convicción generalizada del derecho y de la responsabilidad moral de la sociedad civil, de los particulares, de coadyuvar a la solución de esos pro- blemas, mediante la solidaridad Hoy el mundo se mueve por criterios economicistas. Ante la enorme fuerza de los poderosos sin más dios que el dinero, los voluntarios representamos una parcela de libertad basada en el altruísmo, que no podemos descuidar, enaje- nar ni hipotecar Porque representamos el último baluarte de una sociedad que no se base en el egoísmo sino en la solidaridad, que está dispuesto a seguir trabajando con ahinco para que el mundo se aproxime a los valores de justicia, paz, amor y li- bertad. Por encima de cualquier definición, ser Voluntario es una manera de ser, un es- tilo de vida que se caracteriza por la rebeldía ante las situaciones de injusticia, desigualdad, miseria y opresión tan extendidas en nuestro tiempo; una rebel- día que lleva al voluntario social a comprometerse de manera desinteresada y altruista en acciones, moralmente lícitas, susceptibles de conducir a una hon- da transformación de la sociedad, basada en la justicia , el respeto a los dere- chos humanos, la dignidad, la libertad y la fundamental igualdad de todos los hombres y mujeres del mundo. La lucha por esa transformación no puede hacerse sin un acervo de normas de conductas que sitúen la actuación del voluntario y de las organizaciones en que milita en el marco de una actuación plenamente ética. De aquí el loable empeño de la mayoría de las organizaciones de voluntariado en dotarse de un Código ético de conducta. Participando plenamente de las aspiraciones comunes a todo el Voluntariado, los voluntarios cristianos tienen una característica especial, que no significa di- ferencia alguna en cuanto a los objetivos de la acción sino que radica en las ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 5. ¿e s ta mos en on d a? 8 Página motivaciones. El motor que impulsa la acción del voluntario cristiano no es simplemente la filantropía, la ética o la creencia en la solidaridad universal. Asumiendo todos esos valores y trascendiéndolos, la raíz de su compromiso es el mensaje evangélico, que significa para nosotros la identificación de Cristo, el Hijo de Dios, con todos nuestros hermanos y, de manera especial, con los que sufren por carencia de bienes materiales, marginación, opresión, persecu- ción, desigualdades intolerables... ; en una palabra, con los pobres, los predi- lectos de Jesús. De aquí que el voluntario cristiano se distinga por poseer un talante especial: el de quien ve al propio Jesús en todos los Cristos vivos que desfilan ante nos- otros cada día cargados con su cruz. Cáritas Española presenta, como aportación al código ético del voluntariado, este trabajo, en el que uno de los máximos especialistas en la materia, Luis Aranguren, examina con rigor y claridad las exigencias éticas y morales del vo- luntariado en general y del voluntariado de raíz cristiana en particular. Estoy seguro de que esta obra será de enorme utilidad para cuantos se sienten lla- mados a trabajar en pos de ese ideal apasionante que Pablo VI y Juan Pablo II han apellidado bellamente «la civilización del amor». José Sánchez Faba Presidente de Cáritas Española ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 6. 9 Página Prpresentación En el mes de noviembre del año 2000 la Asamblea extraordinaria de la Plata- forma para la Promoción del Voluntariado en España aprobó el Código Ético de organizaciones de voluntariado, tras un año y medio de trabajo realizado a lo largo de un proceso participativo rico y extraordinariamente positivo para todos. En el mes de Junio del año 2001 el Consejo General de Cáritas Españo- la ratificó su firma y adhesión al Código Ético, acatando su cumplimiento. En ese Consejo General se vio conveniente que desde el Programa de Voluntaria- do de Cáritas Española se elaborara un documento educativo en el que se vie- ra la relación de mutuo enriquecimiento entre la identidad de Cáritas y el Có- digo Ético recién aprobado. Es así como nace este instrumento que no tiene más pretensión que la de fa- cilitar la comprensión del código ético a la luz de nuestra identidad. Enten- demos que para una correcta comprensión del código ético en su conjunto , este cuaderno debe acompañarse del libro editado desde la Plataforma del Voluntariado, Ética en común, que distribuye gratuitamente la propia Plata- forma. Ambos documentos pueden emplearse tanto para la formación per- sonal como para la realización de talleres o cursos donde se profundice no sólo en el código ético sino también, y lo que es más importante, en la ver- tiente ética de nuestras actuaciones, tanto en los niveles de la acción social directa en cualquiera de nuestros programas, servicios y procesos en marcha como en las decisiones de carácter institucional y que abordan situaciones de tipo estructural. El presente cuaderno está realizado de una manera un tanto socrática; es de- cir, utilizando la metodología de preguntas y respuestas, de manera que el tex- to no se haga pesado y al tiempo sea más fácilmente comprensible. Esta op- ción no es casual. Cuando he tenido la ocasión de presentar este código en distintos foros de nuestra Confederación han surgido muchas de las preguntas que aquí se plantean. Por eso, en el documento tratamos de ceñirnos a las cuestiones que preocupan en Cáritas en relación con este código ético y su vinculación con nuestra identidad. Se trata de un diálogo en forma de ondas que buscan aproximaciones y lugares de encuentro; de ahí que hablamos de ondas de aproximación (las que nos acercan al asunto), ondas de concentra- ción (que se introducen en el entramado básico del código ético y se pone en relación con el documento de “reflexión sobre la identidad de Cáritas”) y , por ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 7. ¿e s ta mos en on d a? 10 Página último, terminamos con las ondas de expansión que tratan de articular las po- sibilidades de utilización formativa del código ético en los distintos ámbitos de la confederación. Por otra parte, y es lo más importante, esta propuesta metodológica quiere ser un elogio al diálogo como procedimiento más adecuado para dirimir diferen- cias y aunar esfuerzos por el bien común. Y cuando el bien común se juega en los términos que afirma Petrella, de “que el otro exista”, bien merece la pena dejar de lado particularismos, y afrontemos entre todos los criterios éticos que han de guiar nuestra solidaridad con las personas y los pueblos excluidos de nuestro mundo. El cuaderno lo hemos estructurado en tres partes, siguiendo el ritmo de las ondas a las que hacíamos anteriormente referencia. Tras cada apartado en- contraréis elementos de reflexión a partir de textos de Doctrina Social de la Iglesia, comics y cuestionarios, que ayudarán sin duda a una mayor compren- sión de todo el conjunto. Por último señalamos que el texto se encuentra aderezado con poemas de Pedro Casaldáliga, testigo del Evangelio y modelo de presencia cristiana en la tierra de los empobrecidos. Esperemos que todo ello ayude a poner un pie delante del otro sobre el camino que vamos ha- ciendo juntos. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 8. 11 Página Inintroducción Una mesa con dos documentos: el código ético de organizaciones del volun- tariado y la “Reflexión sobre la identidad de Cáritas”. Alrededor de la mesa dos personas dispuestas para el diálogo. Se trata de Don Obtuso y Doña Esperan- za. No tienen un perfil delimitado. Son nombres que agrupan dos tendencias, dos maneras de pensar y de proceder tanto en nuestra sociedad como en el seno de Cáritas. Eso ni es malo ni es bueno, sencillamente es así y en la narra- ción tratamos de integrar las diferentes sensibilidades que sobre estas cues- tiones pueda haber. Don Obtuso representa, como indica el Diccionario, al que es “tardo en comprender”; nos referimos a esta, y solo a esta acepción de la palabra, y no a otras posibles. Es decir, nos referimos a aquella tipología de per- sonas que no son capaces de digerir tantas novedades en tan poco tiem- po. Y es lógico. A simple vista, el Código Ético puede sonar a una espe- cie de “cosa rara” que ahora se nos introduce en la institución. Don Ob- tuso prefiere aferrarse a lo conocido –entendido como la identidad que ya tenemos formulada- y, a la vez, se muestra escéptico ante lo desco- nocido, que se percibe en cierto modo como amenaza, invasión o ambas cosas a la vez. Por otra parte, D. Obtuso es el que pregunta, el que se in- terroga, el que mantiene viva la llama del dialogo que no excluye y que busca la verdad compartida; es el que potencia con sus inquietudes la búsqueda en común. Doña Esperanza, por su parte, representa la apuesta por lo “descono- cido controlado”; es decir, por la posibilidad de abrir vías nuevas de en- tendimiento con otros, al tiempo que revolvemos también nuestra casa por dentro. Doña Esperanza sería la portavoz de la apuesta por la trans- parencia y el seguimiento de unos mínimos compartidos en lo que se re- fiere a nuestras actuaciones en el campo social junto con otros grupos y asociaciones que en definitiva buscamos una sociedad más justa, y es la conciencia que nos grita que debemos barrer nuestra propia casa, an- tes de quejarnos de que los demás son ”así” o de otra manera. Comienza el diálogo. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 9. 13 Página IOndas de aproximación Somos, en última instancia, el Reino que nos es dado y que hacemos cada día y hacia el que, anhelantes, vamos. D. Obtuso.—No sé quien me dio un ejemplar del código ético; lo leí y, bueno, no me disgustó pero tampoco sé muy bien a cuento de qué viene esto ahora. Me gustaría saber unas cuantas cosas. Dña. Esperanza.—Pues no te cortes, que para eso estamos. D. Obtuso.—Por ejemplo, esto del código ético, ¿de dónde surge? Dña. Esperanza.—Bien, habría que hacer un poco de historia. Mira, desde los años 70 venimos constatando que en el campo de las prácticas profesionales se han ido instaurando progresivamente códigos deontológicos (el deber-ser de cada profesional), especialmente en el ámbito de la medicina, del periodis- mo, del trabajo social o de las investigaciones científico-tecnológicas; es el tiempo de las éticas aplicadas. No se trata de largar discursos filosóficos sobre el bien y el mal en términos abstractos, sino que se busca llegar a las situacio- nes concretas donde las personas y las instituciones tenemos conflictos éti- cos. En el “mundillo” de las Organizaciones no Gubernamentales este tema se fue planteando a mediados de la década de los 90. Durante ese tiempo, en pleno “boom” de la solidaridad empezamos a darnos cuenta de que no toda la soli- daridad que se nos anunciaba era fiable; tras el escaparate de ayuda a los de- más se ocultaban intereses financieros, intereses de imagen, intereses de pres- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 10. ¿e s ta mos en on d a? 14 Página tigio. Por ejemplo, en las imágenes y lemas publicitarios que ciertas ONG uti- lizaban en sus Campañas de sensibilización, se rayaba con el insulto a la ciuda- danía y con la manipulación más rastrera hacia los empobrecidos del Tercer y del Cuatro Mundo. En este contexto, la Coordinadora de ONG para el Des- arrollo elaboró un código de conducta, aprobado en 1997. Desde la Plataforma para la Promoción del Voluntariado en España (PPVE) com- probamos igualmente que podría ser positivo elaborar un marco ético común para todas las organizaciones, que nos ofreciera criterios de actuación en el ámbito relacional que formamos las organizaciones con los voluntarios, con las Administraciones Públicas, con las empresas, con las otras ONG y con la so- ciedad en general. Ni más más, ni más menos. D. Obtuso.—Bien, bien, pero, ¿qué aporta el Código Ético a Cáritas? Porque nosotros ya tenemos nuestra identidad, ¿no? Dña. Esperanza.—En efecto, los que formamos parte de Cáritas “somos “ de Cáritas, es decir, participamos de una identidad, de una forma de ser y de hacer en el campo de los excluidos. En ese sentido, lo que aporta el Có- digo Ético a Cáritas es bien poco; es más, en lo fundamental no aporta ape- nas nada. ¿Entonces?, me dirás, ¿para qué tanto revuelo? Pues avancemos un poco más. Que no aporte nada en lo fundamental no significa que no sea necesario, porque en el fondo es un recordatorio de lo que deben ser nuestras prácticas habituales con los voluntarios, en nuestros acuerdos con el Ayuntamiento o con la Administración autonómica de turno, en cómo desarrollar cabalmente una campaña de sensibilización o en nuestra bús- queda de financiación entre las empresas. Y ahí es donde podemos “hacer aguas” con la mejor buena voluntad pero con pésimos criterios éticos. Es en lo concreto de nuestras actuaciones como institución donde el código ético viene a orientarnos, porque la identidad de Cáritas no es un escudo que nos protege de imprudencias, de torpezas o de malas prácticas. En ese sentido, el código ético, lejos de ser algo que tenemos superado, es una in- terpelación a nuestras maneras de proceder como institución en el día a día de nuestro quehacer. Por otra parte, en los procesos de identificación con Cáritas, el Código Ético aporta un marco de credibilidad, puesto que esta credibilidad no nos viene re- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 11. 15 Página IOndas de aproximación galada sino que hemos de conquistarla y ganarla cada día. “Por sus obras los conoceréis”, ¿no? Pues eso: algunas de nuestras obras pasan por el cumpli- miento del código ético y de cómo afrontamos los conflictos éticos. Naturalmente que en Cáritas tenemos claras nuestras referencias morales. Po- seemos el rico bagaje de la Doctrina Social de la Iglesia donde se apuntan des- de la teología moral los grandes criterios de actuación de la Iglesia en la so- ciedad de hoy. Pero no dejan de ser criterios generales y referidos al campo de la teología; es decir, que no tocan el terreno concreto de nuestros conflictos éticos actuales y no pueden ser compartidos por otras instituciones no con- fesionales. Lo cual no quiere decir que tengamos que hacer “rebajas morales”, sino tan sólo que para actuar juntos, con otras organizaciones, deberemos acu- dir a unos criterios morales compartidos. No vaya a ser que nos pase como en el poema de Casaldáliga: Porque esa rosa es mía, la corto y me la llevo. Porque esa rosa es tuya, mustia te la devuelvo. Y entre lo mío y lo tuyo, sin rosas nos quedaremos. Ya está bien de pegarnos para ver quién se apunta el tanto: si tú o yo. Corre- mos el riesgo de quedarnos sin rosas, sin posibilidad de trabajar juntos por una Causa que a todos nos supera y de la que no somos dueños: que este mundo pase de la normalización del sufrimiento al gozo de los pobres. Y aquí viene otra de las notas importantes de este Código Ético: es un código que nos vincula a distintas organizaciones de solidaridad que procedemos de identidades particulares diferentes. Es un código en el que nos re-conocemos trabajando en lo mismo a partir de criterios éticos que nos igualan y refuerzan nuestra labor solidaria entre los excluidos. D. Obtuso.—Y ya puestos, ¿desde Cáritas no podríamos hacer un código ético con nuestras claves que sirviera a todas las organizaciones? ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 12. ¿e s ta mos en on d a? 16 Página Dña. Esperanza.—Eso es una gran osadía y en parte una falta de conoci- miento de la realidad en la que vivimos. Vamos a ver, en nuestra sociedad occidental y, en concreto, en la española, hemos pasado en relativamente poco tiempo, de vivir inmersos en una cultura católica, tamizada por todos los rincones por la dimensión religiosa, a una cultura secularizada, en la que la autonomía de cada dimensión (la política, la económica, la profesional, la artística, la técnica, etc.) es la nota constitutiva. Un psicólogo bueno no es necesariamente el más católico sino el mejor profesional, y ello viene avalado por su curriculum académico, y su experiencia laboral y profesio- nal. ¿Qué quiere decir todo esto? Simplemente, que vivimos en una cultu- ra donde el factor religioso ha pasado de ser el eje sobre el cual giraba toda la vida social a ser una dimensión más de ese cuerpo social, que par- ticipa en el mismo campo de juego cultural al lado de otros valores y otras formas de ver la vida. Y esto no es ni malo ni bueno, es simplemente así, y lo hemos de aceptar con elegante deportividad. Ello no quiere decir que lo religioso haya de perder relevancia para nosotros. En nuestra vida de cre- yentes, tiene la misma relevancia e importancia como elemento nuclear de nuestra vida; ahora bien, desde el punto de vista social, lo religioso y, en concreto, la Iglesia católica ha dejado de tener la relevancia histórica que tuvo en otros momentos anteriores. Avancemos un poco más en la reflexión: en una cultura secularizada, no hay una única fuente de valores (en este caso la religiosa), sino que vivimos inmer- sos en el pluralismo moral, puesto que existen referencias de valores diferen- tes, y en muchos casos complementarios. Dicho de otra forma, la Iglesia no tie- ne el monopolio de los valores ni puede imponer a otros los suyos. En el marco de la Plataforma del Voluntariado, que agrupa a numerosas organi- zaciones de muy distinto signo, no cabía hacer un código ético desde una sola posición (la de Cáritas, por ejemplo), sino que se debía apostar por aquello que a todas las organizaciones nos pareciera básico y que, sin contradecir nuestra identidad particular, nos abriera miras para trabajar juntos por la justicia. Es así como el código ético constituye un ejercicio de eso que los entendidos llaman “ética cívica”, que no es más que eso, el hecho de compartir unos mínimos mo- rales desde los que es posible construir juntos una sociedad más justa; ello con- lleva respetar –desde esos mínimos compartidos- que cada persona y cada en- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 13. Pues bien, el código ético de organizaciones de voluntariado se enmarca en la ética de mínimos de justicia que son exigibles para organizar el bien común y construir la “ciudad justa”, y en los que nos comprometemos de forma conjunta. En esta ética mínima importa que Cáritas participe como uno más, de manera que no vaya “por libre”, sino que asuma criterios morales mínimos compartidos con otras organizaciones que en definitiva trabajan en la misma dirección. 17 Página IOndas de aproximación tidad defienda y persiga sus ideales que tienen que ver con proyectos de vida feliz. Y aquí entramos en un terreno nuevo: una cosa es cómo me las apaño para ser feliz y otra, aunque complementaria, cómo nos organizamos para que este mundo sea un poco más justo. El código ético no entra en los terrenos de cómo ser feliz, sino en el de cómo construir juntos la justicia. La experta en estos temas, Adela Cortina, distingue entre ética de máximos y ética de mínimos. La ética de máximos atiende al proyecto de felicidad de cada persona, que como tal, no puede ser objeto de obligación (a nadie se le obliga a ser feliz), pero sí constituye una propuesta y una invitación deseable (por ejemplo, las bienaventuranzas para el cristiano) Por su parte, las éticas de mínimos buscan cómo organizar mejor nuestro mundo en orden a la consecu- ción de unos mínimos de justicia que lo hagan más habitable, más humano, más justo, en definitiva. Se basan en la instauración de un procedimiento que asegure el ejercicio del diálogo y del acuerdo sobre aquellos valores que en verdad dignifican estructuralmente la vida de los más débiles. Una vez que ciertos valores y normas éticas se han acordado, se convierten en cuestión de obligado cumplimiento para los participantes en ese acuerdo. Esto lo pode- mos ver mejor en este cuadro descriptivo. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> Ética de máximos Felicidad personal deseable Fundamentos Proyecto vital Ética de mínimos Justicia comunitaria exigible Procedimiento Proyecto de sociedad
  • 14. ¿e s ta mos en on d a? 18 Página D. Obtuso.—Entonces, la reflexión sobre la identidad de Cáritas debería ser ya nuestro código ético o quizá más, porque total lo del código va de mínimos, ¿no? Dña. Esperanza.—¡Ojo con las palabras! Mínimo no significa “poco”, y menos aún, “poca cosa”. Lo diré una vez más, a riesgo de repetirme: ética mínima se re- fiere al conjunto de valores que nos damos una serie de personas o institucio- nes para afrontar el reto de la justicia en una sociedad injusta. Esos mínimos pasan por criterios en torno a cómo lidiar con cuestiones políticas, económi- cas, con el principio de subsidiariedad o el de complementariedad con las Ad- ministraciones Públicas, con la forma de financiarse, con el tipo de coordina- ción que deseamos mantener las diferentes organizaciones. Y todo eso no es cosa chiquita. La reflexión sobre la identidad de Cáritas nos habla del núcleo nutritivo de nuestro ser, que nos viene dado, que tiene una nítida raíz cristiana y evangéli- ca y que tiene que ver no sólo con un proyecto de sociedad sino con una pro- puesta de vida feliz. De alguna manera, la identidad de Cáritas, por ser evan- gélica, se adentra en el campo de la propuesta de vida feliz y , por tanto, en el de las éticas de máximos. La identidad de Cáritas es, de algún modo, una ofer- ta de identificación con todo un estilo de vida que va más allá de una forma de organización o de un modelo de acción social. Pero en modo alguno ello se contradice con el código ético, entendido como ética mínima; entre la ética de máximos y la ética de mínimos existen relaciones de complementariedad y de reciprocidad; ambas se retroalimentan y se necesitan. Veamos unos ejemplos a través de textos concretos de los dos documentos en cuestión. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 15. 19 Página IOndas de aproximación ¿Vemos las diferencias? En los textos de “La reflexión de la identidad de Cári- tas” se nos habla de distintas maneras de lloo qquuee eess nnuucclleeaarr en nuestro ser Cá- ritas (porque una cosa es ser “de” Cáritas y otra cosa es “ser” Cáritas…, pero eso lo dejamos para otro momento, ¿vale?) A lo que íbamos: la raíz del Manda- miento Nuevo, la experiencia de Dios en el ejercicio de la solidaridad o la re- alización de la vida cristiana en el mundo de los pobres forman parte de un proyecto vital, de una invitación a vivir así y de esta manera: estamos en el te- rreno de la ética de máximos. Si observamos los textos escogidos del código ético, se nos habla ddee vvaalloorreess ccoonnsseennssuuaaddooss: el de la dignidad de la persona como principio motor de nues- tras actuaciones, el desenmascaramiento de falsas solidaridades, más apega- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> RREEFFLLEEXXIIÓÓNN SSOOBBRREE LLAA IIDDEENNTTIIDDAADD DDEE CCÁÁRRIITTAASS 1.- “Cáritas tiene su fuente en una reali- dad nuclear que hunde sus raíces y en- cuentra su razón en el Mandamiento Nuevo, ‘amaos los unos a los otros como yo os he amado’ (Jn 13, 34)”. (p.28). 2.- “El ejercicio de la solidaridad se consti- tuye en lugar en el que Dios se nos revela, desde el cual nos habla y en el cual tene- mos acceso a él. ‘La solidaridad con el po- bre es la forma de decir Dios hoy’”. p.(56) 3.-“Más que una acertada formulación teórica, la espiritualidad cristiana, que intentamos vivir en Cáritas, parte de una experiencia profunda: la vivencia o la re- alización personal de la vida cristiana en el mundo de los pobres, a través de un proceso y clarificación de esa experien- cia incipiente primera” (p.59) CCÓÓDDIIGGOO ÉÉTTIICCOO DDEE OORRGGAANNIIZZAACCIIOONNEESS DDEE VVOOLLUUNNTTAARRIIAADDOO 1.- “El principio motor que rige nuestra ac- ción ha de basarse en el respeto absoluto a la dignidad de la persona, lo cual supone en- frentarse contra cualquier intento de degra- dación, manipulación o exclusión” (pp.5-6) 2.- “(Hay que) negarse a contribuir en el ejercicio de una solidaridad que se realiza en función de estrategias e intereses pu- ramente comerciales, y no de la realidad de los más desfavorecidos” (p.11) 3.- “Entendemos la relación como un ele- mento constitutivo del voluntariado y de las organizaciones de voluntariado, más allá de considerarse como instrumento adicional” (p.5)
  • 16. ¿e s ta mos en on d a? 20 Página das al dinero que a los pobres, y el descubrimiento de la relación como ele- mento constitutivo del quehacer de las organizaciones de voluntariado. Estos tres elementos pertenecen al ámbito de la ética de mínimos que las diferentes organizaciones de voluntariado nos hemos dado. Podríamos decir: “Vale, pero lo que realmente destaca es lo de la identidad, porque es lo nuclear, lo funda- mental, …” Sí y No. Sí, porque nadie niega la transcendencia de la identidad de Cáritas, y no porque si esa identidad no le ponemos rostro concreto en nues- tras actuaciones personales y colectivas, se quedará en bello canto de inten- ciones. En concreto, el código ético de organizaciones de voluntariado pone en movimiento una serie de valores éticos consensuados con el resto de orga- nizaciones que, en nuestro caso, está en total consonancia con nuestra identi- dad como Cáritas y que “baja” al terreno de nuestras prácticas concretas, de nuestras contradicciones concretas. D. Obtuso.—Visto así, la cosa va bien. Lo cual quiere decir que jamás habrá oposición entre código ético e identidad de Cáritas, ¿no? Dña. Esperanza.—Visto así, como dices, pues no debe haber problemas. Pero las cosas se pueden torcer, y realmente pueden darse casos donde código éti- co e identidad de Cáritas sean incompatibles: por ejemplo, cuando nuestro único referente para la acción sea el código ético y nos olvidemos de dónde venimos y a dónde caminamos desde la perspectiva de Cáritas. Durante mu- chos años hemos sobrevivido sin código ético y no nos ha pasado nada. La cuestión estriba en que analizando nuestra realidad social tan compleja y en- marañada, debemos salir a la plaza pública de nuestras actuaciones con unos criterios éticos que, si son consensuados con otras organizaciones sociales, pues mejor que mejor. Por otra parte, también podemos encontrarnos con la situación contraria a la descrita, igualmente no deseable, es decir, que desde Cáritas utilicemos nues- tra identidad como forma de erigirnos en superiores a otros y creernos así más comprometidos. Esa utilización tan particularista de la identidad echa por tie- rra cualquier entendimiento con otras organizaciones desde el código ético que nos hemos dado. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 17. 21 Página Ipara la reflexión 1 Buceemos en las fuentes Una de las exigencias del cristianismo consiste en intentar conocer los signos de los tiempos. “Cuando veis una nube que se levanta en el occidente, al momento de- cís: ‘va a llover’, y así sucede. Y cuando sopla el sur, decís. ‘Viene bochor- no’, y así sucede. ¡Hipócritas! Sabéis explorar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no exploráis, pues, este tiempo? (Lc 12, 54-56) Por “signos de los tiempos” podemos entender aquellas características de nuestra sociedad y de nuestro tiempo histórico, que constituyen un reto nue- vo para el cristianismo que estamos viviendo. • ¿Cuáles eran los signos de los tiempos en la sociedad española hace 20 años y cuáles son los actuales? (Exploremos en el terreno cultural, econó- mico, político, …). • Explorar los signos de nuestro tiempo histórico, ¿nos coloca en una situa- ción de rechazo de nuestro mundo?, ¿de confrontación crítica?, ¿de indife- rencia? • ¿Sabemos explorar los signos de los tiempos? ¿Qué actitudes y aptitudes debemos incorporar en nuestra mochila trabajar para ser auténticos explo- radores en este campo? 2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia ➠ “La Iglesia sabe que ninguna realización temporal se identifica con el Reino de Dios, pero que todas ellas no hacen más que reflejar y en cier- to modo anticipar la gloria de ese Reino, que esperamos al final de la historia, cuando el Señor vuelva. Pero la espera no podrá ser nunca una excusa para desentenderse de los hombres en su situación personal con- creta y en su vida social, nacional e internacional, en la medida en que ésta –sobre todo ahora- condiciona a aquella” (SRS, 48) • En tu opinión, ¿la realización de lo proclamado en el código ético puede ser considerado como una anticipación del Reinado de Dios?, ¿por qué? Ondas de aproximación ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 18. ¿e s ta mos en on d a? 22 Página ➠ “La Iglesia debe entrar en diálogo con el mundo en el que tiene que vivir. La Iglesia se hace palabra. La Iglesia se hace mensaje. La Iglesia se hace coloquio (…) Parécenos que la relación de la Iglesia con el mundo, si excluir otras formas legítimas, puede configurarse mejor como un diálo- go, en modo alguno unívoco, sino adaptado a la índole del interlocutor y a las circunstancias de hecho (…) Esta forma de relación excluye la con- denación apriorística, la polémica ofensiva y habitual, la futilidad de la conversación inútil” (E.S. 60,72 y 73). • “La Iglesia se hace coloquio”. ¿Lo ves así?; ¿cuáles son las dificultades de ese coloquio en tu ámbito concreto?: barrio, comarca, región, país, … • El código ético es producto de un diálogo entre organizaciones y plata- formas de voluntariado de distinto signo. Las organizaciones de Iglesia hemos entrado a dialogar en las mismas condiciones que los demás, sin imponer y sin que nos impongan. ¿Qué valoración haces de ello? ➠ “Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las co- sas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absoluta- mente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además respon- de a la voluntad del Creador (…) Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténtica- mente científica y conforme a las normas morales, nunca será en reali- dad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios” (GS., 36). • El código ético se ha elaborado mediante diálogo entre diversas or- ganizaciones respetando el principio de autonomía, en este caso, de un código ético válido para el conjunto de esas organizaciones. Co- mentemos este texto de la Gaudium et Spes y pongamos otros ejem- plos cercanos a nosotros donde se da esta situación. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 19. a) ¿Qué es lo primero que nos sugiere el texto del cómic? b) En términos sociales, ¿qué otras denominaciones son sinónimo de menti- ra?: encubrimiento, falsear la verdad, hipocresía, …Haced una buena lista. c) Hagamos un listado ahora de situaciones reales de mentira social: informa- ción deformada sobre lo que ocurre con los inmigrantes en España, estere- otipos con los que funcionamos y con los que nos referimos a los excluidos sociales, etc. d) ¿Puede haber parcelas de mentira en nuestra institución? ¿Tenemos alguna experiencia? e) ¿Qué es lo que en nuestro caso ha destruido la mentira?: falta de credibili- dad, abandonos de ciertas personas, la relación entre las personas de la ins- titución, … 23 Página Ipara la reflexión 3 Observemos con atención el siguiente cómic de “El Roto” Ondas de aproximación ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 20. ¿e s ta mos en on d a? 24 Página f) El código ético puede ayudar a desvelar situaciones que deben ser corre- gidas desde el punto de vista de no faltar a la verdad? Pongamos algún ejemplo. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 21. 25 Página IIOndas de concentración El Reino une. La Iglesia divide cuando no coincide con el Reino D. Obtuso.—No, si me parece bien. Pero es que me da miedo que esto del Có- digo aparezca ahora como el “no va más” cuando en el fondo todo está inven- tado. Tú misma lo has dicho: durante muchos años hemos sobrevivido sin có- digo ético. Me da la impresión de que este código ético puede hacer sombra a nuestra identidad. ¿Cómo lo ves? Dña. Esperanza.—¡Y dale! Ya solamente esa expresión de “hacer sombra” de- nota una manera de entender la identidad un tanto defensiva. No podemos hacer de la identidad una bandera y menos aún una trinchera donde proteger- nos de “los otros” que no son como nosotros. En ese sentido, el código ético no sólo no hace sombra a la identidad sino que, en la medida en que nuestras prácticas sean contrarias a ese código ético, estaremos sacando los colores a nuestra propia identidad. Si metemos al voluntario de turno en faena como quien se tira a una piscina, si de- jamos de denunciar las injusticias que se dan en nuestro barrio o pueblo, si no es- timulamos la participación real de los destinatarios de nuestra acción en sus pro- cesos de liberación, si colaboramos con empresas que están esquilmando a los pueblos del Sur, si fomentamos los espectáculos solidarios con tal de aparecer en los medios de comunicación y llevarnos unos euros…, si estas cosas nos ocurren (que nos pueden ocurrir) no sólo estaremos desentendiéndonos del código ético sino que permaneceremos tirando piedras sobre nuestro propio tejado: el de Cári- tas, el del compromiso con los pobres, el del sentido compasivo de la vida. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 22. ¿e s ta mos en on d a? 26 Página Por eso, el debate, amigo mío, no es teórico sino que debe bajar a la arena de los conflictos concretos que tenemos todas las organizaciones de solidaridad, que son organizaciones humanas, es decir, frágiles, débiles y complejas. De he- cho, el código ético está hecho con “los pies”; sí, desde el camino que vamos haciendo juntos las diferentes organizaciones de voluntariado. No queremos un código que caliente la cabeza y lo depositemos en una estantería, sino un instrumento de trabajo que nos sirva de apoyo en el camino que compartimos. Ya lo dice nuestro amigo Casaldáliga: Piensa también con los pies sobre el camino cansado por tantos pies caminantes. Piensa también, sobre todo, con el corazón abierto a todos los corazones que laten igual que el tuyo, como hermanos, peregrinos, heridos también de vida, heridos quizá de muerte. Piensa vital, conviviente, confictivamente hermano, tiernamente compañero. Fíjate qué cosas, pensar con los pies. D. Obtuso.—Sí, la verdad es que llama la atención y me alegra saber que no es- tamos ante un código de sesudos pensadores proyectado para otros sesudos pensadores. Y eso es bueno, muy bueno. Y siguiendo con lo anterior, ya voy vis- lumbrando las relaciones entre código ético y nuestra identidad de Cáritas. Y yo me pregunto, viendo las cosas en positivo, ¿el código ético ayuda a reforzar nuestra identidad? ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 23. 27 Página IIOndas de concentración Dña. Esperanza.—En cierto modo sí, claro. Refuerza un estilo de hacer las cosas, un talante determinado, una manera de tratar a las personas. Refuerza una iden- tidad que no se queda instalada en el mundo de las ideas sino que baja y se arti- cula con otros en defensa de valores compartidos: justicia, derechos humanos, defensa del débil. Refuerza una identidad que se abre a otras organizaciones que trabajan en el horizonte del cambio social, una identidad amable y hospitalaria con quien no piensa como nosotros y no por ello le negamos el pan y la sal. Re- fuerza una identidad que no se cree superiora de nadie, ni ombligo del mundo; una identidad que mira al evangelio y a los pobres más que a sí misma. D. Obtuso.—Pero ojo, si como dices, nuestra identidad “baja y se articula con otros” estamos degradando nuestra propia identidad al compartirla con esos otros, ¡vamos digo yo! Dña. Esperanza.—Por partes: la identidad no se dice de una sola manera y para siempre. Tú eres una persona que perteneces a Cáritas, pero que también eres esposo, y padre, y de profesión administrativo, y formas parte de una asocia- ción cultural del barrio, y colaboras con Amnistía Internacional, y estás en la parroquia, y en el AMPA del colegio de los críos. Es decir, que tu identidad se dice de muchas maneras. Como escribe el novelista líbano-francés A. Maalouf: “cada una de mis pertenencias me vincula con muchas personas; y, sin embar- go, cuanto más numerosas son las pertenencias que tengo en cuenta, tanto más específica se revela mi identidad”. También nuestra identidad como Cáritas, si no quiere vivirse como torre de marfil, está llamada a compartirse en parte con otros espacios y pertenencias afines. Y esto por la sencilla razón de que somos más hijos de nuestro tiempo que de nuestros padres. ¿Qué quiere decir esto? Sencillamente, que cada uno de nosotros somos hijos de dos tipos de herencias identitarias: una vertical, que nos viene de nuestra tradición particular: nuestros padres, nuestra cultura particular, nuestra tradición religiosa; y la otra horizontal, producto de nuestra época, de nuestros contemporáneos, del tiempo y el lugar en el que vivimos, por lo demás un tiempo y un lugar globalizados. Es decir, que por un lado so- mos lo que hemos recibido de nuestros ancestros y al tiempo somos lo que producimos con nuestros coetáneos y en relación con eso que hemos recibi- do. Esto no nos difumina en un “todo vale” pero sí que desdramatiza el peso de nuestras diferencias. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 24. ¿e s ta mos en on d a? 28 Página Llegados a este punto he de decirte lo siguiente: el código ético no conlleva unas rebajas en nuestra identidad, sino que, al contrario, aceptar este código ético, que está en consonancia con el núcleo de nuestra identidad de Cáritas, supone sumergirse en un espacio de identificación común en unos valores, unos criterios y unas pautas de actuación que nos identifican de algún modo. Quizá una imagen nos puede servir en este lío de palabras. El código ético se ase- meja a la trayectoria de la flecha impulsada por el arquero y que se dirige a la diana. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> En este movimiento existen tres momentos diferenciados: El desde: hace referencia al núcleo de valores básicos, de experiencias de sen- tido que vertebran la vida de una persona o de una institución. Es el momen- to vocacional por excelencia: el “ser llamados por” y “ser llamados a”; y cada persona de cada organización de solidaridad tiene un punto de partida parti- cular, genuino y que casi diríamos pertenece al entramado de las experiencias vitales. Y cada institución tiene un momento referencial y fundacional absolu- tamente respetable y único. El punto de mira, la diana, que en nuestro caso es el Reino de Dios, de justicia, de paz, de fraternidad. Este punto de mira, en otras organizaciones se denomi- na sociedad sin clases, planeta habitable, barrio integrado, el derecho de vivir en paz, etc. El trayecto: es el recorrido en el que realizamos las prácticas compartidas en el andar del día a día en la prevención de la droga en el barrio, en la consoli- dación de campañas contra empresas que utilizan a la infancia como mano de obra barata, en la apuesta mancomunada por una política de cooperación que DESDE • Núcleo: Valores básicos • Identidad: Lo que somos • Vocación: “Ser llamados a”; “Se llamados por” HACIA • Trayecto • Prácticas compartidas • Espacio del “Junto” • Código ético PUNTO DE MIRA • Reinado de Dios • Sociedad justa • Planeta habitable • Barrio integrado
  • 25. 29 Página IIOndas de concentración haga justicia al Sur, en el codo con codo por lograr políticas de inclusión so- cial. El trayecto es el ámbito del “juntos”, en el que nos guiamos a través de un único interlocutor en cuanto a pautas y criterios éticos: nuestro código ético; para el trayecto que hacemos junto con otras organizaciones es el mejor ins- trumento y apoyo que podemos tener. Es decir, que el hecho de que el “desde” y el “punto de mira” los denominemos cada cual con nombres diferentes, lo que sí es cierto es que en el camino, en el trayecto nos juntamos y trabajamos a la par unos y otros, y lo que ahora tra- tamos de hacer con el código ético es que en ese camino trabajemos con los mismos criterios éticos, aquellos que dan credibilidad a nuestras actuaciones. Insisto, hablamos de criterios éticos, no de criterios técnicos, en cuanto a mo- delos de intervención, cómo hacer los proyectos, etc. D. Obtuso.—Sí, lo del trayecto está bien, pero por ahí también uno puede entender que la ética nos va a sustituir a la religión, y eso sí que yo no lo veo… Dña. Esperanza.—Ni yo tampoco, te lo aseguro. Entre código ético e identi- dad de Cáritas existe un espacio de complementariedad, pero no son la mis- ma cosa. En ningún caso un planteamiento ético puede pretender sustituir a la religión. En el código ético se habla de lo que es moralmente exigible en el te- rreno de los comportamientos de las organizaciones en nuestro funciona- miento cotidiano. Y a ello llegamos a través el diálogo y del consenso; la reli- gión, en tanto que experiencia de fe, se trata de una dimensión de la vida que nos conduce al terreno de las preguntas últimas por el sentido de la vida y del cómo vivir en plenitud. A la respuesta religiosa no se llega por consenso, te lo aseguro. D. Obtuso.—Menos mal, oye. Y ya que vamos clarificando las cosas, di- me una cosa: ¿cuáles son los valores principales que aparecen en el código ético? Dña. Esperanza.—Pues a lo largo del código ético (que tampoco es tan largo), aparecen como es lógico un buen número de valores éticos, es decir, de reali- dades valiosas que aportan mayores dosis de justicia en este mundo. De entre todos, parece que hay tres valores que son básicos y que constituyen el núcleo motor de todo el código. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 26. ¿e s ta mos en on d a? 30 Página En primer lugar tenemos el valor de la dignidad de la persona, aquello que nunca podemos reducir a objeto, a número, a función. Eso que vemos claro en el coco pero que luego se nos cuela por todos lados cuando en el trato con los demás marginamos, ninguneamos, pre-juzgamos. En segundo lugar aparece el valor de la justicia social, como defensa de los más débiles. Si históricamente, lo de la justicia se ha debatido en qué es eso de “dar a cada uno lo suyo”. En este caso, lo suyo tiene que ver con criterios de necesidad: dar a cada uno lo que necesita, y de defensa de los derechos so- ciales y económicos de cada cual. En tercer lugar hablamos del valor de la responsabilidad como criterio de ser- vicio y de actuación anticipadora. Porque lo del voluntariado tiene que ver con un servicio bien hecho pero además, el voluntariado debe ejercer una labor de observatorio permanente de la realidad social para adelantarse en labores de prevención y acudir no a apagar fuegos, sino a evitar que la chispa se propa- gue. D. Obtuso.—Ya, vale. Pero, entonces, donde el código dice dignidad de la per- sona, justicia social y responsabilidad, nosotros desde Cáritas, ¿qué decimos? Dña. Esperanza.—Pues básicamente lo mismo. O ¿acaso se trata de valores que nos resulten distantes, o molestos o estrafalarios? De hecho, si buceamos un poco en el documento “Reflexión sobre la identidad de Cáritas”, nos topa- mos de bruces con lugares de encuentro entre los valores del código ético y lo que formulamos acerca de nuestra propia identidad. Mira: ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 27. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> 31 Página IIOndas de concentración VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS CÓDIGO ÉTICO “El misterio de la encarnación se prolonga en el mi nisterio de la caridad, cuando la comunidad cristiana DIGNIDAD y cada uno de sus miembros reconocen la dignidad de los pobres, comparten sus problemas y apoyan sus legítimas reivindicaciones” (p. 57) COMENTARIO La dignidad de la persona es un valor universal; desde Cáritas, esa dignidad tiene que ver con nuestra creencia de que todos somos hijos de Dios, y por ello la mesa de la fraternidad no estará preparada mientras un solo ser humano viva indignamente. La persona comprendida como fin y nunca como medio es un valor cultural absoluta- mente asumido desde la identidad de Cáritas. VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS CÓDIGO ÉTICO “El amor preferencial de la Iglesia por los pobres pide su liberación y exige asimismo el compromiso por la justicia. El amor hacia los pobres que no se queda en palabrería reclama justicia. ‘Quien no practica la jus JUSTICIA SOCIAL ticia, o sea, quien no ama a su hermano, no es de Dios’ (I Jn., 3,10) El compromiso a favor del reconoci- miento efectivo de todos los derechos y de los dere- chos de todos es el camino hacia una sociedad soli- daria y justa”(p. 33) COMENTARIO “¡Misericordia quiero, y no sacrificios!”, grita el profeta al pueblo que ha olvidado sus deberes de justicia para con el huérfano, el extranjero y la viuda. La justicia social no sólo no está lejos del ideal de justicia bíblica sino que constituye su más directa ade- cuación.
  • 28. ¿e s ta mos en on d a? 32 Página Acuérdate del poema de Casaldáliga: “donde tú dices paz, justicia y amor, yo digo Dios”. Este verso quizá exprese mucho mejor que yo todo esto que estamos hablando. Los valores del código ético dan vida y sabor a la acción de Cáritas. No sólo no están lejos de la identidad de la institución, sino que esos valores la potencian, renuevan y clarifican. Dignidad de la persona, jus- ticia social y responsabilidad son valores que nos “saben” a Dios, que rezu- man proyecto del Reino, que transparentan vida evangélica. ¿Qué más quie- res? ¿Acaso colocarles el apellido “cristiano” o “católico” a cada uno de los valores? No nos olvidemos que el código es una oferta dirigida a todos los grupos de voluntariado, no sólo a los de la Iglesia católica. Y te recuerdo que ni vivimos en una cultura cristiana ni es sano que tratemos de imponer nuestros valores al cien por cien, sino que los compartamos en el trayecto que hacemos juntos, aunque cada cual arraigue ese valor en fundamentos diferentes. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> VALORES DEL IDENTIDAD DE CÁRITAS CÓDIGO ÉTICO “A los pobres no se les puede vivir de memoria. El lu- gar privilegiado de Cáritas es el trabajo de base, en- carnado y sencillo, acompañante y esperanzador, cer- cano y estimulante” (p. 61) “Cáritas tiene una gran tarea por delante: dar sentido a la fraternidad universal, comenzando por los últi- mos de la tierra. El fenómeno de la “aldea global” ha de ser leído desde Cáritas como la exigencia de una acción sociocaritativa más universal y católica” (pp. 39-40) COMENTARIO “¿Dónde está tu hermano?”. Es la pregunta por excelencia sobre nuestro quehacer. La res- ponsabilidad tiene la doble vertiente de la cercanía y la proximidad en la acción inme- diata y cotidiana y también se asoma por el periscopio del futuro que nos aguarda en esta aldea global, donde los problemas y las posibles soluciones se han globalizado. An- ticiparnos a esas soluciones locales y globales es una de las exigencias de Cáritas. RESPONSABILIDAD COMO SERVICIO Y ANTICIPACIÓN
  • 29. 33 Página IIOndas de concentración El caso es que a nosotros, los valores del código ético no nos rechinan ni cau- san malestar. Antes, al contrario, alientan y promueven, en su realización, la Buena Noticia de que a los pobres se les hace justicia, de que todos son trata- dos como hijos de Dios, de que todo prójimo es mi hermano. D. Obtuso.—¡Vaya explicación! Ya lo voy viendo más claro. Y mira por dónde, voy simpatizando con el código ese, que es que así, de entrada, parecía como un ovni que venía de fuera y ¡hala! A tragar. Ya veo que no, que la cosa tiene su aquel y que tiene más miga de lo que parece. Por cierto, he leído en el código que hay una comisión de seguimiento para que se cumpla el código. O sea, ¿que alguien de por ahí nos va a decir a nosotros si hacemos bien o mal las co- sas? Dña. Esperanza.—¿Y por qué no? Pero bueno, antes que nada desdramatice- mos un poco; que decir comisión de seguimiento e imaginar una serie de per- sonas con casco y porra es todo uno. Veamos las funciones que el código pro- pone para esta comisión de seguimiento. • Velar por el cumplimiento entre las organizaciones de voluntariado suscrip- toras. • Interpretar el código y asesorar a las organizaciones en su aplicación • Recoger las denuncias o quejas que vulneren lo establecido en el código. • Elaborar recomendaciones y propuestas de trabajo que se elevarán a los ór- ganos directivos de la PPVE. • Estimular, facilitar y promover grupos de seguimiento, actualización, estu- dio y aplicación del código en todos los niveles de las organizaciones. Como ves, no se trata tanto de funciones de castigo sino de vigilancia, de con- trol y de asesoramiento a las entidades y a los órganos representativos de la Plataforma. En caso de conflicto, la comisión emitirá un informe, una visión de la jugada, pero no decide absolutamente nada. Es la Asamblea y la Comisión Permanente de la Plataforma la que tiene potestad para, en su caso, sancionar. Respecto al hecho de que exista esta comisión deberíamos quitarnos de enci- ma miedos y sospechas. Ninguna organización, tampoco Cáritas, está libre de meter la pata en alguna de sus actuaciones y vulnerar lo establecido en el có- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 30. ¿e s ta mos en on d a? 34 Página digo ético. De eso a veces nos damos cuenta dentro de la propia entidad, y a veces se tiene que llamar la atención desde el exterior; éste es uno de los co- metidos de la famosa comisión de seguimiento: el de sacar de vez en cuando una tarjeta amarilla a quienes se pasen de la raya, una raya que en cada caso ha- brá que pulir, redefinir y concretar, porque esto de la ética aplicada no es como dos y dos, que son cuatro. Y, en cualquier caso, estas reglas habrá que acep- tarlas deportivamente porque aquí jugamos todos a lo mismo y con unas pau- tas que nos hemos dado; por tanto, deberemos respetarlas. Como nos recuerda Pedro Casaldáliga, No se puede servir a dos señores: al Pueblo y al Poder, al Reino y al Sistema, al Dios de Jesucristo y al Diablo del dinero En este caso, somos nosotros, los que formamos la Iglesia los que debemos ve- lar por no traicionar nuestra propia identidad evangélica y asegurarnos de que procedemos en todo momento desde la ética de los valores del Reino. Por eso, es importante siempre ejercer una sana autocrítica sobre nuestras propias actuaciones. Y en esa misma medida, desde el momento en que participamos en la plaza pública de la construcción de una sociedad más libre, más justa y más hospitalaria compartiendo espacios democráticos y sociales, estamos su- jetos a la mirada reparadora del otro, de quien nos ve desde fuera, en este caso la comisión de seguimiento del código ético que, básicamente, nos va a ayu- dar para que no nos olvidemos de nuestros propios valores. D. Obtuso.—Y, en concreto, ¿cómo va a hacer la comisión de seguimiento para hacer frente a un conflicto que se dé en una organización? Dña. Esperanza.—Te refieres al procedimiento concreto de resolución de conflictos que la comisión de seguimiento debe seguir en cada caso. Pues bien, para ello te remito al librito “Etica en común”, que gratuitamente dis- tribuye la Plataforma estatal del voluntariado; allí se propone un método de resolución de conflictos que contiene una serie de pasos, y además ello se aplica en ocho supuestos recogidos de la misma práctica de nuestras or- ganizaciones. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 31. 35 Página IIpara la reflexión 1 Buceemos en las fuentes Más que palabras, la construcción del Reino de Dios es cuestión de hechos. “Dos discípulos de Juan el Bautista le preguntaron: ‘¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?’ En aquel momento Jesús curó a muchos de sus enfermedades y dolencias, y de malos espíritus, y dio vis- ta a muchos ciegos. Y les respondió: ‘Id y contad a Juan lo que habéis vis- to y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Noticia; ¡y dichoso el que no halle escándalo en mí’!” (Lc 7, 20-23) Este relato presenta una serie de signos por los que se verifica la llegada del Reino prometido, en la persona de Jesús. • ¿Trabajar en el mismo territorio y en el campo de la exclusión social con otras organizaciones y asociaciones de solidaridad constituye un signo del Reino? ¿Tenéis experiencia de ello? • Cuando trabajamos con otras ONG, lo más importante es: a) Que nuestro logotipo se vea bien en los carteles informativos b) Preservar nuestra identidad c) Fraguar una respuesta solidaria a los problemas sociales d) Valorar lo que juntos podemos hacer Ordenar las respuestas de mayor a menor importancia. Dialogad sobre ello. 2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia ➠ “Cuanto más se unifica el mundo, tanto más los deberes del hombre rebasan los límites de los grupos particulares y se extienden poco a poco al universo entero. Ello es imposible si los individuos y los grupos socia- les no cultivan en sí mismos y difunden en la sociedad las virtudes so- ciales y morales” (GS, 30) • Este texto de 1965 nos habla del deseo de que se camine en la socie- dad hacia una ética que supere los particularismos de grupo. En 1987 Juan Pablo II se hace eco de esta necesidad y la constata desde el punto de vista de avance positivo en nuestro tiempo. Ondas de concentración ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 32. ¿e s ta mos en on d a? 36 Página Entre los aspectos positivos del momento presente se destaca “la ple- na conciencia, en muchísimos hombres y mujeres, de su propia dignidad y de la de cada ser humano. Esta conciencia se expresa, por ejemplo, en una viva preocupación por el respeto de los derechos humanos y en el más decidid rechazo de sus violaciones (…) Al mismo tiempo, en este mundo dividido y turbado por toda clase de conflictos, aumenta la con- vicción de una radical interdependencia y, por consiguiente, de una soli- daridad necesaria que la asuma y traduzca en el plano moral. Hoy qui- zá más que antes, los hombres se dan cuenta de tener un destino común que construir juntos si se quiere evitar la catástrofe para todos (…) A par- tir de toda esta situación descrita, “emerge la idea de que el bien, al cual estamos llamados todos, y la felicidad a la que aspiramos no se obtie- nen sin el esfuerzo y el empeño de todos sin excepción, con la consi- guiente renuncia al propio egoísmo” (SRS, 26) • Extraigamos del texto de Juan Pablo II l aspectos que tienen que ver con una ética de mínimos compartida con otros, y aspectos que se vinculan más bien a una ética de máximos, de invitación a desarrollar un modelo de vida personal plena. • Del mismo texto se pueden entresacar frases y pistas que se vinculen con los valores nucleares del código ético: dignidad de la persona, jus- ticia social, responsabilidad. Busquémoslas y dialoguemos sobre ello. 3 Acerquémonos a la Carta del Voluntariado de Cáritas Proponemos revisar los 8 puntos de la carta del voluntariado de Cáritas en los que se describe las características y valores que debe acuñar nuestro voluntariado. 1. Es una persona sensibilizada hacia lo social, que vive la caridad como algo inseparable de la justicia y la lucha la defensa de los derechos humanos. 2. Se compromete de forma desinteresada y gratuita a poner sus capacidades y su tiempo libre al servicio de las necesidades de la comunidad. 3. Sabe acoger a las personas con respeto a su libertad individual y despierta en ellas la capacidad de ayudarse a sí misma. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 33. 37 Página IIpara la reflexión 4. Es capaz de establecer una buena relación personal y trabajar en equipo. 5. Asume tareas adecuadas a sus aptitudes, posibilidades y a su preparación. 6. Está dispuesto a actualizar su formación y a modificar sus mo- delos de acción, cuando las circunstancias lo requieran, en fun- ción de una mayor eficacia en la tarea. 7. Conoce la identidad de su acción voluntaria y no contribuye a la inhibición y falta de responsabilidad de otros agentes sociales. 8. Su acción es educativa y promotora del cambio social descu- briendo, afrontando y denunciando disfunciones sociales. Hay que matizar que el código ético no va dirigido a los voluntarios tomados en su acción voluntaria concreta, sino que va más dirigido al quehacer de las organi- zaciones. A pesar de ello podemos trabajar la carta del voluntariado de Cáritas, más dirigida a cada persona voluntaria en relación con el propio código. Proponemos hacer un ejercicio de reflexión y de aplicación de los tres valores señalados como básicos en el código ético (dignidad de la persona, justicia so- cial y responsabilidad) con la carta del voluntariado de Cáritas. Seguro que en los 8 puntos señalados de la carta veis aplicaciones, relaciones y puentes que trazar entre ambos documentos. Ponedlo por escrito: Para ello os ofrecemos este sencillo cuadro. Ondas de concentración ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 34. ¿e s ta mos en on d a? ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> 38 Página CÓDIGO ÉTICO CARTA DEL VOLUNTARIO DE CÁRITAS RESPONSABILIDAD COMO SERVICIO Y ANTICIPACIÓN JUSTICIA SOCIAL DIGNIDAD
  • 35. 39 Página IIpara la reflexión 4 Leamos atentamente el siguiente comic de Romeu: Ondas de concentración ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 36. ¿e s ta mos en on d a? ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> 40 Página a) Analicemos la figura del jefe. Mantiene dos conversaciones al mismo tiempo. Una persona puede leer en voz alta y de manera continuada los textos situa- dos a la izquierda de cada viñeta. A continuación, otra persona lee uno tras otro los textos situados a la derecha de cada viñeta. ¿Qué sensación nos produce? b) ¿Se trata de dos discursos diferentes o del mismo pero formulado de dis- tinto modo? c) ¿Nos parecería bien que este jefe desgravara a Hacienda con donativos a Cáritas? d) Si tuviéramos que pedir algún tipo de ayuda a la empresa privada, ¿acudi- ríamos al despacho de este señor, sabiendo como se las gasta? e) Analicemos el comportamiento del jefe a la luz del código ético, espe- cialmente de su apartado III.5 (Relaciones con los organismos privados).
  • 37. 41 Página IIIOndas de expansión NuncatecansesdehablardelReino, nuncatecansesdehacerelReino, nuncatecansesdediscernirelReino, nuncatecansesdeacogerelReino, nuncatecansesdeesperarelReino D. Obtuso.—¿Los voluntarios de Cáritas deberíamos conocer y trabajar el có- digo ético? Dña. Esperanza.—Pues sí estaría bien, sí. Pero no como un material que hay que tragar sin digerir; aquí lo importante es la digestión, a ser posible, com- partida. Pero tampoco es un código dirigido especialmente al quehacer de cada persona voluntaria sino a la actividad de toda la organización, en nuestro caso de la cáritas diocesana, o interparroquial o parroquial o estatal. Por eso, importa que este código trascienda de lo que normalmente denominamos programa de voluntariado o similar, de cada cáritas diocesana. Es un docu- mento que nos afecta a todos, a la institución en su conjunto: a voluntarios, a contratados y a directivos. Por eso, todos los esfuerzos que hagamos en conocerlo y en hacerlo nuestro pues nos vendrá muy bien. Se trata de incorporar un referente más en nuestro camino. No “el” referente, sino un pequeño faro que nos ilumine en las actua- ciones concretas de la organización. D. Obtuso.—Entonces, ¿cuáles son los usos que podríamos hacer de este códi- go ético? Dña. Esperanza.—Se me ocurre un primer uso de carácter casi obligatorio: que cada cual lo lea con atención y con un lápiz a mano para subrayar ano- tar y lo que crea conveniente. Además de eso, pues así de pronto, podemos hablar de: ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 38. ¿e s ta mos en on d a? 42 Página • Realizar jornadas de formación sobre el código ético, en el ámbito de la cá- ritas diocesana. • Realizar encuentros formativos sobre el asunto en el ámbito regional: talle- res, reuniónes de comisiones específicas, etc. • Poner el código encima de la mesa en nuestras redes y plataformas que for- mamos con otros grupos y organizaciones. Se trata de sumar voluntades y de suscitar la reflexión conjunta. • Incorporar poquito a poco en nuestras actuaciones la reflexión ética co- rrespondiente. D. Obtuso.—Pues poco más me queda por preguntar, y eso sí, creo que necesi- to leer otra vez el código ético… Dña. Esperanza.—Pero, ¿con gafas o sin gafas? D. Obtuso.—A eso voy; creo que la vez anterior lo leí con gafas “antiniebla”, y ahora tendré que ir con menos prejuicios. Dña. Esperanza.—Pues claro, ¡hombre! Mira, si quieres, lo leemos y lo comen- tamos juntos, ¿de acuerdo? D. Obtuso.—¡Hecho! ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 39. 43 Página IIIpara la reflexión 1 Buceemos en las fuentes En el Evangelio, Jesús da cuenta de cómo ha de ser la actitud de sus discípu- los en el mundo. “Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisotea- da por los hombres” (Mt 5, 13) • Ser sal en un mundo injusto significa distinguirse y al tiempo mezclarse. ¿Cómo complementamos en Cáritas aquello que nos distingue como insti- tución con la necesaria encarnación y trabajo en común con otros que tam- bién trabajan por la justicia? 2 Busquemos en la Doctrina Social de la Iglesia Juan Pablo II nos ofrece una de las mejores y más acertadas definiciones de la solidaridad. Veamos. La solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas. Al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común; es decir, por el bien de to- dos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos. (SRS., 41) a) En vuestra opinión, ¿esta definición encajaría con los planteamientos del código ético? b) Busquemos ejemplos del modelo de solidaridad que propone el código éti- co. Ahí van dos: • Entre los fines de las organizaciones de voluntariado: “Fomentar una cultu- ra de la solidaridad que incida en la creación de una verdadera conciencia social solidaria entre la ciudadanía” (p. 5). • Entre los criterios que se apuntan en el marco de las relaciones con las em- presas: “Negarse a contribuir en el ejercicio de una solidaridad que se reali- za en función de estrategias e intereses puramente comerciales, y no de la realidad de los más desfavorecidos” (p. 11). Ondas de expansión ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 40. ¿e s ta mos en on d a? 44 Página c) ¿Qué semejanzas y paralelismos encontramos entre el modelo de solidari- dad de Juan Pablo II y el del código ético? 3 Analicemos el siguiente cómic de Máximo ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >> Se trata de toda una visión del mundo desde la óptica de la globalización eco- nómica. Haciendo un esquema simple de la cuestión se podría hablar en estos términos: Veamos: a) ¿Con qué otras palabras describiríamos la diferencia entre Globalización S.L. con Globalizados S.O.S.? GGLLOOBBAALLIIZZAACCIIÓÓNN,, SS..LL.. Norte rico y excluyente Minoría Atrincherados en su edificio No se les ve GGLLOOBBAALLIIZZAADDOOSS,, SS..OO..SS.. Sur pobre y excluido Mayoría A campo abierto Se les ve UNOS FRENTE A OTROS
  • 41. 45 Página IIIpara la reflexión b) ¿En qué lugar están las ONG? Podemos ir afinando: • en el edificio de la globalización S.L. • en el campo de los globalizados S.O.S. • en la línea que separa a ambos • en alguna parte concreta del edificio: en el holl, en la puerta de atrás, en el sótano, … • en alguna parte concreta del campo abierto: sosteniendo la pancarta, tumbados, en una esquina, … c) ¿En qué lugar está Cáritas? d) ¿En qué lugar está el código ético?, ¿a quiénes defiende? Ondas de expansión ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 42. 47 Página eEpílogo “La Iglesia tiene una palabra que decir , tanto hoy como hace veinte años, así como en el futuro, sobre la naturaleza, condiciones, exigencias y finali- dades del verdadero desarrollo y sobre los obstáculos que se oponen a él (…) A este fin, la Iglesia utiliza como instrumento su doctrina social” (…) La doctrina social no es una ideología, sino la cuidadosa formulación del re- sultado de una atenta reflexión sobre las complejas realidades de la vida del hombre en la sociedad y en el contexto internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial. Su objetivo principal es interpretar esas realida- des. Por tanto no pertenece al ámbito de la ideología, sino al de la teolo- gía, y especialmente de la teología moral (SRS, 41) Como Iglesia no podemos permanecer callados en nuestro mundo y especial- mente cuando el sufrimiento y la injusticia campan a sus anchas por doquier. Pero en una sociedad secularizada y plural no podemos caminar solos. Son mu- chos los que trabajan, desde claves distintas y complementarias, por cosas tan significativamente evangélicas como el fin del hambre, el abaratamiento de los costes de medicamentos, el final del tráfico de armas, la cancelación de la deuda externa, el comercio justo, el consumo responsable, el desarrollo sos- tenible, el control del caballo desbocado del neoliberalismo imperante, … tan- tas realidades y posibilidades de trabajo conjunto que desborda el marco de las propuestas eclesiales y que desde las instituciones sociocaritaivas de la Iglesia vamos compartiendo con otros haciendo el mismo camino codo a codo, porque en estas cosas somos una inmensa minoría. Al tiempo, cuando queremos proyectar criterios de actuación que se sosten- gan éticamente, no podemos acudir a la mesa del diálogo “armados” con nues- tros textos de Doctrina Social de la Iglesia o con nuestro documento sobre la identidad de Cáritas. Ambos nos orientan en las líneas generales y en el senti- do profundo de nuestro quehacer; pero para entendernos con quienes traba- ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 43. ¿e s ta mos en on d a? 48 Página jan con los sin hogar, con los toxicómanos o con los inmigrantes, para dialogar en la misma mesa con otras organizaciones que no son la nuestra, tenemos que hablar un idioma común, que no es ni mejor ni peor que otros, pero es el que nos permite entendernos y llegar a acuerdos sin que ninguno tengamos que re- nunciar a nuestra identidad particular ni a nuestras creencias. Ese idioma co- mún lo denominamos ética cívica, y se juega en la apuesta por la dignidad de la persona, la responsabilidad como anticipación y la justicia social como de- fensa de los últimos. Por eso, esperamos que este cuaderno ayude a entender no sólo las claves del código ético de organizaciones de voluntariado, sino cuestiones que tienen que ver con nuestra presencia institucional en la sociedad y sobre todo, la ne- cesidad que tenemos de buscar con otros lo mejor para los pobres. Nosotros no somos los dueños de la solidaridad ni tenemos el patrimonio de la lucha por la justicia. Que este cuaderno sea un refuerzo y un estímulo para que, en las cuestiones que tienen que ver con la vida digna de los más pobres, pensemos con los que piensan reivindiquemos con los que reivindican denunciemos con los que denuncian propongamos con los que proponen inventemos con los que inventan soñemos con los que sueñan, sean de un color o de otro, de un grupo o de otro, de una región o de otra, de un país o de otro, de un continente o de otro. Los que no dan la vida por supuesta, lo agradecerán, nos lo agradecerán. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 44. 49 Página eEpílogo Es tarde pero es nuestra hora. Es tarde pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer el futuro. Es tarde pero somos nosotros esta hora tardía. Es tarde pero es madrugada si insistimos un poco. (P. Casaldáliga) ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>
  • 45. 51 Página bBibliografía 1 Textos básicos Cáritas Española, Reflexión sobre la identidad de Cáritas, 1998. Plataforma para la Promoción del voluntariado en España, Código ético de or- ganizaciones de voluntariado, 2000. 2 Libros de apoyo Once grandes mensajes, BAC, Madrid, 1993. Cáritas Española, CORINTIOS XIII, 93 (2000), Comentarios al documento “Re- flexión sobre la identidad de Cáritas”. ARANGUREN GONZALO, L.A., Etica en común, PPVE, Madrid, 2002. ARANGUREN GONZALO, L.A. y VILLALÓN, J.J., Identidades en movimiento, Co- lección “Pensamiento en Acción” nº 5, Cáritas Española, Madrid, 2002. CORTINA, A., Ética civil y Religión, PPC, Madrid, 1995 3 Poemas de Pedro Casaldáliga Fuego y ceniza al viento, Sal Terrae, Santander, 1984. El tiempo y la espera, Sal Terrae, Santander, 1986. Todavía estas palabras, Verbo Divino, Estella, 1989. ííndice cap. - << pág. - < pág. + > cap. + >>