Luisa de Marillac Animadora de las Cofradías de la Caridad
Nuestro peor enemigo
1. Nuestro
peor
Enemigo
Pastor:
Cheny
Reyes
Así
dice
el
Señor:
«¡Maldito
el
hombre
que
confía
en
el
hombre!
¡Maldito
el
que
se
apoya
en
su
propia
fuerza
y
aparta
su
corazón
del
Señor!
Jeremías
17:5
Introducción.
Al
estar
en
un
tiempo
de
búsqueda
intensa
por
el
Señor,
uno
de
los
primeros
resultados
que
obtenemos,
es
encontrarnos
a
nosotros
mismos,
y
lo
que
encontramos
no
siempre
es
muy
agradable.
No
podemos
ir
a
la
presencia
de
un
Dios
santo
sin
darnos
cuenta
inmediatamente
que
hay
algo
que
contrasta
en
el
paisaje
y
somos
nosotros.
Hoy
quiero
hablar
de
un
tema
que
no
podemos
omitir
por
crudo
que
pueda
ser,
si
de
verdad
y
con
sinceridad
deseamos
que
el
propósito
perfecto
de
Dios
se
cumpla
en
nuestras
vidas,
si
queremos
que
la
vida
eterna
fluya
en,
y
a
través
de
nosotros.
Hoy
hablaremos
sobre
el
pecado
y
no
solo
eso,
sino
del
peor
de
todos,
el
que
nos
lleva
a
cometer
los
actos
más
humillantes
y
terribles.
El
que
maltrata
la
integridad
mental,
física
y
espiritual
de
cada
persona,
el
pecado
que
destruye
hasta
la
familia
más
feliz,
el
que
acaba
con
el
ministerio
más
prominente
y
el
que
en
definitiva
detiene
el
avance
del
Reino
a
través
de
la
iglesia.
Sí
mi
hermano,
el
pecado
existe
y
es
tan
real
como
la
gracia
que
nos
libera,
y
no
podemos
hablar
de
uno
sin
mencionar
al
otro.
No
se
trata
de
ser
mojigato
ni
religioso,
se
trata
de
conocer
a
nuestro
enemigo
para
poder
vencerlo
de
manera
contundente.
La
palabra
de
Dios
nos
dice
que
los
hijos
de
Dios
tenemos
tres
enemigos.
No
me
detendré
ha
hablar
mucho
de
los
dos
primeros,
pues
no
son
tan
complicados.
1.-‐
El
mundo,
representa
todas
las
tendencias
y
las
filosofías
de
la
humanidad
que
se
contraponen
a
la
voluntad
de
Dios,
sin
embargo
Jesús
nos
dice
que
confiemos
por
que
Él
ha
vencido
al
mundo
y
que
nosotros
también
venceríamos.
2.-‐
Satanás,
es
el
ser
maligno
que
rechaza
a
Dios
y
que
se
ocupa
en
alejarnos
del
Señor
y
acusarnos
ante
el
cielo,
pero
la
palabra
nos
dice
que
lo
resistamos
en
la
fe
y
huirá
de
nosotros.
3.-‐
No
obstante
es
el
tercer
enemigo,
el
más
peligroso,
porque
no
podemos
deshacernos
de
él,
nos
sigue
a
todos
lados
y
nos
hostiga
con
sus
deseos
y
pasiones,
2. para
verlo
hace
falta
solamente
mirar
al
espejo.
Sí,
nuestro
enemigo
más
peligroso
somos
nosotros
mismos.
De
este
enemigo
la
Biblia
también
habla,
pero
las
palabras
parecen
darse
en
otra
tonada
distinta
a
la
de
los
otros
dos.
El
Apóstol
Pablo
es
el
encargado
de
referirse
a
este
terrible
adversario
cuando
dice:
“¡Soy
un
pobre
miserable!
¿Quién
me
librará
de
este
cuerpo
mortal?”
Romanos
7:24
La
Biblia
dice
que
el
pecado
mora
en
la
naturaleza
caída
del
hombre,
y
que
en
esa
condición
el
hombre
no
es
libre
sino
para
pecar,
como
dijera
el
apóstol
Pablo,
somos
por
naturaleza
hijos
de
ira.
Estamos
irremediablemente
sujetos
a
hacer
lo
malo.
Es
exactamente
como
alguien
me
lo
comentó
en
una
ocasión:
“Lo
malo
se
nos
da
naturalito”.
Jeremías
lo
expresa
de
esta
manera
en
el
capitulo
13,
versículo
23:
¿Puede
el
etíope
cambiar
de
piel,
o
el
leopardo
quitarse
sus
manchas?
¡Pues
tampoco
ustedes
pueden
hacer
el
bien,
acostumbrados
como
están
a
hacer
el
mal!
Sin
embargo,
cuando
el
hombre
entrega
su
vida
a
Jesús
en
el
bautismo
y
por
la
fe,
Dios
siembra
en
nosotros
una
nueva
naturaleza,
una
espiritual
que
busca
las
cosas
que
son
de
Dios.
Es
allí
donde
comienza
la
lucha
entre
las
dos
naturalezas.
El
resultado
lo
define
a
cual
de
las
dos
alimentamos.
Entonces
es
aquí
donde
aparece
el
mayor
de
los
pecados,
el
que
hace
que
todos
se
destruya,
la
mente,
el
corazón,
las
familias,
los
ministerios
y
la
mismas
iglesias.
El
capítulo
17
de
Jeremías
en
el
cual
basamos
esta
reflexión,
comienza
haciendo
una
declaración
muy
fuerte:
“Su
pecado
está
escrito
con
cincel
de
hierro
y
punta
de
diamante
en
su
corazón
y
en
sus
altares.”
Yo
les
diré
dijo
el
Señor,
cual
es
su
pecado,
lo
que
los
ha
llevado
a
adulterar,
a
robar,
a
mentir.
Les
diré
cual
es
la
raíz
de
que
no
puedan
dejar
de
ver
pornografía
por
internet,
por
la
que
aunque
no
quieran
las
palabras
deshonestas
salen
de
su
boca
sin
que
puedan
detenerlas.
La
razón
por
la
que
no
puedes
abandonar
del
todo
ese
vicio
que
haz
ocultado
muy
bien
a
la
vista
de
los
demás
pero
que
te
sigue
haciendo
sentir
culpable
y
sucio
delante
de
Dios.
Esos
pecados
nuestros
que
han
impedido
que
la
obra
de
Dios
brille
con
toda
su
intensidad
en
medio
de
nosotros.
3. Se
resume
en
una
frase
sencilla:
“Maldito
el
hombre,
que
confía
en
el
hombre”
Por
lo
general
usamos
este
texto
para
referirnos
a
confiar
en
los
demás.
Sin
embargo,
el
sentido
real
es
el
confiar
en
nosotros
mismos
y
olvidarnos
del
Señor.
Ese
es
el
peor
de
los
pecados.
Cuando
alimentamos
a
nuestra
carne
más
que
nuestra
relación
con
el
Señor,
creyendo
que
por
nuestra
propia
fuerza
de
voluntad
podremos
mantenernos
en
pie.
Debemos
entender
de
una
vez
por
todas,
que
no
somos
capaces
de
resistir
la
tentación
si
nos
alejamos
del
Señor.
Jesús
dijo:
“separados
de
mí
no
pueden
ustedes
hacer
nada.”
Juan
15:5
La
dependencia
de
uno
mismo
es
mortal
en
cuestiones
del
Espíritu,
por
qué?
Porque
irremediablemente
saldremos
derrotados.
Jeremías
17:9
dice
que
no
hay
nada
tan
engañoso
como
el
corazón
y
que
no
tiene
remedio.
Por
eso
la
primera
lección
que
debemos
aprender
todos
aquellos
que
deseamos
vivir
una
vida
victoriosa
es
aprender
a
desconfiar
de
nosotros.
No
te
creas
ni
una
sola
palabra
de
lo
que
te
dices
a
ti
mismo.
No
escuches
a
tu
corazón.
No
le
des
ni
un
solo
espacio.
No
lo
dejes
solo
frente
a
una
computadora
con
acceso
a
internet,
te
lo
aseguro
no
resistirá.
No
le
permitas
coquetear
con
las
cosas
que
no
son
tuyas,
terminará
quedándoselas
No
lo
dejes
ver
la
TV
hasta
la
media
noche,
porque
acabará
dirigiéndote
a
los
canales
que
no
te
edifican.
No
le
des
tiempo
a
la
ociosidad,
tu
mente
se
irá
directo
hacia
los
pensamientos
que
destruyen.
No
le
permitas
entablar
una
conversación
delicada,
no
resistirá
la
tentación
de
hablar
de
más.
No
le
permitas,
no
le
dejes,
no
le
creas,
huye
hermano.
Huye!!!
La
tentación
de
ver
lo
que
no
debes,
hablar
lo
que
no
edifica
o
tomar
lo
que
no
es
tuyo,
no
proviene
del
diablo,
el
no
se
rebaja
de
esa
manera,
su
trabajo
consiste
en
alejarnos
de
Dios
y
dejarnos
a
merced
de
nosotros
mismos.
“Todo
lo
contrario,
cada
uno
es
tentado
cuando
sus
propios
malos
deseos
lo
arrastran
y
seducen.”
4. Santiago
1:14
Satanás
no
necesita
presentarnos
las
cosas
malas,
sabe
que
solo
debe
dejarnos
con
nosotros
mismos
y
las
encontraremos
por
nuestra
cuenta.
Y
no
importa
cuanto
luchemos,
terminaremos
cediendo.
Nos
preocupa
mucho
el
pecado
que
hay
en
el
mundo,
las
cosas
allá
afuera,
la
depravación
en
los
medios,
en
la
sociedad,
pero
Jesús
dijo
que
lo
que
contamina
al
hombre
no
es
lo
que
entra
por
su
boca
sino
lo
que
sale
(Mateo
15:11).
Entonces
no
debes
preocuparte
por
el
pecado
que
hay
afuera,
sino
por
el
que
llevas
dentro,
a
ese
si
que
debes
temerle.
No
confíes
en
él,
porque
te
destruirá
irremediablemente.
La
segunda
lección
que
debemos
encarnar
y
atesorar
es
poner
nuestra
confianza
en
el
Señor.
Nuestra
dependencia
de
él
nos
ayuda
a
resistir
lo
malo.
El
apóstol
Pablo
nos
enseña
que
para
resistir
la
tentación,
debemos
vestirnos
de
la
armadura
de
Dios.
Y
eso
significa
revestirnos
de
Él
cada
día.
Cuando
nosotros
desconfiamos
de
nosotros
mismos,
estamos
listos
para
que
el
carácter
de
Cristo
sea
vertido
en
nosotros.
Cuando
nos
mantenemos
cerca
de
él
y
confiamos
en
su
gracia
transformadora,
la
naturaleza
espiritual
comienza
a
fortalecerse.
Entonces
esta
naturaleza
que
busca
lo
malo
deja
de
ser
tan
fuerte.
Las
disciplinas
espirituales,
son
la
mejor,
y
única
manera
en
mi
opinión,
para
fortalecer
nuestra
relación
con
Dios.
Orar,
ayunar,
leer
y
meditar
en
la
palabra,
congregarse.
Esta
guerra
nunca
terminará,
nunca
creas
tener
éxito
en
esta
lucha
eso
es
lo
más
peligroso.
Eso
fue
lo
que
pensó
David
y
se
quedó
en
casa
cuando
debería
estar
luchando,
lo
que
desencadenó
su
derrota
más
tormentosa.
Lo
que
debemos
hacer
Esta
semana:
Lea
Jeremías
17,
Lea
este
sermón
y
sus
pasajes,
ore
a
Dios
y
tome
las
medidas
pertinentes
en
cuanto
a
sus
errores
y
hábitos
nocivos.
Que
Dios
te
dé
la
fortaleza
para
mantener
a
raya
a
tu
peor
enemigo.
Bendiciones.