El documento argumenta que la educación para la muerte debe ser una parte integral del currículo escolar. Actualmente, la muerte es un gran tabú y no se habla de ella a pesar de ser una experiencia fundamental para los seres humanos. La educación para la muerte debería vincularse con la educación para la salud y tratarse de manera transversal en todas las materias, no como un tema aislado. Es importante abordar la muerte de una manera que reduzca el miedo y permita a los estudiantes comprender mejor esta experiencia vital.