El documento discute la importancia de creer en algo con convicción. Explica que las creencias han formado parte esencial de la vida humana y han conducido destinos. Sin embargo, es importante que las creencias se basen en la razón y no en la mera conformidad. Se debe cuestionar las creencias para asegurar su veracidad y coherencia con uno mismo. Además, se debe poder creer sin creer para adaptarse a nueva información y mantener la mente abierta.
1. CARLOS ANDRES RUALES TABLA
PSICOLOGO, ESP. GERENCIA SOCIAL Y EN DESARROLLO HUMANO
Carlosruales29@yahoo.es
LECTURAS DE FORMACION PERSONAL
“CREER CON CONVICCIÓN”
Por Carlos Andrés Ruales Tabla
Las creencias se convierten en esperanza, sólo cuando son asumidas con sinceridad.
En la mente de cada uno de los pastusos palpita el recuerdo de aquella época en la que
nuestros tatarabuelos demostraron con valentía su inconformidad hacia el trato que el
ejército patriota dio a la gente de nuestra región porque no compartían la promesa de una
independencia que en ese entonces apenas germinaba y se estaba acogiendo en el resto del
país, pero que para el pueblo nariñense solo significaría el cambio hacia un gobierno cruel,
inexperto y centralizado en Bogotá. A esa amenaza se opusieron con gran decisión y
defendieron lo que ellos consideraban adecuado.
Agustín Agualongo es uno de los paradigmas de esa época que más polémica ha generado en
la actualidad, considerado héroe por unos historiadores y villano por otros debido a que
defendió la causa realista, demostró, que la vida se saborea plenamente y la muerte se
recibe con satisfacción, cuando se defiende con coraje y perseverancia aquello que se cree.
En cada época y en cada lugar, las creencias han formado parte esencial de la vida de las
personas y han conducido el destino de la humanidad: los conflictos religiosos, étnicos,
políticos, sociales y las dos guerras mundiales se han desatado porque una persona o un
pueblo entero creyeron en algo. De la misma manera, los actos más sublimes, las creaciones
más preciosas y las victorias más contundentes sobre la maldad, la muerte y el miedo han
sido manifestaciones de la capacidad de las personas para creer en Dios, en el amor, la
bondad, en la espiritualidad, la lealtad del ser humano y el valor de la palabra.
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Recordemos por ejemplo, la heroica respuesta de Don Tomas Santacruz Caicedo, quien
recogiendo el sentir del cabildo de Pasto- en el año 1812- respondió en carta a las amenazas
de destrucción y vituperios nacidos de la deslealtad del Jefe patriota McCaulay al romper
el acuerdo de paz con esta ciudad. El texto dice:
“…ha tenido este cabildo que tocar con la oficialidad y tropas de esta ciudad, sin cuyo
consentimiento nada puede hacer por si solo y han resuelto esperar a usted y quedar
sepultados bajo las ruinas de su patria con el consuelo y la gloria de haber sido hombres de
su palabra, incapaces de felonía”…
Por supuesto, estas palabras eran muestra viva del valor de la gente de estas tierras que no
sólo habían logrado reconquistar su ciudad, sino que más adelante vencerían al general
McCaulay en Catambuco; en ellas subyace una verdad universal de gran poder: Quien decide
creer, encuentra una razón para existir, un motivo por el cual sacrificar su vida y obtiene
el temple del que están hechos los héroes.
En el plano individual, la forma como la persona se comporta está determinada por
convicciones e ideas arraigadas, racionales o irracionales, que se han aprendido en el
entorno y la Psicología Cognitiva ha logrado reconocer que estas últimas son causa de
muchos problemas emocionales y psicológicos. Tenemos, por ejemplo, aquel individuo que
desconfía o hiere a los demás porque en su infancia aprendió a pensar que las personas son
malas o inmorales por naturaleza; el pesimista cree que todo cuanto sucede está fuera de su
control y aquel con baja autoestima se desenvuelve en torno a la firme convicción que son
los demás quienes determinan su valor propio.
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Tener creencias es importante porque son ellas las que construyen la identidad y permiten
que los demás sepan a que atenerse con uno. Cierto filósofo cuenta la anécdota de un
mercader árabe que desistió de hacer un buen negocio, porque supo que su intermediario no
creía en Dios y en nada. Se dijo a sí mismo:
- Este hombre no tiene nada a lo cual le guarde fidelidad y de seguro tampoco me la
guardará a mí.
Conocer las creencias, es una sabia manera de comprender a las personas y de encontrarse
con uno mismo. ¿En algún momento de la vida, se ha sentado usted a pensar en lo que cree?
¿Realmente, usted está creyendo en algo? ¿Cómo llegó a esa creencia? Para responderse
usted tendría que evaluar sus pensamientos y opiniones en torno a aspectos como Dios, el
amor, la amistad, su filiación política, su propia capacidad, etc. Pese a que ninguna creencia
está totalmente acabada porque se construye con la experiencia aproximándose poco a poco
a lo que se llama “verdad”, al centrar su atención en alguno de estos aspectos mencionados,
se dará cuenta que cada creencia está basada en una experiencia y conocimiento logrados
con la razón y aceptados con las emociones. Sin embargo, si lo que encuentra es una
“inercia ideológica” mediante la cual ha asumido sin cuestionar las creencias de la familia o
ha sido doblegado por la presión social a la conformidad, de tal manera que usted ha
terminado defendiendo algo que solo conoce superficialmente, entonces puede estar
cayendo en uno de los peores errores humanos causantes de muchas desgracias. Tom
Payne, en su libro “la Edad de la Razón”, lo expresó así:
“la infidelidad no consiste en creer o no creer. Consiste en profesar que se cree lo que no
se cree. Es imposible calcular el perjuicio moral, si se me permite expresarlo así, que ha
producido la mentira mental en la sociedad. Cuando el hombre ha corrompido y prostituido
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de tal modo la castidad de su mente como para someter su profesión de fe a algo que no
cree, se ha puesto en condiciones de cualquier otro crimen”
Si ha notado esta infidelidad en su cotidianeidad, sería importante que comience a
desarrollar una Filosofía de Vida que cimiente con bases firmes su comportamiento, le
otorgue un horizonte a su existencia y genere una mayor coherencia entre lo que usted
piensa, dice y hace. Para lograr eso, es necesario considerar lo siguiente:
- El Creer es un aprendizaje, no una herencia. Adoptar la religión, el partido político, la
profesión que han caracterizado a la familia durante varias generaciones sin tener un
proceso de inducción, ni la oportunidad de cuestionarlos lleva a la infidelidad con uno
mismo. Recuerde que su entorno cultural inmediato ofrece bases ideológicas para que
usted pueda vivir con los demás, pero el hecho que le den resultado o se sienta cómodo
con ellas, no significa que sean universales o constituyan la verdad y única realidad.
- Quien cree, puede dudar de sus ideas; quien no cree, se cierra. Asumir las
ideologías y doctrinas como algo acabado e inmodificable cierra las posibilidades de
aprender y madurar, generando conflictos con las demás personas, se forman estereotipos
negativos de aquellos que tienen ideologías distintas como los protestantes, los defensores
del aborto, de la pena de muerte o se incrementan las diferencias entre militantes de
partidos políticos en épocas de elecciones.
Cuando no hay una reflexión continua del individuo, las creencias erróneas o irracionales
ganan fuerza en la existencia del individuo con los respectivos problemas éticos,
psicológicos y emocionales que acarrean.
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Es necesario el cuestionamiento propio y la búsqueda constante de información y
experiencias que lo puedan confirmar como un creyente o le permitan aumentar la fidelidad
consigo mismo, aún al tener que abandonar una creencia.
Valor para creer y dejar de creer. Cuestionarse requiere valor, porque en muchos casos,
las creencias generan comodidad, esperanza, autoimportancia y si lo que se ha defendido es
un error, aun percatándose de ello, gran parte de las personas tienden a seguir encontrando
evidencias que sustenten su error y aplican sus postulados falsos constantemente a la tarea
de sobrevivir y autorrealizarse, lo cual es equivalente a convertirse en comerciante
teniendo la firme idea que 2 + 2 es igual a 5.
Bajo un conocimiento errado, en la interacción con otros seres humanos nunca sabría si
está perdiendo o ganando, pero logrará que quienes se sientan estafados o engañados se
alejen de él y al percatarse de no progresar nunca podrá aceptar la causa de ello.
- Tomar el control de sus creencias: Si usted se despoja de la inercia cultural que
genera conformidad con las creencias, comenzará a decidir sobre las ideologías y
pensamientos que defenderá, sin embargo, habrá momentos en que la información
existente sobre algún aspecto en torno al cual desea formar su opinión y comprometer
sus emociones, no es suficiente y le impide saber si en realidad sus creencias se acercan
a la verdad o lo correcto. En ese caso, recordemos la siguiente expresión de Don Juan
transcrita por Carlos Castañeda en el libro “las Enseñanzas de Don Juan”:
“un guerrero(1) debe ser fluido y debe variar en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón
o de la voluntad… el aspecto más peligroso de esa variación surge cada vez que el guerrero descubre que el
mundo no es ni lo uno ni lo otro. El único modo de salir a flote en medio de esas variaciones es proseguir con
nuestras acciones como si uno creyera. En otras palabras, el secreto de un guerrero es que el cree sin creer.
Pero, por lo visto un guerrero, no puede nada mas que decir que cree y dejar allí las cosas. Eso sería demasiado
fácil. Creer no más que por creer lo libraría de examinar su situación. Cuando un guerrero tiene por fuerza que
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creer, lo hace porque así lo escoge, como expresión de su predilección más íntima. Un guerrero no cree, un
guerrero tiene que creer”.
Rescatar la posibilidad de creer en algo por lo que se daría hasta la vida es el paso esencial
para lograr una sociedad con valores éticos y espirituales y Colombia, necesita gente que
crea en su país, en su gente, en su trabajo y en sus propias potencialidades para emerger en
el contexto internacional como una nación digna y fiel, recuperando aquellos valores que le
permitan a la gente actuar con coraje y heroísmo.
(1)Término empleado para describir a un hombre con conocimientos superiores que le permiten un estilo de vida con control de
las fuerzas de invisibles de la naturaleza y el propio hombre. Sem. Chaman.