1. QUINTA SEMANA DE PASCUA
(Ciclo C)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14, 21-27: Fin de la misión en Iconio.
La lectura nos centra en el fin de la misión de Pablo y Bernabé de
regreso a Antioquía. El trabajo misional consolidó a la comunidad
cristiana: anima a los creyentes a permanecer en la fe, exhortan las
tribulaciones hay que pasarlas para entrar en el Reino de Dios (vv.21-
22; cfr. Hch.15, 26; 16,5; 20,24; 21,13; Mt. 5,10; Flp.1,28-30;
2Tm.2,12; Hb.10,36). Comienza a notarse una primera organización
jerárquica de la comunidad: presbíteros designados por los apóstoles
(v.23; cfr. Hch.20, 32). El ayuno, la oración y la imposición de las
manos formaban parte de la institución de estos hombres
responsables de la comunidad (cfr. Hch. 13, 3; 6, 6). Aparece, lo que
será más tarde uno de los grados del ministerio sacerdotal en la
Iglesia. Este primer viaje misional es primeramente obra del Espíritu
Santo (cfr. Hch. 13,2; 14,20), donde hubo signos y prodigios (cfr.
Hch.13,9. 11; 14,8-10), testimonio fiel en la persecución (cfr. Hch.13,
46.51;14,19), predicación del evangelio (cfr. Hch.13,32.44.46; 14,15),
consolidación de la Iglesia entre los gentiles (cfr.
Hch.13,12.43.49.52;14,1.21.23.25). La tarea misional es obra de Dios,
los hombres solo colaboran.
2. b.- Ap. 21,1-5: Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.
El apóstol Juan, nos presenta a Jesucristo Resucitado, pero ellos
siguen en el mundo, donde hay dolor y muerte, pero en el futuro de la
humanidad y de la Iglesia se promete una victoria sobre el mal y la
muerte. Ese es el final de la historia, los cielos y la tierra nueva, que
los profetas vieron para los días del Mesías, alcanzan su realización
en la nueva Jerusalén (cfr. Is. 52,1; 65,17ss; 66,22). Esta es la ciudad
de los cristianos, la Tierra Santa del Nuevo Testamento. Juan
contempla un cielo y una tierra nueva, porque todo lo antiguo ya pasó,
Dios hace todo nuevo: el mar ya no existe, tampoco la muerte, llanto,
clamor y dolor, ya no existen más; tampoco existen más la maldición y
ni la noche (cfr.Ap.21,1. 4; 22, 3. 5. 11). La tierra y el cielo son nuevos,
Jerusalén también lo es, porque en ella triunfa la vida sobre la muerte,
el orden sobre el caos, la luz sobre las tinieblas. En el Apocalipsis,
Jerusalén es la ciudad santa, se opone a Babilonia, símbolo de la
idolatría; Jerusalén es la ciudad santa, esposa del Cordero. El
movimiento del cielo y la tierra, es de tipo descendente, es la etapa
final de la historia, cuando el cielo baja a la tierra; la salvación y
liberación llega finalmente a la tierra. Lo contrario lo encontramos en
Babel, cuando la humanidad quiere construir una ciudad y llegar al
cielo (cfr. Gn. 11,1-9), comienza con una ciudad opresora, soberbia e
idolátrica, y termina con la nueva Jerusalén, la ciudad bajada del cielo
a la tierra (cfr. Ap. 21,2). Ese es nuestro destino glorioso y eterno con
Jesús Pastor y Pontífice nuestro.
c.- Jn. 13, 31-35: Os doy un mandamiento nuevo: que os améis
unos a otros como Yo os he amado.
La salida de Judas, en la noche, conduce a una confesión, un grito de
triunfo, ha comenzado la pasión, puesto que Judas, impulsado por
Satanás, acaba de salir, Jesús celebra ya su triunfo, como algo
consumado (cfr. Jn.13, 30). Es determinante para entregar su vida, ser
levantado, con lo que da a conocer a Dios y atraer hacía Sí a todos los
hombres (cfr. Jn.3,14; 8, 28; 12,32-33). La hora de la muerte ha
3. llegado, momento central en su vida, fin de su misión (v.31; Jn.7,30;
12,23; 13,1; 17,1). “Hijo del Hombre”, apunta a la crucifixión y la futura
condición de Juez de parte de Jesús (cfr.Jn.1, 51; 3,14; 6, 27.53; 8,28;
12,23). La glorificación de Jesús, sellada en la Cruz, marca la plenitud
de la revelación de Jesús, como Hijo de Dios, que vino a revelar el
amor del Padre por los hombres y su propio amor personal por sus
discípulos: los amó hasta el extremo (cfr. Jn.3,16; 10,11-18; 13,1;
15,12-15; Jn.4,7-21; Rm.5,8; 8,32). La glorificación de Jesús se
encuentra unida a su partida, para los judíos la separación será
definitiva, para los discípulos será momentánea. Jesús les da un
mandamiento nuevo, que se corresponde con el don del ejemplo de
amor que les ha dado mientras a estado con ellos, como el lavado de
pies y el bocado compartido, están marcados por el mandamiento
nuevo (cfr. Jn.13,1-30). Tanto el ejemplo como el mandamiento, están
muy relacionados con la exigencia que Jesús hace a sus discípulos de
que le sigan en esa entrega de la vida mediante la muerte. Está
implícito en el mandato, que obren con el prójimo como ÉL había
hecho con ellos (cfr. Jn.13,15), que ahora se hace explícito, en el
mandamiento nuevo: se amarán uno a otros como Jesús les ha
amado. Es un amor singular, como el de Jesús por los suyos, lo que
caracterizará a sus discípulos. En poco tiempo Jesús, no estará con
ellos, y éstos no podrán ir donde está Jesús. En ese tiempo de
ausencia, tienen el mandato de hacer presente el amor de Jesús,
haciendo presente su estilo de amar y servir al prójimo. El principio
central, es el mandamiento nuevo del amor, distinto al de la Ley;
mandamiento de la alianza nupcial. Es nuevo porque nace del corazón
de Cristo, de su amor, para la naciente comunidad: “Amaos como Yo
os he amado” (cfr. Lev. 19,18; Jn. 2, 1-11; 3, 29; 20, 1-18). Para Juan
creer y amar, constituyen todo el quehacer del cristiano; determinan
desde la raíz el núcleo de la existencia cristiana. La historia de Jesús,
es la demostración más clara del amor del Padre por el hombre al
entregarlo a su único Hijo. ÉL a su vez, ha amado al hombre hasta el
extremo de dar lo más suyo la vida y el Espíritu, de ahí que amarse
4. entre sí, es la respuesta al amor del Padre. Esta nueva capacidad de
amar nace de Jesús, es la novedad radical, nueva creación en la
propia vida y un nuevo éxodo. Si bien Jesús se dirige al grupo de los
apóstoles, también es cierto, que el amor de Dios Padre se dirige al
hombre, cada hombre, toda la humanidad (cfr. Jn. 3, 18). Ese amor del
Padre alcanza su plenitud, en la respuesta que cada hombre da a Dios
pero pasando por el prójimo, lo que constituye la comunidad eclesial.
Luego, se piensa en los foráneos es decir, los no cristianos en cuanto
se desea que también participen de ese amor divino. Es impensable
el amor al prójimo, si no existe primero en la comunidad. Sólo la
comunión con Jesús, posibilita la adhesión plena para revivir el
misterio pascual en la vida de cada miembro de la comunidad. Esta
necesitará de la muerte de Jesús en Cruz y la venida del Espíritu
Santo, para que cada miembro de la Iglesia alcance su madurez.
Santa Teresa de Jesús: Hablando del amor la Santa nos invita a vivir
el amor fraterno, sin mezcla de egoísmo: “Tornando al amarnos unas a
otras, parece cosa impertinente encomendarlo, porque ¿qué gente hay
tan bruta que tratándose siempre y estando en compañía y no
habiendo de tener otras conversaciones ni otros tratos ni recreaciones
con personas de fuera de casa, y creyendo nos ama Dios y ellas a él
pues por Su Majestad lo dejan todo, que no cobre amor? En especial,
que la virtud siempre convida a ser amada; y ésta, con el favor de
Dios, espero en Su Majestad siempre la habrá en las de esta casa. Así
que en esto no hay que encomendar mucho, a mi parecer. En cómo
ha de ser este amarse y qué cosa es amor virtuoso -el que yo deseo
haya aquí- y en qué veremos tenemos esta virtud, que es bien grande,
pues nuestro Señor tanto nos la encomendó y tan encargadamente a
sus Apóstoles (Jn.13, 34), de esto querría yo decir ahora un poquito
conforme a mi rudeza. Y si en otros libros tan menudamente lo
hallareis, no toméis nada de mí, que por ventura no sé lo que digo.”
(CV 4,10-11).
5. LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14,5-18: Curación de un lisiado en Listra.
La curación del tullido realizada por Pablo en Listra, sigue el esquema
de las curaciones realizadas por Jesús y por Pedro (cfr. Lc. 5, 18; Hch.
3, 1.7-8; 9, 32). La idea de estas curaciones en Hechos, es enseñar
que Jesús sigue obrando milagros por medio de sus apóstoles, como
proclamación del evangelio a judíos y paganos. Es un acontecimiento
salvífico, en cuento obtuvo la salud física, pero también es
proclamación de la fe (cfr. Hch.3, 16; 4, 9.12). Se trata de reconocer el
poder salvífico del Nombre de Jesús por medio de la predicación,
acercarse al Dios vivo (cfr. Hch. 4,10 -12). Sin embargo, la reacción de
éstos últimos, responde a su mentalidad: creen ver en Pablo y
Bernabé a los dioses, Júpiter y Hermes, que han tomado forma
humana. El colmo de su agradecimiento es cuando quieren ofrecer
toros en sacrifico, en su honor; entonces los apóstoles rasgan sus
vestidos, en contra del culto a los ídolos, pecado capital para los judíos
(v.13). Pablo y Bernabé detienen ese acto afirmando la igualdad entre
los hombres, ellos no son dioses, sino mortales; proclaman o
fundamental de la fe judía: Dios es el Creador de todo, y es conocido
por medio del mundo visible (v.14). No se menciona ni la historia de la
salvación ni a Jesús, porque para estas gentes eran desconocidas por
el momento. Dios ha permitido que los paganos vayan por su camino
debido a la ignorancia. No obstante, Dios se ha manifestado por medio
de la naturaleza, la lluvia fecunda la tierra y da el alimento y el vino
que alegra el corazón del hombre. Se contrapone el Dios verdadero a
los falsos dioses, al Dios vivo a los dioses inertes (vv.15-17). Todas
son bendiciones divinas, sin las cuales el hombre no tendría nada de
cuanto goza hoy. La predicación de Pablo posee toda su raigambre
profética, es decir, la conversión al Dios verdadero frente al
paganismo; el complemento es la conversión al evangelio: “os
predicamos que abandonéis estas cosas vanas y os volváis al Dios
6. vivo” (v. 15), con lo que consiguieron que no les ofrecieran un sacrificio
como si fueran dioses. En la Eucaristía, actualizamos la salvación de
Dios en la Iglesia y en sociedad, con nuestro testimonio sereno y
humilde.
b.- Jn. 14, 21-26: El que me ama guardará mi palabra.
El evangelio de Juan, pretende responder a la ausencia física de
Jesús, y de otros testigos. Mientras los otros evangelios conservan las
promesas de la Parusía (cfr. Mt. 28, 20), Juan que escribe más tarde,
desarrolla una respuesta teológica centrada en la experiencia de una
presencia de, seguir vivo entre los suyos, si guardan sus palabras, sus
mandamientos (vv.20-23). Morará en ellos de un modo nuevo toda la
Trinidad. Será el Espíritu Santo quien recree esta presencia y
enseñará todo y recordará las palabras del Maestro. El Padre y el Hijo
y la comunidad creyente, forman un círculo perfecto de amor y
obediencia, comunión y conocimiento mutuo. Todo cuanto enseñó
Jesús los discípulos no lo asimilaron inmediatamente, sino que había
que esperar la venida del Espíritu Santo (vv.24-26), que acompañará a
la comunidad a recordar lo que Maestro enseñó. Este Abogado, traerá
a la memoria de los creyentes las enseñanzas de Jesús, es decir,
interpretarlas y profundizarlas, en todo su sentido para enriquecer a la
vida de la Iglesia desde la luz de la resurrección. Continuador de la
obra y presencia de Jesús en su Iglesia (cfr.Jn.16, 13ss). Para Juan, la
despedida de Jesús más que ausencia es motivo de gozo y paz, frutos
del Espírito Santo.
Santa Teresa de Jesús, experimentó esta palabra evangélica cuando
fue invitada a contemplar el misterio de vivir en el seno del amor
trinitario: “Aquí es de otra manera: quiere ya nuestro buen Dios quitarla
las escamas de los ojos y que vea y entienda algo de la merced que le
hace, aunque es por una manera extraña; y metida en aquella morada,
por visión intelectual, por cierta manera de representación de la
verdad, se le muestra la Santísima Trinidad, todas tres personas, con
una inflamación que primero viene a su espíritu a manera de una nube
7. de grandísima claridad, y estas Personas distintas, y por una noticia
admirable que se da al alma, entiende con grandísima verdad ser
todas tres Personas una sustancia y un poder y un saber y un solo
Dios; de manera que lo que tenemos por fe, allí lo entiende el alma,
podemos decir, por vista, aunque no es vista con los ojos del cuerpo,
porque no es visión imaginaria. Aquí se le comunican todas tres
Personas, y la hablan, y la dan a entender aquellas palabras que dice
el Evangelio que dijo el Señor: que vendría El y el Padre y el Espíritu
Santo a morar con el alma que le ama y guarda sus mandamientos”
(7M 1,6).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 14,19-28: Fin del primer viaje apostólico
Concluye el primer viaje apostólico de Pablo y Bernabé. Lucas,
acentúa la reacción de los judíos y la de los gentiles ante la
predicación del evangelio. El dolor de la lapidación sufrida por Pablo a
manos de judíos venidos de Antioquía a Iconio, les hace exclamar más
tarde. “Es necesario que pasemos muchas tribulaciones para entrar en
el Reino de Dios” (v. 22). Esa lapidación adquiere un sentido salvífico,
motivo de profunda alegría para Pablo, sufrir por el Reino de Dios.
Organizan nuevas comunidades dejando presbíteros, animando a los
fieles a la perseverancia, y encomendándoles a la gracia y al poder de
Jesucristo fue su apostolado. Vueltos a Antioquia contaron sus
experiencias y cuanto había hecho Dios con ellos y cómo habían
abierto la puerta de la fe a los gentiles (vv. 23-24; cfr.1Cor.16,9; 2Cor.
2,12; Col.4,3). En la Eucaristía asistimos con fe a la celebración para
contemplar la acción de Cristo vivo en su Palabra y en el Pan de lo
fuertes en nuestras vidas.
8. b.- Jn. 14, 27-31: La paz os dejo, mi paz os doy
El evangelio nos presenta otro momento del discurso de despedida de
Jesús: el tema es la paz. Había comenzado el capítulo con aquello de:
“No se turbe vuestro corazón” (Jn. 14,1). La partida de Jesús, no
debería ser causa de turbación sino de mucha paz y alegría. ¿Por
qué? Porque camina hacía su Hora, hacia la humillación de la Pasión,
pero camino de gloria, que conduce al Padre. De saludo de paz,
Jesús como hombre singular, no se va, anuncia su regreso entre ellos.
Su ida es momentánea, pero les deja su paz; don definitivo que
conseguirá en su misterio pascual: paz entre el cielo y la tierra. Por
eso habla de “mí paz”, no cualquier paz, sino la que proviene de su
muerte y resurrección. La paz de Cristo, es siempre un don y no un
premio a sus méritos. ÉL la logró para nosotros; el motivo último para
dárnosla es el amor. No así, no así la paz del mundo, que es siempre
interesada (cfr. Rm. 6, 23). El ir y volver de Jesucristo, es parte de una
sola realidad: su misterio de muerte y resurrección. Su marcharse,
volver al Padre, debe ser para el creyente motivo de gozo, porque de
eso dependen, todos los bienes de la vida nueva en Cristo Jesús en
cuanto discípulo. Termina una parte del ministerio de Jesucristo, y
comienza el más importante vivir la redención del género humano, por
medio de la cruz y resucitar de entre los muertos. Se acaba este
tiempo, porque se acerca el “Príncipe de este mundo” (v. 30), que
actúa por medio de Judas Iscariote (cfr. Jn.13, 27). Satanás, no tiene
ningún poder sobre Jesucristo, porque está libre de pecado, si lo tiene
sobre el hombre en cuanto pecador. Sus últimas palabras no deben
hacer meditar en nuestra filiación: “pero ha de saber el mundo que
amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado. Levantaos.
Vámonos de aquí.» (v. 31). Jesús ama al Padre y le obedece: cumplirá
su voluntad, por eso entrega la vida. Nosotros debemos dejar que el
Padre obre en nosotros, como lo hizo en Jesús.
Santa Teresa de Jesús, exhorta a tener paz en el corazón, la mente y
la voluntad para crear ambientes comunitarios ricos de la presencia
9. del Resucitado. “Por eso, no os desaniméis, si alguna vez cayereis,
para dejar de procurar ir adelante; que aun de esa caída sacará Dios
bien, como hace el que vende la triaca para probar si es buena, que
bebe la ponzoña primero. Cuando no viésemos en otra cosa nuestra
miseria y el gran daño que nos hace andar derramados, sino en esta
batería que se pasa para tornarnos a recoger, bastaba. ¿Puede ser
mayor mal que no nos hallemos en nuestra misma casa? ¿Qué
esperanza podemos tener de hallar sosiego en otras cosas, pues en
las propias no podemos sosegar? Sino que tan grandes y verdaderos
amigos y parientes y con quien siempre, aunque no queramos, hemos
de vivir, como son las potencias, ésas parece nos hacen la guerra,
como sentidas de las que a ellas les han hecho nuestros vicios. ¡Paz,
paz!, hermanas mías, dijo el Señor, y amonestó a sus Apóstoles tantas
veces (Jn.20, 19). Pues creeme, que si no la tenemos y procuramos
en nuestra casa, que no la hallaremos en los extraños.” (2M 1,9).
MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 15, 1-6: Controversia en Antioquia y Jerusalén.
El texto nos plantea las primeras dificultades que nacen la Iglesia de
Antioquía y Jerusalén con la apertura del evangelio a los gentiles
(vv.1.5). Mientras la mayoría se alegra por la acción de Dios en ellos,
una minoría se opone y exige la necesidad de observar la ley de
Moisés, en particular la circuncisión para alcanzar la salvación. Se
trataba de salvar la libertad del evangelio, y por otra, la unidad de la
Iglesia. La Fe en Jesucristo, era el último estadio al que lo llevaba la fe
del AT. Si bien, aceptaron la novedad del evangelio, la mentalidad
judía acerca de la ley y la validez de las prescripciones rituales,
(circuncisión, pureza o impureza de alimentos, días sagrados etc.), no
había cambiado mucho. La fe cristiana se había expresado hasta ese
momento en categorías judías, sin embargo, la Iglesia crecía en otro
10. terreno, el de los gentiles. Los interrogantes más importantes, eran el
tema de la Ley: ¿qué validez tenía para el nuevo pueblo de Dios?
¿Había una continuidad del plan de Dios respecto del nuevo pueblo de
Dios? Pensaban que los gentiles sólo podían ingresar a este nuevo
pueblo si aceptaban la Ley. El problema era grave, situación
manifiesta de una Iglesia en expansión (cfr. Rm. 2, 29; 3,19-24; 4; 7;
Gál. 2, 16-21; 3,4). La solución debía venir de los Apóstoles y los
ancianos (v.2.). Pablo y Bernabé son enviados a Jerusalén a consultar
a los apóstoles, y les narraron las maravillas que Dios había hecho
entre los gentiles (v. 4). También los fariseos convertidos al evangelio
en Jerusalén, exigían abrazar la ley de Moisés a los nuevos cristianos.
Nace así la primera asamblea plenaria, concilio, convocada por la
situación de Antioquía, no por los Apóstoles (v.6). La Iglesia de
Jerusalén toma parte y la solución viene de los responsables que son
los Apóstoles y ancianos, donde se hace notar el carácter comunitario
de la Iglesia apostólica.
b.- 15,1-8: La Vid y los sarmientos.
Este evangelio, el segundo discurso de Jesús profundiza el tema de la
unión y presencia de Cristo en la vida del creyente, por medio de la
alegoría de la vida y los sarmientos. Jesús, es fuente de vida para sus
creyentes y de las obras que realicen. Si bien hasta ahora, se nos
pedía creer en Jesús, ahora se trata de permanecer en ÉL (cfr. Jn. 14-
15). Este pasaje es sólo comparable con el tema eucarístico,
permanecer en ÉL, comer el Pan de vida (cfr. Jn. 6). Israel era la viña
de Yahvé (cfr. Is. 5,1; Jr. 2,21; Ez. 17,5-10; Sal.79, 9-17); Juan,
sustituye a Israel y al Reino, por la realidad de Cristo Jesús (cfr. Mt.
20,1-8; 21, 33-41). Jesús, usa las imágenes de la vid y los sarmientos,
para hablar de la unión íntima de sus discípulos con ÉL y entre ellos.
Esta vid, ya no es Israel, sino Jesús; el viñador es el Padre, Jesús
siempre en unión con el Padre. Los frutos son imagen de las buenas
obras, su carencia es signo de falte de fe o los que abandonan el
camino de fe. La limpieza (v.3), o poda, que hace el viñador, es la
11. obra que ha hecho Jesús con sus discípulos, por medio de su palabra,
la comunicación que estableció con cada uno de ellos. Porque están
limpios, deben permanecer en ÉL, aunque Jesús se marche sus
discípulos deben permanecer unidos a ÉL. Promete su presencia en
ellos, por lo tanto, la unión con el Maestro permanece por la vivencia
de la fe y el amor. Se trata de una dinámica fructificación de la fe en
Jesús y su evangelio, que vivifica desde dentro al creyente. La razón
última del discipulado, es que el Padre ama al Hijo y el Hijo ama a los
que creen en su palabra. Vía obediencia y configuración con Cristo, se
llega al amor de unión con Dios; lo mismo que el Hijo vive la unión
perfecta con el Padre.
Santa Teresa de Jesús, reconoce que los esfuerzos por crecer en la
vida espiritual sólo es obra de Jesús en el avance dentro del Castillo
Interior. “Pues hablando de lo que dije que diría aquí, de la diferencia
que hay entre contentos en la oración o gustos, los contentos me
parece a mí se pueden llamar los que nosotros adquirimos con nuestra
meditación y peticiones a nuestro Señor, que procede de nuestro
natural, aunque en fin ayuda para ello Dios, que hase de entender en
cuanto dijere que no podemos nada sin El (Jn.15,5); mas nacen de la
misma obra virtuosa que hacemos y parece a nuestro trabajo lo hemos
ganado, y con razón nos da contento habernos empleado en cosas
semejantes. Paréceme a mí que así como estos contentos son
naturales, así en los que nos dan las cosas de Dios, sino que son de
linaje más noble, aunque estotros no eran tampoco malos. En fin,
comienzan de nuestro natural mismo y acaban en Dios.” (4M 1,4).
JUEVES
Lecturas bíblicas:
a.- Hch. 15,7-21: Concilio de Jerusalén.
12. El discurso de Pedro y Santiago, quieren resaltar la actuación de Dios
para con los gentiles (vv. 7-11; 13-21). El discurso y defensa del
evangelio y la unidad de la Iglesia la hace Pedro. Es el que inició este
trabajo con Cornelio y la Iglesia de Jerusalén estuvo de acuerdo. Este
acontecimiento le sirve a Pedro para hacer comprender el plan de Dios
sobre los gentiles. Es Dios quien envió el Espíritu Santo sobre gentiles
y judíos en esa ocasión. Dios no hizo distinciones entre ellos, judíos y
los gentiles, les concedió el mismo Espíritu Santo; les purificó el
corazón, en cambio los fariseos creían que se lograba por la Ley, en
cambio, ahora es por la gracia y la fe en Cristo Jesús. La salvación
viene por la gracia que Jesús concede al creyente y no por yugo
insoportable de la Ley (v.10; Gál. 6,13). Luego vino la intervención de
Pablo y Bernabé, que contaron las maravillas que hacía el Señor en
medio de los gentiles (v.12). El discurso de Santiago, a modo de
síntesis, quiere ser una confirmación de lo dicho por Pedro y Pablo,
pero también una adhesión ordenada a justificar desde la Escritura, lo
vivido por sus hermanos Pablo y Bernabé (cfr. Am. 9, 11-12; Jer. 12,
15). Conseguida la libertad del evangelio respecto a la Ley, había que
disponer algunas obligaciones a los cristianos venidos de la gentilidad
(vv.19-21). Santiago dispone cuatro clausulas rituales para una sana
convivencia eclesial de judíos y gentiles, tomadas del Levítico: no
contaminarse con la carne ofrecida a los ídolos ofrecida en los templos
paganos y mucho menos comerla en los rituales de ellos, ni comprarla
en el mercado (cfr. Lev.17,8); abstención de la fornicación, se refiere al
matrimonio por razones de parentesco (cfr. Lev. 18, 6-18); comer
animales con su sangre, es decir, los que habían muerto sin sangrar, y
la misma sangre. Para ellos la vida está en la sangre y por lo tanto es
de Dios (cfr. Lev. 17, 10ss). Si vemos, las prohibiciones se trata de
aspectos que más rechazaba la mentalidad judía: la idolatría y la
inmoralidad sexual. Con este primer concilio y decreto quedan abiertas
las puertas para el ingreso de los gentiles a la Iglesia de Dios, libres de
la circuncisión y del yugo de la Ley, como una realidad dirigida y
querida por Dios. En la celebración eucarística, es Cristo quien
13. despliega su gracia salvífica a los participantes que escuchan su
Palabra y comulgan su Cuerpo y Sangre.
b.- Jn. 15, 9-11: Permaneced en mi amor.
Este pequeño texto de Juan, nos introduce en el mandato de
permanecer en su amor; amor que viene de arriba, que viene del
Padre, que es el primero que amó al Hijo, la misma realidad manifiesta
Jesús a sus discípulos: los ama con el mismo amor con que es amado
por el Padre. Es desde la obediencia al Padre, que el Hijo, consigue
ese retorno de amor al seno de la Trinidad. En Juan, permanencia y
amor pareen ser sinónimos. Jesús en el amor de sus discípulos y
estos lo amarán sólo con la fuerza de su amor. Amor que se prolonga
hasta el Padre, fuente de todo amor verdadero, y viceversa amor que
llega del Padre, llega a Jesús y por ÉL a nosotros. En este discurso de
despedida de la tristeza surgen palabras que llevan al gozo, debido a
que su partida producirá una experiencia mayor de intimidad,
verdaderamente de amor salvador definitivo, puesto que su gozo
mesiánico lo hace nuestro (v.11). Sólo el amor divino, es del que se
nutren los amigos fuertes de Dios, como dirá Teresa de Jesús. Amor y
amistad, rigen las relaciones de Jesús con sus discípulos, iniciativa del
Padre que el Hijo comunica y vive para que los hombres la
comuniquen entre sí y la vivan para gloria del Padre.
Santa Teresa de Jesús, enseña que debemos imitar a Jesús, vivir de
su amor. “Y este amor que sólo acá dura, alma de éstas a quien el
Señor ya ha infundido verdadera sabiduría, no le estima en más de lo
que vale, ni en tanto. Porque para los que gustan de gustar de cosas
del mundo, deleites y honras y riquezas, algo valdrá, si es rico o tiene
partes para dar pasatiempo y recreación; mas quien todo esto
aborrece ya, poco o nonada se le dará de aquello. Ahora, pues, aquí -
si tiene amor- es la pasión para hacer esta alma para ser amada de él;
porque, como digo, sabe que no ha de durar en quererla. Es amor muy
a su costa. No deja de poner todo lo que puede porque se aproveche.
14. Perdería mil vidas por un pequeño bien suyo. ¡Oh precioso amor, que
va imitando al capitán del amor, Jesús, nuestro bien!” (CV 6,9).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 15, 22-31: Carta apostólica de Jerusalén.
De la reunión conciliar de Jerusalén, sale un decreto que manifiesta la
presencia del Espíritu en la Iglesia; ÉL es el que dirige y alienta la
expansión de la fe cristiana. Los destinatarios inmediatos son los
gentiles, que se incorporaban a la Iglesia (v. 23; cfr. Hch.21,25).
Nombran dos delegados propios, Judas y Silas, además de Pablo y
Bernabé embajadores de la comunidad de Antioquía, llevan por
escrito lo acordado. Esta decisión deja ver la autoridad de la Iglesia
de Jerusalén. La carta en cuestión, es enviada a Antioquía y otras
comunidades con la clausulas indispensables entre los cristianos de
origen judío y griego, para construir comunidad, en fe y caridad,
indispensable para la vida eclesial. La decisión de proclamar la libertad
del Evangelio, respecto a la Ley fue asumida por el Espíritu Santo y
los miembros de la comunidad (cfr. Rm. 6,14; 7,4; Gál. 5, 18.23;
1Tm.1,9). Santiago, movido por el Espíritu Santo, habla basado en la
Escritura (cfr. Am. 9,11-12), pero además supo exponer el pensar de
la comunidad. Las cuatro prohibiciones están tomadas del libro del
Levítico: no contaminarse con la carne ofrecida a los ídolos; la
abstenerse de la fornicación; la prohibición de comer animales con su
sangre, prohibido consumir su misma sangre (v.29; cfr. Lv. 17, 8. 10ss;
18, 6-18). Se trata de evitar la idolatría y la inmoralidad sexual, ideas
que rechazaba la Ley de Moisés y los propios judíos. Este comunicado
causó gran alegría y aliento en las Iglesias, abriendo un campo
amplísimo para la evangelización (v.31). En la Eucaristía celebramos
con Aquel que nos amó hasta entregarse por nosotros y hacerse Pan
que nos confirma en la unidad de la fe y la caridad en su Iglesia.
15. b.- Jn. 15, 12-17: Esto os mando: que os améis unos a otros como
yo os he amado.
Este breve pasaje evangélico es eco del gran mandamiento de Cristo
de amarse los unos a los otros como ÉL no amó (v.12). La comunión
de amor y vida de Jesús con sus discípulos, tiene un origen trinitario.
Jesús revierte el amor que recibe del Padre en ellos, como es amado
ÉL, así ama a los suyos. Los discípulos son llevados a ese grado de
amistad y comunión y permanecerán en él, si guardan su
mandamiento nuevo: el amor al prójimo. Amarse entre ellos, con la
misma fuerza con ÉL, los ha amado. Todos los mandamientos Jesús,
los resume en su mandamiento. Su mandamiento y el mandamiento
nuevo, son una misma realidad, porque nacen de una realidad más
profunda: como yo os he amado (cfr. Jn.13, 1. 30). Un amor que es
capaz de entregar la vida por sus amigos (v.13). Una amistad que
nace de la fe y la confianza en la palabra de Jesús la que nos abre
precisamente a cultivar esa amistad íntima, personal de cada discípulo
con su Maestro y Señor (v.14). Hemos sido elegidos por Jesús, y por
ello, nos eleva a la categoría de sus amigos. Verdadera amistad que
nace de Jesús para con sus discípulos porque ÉL nos amó primero
(cfr. 1Jn. 4, 19); el nombre propio del discípulo, es amigo y no siervo
(v.15). La amistad en la Biblia, nos presenta admirables ejemplos,
como David y Jonatán, (cfr.1Sam. 18, 1-14-19, 1-20), Juan el Bautista,
se presentará como el “amigo del Esposo” Cristo (cfr. Jn.3, 29);
Lázaro el “amigo” de Jesús (cfr. Jn.11,11), y el discípulo “amado” (cfr.
Jn. 20,2). La razón última, que tiene Jesús para llamar amigos a sus
discípulos es la comunicación de su intimidad, es decir, les comunica a
sus discípulos, lo que ha oído del Padre. El Hijo ha sido traspasado
por la experiencia del Padre, y la comunica, haciendo su voluntad, no
la ha guardado para Sí, sino que hace partícipes de ella a sus amigos.
Ahora los amigos del Hijo, conocen los secretos del Padre. De este
permanecer en comunión con el Padre y el Hijo, y los hermanos entre
16. sí, nacen las obras, los frutos que también deben permanecer, como la
mencionada amistad divina. Todas las peticiones hechas por los
amigos de Jesús, serán escuchadas o atendidas por al Padre (v.16).
Jesús, termina su discurso recordando, que nos amemos los unos a
los otros, tal como había comenzado.
Santa Teresa de Jesús, hablando de cómo Dios puede de la
meditación subirla a la perfecta contemplación por el determinado
amor que ponemos en ello. “¡Oh dichoso cuidado, hijas mías! ¡Oh
bienaventurada dejación de cosas tan pocas y tan bajas, que llega a
tan gran estado! Mirad qué se os dará, estando en los brazos de Dios,
que os culpe todo el mundo. Poderoso es para libraros de todo, que
una vez que mandó hacer el mundo, fue hecho: su querer es obra.
Pues no hayáis miedo que si no es para más bien del que le ama,
consienta hablar contra vos: no quiere tan poco a quien le quiere.
Pues ¿por qué, mis hermanas, no le mostraremos nosotras, en cuanto
podemos, el amor? Mirad que es hermoso trueco dar nuestro amor por
el suyo. Mirad que lo puede todo y acá no podemos nada sino lo que
Él nos hace poder. Pues ¿qué es esto que hacemos por Vos, Señor,
Hacedor nuestro? Que es tanto como nada, una determinacioncilla.
Pues si lo que no es nada quiere Su Majestad que merezcamos por
ello el todo, no seamos desatinadas. ¡Oh Señor! que todo el daño nos
viene de no tener puestos los ojos en Vos, que si no mirásemos otra
cosa sino al camino, presto llegaríamos; mas damos mil caídas y
tropiezos y erramos el camino por no poner los ojos -como digo- en el
verdadero camino. Parece que nunca se anduvo, según se nos hace
nuevo. Cosa es para lastimar, por cierto, lo que algunas veces pasa.”
(CV 16,10-11).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Hch. 16, 1-10: Pablo inicia el segundo viaje.
17. Este texto nos presenta los inicios del segundo viaje misional de Pablo
que lo llevará hasta el Aerópago de Atenas, en Grecia. Pablo y
Bernabé, habían trabajado juntos, pero debido a alguna discusión a
motivada por Juan Marcos, que no les ayudó en sus tareas en Panfilia,
Pablo toma por compañero a Timoteo (cfr. Hch.15, 37-40). Pablo
circuncidó a Timoteo, por ser hijo de madre judía y padre griego. La
razón de claudicar de sus propias convicciones, porque predicaba todo
lo contrario, fue para evitarle a él problemas entre los judíos (v.3). La
verdadera razón, es que como hijo de madre judía, debía ella haber
cumplido con lo que mandaba la Ley, no estarlo para él, hubiera
significado no poder ingresar en las sinagogas como judío. Timoteo ya
era cristiano, y la circuncisión no añadía nada, pero era más práctico,
para su tarea entre los judíos convertidos. Estos dos apóstoles se
convierten en voceros del decreto dispuesto por la Iglesia de
Jerusalén; por otra parte, se confirma que la tarea evangelizadora con
los gentiles, está en conformidad con toda la Iglesia (vv.4-5). Si bien
Pablo, quiere ir a la provincia de Asia (Éfeso, Pérgamo), el Espíritu de
Jesús, lo envía a Macedonia. Lucas, quiere resaltar que son guiados
por el Espíritu de Jesús, en esa empresa, los encamina hacia la costa
(vv. 6-8). Por medio de una visión son llamados a evangelizar
Macedonia, para comenzar a revelar el verdadero destino que es
Europa, el mundo griego (vv. 9-10). En toda esta aventura, Lucas,
quiere destacar siempre que desde el comienzo de estos viajes
apostólicos la iniciativa es de Dios, los apóstoles llamados a secundar
su voluntad divina a favor de la Iglesia.
b.- Jn. 15, 18-21: Los discípulos y el mundo.
El discurso de Jesús, pasa del amor por sus discípulos y entre ellos,
al odio, que padecerán de parte del mundo. Lo opuesto a la Iglesia,
en Juan es el mundo. Los discípulos son amados por Jesús, son sus
amigos; pero el mundo los odia; los discípulos conocen a Jesús y al
Padre; el mundo no los conoce. Estas palabras son la prolongación de
la división que provoca la persona de Jesús entre los hombres. Hoy
18. Jesús está presente en los suyos; los que no lo reciben, también hoy
están presentes. Los que le pertenecen a Cristo seguirán siendo, si
son fieles, objeto del odio del mundo que los rechaza, por no ser
creyentes. El rechazo no es por ser hombres y mujeres, sino por
pertenecerle a ÉL (vv.18-19; cfr. Mt.10, 18-25). “Acordaos de la
palabra que os he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me
han perseguido, también os perseguirán a vosotros; si han guardado
mi Palabra, también la vuestra guardarán” (v.20). Su presencia y
permanencia en sus discípulos es tan profunda que los hace partícipes
de propio destino de agonía y gloria (v. 21). Finalmente, declara,
Jesús, que es Dios Padre, el que lo envió no es conocido ni creído por
los hombres. Los que se comprometen con Cristo, lo hacen desde una
convicción profunda de fe, los que no lo hacen, tendrán sus razones,
pero una de ellas, es la falta de compromiso en la vida, no sólo en la
fe, sino con el amor. Necesitamos creer en Jesús y en Dios Padre,
para tener una vida verdadera, comprometida, agradecida.
Santa Teresa de Jesús, vive con humildad la fe y con mucho realismo
lo que incluye el padecer por la fe en Cristo. “Ya que algunas veces el
alma salga de sí o ande muchas tan llena de Dios que no haya
menester cosa criada para recogerla, esto no es tan ordinario, que en
negocios y persecuciones y trabajos, cuando no se puede tener tanta
quietud, y en tiempo de sequedades, es muy buen amigo Cristo,
porque le miramos Hombre y vémosle con flaquezas y trabajos, y es
compañía y, habiendo costumbre, es muy fácil hallarle cabe sí, aunque
veces vendrán que lo uno ni lo otro se pueda. Para esto es bien lo que
ya he dicho: no nos mostrar a procurar consolaciones de espíritu;
venga lo que viniere, abrazado con la cruz, es gran cosa. Desierto
quedó este Señor de toda consolación; solo le dejaron en los trabajos;
no le dejemos nosotros, que, para más sufrir, Él nos dará mejor la
mano que nuestra diligencia, y se ausentará cuando viere que
conviene y que quiere el Señor sacar el alma de sí, como he dicho.” (V
22,10).