Ampliación de denuncia del Fiscal Federal por medicamentos en La Rioja
Hortensio Quijano
1. Vicepresidente
Hortensio Quijano
Presidente: Juan
Domingo Perón Período:
Junio 1946-Abril 1952
Partido o Coalición: Partido Laborista- Unión
Cívica Radical-Junta Renovadora
"Soy un hombre sin biografía" supo decir de sí mismo,
Juan Hortensio Quijano, quien nació en la estancia
"La Ley” en las cercanías de Curuzú Cuatiá,
Corrientes, el 10 de junio de 1884. Se graduó de
abogado en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires en 1908, alcanzando el doctorado en
jurisprudencia.
Se incorporó al radicalismo desde joven. Fue
candidato a gobernador de Corrientes por la UCR en
1918, elecciones en las que fue derrotado. En 1945
rué fundador de la UCR Junta Renovadora.
Después del 17 de octubre de 1945, ya tomada la
decisión de convocar a elecciones por parte del
gobierno del general Farrell, Perón se puso a trabajar
activamente en el armado de la campaña electoral. En
ese contexto, el Partido Laborista quiso imponer la
fórmula Perón-Mercante, pero esto no fue posible ya
que debió negociar la candidatura a vicepresidente
2. con la línea "Junta Renovadora" de la UCR que había
decidido apoyar la postulación de Perón. En
principio, el nombre elegido para ese objetivo fue el
de Armando G. Antile, cuya proclamación iba a
concretarse en la convención del 16 de enero de
1946. Pero este propósito se vio frustrado debido a
que, durante un cuarto intermedio de la citada
convención, hubo una serie de incidentes
intencionalmente provocados por un grupo de
convencionales ausentes, los que aprovecharon la
confusión para imponer el nombre de Juan Hortensio
Quijano quien, en ese momento, se desempeñaba
como ministro del Interior del gobierno militar.
La fórmula fue proclamada el 12 de febrero de 1946
en un acto multitudinario organizado frente al
Obelisco. Allí hablaron Perón y Quijano. "El discurso
(de Perón) duró una hora exacta y fue leído sin
gesticulaciones. "Lo que en el fondo del drama
argentino se debate dijo es un simple partido de
campeonato entre la justicia y la injusticia social"... Su
lenguaje (el de Perón) era contundente. En cambio,
Quijano no disimulaba su viejo estilo radical y
atribuyó a Perón "la sangre fecunda del 90, el verbo
de Alem y la idea de Yrigoyen". Ajena a las
grandilocuencias, la multitud saludó esas palabras con
el grito de “A-bue-li-to”.
Tras el triunfo, el gobierno del general Perón asestó
un duro golpe a la institucionalidad al proceder a la
destitución de la Suprema Corte de Justicia. El
3. resultado del juicio político que se concretó en el
Congreso estaba cantado. Así, tras la aprobación en
diputados, el caso llegó al Senado. La sesión tuvo
lugar el 4 de diciembre de 1946. La presidía Quijano.
"El artículo 25 del reglamento de juicio político
observó Quijano dispone que la comisión acusadora
de diputados ocupe un palco bandeja, mientras que
los señores defensores tengan asiento en un lugar
similar.
¿Me permite, señor presidente?
Quijano no necesitó mirar hacia el palco bandeja para
identificar esa voz. Atinó apenas a balbucear una
negativa, pero ya Palacios se había erguido con las
cejas enarcadas y se apoderaba de la iniciativa
haciendo caso omiso de la presidencia:
No voy a discutir, simplemente quiero significar que
eso de hacer sentar en la barra a los defensores de la
Corte Suprema es un agravio. No hay precedente
alguno, aquí ni en el mundo civilizado, que autorice
este procedimiento.
¿Dónde está el comisario de la Cámara? tronó
Quijano ¡Que venga enseguida para invitar al doctor a
retirarse del recinto!
Nervioso por los gritos del Vicepresidente de la
Nación y más inhibido todavía ante la presencia de
Palacios, el funcionario intentó persuadir al orador.
Fue apartado con una mano por Palacios, quien
gritando a voz en cuello: "¡Si los jueces son enemigos
4. de los acusados, no hay tribunal ni justicia!". Luego se
acercó al secretario del tribunal y le entregó su
escrito. Abriéndose paso, siguió repitiendo: "¡No hay
tribunal, no hay justicia!", mientras se alejaba acom-
pañado por Mariano J. Drago. Al llegar a la calle,
Palacios fue más contundente: "¡Lo que no hay es
vergüenza, carajo!"
Un hecho que perturbó a Quijano fue la victoria de la
Unión Democrática en Corrientes, su provincia. El
principal perjuicio para el vicepresidente, que hablaba
de "los objetivos de la revolución y del "mandato
yrigoyenista", era que ese resultado le impedía
cumplir las promesas de cargos para muchos de sus
correligionarios. A Perón esto le importaba poco. En
realidad, hasta le venía bien porque el hecho de
existir alguna provincia gobernada por la oposición
daba idea de pluralidad. No obstante ello, Quijano no
cejó en sus intentos. Primero le rechazaron los
diplomas a los dos senadores nacionales elegidos por
la legislatura correntina; y después, el 10 de agosto de
1946, el vicepresidente promovió un proyecto de ley
con la intervención federal a esa provincia, cajoneado
durante un año hasta el 4 de septiembre de 1947 en
que Perón dispuso las intervenciones de Córdoba y
Catamarca, y por lo tanto no tuvo más remedio que
conceder los deseos de Quijano. Así, Corrientes fue
intervenida.
5. Quijano fue un hombre dócil que, en general, no
opuso mayores reparos a los manejos de Perón. En el
trascurso de los años fue cediendo porciones del
escaso poder que siempre tuvo. Su perfil fue bajísimo.
En 1946 fue enviado a Chile a representar al gobierno
argentino en las ceremonias de asunción del
presidente Gabriel González Videla. En 1947
encabezó la campaña contra el agio y la especulación.
Sus declaraciones eran contradictorias con las del
gobierno que él formaba. Se dijo que: "Defendía como
"moderna" la Constitución de 1853 cuando Perón
insinuaba reformarla "por arcaica". Con resignación
toleraba que Evita lo llamara "Mar Caspio" debido a la
caspa que caía profusamente sobre sus hombros. Uno
de los pocos episodios en los que osó revelarse a
Perón ocurrió en ocasión del arribo a la Argentina, el
20 de octubre de 1950, del enviado papal, cardenal
Ernesto Ruffini, para participar del V Congreso
Eucarístico Nacional. Perón había decidido desairar al
representante del Sumo Pontífice, debido a un
altercado con la jerarquía eclesiástica local producido
por el rechazo que generó la adhesión de Perón y de
Evita a un acto de la Escuela Científica Basilio en el
Luna Park. Los basilios practicaban el espiritismo, mal
visto por la Iglesia.
El cardenal Ruffini se alojó en la residencia de María
Teresa Lamarca de Pereyra Iraola, situada en
Esmeralda y Arenales. En su viaje a Rosario fue
6. acompañado por obispos argentinos y no tuvo ningún
tipo de custodia.
"Perón no estaba dispuesto a ofrecerle recepciones, ni
menos aún participar del congreso, pero el
vicepresidente Quijano anunció que viajaría a Rosario
y no hubo manera de hacerlo desistir. El introductor
de embajadores, Rául A. Margueirat, fue el encargado
de convencerlo "en nombre de Perón", a lo que
Quijano respondió: "Si no puedo ir como
vicepresidente, iré como ciudadano”.
La inesperada postura del vicepresidente, obligó a
Perón y a Evita a viajar a Rosario en donde, el 29 de
octubre, le ofrecieron al cardenal Ruffini un almuerzo
de agasajo. Allí Perón dijo: "Hemos visto en Jesús a
Dios y también admiramos los rituales católicos. El
peronismo, que muchas veces no respeta las formas,
se aplica de una manera efectiva, real y honrada", a lo
que Ruffini contestó: "Al regresar, diré al Santo Padre
que aquí la religión es más viva que nunca, que la
Argentina marcha encabezada por su jefe por las vías
maestras de la verdadera civilización cristiana"
Conocida, la renuncia de Evita a la candidatura a la
vice-presidencia de la Nación, anunciada por la
Cadena Nacional en la noche del 31 de agosto de
1951, el consejo superior del Partido Justicialista
procede a aceptar la decisión de la esposa de Perón y a
7. "proclamar candidato a la vicepresidencia al doctor
Juan Hortensio Quijano, leal colaborador del general
Perón, teniendo en cuenta el veredicto popular del 24
de febrero de 1946 sobre sus condiciones y
antecedentes partidarios, que no ha desmentido desde
entonces en ningún momento".
La elección, como no podía ser de otra manera, tuvo
sus particularidades. Todo el mundo sabía que
Quijano no mandaba y que la candidata debería
haber sido Evita. Por lo tanto, en la boleta electoral
estaba el nombre de Quijano pero la roto de la
"abanderada de los humildes". "Allí figuraba como
Juan Hortensio Quijano (siempre se sospechó
erróneamente que se llamaba Jazmín Hortensio), al
lado de dos imágenes de Perón y Evita "para que el
votante no se confunda y sepa a quién está votando".
Así explicaron en la junta electoral nacional los
apoderados del Partido Peronista en el momento de
oficializarse las boletas".
La fórmula Perón - Quijano ganó cómodamente la
elección celebrada el 11 de noviembre de 1951.
Obtuvo 4.774.803 votos contra 2.416.712 de la
fórmula Balbín-Frondizi. Quijano no pudo vivir ese
aplastante triunfo electoral con alegría plena. A esa
altura ya sabía que tenía un cáncer. Moriría a las seis
de la mañana del 3 de abril de 1952, cinco meses
después de haber sido reelecto.