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Presidente Hipólito Yrigoyen
Período: Octubre 1916-Junio 1919
Partido: Unión Cívica Radical
Vicepresidente
Pelagio Luna
La nominación a la candidatura de Pelagio Luna fue compleja.
Debió haber mucha discusión y mucha pelea. La Unión Radical
vivía esa elección de 1916 con la seguridad de que el triunfo le
pertenecería. La aplicación, por primera vez en un comicio
presidencial, de la ley Sáenz Peña abría esa posibilidad que le
venía siendo negada al partido de Leandro N. Alem como
consecuencia del fraude imperante en aquellos años. Estaba claro
que el candidato a presidente sería Hipólito Yrigoyen. No era tan
claro, en cambio, quién debía ser su compañero de fórmula. Se
llegó, así, a la Convención Radical que se desarrolló en el teatro
Victoria, el 22 de marzo de 1916. La disputa era entre cuatro
aspirantes: el doctor Pelagio Luna, el doctor Vicente Gallo,
Joaquín Castellanos y Leopoldo Meló. Realizada la votación, los
guarismos fueron estos: Decidida la nominación se suscita un
hecho inesperado: Yrigoyen rechaza su resultado. No acepta que
sea Luna quien comparta la fórmula. Se produce una situación en
donde reinan la confusión y la tensión. Se decide, entonces, que
una comisión de notables vaya a entrevistarse con el caudillo
radical para conminarlo a reconocer el resultado de la votación y,
por ende, al candidato.
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Luna toma conocimiento de esto y, tocado en su amor propio,
adopta, a su vez, una posición terminante: sólo aceptará ser
compañero de Yrigoyen si éste así lo pide. A tales efectos, envía
una nota a la Convención para hacer saber públicamente su
determinación.
Luego de estas idas y venidas Yrigoyen, finalmente, lo acepta.
Pelagio Luna tenía pergaminos de sobra para acompañar en la
fórmula a "El Peludo". El doctor Luna había tenido una decidida
participación en la creación de la Unión Cívica Radical, nacida
del desmembramiento de la Unión Cívica producido por la
renuncia del general Bartolomé Mitre a la candidatura a la
Presidencia de la Nación, en 1892, tras un acuerdo con el general
Roca. Allí, Luna apoyó claramente la formación del nuevo
partido y el liderazgo de Alem. En La Rioja, su participación fue
activa en la creación del comité provincial del partido.
Luna fue un hombre honesto y leal.
Pelagio Baltasar Luna nació en La Rioja el 6 de junio de 1867. Su
padre fue Domingo Luna y su madre Filomena Herrera y Herrera.
Completó la primaria en la "Escuela de la patria" y la secundaria
en el Colegio Nacional de su provincia natal. Sus estudios
universitarios los hizo en la Facultad de Derecho de la
Universidad de Buenos Aires, en donde fue compañero de curso
de Lisandro de la Torre. Se doctoró el 24 de mayo de 1889 con
una tesis sobre el mandato y las obligaciones del mandatario.
Tuvo participación en la Revolución del Parque de 1890. Buenos
Aires,
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A pesar de las buenas posibilidades que le habría Buenos
Aires, resolvió volver a La Rioja.
El destacado historiador Félix Luna, es sobrino nieto de
Pelagio y conoce bien su historia. Es una historia que tien cierto
aire místico, como todo lo que proviene de las entrañas de un país
que conoce poco su pasado.
Félix Luna: Por lo que he podido averiguar, Pelagio tenía
como trece o catorce hermanos. El era como el jefe de la familia.
Era de una vieja familia de La Rioja, que había participado en
todos los acontecimientos de la provincia. Eran de armas llevar
y muy políticos todos. Se puede decir que vivían para la política.
El era un abogado muy bueno, que no ganó tanta plata como
hubiera podido, precisamente por su obsesión por la política.
Hacía política desde tres lugares: primero desde su estudio,
donde ayudaba a los amigos del interior con pequeños juicios
solucionándoles problemas, legales; segundo, desde su cátedra
del Colegio Nacional, donde enseñaba literatura y donde
reclutaba jóvenes que después serían profesionales en La Rioja;
y tercero desde su diario El Independiente, que fundó en 1904, y
en donde daba cabida a la gente joven que quería entrar en la
política. Todo esto, a más de su condición de corresponsal del
diario La Prensa, le daba relevancia dentro de su medio.
Pelagio Luna también se desempeñó en el Poder Judicial de
Rioja en donde ocupó distintos cargos: procurador fiscal, juez
primera instancia en lo civil, comercial y criminal y ministro del
Superior Tribunal de Justicia.
Fue miembro de la Convención Constituyente que modificó la
Constitución de La Rioja y también profesor de literatura el
Colegio Nacional de esa provincia.
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Prosigue Félix Luna:
¿Cómo y cuando Pelagio conoce a Yrigoyen?
Debe haberlo conocido en la Revolución del Parque (1890
porque, en ese momento, Pelagio estaba en Buenos Aires
terminando su carrera de abogado. Seguramente lo conoció ahí y,
desde entonces, se convirtió en una pieza fundamental de
Yrigoyen en el interior del país. En ese entonces no había tantas
diferencias en las provincias. Por lo tanto, la provincia de La
Rioja no era tan distinta de, por ejemplo, la provincia de Santa
Fe, de modo que la representatividad era más o menos parecida.
Fue radical desde la fundación del partido. Su prestigio fue
creciendo hasta que en 1912 se lo nombra presidente de la
Convención Nacional, un cargo muy importante dentro del
partido.
¿Pelagio, hizo toda su carrera política en La Rioja o en Buenos
Aires?
La hizo en La Rioja. Es más, participó en una revolución en
1913, la Revolución de la Florida, que se hace contra el gobierno
conservador de La Rioja que, según la denuncia de Pelagio y sus
amigos, había hecho fraude en una elección a gobernador en la
que él era candidato. Esa fue la primera elección que se hizo bajo
la ley Sáenz Peña, a pesar de lo cual hubo igualmente fraude. Fue
una revolución en la que hubo tres o cuatro muertos.
¿Cómo era la vida familiar de Pelagio?
Pelagio se casó pero su mujer, lamentablemente, murió al poco
tiempo, luego de tener a su hija. No se volvió a casar pero tuvo
una amante durante muchísimos años quien en La Rioja era
considerada como su esposa. La mujer era de apellido Vargas.
Con ella tuvo varios hijos. El desaparecido diputado Vargas
Agnase, era nieto de Pelagio.
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¿Fueron hijos reconocidos?
No, en esa época no era común que se reconociera a los hijos
extramatrimoniales.
¿Cómo era la personalidad de Pelagio?
Era un hombre de carácter fuerte. No sé si era muy culto pero
había leído muy bien El Quijote y solía publicar notas en El
Independiente.
¿Cómo era en la vida diaria?
Sencillo, educado y muy de su familia. Había chistes en los
diarios que decían que cuando Pelagio se asomaba al balcón de
su despacho, en el Congreso, los gorriones se acercaban y no
decían "pío, pío" sino "tío, tío" porque era una familia muy
grande: en total catorce hermanos, algunos casados. Algunos de
ellos se trasladaron a Buenos Aires cuando Pelagio asumió la
vicepresidencia. Los usos políticos de la época sostenían que
debía acomodar a su familia. Él los acomodó en parte. No olvide
que estuvo poco tiempo en el poder, de 1916 a 1919.
¿Fue un hombre de fortuna?
Ganó plata en su profesión. Fue abogado de los tenedores de
bonos del cablecarril de la explotación minera de Famatina. Fue
socio de los bonistas.
Vivía en La Rioja. Cuando fue electo vicepresidente se trasladó a
la Capital Federal Alquiló un petit hotel en Cerrito y Juncal Ahí
vivió hasta que falleció, a los 49 años.
¿Cómo fue la relación con Yrigoyen?
Complicada. Yrigoyen quería entregarles el manejo de la si-
tuación a los antiguos conservadores. Pelagio y, sobre todo sus
amigos, se oponían. Por este motivo tuvo algunos roces con el
Presidente. No llegaron al rompimiento, pero estuvieron cerca.
Raro, porque la posición de Pelagio fue de gran solidaridad con
Yrigoyen. Eso sí, sus disputas nunca fueron públicas.
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Efectivamente, la actitud de Yrigoyen de dar cabida a muchos
conservadores conversos, que llegaban al radicalismo con la
idea de mantener sus privilegios y abundar en sus vicios, per-
turbó la relación del presidente con muchos de los que habían
estado con él desde la primera hora. Pelagio Luna pasaba largas
jornadas en su despacho del Senado escuchando los lamentos de
quienes veían como "El Peludo" se aislaba más y más de sus
reales bases.
Relata Félix Luna:
"Un día recibe el vicepresidente la visita de varios senadores
conservadores encabezados por el doctor Benito Villanueva,
representante de Mendoza y exponente típico de la oligarquía
desplazada. La delegación le propone una extraña combinación:
iniciar juicio político a Yrigoyen, destituirlo y hacer un gobierno
con el doctor Luna como presidente, con el apoyo de los
conservadores y algunos elementos radicales.
Como es natural, el doctor Luna se negó a considerar la pro-
puesta y de inmediato comunicó el hecho a Yrigoyen, bien que
reservando los nombres de los senadores conjurados. Todo
terminó allí. Pero cuando en mayo de 1918 el Presidente delega
el mando en el doctor Luna para visitar los yacimientos de
Comodoro Rivadavia, súbitamente retorna a la Capital Federal y
se hace cargo nuevamente del gobierno con una prisa que debió
chocar a su compañero de fórmula. Sucedía que algunos
intrigantes habían perturbado el sereno espíritu del caudillo,
atribuyendo al Vicepresidente un doble juego que podía
culminar decían hasta con un golpe de Estado. Estas
invenciones, unidas a las circunstancias que el mismo Luna le
comunicara antes, lo llevaron a tomar tal actitud.
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El Vicepresidente continuó con su leal adhesión al
presidente; sus hermanos siguieron ocupando funciones de
confianza en la esfera política, y aguerridamente yrigoyenistas;
pero la falta de confianza de Yrigoyen en su viejo amigo,
entristeció al doctor Luna y enfrió imponderablemente sus
relaciones personales.
Más tarde se exageró todo esto. Cantoni, para variar su can-
tilena, atribuyó al caudillo la muerte del doctor Luna, vejado y
hostilizado, según él, por el Presidente. Pero lo cierto es lo que
Acábamos de relatar: es decir un desaire a un correligionario
digno de toda consideración, motivado por calumnias desprecia-
bles que Yrigoyen no debió jamás escuchar.
Como este caso, podrían citarse otros. Claro que el caudillo
estaba escamado de traiciones y deserciones, y su responsabilidad
política lo obligaba a no descuidar ningún detalle y a tomar en
cuenta las posibilidades más absurdas. Pero es paradójico esto:
que en su primer período gubernativo haya desconfiado de su
vicepresidente, que era el hombre más leal y más honrado con
quien pudiera contar; y en su segundo periodo haya confiado en
su vicepresidente, que resultó ser un tenebroso personaje que
tuvo gran parte de responsabilidad en su caída.
La vida de Pelagio Luna fue corta. El clima de Buenos Aires
representaba un serio riesgo para su enfermedad pulmonar, que
aquel duro invierno de 1919 se agravó severamente. El 25 de
junio de 1919, de madrugada, falleció.
"... El primer mandatario ha sido el primer sorprendido al
serle comunicada la noticia del fallecimiento, pues hace
escasamente una semana el presidente visitó en su domicilio al
doctor Luna y lo encontró muy animado. En esa oportunidad, el
presidente y el vice conversaron sobre la posibilidad de que el
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doctor Luna asumiera las funciones de gobierno durante un mes,
tiempo que el doctor Yrigoyen pensaba tomarse de descanso. El
primer magistrado significó al doctor Luna la conveniencia de
que durante el tiempo que ejerciera en interinidad el mando,
residiera en la casa de gobierno con el objeto de evitarse
incomodidades.
El doctor Luna mostróse de acuerdo con esas indicaciones y agre-
gó que consideraba muy conveniente pasar una temporada en un
punto del interior de Córdoba o La Rioja, con el objeto dé atender
mejor el completo restablecimiento de su salud.
Después de estas manifestaciones, el doctor Yrigoyen se despidió
del paciente prometiendo visitarle entre ayer y hoy.
Preocupado por la salud del vicepresidente, ayer el doctor
Yrigoyen llamó al doctor Martin Torino para pedirle su opinión
sobre el estado del distinguido enfermo. El doctor Torino
manifestó que, si bien era delicado el estado del doctor Luna,
dada la complexión del paciente, era de esperarse su
recuperación. Agregó el doctor Torino que para escapar de los
rigores del invierno porteño, era necesario que se trasladara el
vicepresidente a un punto del interior, e indicó como más
conveniente a Andalgalá, en La Rioja.
El presidente se proponía visitar hoy al Dr. Luna e indicarle la
conveniencia de su traslado al punto indicado, cuando, en las pri-
meras horas del día, le llegó la fatal nueva del fallecimiento.
Explica Félix Luna: Pelagio Luna murió joven, a los 49 años.
Padecía una tuberculosis de larga data. Esa era una enfermedad
muy común en La Rioja en aquella época. Cuando vino a Buenos
Aires ya estaba enfermo. Veraneaba en Córdoba para aprovechar
los efectos benéficos del clima.
Adolfo Bioy Casares cuenta cómo lo impresionaron las
exequias, cuando se manda el féretro con su cuerpo en tren hacia
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La Rioja. Fue muy solemne. En La Rioja hubo un funeral muy
importante.
El funeral de Pelagio Luna se realizó el 29 de junio. Asistió,
efectivamente, una multitud. Hubo grandes discursos y una pena
incontenible. Uno de los oradores fue el Dr. Arturo de la Vega,
quien al hablar en nombre de la UCR dijo:
"La parca inexorable, que nada respeta y todo lo arremete con
su violencia furiosa, acaba de arrebatarnos del seno de la patria a
uno de sus hijos más predilectos, a un invicto preclaro ciudadano,
el Excelentísimo señor Vicepresidente de la Nación, doctor
Pelagio Luna”.