Conjuntos de testimonios históricos de diversos testigos (patriotas y realistas) que vivieron los difíciles años de la Segunda República y La guerra a Muerte
1. Testimonios de
La Segunda
República
Palabras de testigos que vivieron los
duros años de La Guerra a Muerte en
Venezuela, durante 1813 y 1814
COLEGIO SAN IGNACIO
Geografía, Historia y Ciudadanía, G.H.C.
2º año-secciones “A-B-C-D”.
Profesor Daniel Terán
2. “Todo español que no conspire contra la tiranía en favor
de la justa causa, por los medios más activos y eficaces,
será tenido por enemigo, y castigado como traidor a la
patria y, por consecuencia, será irremisiblemente
pasado por las armas.
Por el contrario, se concede un indulto general y
absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus
armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los
buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir
el yugo de la tiranía. (…)
Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo
indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la
libertad de América. Americanos, contad con la vida,
aun cuando seáis culpables.”
Simón Bolívar, El Libertador,
Decreto de Guerra a Muerte, Cuartel General de
Trujillo, 15 de junio de 1813
3. “(...) El hurto, la rapiña, el saqueo, los homicidios, y
asesinatos, los incendios y devastaciones; la virgen
estrupada, el llanto de la viuda y del huérfano; el padre
armado contra el hijo, la nuera en riña con la suegra, y
cada uno buscando a su hermano para matarlo; los
feligreses emigrados, los párrocos fugitivos, los cadáveres
tendidos en los caminos públicos: esos montones de huesos
que cubren los campos de batalla, y tanta sangre
derramada en el suelo americano; todo esto está en mi
corazón. ¡Gran Dios, es acaso Venezuela, aquella Nínive
sanguinaria, al final destruida y desolada! (...)”
Narciso Coll y Prat, Arzobispo de Caracas, Edicto, en:
"Gaceta de Caracas", N° XXVII, lunes 27 de diciembre de 1813, p. 2.
4. “La guerra se hace más cruel, y están disipadas las
esperanzas de pronta victoria, con que os habían
excitado. Nuestros propios hermanos, unidos por siglos
de esclavitud, dilatan, Dios sabe por cuanto tiempo, la
época de libertad. (…)
¡Soldados!(…)
Terribles días estamos atravesando: la sangre corre a
torrentes: han desaparecido los tres siglos de cultura, de
ilustración y de industria; por todas partes aparecen
ruinas de la naturaleza o de la guerra. Parece que todos
los males se han desencadenado sobre nuestros
desgraciados pueblos.”
Simón Bolívar, Proclama a sus compatriotas,
Cuartel General de Caracas, 6 de mayo de 1814
5. “Hizo matar en Calabozo 87 blancos (…) y dejó lista la de otros 32 para el mismo efecto y orden cuando saliera de la villa
(…) como se ejecutó, repartiendo las casas y bienes de los muertos y de las desterradas entre los pardos y
dándoles papeletas de propiedad. (…) [en] Cumaná (…) hizo perecer en la noche más de 200 personas blancas (…),
a la villa de Aragua [de Barcelona] (…) dentro de la misma iglesia degollaron de 400 a 500 hombres, (…)En Cumaná (…)
dio Boves orden a la tropa para que entrara en la ciudad y matase a cuantos hombres se encontraran (…) lo realizaron
con más de 500 en cuya operación fueron privilegiados los pardos ,(…) Todos los habitantes, hombres y
mujeres y niños de los pueblos de San Joaquín y Santa Ana en la provincia de Barcelona fueron degollados en número
de mil por el teniente de caballería Don N. Molinet, francés, en virtud de orden de Boves, (…) Después que vencimos en
(…) Urica (…) se presentaron voluntariamente 500 hombres entregando sus armas, y sin permitirles confesarlos, los
degollaron a todos aquella misma noche. Luego que se redujeron y tomaron (…) los pueblos de Irapa, Punta de Piedra y
Güiria, (…), se publicó un indulto (…) para que los refugiados en los montes se presentasen, los que haciéndolo en
virtud de 50 en 50 inmediatamente que lo ejecutaban, fueron degollados en las mismas noches en las playas de
Carúpano, donde estábamos, sin que se me permitiera confesarlos, (…) Después de la toma de Maturín (…) se siguió el
mismo sistema de carnicería y mortandad (…) Así fue que el comandante Gorrín mato a 130 que aprehendió en 4 días
siguientes a la ocupación de aquel pueblo (…)”
Presbítero Doctor José Ambrosio Llamozas,
Capellán del ejército de Boves,
Memorial presentado al Rey, 31 de julio de 1815.
6. “En la noche siguiente a su entrada a Valencia (10 de julio
de 1814), Boves reunió todas las mujeres en un sarao y,
entre tanto, hizo recoger los hombres, que había tomado
precauciones para que no se escaparan, y sacándolos fuera
de la población los alanceaba como toros sin auxilio
espiritual. Solamente el doctor Espejo (gobernador político)
logró la distinción de ser fusilado y tener tiempo para
confesarse. Las damas del baile se bebían las lágrimas y
temblaban al oír las pisadas de las partidas de caballería,
temiendo lo que sucedió, mientras que Boves con un látigo
en la mano les hacía danzar el Piquirico y otros sonecitos de
la tierra a que era muy aficionado, sin que la molicie que
ellos inspiran fuese capaz de ablandar aquel corazón de
hierro. Duró la matanza algunas noches.”
José Francisco de Heredia, Oidor de la Real Audiencia, Memorias.
7. “Espero con ansias la noticia de que ya te has embarcado, no
por temores de que Boves tome esta ciudad, sino porque
preveo que este país ya no lo compone nadie; yo creo (…),
que vamos a caer en manos de los negros (…) en este
supuesto te suplico, te ruego y te encargo encarecidamente
que luego que recibas ésta [carta] sin pérdida te embarques
en la goleta de Brión. (…) no te despidas ni lo digas a nadie
(…) pues ya tú habrás oído que el populacho no deja de
hablar que es preciso que todos mueran y aunque esto es
una barbaridad, con todo es pueblo y prudente temerlo.”
Martín Tovar Ponte,
Carta de a su Esposa, 5 de julio de 1814,
En: “Epistolario de la Primera República”
(subrayado nuestro)
8. “Veinte mil almas de ambos sexos y de todas edades seguían
nuestros pasos. Casi toda la emigración iba a pie y como el camino
de la montaña de Capaya hacia Barcelona es lo más fragoso,
consternaba ver a las señoras y niñas distinguidas, acostumbradas
a las suavidades de la vida civilizada, marchar con el lodo a las
rodillas sacando fuerzas de la flaqueza, para salvar su honor y su
vida, amenazados por la horda de facinerosos que acaudillaba
Boves. Nuestras tropas les proporcionaban para aliviarlas cuanto
estaba en nuestras manos, pero no fue posible hacerlo con todas
en una emigración tan numerosa, y muchas perecieron de hambre
y de cansancio, ahogadas en los ríos o devoradas por las fieras que
abundan en aquellos bosques.”
General José Trinidad Morán,
Memorias.
9. “No os lamentéis, pues, sino de vuestros compatriotas, que
instigados por los furores de la discordia os han sumergido
en ese piélago de calamidades (…) Vuestros hermanos y
no los españoles han desgarrado vuestro seno,
derramando vuestra sangre, incendiando vuestros
hogares, y os han condenado a la expatriación.
Vuestros clamores deben dirigirse contra esos ciegos esclavos
que pretenden ligaros a las cadenas que ellos mismos
arrastran.”
Simón Bolívar,
Manifiesto de Carúpano, 7 de septiembre de 1814