Este documento es un homenaje a Carmen Calleja Bode, una mujer asturiana de 93 años que falleció recientemente. Carmen nació en una familia obrera a principios del siglo XX y luchó contra el franquismo después de la guerra civil española. A lo largo de su vida, Carmen se convirtió en una matriarca fuerte que educó a sus nietos sobre la historia y la lucha de su familia. A pesar de sufrir demencia en sus últimos años, el legado de Carmen como defensora de la justicia
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España: En los tiempos de la desmemoria colectiva
1. España: En los tiempos de la desmemoria colectiva
(Por Calleja)
Recibido de Javier Arjona, corresponsal de Prensa Indígena. 8 de
Enero.- Porque nuestro deber es no olvidar...en tiempos de la
desmemoria colectiva. Carmina.
En primer lugar me gustaría agradecer vuestra presencia en el acto
de homenaje a mi abuela, vi muchas caras que reconozco como
cercanas, compañeras en la trayectoria vital de nuestra familia,
manos amigas que han compartido la alegría de la vida y nunca han
dudado en estar ahí para sostenernos en los momentos que ésta nos
golpeaba, para no dejarnos caer, para seguir luchando.
Gracias Manolo, Arjona, Emi, Iván, Leo, Mery, que nos habéis
acompañado en estos últimos días.
Y a esta luchadora que fue mi abuela, queremos hoy recordar; Una
mujer que, como tantas otras, fue moldeada por la dureza de nacer
entre hoces y azadas, parte de un pueblo que, en los principios del
siglo XX…
Tal y como sus padres hicieron con ella, alumbraba una esperanza y
comenzaba a despertar, preparándose para romper las cadenas que
durante tantos años los había atenazado.
No tardo esa batalla en llegar, inspirada por sus hermanos abrazó la
bandera de la libertad, y supo, demasiado joven, lo que significaba
defenderla:
Sufrió la cólera de aquellos que se negaron a aceptar la voluntad de
un pueblo, conoció en sus carnes lo que significaba levantar el puño
para pelear, le arrebataron a sus hermanos, encarcelaron a su
compañero, a mi abuelo, la quisieron sumir en la pesadilla del
2. franquismo, donde las envidias de los serviles no dejaban de señalar
con inquina a aquellos que no habían podido doblegar.
Pero, vivo ejemplo de su clase, nunca dobló las rodillas, con el coraje
y la fuerza de quien tiene la razón, peleó, peleó y peleó.
Cuando muchas mujeres era arrojadas al olvido y al silencio de la
cárcel del nacional catolicismo, ella, madre coraje, saltó a los caminos
de Asturies con su furgoneta para abrir los caminos que le habían
cerrado.
Trajo vida, encarnada en sus cuatro hijas, fue fiel compañera hasta
los últimos momentos de mi abuelo, y cuando éste se fue, aseguró
que nunca sus hijas pasaran por más dificultades de las que ella
pudiese evitar…
Y pasaron los años, llegamos nosotros, sus nietos y, tal y como había
hecho con sus hijas, siguió luchando por nosotros. Se convirtió en
nuestra segunda madre, su casa era la nuestra, sus esfuerzos, para
nosotros.
Nunca tuvo pereza, no conocí una queja o un lamento por su parte,
siempre dispuesta a prepararnos uno tortos de maíz para desayunar,
llevarnos a la playa, a la feria de muestras, a Sellañu, hacernos esa
fabada como sólo ella sabía…
Y a educarnos, su casa era el centro de reunión familiar, su figura el
nexo de unión entre tantos caracteres diferentes, nuestra matriarca
que siempre tenía la palabra adecuada para que cada uno de
nosotros se sintiese confortable a su lado.
La güeli siempre estaba allí. Crecimos a su lado, conocimos a nuestro
abuelo a través de ella, nos enseñó nuestros orígenes, nos transmitió
sus ilusiones:
Siempre recordaré cómo me contaba, en aquellas noches donde ella y
yo nos quedábamos solos de cháchara, las travesuras de su infancia,
el amor por los suyos, el recuerdo de la ilusión republicana.
Su odio hacia aquellos que tanto nos habían hecho sufrir, cuando, por
la tele, salían los torturadores que se visten de demócratas, o
aquellos que traicionaron a las ideas por las que los suyos lucharon.
Aprendí la firmeza que dan las convicciones, aquellas que no hace
falta estudiar, sino que son innatas, que siempre están ahí, el instinto
de clase que todos los trabajadores tenemos. La escuchaba con
ahínco, con orgullo de ver, que aquella figura pequeña, que parecía
frágil, tan buena conmigo, fuese capaz de enseñarme en toda
conversación lo que significaba ser su nieto.
Y llegó la enfermedad, ella, que tanto recordaba, que era nuestra
memoria, fue condenada a olvidar, a que los suyos se convirtiesen en
extraños a sus ojos, a borrarse como persona…
3. Pero lo que no pudo la enfermedad jamás, fue arrancar de su lado el
cariño de los suyos, hasta el último minuto estuvo rodeada de aquello
que había sembrado, de su amor por nosotros, de su dedicación
plena.
El final de su camino llegó en ese silencio de aquellos que han vivido
con mayúsculas, tranquila, sin cuentas pendientes, se une a nuestra
memoria, ahí donde permanecen mi abuelo, mi tía y mi madre.
En esa memoria que nos recuerda cada día que la tierra es leve, y
que debemos ser dignos continuadores de su obra callada: Su amor,
su lucha, su ejemplo, nos servirá de aliento para continuar.
Gracies güelina, camarada, no te preocupes que algún día los curas y
frailes saldrán al campo pidiendo libertad.
Gracias por acompañarnos en la despedida de Carmen Calleja Bode.
Nos deja una matriarca, de pequeño tamaño y de gran estatura
simbólica a los 93 años, atacada por la enfermedad de la
desmemoria, pero recordada con fuerza por su entorno familiar
amplio.
Estos días, con ocasión de los 20 años del levantamiento indígena en
Chiapas, se ha recordado a la Comandanta Ramona, y hay un
parecido innegable entre ambas mujeres. Similares en tamaño.
Parecidas en la capacidad de lucha.
Además, la familia Calleja tiene en México ramificaciones: exiliados
obligados por el franquismo, cuya represión padeció abondo la
extensa familia García Calleja.
Carmen enviudó joven: su compañero Laureano que había hecho la
guerra como correspondía en el bando legal, sufrió inmediata
detención a su regreso a casa debido a la denuncia de los caciques de
la zona, los Tejuca, y a la fuerza tuvo que repetir dos años de mili en
el bando faccioso, y a su término seguir marcado como rojo.
E imposibilitado de conseguir trabajo, que hubo de buscar en túneles
en Cantabria, hasta quedar silicoso en grado extremo, dejando toda
la responsabilidad de cuidar a sus cuatro hijas a Carmen, quien
desarrollaría en el medio hostil del franquismo todas sus inventivas
para sobrevivir y no dejar pasar nunca hambre a su gente.
La cárcel de Cangas de Onís, ahora convertida en Casa de Cultura, y
otros recintos represivos, tienen huella de la persecución a la familia.
Nada extraño es por tanto que toda mención a los cuerpos
represivos, y especialmente los de uniforme verde, hayan tenido
siempre el sentimiento de horror y desprecio por parte de toda la
familia, y especialmente de Carmen.
La partida de Carmen ha estado precedida, hace pocos meses, de dos
de sus hijas, Mari y Cruz, con lo que el dolor se acumula, y los
recuerdos resultan más necesarios aún: de las hijas, de las ramas
4. familiares, de la Vida que Carmen logró inspirar en lo cotidiano de los
recovecos del concejo de Ponga y alrededores.
Hace pocas semanas despedíamos también a mi madre, en tierras
extremeñas, http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/69662en-la-siembra-de-martiria.html y recordábamos una vida de lucha
similar en muchos aspectos a la de Carmina, y unos últimos años en
que también se hermanaban en la enfermedad terrible de la
desmemoria.. una enfermedad que parece la mayor de las cómplices
de la maldita Impunidad.
¿Cuánto recuerdo acumulaba Carmina antes de que su cerebro se
desmemoriara? ¿Cuánto ha quedado sin trasladar a la memoria
colectiva de sus hijas y nietos? ¿Cuánta impunidad pendiente de
resolver para con las injusticias a mansalva cometidas por los que
destrozaron la legítima y esperanzadora segunda República?
Consecuente, referente, fortaleza de mujer de su tiempo, largo
tiempo de vida, Carmen Calleja Bode, como otras tantas personas de
nuestra Asturies, nos traslada para siempre el orgullo y el estigma de
haber sido señalada como Roja.
Roja de la mejor estirpe rural asturiana, plena de elemental y sencillo
anticlericalismo, nunca dejó de disfrutar con la música del himno de
Riego, que escuchábamos antes, con la letra más popular.
Roja, como la rojinegra comandanta Ramona de la Chiapas Rebelde,
que luchaba por tierra y libertad y contra el Mal-gobierno.
La tierra, las plantas, las hierbas, los animales, han sido siempre
centro de atención de Carmen, y si allá en México dicen que a
quienes tienen la suerte de acudir a la escuelita zapatista les ponen a
un Votán-Zapata…
Un guía, un protector, un sincretismo entre la espiritualidad indígena
y el revolucionario mexicano que trasciende también en ese caballo
de las películas, en las montañas y selvas mexicanas….
Aquí podríamos asimilarlo de parecida forma en esta despedida
fraterna: Carmen nos ha dejado un 6 de enero del 2014, pero su
fortaleza, similar a la del texu celta, o como la del carbayu asturiano,
para luchar contra el neofranquismo y la injusticia, para luchar y
lograr construir todos nuestros sueños, nos acompaña, nos guía, nos
protege.
http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/77804-en-lostiempos-de-la-desmemoria-colectiva.html•