Putumayo y Caquetá son apenas dos escenarios que reflejan la crisis social y humanitaria que vive Colombia, su incapacidad gubernamental y la intimidación militar represiva de Estado que padecen sus habitantes como respuesta a sus justas reclamaciones, no sólo en el marco del Paro Nacional Agrario y Popular, sino desde hace décadas (más de medio siglo). Algunas causas del enfado del campesinado han sido provocadas por la afectación del conflicto armado y el narcotráfico, por el abandono institucional del Estado en materia de infraestructura, construcción de hospitales y escuelas y la no garantía de sus derechos fundamentales de atención en salud, educación y soberanía alimentaria
"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Putumayo y Caquetá: Atropellos contra una región que reclama
1. Putumayo y Caquetá: Atropellos contra una región que
reclama
Lunes, 09 de Septiembre de 2013 14:49
Por: Ismael Paredes, comunicador social campesino
"...en Putumayo como Caquetá los numerosos grupos de campesinos,
indígenas y otros sectores que han levantado su voz de protesta,
temen también la violenta respuesta de la Fuerza Pública".
Putumayo y Caquetá son apenas dos escenarios que reflejan la crisis
social y humanitaria que vive Colombia, su incapacidad
gubernamental y la intimidación militar represiva de Estado que
padecen sus habitantes como respuesta a sus justas reclamaciones,
no sólo en el marco del Paro Nacional Agrario y Popular, sino desde
hace décadas (más de medio siglo). Algunas causas del enfado del
campesinado han sido provocadas por la afectación del conflicto
armado y el narcotráfico, por el abandono institucional del Estado en
materia de infraestructura, construcción de hospitales y escuelas y la
no garantía de sus derechos fundamentales de atención en salud,
educación y soberanía alimentaria.
Lo anterior contrasta con la alta inversión en materia militar y/o
dirigida a programas de seguridad como fumigaciones aéreas y
estrategias de lucha contra el narcotráfico y el ‘terrorismo’, así como
con la acelerada apertura a mega proyectos; para ello el gobierno ha
flexibilizado normas jurídicas y ambientales que permiten en estos
territorios la explotación indiscriminada de recursos naturales,
hidrocarburos, minerales y forestales, propiciando la ruptura del
tejido social y el menoscabo de la calidad de vida digna de las
personas y la quiebra de la economía comunitaria. Por ello
campesinos, afro e indígenas reclaman la inversión para solucionar
sus problemas y la equidad en la distribución del presupuesto público.
2. Este modesto escrito ofrece un breve acercamiento a estos
departamentos de la región Sur del país, donde están de un lado: la
diversidad cultural (en Caquetá y Putumayo habitan unos 19 pueblos
indígenas, según organizaciones como la OPIAC, la ONIC y la OZIP),
y las luchas dignas de sus gentes que merecen más que una breve
atención, estrecharles toda nuestra solidaridad y comprensión; que
sientan la hermandad del pueblo colombiano ante el histórico
abandono que los ha sumido la institucionalidad gubernamental y
estatal del país.
Durante estos días del Paro Agrario gran parte de los departamentos
del Putumayo y del Caquetá se encuentran casi paralizados en sus
actividades diarias, el gobierno colombiano lejos de ofrecer las
soluciones que buscan las comunidades, ha desplegado una fuerte
estrategia de intimidación militar y judicial para repeler el
descontento que las comunidades expresan de manera justa.
Entonces por un lado vemos a los campesinos apostados en sus
rústicos cambuches o dinamizando con alegría y manifestaciones
artísticas y culturales sus movilizaciones, en las cuales expresan toda
una vida de tradiciones y alegrías, pero también de sufrimientos y
necesidades; del otro la policía del Escuadrón Móvil Antidisturbios, el
temido ESMAD, y unidades del ejército como ‘garantes’ del orden
público, se pavonean cuan pomposos robots que exhiben colosal
armamento y ejercen un poder intimidante, que genera terror en la
población civil, como manifiestan algunos jóvenes indígenas del alto,
medio y bajo Putumayo, con quienes converse para escribir este
artículo.
Tanto en Putumayo como Caquetá los numerosos grupos de
campesinos, indígenas y otros sectores que han levantado su voz de
protesta, temen también la violenta respuesta de la Fuerza Pública.
Una de las temidas incursiones policiacas llego al municipio de
Florencia el pasado 03 de septiembre cuando unas 1.500 personas se
tomaban la zona del aeropuerto por la vía que de Florencia conduce
al Caguán en el departamento del Caquetá; eran las 2 de la tarde y
en la parte alta del municipio los campesinos se disponían a tomar
sus alimentos cuando un escuadrón del ESMAD arremetió en su
contra obligándolos a retroceder y dejar sus enseres y reservas. En la
noche, cuentan varios testigos, la arremetida del Escuadrón
antidisturbios fue llanamente un ataque a la integridad y a la dignidad
humana de los campesinos caqueteños, que a esa hora no tenían ni
luz eléctrica ni señal telefónica; es ahí que el ESMAD acorraló a los
campesinos ubicados sobre la vía con el único propósito de ser
escuchados; en estas condiciones los campesinos tuvieron que ceder
a la agresión policial, cargando eso sí a sus espaldas más de 20
heridos y sus canastos vacíos, pues la policía les despojo de sus
3. provisiones y comida, como denunciaron los voceros del Paro.
Las razones que han llevado a los campesinos y promotores del Paro
Nacional Agrario a tomarse las calles y carretas del país, es buscar un
diálogo y un consenso con el gobierno nacional para resolver sus
problemas y necesidades, se requiere una amplia inversión para
mitigar la quiebra del agro y el derrumbe de miles de pequeños y
medianos cultivadores, afectados no sólo económicamente, sino por
la implementación de políticas estatales como las de seguridad,
militarización y fumigaciones aéreas contra cultivos ilícitos, que les
han generado además de persecución, problemas de salud y
destrucción de sus cultivos tradicionales destinados al sustento
familiar; pero el principal rechazo es en contra de las políticas
económicas impuestas por este y por anteriores gobiernos como la
implementación de los Tratados de Libre Comercio, TLCs, con su
abrumadora importación de productos y alimentos, así como la falta
de control al contrabando; además la usura económica de los bancos
y especuladores conocidos como las ‘pirámides’, y por último su
oposición a las locomotoras del desarrollo, mineras y a la explotación
de recursos naturales, forestales, hídricos e hidrocarburos que
afectan su cultura.
Diversos en recursos estos territorios también han sido marcados por
diversos problemas o factores de colonización y guerra que han
alterado las formas de vida de las comunidades y en algunos casos
les han obligado a desplazarse a otras tierras distintas a las
ancestrales. La confrontación militar que se libra en la región entre el
Estado y los grupos al margen de la Ley como guerrilla, bandas al
servicio del narcotráfico y paramilitares, o entre paramilitares y
guerrilla, por el control territorial, afecta directamente a comunidades
campesinas e indígenas de la zona, entre otros a pueblos como los
Kofán, Awá, Inga, Siona, Nasa, Yanacona y Embera en Putumayo, así
como a los Koreguaje del Caquetá que, entre otras violaciones,
padecieron en 1997 una masacre por parte de las FARC, según
documentó ampliamente la ONIC y algunas instituciones del Estado
como la Defensoría del Pueblo; la masacre comenzó el 25 julio
cuando fueron asesinados 7 de los más de 60 indígenas que cayeron
en un periodo de 6 meses y, en su mayoría fueron autoridades
tradicionales.
En territorio del pueblo Kofán del Putumayo, zonas de valle de
Guamuez, Orito y la Hormiga, no ha sido menos la violencia y la
agresión contra sus comunidades; asesinatos selectivos,
desapariciones y reclutamiento forzado, señalamientos,
judicializaciones, abusos sexuales, destrucción de bienes y, entre
otros, destrucción de cultivos lícitos por aspersión. Lo anterior ha
provocado desplazamiento forzado e incluso un sentimiento colectivo
4. del pueblo Kofán de migrar al vecino país del Ecuador, como ocurrió
en 2007 y 2008 cuando se recrudeció la violencia en su contra. Pero
como lo ratifican diversos informes, el desplazamiento no es sólo
producto de las acciones armadas de los actores en disputa, sino
resultado también de una estrategia de expropiación territorial
orquestada desde los sectores económicos, empresariales y del
narcotráfico que impera en la región.
La estrategia militar de control territorial para el sur del país está
contemplada en el Plan Patriotas, componente del Plan Colombia,
apoyado por el gobierno gringo, y pensado como estrategia estatal de
control territorial y antisubversiva; la fuerte militarización (mucho
más cuantiosa por estos días del Paro), pone a las comunidades entre
dos fuegos y, además agrava la difícil situación humanitaria que vive
la población civil como consecuencia del conflicto armado. Así lo
ratifica también la Corte Constitucional en el Auto 004/2009, en el
que advierte el riesgo de exterminio que atraviesan los pueblos
indígenas por factores como el conflicto armado, megaproyectos y
desatención del Estado.
En el Auto 004 el Tribunal señala que 34 pueblos -habla de esta cifra
por la información que recibió y constató entonces- estarían en grave
riesgo de desaparecer física y culturalmente si el gobierno no
garantiza la atención requerida y, en este sentido, ordenó al gobierno
formular e implementar 34 Planes de Salvaguarda y un Programa
Nacional de Garantía de derechos para pueblos indígenas.
De los 34 pueblos que menciona la Corte varios del Putumayo y
Caquetá son beneficiarios del fallo, entre ellos, los Inga, Siona, Kofán,
Awá, Yanacona, Nasa, Embera y Koreguaje. Además de ello en medio
y bajo Putumayo la guerra ha involucrado a la población civil como
blanco frágil en la confrontación, el pueblo se tiene que someter a los
designios que imponen los grupos paramilitares, Bacrim o la guerrilla
al servicio por un lado del narcotráfico o de empresas multinacionales
como las petroleras que, en reemplazo de las temidas caucheras,
imponen su ley al precio del más fuerte y el silencio del más débil. Así
lo han denunciado ante la misma Corte en audiencias e informes
varios pueblos como los Kofán y Awá, en los cuales señalan, cómo
varios miembros de las comunidades indígenas y campesinas
agredidos por los militares, con pretexto de contrarrestar el
terrorismo o por defender intereses de compañías, especialmente de
hidrocarburos. “El incremento de la fuerza pública en el marco del
Plan Colombia bajo pretexto de la lucha antidroga y antiterrorista
también ha servido a intereses económicos del sector petrolero”,
señala un informe del Institute Transnational.
El informe entregado en septiembre de 2007 por el Transnational
5. Institute, se refería también a que el paramilitarismo ha sido el
principal aliado de grandes inversionistas y empresas, así como
prenda de garantía para llevar a cabo las fumigaciones aéreas y
concluía con dos aspectos neurálgicos; uno que las fumigaciones más
que acabar los cultivos ilícitos, son una estrategia de
desterritorialización, instrumentalizada para promover el desarrollo
de intereses económicos en la zona y; dos, reiteraba cómo algunas
empresas petroleras como Texaco ha permanecido allí desde que
inicio exploraciones en 1964 en municipios de la Hormiga, Valle del
Guamuez y San Miguel, donde está también el territorio Kofán: “el
pozo más grande del sur del país, en producción desde 1968, se
encuentra en Orito, explotado primero por Texaco y luego por
Ecopetrol. Además de varios pozos, en Putumayo se encuentran 4
oleoductos importantes que conectan, entre otros, con Ecuador”.
Las continuas movilizaciones del Putumayo
Este cúmulo de movilizaciones recientes no comenzaron con el Paro
Agrario, si recordamos desde 2010 diversas comunidades mestizas,
afro e indígenas campesinas de alto Putumayo se movilizaron a
Mocoa para exigir al gobierno la realización de la Consulta Previa en
el caso de la construcción de la carretera (variante) San Francisco-
Mocoa, cuyo proyecto no sólo desconocía este derecho sino que
afectaba uno de los sitios sagrados de los pueblos Inga y Kamëntsa,
el camino ancestral Carlos Tamabioy. Para dar una breve mirada al
fértil Valle de Sibundoy y que comprende la región alto Putumayo, me
remito a un artículo que escribí para la ONIC en 2012, cuando la vía
Mocoa- Pitalito se convirtió en escenario de enfrentamientos entre los
manifestantes que marchaban y los ESMAD que los reprimían; la
movilización pacífica la adelantaban entonces las comunidades
indígenas, afro y campesinos para exigir al gobierno nacional
cumplimento en materia territorial y frenar el auge de concesiones y
expedición de licencias para explotación minera, hidrocarburos y
recursos naturales, lo que afecta profundamente su integridad física,
cultural, territorial y espiritual[1].
La marcha de julio de 2012 movilizó comunidades enteras de Puerto
Asís a Mocoa para exigir el derecho fundamental a la Consulta Previa
Libre e Informada frente a la construcción de la variante San
Francisco -Mocoa, obra vial que afectará a estas comunidades en
cuanto a sus ríos, ecosistemas y su hábitat territorial. Líderes de la
movilización pacífica entonces reiteraban, como lo hacen hoy, la
defensa del territorio, la dignidad y la existencia, así como el arraigo
a sus tradiciones culturales, por lo cual exigen una consulta previa
con las comunidades, no solo para este caso sino para otros
proyectos de infraestructura o de explotación de recursos naturales,
mineros y petroleros. Una de las principales razones que motivó la
6. movilización 2012 fue la declaratoria del Putumayo como distrito
minero, sumado al tema de tierra y territorio; la tierra ya no es una
mera mercancía sino un ser que siente y tiene sus propios derechos y
como señalan hoy diversos líderes y taitas indígenas de la región en
contra del territorio y la madre tierra se ha desatado un auge
violatorio de sus derechos.
Otro aspecto de la movilización, que no cuentan los medios
comerciales, es el fondo que hay detrás del proyecto de la variante,
como un simple eslabón del IIRSA, proyecto interestatal de
Integración de Infraestructura Regional de Sudamérica, conformado
por los 12 gobiernos de UNASUR, con el propósito de generar un
modelo de integración que converja en una red de infraestructura vial
e inter oceánica entre países como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil,
y cuya “máscara del gorila”, es ‘mejorar’ la comunicación vía terrestre
entre estos países y consolidar un corredor geoestratégico Intermodal
desde Brasil hasta Colombia para promocionar el desarrollo y,
fortalecer el comercio entre los países del Eje Amazonas.
La variante dañaría todo una faja como los abuelos denominan este
fértil paraíso, que comprende el camino ancestral Carlos Tamabioy,
que de día muestra su bellísimo paisaje colorido y; en la noche se
convierte en hecho fantástico, donde los sonidos de la naturaleza y
los seres que la habitan, aves, insectos y brisa manifiestan la
prominencia de la creación en toda su magnificencia.
Además de los aspectos hasta aquí abordados, Putumayo y Caquetá
están marcados por memorias históricas como la explotación
cauchera que entre 1880 y 1930 aproximadamente dejo un genocidio
de unos 70.000 miembros de comunidades indígenas, según cuentan
los abuelos que sobrevivieron. Luego del auge cauchero, vino la
época conocida como trigilladas, periodo colonizador que arrasó
diversas especies de fauna como el tigre, la nutria y mamíferos como
la danta; allí fueron también devastadas muchas aves por su bello y
valioso plumaje, como diversas especies de peces en los ríos.
Concluyó este articulo parafraseando un bello relato de una amiga,
quien reitera que es fundamental “ayudar a desmantelar esa idea
generalizada y fácil que auspicia en parte la marginalización y la
indiferencia del resto del país y que se cierne sobre la gente del Sur,
especialmente de Putumayo, que somos rebeldes por antonomasia,
‘tan salvajes como nuestros indios’ (en vía de extinción, por causas
realmente salvajes y ajenas a sus cosmovisiones), que somos todos
cocaleros, gente ilícita o que practica negocios ilícitos, que tenemos
mucha plata, que apoyamos a la guerrilla. Cuando en realidad,
aunque es cierto, sí, somos ricos, muy ricos, ricos en biodiversidad,
fuentes hídricas y minerales, y ni hablar de la fuerza y magia de
7. nuestra gente, es un territorio que una vez la conquista no ha dejado
de ser saqueado y su población sujeta a dichas explotaciones sin
mayor retribución…” Ahora no es el Sur allá con sus problemas, es el
Sur nuestro que lo flagelan otros actores externos cada día y que
desde el centro o desde el norte no podemos ser indiferentes a su
sufrimiento. El Sur es nuestro y sí los gobernantes se han olvidado de
esta región, como se han olvidado de Boyacá y del centro y del norte
y del occidente y del oriente del país; démosle nuestra mano al sur,
una sonrisa realmente y un abrazo de solidaridad que es lo que
requieren; ellos tienen y de sobra la capacidad (que por demás le
falta al gobierno colombiano) y la sabiduría de resolver sus problemas
y dificultades, pero ello no exime al gobierno del Estado a
garantizarles sus derechos fundamentales y colectivos, esa es la
función del Estado garantizarle el goce efectivo de los derechos a sus
ciudadanos y no reprimirles de manera brutal y salvaje, ahí sí,
cuando reclaman el incumplimiento del gobierno.
Mientras tanto el Paro Nacional Agrario y Popular continúa, este fin de
semana se intensifican las movilizaciones campesinas e indígenas, así
como se intensifica el cariño del pueblo colombiano con nuestros
campesinos y con nuestros hermanos del Sur. Organizaciones como
la OZIP retomaran el procesos Minga de Resistencia, diversos
sectores agrarios y ambientales se unen a los intrépidos campesinos
del Caquetá, así mismo lo harán las comunidades agrupadas en
defensa del Valle de Sibundoy. No obstante los seis cabildos de la
región Sibundoy, según cuentan varios jóvenes de la región,
permanecen insolidarios ante el Paro Agrario y se han limitado a
enviar cartas y mensajes escritos, esa es la sensación que hay en
muchos jóvenes.
Agradezco al Taita Ángel Jacanamijoy, con su sabio conocimiento que
si bien no lo mencione en el anterior escrito fue fundamental para
hacerlo posible. También agradezco la contribución a diversos
compañeros comunicadores y comunicadoras del Putumayo.
[1] http://cms.onic.org.co/2012/07/que-hay-de-fondo-en-
movilizaciones-del-putumayo/