La primera vuelta electoral en la región del ariar1
El campo un asunto de interés o defensa nacional
1. 1El campo: un asunto de “¿interés o defensa nacional?”
El campo: un asunto de “interés o defensa nacional”
Emilio Garcia Gutiérrez, Villavicencio, mayo 7 de 2014
El mundo rural no es sólo paisaje sino el fundamento de la sociedad, donde
además se produce la comida. Pero además es la fuente de la identidad de
cualquier país. Entienden que la sociedad necesita del campo y de sus habitantes,
los campesinos. Esos mismos que en Colombia son tratados a las patadas,
considerados colombianos de segunda cuando no son tildados de guerrilleros y
antes que darles la mano, protegerlos para que la dura vida del campo sea digna,
los persiguen y estigmatizan.
Si se mira con atención las peticiones que salen a la luz con los paros, con los
voceros campesinos que se pasan los días mendigando atención en la oficinas
del Ministerio de Agricultura y las entidades del sector, resulta que son más que
razonables y justas: condiciones elementales para que su trabajo les asegure una
2. 2El campo: un asunto de “¿interés o defensa nacional?”
subsistencia. Piden que controlen el contrabando y la entrada masiva de
productos extranjeros, donde éstos son subsidiados, para que los precios de los
nacionales no queden por el piso y haya incluso que regalar las cosechas; piden
que el politizado Banco Agrario deje de estar sentado sobre 10 billones en TES
—sólo pudo colocar 2.4 billones en créditos en el 2013—, se desburocratice en
Bogotá y las capitales de departamento para que llegue con préstamos con tasas
y plazos ajustados a la realidad de la producción campesina, a las veredas, donde
están las necesidades para financiar las cosechas; piden que el Gobierno
intervenga en los costos descontrolados de los insumos —agroquímicos, drogas
y fertilizantes— que imponen unos pocos proveedores y que mantienen unos
precios muy por encima de los promedios internacionales; piden que los
incentivos y subsidios no los sigan acaparando los gremios en beneficio de los
grandes y medianos productores, y que les lleguen a los pequeños.
¿Defensa o matoneo?
En Colombia, el control territorial es una forma de poder que trae consigo
acciones ilegales de violencia e instrumentos de coerción institucional. Aún
recordamos la violencia bandolera al servicio de implacables gamonales; y
ahora vivimos el terror paramilitar al servicio, quizás, de los mismos gamonales
que hoy visten otros trajes y tejen renovadas amistades. Pero esto es tema de otra
opinión. Hoy me interesan los instrumentos de coerción estatal, pues de allí
nace una voluntad bélica, justificada por nuestras instituciones de seguridad. Y
me pregunto, ¿Qué puede hacer enfurecer a nuestros altos mandos policiales y
militares? ¿Qué motiva el consejo de seguridad extraordinario llevado a cabo
este domingo en la Dirección General de la Policía?
El territorio en Colombia ha sido una forma sustancial de poder; de él se
desprenden nuestras vidas que “deben” ser administradas, y un instrumento de
administración es la organización agraria. Recordemos que los principios del
Estado moderno es la entrega del territorio y la vida al artificio del Estado; el
miedo, hermano de nacimiento de Thomas Hobbes, pasa al gran Leviatán1. Pero
en Colombia, el artificio de nuestras vidas no está en la institución soberana,
sino en la violencia misma. En este tiempo, Hobbes jamás hubiese calmado su
angustia, pues, en el Estado contemporáneo, el ciudadano no se libra de la
violencia, ni mucho menos se libra de la violencia del rey.
3. 3El campo: un asunto de “¿interés o defensa nacional?”
Paradójicamente, el consejo de seguridad extraordinario no se desarrolló para
asegurar una ciudadanía, sino para elaborar “planes y estrategias de seguridad
relacionados con el paro agrario” programado para el lunes 28 de abril2. ¿Cómo
entra en la agenda de seguridad el Paro Agrario Nacional? ¿Acaso la protesta
campesina es una amenaza para las formas de control territorial en Colombia?
Antes de ser una amenaza para la organización agraria, la protesta campesina
afecta el entendimiento de los grandes terratenientes y de la burguesía
burocrática en Colombia. Muchos creen que el campesino no merece los
privilegios de un ciudadano, asumen que ser un sujeto de derechos es un
privilegio, y más preocupante aun, por miedo, otros tantos creen que no
merecen el privilegio de tener una vida digna. En la Dirección Nacional de la
Policía los altos mandos de seguridad discuten con su propio entendimiento,
¿cómo es posible que unos campesinos exijan vida y territorio, si no los
acompaña la estirpe de un “buen” apellido? Como defensores de la “democracia”
¿de qué forma se ahoga una protesta en principio democrática? Para preservar
su entendimiento, la cúpula de seguridad teje un “justo” argumento para
afirmar la cuestión agraria como un asunto de “Defensa Nacional”; de esta
forma, se siembra la amenaza al interior de la protesta campesina.
Según informes de inteligencia, el consejo de seguridad sostiene la infiltración
de grupos armados dentro de las manifestaciones campesinas. Tanto el
Ministerio de Defensa, como el general Rodolfo Palomino, afirman que “algunos
de los que están moviendo a los campesinos son las FARC y el ELN en regiones
específicas, creyendo que con eso van a presionar al Gobierno, pero se
equivocan. Al Gobierno no lo presionan y no van a conseguir nada distinto en
medio del proceso de paz”3. Ahora, el ejército y la policía se encuentran en
acuartelamiento de primer grado y disponen de un dispositivo completo para no
permitir el bloqueo de las vías. La mejor forma de justificar la violencia contra
los campesinos, es entender el Paro Agrario Nacional como una amenaza. Bajo
estas declaraciones, el cuerpo del campesino queda a la merced de una violencia
"justificada". El consejo de seguridad extraordinario expresa una intención
violenta, que enuncia una advertencia: haremos lo necesario para mitigar
protestas que son en principio “criminales” y no democráticas. Al ser una
“certeza” institucional el ejército y la policía colombiana convierten la protesta
campesina en un asunto de “Defensa Nacional”.
Desde sus inicios como República, los beneficios del derecho están al alcance de
unos pocos. Esto ha pasado a ser parte del entendimiento de muchos en
4. 4El campo: un asunto de “¿interés o defensa nacional?”
Colombia; y ahora, ante la protesta del des-territorializado, se perturba el
entendimiento, y peligra el privilegio de vida y territorio. La cuestión agraria es
sustancial para Colombia y discutirla pone en peligro la propiedad y el
privilegio de unos. Esta es la razón de la voluntad bélica inherente en los altos
mandos militares y policiales; son instituciones que han estado al servicio de
propietarios y “justos” administradores. Para la maquinaria coercitiva es
inconcebible que el derecho sea la facultad del campesino y de cada uno de
nosotros; la cúpula de seguridad entiende el derecho como un privilegio que se
gana con “competencia” y apellido, y sólo lo merecen los “mejores”.
El agro interés nacional
El Paro Agrario Nacional pone la cuestión agraria en discusión y rompe con el
privilegio de vida y territorio en Colombia. Antes de ser una lucha "legítima", el
Paro Agrario Nacional es una lucha vital. Estamos hablando del oficio del
campo, un oficio que no ha desaparecido ni desaparecerá en Colombia, que
permanece y vive en cada uno de nosotros. Con esto, el miedo ya no debe tener
un lugar, debe desaparecer para darle razón a nuestra geografía de vida y
5. 5El campo: un asunto de “¿interés o defensa nacional?”
memoria. Díganme ustedes lectores ¿quién no vive y recuerda nuestro ya
aturdido campo?
¿Por qué los técnicos del Ministerio de Agricultura no se concentran en buscar
caminos para asegurar salidas, de manera que el mundo rural no se destruya y
que, por el contrario, sobreviva con vigor, en vez de insistir en debilitarlos en las
negociaciones, ahogarlos postergando soluciones en el tiempo, acusándolos de
politiqueros y subversivos?
Entender lo campesino en su complejidad —económica, social, cultural y
política— desde la mentalidad urbana, desde una modernidad contrahecha, no
es fácil. Se miran como “rezagos de la sociedad tradicional” condenados a
sobrevivir enfrentados al mundo hostil de los mercados y el capital, donde sólo
cuentan la competitividad y los resultados económicos, y ahí están perdidos.
Están atrapados en una realidad frente a la cual no se puede ser indiferente.
Colombia, como ningún otro país americano, tiene un sustrato campesino que
es su matriz como sociedad. Vivió procesos colonizadores de familias campesinas
expulsadas a los confines nacionales por la pobreza y falta de oportunidades o
por la violencia que lleva más de medio siglo ensañada con el campo.
Campesinos marginados y dejados a su suerte. Familias pobres pero
emprendedoras que como pocas han forjado a Colombia, con sus bondades y sus
múltiples falencias, que antes que acorralar se deberían apoyar con firmeza y
convicción.
Porque además de la suerte de éstas y su supervivencia honrada depende el
futuro en paz de Colombia.
César Pachón, uno de los líderes de las protestas campesinas, aseguró que el
campo colombiano vive "una crisis profunda" que atribuyó al "modelo
neoliberal, la apertura económica, los tratados de libre comercio y la falta de
una política agraria seria". Pachón agregó que la huelga del año pasado dejó
muchos muertos entre campesinos y policías, "y eso es lo que no queremos
repetir".
Las conversaciones para terminar la nueva huelga fueron suspendidas el pasado
martes y se reanudarán la próxima semana, según el Gobierno, pero los
campesinos quieren una solución más rápida.