Innovacion practica sobre la realidad de las escuelas
1. Educación Infantil. G.T. 2.3
Delphine Camuset
Monika Krjaková
Rosa Sánchez García
Yolanda Tijeras Martínez
Innovación – Práctica 3
Análisis de realidades educativas
Sistemas de comunicación entre familias y docente
En la mayoría de los centros, los padres que llevan personalmente a sus hijos al colegio
aprovechan la entrada y la salida para comunicarse con la maestra respecto a la actitud,
comportamiento y demás aspectos relativos a la educación de sus hijos/as. Esta era la vía de
comunicación más utilizada en todas nuestras prácticas.
Además existen horas de tutoría obligatorias en todos los centros, suelen tener lugar el lunes
por la tarde, tanto a petición del maestro/a como de los padres, y permiten hablar de temas
más personales, de la situación familiar del niño, de su evolución académica…
Por otra parte, en el colegio en el que Delphine realizó su prácticum, se había implantado un
sistema de agendas que los niños se llevaban cada día a casa y en las que la maestra apuntaba
los temas que se iban a trabajar durante la semana, cualquier observación que quisiera
transmitir a los padres así como una evaluación del comportamiento diario de los niños
mediante sello. La maestra explicaba que su uso le permitía ganar tiempo a la salida de los
niños evitando que todos los padres vinieran a preguntar cómo se había portado su hijo/a.
En algunos colegios como el de Rosa y Delphine por ejemplo, la comunicación con las familias
también se hacía a través de los delegados/as de clase. Estos se eligen por voto en la reunión
de clase que tiene lugar al principio del curso. Su función es hacer de intermediario entre el
maestro/a y el resto de padres y madres de la clase, transmitiendo informaciones, animando y
coordinando su participación en las actividades organizadas por el centro, etc., lo que también
permite a la maestra ahorrar tiempo para dedicárselo a otras actividades.
2. Tareas y otras actividades que se realizan en la asamblea; frecuencia de las
asambleas
En los colegios de Monika, Rosa y Yolanda, las asambleas se realizaban todos los días a la
entrada, es decir, después de que los niños/as colgaran sus mochilas y abrigos en el perchero,
se reunían en la alfombra para comenzar con la asamblea.
La asamblea suele arrancar con la canción de los buenos días. A continuación se recuerda lo
que han hecho el día anterior y se adelanta lo que se va hacer durante el día. Los maestros/as
suelen darle mucha importancia a esta práctica porque además de facilitar la organización,
acostumbra al alumnado a orientarse en el tiempo, a prever que va a pasar después y a ser
más autónomo.
Además se escoge un encargado entre los niños/as para repasar la asistencia de todos los
alumnos, decir el día de la semana, el mes y el año en que nos encontramos, el tiempo que
hace y para ser el responsable de repartir, recoger los materiales y limpiar las mesas. Esto
también es importante para la mayoría de los docentes porque permite desarrollar el sentido
de la responsabilidad y la autonomía.
La maestra de Monika también aprovechaba la asamblea para repasar las normas de la clase
(usar la papelera, hablar sin gritar, compartir el material, etc. ) y dejaba tiempo a los niños para
compartir con sus compañeros lo que habían hecho la tarde anterior o cualquier tema de su
interés. Ella consideraba que era importante dejar que los niños se expresaran libremente y
aprendieran a escucharse y respetarse.
En cambio la maestra de Yolanda prefería dedicar este momento a hablar de algunas
cuestiones o conflictos que hubieran surgido entre los niños en el colegio, ya que le otorgaba
mucha importancia a la resolución pacífica de los conflictos y quería hacerlo en presencia de
todos los niños.
Por otro lado, la maestra de Rosa utilizaba la asamblea para que los niños contasen sus propias
vivencias. Además de los ejercicios de secuenciación temporal, nombramiento del encargado y
repaso de la asistencia del alumnado, algunos días; se comentaban temas que estaban fuera
de la programación por la profesora. Por ejemplo un día de las prácticas, la maestra expuso un
tema de educación vial, en el que los niños se mostraron muy interesados y participativos.
Al contrario, en la clase de Delphine no se realizaba asamblea diaria sino solamente cuando
surgía algún tema del que la maestra juzgaba interesante hablar, como al empezar un nuevo
capítulo de un libro de texto o al preparar una fiesta o acontecimiento particular: la paz, el
carnaval, el miedo, las mascotas, etc. La maestra alegaba la falta de tiempo ya que los niños, al
ser un colegio bilingüe, tenían una hora de inglés al día. Además decía que la asamblea se
suele realizar a primera hora de la mañana, lo cual no podía hacer ya que los niños empezaban
la jornada con la clase de inglés y que después ya no tenía sentido al menos que surgiera algún
tema en particular.
3. Organización de los materiales en el aula (dónde se guardan, quién accede a
ellos, quién distribuye, etc.)
En casi todas las aulas observadas menos una, hay estanterías con distintos casilleros dónde
cada niño tiene puesto su nombre y su foto para guardar todos los libros de texto. A la hora de
comenzar a trabajar cada niño coge su libro y al finalizar lo guarda.
Los materiales más usados como lápices, rotuladores o ceras suelen estar colocados en una
mesa accesible a los niños. Normalmente hay varios cestos, uno para cada equipo,
representados por los colores correspondientes a cada equipo. Se hace de esta manera para
que el encargado del día pueda repartirlos fácilmente y para que los niños tengan más
autonomía.
Otros materiales más “peligrosos”, “delicados” o susceptibles de manchar como punzones,
papel de seda, cartulinas o pintura de dedos, están guardados por las maestras en armarios
cerrados. De la misma manera se suele guardar la plastilina ya que es muy deseada por los
niños y para evitar que jueguen con ella en cualquier momento. Las maestras suelen utilizarla
más bien como “premio” para los que han acabado la tarea.
En todo caso se distinguen perfectamente las distintas estanterías y cajones gracias a unas
pegatinas: “pinturas”, “pegamentos”, etc. y los niños saben muy bien dónde va cada cosa.
Según los maestros/as, esto permite guardar un orden y que además los niños se vayan
familiarizando con la grafía de cada palabra.
Respecto a los juguetes, todas nuestras maestras los guardaban en baúles o cestas de libre
acceso, colocados en la zona de juego.
La biblioteca siempre es accesible a los niños. En las clases de Rosa y Yolanda, disponían de un
banco o sillitas para poder sentarse y disfrutar de los libros. En cambio en las otras dos se
encontraban arrinconadas y no disponían de sitio para sentarse cómodamente a leer sino que
cada uno tenía que irse “a su sitio”.
Además en la clase de Yolanda, eran los propios niños los encargados de ordenar la biblioteca,
con ayuda de la maestra tenían que pegar un cuadrado a los libros que fueran grandes, un
triángulo a los libros medianos y un círculo a los libros pequeños, y después meterlos en unas
bandejas. Esta actividad, además de servir para ordenar la biblioteca, se realizaba con la
finalidad de que los niños aprendieran las figuras geométricas.
Organización de los espacios fuera del aula
En los casos de Yolanda y Delphine, los niños para acceder al aula, tenían que subir escaleras.
Sin embargo, solo en el colegio de Yolanda tenían una reja de seguridad ya que el aseo de los
niños estaba fuera del aula y solían salir solos al pasillo.
4. Este colegio también disponía de un patio grande para los niños de infantil que incluía dos
aseos, un tobogán, bancos, papeleras y árboles que daban sombra. En cambio en los colegios
de Rosa y Monika los patios no disponían de ningún tipo de materiales por motivos de
seguridad según alegan los docentes. Además en el de Rosa, todas las bisagras de las puertas
estaban tapadas con plásticos.
Solamente contaba con un aula de psicomotricidad el colegio de Yolanda.
Por último, al encontrarse el colegio de Delphine en un edificio, los espacios fuera del aula
eran muy pocos. El patio es uno de los puntos más negativos de las instalaciones del colegio ya
que no se trata de un patio al aire libre sino de un “hall” pequeño y cerrado en el que juegan
los niños durante el recreo y donde tienen lugar las sesiones de motricidad y educación física
de los más grandes.
Tiempos de juego libre / dirigido dentro del aula
En todas nuestras clases las maestras solían dejar a los niños bastante tiempo para el juego
libre (al terminar una tarea, después del desayuno, antes de salir al patio…). Con el juego los
niños aprenden a cooperar, a compartir, a conectar con el otro etc. Uno de los componentes
fundamentales del juego es la diversión, el niño/a cuando juega se siente feliz y además
desarrolla su imaginación y creatividad.
Sin embargo no se organizaba nunca juego dirigido, generalmente por la falta de tiempo y la
necesidad de terminar las fichas a tiempo. Excepto en la clase de Rosa, que alguna vez
realizaron juego dirigido. En uno de los juegos, la maestra repartía a cada niño fichas de
dominó de colores en un grupo y las ponía bocabajo. Cada niño tenía que emparejar la ficha de
ejemplo que sacaba la profesora y así sucesivamente colocaban las fichas por turnos de tiempo
según el color. Este juego era controlado por la profesora, ya que marcaba los turnos y
animaba a los alumnos en sus éxitos y los corregía en sus fracasos. También se jugó en clase al
bingo de las letras. La dinámica era muy sencilla. El juego consiste en entregarles a cada grupo
una hoja con diferentes letras del abecedario escritas en mayúscula. Cada folio constaba de 15
letras. La profesora designaba un encargado de grupo que tenía que tachar la letra. Una vez
dictadas por la docente varias letras, (en total 15), hacia recuento y premiaba al que ganaba
con un caramelo. Los niños aceptaban las reglas del juego ya que estaban acostumbrados.
Tampoco se trabajaba por rincones en ninguna de nuestras clases ya que no existían rincones
realmente definidos en los que se pudiera llevar a cabo un aprendizaje planificado sino
distintas “zonas” de juego libre.
5. Análisis personal de las experiencias descritas
(Delphine Camuset)
Sistemas de comunicación entre familias y docente
La responsabilidad del éxito escolar no es únicamente del alumno sino que recae sobre todos
los miembros de la comunidad educativa. Las familias en particular juegan un papel
fundamental en el desarrollo escolar de sus hijos. Sin embargo se observa una gran diversidad
de situaciones familiares y cada una repercuta a su manera en el rendimiento escolar de los
niños. Por eso es fundamental la colaboración del docente con la familia, para dar coherencia a
la educación desde los dos entornos en los que los niños/as se desenvuelven: casa y escuela.
Las horas de tutoría permiten al profesorado recabar información de la familia para conocer
los hábitos de los niños, los rasgos de su carácter, la situación familiar, etc. para adecuar su
metodología a las peculiaridades individuales de cada uno. Aunque en realidad, y como hemos
podido comprobar todas, el mayor intercambio de información entre la maestra y la familia se
hace cada día a la llegada y salida de los niños. Se trata de un intercambio más “informal” en el
que los padres pueden comentar “cosillas” del día a día, que a veces pueden parecer sin
importancia pero que permiten a la maestra construir y completar su visión de cada niño y
entenderles mejor. A menudo la situación familiar puede dar explicación a muchos
comportamientos, carencias o dificultades. Y aunque a veces los maestros/as se quejan por
salir más tarde debido a estas conversaciones, creo que hay que tomárselo como una parte
importante de la función docente y entender que no todos los padres tienen horarios de
trabajo que les permitan acudir a tutoría.
Por otra parte, el sistema de agenda escolar me parece muy positivo ya que permite a los
padres saber cómo se han portado sus hijos en clase sin tener que preguntárselo directamente
a la maestra, y si no se han portado bien, hablar de ello con los niños preguntándoles qué ha
pasado, por qué, etc. Por otra parte sirve de incentivo y castigo para los niños. De hecho
comprobé como los niños que llevaban el sello de buen comportamiento sacaban la agenda
para enseñárselo a sus padres antes incluso de salir del colegio.
Por último, me parece muy bien que haya un delegado de padres y madres, siempre que
cumpla con su función, se encargue de informar, animar y coordinar al resto de padres. Por
desgracia, hasta ahora no hemos podido encontrar ningún delegado realmente implicado en la
vida del aula. En mi opinión, no se debería “imponer” este cargo y las elecciones de delegados
solo deberían realizarse si existen padres y/o madres voluntarios.
6. Tareas y otras actividades que se realizan en la asamblea; frecuencia de las
asambleas
Como señala Manuel Seisdedos en la revista Aula de Infantil (2004) “la asamblea, dentro del
aula, se constituye como referente para la comunicación entre iguales y entre adultos e
iguales.”
Como ya hemos mencionado, en mi clase la maestra no realizaba asambleas de manera
regular. Sin embargo, todos sabemos que la asamblea es una actividad que sirve para
desarrollar muchísimos aspectos: lingüístico, social, cognitivo… además de permitir trabajar las
normas, la estructuración temporal anticipando las actividades que se llevarán a cabo durante
el día, averiguar los conocimientos previos de los niños sobre un tema, o que los niños puedan
contar cualquier cosa que les hiciera ilusión, alguna anécdota o hablar de alguna cosa que les
guste mucho. Nombrar a un encargado y otorgarle ciertas responsabilidades también es otro
aspecto muy positivo de las asambleas que permite desarrollar la autonomía, la autoestima y
el sentido de la responsabilidad.
Según he podido observar en los pocos momentos de asamblea, los niños eran muy
participativos a pesar de que solían hablar espontánea y desordenadamente de sus "intereses"
personales, aunque estuviéramos hablando de un tema en particular y no tuviera nada que
ver. Además se observaba un efecto de contagio y de repente todos tenían algo que contar. La
maestra tenía que estar por tanto continuamente recordando el tema de discusión y limitando
las intervenciones que se alejaban demasiado. En mi opinión realizar asambleas de manera
regular es necesario, sobre todo con los más pequeños, precisamente para evitar estas
situaciones.
Además se pretende que los niños/as se relacionen con sus compañeros de forma positiva,
escuchándoles y respetándoles, se potencia el compañerismo, la amistad, la solidaridad y el
respeto en las relaciones interpersonales…
Organización de los materiales en el aula (dónde se guardan, quién accede a
ellos, quién distribuye, etc.)
En las situaciones descritas en la primera parte podemos observar que la organización de los
materiales es casi “universal”, esencialmente por razones prácticas. Los materiales que más se
utilizan siempre están al alcance de los niños mientras que los más “peligrosos” o “delicados”
están guardados. En general se busca fomentar la autonomía de los niños pero a la vez se
procura limitar tanto el desperdicio (los materiales tienen un coste económico y cada vez son
más escasos) como los riegos de accidentes, manchas, etc.
Solo notamos una diferencia en mi aula que es la ausencia de casilleros para guardar los libros
y las fichas de cada uno. La maestra simplemente tenía una estantería dónde los apilaba todos
por lo que los niños no podían cogerlos por sí-mismos sino que tenía que repartirlos ella. La
organización en casilleros me parece una buena opción ya que de nuevo fomenta la autonomía
de los niños (uno de los objetivos fundamentales en Educación Infantil) además de ser un
ahorro de tiempo para la maestra.
7. En cuanto a la biblioteca, aunque los niños todavía no sepan leer no impide que puedan
disfrutar de un libro, siempre que tenga imágenes claro. Es más, creo que en esta etapa del
desarrollo, antes de aprender a leer, es cuando se debe despertar el interés del niño por los
libros. Por lo tanto creo que se debería dar más importancia a la biblioteca, que sea atractiva y
que disponga de un espacio propio en vez de estar arrinconado entre dos estanterías como
pasaba en dos de las cuatro aulas observadas. Así los niños después de coger un libro de la
estantería no tendrían que ir a sentarse en su sitio, lo cual otorga un significado de “trabajo” a
la lectura sino que podrían sentarse directamente en el “rincón” de la biblioteca y disfrutar de
un libro como una actividad recreativa. También creo que son muy positivas las actividades
dirigidas en relación con la biblioteca como la descrita por Yolanda: los niños están en contacto
con los libros a la vez que aprenden a ordenar y trabajan un concepto matemático.
Organización de los espacios fuera del aula
La seguridad es un elemento esencial de la organización de los espacios en el centro escolar.
En la mayoría de ellos, las aulas de infantil, o al menos de los tres años, se encuentran en la
planta baja para evitar el paso por las escaleras que representan un riesgo y también una
pérdida de tiempo. Sin embargo esto no siempre es posible y en este caso las rejas de
seguridad como en el colegio de Yolanda pueden ser una solución para evitar las caídas, sobre
todo si los niños tienen que salir del aula para ir al baño.
A este respecto creo que la presencia de un pequeño cuarto de baño en el aula debería ser
obligatorio en todas las aulas de infantil, y en particular en las de 3 años, de manera que el
maestro/a pueda vigilar tanto a los niños que han ido al aseo como a los que se quedan en la
clase, y así evitar problemas o que se aprovechen de estar sin vigilancia para hacer tonterías
(lo que ocurría a menudo durante mi práctica de primer curso). También es una opción muy
práctica a la hora de hacer manualidades ya que ni los niños tienen que salir de la clase para
lavarse las manos ni el maestro/a para enjuagar los pinceles por ejemplo.
El patio es uno de los elementos en el que más diferencias hemos observado. Algunos
disponen de todo tipo de mobiliario y juegos mientras otros están completamente vacíos, y los
últimos no pueden ni siquiera pretender el título de “patio”. Los maestros y sobre todo
directores alegan razones variadas de seguridad, de presupuesto… En fin la cuestión de los
patios, a pesar de estar regulada por ley, parece dejarse al libre albedrio de los centros cuando
en mi opinión debería estar mejor regulada y controlada (requisitos mínimos de superficie,
material, zonas cubiertas/descubiertas, etc.) para no encontrarnos con unos “halls” pequeños
y cerrados que sirven a la vez de patio, de pista deportiva y de salón de actos, como ocurría en
mi colegio.
8. Tiempos de juego libre / dirigido dentro del aula
El juego libre, además de ser necesario para los niños, tanto para el desarrollo de la
imaginación como de las relaciones sociales, es una actividad muy “práctica” para los
maestros/as porque les ofrece momentos “libres” para preparar la siguiente actividad, rellenar
documentos, agendas, etc., y también permite entretener a los alumnos más rápidos mientras
el resto termina su ficha. No obstante creo que algunos docentes abusan de estos momentos
de juego libre. En mi clase por ejemplo, los niños desayunaban al volver del recreo, y los
primeros en terminar podían jugar hasta que todos hubieran terminado, lo cual se solía alargar
durante aproximadamente una hora. En mi opinión es un poco excesivo. Los niños acaban de
volver del recreo, ya han podido jugar libremente todos. La maestra podría preocuparse de
que hubiera menos diferencia entre cada uno respecto a la duración del desayuno, y luego
aprovechar este tiempo para organizar algún juego dirigido. Además este tipo de juego
también es muy beneficioso ya que se puede trabajar de manera más divertida cualquier
contenido de lectoescritura o matemáticas por ejemplo, además del respeto de las normas, el
trabajo en equipo, aprender a ganar/perder…
Por otra parte hemos observado que en ninguna de nuestras clases se realizaba trabajo por
rincones. Eso sí, en todas se usaba la palabra “rincón” para denominar las distintas zonas de la
clase (rincón de la biblioteca, rincón de la cocina…) pero nunca hemos podido presenciar una
verdadera metodología de “trabajo por rincones” en el que se formaran varios grupos y se
trabajara de manera distinta pero supervisada en cada uno. Es una pena porque puede ser una
forma de aprendizaje diferente, más divertida que las fichas, más participativa, más
motivadora para los niños, y por tanto más significativa y más eficaz.