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DERMATOLOGÍA
Los autores de este artículo, todos
ellos dermatólogos, nos ofrecen
una revisión práctica de la
patogénesis, la epidemiología, los
factores de riesgo, la clínica, el
diagnóstico, el tratamiento y la
prevención de la infección por
molusco contagioso, una
enfermedad viral bastante
frecuente. La información
facilitada puede ser de gran
utilidad al farmacéutico, ya que le
permitirá ofrecer a las personas
que le consultan en el mostrador
información precisa y actualizada
sobre los distintos aspectos de la
infección, en especial los
relacionados con las medidas
preventivas y los tratamientos
farmacológicos.
E
l molusco contagioso es una
lesión contagiosa frecuente,
que está causada por un virus
de la familia pox-virus,
Molluscipoxvirus molusco contagioso.
Este virus produce una erupción papu-
lar benigna autolimitada que se mani-
fiesta en forma de pápulas múltiples
umbilicadas. Esta enfermedad viral
común se limita a las membranas
superficiales y mucosas. La transmi-
sión requiere el contacto directo con
los individuos infectados o la contami-
nación mediante objetos contaminados
(fomites). De forma general se piensa
que infecta a los humanos exclusiva-
mente, pero hay informes aislados de
molusco contagioso en pollos, gorrio-
nes, palomas, chimpancés, canguros,
un perro y un caballo. La infección se
distribuye por todo el orbe y tiene una
incidencia más alta en los niños, los
adultos sexualmente activos y los indi-
viduos immunodeficientes.
PATOGÉNESIS
Como se ha señalado, la infección se
produce por el contacto con personas
infectadas, fomites o por autoinocula-
ción, diseminándose localmente por
extensión del virus de las lesiones
hacia áreas adyacentes de la piel.
Los estudios epidemiológicos reali-
zados sugieren que la transmisión
podría estar relacionada con factores
tales como la humedad, el calor y la
falta de higiene. La enfermedad es
rara en menores de 1 año, debido qui-
zá a la inmunidad transmitida por la
madre y al largo período de incuba-
ción. En climas calurosos en los que
el contacto con otros niños es estre-
cho y la higiene personal más pobre,
la propagación dentro de las guarderí-
as no es infrecuente (con un pico
máximo de incidencia entre los 2 y 4
años, según autores). En climas fríos
en los que la propagación dentro de
las guarderías es rara, las infecciones
son más frecuentes en pacientes de
más edad.
El baño público en piscinas ha sido
relacionado con infecciones en la
infancia, con un pico de incidencia
entre los 8 y 12 años, según diferentes
estudios. Un pico de incidencia más
tardío en adultos jóvenes se atribuye a
Molusco contagioso
Revisión
■ CARMEN L. PIMENTEL, LAURA PERAMIQUEL Y LLUÍS PUIG •
Servicio de Dermatología. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona.
72 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004
transmisión sexual, como sugiere la
frecuente localización pubiana de las
lesiones en estos casos.
El tiempo medio de incubación
varía entre 2 y 7 semanas, pudiendo
extenderse hasta 6 meses.
Infección
El virus del molusco contagioso
afecta inicialmente a las células de la
capa basal de la epidermis, donde se
duplica la tasa de división celular
con respecto a la piel no lesionada.
El virus se replica en el citoplasma
de los queratinocitos (fig. 1), y exis-
te un incremento aparente del núme-
ro de receptores para el factor de
crecimiento epidérmico en los mis-
mos, lo que se traduce histológica-
mente en forma de una hipertrofia e
hiperplasia de la epidermis. La acu-
mulación de cuerpos de inclusión
(correspondientes a acúmulos de
partículas virales) en el citoplasma
conduce a la rotura celular e infec-
ción de las células adyacentes, dan-
do lugar a extensos cuerpos hialinos
que se conocen como «cuerpos de
molluscum». Las células distorsio-
nadas y destruidas se encuentran en
gran número cerca de la superficie
epidérmica (capa córnea), en el cen-
tro de la lesión, envueltas por una
red fibrosa.
La infección por el virus causa una
hiperplasia e hipertrofia de la epider-
mis, con presencia de partículas vira-
les libres en todas las capas de la epi-
dermis.
CAUSAS, INCIDENCIA Y
FACTORES DE RIESGO
Desde hace mucho tiempo, es bien
conocida la distribución mundial del
virus de Molluscum, aunque la inci-
dencia de la enfermedad no ha sido
realmente estudiada.
La enfermedad es más prevalente en
los niños. Las lesiones características
(fig. 2) se observan frecuentemente en
la cara, el cuello, las axilas, los brazos
y las manos, pero pueden aparecer en
cualquier parte del cuerpo, excepto en
las palmas de manos y pies. En oca-
siones se ven en los genitales.
En los adultos, los moluscos apa-
recen en la región genital y perigeni-
tal como una enfermedad de transmi-
sión sexual. En las personas con
inmunodepresión causada por el
virus de la inmunodeficiencia huma-
na pueden observarse formas exten-
sas y fulminantes de molusco conta-
gioso, que frecuentemente afectan a
la cara. La enfermedad es endémica,
con una incidencia más alta dentro de
las instituciones y comunidades don-
de existe hacinamiento y mala higie-
ne. Durante los últimos 30 años su
incidencia ha aumentado, principal-
mente como enfermedad de transmi-
sión sexual, y en particular como
resultado de la propagación de la
infección del virus de la immunode-
ficiencia humana (VIH). Entre el 5 y
el 20% de los pacientes con VIH pre-
sentan infección sintomática por
virus de molusco contagioso (MCV).
Hay cuatro subtipos principales de
molusco: MCV I, MCV II, MCV III,
y MCV IV. Todos los subtipos cau-
san lesiones clínicas similares en el
área genital y en áreas no genitales.
Los estudios efectuados demuestran
que MCV I parece ser el subtipo más
prevalente (75-90%), excepto en los
individuos immunocomprometidos.
Sin embargo, existen variaciones
regionales en el predominio de un
subtipo dado y diferencias entre los
subtipos individuales en diversos paí-
ses.
MOLUSCO CONTAGIOSO
VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004 FARMACIA PROFESIONAL 73
Fig. 1. La replicación del virus en el citoplasma de las células infectadas da
lugar a la formación de grandes masas acidófilas intracitoplasmáticas
(cuerpos del molusco de Henderson-Paterson)
Fig. 2. En los niños es frecuente la localización en cuello y pliegues
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El MCV produce una erupción papular
formada por múltiples lesiones umbi-
licadas. La lesión del molusco empie-
za con una pequeña pápula que luego
se agranda formando un nódulo colo-
reado perlado con un carácter opales-
cente. El nódulo, a menudo, tiene un
hoyuelo o depresión central que le
confiere un aspecto umbilicado blan-
co, ceroso.
El tamaño de la pápula es incons-
tante, dependiendo de la fase de desa-
rrollo, pero normalmente miden entre
2 y 6 mm y no son dolorosas. Además,
las pápulas pueden inflamarse espon-
táneamente, en ocasiones precediendo
a su autorresolución o después de trau-
matismos, y presentar cambios de
tamaño, forma y color.
El rascado u otras formas de irrita-
ción local hacen que el virus se extien-
da en línea o formando grupos (véase
la imagen de apertura de este artículo).
En la madurez del molusco, la punta
del nódulo se puede abrir con una agu-
ja estéril y se ve un núcleo de aspecto
céreo que puede extruirse mediante
una suave presión. En los pacientes
immunodeprimidos las pápulas pue-
den tener un diámetro mayor de 1 cm
y presentar una diseminación conside-
rable.
Cualquier superficie cutánea puede
verse afectada, pero los sitios predo-
minantes son las axilas, el pliegue
antecubital, el hueco poplíteo y las
ingles, aunque existen algunos casos
descritos en la boca o la conjuntiva. La
autoinoculación es frecuente.
En los adultos el MCV afecta a las
ingles, el área genital y los muslos, y a
menudo es adquirido sexualmente.
En alrededor de un 10% de los casos
se desarrolla una dermatitis eccemato-
sa alrededor de las lesiones, que desa-
parece con la resolución de la infec-
ción. Se ha descrito una asociación
entre el molusco contagioso y la der-
matitis atópica. Se postula que el incre-
mento en la susceptibilidad a la infec-
ción cutánea viral podría estar en
relación con la solución de continuidad
ocasionada por la piel eccematosa, que
constituiría una puerta de entrada, y
con factores inmunológicos, por una
alteración funcional de los linfocitos T.
En pacientes con síndrome de inmu-
nodeficiencia adquirida, en los que la
prevalencia de la infección oscila,
según se ha descrito, entre el 10 y el
20%, las lesiones pueden ser extensas
y refractarias al tratamiento. La pre-
sentación de la enfermedad en los
pacientes con infección por el virus de
la inmunodeficiencia humana es atípi-
ca. El número de lesiones puede
sobrepasar el centenar, y en contraste
con los individuos seronegativos, las
lesiones suelen localizarse en la región
facial, cuello y tronco, pudiendo simu-
lar otras infecciones, como criptococo-
sis, histoplasmosis, coccidiomicosis o
pneumocistosis cutánea. La gravedad
de la infección por molusco se correla-
ciona con el recuento de linfocitos T
CD4+ (colaboradores).
El molusco contagioso es una infec-
ción crónica. Las lesiones pueden per-
manecer inmodificadas o también pue-
den ir apareciendo nuevas lesiones
durante meses o años, aunque en los
individuos no inmunocomprometidos
al final desaparecen sin dejar cicatri-
ces. Las lesiones primarias pueden ser
confundidas con herpes pero, a dife-
rencia de lo que ocurre en este caso,
no son dolorosas.
ANÁLISIS Y PRUEBAS
El aspecto clínico del molusco conta-
gioso es suficiente para que el derma-
tólogo haga el diagnóstico en la mayo-
ría de los casos. Aunque no puede
cultivarse en el laboratorio, el examen
histopatológico del material de cureta-
je (legrado con una cucharilla) o la
biopsia de la lesión también pueden
ayudar al diagnóstico en los casos que
no son clínicamente obvios. El centro
blanco espeso puede teñirse con tin-
ciones de Giemsa, Gram, Wright, o
Papanicolaou para demostrar los cuer-
pos de inclusión. La microscopía elec-
trónica también se ha usado para
demostrar las estructuras del poxvirus
y los métodos de immunohistoquímica
permiten el reconocimiento de molus-
co contagioso en el tejido fijado. Tam-
bién se ha utilizado la hibridación in
situ para MCV, pero en general todas
estas técnicas no son necesarias para
hacer un diagnóstico adecuado.
En conclusión, el médico debe exa-
minar las lesiones y basándose en su
apariencia, descartar otros problemas.
En caso de duda, el diagnóstico puede
confirmarse con el estudio histopatoló-
gico.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
Las lesiones de molusco contagioso
deben diferenciarse de la verruga vul-
gar, el condiloma acuminado, la vari-
cela, el herpes simple, papilomas, epi-
teliomas, pioderma, criptococosis
cutánea, quistes de inclusión epidérmi-
cos, carcinoma basocelular, granuloma
anular papular, queratoacantoma,
liquen plano, siringomas y otros tumo-
res anexiales.
PREVENCIÓN
Es preciso evitar el contacto directo
con las lesiones y tener cuidado en las
relaciones sexuales, utilizando el pre-
servativo, que puede ayudar en la pre-
vención de esta infección viral. Los
preservativos pueden prevenir la
expansión del virus cuando se usan de
forma adecuada, siendo la mejor pro-
tección ante la enfermedad cuando la
pareja sexual es desconocida, y para la
prevención del contagio, no sólo del
molusco contagioso sino también de
otras enfermedades infecciosas.
TRATAMIENTO
El molusco contagioso es una enfer-
medad autolimitada que se resuelve
sin tratamiento en el individuo immu-
nocompetente; sin embargo, en los
pacientes atópicos y en los individuos
inmunocomprometidos puede prolon-
garse su evolución.
En ocasiones las lesiones se erosio-
nan y pueden sobreinfectarse como
consecuencia del rascado por el propio
paciente, lo que puede dar lugar a la
formación de cicatrices. Además,
algunas escuelas y guarderías no
admiten a los niños con lesiones visi-
bles.
En las personas con un sistema
inmunitario normal, las lesiones desa-
parecen espontáneamente en un perío-
do de meses o años. En las personas
inmunodeficientes, y especialmente
en pacientes con sida, las lesiones
pueden ser diseminadas y de gran
tamaño. Las lesiones individuales
pueden extirparse por métodos cruen-
MOLUSCO CONTAGIOSO
74 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004
El aspecto clínico
del molusco
contagioso es
suficiente para que
el dermatólogo haga
el diagnóstico en la
mayoría de los casos
tos, mediante curetaje, congelación,
electrofulguración o incluso láser, o
mediante la aplicación de cáusticos.
Algunos pacientes buscan la asisten-
cia médica por razones cosméticas y
por el miedo de inocular a otros indi-
viduos. La decisión terapéutica debe
efectuarse de forma personalizada.
Puede ser necesario efectuar trata-
mientos repetidos por el hecho de que
existen lesiones subclínicas inaparen-
tes en el momento de la primera visita
y sucesivas. La mayoría de los trata-
mientos comúnmente empleados son
de naturaleza destructiva y se descri-
ben más abajo, aunque la práctica de
«esperar y ver» puede ser la mejor
opción en gran parte de los casos. En
los niños, debe evitarse someter al
paciente a un tratamiento demasiado
traumático para una condición benig-
na autolimitada; el dolor y sangrado al
curetaje causan una honda impresión
en los pacientes y sus cuidadores, y
los anestésicos tópicos no son total-
mente eficaces en muchos casos. En
opinión de los autores, ni la sedación
ni la anestesia general están justifica-
das en la mayoría de los casos para
tratar este tipo de lesiones. Cuando
los pacientes desean librarse de las
pápulas, hay varios métodos de des-
trucción terapéutica para ayudar a
acelerar la resolución de la infección.
La decisión sobre el tratamiento
depende de las necesidades del
paciente, lo recalcitrante de su enfer-
medad y la probabilidad de que los
tratamientos produzcan una alteración
de la pigmentación o dejen cicatrices.
Recientemente se han probado trata-
mientos antivirales e inmunomodula-
dores, sobre todo en pacientes immu-
nocomprometidos cuyas infecciones
son difíciles de erradicar.
Los tratamientos empleados pueden
clasificarse en destructores e inducto-
res de respuesta inmunitaria. Las tera-
pias destructoras podrían realizarse en
atención primaria en pacientes inmu-
nocompetentes. Son criterio de deriva-
ción a consulta especializada dermato-
lógica la presencia de lesiones exten-
sas, rebeldes a tratamientos convencio-
nales y en pacientes inmunodeprimi-
dos.
A continuación se hace un breve
resumen de las diferentes opciones
terapéuticas.
TERAPIA DESTRUCTORA DE
LESIONES
En este apartado cabe hablar de la
criocirugía, la extrusión, el curetaje, la
electrodesecación, la aplicación de
cantaridina, podofilina, podofilotoxina
o hidróxido de potasio y el láser de
colorante pulsado.
Criocirugía
Consiste en la congelación de la cúpu-
la de las lesiones con spray de nitróge-
no líquido durante unos segundos.
Habitualmente se asocia con escaso
dolor. Esta técnica debe conseguir una
congelación rápida y descongelación
lenta en dos ciclos para la destrucción
de las lesiones, evitando contactar con
la zona circundante. Es una forma de
tratamiento común, rápida y eficaz.
Tiene el inconveniente de que se nece-
sitan varias sesiones (con un intervalo
de 2 a 3 semanas) para su resolución.
Con frecuencia da lugar a hiper o
hipopigmentación residuales y puede
dejar cicatrices.
Extrusión
Es un método fácil para eliminar las
lesiones, extrayendo su contenido con
una pinza, una aguja, una hoja de bis-
turí, una lanceta, un palillo o cualquier
otro instrumento capaz de incidir el
centro umbilicado y permitir la expul-
sión de su contenido. Debido a su sim-
plicidad, este método puede enseñarse
a pacientes, padres y cuidadores para
tratar las nuevas lesiones. Sus inconve-
nientes radican en que no es tolerado
por los niños pequeños y si se realiza
de forma inadecuada, el problema
puede complicarse con sobreinfeccio-
nes añadidas.
Curetaje
Es el tratamiento más antiguo. Consis-
te en la extirpación de la lesión
mediante el curetaje de la base de la
pápula. Puede usarse con y sin electro-
desecación o empleo de estípticos.
Puede resultar doloroso, y se reco-
mienda la aplicación a las lesiones de
una crema anestésica tópica antes del
procedimiento para disminuir en cierta
medida el dolor (aunque el principal
inconveniente del método es la ansie-
dad que produce la manipulación y el
sangrado en el paciente, sus padres o
cuidadores si se trata de un niño, así
como en el personal sanitario). Este
método tiene la ventaja de proporcio-
nar una muestra del tejido para confir-
mar el diagnóstico.
Electrodesecación
Indicada en lesiones refractarias al tra-
tamiento, asociada al curetaje. Consis-
te en la electrofulguración con bisturí
eléctrico. Requiere anestesia local y a
veces incluso se debe considerar la
anestesia general, por lo que habitual-
mente no se indica en niños.
Cantaridina
Es un extracto del escarabajo Cantha-
ris vesicatoris. Se trata de una enzima
que penetra en la epidermis e induce
vesiculación por acantólisis. Se aplica
mezclada en colodión flexible con el
extremo romo de un aplicador en
cada lesión, evitando contactar con la
piel sana. Se reevalúa la eficacia del
tratamiento a las 2-4 semanas, repi-
tiéndolo según la evolución de las
lesiones. Debe probarse en lesiones
individuales antes de tratar un gran
número de lesiones. No debe usarse
en la cara. Si el tratamiento es bien
tolerado, debe repetirse todas las
semanas hasta que las lesiones desa-
parezcan. Normalmente se requieren
de 1 a 3 tratamientos.
Esta opción ha resultado efectiva en
lesiones individuales, reduciendo la
propagación del virus, pero no hay
evidencia de que influya en el curso de
la infección. Es un método no doloro-
so en el momento de la aplicación, a
diferencia del curetaje y la crioterapia.
Respecto a los efectos secundarios,
se forman ampollas con mucha fre-
cuencia y también se puede presentar
temporalmente dolor de leve a mode-
rado, eritema, prurito, infección bacte-
riana secundaria, sensación de quema-
zón, hipo o hiperpigmentación postin-
flamatoria y cicatrices frecuentes.
Podofilina y podofilotoxina
En suspensión al 25% en tintura de
benjuí o alcohol para ser aplicada
una vez por semana. Este tratamien-
to requiere algunas precauciones.
Algunos de los efectos colaterales
que puede causar incluyen el daño
erosivo severo en la piel normal
adyacente, marcando con cicatrices.
Además puede tener efectos sistémi-
cos como la neuropatía periférica,
daño renal, íleon adinámico, leuco-
penia y trombocitopenia, sobre todo
si se usa en las superficies mucosas.
La podofilotoxina es una alternativa
más segura al podofilino y puede ser
usada por el paciente en su casa.
Están contraindicadas absolutamente
en el embarazo.
Hidróxido de potasio
Una buena opción de tratamiento de
primera línea es la aplicación de solu-
ción acuosa de hidróxido de potasio
(KOH) al 10%, que se aplica tópica-
mente dos veces al día en todas las
lesiones con un palillo (no una torun-
da). El tratamiento se suspende cuan-
do se obtiene una reacción inflamato-
ria o la erosión superficial de las
lesiones, con formación de costras. La
resolución se produce en un promedio
de 30 días. Son complicaciones oca-
sionales de este tratamiento la forma-
ción de hipo e hiperpigmentación tran-
sitoria o persistente, la sobreinfección
y, ocasionalmente, cicatrices. Un estu-
dio en pacientes pediátricos que
empleaba solución de KOH al 5% ha
demostrado una eficacia similar con
muchos menos efectos adversos.
MOLUSCO CONTAGIOSO
VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004 FARMACIA PROFESIONAL 75
Láser de colorante pulsado (585 nm)
El mecanismo de acción del láser de
585 nm es la fotodermólisis. Depen-
diendo del tamaño de las lesiones, se
pueden utilizar diferentes intensidades.
Se realiza en una sesión. Las lesiones
suelen desaparecer entre 2 semanas y 3
meses después del tratamiento. Es un
método habitualmente no doloroso, bien
tolerado por los pacientes y no suele
dejar cicatriz ni producir sangrado.
Los estudios muestran que un 96-
99% de las lesiones se resuelve después
de un tratamiento. El láser de colorante
pulsado es rápido y eficaz, aunque su
coste puede ser un inconveniente.
TRATAMIENTO ANTIVÍRICO:
CIDOFOVIR
El cidofovir es un análogo del nucleó-
tido monofosfato de desoxicitidina
que posee un amplio espectro de acti-
vidad contra los virus ADN. Se ha uti-
lizado por vía intravenosa o tópica
(crema al 1-3%).
En la actualidad el cidofovir sólo
está autorizado para ser administrado
por vía intravenosa para el tratamiento
de la retinitis por citomegalovirus.
Se ha empleado en pacientes infecta-
dos por el virus de la inmunodeficiencia
humana con lesiones extensas y recalci-
trantes de molusco contagioso que no
respondían a los tratamientos conven-
cionales. En estos individuos no existe
la tendencia a la resolución espontánea,
y persisten las lesiones durante años,
aunque existe una gran mejoría en los
pacientes que reciben tratamiento anti-
rretroviral de alta actividad.
Se ha utilizado por vía intravenosa a
dosis de 2-5 mg/kg por semana duran-
te 2 semanas y posteriormente a estas
mismas dosis, cada 2 semanas hasta la
desaparición de las lesiones, en com-
binación con otros antirretrovirales.
Respecto al tratamiento tópico con
cidofovir al 3% aplicado 2 veces al día
durante dos semanas en pacientes con
VIH sometidos a tratamiento antirre-
troviral sin respuesta a otros trata-
mientos, se ha observado remisión al
cabo de 2-4 semanas de finalizar el
tratamiento. Probablemente el trata-
miento tópico sería adecuado en la
mayoría de los casos de infección por
virus del molusco contagioso en inmu-
nodeprimidos, debiendo reservarse el
tratamiento intravenoso para casos
muy recalcitrantes y graves.
Los resultados han sido esperanza-
dores, ya que existe una relación tem-
poral entre la instauración del trata-
miento con cidofovir y la desaparición
de las lesiones. Además, cidofovir tie-
ne actividad conocida o predecible
contra el virus del molusco, a diferen-
cia de los inhibidores de la transcripta-
sa inversa y los inhibidores de la pro-
teasa, que contribuyen de forma indi-
recta mejorando la función inmunita-
ria en estos pacientes. Sin embargo, a
pesar de los buenos resultados, es
necesario realizar nuevos ensayos clí-
nicos para corroborar esta hipótesis.
Está contraindicado en pacientes
con insuficiencia renal, tratados con
medicamentos nefrotóxicos, en pre-
sencia de hipersensibilidad al fármaco
y durante el embarazo.
TERAPIAS INDUCTORAS DE
RESPUESTA INMUNE
La principal indicación de este tipo de
agentes son las infecciones por molus-
co contagioso en pacientes inmunode-
primidos.
Imiquimod
Se trata de un modificador de la res-
puesta inmunitaria. Actúa eliminando
la infección viral. El mecanismo de
acción no está completamente claro,
pero estudios experimentales metodo-
lógicamente correctos sugieren que
está involucrado en la estimulación del
sistema inmunitaria celular a través de
la producción de citocinas. Se han
demostrado sus propiedades inmuno-
adyuvantes en modelos animales, pro-
bablemente debido a su capacidad para
inducir la producción de interferón
alfa, factor de necrosis tumoral (TNF)
e interleucina 1 y 6. Podría contribuir a
la regresión de las lesiones por incre-
mento del tráfico de células T a la epi-
dermis, aumentando la citotoxicidad de
las células natural killer y estimulando
la proliferación de las células B.
Se necesita un tiempo largo de tra-
tamiento para que sea eficaz clínica-
mente, en torno a 10 semanas de pro-
medio. La respuesta inflamatoria
previa a la desaparición de las lesio-
nes y la baja tasa de recidiva sugieren
que interviene la estimulación de una
respuesta inmunitaria mediada por
células específicas para verrugas o
molusco. Se ha aprobado el uso de
imiquimod para el tratamiento de los
condilomas acuminados con tres apli-
caciones semanales, pero no para el
tratamiento del molusco, aunque ha
sido empleado con éxito variable en
pacientes pediátricos, sanos o enfer-
mos, y en adultos con inmunodefi-
ciencia crónica. Su forma de aplica-
ción permite la autoadministración y
es un tratamiento escasamente trau-
mático (no produce dolor, quemadura
ni herida tras su aplicación), lo que es
de gran importancia en la población
pediátrica; sin embargo, la principal
consideración es el coste económico
de esta terapia y el carácter imprede-
cible de su eficacia, lo que obliga a
seleccionar adecuadamente a los
pacientes según el lugar de localiza-
ción y la falta de respuesta a trata-
mientos alternativos.
Se administra en forma de crema a
una concentración del 5% para el trata-
miento de verrugas comunes y molus-
co contagioso resistente a terapias pre-
vias. Se aplica una vez al día, 5 veces
por semana, durante aproximadamente
9 semanas. Debe usarse en pacientes
con menos de 100 lesiones para evitar
efectos secundarios sistémicos. Entre
los efectos adversos más frecuentes, se
ha observado una reacción inflamatoria
local en forma de eritema que ocurre
entre las 2 y 4 semanas del tratamiento.
Otros efectos secundarios asociados
son: erosiones, prurito e infecciones
bacterianas secundarias.
Cimetidina
La cimetidina por vía oral se ha usado
con éxito en las infecciones extensas
por molusco contagioso.
Desde hace años ha despertado
interés su potencial como fármaco
modulador de la respuesta inmunita-
ria, posiblemente bloqueando los
receptores de algunos subtipos de
linfocitos T e inhibiendo la inmuno-
supresión producida por la histami-
na. El mecanismo de acción de este
fármaco consiste en el incremento
de la inmunorreactividad a través de
la inhibición de los linfocitos T
supresores. La cimetidina puede
aumentar la actividad de las células
natural killer, así como la citotoxi-
cidad celular dependiente de anti-
cuerpos. Aunque el uso de esta tera-
pia no está aprobado, la cimetidina
ha sido utilizada en diferentes series
para el tratamiento del molusco con-
tagioso de localización facial y para
casos extensos y recalcitrantes don-
de otros tratamientos resultan muy
agresivos, están contraindicados o
han fracasado.
Resulta un tratamiento seguro e indo-
loro, lo que constituye una ventaja para
su uso pediátrico. Se ha usado a dosis
de 30-40 mg/kg/día, en 2 o 3 tomas,
durante un período de 2 a 3 meses.
Debido a que la cimetidina interac-
túa con muchas medicaciones sistémi-
cas, se recomienda una revisión de las
otras medicaciones del paciente.
CONCLUSIONES
En general, debe considerarse el tra-
tamiento activo del molusco cuando:
– La resolución de la enfermedad
sea lenta, de más de 4 meses.
– Las lesiones sean sintomáticas,
produciendo un deterioro de la calidad
de vida del paciente.
MOLUSCO CONTAGIOSO
76 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004
– Si existe asociación con eccema, principalmente en
pacientes con dermatitis atópica.
La elección del tratamiento dependerá de los siguientes
factores:
– La edad del paciente. Los niños habitualmente son
menos colaboradores y presentan una mayor sensibilidad
cutánea, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de la
elección y el seguimiento de un determinado tratamiento.
– Del número de lesiones. Cuanto más numerosas son,
más frecuente es que se demande el tratamiento, aunque
éste es más difícil y fastidioso.
– De la localización de dichas lesiones. Debe tenerse
precaución con las situadas en las mucosas. ■
■
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MOLUSCO CONTAGIOSO
VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004

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  • 1. DERMATOLOGÍA Los autores de este artículo, todos ellos dermatólogos, nos ofrecen una revisión práctica de la patogénesis, la epidemiología, los factores de riesgo, la clínica, el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de la infección por molusco contagioso, una enfermedad viral bastante frecuente. La información facilitada puede ser de gran utilidad al farmacéutico, ya que le permitirá ofrecer a las personas que le consultan en el mostrador información precisa y actualizada sobre los distintos aspectos de la infección, en especial los relacionados con las medidas preventivas y los tratamientos farmacológicos. E l molusco contagioso es una lesión contagiosa frecuente, que está causada por un virus de la familia pox-virus, Molluscipoxvirus molusco contagioso. Este virus produce una erupción papu- lar benigna autolimitada que se mani- fiesta en forma de pápulas múltiples umbilicadas. Esta enfermedad viral común se limita a las membranas superficiales y mucosas. La transmi- sión requiere el contacto directo con los individuos infectados o la contami- nación mediante objetos contaminados (fomites). De forma general se piensa que infecta a los humanos exclusiva- mente, pero hay informes aislados de molusco contagioso en pollos, gorrio- nes, palomas, chimpancés, canguros, un perro y un caballo. La infección se distribuye por todo el orbe y tiene una incidencia más alta en los niños, los adultos sexualmente activos y los indi- viduos immunodeficientes. PATOGÉNESIS Como se ha señalado, la infección se produce por el contacto con personas infectadas, fomites o por autoinocula- ción, diseminándose localmente por extensión del virus de las lesiones hacia áreas adyacentes de la piel. Los estudios epidemiológicos reali- zados sugieren que la transmisión podría estar relacionada con factores tales como la humedad, el calor y la falta de higiene. La enfermedad es rara en menores de 1 año, debido qui- zá a la inmunidad transmitida por la madre y al largo período de incuba- ción. En climas calurosos en los que el contacto con otros niños es estre- cho y la higiene personal más pobre, la propagación dentro de las guarderí- as no es infrecuente (con un pico máximo de incidencia entre los 2 y 4 años, según autores). En climas fríos en los que la propagación dentro de las guarderías es rara, las infecciones son más frecuentes en pacientes de más edad. El baño público en piscinas ha sido relacionado con infecciones en la infancia, con un pico de incidencia entre los 8 y 12 años, según diferentes estudios. Un pico de incidencia más tardío en adultos jóvenes se atribuye a Molusco contagioso Revisión ■ CARMEN L. PIMENTEL, LAURA PERAMIQUEL Y LLUÍS PUIG • Servicio de Dermatología. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona. 72 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004
  • 2. transmisión sexual, como sugiere la frecuente localización pubiana de las lesiones en estos casos. El tiempo medio de incubación varía entre 2 y 7 semanas, pudiendo extenderse hasta 6 meses. Infección El virus del molusco contagioso afecta inicialmente a las células de la capa basal de la epidermis, donde se duplica la tasa de división celular con respecto a la piel no lesionada. El virus se replica en el citoplasma de los queratinocitos (fig. 1), y exis- te un incremento aparente del núme- ro de receptores para el factor de crecimiento epidérmico en los mis- mos, lo que se traduce histológica- mente en forma de una hipertrofia e hiperplasia de la epidermis. La acu- mulación de cuerpos de inclusión (correspondientes a acúmulos de partículas virales) en el citoplasma conduce a la rotura celular e infec- ción de las células adyacentes, dan- do lugar a extensos cuerpos hialinos que se conocen como «cuerpos de molluscum». Las células distorsio- nadas y destruidas se encuentran en gran número cerca de la superficie epidérmica (capa córnea), en el cen- tro de la lesión, envueltas por una red fibrosa. La infección por el virus causa una hiperplasia e hipertrofia de la epider- mis, con presencia de partículas vira- les libres en todas las capas de la epi- dermis. CAUSAS, INCIDENCIA Y FACTORES DE RIESGO Desde hace mucho tiempo, es bien conocida la distribución mundial del virus de Molluscum, aunque la inci- dencia de la enfermedad no ha sido realmente estudiada. La enfermedad es más prevalente en los niños. Las lesiones características (fig. 2) se observan frecuentemente en la cara, el cuello, las axilas, los brazos y las manos, pero pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, excepto en las palmas de manos y pies. En oca- siones se ven en los genitales. En los adultos, los moluscos apa- recen en la región genital y perigeni- tal como una enfermedad de transmi- sión sexual. En las personas con inmunodepresión causada por el virus de la inmunodeficiencia huma- na pueden observarse formas exten- sas y fulminantes de molusco conta- gioso, que frecuentemente afectan a la cara. La enfermedad es endémica, con una incidencia más alta dentro de las instituciones y comunidades don- de existe hacinamiento y mala higie- ne. Durante los últimos 30 años su incidencia ha aumentado, principal- mente como enfermedad de transmi- sión sexual, y en particular como resultado de la propagación de la infección del virus de la immunode- ficiencia humana (VIH). Entre el 5 y el 20% de los pacientes con VIH pre- sentan infección sintomática por virus de molusco contagioso (MCV). Hay cuatro subtipos principales de molusco: MCV I, MCV II, MCV III, y MCV IV. Todos los subtipos cau- san lesiones clínicas similares en el área genital y en áreas no genitales. Los estudios efectuados demuestran que MCV I parece ser el subtipo más prevalente (75-90%), excepto en los individuos immunocomprometidos. Sin embargo, existen variaciones regionales en el predominio de un subtipo dado y diferencias entre los subtipos individuales en diversos paí- ses. MOLUSCO CONTAGIOSO VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004 FARMACIA PROFESIONAL 73 Fig. 1. La replicación del virus en el citoplasma de las células infectadas da lugar a la formación de grandes masas acidófilas intracitoplasmáticas (cuerpos del molusco de Henderson-Paterson) Fig. 2. En los niños es frecuente la localización en cuello y pliegues
  • 3. MANIFESTACIONES CLÍNICAS El MCV produce una erupción papular formada por múltiples lesiones umbi- licadas. La lesión del molusco empie- za con una pequeña pápula que luego se agranda formando un nódulo colo- reado perlado con un carácter opales- cente. El nódulo, a menudo, tiene un hoyuelo o depresión central que le confiere un aspecto umbilicado blan- co, ceroso. El tamaño de la pápula es incons- tante, dependiendo de la fase de desa- rrollo, pero normalmente miden entre 2 y 6 mm y no son dolorosas. Además, las pápulas pueden inflamarse espon- táneamente, en ocasiones precediendo a su autorresolución o después de trau- matismos, y presentar cambios de tamaño, forma y color. El rascado u otras formas de irrita- ción local hacen que el virus se extien- da en línea o formando grupos (véase la imagen de apertura de este artículo). En la madurez del molusco, la punta del nódulo se puede abrir con una agu- ja estéril y se ve un núcleo de aspecto céreo que puede extruirse mediante una suave presión. En los pacientes immunodeprimidos las pápulas pue- den tener un diámetro mayor de 1 cm y presentar una diseminación conside- rable. Cualquier superficie cutánea puede verse afectada, pero los sitios predo- minantes son las axilas, el pliegue antecubital, el hueco poplíteo y las ingles, aunque existen algunos casos descritos en la boca o la conjuntiva. La autoinoculación es frecuente. En los adultos el MCV afecta a las ingles, el área genital y los muslos, y a menudo es adquirido sexualmente. En alrededor de un 10% de los casos se desarrolla una dermatitis eccemato- sa alrededor de las lesiones, que desa- parece con la resolución de la infec- ción. Se ha descrito una asociación entre el molusco contagioso y la der- matitis atópica. Se postula que el incre- mento en la susceptibilidad a la infec- ción cutánea viral podría estar en relación con la solución de continuidad ocasionada por la piel eccematosa, que constituiría una puerta de entrada, y con factores inmunológicos, por una alteración funcional de los linfocitos T. En pacientes con síndrome de inmu- nodeficiencia adquirida, en los que la prevalencia de la infección oscila, según se ha descrito, entre el 10 y el 20%, las lesiones pueden ser extensas y refractarias al tratamiento. La pre- sentación de la enfermedad en los pacientes con infección por el virus de la inmunodeficiencia humana es atípi- ca. El número de lesiones puede sobrepasar el centenar, y en contraste con los individuos seronegativos, las lesiones suelen localizarse en la región facial, cuello y tronco, pudiendo simu- lar otras infecciones, como criptococo- sis, histoplasmosis, coccidiomicosis o pneumocistosis cutánea. La gravedad de la infección por molusco se correla- ciona con el recuento de linfocitos T CD4+ (colaboradores). El molusco contagioso es una infec- ción crónica. Las lesiones pueden per- manecer inmodificadas o también pue- den ir apareciendo nuevas lesiones durante meses o años, aunque en los individuos no inmunocomprometidos al final desaparecen sin dejar cicatri- ces. Las lesiones primarias pueden ser confundidas con herpes pero, a dife- rencia de lo que ocurre en este caso, no son dolorosas. ANÁLISIS Y PRUEBAS El aspecto clínico del molusco conta- gioso es suficiente para que el derma- tólogo haga el diagnóstico en la mayo- ría de los casos. Aunque no puede cultivarse en el laboratorio, el examen histopatológico del material de cureta- je (legrado con una cucharilla) o la biopsia de la lesión también pueden ayudar al diagnóstico en los casos que no son clínicamente obvios. El centro blanco espeso puede teñirse con tin- ciones de Giemsa, Gram, Wright, o Papanicolaou para demostrar los cuer- pos de inclusión. La microscopía elec- trónica también se ha usado para demostrar las estructuras del poxvirus y los métodos de immunohistoquímica permiten el reconocimiento de molus- co contagioso en el tejido fijado. Tam- bién se ha utilizado la hibridación in situ para MCV, pero en general todas estas técnicas no son necesarias para hacer un diagnóstico adecuado. En conclusión, el médico debe exa- minar las lesiones y basándose en su apariencia, descartar otros problemas. En caso de duda, el diagnóstico puede confirmarse con el estudio histopatoló- gico. DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL Las lesiones de molusco contagioso deben diferenciarse de la verruga vul- gar, el condiloma acuminado, la vari- cela, el herpes simple, papilomas, epi- teliomas, pioderma, criptococosis cutánea, quistes de inclusión epidérmi- cos, carcinoma basocelular, granuloma anular papular, queratoacantoma, liquen plano, siringomas y otros tumo- res anexiales. PREVENCIÓN Es preciso evitar el contacto directo con las lesiones y tener cuidado en las relaciones sexuales, utilizando el pre- servativo, que puede ayudar en la pre- vención de esta infección viral. Los preservativos pueden prevenir la expansión del virus cuando se usan de forma adecuada, siendo la mejor pro- tección ante la enfermedad cuando la pareja sexual es desconocida, y para la prevención del contagio, no sólo del molusco contagioso sino también de otras enfermedades infecciosas. TRATAMIENTO El molusco contagioso es una enfer- medad autolimitada que se resuelve sin tratamiento en el individuo immu- nocompetente; sin embargo, en los pacientes atópicos y en los individuos inmunocomprometidos puede prolon- garse su evolución. En ocasiones las lesiones se erosio- nan y pueden sobreinfectarse como consecuencia del rascado por el propio paciente, lo que puede dar lugar a la formación de cicatrices. Además, algunas escuelas y guarderías no admiten a los niños con lesiones visi- bles. En las personas con un sistema inmunitario normal, las lesiones desa- parecen espontáneamente en un perío- do de meses o años. En las personas inmunodeficientes, y especialmente en pacientes con sida, las lesiones pueden ser diseminadas y de gran tamaño. Las lesiones individuales pueden extirparse por métodos cruen- MOLUSCO CONTAGIOSO 74 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004 El aspecto clínico del molusco contagioso es suficiente para que el dermatólogo haga el diagnóstico en la mayoría de los casos
  • 4. tos, mediante curetaje, congelación, electrofulguración o incluso láser, o mediante la aplicación de cáusticos. Algunos pacientes buscan la asisten- cia médica por razones cosméticas y por el miedo de inocular a otros indi- viduos. La decisión terapéutica debe efectuarse de forma personalizada. Puede ser necesario efectuar trata- mientos repetidos por el hecho de que existen lesiones subclínicas inaparen- tes en el momento de la primera visita y sucesivas. La mayoría de los trata- mientos comúnmente empleados son de naturaleza destructiva y se descri- ben más abajo, aunque la práctica de «esperar y ver» puede ser la mejor opción en gran parte de los casos. En los niños, debe evitarse someter al paciente a un tratamiento demasiado traumático para una condición benig- na autolimitada; el dolor y sangrado al curetaje causan una honda impresión en los pacientes y sus cuidadores, y los anestésicos tópicos no son total- mente eficaces en muchos casos. En opinión de los autores, ni la sedación ni la anestesia general están justifica- das en la mayoría de los casos para tratar este tipo de lesiones. Cuando los pacientes desean librarse de las pápulas, hay varios métodos de des- trucción terapéutica para ayudar a acelerar la resolución de la infección. La decisión sobre el tratamiento depende de las necesidades del paciente, lo recalcitrante de su enfer- medad y la probabilidad de que los tratamientos produzcan una alteración de la pigmentación o dejen cicatrices. Recientemente se han probado trata- mientos antivirales e inmunomodula- dores, sobre todo en pacientes immu- nocomprometidos cuyas infecciones son difíciles de erradicar. Los tratamientos empleados pueden clasificarse en destructores e inducto- res de respuesta inmunitaria. Las tera- pias destructoras podrían realizarse en atención primaria en pacientes inmu- nocompetentes. Son criterio de deriva- ción a consulta especializada dermato- lógica la presencia de lesiones exten- sas, rebeldes a tratamientos convencio- nales y en pacientes inmunodeprimi- dos. A continuación se hace un breve resumen de las diferentes opciones terapéuticas. TERAPIA DESTRUCTORA DE LESIONES En este apartado cabe hablar de la criocirugía, la extrusión, el curetaje, la electrodesecación, la aplicación de cantaridina, podofilina, podofilotoxina o hidróxido de potasio y el láser de colorante pulsado. Criocirugía Consiste en la congelación de la cúpu- la de las lesiones con spray de nitróge- no líquido durante unos segundos. Habitualmente se asocia con escaso dolor. Esta técnica debe conseguir una congelación rápida y descongelación lenta en dos ciclos para la destrucción de las lesiones, evitando contactar con la zona circundante. Es una forma de tratamiento común, rápida y eficaz. Tiene el inconveniente de que se nece- sitan varias sesiones (con un intervalo de 2 a 3 semanas) para su resolución. Con frecuencia da lugar a hiper o hipopigmentación residuales y puede dejar cicatrices. Extrusión Es un método fácil para eliminar las lesiones, extrayendo su contenido con una pinza, una aguja, una hoja de bis- turí, una lanceta, un palillo o cualquier otro instrumento capaz de incidir el centro umbilicado y permitir la expul- sión de su contenido. Debido a su sim- plicidad, este método puede enseñarse a pacientes, padres y cuidadores para tratar las nuevas lesiones. Sus inconve- nientes radican en que no es tolerado por los niños pequeños y si se realiza de forma inadecuada, el problema puede complicarse con sobreinfeccio- nes añadidas. Curetaje Es el tratamiento más antiguo. Consis- te en la extirpación de la lesión mediante el curetaje de la base de la pápula. Puede usarse con y sin electro- desecación o empleo de estípticos. Puede resultar doloroso, y se reco- mienda la aplicación a las lesiones de una crema anestésica tópica antes del procedimiento para disminuir en cierta medida el dolor (aunque el principal inconveniente del método es la ansie- dad que produce la manipulación y el sangrado en el paciente, sus padres o cuidadores si se trata de un niño, así como en el personal sanitario). Este método tiene la ventaja de proporcio- nar una muestra del tejido para confir- mar el diagnóstico. Electrodesecación Indicada en lesiones refractarias al tra- tamiento, asociada al curetaje. Consis- te en la electrofulguración con bisturí eléctrico. Requiere anestesia local y a veces incluso se debe considerar la anestesia general, por lo que habitual- mente no se indica en niños. Cantaridina Es un extracto del escarabajo Cantha- ris vesicatoris. Se trata de una enzima que penetra en la epidermis e induce vesiculación por acantólisis. Se aplica mezclada en colodión flexible con el extremo romo de un aplicador en cada lesión, evitando contactar con la piel sana. Se reevalúa la eficacia del tratamiento a las 2-4 semanas, repi- tiéndolo según la evolución de las lesiones. Debe probarse en lesiones individuales antes de tratar un gran número de lesiones. No debe usarse en la cara. Si el tratamiento es bien tolerado, debe repetirse todas las semanas hasta que las lesiones desa- parezcan. Normalmente se requieren de 1 a 3 tratamientos. Esta opción ha resultado efectiva en lesiones individuales, reduciendo la propagación del virus, pero no hay evidencia de que influya en el curso de la infección. Es un método no doloro- so en el momento de la aplicación, a diferencia del curetaje y la crioterapia. Respecto a los efectos secundarios, se forman ampollas con mucha fre- cuencia y también se puede presentar temporalmente dolor de leve a mode- rado, eritema, prurito, infección bacte- riana secundaria, sensación de quema- zón, hipo o hiperpigmentación postin- flamatoria y cicatrices frecuentes. Podofilina y podofilotoxina En suspensión al 25% en tintura de benjuí o alcohol para ser aplicada una vez por semana. Este tratamien- to requiere algunas precauciones. Algunos de los efectos colaterales que puede causar incluyen el daño erosivo severo en la piel normal adyacente, marcando con cicatrices. Además puede tener efectos sistémi- cos como la neuropatía periférica, daño renal, íleon adinámico, leuco- penia y trombocitopenia, sobre todo si se usa en las superficies mucosas. La podofilotoxina es una alternativa más segura al podofilino y puede ser usada por el paciente en su casa. Están contraindicadas absolutamente en el embarazo. Hidróxido de potasio Una buena opción de tratamiento de primera línea es la aplicación de solu- ción acuosa de hidróxido de potasio (KOH) al 10%, que se aplica tópica- mente dos veces al día en todas las lesiones con un palillo (no una torun- da). El tratamiento se suspende cuan- do se obtiene una reacción inflamato- ria o la erosión superficial de las lesiones, con formación de costras. La resolución se produce en un promedio de 30 días. Son complicaciones oca- sionales de este tratamiento la forma- ción de hipo e hiperpigmentación tran- sitoria o persistente, la sobreinfección y, ocasionalmente, cicatrices. Un estu- dio en pacientes pediátricos que empleaba solución de KOH al 5% ha demostrado una eficacia similar con muchos menos efectos adversos. MOLUSCO CONTAGIOSO VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004 FARMACIA PROFESIONAL 75
  • 5. Láser de colorante pulsado (585 nm) El mecanismo de acción del láser de 585 nm es la fotodermólisis. Depen- diendo del tamaño de las lesiones, se pueden utilizar diferentes intensidades. Se realiza en una sesión. Las lesiones suelen desaparecer entre 2 semanas y 3 meses después del tratamiento. Es un método habitualmente no doloroso, bien tolerado por los pacientes y no suele dejar cicatriz ni producir sangrado. Los estudios muestran que un 96- 99% de las lesiones se resuelve después de un tratamiento. El láser de colorante pulsado es rápido y eficaz, aunque su coste puede ser un inconveniente. TRATAMIENTO ANTIVÍRICO: CIDOFOVIR El cidofovir es un análogo del nucleó- tido monofosfato de desoxicitidina que posee un amplio espectro de acti- vidad contra los virus ADN. Se ha uti- lizado por vía intravenosa o tópica (crema al 1-3%). En la actualidad el cidofovir sólo está autorizado para ser administrado por vía intravenosa para el tratamiento de la retinitis por citomegalovirus. Se ha empleado en pacientes infecta- dos por el virus de la inmunodeficiencia humana con lesiones extensas y recalci- trantes de molusco contagioso que no respondían a los tratamientos conven- cionales. En estos individuos no existe la tendencia a la resolución espontánea, y persisten las lesiones durante años, aunque existe una gran mejoría en los pacientes que reciben tratamiento anti- rretroviral de alta actividad. Se ha utilizado por vía intravenosa a dosis de 2-5 mg/kg por semana duran- te 2 semanas y posteriormente a estas mismas dosis, cada 2 semanas hasta la desaparición de las lesiones, en com- binación con otros antirretrovirales. Respecto al tratamiento tópico con cidofovir al 3% aplicado 2 veces al día durante dos semanas en pacientes con VIH sometidos a tratamiento antirre- troviral sin respuesta a otros trata- mientos, se ha observado remisión al cabo de 2-4 semanas de finalizar el tratamiento. Probablemente el trata- miento tópico sería adecuado en la mayoría de los casos de infección por virus del molusco contagioso en inmu- nodeprimidos, debiendo reservarse el tratamiento intravenoso para casos muy recalcitrantes y graves. Los resultados han sido esperanza- dores, ya que existe una relación tem- poral entre la instauración del trata- miento con cidofovir y la desaparición de las lesiones. Además, cidofovir tie- ne actividad conocida o predecible contra el virus del molusco, a diferen- cia de los inhibidores de la transcripta- sa inversa y los inhibidores de la pro- teasa, que contribuyen de forma indi- recta mejorando la función inmunita- ria en estos pacientes. Sin embargo, a pesar de los buenos resultados, es necesario realizar nuevos ensayos clí- nicos para corroborar esta hipótesis. Está contraindicado en pacientes con insuficiencia renal, tratados con medicamentos nefrotóxicos, en pre- sencia de hipersensibilidad al fármaco y durante el embarazo. TERAPIAS INDUCTORAS DE RESPUESTA INMUNE La principal indicación de este tipo de agentes son las infecciones por molus- co contagioso en pacientes inmunode- primidos. Imiquimod Se trata de un modificador de la res- puesta inmunitaria. Actúa eliminando la infección viral. El mecanismo de acción no está completamente claro, pero estudios experimentales metodo- lógicamente correctos sugieren que está involucrado en la estimulación del sistema inmunitaria celular a través de la producción de citocinas. Se han demostrado sus propiedades inmuno- adyuvantes en modelos animales, pro- bablemente debido a su capacidad para inducir la producción de interferón alfa, factor de necrosis tumoral (TNF) e interleucina 1 y 6. Podría contribuir a la regresión de las lesiones por incre- mento del tráfico de células T a la epi- dermis, aumentando la citotoxicidad de las células natural killer y estimulando la proliferación de las células B. Se necesita un tiempo largo de tra- tamiento para que sea eficaz clínica- mente, en torno a 10 semanas de pro- medio. La respuesta inflamatoria previa a la desaparición de las lesio- nes y la baja tasa de recidiva sugieren que interviene la estimulación de una respuesta inmunitaria mediada por células específicas para verrugas o molusco. Se ha aprobado el uso de imiquimod para el tratamiento de los condilomas acuminados con tres apli- caciones semanales, pero no para el tratamiento del molusco, aunque ha sido empleado con éxito variable en pacientes pediátricos, sanos o enfer- mos, y en adultos con inmunodefi- ciencia crónica. Su forma de aplica- ción permite la autoadministración y es un tratamiento escasamente trau- mático (no produce dolor, quemadura ni herida tras su aplicación), lo que es de gran importancia en la población pediátrica; sin embargo, la principal consideración es el coste económico de esta terapia y el carácter imprede- cible de su eficacia, lo que obliga a seleccionar adecuadamente a los pacientes según el lugar de localiza- ción y la falta de respuesta a trata- mientos alternativos. Se administra en forma de crema a una concentración del 5% para el trata- miento de verrugas comunes y molus- co contagioso resistente a terapias pre- vias. Se aplica una vez al día, 5 veces por semana, durante aproximadamente 9 semanas. Debe usarse en pacientes con menos de 100 lesiones para evitar efectos secundarios sistémicos. Entre los efectos adversos más frecuentes, se ha observado una reacción inflamatoria local en forma de eritema que ocurre entre las 2 y 4 semanas del tratamiento. Otros efectos secundarios asociados son: erosiones, prurito e infecciones bacterianas secundarias. Cimetidina La cimetidina por vía oral se ha usado con éxito en las infecciones extensas por molusco contagioso. Desde hace años ha despertado interés su potencial como fármaco modulador de la respuesta inmunita- ria, posiblemente bloqueando los receptores de algunos subtipos de linfocitos T e inhibiendo la inmuno- supresión producida por la histami- na. El mecanismo de acción de este fármaco consiste en el incremento de la inmunorreactividad a través de la inhibición de los linfocitos T supresores. La cimetidina puede aumentar la actividad de las células natural killer, así como la citotoxi- cidad celular dependiente de anti- cuerpos. Aunque el uso de esta tera- pia no está aprobado, la cimetidina ha sido utilizada en diferentes series para el tratamiento del molusco con- tagioso de localización facial y para casos extensos y recalcitrantes don- de otros tratamientos resultan muy agresivos, están contraindicados o han fracasado. Resulta un tratamiento seguro e indo- loro, lo que constituye una ventaja para su uso pediátrico. Se ha usado a dosis de 30-40 mg/kg/día, en 2 o 3 tomas, durante un período de 2 a 3 meses. Debido a que la cimetidina interac- túa con muchas medicaciones sistémi- cas, se recomienda una revisión de las otras medicaciones del paciente. CONCLUSIONES En general, debe considerarse el tra- tamiento activo del molusco cuando: – La resolución de la enfermedad sea lenta, de más de 4 meses. – Las lesiones sean sintomáticas, produciendo un deterioro de la calidad de vida del paciente. MOLUSCO CONTAGIOSO 76 FARMACIA PROFESIONAL VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004
  • 6. – Si existe asociación con eccema, principalmente en pacientes con dermatitis atópica. La elección del tratamiento dependerá de los siguientes factores: – La edad del paciente. Los niños habitualmente son menos colaboradores y presentan una mayor sensibilidad cutánea, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de la elección y el seguimiento de un determinado tratamiento. – Del número de lesiones. Cuanto más numerosas son, más frecuente es que se demande el tratamiento, aunque éste es más difícil y fastidioso. – De la localización de dichas lesiones. Debe tenerse precaución con las situadas en las mucosas. ■ ■ BIBLIOGRAFÍA GENERAL Cronin TA Jr, Resnik BI, Elgart G, Kerdel FA. Recalcitrant giant molluscum contagiosum in a patient with AIDS. J Am Acad Dermatol 1996;35(2 Pt 1):266-7. Cunningham BB, Paller AS, Garzón M. Inefficacy of oral cimeti- dine for non-atopic children with molluscum contagiosum. Pediatr Dermatol 1998;15(1):71-2. Dahl MV. Imiquimod: an immune response modifier. J Am Acad Dermatol 2000; 43(1 Pt 2):S1-5. Dohil M, Prendiville JS. Treatment of molluscum contagiosum with oral cimetidine: clinical experience in 13 patients. Pediatr Dermatol 1996;13(4):310-2. Fernández Vozmediano JM, Manrique A. Actualización del trata- miento de las infecciones por papovavirus y poxvirus. Actuali- dad Dermatológica 2000;701-5. Hengge UR, Esser S, Schultewolter T, Behrendt C, Meyer T, Stockfleth E, et al. Self-administered topical 5% imiquimod for the treatment of common warts and molluscum contagiosum. Br J Dermatol 2000;143(5):1026-31. Hengge UR, Goos M, Arndt R. Topical treatment of warts and mollusca with imiquimod. Ann Intern Med 2000; 132(1):95. Hughes PS. Treatment of molluscum contagiosum with the 585- nm pulsed dye laser. Dermatol Surg 1998;24(2):229-30. Ibarra V, Blanco JR, Oteo JA, Rosel L. Efficacy of cidofovir in the treatment of recalcitrant molluscum contagiosum in an AIDS patient. Acta Derm Venereol 2000;80(4):315-6. Katoh J, Tsuchiya K, Sato W, Nakajima M, Iida Y. Cimetidine and immunoreactivity. Lancet 1996;348(9024):404-5. López Estebaranz JL. Epidemiología y estructura molecular del virus Molluscum contagiosum. Piel 1998;3:6-8. Meadows KP, Tyring SK, Pavia AT, Rallis TM. Curación del molusco contagioso recalcitrante en pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana tratados con cidofovir. Arch Dermatol 1997;8(6):27-31. Sharma AK. Cimetidine therapy for multiple molluscum conta- giosum lesions. Dermatology 1998;197(2):194-5. Silverberg NB, Sidbury R, Mancini AJ. Childhood molluscum contagiosum: experience with cantharidin therapy in 300 patiens. J Am Acad Dermatol 2000;43(3):503-7. Sterling JC, Kurtz J. Viral infections. En: Rook A. Textbook of Dermatology. 6th ed. Oxford: Blackwell Science, 1998; p. 995- 1095. Toro JR, Wood LV, Patel NK, Turner ML. Topical cidofovir: a novel treatment for recalcitrant molluscum contagiosum in children infected with human inmunodeficiency virus 1. Arch Dermatol 2000; 136(8):983-5. Tyring SK, Arany I, Stanley MA, Tomai MA, Miller RL, Smith MH, et al. A randomized, controlled, molecular study of condylomata acuminata clearance during treatment with imi- quimod. J Infect Dis 1998;178(2):551-5. Waugh MA. Molluscum contagiosum. Dermatol Clin 1998;16(4):839-41. Yen-Moore A, Van der Straten M, Carrasco D, Evans TY, Tyring SK. Cutaneous viral infections in VIH-infected individuals. Clin Dermatol 2000;18(4):423-32. MOLUSCO CONTAGIOSO VOL 18 NÚM 3 MARZO 2004