3. El ser humano se pregunta por sí mismo desde que
es humano. Y este interrogante sella su existencia y
orienta su quehacer.
Esta pregunta es universal: sin importar la cultura,
todos los hombres se preguntan por el sentido de su
existencia en el mundo, por su origen y finalidad,
por el futuro y la muerte.
El olvido o la respuesta incorrecta a esta pregunta
tiene como una de sus consecuencias la actual crisis
moral y la compleja problemática del hombre de
hoy. La noción del ser humano se ha oscurecido
4. Grecia antigua
Los presocráticos se preguntan en un principio por el
ser y el “arché”, es decir, el principio fundante de la
realidad. Los sofistas se plantean la cuestión del
hombre básicamente distinguiéndolo de las demás
cosas incapaces de interpretar, de juzgar la realidad. De
allí la famosa afirmación de Protágoras que dará inicio
al antropocentrismo: “el hombre es la medida de todas
las cosas”.
Sócrates
En Sócrates lo esencial del ser humano es la
interioridad y la razón de ser de la vida humana es el
conocimiento de uno mismo, de allí la célebre
expresión “conócete a ti mismo”.
Respuestas Clásicas
5. Platón
Platón en cambio propondrá un camino clásico para
pensar lo humano: los arquetipos, las ideas que
fundamentan el ser. El hombre es un ser inmaterial, un
alma que por alguna desgracia primigenia que ya no
recuerda ha caído al mundo de lo sensible, mundo
decadente y pálido reflejo de la realidad más profunda. Es
la idea de su célebre mito de la caverna.
Aristóteles
Aristóteles en polémica con Platón hace el recorrido
inverso: las ideas son fruto de lo percibido por los
sentidos. El hombre es cuerpo y alma pero ambos
componentes forman una unidad.
Se centra más bien en lo que se llamará hilemorfismo, la
doctrina por la cual materia y forma son los componentes
esenciales de toda la realidad, el hombre incluido en ella.
La forma es el alma, la materia el cuerpo.
6. Boecio
La gran tradición clásica griega es recogida por el cristianismo
en la explicación que se hace de la revelación cristiana en los
primeros siglos. La noción básica, que veremos más adelante
un poco más en detalle es que el hombre ha sido creado a
imagen y semejanza de Dios.
Boecio acuña una célebre fórmula para expresar lo que es el
ser humano: “una sustancia individual de naturaleza
racional”.
Boecio y va a tener una enorme influencia en el pensamiento
cristiano sobre la persona.
7. San Agustín
El gran Doctor de la Iglesia propondrá una visión del
hombre similar en su forma con lo propuesto por Platón.
La esencia de lo humano está puesta en el encuentro con
Dios. El hombre aparece así como un buscador de su
origen, principio y fin.
Santo Tomás
En el pensamiento de Santo Tomás se expresa la enseñanza
de Jesucristo centrada en que el hombre es criatura a
imagen y semejanza de Dios, por lo tanto no es inmanente
en el sentido aristotélico ni trascendente en el sentido
platónico sino creado de la nada y sostenido sobre ella por
Dios con su providencia.
8. Ilustración y Fragmentación
En el centro del pensamiento ilustrado está el subjetivismo
que proviene de los razonamientos de Renato Descartes,
quien maravillado por el paradigma matemático, intenta
aplicarlo a la filosofía y llega a un postulado desde el cual
pretende que se construya todo conocimiento cierto, claro y
distinto: “pienso, luego existo”.
Otros intentos de respuesta
9. Ilustración y Fragmentación
Tal vez una de las claves para comprender la ilustración es
ver su cerrazón al misterio de la existencia humana al que
llamó simple y apasionadamente oscurantismo. El
racionalismo se enseñorea del pensamiento y reduce todo al
gran modelo de comprensión exacta.
A la ilustración seguirá el romanticismo (la exaltación de la
pasión sobre la razón) y el positivismo (el triunfo de las
ciencias positivas cuyo modelo último es la física y
formalmente las matemáticas).
Desde la visión positivista todo se reduce a lo medible, lo
experimentable.
10. Biologismo
Se trata de la reducción de la naturaleza humana a lo
biológico y finalmente a lo físico. Cuando la teoría de la
evolución sale de los límites, de su propios presupuestos su
categoría de hipótesis no demostrada, se convierte en
ideología y desenfoca el debate. Esto se puede ver claro en la
conocida oposición entre evolucionismo y creacionismo.
Lo animal sería lo más natural mientras que la civilización
sería lo artificial y en cierto sentido una suerte de corrupción
de un estado ideal de naturaleza pura. Una consecuencia de
este estilo de pensamiento es lo que podríamos llamar a su
vez la reducción genetista El ser humano no sería más que
una fórmula genética, una determinada combinación de los
espirales de ADN.
11. Psicologismo
Este reduccionismo antropológico se centra básicamente en
la conducta como fenómeno observable fruto de los
procesos mentales.
Entre ellas el psicoanálisis tiene un lugar muy especial.
Para Freud, padre del psicoanálisis, el impulso esencial que
mueve a la persona humana es la libido. El otro es el
instinto tanático, es decir el de agresión. Estos dos impulsos
forman lo que Freud llama el “ello”, es decir el inconsciente,
lo oculto detrás de los actos conscientes y expresado en los
sueños.
Otra escuela muy difundida es el conductismo y sus diversas
expresiones que en líneas generales reducen las acciones
humanas al resultado de estímulos que si son bien
manejados pueden darnos los resultados que se deseen. Así
lo que resulta negado de plano es la libertad humana en
primer lugar en su capacidad operativa de opción.
12. Espiritualismo
Existe también un reduccionismo pseudorreligioso.
Se trata en general de la afirmación de que en el ser humano
lo inmaterial (espiritual anímico, extrasensorial, etc.) es su
única y auténtica naturaleza, mientras que lo material (lo
físico, biológico, existencial y concreto) sería una suerte de
corrupción a la que hemos caído por alguna grave culpa
escondida en la noche de los tiempos o es un simple vehículo
de expresión espiritual.
13. Individualismo
Otro reduccionismo sumamente difundido es el que ve al
ser humano fundamentalmente como individuo separado
de los demás. Desde este punto de vista lo social se ve
reducido a un contrato, una convención externa de
segundo orden cuya finalidad es el bienestar del individuo.
El individualismo es un fenómeno muy amplio que tiene
como concreción una lectura egocéntrica de la existencia.
Se evidencia en la noción de competencia y de éxito que
nos transmiten los medios de comunicación.
El perfil de éxito parece configurarse sobre el paradigma del
triunfo individual, incluso cuando se trabaja en equipo.
El modelo del triunfador es un modelo solitario, aún
cuando sea social por contexto.
14. Sociocentrismo
Este reduccionismo ve a la persona básicamente como parte
de un cuerpo social. La forma básica del sociocentrismo
moderno se inicia con las ideologías del siglo XIX.
Se somete la educación al Estado con el afán de perpetuar la
presencia de los determinados grupos ideológicos de turno.
Hay dos grandes tendencias del colectivismo en el siglo XX.
De un lado, el comunismo como intento de plasmación
histórica y social del marxismo y del otro, el liberalismo
cuya exageración de la libertad individual desemboca de
modo paradójico en una suerte de pensar único que hoy en
día se expresa en lo “políticamente correcto”.
15. Sociocentrismo
Tal vez una de las mejores muestras de las inquietudes que el
colectivismo despierta sean las sombrías reflexiones que
sobre él se encuentran en varias novelas de la corriente
denominada utopía negativa, antiutopía o distopía entre las
que destacan especialmente “A brave new world” de Aldous
Huxley y “1984” de George Orwell. En ambas el Estado ha
suplido de modo absoluto la iniciativa individual.
El sociocentrismo cobra hoy forma de participación
especializada en la que la persona humana concreta no es ni
puede ser tomada realmente en cuenta y pesan más los
intereses del subsistema (económico, político, científico,
tecnológico, etc.)