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COMENTARIO DE NIETZSCHE, EL CREPUSCULO DE LOS IDOLOS, capítulo “La ‘razón’
en la filosofía”, apartados 1, 4 y 6 (trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 1998,
pp. 51, 53-54 y 55-56).
RESUMEN 1ª PARTE
El tema general del texto es la crítica que dirige Nietzsche a los filósofos racionalistas y a la metafísica
tradicional. En este fragmento, Nietzsche crítica a los filósofos por su falta de sentido histórico, su odio al
devenir, su egipticismo. Culpan a los sentidos de ser los causantes del engaño, de la perdida de valores
eternos, universales. Ellos creen que pueden crear conceptos para todo, mostrando así su odio a la idea
de devenir. Todo lo que implique cambio, movimiento, es considerado como algo negativo, un obstáculo.
Sin embargo, piensa Nietzsche, cuando aplicas un concepto a una cosa la conviertes en una cosa muerta,
una momia. Los filósofos, pues, han momificado las cosas, a fuerza de aquietarlas. El lenguaje es el
medio del que se valen para atrapar la realidad, encerrándola en un concepto, deshistorizándola,
eliminando lo vital, el dinamismo. Éstos piensan que con el lenguaje lo pueden resolver todo. Pero el
lenguaje racional, no crea, sino que destruye la vida. Platón, Sócrates, etc. han pensado que la realidad
es orden, rectitud, solo lo apolíneo está presente en la vida. Por eso eliminan de la realidad, la muerte, el
cambio, la vejez… , lo dionisíaco.
Parménides y Platón, creían con desesperación en lo que es (lo inmóvil, lo eterno e imperecedero),
porque los hombres no son capaces de asumir que la vida es tragedia, caos, cambio… Por eso, según
Nietzsche para sobrellevarlo se han inventado un mundo divino que los redima de tanto dolor.
RESUMEN 2ª PARTE
En este segundo fragmento, hace un análisis de los conceptos supremos y el concepto de Dios.
Profundiza en la crítica al señalar otra peculiaridad de los filósofos, consistente en confundir lo ultimo con
lo primero. Ponen en primer termino, lo que debiera ir al final, esto es: Dios frente a la Vida; Esto es así,
porque los filósofos representantes de la filosofía tradicional consideran que lo verdadero, existente,
incondicionado, bueno, no puede provenir de lo inferior, esto es, de lo imperfecto, condicionado, limitado
y carente de ser (como es el hombre). Así que lo superior ha de provenir de si mismo, es causa sui.
Expresan con ello su creencia en el mundo de las ideas (lo verdadero) o cielo al que contraponen el
mundo de las apariencias (lo falso)o la tierra.
Estos conceptos son para Nietzsche, sin embargo, falsos, vacíos, ficticios, puesto que no reflejan nada de
lo real. Porque lo real esta vivo, y por tanto, sujeto al devenir de las cosas. Con ellos, dice Nietzsche,
construyen su maravilloso concepto Dios, donde convergen todos estos, (que representa la confluencia de
todos estos conceptos), dando lugar al mayor de los conceptos. Esto ha traído como consecuencia, la
caída en el peor de los errores y en el peor de los nihilismos, el pasivo, "muerte espiritual en vida".
RESUMEN 3ª PARTE
En este fragmento presenta una exposición mas concreta de esa crítica a los filósofos y la filosofía
tradicional . Define la figura del artista trágico como el único que ha sabido expresar la auténtica
realidad, la dionisíaca. Nietzsche perfila su posición con respecto al problema del error metafísico
resumiéndola en cuatro tesis:
-Primera tesis: Las razones por las que este mundo ha sido despreciado, (sobre todo por el platonismo y
el cristianismo) como que el mundo está en devenir, hay vejez, caos… Esas mismas, le sirven para decir
que este mundo es el verdadero, el único existente. Estos argumentos, le sirven, antes bien, para
justificar su existencia, no su falsedad.
-Segunda tesis: Los rasgos considerados hasta ahora como característicos del ser verdadero, en realidad
son signos de la nada, del no-ser. Hemos creado el mundo “verdadero” (el que sería perfecto para los
platónicos) a base de negar todo lo que hay de devenir, movimiento, cambio, en el mundo real, percibido
por los sentidos.
-Tercera tesis: Inventar fábulas acerca de otro mundo es una falacia, (error). Creer en la existencia de un
mundo imaginario, indemostrable, y que además no se puede percibir con los sentidos, carece de
sentido. La única razón que tenemos para hacerlo es que estamos resentidos contra la vida, el dolor, etc.,
y tomamos venganza de éste, inventándonos otro mundo perfecto.
-Cuarta tesis: Dividir el mundo en verdadero y aparente, (como ha hecho la tradición platónica) es
síntoma de decadencia, de enfermedad. El hecho de que los artistas trágicos valoren mas la apariencia,
no menoscaba su merito, ya que en definitiva, están afirmando la realidad, pues la apariencia no es más
que la realidad corregida. Una realidad dionisíaca, la verdadera realidad, para Nietzsche.
Nociones:
Los sentidos y el cuerpo
Para Nietzsche los sentidos simbolizan lo esencial para la percepción. Su vitalismo propone que la
percepción del mundo la captamos por medio de los sentidos, dándole la razón a la corriente empirista
en esto. Según él, , los sentidos no engañan, son los únicos instrumentos que captan fielmente la
realidad inestable y cambiante del mundo. La razón sólo nos muestra la realidad disfrazada, oculta, a
través de los conceptos.
Todos los filósofos desde la Antigüedad han calificado a los sentidos como fuente del error, porque
afirman la historia y el cambio, consideran por tanto, que tener fe en los sentidos es tener fe en una
mentira. Mas no se dan cuenta de que los sentidos nos muestran la verdadera realidad, el único mundo
existente, un mundo vivo, en movimiento, etc.
Señala que esas tesis son refutadas por la vida, por la evidencia de los procesos vitales: la
procreación, el crecimiento, el cambio, la vejez, la muerte. De ahí que los filósofos, conscientes de su
fracaso, se desesperan y buscan un culpable, un engañador. Ese engañador, el origen de todo error es la
sensibilidad. Pero además, para los filósofos, los sentidos no son sólo causa de error, sino también fuente
de inmoralidad, según Nietzsche, y por eso, han rechazado siempre su testimonio como algo propio del
“pueblo”. Con esto Nietzsche se refiere a toda la tradición filosófica –que comenzó con Platón y que ha
perdurado a través del neoplatonismo en la Edad Media y del racionalismo en la Modernidad , cimentada
por la religion cristiana– de considerar el conocimiento sensible como:
a) Poco fiable. Así por ejemplo, pensaba Platón que los sentidos no nos muestran la auténtica realidad (el
mundo inteligible), sino una copia de él (el mundo sensible). También Descartes afirmaba que no
debemos fiarnos de los sentidos, puesto que nos engañan con frecuencia.
b) Relacionado con el pueblo, pues esta tradición ha considerado siempre al conocimiento conceptual –
accesible sólo a unos pocos– como algo superior al de los sentidos, propio del pueblo, del vulgo.
c) Fuente de inmoralidad, ya que los sentidos están vinculados a la corporalidad y la materia,
considerados como algo negativo en la tradición platónica, (y el cristianismo).
Ese sustituir la realidad por conceptos, la invención de ese falso mundo por parte de los filósofos
procede de su instinto de calumnia, de la pequeñez de espíritu o pusilanimidad, del recelo frente a la
vida. Todo eso forma parte de la idiosincrasia de los filósofos.
Esa idiosincrasia les ha llevado a vengarse. La filosofía, igual que la moral occidental, es el
resultado de la venganza de los débiles e inferiores que no aman la vida, ni al cuerpo, ni a los sentidos,
que no son capaces de afrontar la vida real, y se inventan “otra” vida “mejor”, una vida a su medida,
adecuada a su debilidad, con sus presuntas realidades: alma inmortal, espíritu, santidad.
El culto al cuerpo y a la sensibilidad es parte de esos nuevos valores del superhombre, de la
transvaloración que Zaratustra anuncia, que llevaría a una aniquilación de la cultura occidental. De ese
modo, nacería una nueva cultura, de índole aristocrática, inspirada en parte en los principios de los
griegos primigenios, los que vivieron en el periodo presocrático, antes de que naciera la filosofía: lo
dionisíaco, por el que abrazaban la existencia en todo su horror y oscuridad (tragedia y música) y el
apolíneo, por el que cubrían la realidad mediante un velo estético creando un mundo ideal de forma y
belleza (mitología olímpica, artes plásticas y épicas). Ambos deben estar presentes por igual, por tanto.
Los “conceptos supremos” y el concepto “Dios”.
Los conceptos supremos, expresión que se refiere a las características racionales que los filósofos
dogmáticos han utilizado para referirse a la “verdadera” realidad del mundo inteligible. Estos conceptos
pretenden designar las características de ese mundo verdadero: ser, sustancia, unidad… Pero para
Nietzsche estos conceptos supremos no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra
razón para referirse a un mundo inventado por nuestra desconfianza y cobardía ante la realidad del
devenir, que no puede caracterizarse mediante aquellos conceptos, sino mediante intuiciones sensibles
que capten adecuadamente la realidad sensible. Estos conceptos (lo incondicionado, lo existente, lo
verdadero) convergen en la figura de Dios, lo último, lo más vacío. Para este pensador, en la realidad
vital lo superior siempre proviene de lo inferior, sin embargo, vemos en este fragmento como la tradición
metafísica y cristiana lo niegan, siendo todo esto un símbolo mas de su decadencia. Nietzsche usa el
método genealógico para averiguar cómo se ha originado el mundo verdadero o Dios, y concluye que se
basa en dos causas: la metafísica del lenguaje y el resentimiento contra la vida.
Nietzsche consideraba su crítica decisiva, pues, sólo tomando conciencia de la falsedad de los conceptos
– los ídolos – que sustentan nuestra cultura, puede llegar el nihilismo positivo, la aniquilación de nuestra
cultura para sustituirla por otra de índole aristocrática. Para ello es necesaria previamente la muerte de
Dios, pues sólo así podrá darse el advenimiento del superhombre.
Cuando Nietzsche se refiere a Dios se refiere al dios de la religión, particularmente del cristianismo, pero
también a todo aquello que pueda sustituirle, porque Dios no es una entidad sino un lugar, una figura
posible del pensamiento, representa lo Absoluto.
Dios es la metáfora para expresar la realidad absoluta, la realidad que se presenta como la Verdad y el
Bien, como el supuesto ámbito objetivo que puede servir de fundamento a la existencia por encontrarse
más allá de ésta y darle un sentido. Todo aquello que sirve a los hombres para dar un sentido a la vida,
pero que sin embargo se pone fuera de la vida, es semejante a Dios. Cuando Nietzsche declara que Dios
ha muerto quiere indicar que los hombres viven desorientados, que ya no sirve el horizonte último en el
que siempre se ha vivido, que no existe una luz que nos pueda guiar de modo pleno. Esta experiencia de
la finitud, del sentirse sin remedio desorientado es necesaria para empezar un nuevo modo de vida.
EL ARTE TRÁGICO Y LO DIONISÍACO.
Dioniso es un dios de origen tracio, cuyo culto se difundió rápidamente en la Hélade (Antigua Grecia) hacia el
siglo V a.C. Es el dios del vino, de las cosechas, de la vegetación exuberante. Su culto se celebraba en las montañas y
estaba vinculado a las orgías místicas; en las fiestas báquicas estaban presentes el exceso, la pasión, la embriaguez,
el éxtasis. Nietzsche toma a Dioniso como el símbolo de la vida, del exceso, de la ausencia de mesura, de la ruptura
con todas las barreras y limitaciones, incluso del caos, de la noche, de la irracionalidad.
Apolo, por el contrario, es el dios de la juventud, de la belleza, de la poesía y las artes, de la
mesura y del límite, de la verdad. Nietzsche lo toma como símbolo de la razón, la luz, la armonía, el
equilibrio, la medida, la individualidad.
Según Nietzsche, la cultura de la Grecia presocrática tiene su máxima expresión en la tragedia.
En ésta se da una fusión armónica de dos elementos contrapuestos: lo dionisíaco y lo apolíneo.
El arte para Nietzsche es el único instrumento adecuado para entender la vida, porque afirma la
multiplicidad y subjetividad de la realidad (devenir) utilizando la metáfora y no el concepto. No mata,
sino que crea. Nietzsche considera que la tragedia es la forma suprema de arte, ya que representa el
espíritu dionisiaco, es decir, la afirmación de la realidad y del hombre mismo tal y como son. El artista
trágico es dionisiaco porque no pretende metas ni orígenes fuera de este mundo, sino que afirma la
realidad, la vida, tal como nos aparece, incluso en sus aspectos más enigmáticos e irracionales, terribles
y dolorosos. Nietzsche considera el arte trágico como contrario a la actitud decadente. Porque mantiene,
contra la opinión corriente, que la concepción trágica del mito no es pesimista. De la tragedia se
desprende una vigorosa afirmación de la vida, pues enseña que siempre hay que decir que sí, incluso a lo
más doloroso. Lo cual no podemos entender sin tener en cuenta lo que para Nietzsche es crucial en su
filosofía: lo dionisiaco; remite éste al dios griego Dionisos dios de la lujuria y del vino. Nietzsche hace una
interpretación de este dios que va más allá de su significado ordinario, considerando que con esta figura
mítica los griegos representaban una dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la
tragedia y que quedó despreciada por la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos,
irracionales. En la voluntad de poder encontramos una reminiscencia del espíritu dionisiaco, ya que ésta
se presenta como una fuerza arrolladora. Una fuerza vital que incorpora la fuerza dionisiaca al mundo.
Síntesis:
Tema 1: El vitalismo.
Las corrientes vitalistas se diferencian por su concepto de vida: la comprensión de la vida en el
sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha
por la subsistencia; el vitalismo de Nietzsche se incluye en este grupo. Por otro lado, la vida en el sentido
biográfico e histórico se entiende como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su
dimensión personal o biográfica como en su dimensión social o histórica; Ortega y Gasset es vitalista en
este otro sentido.
El vitalismo es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son:
temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de
lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud...Cabe entender la totalidad de la filosofía de Nietzsche
como el intento más radical de hacer de la vida lo Absoluto. De ahí que, Nietzsche defienda por tanto una
moral de señores, como sinónimo de cultura aristocrática, que afirma los valores que fortalecen la vida,
(amor a la vida, fidelidad a la tierra) frente a la moral de esclavos, defensora de valores que debilitan la
vida (compasión, humildad, esperanza, salvación).
Para Nietzsche lo único que existe –la realidad– es el devenir. El devenir continuo es el resultado
de un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse unas sobre otras, lo que Nietzsche llama
voluntad de poder, o sea, voluntad de dominio. El mundo, el hombre, la vida son voluntad de poder,
voluntad de ser más, de superarse, de demostrar una fuerza siempre creciente. Más que una facultad
humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder. Ese concepto está expuesto
principalmente en el capítulo “De la superación de sí mismo” de Así habló Zaratustra. La tesis de
Nietzsche es que el hombre y toda la realidad no es voluntad de obediencia o de sometimiento, sino
voluntad de poder, de imposición de autoafirmación. La voluntad no es una facultad, sino la fuerza vital,
la parte impulsiva de toda la naturaleza y del hombre, esa fuerza terrible y creadora que es la vida. En el
hombre, vivir es querer, y querer es querer ser más, es voluntad de crear: “Soy el que es impelido a
superarse a sí mismo constantemente” (Así habló Zaratustra, cap. De la superación de sí mismo).Y no
sólo el hombre sino todo el cosmos tiene en la voluntad de poder su núcleo, su realidad última.
Nietzsche afirma lo dionisíaco, la voluntad, el sentimiento, la vida como pulsión irracional, sin finalidad,
sin orden, sin Dios. Esto le lleva inmediatamente a negar todos los valores tradicionales y anunciar una
nueva realidad.
Afianzando aun mas su vitalismo está la tesis del eterno retorno,que afirma que todo va a
repetirse un número infinito de veces. La tesis del eterno retorno como la expresión de la máxima
reivindicación de la vida, como una hipótesis necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es
fugacidad, nacimiento, duración y muerte, no hay en ella nada permanente; pero podemos recuperar la
noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure eternamente, no porque no se acabe
nunca (lo cual haría imposible la aparición de otros instantes, de otros sucesos) sino porque se repite sin
fin. En cierto modo, Nietzsche consigue con esta tesis hacer de la vida lo Absoluto.
LLegados a este punto, conviene destacar que un punto central de la transvaloración de Nietzsche
es la crítica a la religión, que se concreta en la necesidad de olvidar a Dios, de reconocer que Dios ha
muerto. La muerte de Dios provoca el hundimiento de todo el orden objetivo de los valores
absolutos, de toda moral y de toda ética universal, válida para todo ser racional
Ahora bien, Nietzsche reconoce que el hundimiento de todos los valores tradicionales acarreará
un nihilismo). Pero se trata de un nihilismo distinto, llamémoslo positivo, puesto que es el comienzo y
condición de la transvaloración, de la nueva cultura. Por eso, según Nietzsche, hay que distinguir entre el
nihilismo pasivo de la tradición platónico-cristiana y el nihilismo activo: la lucha por traer ese nihilismo
positivo como condición para la llegada del superhombre.
El superhombre de Nietzsche es fundamentalmente un nuevo hombre que surge de la negación
de los viejos valores y afirma su voluntad de poder, su “yo quiero”. No se trata de una cuestión de raza,
sino de una posición moral o, mejor dicho, amoral: un hombre que está más allá del bien y del mal,
El superhombre es inocente como un niño, no lleva carga, es espontaneidad pura, impulso vital,
Tema 2. La crítica de Nietzsche a los filósofos:
Los grandes referentes de la filosofía occidental han sido, para Nietzsche, sus grandes traidores,
responsables de la corrupción que provoca el predominio de la razón sobre la vida. Frente a éstos, dirige
sus críticas contra Sócrates y Platón: Los acusa de egipticismo, que es la tendencia a la permanencia
estática, a la intemporalidad, por eso le reprocha a los filósofos carecer de sentido histórico. Sócrates fue
el encargado de que Apolo se impusiera sobre Dionisos, con lo que la razón dominó sobre la vida. Su
discípulo Platón despreció el mundo que nos rodea, a la vez que se inventó uno nuevo, en el cual se
encontraba la verdad y el bien. El idealismo de ambos esconde, en realidad, la decadencia, el temor ante la
vida irracional, el miedo al instinto desordenado y dionisíaco, la angustia ante la finitud y la muerte. Es un
consuelo metafísico propio de la debilidad humana. Con ellos comienza la cultura occidental y la
decadencia respecto del tono vital anterior; dan lugar al “platonismo”, o creencia en la existencia de un
Mundo Verdadero, Objetivo, Bueno, Eterno, Racional, Inmutable, y el desprecio de las categorías de la vida
(el cuerpo, la sexualidad, la temporalidad, el cambio, la multiplicidad e individualidad,...). Ellos dan lugar a
la Ciencia y la Metafísica y a las condiciones que permiten la aparición de la Religión y la Moral. En éstos
también se incluye Eurípides, ya que se separa de la visión dionisíaca de las tragedias de Esquilo y
Sófocles, concediendo menor importancia al coro.
Frente a Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de lo mejor de la tradición
filosófica, defiende una tesis radicalmente contraria al objetivismo y conecta con otra línea filosófica
históricamente más desacreditada:el relativismo, escepticismo y subjetivismo. Esto es, Nietzsche defiende
el perspectivismo.
Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos, o sea, su
peculiar manera de ser.
Nietzsche señala dos idiosincrasias: 1) su odio al devenir (su falta de sentido histórico, su egipticismo, su
momificación de la realidad en conceptos); 2) confundir lo último y lo primero (establecer dos mundos y
creer que los conceptos son lo primero; que Dios –lo más vacío– es lo más real).
a) Primera idiosincrasia: el odio al devenir.
Sostiene Nietzsche que la primera idiosincrasia de los filósofos es su odio al devenir. Los filósofos
carecen de sentido histórico: no tienen capacidad de percibir la progresión en el tiempo, el continuo
devenir de la realidad; rechazan todo lo que sea cambio y novedad. Creen que están haciendo honor a
una realidad, cuando la deshistorizan, cuando la convierten en algo eterno e intemporal.
Metafóricamente lo expresa Nietzsche con la acusación de egipticismo. Los filósofos momifican la
realidad, la matan y fabrican sus conceptos rellenos de paja, que no son más que cadáveres de la
realidad, sin movimiento, pluralidad, cambio, novedad. Los filósofos se encuentran más cómodos con una
realidad creada según su idiosincrasia, más simple y manejable, al modo de las figuras egipcias: estáticas
y planas, sin impresión de movimiento ni relieve.
En consecuencia, los filósofos han creado una oposición excluyente entre el ser y el devenir: “lo
que es no deviene, lo que deviene no es”. Es la tradicional oposición entre el inmovilismo de Parménides
y el “todo fluye” de Heráclito: la filosofía ha optado por Parménides; Nietzsche, por Heráclito. En
consecuencia, los filósofos sólo “creen, incluso con desesperación, en lo que es”, pero se encuentran con
la muerte, el cambio, la vejez, la procreación, el crecimiento…; todo eso son para ellos objeciones,
incluso refutaciones.
Viendo entonces que no pueden apoderarse de la realidad –la realidad es incognoscible, no hay
racionalidad en ella–, buscan la causa del engaño, del error. “¿Dónde se esconde el engañador?: ¡es la
sensibilidad!” Los sentidos con el cuerpo son la causa del engaño, del error y de la inmoralidad. Por eso,
los filósofos quieren deshacerse de los sentidos, de todo lo cambiante, del devenir, de la historia, de lo
que es “pueblo” y, sobre todo, del cuerpo. En definitiva, niegan la realidad, o sea, la vida, que es dura,
difícil, y exige energía, capacidad de adaptación ante lo nuevo, lo desconocido. Parece, por tanto, que
Nietzsche caracteriza a los filósofos como personas mediocres, débiles, con un instinto de temor y de
calumnia. Según todo esto, los filósofos son los sepultureros de la vida, matan la vida para hacerla
momia y, al final, ellos mismos son momias.
b) Segunda idiosincrasia: confundir lo último con lo primero.
La segunda idiosincrasia de los filósofos es “confundir lo último con lo primero”.
Como sabemos, los filósofos han duplicado el mundo: además del mundo real han inventado el
mundo de los conceptos; un mundo que es posterior y que no debería haber sido creado. Y sucede que
los filósofos confunden ambos mundos: piensan que lo real es su mundo de ideas, pero, en verdad, los
conceptos no son otra cosa que momificaciones de la realidad, cadáveres de la realidad. Además, los
filósofos no sólo han sustituido la vida por meros conceptos, sino que han idolatrado los conceptos, es
decir, los han puesto por encima de la realidad considerándolos como algo superior a ella, como lo
primero y su fundamento: han puesto, pues, lo último como si fuese lo primero. Con esto, Nietzsche se
refiere principalmente al desdoblamiento platónico de la realidad en dos mundos: mundo sensible y
mundo inteligible, considerando superior y más real a este último.
Según Nietzsche, con Sócrates y Platón comenzó la filosofía del ser, fundamento de nuestra cultura
occidental. También con Sócrates comenzó la decadencia de la cultura griega debido a que introdujo la
razón que aprisiona la vida y triunfó el hombre teórico sobre el hombre trágico, característico del
momento de máximo esplendor de la cultura griega. Expresiones de esa degeneración son el
cristianismo, defensor de otro mundo, el Cielo; y la filosofía de Kant que defiende un orden racional de
conceptos regulador del mundo sensible.
Pero aún hay más: los filósofos llevan hasta el extremo su idiosincrasia y sostiene que hay
conceptos supremos, que son lo máximamente real. Y como lo superior no puede proceder de lo inferior,
resulta que “todos los valores supremos son de primer rango; ninguno de los conceptos supremos –lo
existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto– puede haber devenido; por consiguiente
tiene que ser causa sui (causa de sí mismo)”. Y como ninguno de esos conceptos es contradictorio ni
excluye a los demás, todos están comprendidos, unificados, en el concepto de Dios: “Con eso tienen los
filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo
primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente realísimo]”. El concepto de Dios no es más que
“el último humo de la realidad que se evapora”.
Contextualización:
Sólo es posible entender la filosofía de Nietzsche en su CONTEXTO HISTÓRICO (s. XIX): la
primera industrialización ya había tenido lugar en Europa y estaba en marcha la segunda. El desarrollo
económico se había realizado frecuentemente a costa del trabajo y de la vida de mucha gente (la llamada
clase obrera). Esto había originado una clase alta, notablemente enriquecida, pero carente de valores
morales. Como reacción a la nueva estructura social habían surgido los socialismos, que luchaban contra
el elitismo y proponían una nivelación igualitaria. Esta situación propició el auge de las ideologías: el
pensamiento al servicio de intereses de clase, económicos, sociales, etc.
Consecuencia de esa situación, es el nacimiento de las filosofías de la sospecha (Marx, Nietzsche,
Freud), que denuncian que detrás de las grandes construcciones filosóficas se encierran intereses
inconfesables. Dicho de otro modo, acusan a la filosofía de haberse convertido en ideología. El
pensamiento de Nietzsche pertenece a este grupo de filosofías de la sospecha, centrado, en este caso, en
una crítica a la cultura occidental en bloque, al igualitarismo socialista y, sobre todo, a la filosofía.
En efecto, para Nietzsche la filosofía griega (aliada luego con el cristianismo) es el elemento
principal de la civilización occidental y el origen de todos sus males. Precisamente el texto que
comentamos se centra en la crítica nietzscheana a la filosofía.
Por último, es importante señalar que el movimiento romántico ya había triunfado totalmente en
Europa. La idea de una superación de la racionalidad a través de los sentimientos y las dimensiones
irracionales del hombre estaba en plena vigencia. La universalidad de la razón era postergada a favor de
los nacionalismos, el espíritu del pueblo y la mitología. El rigor conceptual y la exposición demostrativa
eran desechadas, pues se prefería la exaltación poética, la musicalidad, la retórica efectista.
Influencias: Con los presocráticos el mundo griego vivió su momento de esplendor. De esta época
Nietzsche recoge de los sofistas su teoría relativista de la verdad y la concepción del lenguaje como un
simple instrumento del ser humano, sin un fundamento objetivo que lo legitime.
Por su parte, Heráclito le influye con la idea de devenir; con su dialéctica de fusión o su armonía de
contrarios, así como en su aprecio de los símbolos y metáforas para explicar sus posturas; su valoración
de la inspiración; y con su estilo oscuro y aforístico, basado en la fragmentación del texto para evitar
enredarse con los criterios de verdad (según Nietzsche falsos).
De Parménides rechazó su idea del Ser, que según él era aquello inmutable, inmóvil; mientras que el No-
Ser era aquello cambiante. Con Eurípides, Sócrates y Platón comienza la decadencia de la cultura
occidental según Nietzsche, que se opondrá a estos filósofos por considerarlos responsables de los fatales
errores que conducirán, casi desde sus inicios, a la decadencia de la cultura occidental: la invención de un
Mundo Absoluto, Inmutable, Eterno, Verdadero, Racional, Bueno y Objetivo, mundo en el que habitará
también el Dios y lo trascendente de lo que nos habla el cristianismo. De éste dice que es el “platonismo
para el pueblo” basado en la existencia de dos mundos: el terrenal y el divino, correspondientes
respectivamente al sensible y al inteligible de Platón.
De la Edad Moderna, Nietzsche está influenciado por Voltaire y Spinoza, que descreen y combaten toda
moral tradicional, enfrentándose a un cristianismo que estigmatiza el pecado y universaliza los valores
morales. Recoge también el pensamiento de Hume que critica a Descartes en su idea del alma, el papel
de los sentidos y su negación de las substancias y de la necesidad, reinterpretando ésta última como un
mero hábito psicológico. Frente al dualismo antropológico, presente tanto en Platón como Descartes,
(divide al hombre en res extensa y res cogitans) propone una concepción del hombre mas afín a la de
Aristóteles, entendiéndolo como un todo, pero haciendo hincapié en su corporeidad.
Nietzsche criticó toda la filosofía de Kant por considerarla una forma sofisticada de platonismo. Sin
embargo, recogió la idea kantiana de la imposibilidad de alcanzar el conocimiento de la realidad en sí
misma, pues el conocimiento humano no puede llegar a la esencia de lo real. Si bien, para Nietzsche la
esencia no existe, lo único real es el fenómeno.
En cuanto a las influencias contemporáneas del siglo XIX, está influido por las críticas a la religión
realizadas por la izquierda hegeliana (Feuerbach, Strauss y Marx), que tratan a Dios como una creación
del hombre. La influencia filosófica más decisiva fue Schopenhauer que le hizo interesarse por el
pensamiento oriental y por los presocráticos. Para Schopenhauer la realidad es voluntad, manifestación
de una fuerza ciega infinita, (no de una razón como en Hegel). Pero esa voluntad es desdicha y dolor, un
deseo siempre insatisfecho. Nietzsche, sin embargo, entendió la voluntad como voluntad de poder, tiene
por tanto, una visión más positiva y vitalista de la misma.
En relación a las influencias posteriores, Nietzsche no ha dado lugar a una escuela filosófica claramente
establecida, pero sus ideas están presentes de un modo u otro en muchos pensadores contemporáneos.
Su influencia ha traspasado los límites de la filosofía llegando no sólo al público general sino también a
doctrinas políticas tan opuestas como el nazismo y el anarquismo. En el círculo de la filosofía se han
ocupado de él figuras tan importantes Jaspers, Scheler y Heidegger pero su más clara huella se
encuentra en las doctrinas vitalistas, y en España en la filosofía de Ortega y Gasset, y, más
recientemente, en autores como Fernando Savater.

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Examen nietzsche

  • 1. COMENTARIO DE NIETZSCHE, EL CREPUSCULO DE LOS IDOLOS, capítulo “La ‘razón’ en la filosofía”, apartados 1, 4 y 6 (trad. A. Sánchez Pascual, Madrid, Alianza, 1998, pp. 51, 53-54 y 55-56). RESUMEN 1ª PARTE El tema general del texto es la crítica que dirige Nietzsche a los filósofos racionalistas y a la metafísica tradicional. En este fragmento, Nietzsche crítica a los filósofos por su falta de sentido histórico, su odio al devenir, su egipticismo. Culpan a los sentidos de ser los causantes del engaño, de la perdida de valores eternos, universales. Ellos creen que pueden crear conceptos para todo, mostrando así su odio a la idea de devenir. Todo lo que implique cambio, movimiento, es considerado como algo negativo, un obstáculo. Sin embargo, piensa Nietzsche, cuando aplicas un concepto a una cosa la conviertes en una cosa muerta, una momia. Los filósofos, pues, han momificado las cosas, a fuerza de aquietarlas. El lenguaje es el medio del que se valen para atrapar la realidad, encerrándola en un concepto, deshistorizándola, eliminando lo vital, el dinamismo. Éstos piensan que con el lenguaje lo pueden resolver todo. Pero el lenguaje racional, no crea, sino que destruye la vida. Platón, Sócrates, etc. han pensado que la realidad es orden, rectitud, solo lo apolíneo está presente en la vida. Por eso eliminan de la realidad, la muerte, el cambio, la vejez… , lo dionisíaco. Parménides y Platón, creían con desesperación en lo que es (lo inmóvil, lo eterno e imperecedero), porque los hombres no son capaces de asumir que la vida es tragedia, caos, cambio… Por eso, según Nietzsche para sobrellevarlo se han inventado un mundo divino que los redima de tanto dolor. RESUMEN 2ª PARTE En este segundo fragmento, hace un análisis de los conceptos supremos y el concepto de Dios. Profundiza en la crítica al señalar otra peculiaridad de los filósofos, consistente en confundir lo ultimo con lo primero. Ponen en primer termino, lo que debiera ir al final, esto es: Dios frente a la Vida; Esto es así, porque los filósofos representantes de la filosofía tradicional consideran que lo verdadero, existente, incondicionado, bueno, no puede provenir de lo inferior, esto es, de lo imperfecto, condicionado, limitado y carente de ser (como es el hombre). Así que lo superior ha de provenir de si mismo, es causa sui. Expresan con ello su creencia en el mundo de las ideas (lo verdadero) o cielo al que contraponen el mundo de las apariencias (lo falso)o la tierra. Estos conceptos son para Nietzsche, sin embargo, falsos, vacíos, ficticios, puesto que no reflejan nada de lo real. Porque lo real esta vivo, y por tanto, sujeto al devenir de las cosas. Con ellos, dice Nietzsche, construyen su maravilloso concepto Dios, donde convergen todos estos, (que representa la confluencia de todos estos conceptos), dando lugar al mayor de los conceptos. Esto ha traído como consecuencia, la caída en el peor de los errores y en el peor de los nihilismos, el pasivo, "muerte espiritual en vida". RESUMEN 3ª PARTE En este fragmento presenta una exposición mas concreta de esa crítica a los filósofos y la filosofía tradicional . Define la figura del artista trágico como el único que ha sabido expresar la auténtica realidad, la dionisíaca. Nietzsche perfila su posición con respecto al problema del error metafísico resumiéndola en cuatro tesis: -Primera tesis: Las razones por las que este mundo ha sido despreciado, (sobre todo por el platonismo y el cristianismo) como que el mundo está en devenir, hay vejez, caos… Esas mismas, le sirven para decir que este mundo es el verdadero, el único existente. Estos argumentos, le sirven, antes bien, para justificar su existencia, no su falsedad. -Segunda tesis: Los rasgos considerados hasta ahora como característicos del ser verdadero, en realidad son signos de la nada, del no-ser. Hemos creado el mundo “verdadero” (el que sería perfecto para los platónicos) a base de negar todo lo que hay de devenir, movimiento, cambio, en el mundo real, percibido por los sentidos. -Tercera tesis: Inventar fábulas acerca de otro mundo es una falacia, (error). Creer en la existencia de un mundo imaginario, indemostrable, y que además no se puede percibir con los sentidos, carece de
  • 2. sentido. La única razón que tenemos para hacerlo es que estamos resentidos contra la vida, el dolor, etc., y tomamos venganza de éste, inventándonos otro mundo perfecto. -Cuarta tesis: Dividir el mundo en verdadero y aparente, (como ha hecho la tradición platónica) es síntoma de decadencia, de enfermedad. El hecho de que los artistas trágicos valoren mas la apariencia, no menoscaba su merito, ya que en definitiva, están afirmando la realidad, pues la apariencia no es más que la realidad corregida. Una realidad dionisíaca, la verdadera realidad, para Nietzsche. Nociones: Los sentidos y el cuerpo Para Nietzsche los sentidos simbolizan lo esencial para la percepción. Su vitalismo propone que la percepción del mundo la captamos por medio de los sentidos, dándole la razón a la corriente empirista en esto. Según él, , los sentidos no engañan, son los únicos instrumentos que captan fielmente la realidad inestable y cambiante del mundo. La razón sólo nos muestra la realidad disfrazada, oculta, a través de los conceptos. Todos los filósofos desde la Antigüedad han calificado a los sentidos como fuente del error, porque afirman la historia y el cambio, consideran por tanto, que tener fe en los sentidos es tener fe en una mentira. Mas no se dan cuenta de que los sentidos nos muestran la verdadera realidad, el único mundo existente, un mundo vivo, en movimiento, etc. Señala que esas tesis son refutadas por la vida, por la evidencia de los procesos vitales: la procreación, el crecimiento, el cambio, la vejez, la muerte. De ahí que los filósofos, conscientes de su fracaso, se desesperan y buscan un culpable, un engañador. Ese engañador, el origen de todo error es la sensibilidad. Pero además, para los filósofos, los sentidos no son sólo causa de error, sino también fuente de inmoralidad, según Nietzsche, y por eso, han rechazado siempre su testimonio como algo propio del “pueblo”. Con esto Nietzsche se refiere a toda la tradición filosófica –que comenzó con Platón y que ha perdurado a través del neoplatonismo en la Edad Media y del racionalismo en la Modernidad , cimentada por la religion cristiana– de considerar el conocimiento sensible como: a) Poco fiable. Así por ejemplo, pensaba Platón que los sentidos no nos muestran la auténtica realidad (el mundo inteligible), sino una copia de él (el mundo sensible). También Descartes afirmaba que no debemos fiarnos de los sentidos, puesto que nos engañan con frecuencia. b) Relacionado con el pueblo, pues esta tradición ha considerado siempre al conocimiento conceptual – accesible sólo a unos pocos– como algo superior al de los sentidos, propio del pueblo, del vulgo. c) Fuente de inmoralidad, ya que los sentidos están vinculados a la corporalidad y la materia, considerados como algo negativo en la tradición platónica, (y el cristianismo). Ese sustituir la realidad por conceptos, la invención de ese falso mundo por parte de los filósofos procede de su instinto de calumnia, de la pequeñez de espíritu o pusilanimidad, del recelo frente a la vida. Todo eso forma parte de la idiosincrasia de los filósofos. Esa idiosincrasia les ha llevado a vengarse. La filosofía, igual que la moral occidental, es el resultado de la venganza de los débiles e inferiores que no aman la vida, ni al cuerpo, ni a los sentidos, que no son capaces de afrontar la vida real, y se inventan “otra” vida “mejor”, una vida a su medida, adecuada a su debilidad, con sus presuntas realidades: alma inmortal, espíritu, santidad. El culto al cuerpo y a la sensibilidad es parte de esos nuevos valores del superhombre, de la transvaloración que Zaratustra anuncia, que llevaría a una aniquilación de la cultura occidental. De ese modo, nacería una nueva cultura, de índole aristocrática, inspirada en parte en los principios de los griegos primigenios, los que vivieron en el periodo presocrático, antes de que naciera la filosofía: lo dionisíaco, por el que abrazaban la existencia en todo su horror y oscuridad (tragedia y música) y el apolíneo, por el que cubrían la realidad mediante un velo estético creando un mundo ideal de forma y belleza (mitología olímpica, artes plásticas y épicas). Ambos deben estar presentes por igual, por tanto.
  • 3. Los “conceptos supremos” y el concepto “Dios”. Los conceptos supremos, expresión que se refiere a las características racionales que los filósofos dogmáticos han utilizado para referirse a la “verdadera” realidad del mundo inteligible. Estos conceptos pretenden designar las características de ese mundo verdadero: ser, sustancia, unidad… Pero para Nietzsche estos conceptos supremos no designan nada real, sino que son términos que elabora nuestra razón para referirse a un mundo inventado por nuestra desconfianza y cobardía ante la realidad del devenir, que no puede caracterizarse mediante aquellos conceptos, sino mediante intuiciones sensibles que capten adecuadamente la realidad sensible. Estos conceptos (lo incondicionado, lo existente, lo verdadero) convergen en la figura de Dios, lo último, lo más vacío. Para este pensador, en la realidad vital lo superior siempre proviene de lo inferior, sin embargo, vemos en este fragmento como la tradición metafísica y cristiana lo niegan, siendo todo esto un símbolo mas de su decadencia. Nietzsche usa el método genealógico para averiguar cómo se ha originado el mundo verdadero o Dios, y concluye que se basa en dos causas: la metafísica del lenguaje y el resentimiento contra la vida. Nietzsche consideraba su crítica decisiva, pues, sólo tomando conciencia de la falsedad de los conceptos – los ídolos – que sustentan nuestra cultura, puede llegar el nihilismo positivo, la aniquilación de nuestra cultura para sustituirla por otra de índole aristocrática. Para ello es necesaria previamente la muerte de Dios, pues sólo así podrá darse el advenimiento del superhombre. Cuando Nietzsche se refiere a Dios se refiere al dios de la religión, particularmente del cristianismo, pero también a todo aquello que pueda sustituirle, porque Dios no es una entidad sino un lugar, una figura posible del pensamiento, representa lo Absoluto. Dios es la metáfora para expresar la realidad absoluta, la realidad que se presenta como la Verdad y el Bien, como el supuesto ámbito objetivo que puede servir de fundamento a la existencia por encontrarse más allá de ésta y darle un sentido. Todo aquello que sirve a los hombres para dar un sentido a la vida, pero que sin embargo se pone fuera de la vida, es semejante a Dios. Cuando Nietzsche declara que Dios ha muerto quiere indicar que los hombres viven desorientados, que ya no sirve el horizonte último en el que siempre se ha vivido, que no existe una luz que nos pueda guiar de modo pleno. Esta experiencia de la finitud, del sentirse sin remedio desorientado es necesaria para empezar un nuevo modo de vida. EL ARTE TRÁGICO Y LO DIONISÍACO. Dioniso es un dios de origen tracio, cuyo culto se difundió rápidamente en la Hélade (Antigua Grecia) hacia el siglo V a.C. Es el dios del vino, de las cosechas, de la vegetación exuberante. Su culto se celebraba en las montañas y estaba vinculado a las orgías místicas; en las fiestas báquicas estaban presentes el exceso, la pasión, la embriaguez, el éxtasis. Nietzsche toma a Dioniso como el símbolo de la vida, del exceso, de la ausencia de mesura, de la ruptura con todas las barreras y limitaciones, incluso del caos, de la noche, de la irracionalidad. Apolo, por el contrario, es el dios de la juventud, de la belleza, de la poesía y las artes, de la mesura y del límite, de la verdad. Nietzsche lo toma como símbolo de la razón, la luz, la armonía, el equilibrio, la medida, la individualidad. Según Nietzsche, la cultura de la Grecia presocrática tiene su máxima expresión en la tragedia. En ésta se da una fusión armónica de dos elementos contrapuestos: lo dionisíaco y lo apolíneo. El arte para Nietzsche es el único instrumento adecuado para entender la vida, porque afirma la multiplicidad y subjetividad de la realidad (devenir) utilizando la metáfora y no el concepto. No mata, sino que crea. Nietzsche considera que la tragedia es la forma suprema de arte, ya que representa el espíritu dionisiaco, es decir, la afirmación de la realidad y del hombre mismo tal y como son. El artista trágico es dionisiaco porque no pretende metas ni orígenes fuera de este mundo, sino que afirma la realidad, la vida, tal como nos aparece, incluso en sus aspectos más enigmáticos e irracionales, terribles y dolorosos. Nietzsche considera el arte trágico como contrario a la actitud decadente. Porque mantiene, contra la opinión corriente, que la concepción trágica del mito no es pesimista. De la tragedia se desprende una vigorosa afirmación de la vida, pues enseña que siempre hay que decir que sí, incluso a lo
  • 4. más doloroso. Lo cual no podemos entender sin tener en cuenta lo que para Nietzsche es crucial en su filosofía: lo dionisiaco; remite éste al dios griego Dionisos dios de la lujuria y del vino. Nietzsche hace una interpretación de este dios que va más allá de su significado ordinario, considerando que con esta figura mítica los griegos representaban una dimensión fundamental de la existencia, que expresaron en la tragedia y que quedó despreciada por la cultura occidental: la vida en sus aspectos oscuros, instintivos, irracionales. En la voluntad de poder encontramos una reminiscencia del espíritu dionisiaco, ya que ésta se presenta como una fuerza arrolladora. Una fuerza vital que incorpora la fuerza dionisiaca al mundo. Síntesis: Tema 1: El vitalismo. Las corrientes vitalistas se diferencian por su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico subraya el papel del cuerpo, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia; el vitalismo de Nietzsche se incluye en este grupo. Por otro lado, la vida en el sentido biográfico e histórico se entiende como conjunto de experiencias humanas dadas en el tiempo, tanto en su dimensión personal o biográfica como en su dimensión social o histórica; Ortega y Gasset es vitalista en este otro sentido. El vitalismo es una doctrina contraria al racionalismo, y sus conceptos más importantes son: temporalidad, historia, vivencia, instintos, irracionalidad, corporeidad, subjetividad, perspectiva, valor de lo individual, cambio, enfermedad, muerte, finitud...Cabe entender la totalidad de la filosofía de Nietzsche como el intento más radical de hacer de la vida lo Absoluto. De ahí que, Nietzsche defienda por tanto una moral de señores, como sinónimo de cultura aristocrática, que afirma los valores que fortalecen la vida, (amor a la vida, fidelidad a la tierra) frente a la moral de esclavos, defensora de valores que debilitan la vida (compasión, humildad, esperanza, salvación). Para Nietzsche lo único que existe –la realidad– es el devenir. El devenir continuo es el resultado de un conjunto de fuerzas ciegas que pugnan por imponerse unas sobre otras, lo que Nietzsche llama voluntad de poder, o sea, voluntad de dominio. El mundo, el hombre, la vida son voluntad de poder, voluntad de ser más, de superarse, de demostrar una fuerza siempre creciente. Más que una facultad humana, es el conjunto de pulsiones y fuerzas que se dirigen hacia el poder. Ese concepto está expuesto principalmente en el capítulo “De la superación de sí mismo” de Así habló Zaratustra. La tesis de Nietzsche es que el hombre y toda la realidad no es voluntad de obediencia o de sometimiento, sino voluntad de poder, de imposición de autoafirmación. La voluntad no es una facultad, sino la fuerza vital, la parte impulsiva de toda la naturaleza y del hombre, esa fuerza terrible y creadora que es la vida. En el hombre, vivir es querer, y querer es querer ser más, es voluntad de crear: “Soy el que es impelido a superarse a sí mismo constantemente” (Así habló Zaratustra, cap. De la superación de sí mismo).Y no sólo el hombre sino todo el cosmos tiene en la voluntad de poder su núcleo, su realidad última. Nietzsche afirma lo dionisíaco, la voluntad, el sentimiento, la vida como pulsión irracional, sin finalidad, sin orden, sin Dios. Esto le lleva inmediatamente a negar todos los valores tradicionales y anunciar una nueva realidad. Afianzando aun mas su vitalismo está la tesis del eterno retorno,que afirma que todo va a repetirse un número infinito de veces. La tesis del eterno retorno como la expresión de la máxima reivindicación de la vida, como una hipótesis necesaria para la reivindicación radical de la vida: la vida es fugacidad, nacimiento, duración y muerte, no hay en ella nada permanente; pero podemos recuperar la noción de permanencia si hacemos que el propio instante dure eternamente, no porque no se acabe nunca (lo cual haría imposible la aparición de otros instantes, de otros sucesos) sino porque se repite sin fin. En cierto modo, Nietzsche consigue con esta tesis hacer de la vida lo Absoluto. LLegados a este punto, conviene destacar que un punto central de la transvaloración de Nietzsche es la crítica a la religión, que se concreta en la necesidad de olvidar a Dios, de reconocer que Dios ha muerto. La muerte de Dios provoca el hundimiento de todo el orden objetivo de los valores absolutos, de toda moral y de toda ética universal, válida para todo ser racional Ahora bien, Nietzsche reconoce que el hundimiento de todos los valores tradicionales acarreará un nihilismo). Pero se trata de un nihilismo distinto, llamémoslo positivo, puesto que es el comienzo y
  • 5. condición de la transvaloración, de la nueva cultura. Por eso, según Nietzsche, hay que distinguir entre el nihilismo pasivo de la tradición platónico-cristiana y el nihilismo activo: la lucha por traer ese nihilismo positivo como condición para la llegada del superhombre. El superhombre de Nietzsche es fundamentalmente un nuevo hombre que surge de la negación de los viejos valores y afirma su voluntad de poder, su “yo quiero”. No se trata de una cuestión de raza, sino de una posición moral o, mejor dicho, amoral: un hombre que está más allá del bien y del mal, El superhombre es inocente como un niño, no lleva carga, es espontaneidad pura, impulso vital, Tema 2. La crítica de Nietzsche a los filósofos: Los grandes referentes de la filosofía occidental han sido, para Nietzsche, sus grandes traidores, responsables de la corrupción que provoca el predominio de la razón sobre la vida. Frente a éstos, dirige sus críticas contra Sócrates y Platón: Los acusa de egipticismo, que es la tendencia a la permanencia estática, a la intemporalidad, por eso le reprocha a los filósofos carecer de sentido histórico. Sócrates fue el encargado de que Apolo se impusiera sobre Dionisos, con lo que la razón dominó sobre la vida. Su discípulo Platón despreció el mundo que nos rodea, a la vez que se inventó uno nuevo, en el cual se encontraba la verdad y el bien. El idealismo de ambos esconde, en realidad, la decadencia, el temor ante la vida irracional, el miedo al instinto desordenado y dionisíaco, la angustia ante la finitud y la muerte. Es un consuelo metafísico propio de la debilidad humana. Con ellos comienza la cultura occidental y la decadencia respecto del tono vital anterior; dan lugar al “platonismo”, o creencia en la existencia de un Mundo Verdadero, Objetivo, Bueno, Eterno, Racional, Inmutable, y el desprecio de las categorías de la vida (el cuerpo, la sexualidad, la temporalidad, el cambio, la multiplicidad e individualidad,...). Ellos dan lugar a la Ciencia y la Metafísica y a las condiciones que permiten la aparición de la Religión y la Moral. En éstos también se incluye Eurípides, ya que se separa de la visión dionisíaca de las tragedias de Esquilo y Sófocles, concediendo menor importancia al coro. Frente a Platón, Aristóteles, Santo Tomás, Descartes y gran parte de lo mejor de la tradición filosófica, defiende una tesis radicalmente contraria al objetivismo y conecta con otra línea filosófica históricamente más desacreditada:el relativismo, escepticismo y subjetivismo. Esto es, Nietzsche defiende el perspectivismo. Para criticar a los filósofos, Nietzsche expone cuál es la idiosincrasia de los filósofos, o sea, su peculiar manera de ser. Nietzsche señala dos idiosincrasias: 1) su odio al devenir (su falta de sentido histórico, su egipticismo, su momificación de la realidad en conceptos); 2) confundir lo último y lo primero (establecer dos mundos y creer que los conceptos son lo primero; que Dios –lo más vacío– es lo más real). a) Primera idiosincrasia: el odio al devenir. Sostiene Nietzsche que la primera idiosincrasia de los filósofos es su odio al devenir. Los filósofos carecen de sentido histórico: no tienen capacidad de percibir la progresión en el tiempo, el continuo devenir de la realidad; rechazan todo lo que sea cambio y novedad. Creen que están haciendo honor a una realidad, cuando la deshistorizan, cuando la convierten en algo eterno e intemporal. Metafóricamente lo expresa Nietzsche con la acusación de egipticismo. Los filósofos momifican la realidad, la matan y fabrican sus conceptos rellenos de paja, que no son más que cadáveres de la realidad, sin movimiento, pluralidad, cambio, novedad. Los filósofos se encuentran más cómodos con una realidad creada según su idiosincrasia, más simple y manejable, al modo de las figuras egipcias: estáticas y planas, sin impresión de movimiento ni relieve. En consecuencia, los filósofos han creado una oposición excluyente entre el ser y el devenir: “lo que es no deviene, lo que deviene no es”. Es la tradicional oposición entre el inmovilismo de Parménides y el “todo fluye” de Heráclito: la filosofía ha optado por Parménides; Nietzsche, por Heráclito. En consecuencia, los filósofos sólo “creen, incluso con desesperación, en lo que es”, pero se encuentran con la muerte, el cambio, la vejez, la procreación, el crecimiento…; todo eso son para ellos objeciones, incluso refutaciones.
  • 6. Viendo entonces que no pueden apoderarse de la realidad –la realidad es incognoscible, no hay racionalidad en ella–, buscan la causa del engaño, del error. “¿Dónde se esconde el engañador?: ¡es la sensibilidad!” Los sentidos con el cuerpo son la causa del engaño, del error y de la inmoralidad. Por eso, los filósofos quieren deshacerse de los sentidos, de todo lo cambiante, del devenir, de la historia, de lo que es “pueblo” y, sobre todo, del cuerpo. En definitiva, niegan la realidad, o sea, la vida, que es dura, difícil, y exige energía, capacidad de adaptación ante lo nuevo, lo desconocido. Parece, por tanto, que Nietzsche caracteriza a los filósofos como personas mediocres, débiles, con un instinto de temor y de calumnia. Según todo esto, los filósofos son los sepultureros de la vida, matan la vida para hacerla momia y, al final, ellos mismos son momias. b) Segunda idiosincrasia: confundir lo último con lo primero. La segunda idiosincrasia de los filósofos es “confundir lo último con lo primero”. Como sabemos, los filósofos han duplicado el mundo: además del mundo real han inventado el mundo de los conceptos; un mundo que es posterior y que no debería haber sido creado. Y sucede que los filósofos confunden ambos mundos: piensan que lo real es su mundo de ideas, pero, en verdad, los conceptos no son otra cosa que momificaciones de la realidad, cadáveres de la realidad. Además, los filósofos no sólo han sustituido la vida por meros conceptos, sino que han idolatrado los conceptos, es decir, los han puesto por encima de la realidad considerándolos como algo superior a ella, como lo primero y su fundamento: han puesto, pues, lo último como si fuese lo primero. Con esto, Nietzsche se refiere principalmente al desdoblamiento platónico de la realidad en dos mundos: mundo sensible y mundo inteligible, considerando superior y más real a este último. Según Nietzsche, con Sócrates y Platón comenzó la filosofía del ser, fundamento de nuestra cultura occidental. También con Sócrates comenzó la decadencia de la cultura griega debido a que introdujo la razón que aprisiona la vida y triunfó el hombre teórico sobre el hombre trágico, característico del momento de máximo esplendor de la cultura griega. Expresiones de esa degeneración son el cristianismo, defensor de otro mundo, el Cielo; y la filosofía de Kant que defiende un orden racional de conceptos regulador del mundo sensible. Pero aún hay más: los filósofos llevan hasta el extremo su idiosincrasia y sostiene que hay conceptos supremos, que son lo máximamente real. Y como lo superior no puede proceder de lo inferior, resulta que “todos los valores supremos son de primer rango; ninguno de los conceptos supremos –lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero, lo perfecto– puede haber devenido; por consiguiente tiene que ser causa sui (causa de sí mismo)”. Y como ninguno de esos conceptos es contradictorio ni excluye a los demás, todos están comprendidos, unificados, en el concepto de Dios: “Con eso tienen los filósofos su estupendo concepto «Dios»... Lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum [ente realísimo]”. El concepto de Dios no es más que “el último humo de la realidad que se evapora”. Contextualización: Sólo es posible entender la filosofía de Nietzsche en su CONTEXTO HISTÓRICO (s. XIX): la primera industrialización ya había tenido lugar en Europa y estaba en marcha la segunda. El desarrollo económico se había realizado frecuentemente a costa del trabajo y de la vida de mucha gente (la llamada clase obrera). Esto había originado una clase alta, notablemente enriquecida, pero carente de valores morales. Como reacción a la nueva estructura social habían surgido los socialismos, que luchaban contra el elitismo y proponían una nivelación igualitaria. Esta situación propició el auge de las ideologías: el pensamiento al servicio de intereses de clase, económicos, sociales, etc. Consecuencia de esa situación, es el nacimiento de las filosofías de la sospecha (Marx, Nietzsche, Freud), que denuncian que detrás de las grandes construcciones filosóficas se encierran intereses inconfesables. Dicho de otro modo, acusan a la filosofía de haberse convertido en ideología. El pensamiento de Nietzsche pertenece a este grupo de filosofías de la sospecha, centrado, en este caso, en una crítica a la cultura occidental en bloque, al igualitarismo socialista y, sobre todo, a la filosofía. En efecto, para Nietzsche la filosofía griega (aliada luego con el cristianismo) es el elemento principal de la civilización occidental y el origen de todos sus males. Precisamente el texto que comentamos se centra en la crítica nietzscheana a la filosofía.
  • 7. Por último, es importante señalar que el movimiento romántico ya había triunfado totalmente en Europa. La idea de una superación de la racionalidad a través de los sentimientos y las dimensiones irracionales del hombre estaba en plena vigencia. La universalidad de la razón era postergada a favor de los nacionalismos, el espíritu del pueblo y la mitología. El rigor conceptual y la exposición demostrativa eran desechadas, pues se prefería la exaltación poética, la musicalidad, la retórica efectista. Influencias: Con los presocráticos el mundo griego vivió su momento de esplendor. De esta época Nietzsche recoge de los sofistas su teoría relativista de la verdad y la concepción del lenguaje como un simple instrumento del ser humano, sin un fundamento objetivo que lo legitime. Por su parte, Heráclito le influye con la idea de devenir; con su dialéctica de fusión o su armonía de contrarios, así como en su aprecio de los símbolos y metáforas para explicar sus posturas; su valoración de la inspiración; y con su estilo oscuro y aforístico, basado en la fragmentación del texto para evitar enredarse con los criterios de verdad (según Nietzsche falsos). De Parménides rechazó su idea del Ser, que según él era aquello inmutable, inmóvil; mientras que el No- Ser era aquello cambiante. Con Eurípides, Sócrates y Platón comienza la decadencia de la cultura occidental según Nietzsche, que se opondrá a estos filósofos por considerarlos responsables de los fatales errores que conducirán, casi desde sus inicios, a la decadencia de la cultura occidental: la invención de un Mundo Absoluto, Inmutable, Eterno, Verdadero, Racional, Bueno y Objetivo, mundo en el que habitará también el Dios y lo trascendente de lo que nos habla el cristianismo. De éste dice que es el “platonismo para el pueblo” basado en la existencia de dos mundos: el terrenal y el divino, correspondientes respectivamente al sensible y al inteligible de Platón. De la Edad Moderna, Nietzsche está influenciado por Voltaire y Spinoza, que descreen y combaten toda moral tradicional, enfrentándose a un cristianismo que estigmatiza el pecado y universaliza los valores morales. Recoge también el pensamiento de Hume que critica a Descartes en su idea del alma, el papel de los sentidos y su negación de las substancias y de la necesidad, reinterpretando ésta última como un mero hábito psicológico. Frente al dualismo antropológico, presente tanto en Platón como Descartes, (divide al hombre en res extensa y res cogitans) propone una concepción del hombre mas afín a la de Aristóteles, entendiéndolo como un todo, pero haciendo hincapié en su corporeidad. Nietzsche criticó toda la filosofía de Kant por considerarla una forma sofisticada de platonismo. Sin embargo, recogió la idea kantiana de la imposibilidad de alcanzar el conocimiento de la realidad en sí misma, pues el conocimiento humano no puede llegar a la esencia de lo real. Si bien, para Nietzsche la esencia no existe, lo único real es el fenómeno. En cuanto a las influencias contemporáneas del siglo XIX, está influido por las críticas a la religión realizadas por la izquierda hegeliana (Feuerbach, Strauss y Marx), que tratan a Dios como una creación del hombre. La influencia filosófica más decisiva fue Schopenhauer que le hizo interesarse por el pensamiento oriental y por los presocráticos. Para Schopenhauer la realidad es voluntad, manifestación de una fuerza ciega infinita, (no de una razón como en Hegel). Pero esa voluntad es desdicha y dolor, un deseo siempre insatisfecho. Nietzsche, sin embargo, entendió la voluntad como voluntad de poder, tiene por tanto, una visión más positiva y vitalista de la misma. En relación a las influencias posteriores, Nietzsche no ha dado lugar a una escuela filosófica claramente establecida, pero sus ideas están presentes de un modo u otro en muchos pensadores contemporáneos. Su influencia ha traspasado los límites de la filosofía llegando no sólo al público general sino también a doctrinas políticas tan opuestas como el nazismo y el anarquismo. En el círculo de la filosofía se han ocupado de él figuras tan importantes Jaspers, Scheler y Heidegger pero su más clara huella se encuentra en las doctrinas vitalistas, y en España en la filosofía de Ortega y Gasset, y, más recientemente, en autores como Fernando Savater.