Ensayo completo sobre verdad y mentira en sentido extramoral en Nietzsche
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ENSAYO COMPLETO SOBRE VERDAD Y MENTIRA
EN EL SENTIDO EXTRAMORAL EN NIETZSCHE
Revisado y aprobado por Vicente Santuc Laborde S.J.
POR:
DAVID EFRAÍN MISARI TORPOCO
Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Filosofía
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INTRODUCCIÓN
A través del breve texto de Nietzsche “Sobre verdad y mentira en el sentido extramoral”,
el filósofo nos quiere poner al tanto, que su análisis crítico se encuentra más allá del
alcance moral que la historia determinó en cuanto al pensamiento, el lenguaje y de manera
general, los parámetros socio – culturales.
Para Nietzsche, resulta evidente que la verdad – como aquella convención que pretende
cimentar un conocimiento universal que integre la conexión entre realidad y lenguaje –
aparezca a partir del olvido de la mentira original, a sabiendas que las nociones o conceptos
son simples metáforas empleadas de manera colectiva para que los hombres puedan vivir
“bien” en sociedad, con el único fin de que no se establezca una “guerra” de “todos contra
todos”, a su vez proporcionando “las primeras leyes de la verdad”, con lo cual se otorga un
gran poder al mentiroso, a aquel que se halla sumido en el más inconsciente seguimiento de
la verdad, entendiendo así que el compromiso de mentir “de acuerdo a un carácter
obligatorio para todos”, encierra una limitación moral basada en la obligación general.
Lo que Nietzsche pretendía, fue saltar la barrera moral de la humanidad, la cual obstruye el
pensamiento porque está cargada de prejuicios sociales y religiosos, además, hablando
genealógicamente nos encontramos ante el dispositivo histórico que acucia al ser humano a
mentir.
Este análisis contiene dos partes. La primera trata sobre un breve análisis de los parágrafos
más importantes del escrito nietzscheano. La segunda parte, trata sobre un análisis del texto
en general.
Pueblo Libre – Perú 2010
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Primera parte:
Análisis de algunos parágrafos relevantes del texto nietzscheano: “Sobre Verdad y
Mentira en Sentido Extramoral”
1. Una crítica al lenguaje y a la idea de verdad.
“En algún apartado rincón del Universo centellante, desparramado en
innumerables sistemas solares, hubo una vez un astro en el que los animales
inteligentes inventaron el conocimiento. Fue el minuto más altanero y falaz de la
“Historia Universal”, pero a fin de cuentas, solo un minuto. Tras breves
respiraciones de la naturaleza, el astro se heló y los animales inteligentes hubieron
de perecer. Alguien podría inventar una fábula semejante pero, con todo, no habría
ilustrado suficientemente cuán lastimoso, cuan sombrío y caduco, cuán estéril y
arbitrario es el estado en el que se presenta el intelecto humano dentro de la
naturaleza. Hubo entidades en las que no existía; cuando de nuevo se acabe todo
para él, no habrá sucedido nada, puesto que para ese intelecto no hay ninguna
misión ulterior que conduzca más allá de la vida humana”.
Luego de leer este pequeño parágrafo, observamos que Nietzsche nos quiso dar una
idea de lo estéril y caduco que resulta ser el intelecto para el hombre en la
naturaleza. Durante mucho tiempo, no existió y cuando se acabe todo, es como si
nunca hubiera existido, porque para ese intelecto no hay ninguna misión plus ultra
de la vida humana.
Desde que hay hombres, estos suelen engañarse los unos a los otros y el mismo
hombre llega a pensar que todo que el mundo gira alrededor de él mismo. Este acto
de petulancia y soberbia está fuertemente conectado al conocimiento, lo cual es la
causa del engaño acerca de su propia existencia, en su intento de sobrevalorar su
propio conocimiento. El individuo logró obtener la inteligencia e hizo de esta su
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medio de conservación, porque a través de ella, puede realizar su desarrollo, medir
sus fuerzas, pero también, mentir, engañar a los demás y a sí mismo. Por eso
Nietzsche quedó atónito al ver que en los hombres, haya surgido el amor a la
verdad, siendo esta la primera vez donde empieza a reflexionar sobre la genealogía
de la moral y del nihilismo.
“(...) Nada hay en la naturaleza, por despreciable e insignificante que sea, que al
más pequeño soplo de aquel poder del conocimiento, no se infle inmediatamente
como un odre (...)”
“El hombre nada más que desea la verdad en un sentido análogamente limitado:
ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida;
es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las
verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos”
“(...) El mentiroso utiliza las designaciones válidas, las palabras, para aparecer lo
irreal como lo real; dice por ejemplo “soy rico” cuando la designación correcta
para su estado sería justamente ser “pobre”.
Este tipo de mentiras no producirá rechazo alguno en la sociedad, mientras no dañe
o perjudique a los intereses de los demás.
“(...) Es digno de nota que sea el intelecto quien así obre, él que, sin embargo, solo
ha sido añadido precisamente como un recurso de los seres más infelices, delicados
y efímeros, para conservarlos un minuto en la existencia, (...)”
Aquí empieza el primer impulso hacia la verdad interesada, la cual procede de un
estado de necesidad por la conservación de la existencia.
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2. ¿Qué se conoce como “verdad”?
Nietzsche responde: “Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias,
antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que
han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente, y que
después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y
vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son;
metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han
perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como
metal... (...)
“¿Qué es una palabra? La reproducción en sonidos de un impulso nervioso. Pero
inferir además a partir del impulso nervioso la existencia de una causa fuera de
nosotros, es ya el resultado de un uso falso e injustificado del principio de razón.”
“(...) Creemos saber algo de las cosas mismas cuando hablamos de árboles,
colores, nieve y flores y no poseemos, sin embargo, más que metáforas de las cosas
que no corresponde en absoluto a las esencias primitivas (...)”
Hasta aquí, podemos darnos cuenta que este texto contiene en germen, las
afirmaciones más relevantes y trascendentes de la obra nietzscheana, como lo son:
el nihilismo, la transmutación de los valores, la muerte de Dios, etc. Y empieza a
narrarnos las bases de su filosofía: el vitalismo, la voluntad de poder y el
übermensch.
Primeramente notamos la crítica que realiza al intelectualismo y a la metafísica
tradicional que pensaba de modo ingenuo alcanzar la verdad. Lo real sin duda, se
pone a manifiesto cuando observamos que la inteligencia humana descansa
solamente en un fondo biológico instintivo al cual sirve. Y ¿qué ocurre con la
conciencia? Aquí, la conciencia es solo lo superficial del conocimiento humano, es
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lo externo y lo superfluo que precisamente conduce al engaño y a la ilusión, pues
una vez desenmascarada esta (la ilusión del conocimiento intelectual) empieza a
señalar la importancia de las actividades irracionales, las cuales son banales por la
razón: la experiencia artística, no aporta un grado menor de ser que la vida racional
y tiene la ventaja de devolver al ser humano la ilusión vital. Por ello, se puede decir
que esta obra es un primer ensayo al ejercicio del “nihilismo”, tras expresar la
transmutación del viejo concepto de “verdad”, como pura metáfora aceptada social
y convencionalmente.
Por otra parte, cuando trata sobre el engaño y las falacias del idealismo, inicia la
transmutación de los valores. Observamos un ataque directo al idealismo, razón por
la cual ha errado milenariamente la cultura occidental en metafísica, moral y
religión, porque aquí “idealismo” es en realidad, puro nihilismo, vale decir no es
más que una mera ilusión. Y la muerte de Dios ¿qué vendría a ser? Simplemente la
constatación de un camino recorrido por el pensamiento occidental, que no es otra
cosa más que la muerte de una antigua metafísica y la expresión de la alienación
humana debida al nihilismo.
El pensamiento filosófico occidental sucumbió a la tentación platónica de valorar
negativamente el mundo sensible, al postular como característica del ser auténtico,
la idea, la quietud, la inmovilidad, la estabilidad, y al separar el ser del tiempo para
convertirlo en el ser y la nada. Sabemos que Platón distinguió entre un mundo
aparente, fenoménico, pasajero, engañoso y un transmutado eterno, verdadero y
bueno. El hombre sabio y bueno debe aspirar y mirar solo a lo ideal, sintiendo a su
alma cautiva de un cuerpo sensible que solo merece desprecio. Es así como la moral
platónica, su axiología – tabla de valores – le dice al hombre “huye de este mundo y
rechaza lo instintivo y vital.” Por esa razón, el dios judeo-cristiano, sintetizó y
abarcó la totalidad de ese ideal-trascendente. Lo alto y lo sublime fue predicado de
Dios y no verbo, mientras que lo bajo y enfermo de Dios, fue el hombre.
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3. Una función metafórica de la filosofía del arte
Así como la primera parte del breve extracto “Sobre verdad y mentira” es una
crítica del lenguaje y de la verdad científica, esta segunda parte atañe a la filosofía
del arte como función metafórica, y ¿por qué esto? Porque surge un impulso a la
construcción de metáforas, las cuales son fundamentales en el hombre, para no
dejarse aplastar por la colosal “necrópolis de intuiciones” que lleva consigo como
una cruz, la cual es la ciencia. A través de estas expresiones se busca un nuevo
campo en el mito y en el arte.
Veamos que nos dice Nietzsche:
“Como hemos visto, en la construcción de los conceptos trabaja originariamente el
lenguaje; más tarde la ciencia. Así como la abeja construye las celdas, y
simultáneamente las rellena de miel, del mismo modo la ciencia trabaja
inconteniblemente en ese gran columbarium de conceptos, necrópolis de las
intuiciones; construye sin cesar nuevas y más elevadas plantas, apuntala limpia y
renueva las celdas viejas y sobre todo, se esfuerza en llenar ese colosal, andamiaje
que desmesuradamente ha apilado y en ordenar dentro de él, todo el mundo
empírico, es decir, el mundo antropomórfico.”
Aquí podemos observar que Nietzsche empieza otorgando un impulso hacia la
construcción de metáforas. Ese impulso es fundamental en el hombre, del cual, no
se puede prescindir ni un solo instante, ya que si así se hiciere, se prescindiría del
hombre mismo, el cual, no queda en verdad sujeto y apenas si domado por el hecho
de que con sus evanescentes productos, los conceptos resultan construidos por un
nuevo mundo regular y rígido que le sirve de fortaleza.
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Se busca un nuevo campo para su actividad y otro cauce, los cuales son encontrados
en el mito y sobre todo, en el arte. Confunde sin cesar las rúbricas y las celdas de los
conceptos, introduciendo de esta manera nuevas extrapolaciones, metáforas y
metonimias; continuamente muestra el afán de configurar el mundo existente del
hombre despierto, haciéndolo tan abigarradamente irregular, tan inconsecuente, tan
inconexo, tan encantador y eternamente nuevo, como lo es el mundo de los sueños.
Segunda Parte:
Análisis del texto en general
1. La verdad es de temer
El texto de Nietzsche está dividido en dos partes. En la primera, trata sobre la
naturaleza del hombre que busca “verdades” en las cosas para poder “aclarar”
hechos o sucesos que considera importantes en su vida, sin darse cuenta que todo
empieza, no por el problema de la “verdad”, sino por el lenguaje que se emplea.
Esto se debe a que el hombre, como ser débil y finito, pretende osadamente conocer
la verdad de las cosas y encontrarlas en la naturaleza, sin percatarse que esta es
cambiante e irregular. Aun así, el hombre desea “saberlo todo”, para beneficiar su
propia condición mental. Por ello, el hombre necesita del intelecto y lo emplea
como un “arte” para fingir ante los demás, y de ese modo, pretende conocer las
verdades que no puede llegar a alcanzar.
También nos dice Nietzsche que el hombre está acostumbrado a vivir en sociedad,
la cual le obliga a crear un “acuerdo de paz” con sus semejantes y así no tener que
vivir en conflicto. Sin embargo, es triste saber que ese “acuerdo de paz”, no es más
que un invento válido para dejar constancia que todas las acciones llevadas a cabo,
fuesen “consideradas” como “verdad entre los hombres”. Precisamente, aquí es
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cuando nacen las palabras “verdad y mentira” como una extrapolación a todo lo
dicho.
Nietzsche hace bien al afirmar “cuando el hombre intenta hacer parecer algo irreal
como real nace la mentira”, y esto se debe, a que la sociedad ya no confiará más en
él, siempre y cuando esta mentira, perjudique a los intereses de los demás. Pese a
ello, el hombre desea saber la verdad, pero no sabe que la naturaleza se la oculta, y
esto es porque existe una gran distancia entre lo real y los conceptos.
El hombre siempre trata de habituarse a situaciones favorables y conformistas, por
ello, nace el impulso que lo lleva a querer saber la verdad. Pero aun así, el hombre
suele conformarse tan solo con buscar las consecuencias agradables que le ofrece la
verdad, pero no la verdad misma, lo cual nos demuestra que al hombre no le
interesa lo más mínimo la verdad, a la cual empieza a serle indiferente, ya que solo
desea y se conforma con las buenas consecuencias que esta produce, con aquello
que solo le da bienestar y de alguna manera: felicidad.
Para llegar a esto, el hombre recurre al uso del lenguaje y por eso Nietzsche nos
dice que el hombre utiliza el lenguaje de manera arbitraria, por ejemplo cuando
decimos “mesa”, solo tenemos un concepto, algo generalizado, ya que existen miles
de mesas. Pero al decir “mesa”, también se empiezan a perder detalles esenciales
del objeto al cual hacemos referencia, por ejemplo, sus características (tamaño,
largo, etc.). De este modo logramos formar conceptos con el lenguaje, pero
conceptos que son formados por el mismo hombre. Aún así, podemos observar que
el lenguaje intenta aproximarse a la verdad, pero no se aproxima ni en lo más
mínimo a ella. Por eso nos dice Nietzsche, que la verdad no son conceptos, sino
metáforas, es decir, un “árbol” es la suma de innumerables experiencias humanas,
pero que el lenguaje mismo las restringe.
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Precisamente, el mismo Nietzsche afirma que aquello que nosotros conocemos y
llamamos “verdades”, se ha vuelto como monedas desgastadas, ya que no nos
importa el valor de la moneda, sino del metal, además con ello se pierde el origen de
la metáfora, cuando sabemos bien que el argumento de Nietzsche gira en torno a
ella. Lamentablemente todo esto se debe a que el hombre ve la realidad desde su
propia perspectiva, y solo conoce lo que aporta, y si por ahí empieza a desconfiar de
algo, es porque no reconoce tales aportaciones.
Por último, las cosas que captamos no son verdades en sí, porque tomamos al
hombre como punto de partida. Nietzsche pretende que el hombre trate de ser claro,
directo, pero como muchos están acostumbrados a vivir en un “mundo de mentiras y
engaños”, se esconden bajo la careta de la “felicidad”, y no viven la realidad.
Muchos hombres no quieren saber la verdad, porque simplemente la verdad es de
temer.
2. Conceptos, verdades y lenguaje
El hombre es el gran constructor del lenguaje, y para ello las dos únicas
herramientas que necesita son: los conceptos y las “verdades”. Desde que el hombre
pretende construir “verdades” y conceptos, es cuando recurre a la abstracción y de
ahí extrae las metáforas y metonimias, para traer a la realidad aquellas
abstracciones que solo se encuentran en un mundo de sueños. Por ello, Nietzsche le
da razón (en parte) a Pascal con el ejemplo del sueño. Sin embargo, no podemos
negar la realidad. Al hombre le gusta vivir engañado, seducido por la misma
tendencia de buscar felicidad en donde no la hay, por eso se deja engañar
recurriendo al maestro de la ficción, el intelecto, para crear su propia mentira,
ignorando por completo que vivir engañado, lo único que le producirá al final, será
dolor. Pero como este, es indiferente a la verdad, el salir dañado es lo que menos le
importa y prefiere vivir tranquilo en el mundo que él mismo creó.
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Nietzsche hace una notable referencia, al tratar los aspectos del hombre racional y el
hombre intuitivo. Sin embargo, termina por destacar la actitud del hombre estoico,
debido a su ecuánime comportamiento ante las desgracias y alegrías, debido a que
está instruido por las experiencias y dominado a sí mismo, por conceptos, lo cual
hace que sepa comportarse ante los demás. Pero el hombre ordinario, pretende vivir
solamente de ilusiones que él mismo crea y asume como si fueran verdades, pues
esos engaños, esas ilusiones son las que precisamente le hacen vivir una falsa
felicidad, para lo cual, este engaño tiene sus armas y le hace creer al hombre que el
fin para lograr la felicidad, está muchas veces, en el dinero, poder, autoridad,
bienestar espiritual, vida después de la muerte, e incluso cualquiera otro ardid, pero
no le permite darse cuenta que todas estas cosas, forman parte de la ilusión nada
más, un mortífero engaño, con la cual la vida ofrece tantas situaciones distintas en
cuanto a la realidad, y por ello, la vida misma es una mar de contradicciones y
objetivos opuestos.
Por último, pareciera que Nietzsche otorga un lugar a una reflexión genealógica del
concepto de verdad y mentira, porque indaga y explora sus orígenes y su evolución.
Además, lejos de buscar los principios morales o epistémicos de la verdad,
Nietzsche indaga en los productos convencionales y la interacción humana. Y para
mí, con esto, Nietzsche quiso elaborar una reconstrucción de los acontecimientos
humanos en el pensamiento y vida del hombre, que dieron su génesis a la verdad,
más allá de meras conductas vacuas y más allá de todo lo que la naturaleza oculta.