Este documento presenta la elaboración de un plan de comunicación online para promover el concepto de familia desde una perspectiva personalista. En primer lugar, se define el personalismo y su enfoque de la familia, destacando la importancia de esta como comunidad de bienes espirituales y materiales clave para transmitir valores. Luego, se analiza la evolución del uso de Internet y redes sociales, así como el comportamiento de los usuarios. Finalmente, se propone una estrategia de comunicación digital basada en el relato para difundir el modelo cristiano de familia en est
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1. 1
PONTIFICIO INSTITUTO JUAN PABLO II
para estudios sobre el matrimonio y la familia
ELABORACIÓN DE UN PLAN DE COMUNICACIÓN ONLINE
PARA LA DEFENSA DE LA FAMILIA EN ESPAÑA SEGÚN LA
FILOSOFÍA PERSONALISTA
XIV EDICIÓN MÁSTER UNIVERSITARIO
CIENCIAS DEL MATRIMONIO Y LA FAMILIA
Presentado por:
D. FERNANDO LEANDRO BALADRÓN
Tutor/a:
D.ENRIQUE ESTELLÉS AROLAS
Valencia, a 26 de junio del 2020
2. 2
El Dr. Enrique Estellés Arolas
Profesor/a de la XIII Edición del Máster Universitario en Ciencias del
matrimonio y la Familia
CERTIFICA:
Que el trabajo titulado:
ELABORACIÓN DE UN PLAN DE COMUNICACIÓN ONLINE PARA LA
DEFENSA DE LA FAMILIA EN ESPAÑA SEGÚN LA FILOSOFÍA
PERSONALISTA
ha sido realizado bajo mi dirección por el alumno/a D. Fernando Leandro
Baladrón
Valencia, 26 de junio del 2020
Firma:
Prof. D. Enrique Estellés Arolas
3. 3
AUTORIZACIÓN PUBLICACIÓN
TRABAJO FIN DE MÁSTER
El alumno/a del Máster
D. FERNANDO LEANDRO BALADRÓN con D.N.I. nº 29195101M, como
autor del Trabajo Fin de Máster con título: ELABORACIÓN DE UN
PLAN DE COMUNICACIÓN ONLINE PARA LA DEFENSA DE LA
FAMILIA EN ESPAÑA SEGÚN LA FILOSOFÍA PERSONALISTA
del Máster Universitario en Ciencias del Matrimonio y la Familia.
AUTORIZA
NO AUTORIZA
La publicación en la intranet de la Universidad Católica de Valencia “San
Vicente Mártir” y en el Pontificio Instituto Juan Pablo II para estudios del
Matrimonio y la Familia, del Trabajo Fin de Máster arriba mencionado,
como material de uso pedagógico para el apoyo al estudio y la
investigación.
Valencia, 26 de junio del 2020
Fdo.: FERNANDO LEANDRO BALADRÓN
4. 4
“Aunque internet no puede suplir nunca la profunda experiencia de Dios que sólo puede
brindar la vida litúrgica y sacramental de la Iglesia, sí puede proporcionar un suplemento
y un apoyo únicos para preparar el encuentro con Cristo en la comunidad y sostener a
los nuevos creyentes en el camino de fe que comienza entonces”.
San Juan Pablo II en la 36° Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales en 2002.
“Familia, sé lo que eres” - Juan Pablo II,
Familiaris Consortio (22 de noviembre de 1981).
“Quien trabaje por la santidad del matrimonio y la familia será combatido” -
Sor Lucía de Fátima.
5. 5
ÍNDICE
RESUMEN 4
1. INTRODUCCIÓN 5
2. MARCO TEÓRICO 7
2.1. PERSONALISMO 7
2.1.1 DEFINICIÓN PERSONALISMO 8
2.1.2 LA FAMILIA Y EL PERSONALISMO 9
2.2 IMPORTANCIA DE LA FAMILIA 12
2.2.1 FAMILIA Y VIDA 15
2.2.2 FAMILIA ESPACIO PARA LA COMUNIÓN 20
2.2.3 FAMILIA Y EDUCACIÓN 25
2.2.4 FAMILIA Y SOCIEDAD 31
2.2.5 FAMILIA, TRANSCENDENCIA Y MISIÓN 35
3. INTERNET 40
3.1 EVOLUCIÓN USO INTERNET 40
3.2 MOVIL, EL USO DE SMARPHONE 43
3.3 COMPORTAMIENTO Y EVOLUCIÓN 44
3.4 MILLENIALS E INTERNET 46
3.5 EL NUEVO MARKETING 49
3.5.1 MARKETING TRADICIONAL 49
3.5.2 UN MARKETING QUE DEMUESTRA 50
SUS LIMITES A LA ERA DIGITAL
3.5.3 DE UN MARKETING TRANSACCIONAL 51
A UN MARKETING RELACIONAL
4. ELABORACIÓN DEL PLAN DE COMUNICACIÓN 52
4.1 METODOLOGÍA DEL RELATO 55
4.2 ESTRATEGIA DE COMUNICACIÓN DIGITAL 63
4.3 PLAN TÁCTICO DE COMUNICACIÓN DIGITAL 67
4.4 RESPUESTA EN REDES SOCIALES Y PROPUESTA ANTE
POSIBLES CRISIS 130
4.5 MONITORIZACIÓN DE PERFILES SOCIALES 134
CONCLUSIONES FINALES 136
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 139
ANEXOS 141
6. 6
RESUMEN
En las últimas décadas Internet ha cobrado un gran protagonismo, fomentado
por el uso de smartphones y las redes sociales. El presente trabajo pretende desarrollar
unas guías de trabajo para la promoción del concepto de familia en estos ámbitos de
crecimiento. De este modo y, sobre la base del máster que hemos realizado sobre
matrimonio y familia pretendemos llevar a cabo una propuesta de estrategia en
comunicación online, para la difusión del concepto de familia desde el punto de vista
personalista, con objeto de fomentar y generar presencia en internet y las redes
sociales.
En la revisión de la literatura mostramos el concepto de familia y, a su vez,
desarrollamos el enfoque de familia desde el punto de vista personalista. También,
reflejamos la tendencia del uso de Internet en España, estudios de uso de móviles y
redes sociales, para finalmente mostrar la situación actual del concepto familia en
internet.
El objetivo general consiste en la realización de un plan de comunicación online
para la difusión del concepto de familia basado en la filosofía personalista, mediante la
metodología del relato basada en una propuesta de estrategia digital y, cuya conclusión
principal es la importancia del trabajo en esta área para la promoción y difusión de la
familia.
Palabras Clave: Familia, Iglesia, Valores familia, Plan Comunicación Familia,
Marketing online, Internet, redes sociales, comunicación online, Internet y Familia.
7. 7
I.-INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas se ha visto un aumento del uso de internet, redes sociales y
smartphones asociados. El presente trabajo pretende desarrollar unas guías para la
promoción del concepto de familia en estos ámbitos de crecimiento.
De este modo, y sobre la base del Máster, pretendemos llevar a cabo una propuesta de
estrategia en comunicación online, para la difusión del concepto de familia desde el
punto de vista del personalismo, orientación filosófica inaugurada por Emmanuel
Mounier y que han desarrollado posteriormente tantos autores. De estos, escogemos a
Jacques Maritain, cuya labor intelectual influyó ampliamente en el contexto del
desarrollo del Concilio del Vaticano II, y posteriormente en el Papa Juan Pablo II.
Mostramos el concepto de familia no sólo desde el punto de vista del personalismo, sino
también desde el enfoque de la exhortación “Familiaris Consortio” y otros documentos
de la Doctrina Social de la Iglesia.
A través de la historia hemos visto las diferentes culturas que han creado familias
diversas en su composición: desde la poligamia a la familia unitaria y nuclear, que ha
sido defendida como realidad constitutiva de la sociedad desde la antigüedad hasta
nuestros días, a pesar de los ataques que actualmente está recibiendo. La familia
formada por la unión de un hombre y una mujer está, entre otras cosas, proyectada a
transmitir la vida mediante la unión sexual de la pareja en la necesidad biológica de
procrear para mantener la especie.
Esta unidad nuclear que comprende el concepto de familia no es solo una unidad
jurídica, económica o social sino una comunidad de bienes, tanto espirituales como
materiales: Una comunidad solidaria y clave para transmitir valores culturales, éticos,
sociales y religiosos, que armonizan los derechos individuales con los propios de la
sociedad civil.
El hombre y la mujer no están solamente para transmitir estos valores, sino para ser don
el uno para el otro. Esta donación, como relación interpersonal es fundamento para
formar una unidad que debe proyectarse en su entorno. En definitiva, el germen de la
sociedad que nos rodea, y que se desarrolla para ser bien común ya que aporta un
capital innegable al mundo.
Debemos insistir en el rol de la familia ante la necesidad de transmitir la vida, entre los
muchos que tiene, para que la generación que le suceda pueda heredar todo el capital
humano que ella posee, en el devenir de la vida humana. Rol insustituible por derecho
propio y natural, dando a la sociedad una estabilidad general, que la misma familia al
ser estable genera.
Las rupturas conyugales generan familias desestructuradas en cuyos miembros en
algunas, por no decir muchas, aparecen ciertos estigmas psicológicos de los que no
pueden salir y dan como resultado una falsa integración en la vida social. Por esto, la
8. 8
familia estable, dentro de la cual se da la donación, es un valor añadido, que da sentido
a la vida social que se observa en las relaciones con los demás miembros de la sociedad
y con sus instituciones públicas.
El elemento social comienza, por tanto, en la familia con la transmisión cultural y los
demás diversos valores que ella maneja con la distribución de bienes y recursos que se
intercambian entre sus distintos miembros.
Para el trabajo se ha analizado desde el punto de vista antropológico cristiano, el
concepto de familia, su relación con la vida, la importancia de la comunión familiar, la
educación dentro de la familia, su relación con la sociedad, y la misión a la que está
destinada como fin último y esencial de la Iglesia.
Lo anterior nos dirige al objetivo principal, que consiste en la realización de un plan de
comunicación online para la difusión del concepto de familia, siendo necesario reflejar
la tendencia del uso de Internet en España, estudio de uso de móviles y redes sociales,
con el fin de mostrar la situación actual del concepto de familia en el mundo de Internet.
La citada difusión se ha de efectuar mediante la metodología del relato, basada en una
propuesta de estrategia digital y, cuya conclusión principal es la importancia del trabajo
en esta área para la promoción y difusión del modelo cristiano de familia.
Por último, presentamos el apartado de la bibliografía con aquellos artículos de
investigación que hemos revisado para contextualizar el tema y redactar el marco
teórico.
9. 9
2.- MARCO TEORICO
2.1. PERSONALISMO
2.1.1 DEFINICIÓN PERSONALISMO
La característica de toda filosofía personalista es que el concepto de persona constituye
el elemento central de la antropología, es decir que constituye el eje central de la
derivación conceptual que el contenido de dicha afirmación lleva consigo. En este
sentido, cabe indicar que la totalidad de las dimensiones humanas se establecen en
dependencia del concepto de persona.
Los autores antiguos de la filosofía occidental, derivada de la filosofía clásica, definían
a la persona, en cuanto se relacionaba con las cosas, como objeto de conocimiento, o
con el mundo animal para después aplicárselo al hombre añadiendo solo su
racionalidad.
El resultado era que lo específicamente humano quedaba completamente oscurecido y
encorsetado porque el hombre se había definido como una cosa o como un animal con
características muy especiales Pero la realidad es que la persona es esencialmente
distinta de los animales y de todas las cosas, incluso en las dimensiones en las que se
puedan ver similitudes. Por eso, el personalismo ha insistido y ha utilizado análisis
filosóficos experimentales con perspectivas fenomenológicas para definir al hombre
como persona.
Así; de la definición de Boecio relativa hombre como animal racional, nos hemos
quedado con un dualismo en algunos autores modernos, derivando en un agnosticismo
o ateísmo.
El citado concepto ha conducido a una gran parte de la sociedad a una actitud que
conlleva a no ver que, sin el reconocimiento claro de un alma espiritual humana, el ser
persona queda mermada para el hombre.
Por tanto, una identificación de la persona con el hombre anclada en la ignorancia de
una metafísica del alma espiritual, conduce irremediablemente a una metafísica
materialista que, rechaza un alma realmente distinta del cuerpo y no reconoce los
fundamentos últimos del ser persona del hombre. Esta falta e ignorancia de un
personalismo más completo, se encuentra en muchos autores adscritos a la
fenomenología, y del personalismo ateo de Merleau Ponty 1.
El personalismo estudia también detalladamente la empatía y el conocimiento del tú.
El personalismo es la respuesta al individualismo y al colectivismo. Frente al
individualismo, el personalismo insiste críticamente sobre el valor y el deber de la
1 PONTY, MERLEAU, “La fenomenología de la percepción”, Paris: Gallimard, 1945.
10. 10
solidaridad del hombre con sus semejantes; y frente al colectivismo, fruto del
comunismo, la filosofía personalista puntualiza el valor absoluto de cada persona, sus
derechos, e incluso sus deberes morales absolutos, que la persona tiene hacia sí misma
y hacia otras personas.
El yo como persona no se puede desarrollar sino es frente a un “tu” como afirma Jacques
Maritain en su libro “La Persona y el Bien Común”2, que es el más significativo de sus
trabajos sobre el tratamiento de la persona. En esta obra se pregunta si la persona es
simplemente, nada más que el yo. Observamos esta identificación en las más variadas
expresiones del individualismo, que afirma que un individuo tiene derecho a perseguir
los objetivos de su deseo sin considerar si algunos de estos deseos perjudican con su
consecución a otros. Así, podemos verlo en la frase de Jean Paul Sartre, “El infierno son
los otros”, en su obra de teatro “El ser y la nada”3. Esta expresión refleja la extendida
falta de preocupación que la gente centrada en si misma tiene por el otro. Se salta así
del solipsismo al narcisismo, como podemos observar en Christopher Lasch4.
La pregunta de Maritain pudiera tener hoy mayor validez que nunca, considerando la
desmesurada preocupación por el egoísmo de la sociedad actual.
El personalismo estudia detalladamente la empatía y el conocimiento del tú, las
relaciones interpersonales, especialmente aquellas entre la primera persona “el Yo” y la
segunda “el Tú”, adjuntando a los mismos la corporalidad humana como algo
esencialmente diferente de la corporeidad de los animales, que está plenamente abierta
y destinada a participar en la vida espiritual humana. Este ámbito que caracteriza la
relación interpersonal es el fundamento donde se origina el don de si mismo en la
estructura familiar.
Cualquier metafísica personalista auténtica reconoce que la persona humana, a pesar
de su grandeza tan evidente, es la más humilde y mínima en un universo que niega un
ser divino personal. Reconocer únicamente la persona humana como persona no es un
auténtico personalismo. Se ha de reconocer el rol central de la persona humana en el
mundo en su relación transcendental con Dios. La ordenación de la persona humana
hacia Dios es absolutamente indispensable.
El personalismo ha asumido plenamente la aportación realizada por la filosofía del
diálogo acerca del carácter y de la importancia de las relaciones interpersonales. La
relación, que es el último grado de los accidentes en la filosofía aristotélica, resulta ser
esencial en el personalismo. Particularmente, se valora la relación interpersonal, así
como el profundo y complejo proceso ya descrito por Buber5 que hace interactuar, como
se ha descrito anteriormente, al Yo frente al Tú, o como lo describe magistralmente
Romano Guardini6. En esta concurrencia de características de la persona humana se
2 MARITAIN, JACQUES, “La Persona y el Bien Común”, Desclee de Brouwer, 1948.
3 SARTRE, JEAN PAUL, “El ser y la nada”, Editorial Iberoamericana, 1961.
4 LASCH, CHRISTOPHER, “La cultura del narcisismo”, Andrés Bello, 1999.
5 BUBER, MARTIN, “Yo y tú”, Herder, 1923.
6 GUARDINI, ROMANO, “Cartas sobre la formación de sí mismo”, (Ed. Española). Palabra,
2017.
11. 11
justifica la atención que la Iglesia presta al destino de la familia que se origina en el
matrimonio.
2.1.2 FAMILIA Y PERSONALISMO
El interés que hemos visto por el hombre en cuanto persona, desemboca
necesariamente en el interés por la familia. Esto es así porque siempre a la base de la
familia está una determinada visión del hombre.
En esta concurrencia de características de la persona humana convergentes en este
panorama antropológico, se justifica la atención que la Iglesia presta al destino de la
familia que se origina en el matrimonio y lo comprende. Desde el nexo sustancial que
existe entre el misterio y misión de la Iglesia, la naturaleza misma de la familia y su
destino histórico como célula primaria de la sociedad humana y de la Iglesia: «En el
matrimonio y en la familia se constituye un conjunto de relaciones interpersonales,
relación conyugal, paternidad-maternidad, filiación, fraternidad, mediante las cuales
toda persona humana queda introducida en la "familia humana”.
Del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun
ante la sociedad, una institución confirmada por ley divina.
En el texto de Juan Pablo II, de su discurso a los miembros del Tribunal de la S. Rota
Romana7 se encuentra en síntesis la nueva orientación del matrimonio-familia como
«comunidad de vida y amor», «consentimiento personal», «donación y aceptación de
personas», «bien de los esposos», «bien de los hijos», Es decir, la cimentación del
matrimonio-familia en una visión integral del hombre, capaz de trascenderse a sí mismo
en comunión por el conocimiento y el amor con otra persona.
En apretada síntesis, la «Carta a las familias», de Juan Pablo II, resume la dimensión
personalista del matrimonio-familia: «La familia ha sido considerada siempre como
expresión primera y fundamental de la naturaleza social del hombre... Sin embargo,
actualmente se prefiere poner de relieve todo lo que en la familia... representa la
aportación personal del hombre y de la mujer. En efecto, la familia es una comunidad
de personas para las cuales el propio modo de existir y vivir juntos es la comunión:
"communio personanim"... Sólo las personas son capaces de existir "en comunión". La
familia arranca de la comunión conyugal que el Concilio Vaticano II califica como
"alianza", por la cual el hombre y la mujer "se entregan y aceptan mutuamente"» 8.
Bases de la Familia Personalista
El personalismo ha asumido plenamente la aportación realizada por la filosofía del
diálogo acerca del carácter y de la importancia de las relaciones interpersonales. La
relación, último accidente para Aristóteles, resulta así ser esencial en la filosofía, y,
7 JUAN PABLO II, “Discurso a los miembros del Tribunal de la S. Rota Romana”. 21-1-82.
8 PABLO VI. “Const, Past. Gaudium et Spes”, nº 48. 1965.
12. 12
particularmente, la relación interpersonal: el complejo, profundo y apasionante proceso
descrito por Buber que hace interactuar al Yo frente al Tú, o el encuentro descrito por
Guardini. De este modo, el personalismo comprende y asume que el hombre se hace
hombre sólo frente al hombre, se hace yo-sujeto frente al tú-sujeto, no frente al tú-
objeto. Como es sabido, Lévinas ha desarrollado la formulación más radical de esta
dialogicidad elaborando una quasi-metafísica dialógica del mundo: el diálogo precede al
ser y, por eso, la ética está antes que la metafísica y que la ontología.
La relevancia de este punto ha dado lugar a dos escuelas dentro del personalismo: la
ontológica y la dialógica, según se conceda mayor prioridad a la persona o a la relación.
En principio, ambas son perfectamente compatibles, diferenciándose sólo en una
cuestión de matiz. Hay, sin embargo, posiciones minoritarias que tienden a exacerbar la
separación señalando, por ejemplo, que la persona se constituiría radicalmente en la
relación, algo que no es aceptado no solo por la posición ontológica, sino ni siquiera por
el mismo Buber9.
Relevancia de la libertad y el amor
Aunque la inteligencia es una realidad fundamental en la vida del hombre, para el
personalismo no es la potencia fundamental; por encima del conocimiento están los
valores morales y religiosos o, en términos de potencias, la libertad y el corazón, de
quien dependen las decisiones morales y la capacidad de amar. Este planteamiento
tiene importantes consecuencias filosóficas comenzando por la revalorización de la
acción. Una exaltación exacerbada de la inteligencia conduce a una autoclausura en el
estudio de los procesos cognitivos olvidando la teoría de la acción y la praxis humana.
La insistencia del personalismo en la relación y en la actividad moral del hombre le
orienta, por el contrario, al estudio de las múltiples dimensiones en las que se despliega
la actividad humana. Fruto de este planteamiento es el tratamiento de temas como la
acción, el amor, el trabajo, la actividad creadora en el ámbito estético (pictórico,
poético, etc.), y el desarrollo de conceptos de filosofía social.
Corporeidad. Sexualidad. El hombre como varón y mujer
Otro elemento característico del personalismo es la tematización de la corporeidad
humana. Su consideración global de la persona y su acercamiento fenomenológico al
cuerpo humano le permite descubrir la riqueza de matices y la importancia que tienen
todos los aspectos corporales. La corporalidad abre el camino hacia el tratamiento de la
sexualidad y esta conduce a su vez a otro gran tema: la dualidad varón-mujer, un hecho
obvio, pero del que la filosofía se ha hecho eco sólo muy tardíamente. Todo ello abre un
amplio panorama temático característico del personalismo: la reflexión sobre la mujer
bien en cuanto persona bien en aspectos determinados: corporalidad, razón,
sentimientos; el estudio de las relaciones entre el hombre y la mujer regidas por la ley
de la atracción y la complementariedad; el proceso de enamoramiento, la formación del
matrimonio y de la familia, etc. Conviene hacer notar, por último, que para el estudio
de esta amplia temática, además de los instrumentos técnicos que surgen al reflexionar
sobre la corporalidad y la sexualidad, el personalismo cuenta con las herramientas
9 BUBER, MARTIN, “Yo y tú”, Herder, 1923.
13. 13
filosóficas elaboradas al estudiar la relación interpersonal en general: la relación el yo y
el tú.
En el punto de vista metafísico de la personalidad se encuentra la capacidad de darse a
sí mismo como persona y de recibir el don de otra persona. Esto no sería posible si los
amantes no fuesen sujetos capaces de una afirmación recíproca sujeto-a-sujeto. El amor
encuentra su fuente en la metafísica de la inter-subjetividad.
La familia está proyectada a transmitir la vida, comunidad solidaria y clave, dando a la
sociedad una estabilidad general. Da sentido a la vida social, fuente de transmisión
cultural, clave en el desarrollo social, socializando a sus miembros, fomentando la
relación intergeneracional entre abuelos y nietos.
14. 14
2.2 - IMPORTANCIA DE LA FAMILIA
En los distintos documentos promulgados por la Iglesia Católica se pone de relieve que
la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan de destruirla o deformarla. Por ello,
es urgente difundir por todo el mundo, a través de los distintos medios tecnológicos al
alcance, el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena
vitalidad, así como su promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la
regeneración de las personas que conforman el conjunto familiar, máxime si tenemos
en cuenta que existen detractores y defensores del concepto familia, pues se presenta
actualmente como un conjunto de luces y sombras.
Por una parte, los creyentes están cada vez más concienciados de la importancia de la
libertad, de una necesaria buena relación en el matrimonio en la que se reconozca a la
mujer la dignidad debida y considerando a la procreación dentro de los planes de Dios ;
se tiene además conciencia de la necesidad de desarrollar relaciones entre las familias,
en orden a una ayuda recíproca espiritual y material, al conocimiento de la misión
eclesial propia de la familia, a su responsabilidad en la construcción de una sociedad
más justa. Pero por otra parte no faltan, sin embargo, signos de preocupante
degradación de algunos valores fundamentales: una equivocada concepción teórica y
práctica de la independencia de los cónyuges entre sí; las graves ambigüedades acerca
de la relación de autoridad entre padres e hijos; las dificultades concretas que con
frecuencia experimenta la familia en la transmisión de los valores; el número cada vez
mayor de divorcios y la plaga del aborto.
En la base de estos fenómenos está muchas veces la experiencia de la libertad,
concebida como una fuerza autónoma de autoafirmación, en orden al propio bienestar
egoísta.
Por otra parte, y en lo que a la sociedad en general se refiere, la necesidad del excesivo
bienestar o calidad de vida fuerza a vivir materialmente mejor. La mentalidad
consumista, paradójicamente unida a una cierta angustia e incertidumbre ante el futuro,
quitan a los esposos la generosidad y la valentía para suscitar nuevas vidas humanas; y
así la vida en muchas ocasiones no se ve ya como una bendición, sino como un peligro
del que hay que defenderse. Actualmente estamos viendo muchísimos matrimonios
jóvenes, incluso creyentes, no se atreven a apostar por la vida, mediante el nacimiento
de nuevos hijos.
Viviendo en un mundo así, bajo las presiones derivadas sobre todo de los medios de
comunicación social, los matrimonios no siempre han sabido ni saben mantenerse
inmunes del oscurecimiento de los valores fundamentales.
Entre los signos más preocupantes de este fenómeno, se encuentra, en particular, las
uniones de hecho de las parejas, la facilidad del divorcio y del recurso a una nueva unión
legalizada o no; la aceptación del matrimonio puramente civil, en contradicción con la
vocación de los bautizados a desposarse en el Señor, la celebración del matrimonio
15. 15
sacramento no movidos por una fe viva, sino por otros motivos, el rechazo de las normas
morales de la sexualidad dentro del matrimonio, etc.
Nuestra época tiene necesidad de sabiduría, y nos hemos de referir a sabiduría divina,
que viene de lo alto. Por esto es necesario un camino pedagógico de crecimiento con el
fin de que las familias sean conducidas hasta llegar a un conocimiento más rico de los
dones de Dios y de las exigencias de su amor definitivo y absoluto en toda la vida
personal y social del hombre.
La institución matrimonial se fundamenta en la plena fidelidad al designio de Dios
Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el
subjetivismo, relativismo y la indiferencia, haciéndola, en consecuencia, partícipe de la
Sabiduría creadora. El amor siempre fiel de Dios se pone como ejemplo de las relaciones
de amor fiel que deben existir entre los esposos.
Al igual que cada uno de los siete sacramentos, el matrimonio es también un símbolo
real del acontecimiento de la salvación, pero de modo propio. Los esposos participan en
cuanto esposos, hasta tal punto que el efecto primario e inmediato del matrimonio no
es, sino el vínculo conyugal cristiano, una comunión en dos típicamente cristiana,
porque representa el misterio de la Encarnación de Cristo y su misterio de Alianza. El
contenido de la participación en la vida de Cristo es, más allá de la unión en una sola
carne, pues conduce un solo corazón y una sola alma; exige la indisolubilidad y fidelidad
de la donación reciproca definitiva y se abre a la fecundidad.
Al hacerse padres, los esposos reciben de Dios el don de una nueva responsabilidad. Su
amor paterno está llamado a ser, para los hijos, el signo visible del mismo amor de Dios.
En el matrimonio y en la familia se dan múltiples relaciones interpersonales, tanto a
nivel conyugal como paternal, maternal, filial, fraterna, eclesial y social.
Es fundamental penetrar en la singular riqueza de la familia, siendo necesario hacer el
desglose de familia que se indica a continuación, atendiendo a: su relación con la vida
misma, con la comunicación social, con la educación, con la sociedad y con la misión a
la que está destinada. Estos cinco ámbitos constituyen cinco ejes o pilares para la
comprensión del concepto “familia”, inspirados de la lectura de la encíclica Familiaris
Consortio (San Juan Pablo II):
2.2.1.-Familia y vida.
2.2.1.1- Encíclica Familiaris Consortio
2.2.1.2- Catecismo de la Iglesia Católica
2.2.1.3- Mensajes Iglesia Católica
2.2.1.4-Otras fuentes
16. 16
2.2.2.-Familia como espacio para la comunicación.
2.2.2.1- Encíclica Familiaris Consortio
2.2.2.2- Catecismo de la Iglesia Católica
2.2.2.3- Mensajes Iglesia Católica
2.2.3.4- Otras fuentes
2.2.3.-Familia y educación.
2.2.3.1- Encíclica Familiaris Consortio
2.2.3.2- Catecismo de la Iglesia Católica
2.2.3.3- Mensajes Iglesia Católica
2.2.3.4- Otras fuentes
2.2.4.-Familia y sociedad.
2.2.4.1- Encíclica Familiaris Consortio
2.2.4.2- Catecismo de la Iglesia Católica
2.2.4.3- Mensajes Iglesia Católica
2.2.4.4- Otras fuentes
2.2.5.-Familia, transcendencia y misión.
2.2.5.1- Encíclica Familiaris Consortio
2.2.5.2- Catecismo de la Iglesia Católica
2.2.5.3- Mensajes Iglesia Católica
2.2.5.4- Otras fuentes
17. 17
2.2.1.- FAMILIA Y VIDA
2.2.1.1-ENCICLICA FAMILIARIS CONSORTIO
De la lectura de la (San Juan Pablo II) se desprende que la fecundidad es el fruto y el
signo del amor conyugal, no reduciéndola sin embargo a la sola procreación de los hijos,
puesto que se amplía y se enriquece con todos los frutos de vida moral, espiritual y
sobrenatural que el padre y la madre están llamados a dar a los hijos y, por medio de
ellos, a la Iglesia y al mundo. En esta encíclica se observa que tanto el Concilio Vaticano
II como en la ( S.S Pablo VI), han transmitido a nuestro tiempo un anuncio
verdaderamente profético, que reafirma y propone de nuevo con claridad la doctrina y
la norma siempre antigua y siempre nueva de la Iglesia sobre el matrimonio y sobre la
transmisión de la vida humana.
En el discurso de San Juan Pablo II en un encuentro organizado por el pontificio consejo
para la familia con ocasión del XX aniversario de la humanae vitae, se hizo constar que
“el amor conyugal debe ser plenamente humano, exclusivo y abierto a una nueva vida
(Santo Padre Juan Pablo II)»10
De la lectura de la encíclica observamos claramente que la Iglesia condena, como ofensa
grave a la dignidad humana y a la justicia, todas aquellas actividades de los gobiernos o
de otras autoridades públicas, que tratan de limitar de cualquier modo la libertad de los
esposos en la decisión sobre los hijos. Por consiguiente, hay que rechazar, con energía,
cualquier violencia ejercida por las autoridades en favor del anticoncepcionismo, pues
los esposos, de este modo envilecen la sexualidad humana, y con ella la propia persona
del cónyuge, alterando su valor de entrega «total». Así, el anticoncepcionismo impone
un lenguaje objetivamente contradictorio, es decir, el de no darse al otro totalmente,
produciéndose, no sólo el rechazo positivo de la apertura a la vida, sino también una
falsificación de la verdad interior del amor conyugal, llamado a entregarse en plenitud
personal.
En cambio, “cuando los esposos, mediante el recurso a períodos de infecundidad,
respetan la conexión inseparable de los significados unitivo y procreador de la
sexualidad humana, se comportan como «ministros» del designio de Dios y «se sirven»
de la sexualidad según el dinamismo original de la donación «total», sin manipulaciones
ni alteraciones”11.
No hay que olvidar que en la Encíclica se pone de relieve que en el campo de la moral
conyugal la Iglesia es y actúa como Maestra y Madre. Como Maestra, no se cansa de
proclamar la norma moral que debe guiar la transmisión responsable de la vida. Como
Madre, la Iglesia se hace cercana a muchas parejas de esposos que se encuentran en
10 SANTO PADRE JUAN PABLO II, “Encuentro organizado por el pontificio consejo para la
familia XX aniversario de la humanae Vitae”, Roma, 7.11.1988.
11 JUAN PABLO II, “Exhort. Apost. Familiaris Consortio”, 22 de noviembre de 1981, n. 32.
18. 18
dificultad sobre este importante punto de la vida moral; conoce bien su situación, a
menudo muy ardua y a veces verdaderamente atormentada por dificultades de todo
tipo, no sólo individuales sino también sociales. Así mismo, como madre, sabe que
muchos esposos encuentran dificultades no sólo para la realización concreta, sino
también para la misma comprensión de los valores inherentes a la norma moral.
En relación con todo lo anterior hay que destacar el papel de la castidad, recogida en la
citada encíclica que no significa absolutamente rechazo ni menosprecio de la sexualidad
humana: significa más bien energía espiritual que sabe defender el amor de los peligros
del egoísmo y de la agresividad, y sabe promoverlo hacia su realización plena.
Pablo VI, con intuición profunda de sabiduría y amor, no hizo más que escuchar la
experiencia de tantas parejas de esposos cuando en su Encíclica Humane Vitae12
escribió: «El dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, impone sin
ningún género de duda una ascética, para que las manifestaciones afectivas de la vida
conyugal estén en conformidad con el orden recto y particularmente para observar la
continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de
perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un
esfuerzo continuo, pero, en virtud de su influjo beneficioso, los cónyuges desarrollan
integralmente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales: aportando a la
vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros problemas;
favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge; ayudando a superar el egoísmo,
enemigo del verdadero amor, y enraizando más su sentido de responsabilidad. Los
padres adquieren así la capacidad de un influjo más profundo y eficaz para educar a los
hijos».
A modo de conclusión cabe destacar la importancia del camino de los esposos hacia la
verdadera familia, siendo más fácil si estos, con la estima de la doctrina de la Iglesia y
con confianza en la gracia de Cristo, ayudados y acompañados por los pastores de almas
y por la comunidad eclesial entera que debe preocuparse por ofrecer ayudas, saben
descubrir y experimentar el amor auténtico que el Evangelio ofrece y el mandamiento
del Señor propone, deseando vivir la paternidad y la maternidad de modo
verdaderamente responsable13.
2.2.1.2.- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
En relación a la esencia de Familia y Vida, es necesario resaltar que en el catecismo de
la Iglesia Católica se proclama que, entre bautizados, el matrimonio ha sido elevado por
Cristo Señor a la dignidad de sacramento. De esta manera perfecciona el amor humano
de los esposos, reafirma su unidad indisoluble y los santifica en el camino de la vida
eterna. Un hombre y una mujer unidos en matrimonio, mediante el consentimiento
expreso en un acto público, forman con sus hijos una familia.
12 PABLO VI, “Encíclica Humane Vitae”, n. 21
13 JUAN PABLO II, “Exhort. Apost. Familiaris Consortio”, 22 de noviembre de 1981, n. 34.
19. 19
Hay que señalar que la unidad, la indisolubilidad, y la apertura a la fecundidad son
esenciales al matrimonio. La poligamia es incompatible con la unidad del matrimonio;
el divorcio separa lo que Dios ha unido. El rechazo de la fecundidad priva la vida conyugal
de tener hijos y no hay que olvidar que "los hijos son como flechas en manos de un
guerrero” (Salmo 127,4), pudiendo algunos de estos, tras serles transmitida la fe, acoger
al llamamiento del Señor y vivir en virginidad por el Reino de los cielos, mediante la vida
sacerdotal o consagrada.
En cuanto al nasciturus, en el catecismo14 se señala “La vida humana debe ser respetada
y protegida de manera absoluta desde el momento de la concepción. Desde el primer
momento de su existencia, el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de
persona, entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida” (cf.
Congregación para la Doctrina de la Fe, Instr. Donum vitae, 1, 1).
Así mismo, en el catecismo se proclama que desde el siglo primero, la Iglesia ha afirmado
la malicia moral de todo aborto provocado. Esta enseñanza no ha cambiado; permanece
invariable. El aborto directo, es decir, querido como un fin o como un medio, es
gravemente contrario a la ley moral, y la cooperación formal a un aborto constituye una
falta grave. La Iglesia sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la
vida humana. Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia, pues
lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado
al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad.
Cuando una ley positiva priva a una categoría de seres humanos de la protección que el
ordenamiento civil les debe, el Estado niega la igualdad de todos ante la ley. Cuando el
Estado no pone su poder al servicio de los derechos de todo ciudadano, y
particularmente de quien es más débil, se quebrantan los fundamentos mismos del
Estado de derecho.
En cuanto a intervenciones médicas en un embarazo, el catecismo señala que el
embrión deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en
la medida de lo posible, como todo otro ser humano, sin ser expuesto a riesgos
desproporcionados.
El diagnóstico prenatal es moralmente lícito, únicamente, si respeta la vida e integridad
del embrión y del feto humano, y si se orienta hacia su protección o hacia su curación o
mejora de las condiciones de salud, pero un diagnóstico que atestigua la existencia de
una malformación o de una enfermedad hereditaria no debe equivaler a una sentencia
de muerte.
Por último, cabe resaltar del catecismo, la consideración de inmoral la producción de
embriones humanos destinados a ser explotados como material biológico disponible.
«Algunos intentos de intervenir en el patrimonio cromosómico y genético no son
terapéuticos, sino que miran a la producción de seres humanos seleccionados en cuanto
14 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997. Punto 2270
20. 20
al sexo u otras cualidades prefijadas. Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad
personal del ser humano, a su integridad y a su identidad» (Instr. Donum vitae 1, 6)15.
2.2.1.3.-MENSAJES DE LA IGLESIA CATÓLICA
De la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia: La alegría del amor”, cabe destacar los
siguientes puntos que a continuación se mencionan:
– El amor siempre da vida y, por eso, el amor conyugal no se agota dentro de la
pareja, por lo que los hijos son amados antes de haber hecho algo para
merecerlo, aunque numerosos niños desde el inicio son rechazados,
abandonados, les roban su infancia y su futuro, arrepintiéndose algunos padres
de haberlos traído al mundo.
– El embarazo es una época difícil, pero también es un tiempo maravilloso pues
la madre acompaña a Dios para que se produzca el milagro de una nueva vida,
amándolo como madre cristiana porque es hijo, no por algún otro motivo.
– El sentimiento de orfandad que viven hoy muchos niños y jóvenes es más
profundo de lo que pensamos. No podemos ignorar la necesidad que tienen los
niños de la presencia materna, especialmente en los primeros meses de vida.
– Una sociedad sin madres sería una sociedad inhumana, porque las madres saben
testimoniar siempre, incluso en los peores momentos, la ternura, la entrega y la
fuerza moral. Las madres transmiten a menudo también el sentido más profundo
de la práctica religiosa con las primeras oraciones, o incluso transmitiéndole al
niño los primeros gestos de devoción.
– Por último, conviene también recordar que la procreación o la adopción no son
las únicas maneras de vivir la fecundidad del amor. La familia con muchos hijos
está llamada a dejar su huella en la sociedad donde está inserta, para desarrollar
otras formas de fecundidad que son como la prolongación del amor que la
sustenta. Esto no implica olvidar una sana advertencia de san Juan Pablo II,
cuando explicaba que la paternidad responsable no es “procreación ilimitada o
falta de conciencia de lo que implica educar a los hijos, sino más bien la facultad
que los esposos tienen de usar su libertad inviolable de modo sabio y
responsable, teniendo en cuenta tanto las realidades sociales y demográficas,
como su propia situación y sus deseos legítimos.
Además, la familia no debe considerarse como un recinto llamado a protegerse de la
sociedad. No se queda a la espera, sino que sale de sí en la búsqueda solidaria.
2.2.1.4– OTRAS FUENTES
15 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997. Punto 2270
21. 21
De la lectura del citado libro se desprende que podemos hablar de dos métodos para la
regulación de nacimientos, los naturales y los artificiales. Estos últimos consisten en la
utilización de anticonceptivos, pudiendo ser nocivos para la salud. Por consiguiente, si
los esposos han llegado justificadamente a la conclusión de que quieren posponer la
concepción de un hijo, el hombre, en lugar de interrumpir el acto, por sentido de
responsabilidad debería evitar iniciarlo en ese momento y esperar a momentos
infértiles.
Considerando que en la esencia de la familia se encuentra la apertura a la vida, San Juan
Pablo II en su libro “Amor y responsabilidad”16 afirma: “Con mayor frecuencia quizá los
cónyuges recurren a la interrupción de la relación (coitus interruptus), que practican sin
conciencia inmediata de sus consecuencias tanto enojosas como inevitables. Este
método es poco fiable y cabe preguntarse el motivo por el que la gente lo utiliza. A
primera vista parece que tal comportamiento está dictado por el egoísmo masculino.
Sin embargo, un análisis profundo revela que, al interrumpir el acto sexual, el hombre
cree estar “protegiendo” a la mujer.
Los métodos naturales consisten en determinar el momento de la ovulación y en
interrumpir las relaciones conyugales durante el periodo de fecundidad. El cálculo de
los días de fecundidad no puede ser general. Para precisar su ritmo, conviene observar
minuciosa e individualmente el ciclo menstrual de la mujer durante bastantes meses.
No se puede llegar a una regulación natural de los nacimientos, a una paternidad ni a
una maternidad verdaderamente conscientes, sin haber entendido y observado la virtud
de la continencia.
Para terminar, se ha de mencionar, aunque no sea más que brevemente, el problema
de la interrupción del embarazo y sus consecuencias. En este sentido, en el citado libro
se hace constar que “Aún dejando de lado su apreciación moral, constataremos que tal
interrupción es en grado extremo neurógena, esto es, la causa de neurosis que tienen
las características de las neurosis experimentales. En efecto, se trata aquí de una
interrupción artificial de ritmo biológico natural. Está en el origen de profundos
complejos psíquicos de la mujer. Esta no puede olvidarla y perdonarla al hombre que es
responsable. Un aborto artificial no solo produce reacciones somáticas de diverso tipo
(ello depende de la abundancia de la hemorragia, etcétera), sino también una neurosis
de angustia depresiva en la que domina el sentimiento de culpabilidad y, en ocasiones,
incluso una profunda reacción psicótica”16.
Por otra parte, en lo referente a la Iglesia de distintos tópicos que la vinculan o discursos
represivos sobre el cuerpo y la sexualidad, YVES SEMEN, en su libro “La sexualidad según
Juan Pablo II”17, recalca un fragmento de las palabras de San Juan Pablo II, que fueron
pronunciadas en una sesión de preparación para el matrimonio para novios, indicando
lo siguiente en relación con el concepto de amar, y el resultado de darse por el bien del
otro: “el apetito sexual es un don de Dios. El hombre puede ofrecer ese apetito a Dios
exclusivamente a través de un voto de virginidad. Puede ofrecerlo a otro ser humano
16 WOTYJLA, KAROL, “Amor y Responsabilidad”. Ediciones Palabra, 2016. Pág. 346
17 SEMEN, YVES, “La sexualidad según Juan Pablo II”. Desclée de Brouwer, 2004. Pág. 35
22. 22
siempre que sepa que se lo ofrece a una persona. No puede tratar de un acto al azar. Al
otro lado se halla también un ser humano que no desea que le hagan daño, alguien a
quien uno debe amar, solo una persona puede amar a otra”.
En cuanto al plan de Dios sobre la sexualidad humana hay que resaltar que ésta está
dotada de una perfecta dignidad puesto que refleja en ella la comunión. En este sentido,
no tiene nada que ver con la sexualidad animal, totalmente ajena a la comunión y que
responde únicamente a mecanismos de reproducción. A tal efecto el citado autor
señala18: “El hombre y la mujer se revelan mediante la entrega de sus cuerpos, de su
ternura, de su afectividad, de sus psicologías, en una comunión total, y su fecundidad es
la irradiación, el fruto de esta comunión”.
2.2.2. – FAMILIA ESPACIO PARA LA COMUNIÓN
2.2.2.1.- ENCICLICA FAMILIARIS CONSORTIO
En la Encíclica “Familiaris Consortio” se pone de manifiesto que el amor es el principio y
la fuerza de la comunión, ya que la comunión conyugal constituye el fundamento sobre
el cual se va edificando la más amplia comunión de la familia, de los padres y de los hijos,
de los hermanos y de las hermanas entre sí, de los parientes y demás familiares,
debiéndose hacer especial mención a los ancianos, pues la vida de estos ayuda a
clarificar la escala de valores humanos.
Por tanto, todos los miembros de la familia, cada uno según su propio don, por el Espíritu
Santo, tienen la gracia y la responsabilidad de construir, día a día, la comunión de las
personas, haciendo de la familia una «escuela de humanidad más completa y más rica»:
es lo que sucede con el cuidado y el amor hacia los pequeños, los enfermos y los
ancianos; con el servicio recíproco de todos los días, compartiendo los bienes, alegrías
y sufrimientos.
“La comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu
de sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno
a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación. Ninguna familia ignora
que el egoísmo, el desacuerdo, las tensiones, los conflictos atacan con violencia y a veces
hieren mortalmente la propia comunión: de aquí las múltiples y variadas formas de
división en la vida familiar. Pero al mismo tiempo, cada familia está llamada por el Dios
de la paz a hacer la experiencia gozosa y renovadora de la «reconciliación», esto es, de
la comunión reconstruida, de la unidad nuevamente encontrada. En particular la
participación en el sacramento de la reconciliación y en el banquete del único Cuerpo
de Cristo ofrece a la familia cristiana la gracia y la responsabilidad de superar toda
división y caminar hacia la plena verdad de la comunión querida por Dios, respondiendo
así al vivísimo deseo del Señor: que todos «sean una sola cosa»19.
18 SEMEN, YVES, “La sexualidad según Juan Pablo II”. DESCLÉE DE BROUWER, 2004. Pág.
86
19 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981. Nº21
23. 23
Dentro del papel de la familia, la iglesia ha querido prestar una especial atención a la
mujer, a sus derechos y deberes en la familia y en la sociedad. La mujer ha de ser
considerada igual que el hombre, respecto a todos los valores humanos y en especial la
dignidad y responsabilidad; es importante la igualdad en la donación, sin donación no
hay matrimonio ni familia.
Dios manifiesta la dignidad de la mujer asumiendo Él mismo la carne humana de María
Virgen, que la Iglesia honra como Madre de Dios, llamándola la nueva Eva y
proponiéndola como modelo de la mujer redimida.
De la lectura de la citada encíclica se observa que la Iglesia, con el debido respeto por la
diversa vocación del hombre y de la mujer, debe promover en la medida de lo posible
en su misma vida su igualdad de derechos y de dignidad; y esto por el bien de todos, de
la familia, de la sociedad y de la Iglesia.
Todavía hoy, en gran parte de nuestra sociedad permanecen muchas formas de
discriminación humillante que afectan y ofenden gravemente algunos grupos
particulares de mujeres como, las viudas, las separadas, las divorciadas, las madres
solteras…
En relación a lo anterior en la encíclica se regula que: “El auténtico amor conyugal
supone y exige que el hombre tenga profundo respeto por la igual dignidad de la mujer:
«No eres su amo —escribe san Ambrosio— sino su marido; no te ha sido dada como
esclava, sino como mujer... Devuélvele sus atenciones hacia ti y sé para con ella
agradecido por su amor». El hombre debe vivir con la esposa «un tipo muy especial de
amistad personal». El cristiano además está llamado a desarrollar una actitud de amor
nuevo, manifestando hacia la propia mujer la caridad delicada y fuerte que Cristo tiene
a la Iglesia”20.
Por último, en la familia, debe reservarse una atención especialísima al hijo,
desarrollando una profunda estima por su dignidad personal, así como un gran respeto
y un generoso servicio a sus derechos. Esto vale respecto a todo hijo, pero adquiere una
urgencia singular cuando el niño es pequeño y necesita de todo, está enfermo, delicado
o es minusválido.
2.2.2.2.- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Es importante en relación a Familia y Comunión resaltar del catecismo de la Iglesia
católica que el ser humano, por haber sido hecho a imagen de Dios, tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de
darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia,
a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro
ser puede dar en su lugar.
20 SAN JUAN PABLO II, PAPA. “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981. Nº25
24. 24
Es cierto que el hombre y la mujer están hechos "el uno para el otro": no que Dios los
haya hecho "a medias" e "incompletos"; los ha creado para una comunión de personas,
en la que cada uno puede ser "ayuda" para el otro porque son a la vez iguales en cuanto
personas.
Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó la familia humana y la dotó de su
constitución fundamental. Sus miembros son personas iguales en dignidad. La familia
cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del Padre y del
Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es reflejo de la obra
creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el sacrificio de Cristo. La oración
cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios fortalecen en ella la caridad.
Dentro del concepto comunión de los santos no hay que olvidar que en el mundo actual
la convivencia es prácticamente imposible para el no creyente, no así para el cristiano.
Por ello, siguiendo el mandato del catecismo, mientras se vive en el domicilio de los
padres, el hijo obedece a todo lo que éstos dispongan para su bien o el de la familia. En
este sentido, se indica en la epístola a los Colosenses 3, 20: “Hijos, obedeced en todo a
vuestros padres, porque esto es grato a Dios en el señor”. No obstante, la obediencia a
los padres cesa con la emancipación de los hijos, pero no el respeto que les es debido,
el cual permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno
de los dones del Espíritu Santo.
Por otra parte, el cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus
responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden, deben
prestarles ayuda material y moral en los años de vejez, durante sus enfermedades, y en
momentos de soledad o de abatimiento.
Ahora bien, los vínculos familiares, aunque son muy importantes, no son absolutos. A la
par que el hijo crece hacia una madurez y autonomía humanas y espirituales, la vocación
singular que viene de Dios se afirma con más claridad y fuerza. Los padres deben
respetar esta llamada y favorecer la respuesta de sus hijos para seguirla.
En cuanto a las personas enfermas o disminuidas que forman parte del ámbito familiar,
deben ser atendidas para que lleven una vida tan normal como sea posible, siendo la
eutanasia directa, moralmente inaceptable. En este sentido, el catecismo señala
expresamente21: “Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa
consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es
moralmente inaceptable. Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la
intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio
gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su
Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la
naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre (cf. Sagrada
Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona)”.
21 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Punto 2227
25. 25
En cuanto a la interrupción de tratamientos médicos, en relación con lo anteriormente
indicado, en el catecismo se señala asimismo expresamente22: “La interrupción de
tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los
resultados puede ser legítima. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el
encarnizamiento terapéutico. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no
poder impedirla. Las decisiones deben ser tomadas por el paciente, si para ello tiene
competencia y capacidad o si no por los que tienen los derechos legales, respetando
siempre la voluntad y los intereses legítimos del paciente”.
Por todo ello, cabe concluir que los cuidados paliativos constituyen una forma
privilegiada de la caridad desinteresada, y por esta razón deben ser alentados.
2.2.2.3.- MENSAJES DE LA IGLESIA CATÓLICA
De la lectura de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia: La alegría del amor”,
podemos observar que la vida no nos la hemos dado nosotros mismos, sino que la
hemos recibido, el gran don de la vida es el primer regalo que Dios nos ha dado. El poder
ser hijo conlleva una serie de derechos o privilegios pero también obligaciones. Una
sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor. Es una sociedad
destinada a poblarse de jóvenes desapacibles y ávidos.
Ahora bien, el hecho de ser hijo no ha de impedir una normal convivencia para el hijo
casado. En este sentido, en algunos matrimonios ocurre que se ocultan muchas cosas al
propio cónyuge que, en cambio se hablan con los propios padres, hasta el punto, que
importan más las opiniones de los padres que los sentimientos y las opiniones del
cónyuge. No es fácil sostener esta situación por mucho tiempo, y sólo cabe de manera
provisoria, mientras se crean las condiciones para crecer en la confianza y en la
comunión. El matrimonio desafía a encontrar una nueva manera de ser hijos.
La familia no es solo padre, madre e hijos. Es necesario contemplar la existencia de la
familia ampliada pues el individualismo de estos tiempos a veces lleva a encerrarse en
un pequeño nido de seguridad y a sentir a los otros como un peligro molesto. Sin
embargo, ese aislamiento no brinda más paz y felicidad, sino que cierra el corazón de la
familia y la priva de la amplitud de la existencia, máxime si tenemos en cuenta que, en
muchas ocasiones, en la familia existen problemas asistenciales.
En este sentido cabe recalcar el clamor del anciano, que teme el olvido y el desprecio.
Así como Dios nos invita a ser sus instrumentos para escuchar la súplica de los pobres,
también espera que escuchemos el grito de los ancianos. Esto interpela a las familias y
a las comunidades, porque “la Iglesia no puede y no quiere conformarse a una
mentalidad de intolerancia, y mucho menos de indiferencia y desprecio, respecto a la
vejez. Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad,
que hagan sentir al anciano parte viva de su comunidad. Los ancianos son hombres y
22 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997. Punto 2278
26. 26
mujeres, padres y madres que estuvieron antes que nosotros en el mismo camino, en
nuestra misma casa, en nuestra diaria batalla por una vida digna”23.
Esta civilización seguirá adelante si sabe respetar la sabiduría, la sabiduría de los
ancianos. En este sentido en la citada encíclica se manifiesta que “en una civilización en
la que no hay sitio para los ancianos o se los descarta porque crean problemas, esta
sociedad lleva consigo el virus de la muerte”, ya que “se arranca de sus propias raíces”.
La ausencia de memoria histórica podría provocar un serio defecto de nuestra sociedad.
La Biblia presenta la vejez como una parte normal y natural de la vida en este mundo. El
honor está presente en este proceso porque normalmente está acompañado de mayor
sabiduría y experiencia. El valor de los ancianos se pone de relieve en la Biblia en
diversos libros que la conforman. En este sentido cabe señalar que en Genesis 24,1 se
indica: “Abraham era ya un viejo entrado en años y Yahveh había bendecido a Abraham
en todo “. En Proverbios 16,31 se dice: “corona de honra es la vejez que se halla en el
camino de la justicia”. En Apocalipsis 4,4 se señala “ví veinticuatro tronos alrededor del
trono, y sentados en los tronos, a veinticuatro Ancianos con vestiduras blancas y coronas
de oro sobre sus cabezas”. En este libro la alusión a los ancianos hay que referirlo a la
Iglesia que canta canciones de redención (Apocalipsis 5,8-10).
En cuanto a la relación entre los hermanos tal vez no siempre somos conscientes de ello,
pero es precisamente la familia la que introduce la fraternidad en el mundo. A partir de
esta primera experiencia de hermandad, nutrida por los afectos y por la educación
familiar, el estilo de la fraternidad se irradia como una promesa sobre toda la sociedad.
Hay que reconocer que tener un hermano, una hermana que te quiere, es una
experiencia fuerte, impagable, insustituible, pero hay que enseñar con paciencia a los
hijos a tratarse como hermanos. Ese aprendizaje, a veces costoso, es una verdadera
escuela de sociabilidad.
Por último, en la encíclica se deduce que no se puede olvidar que en esta familia grande
están también el suegro, la suegra y todos los parientes del cónyuge. Una delicadeza
propia del amor consiste en evitar verlos como competidores, como seres peligrosos,
como invasores. La unión conyugal reclama respetar sus tradiciones y costumbres, tratar
de comprender su lenguaje, contener las críticas, cuidarlos e integrarlos de alguna
manera en el propio corazón, aun cuando haya que preservar la legítima autonomía y la
intimidad de la pareja. Estas actitudes son también un modo exquisito de expresar la
generosidad de la entrega amorosa al propio cónyuge.
Todas estas cuestiones no pueden ser obviadas cuando nos referimos a la importancia
de la familia, en su ámbito de comunión o comprensión entre los miembros.
2.2.2.4- OTRAS FUENTES
Dentro del ámbito de la comunión en la familia se considera esencial hacer alusión a la
importancia de la amabilidad, de las actitudes de agradecimiento, de las muestras de
23 FRANCISCO, SANTO PADRE, “Exhortación Apostólica Amoris Laetitia”, 2016, nº 191
27. 27
acogimiento, de la sonrisa, considerando en todo momento que no son ninguna de ellas
fruto del esfuerzo o hipocresía. sino de la gracia concedida en el sacramento del
matrimonio y que es aceptada por la pareja.
El papa Francisco durante la audiencia general del miércoles 12 de febrero de 2020 en
la catequesis sobre las bienaventuranzas (3. Bienaventurados los que lloran) invitó a
amar pidiendo a Dios la gracia de “Amar en abundancia, de amar con la sonrisa, con la
cercanía, con el servicio y también con el llanto”.
La autora Elena Granata en su libro “Reír en familia”24 se resalta lo siguiente: “La sonrisa
dice Giuseppe Minnini, profesor de Psicología de la Comunicación y Psicología cultural
en la Universidad de Bari, puede ser un espléndido bálsamo para las relaciones
interpersonales pues señala la sintonía del yo con el otro. El efecto benéfico de sonreír
brota de la empatía, es decir, de esa dimensión de la inteligencia emocional que las
personas revelan cuando no solo saben reconocer las señales de lo que sienten los otros,
sino que igualmente saben involucrarse en el estado de ánimo ajeno”.
“La sonrisa es a la belleza lo que la sal es para las comidas. Es un texto cargado de
significantes, que van pasando imperceptiblemente desde el placer de sentirse vivos (al
respirar profundamente o al constatar la coordinación de los movimientos corporales),
al gozo de sentirse parte de algo (sumergirse en un paisaje, en un grupo o en un
proyecto), desde el impulso hacia el descubrimiento ( abriéndose a lo ignoto y sintiendo
curiosidad por lo nuevo) , a la complacencia por el éxito obtenido (al ofrecer la propia
competencia y al revelar la existencia propia)”25.
Destacamos del libro “La sexualidad según Juan Pablo II” del autor Yves Semen, lo
siguiente:
“El matrimonio, como todo sacramento, nos comunica la gracia. Por nosotros mismos,
nosotros no podemos hacer nada para restaurar lo que fue destruido por el pecado. A
lo sumo, podemos “salvar los muebles”. Es la obra de la virtud lo que nos permite
alcanzar un cierto equilibrio humano, siempre precario no obstante. Pero lo que ha
introducido el pecado es la concupiscencia; la virtud no destruye la concupiscencia,
aunque combate sus efectos”26.
“La gracia recupera desde nuevos supuestos lo que somos incluso en lo íntimo de
nuestro ser. Mediante la gracia, somos enteramente regenerados en el sentido de
recreados a partir de la raíz de nuestro ser. Ese es exactamente el sentido de la oración
al Espíritu Santo: Ven oh Santo Espíritu: llena los corazones de tus fieles, y enciende en
ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu, y las cosas serán creadas.”27
24 GRANATA, ELENA, “Reír en familia”, Ciudad Nueva, 2017, Pág 28
25 GRANATA, ELENA, “Reír en familia”, Ciudad Nueva, 2017, Pág 29
26 SEMEN, YVES, “La sexualidad según Juan Pablo II”, Desclée de Brouwer, 2004, Pág 129
27 SEMEN, YVES, “La sexualidad según Juan Pablo II”, Desclée de Brouwer, 2004, Pág 131
28. 28
2.2.3.- FAMILIA Y EDUCACIÓN
2.2.3.1.- ENCICLICA FAMILIARIS CONSORTIO
En la Encíclica Familiaris Consortio se pone de manifiesto que la tarea educativa tiene
sus raíces en la vocación primordial de los esposos a participar en la obra creadora de
Dios, engendrando por amor y educando a sus hijos según las directrices de la Iglesia
Católica. Ayudándoles a los hijos a vivir eficazmente una vida plenamente humana.
En la citada encíclica se alude al Concilio Vaticano II: “Puesto que los padres han dado la
vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que
reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la
educación familiar es de tanta transcendencia que, cuando falta, difícilmente puede
suplirse. Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el
amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra
personal y social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes
sociales, que todas las sociedades necesitan”28.
Teniendo en cuenta la situación actual de la sociedad, no hay que olvidar a los
principales responsables de la educación. Los padres tienen el derecho deber de educar,
calificándose como esencial. Como original y primario, como insustituible e
inalienable que, no puede ser usurpado por otros, máxime teniendo en cuenta la
situación actual de la sociedad.
En este sentido, en la exhortación se dice que “en una sociedad sacudida y disgregada
por tensiones y conflictos a causa del choque entre los diversos individualismos y
egoísmos, los hijos deben enriquecerse no sólo con el sentido de la verdadera justicia,
que lleva al respeto de la dignidad personal de cada uno, sino también y más aún del
sentido del verdadero amor. La familia es la primera y fundamental escuela de
sociabilidad. La comunión y la participación vivida cotidianamente en la casa, representa
la pedagogía más concreta y eficaz para la inserción activa, responsable y fecunda de los
hijos”29.
En cuanto a las relaciones con otras fuerzas educativas, se señala que la familia es la
primera, pero no la única y exclusiva, comunidad educadora; la misma dimensión
comunitaria, civil y eclesial del hombre exige y conduce a una acción más amplia y
articulada.
En este sentido, la Constitución Española establece que los poderes públicos garantizan
el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y
moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones30.
28 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, nº36
29 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, nº37
30 CORTES ESPAÑOLAS, “Constitución española”, 6.12.1978. Art 27.3
29. 29
Así mismo, el citado precepto legal señala que “Los poderes públicos garantizan el
derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza,
con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros
docentes”31.
En lo referente a la obligación de otorgar ayudas, la citada encíclica continúa indicando
que “El Estado y la Iglesia tienen la obligación de dar a las familias todas las ayudas
posibles, a fin de que puedan ejercer adecuadamente sus funciones educativas. Por
esto, tanto la Iglesia como el Estado deben crear y promover las instituciones y
actividades que las familias piden justamente, y la ayuda deberá ser proporcionada a las
insuficiencias de las familias”32.
Por último, si en las escuelas se enseñan ideologías contrarias a la fe cristiana, la familia
junto con otras familias, si es posible mediante formas de asociación familiar, deberán,
con todas las fuerzas y con sabiduría, ayudar a los jóvenes a no alejarse de la fe. Pues es
esencial la unión entre Fe, familia y educación.
2.2.3.2.- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
De la lectura del catecismo en lo que afecta a la educación, se desprende que la familia
constituye un medio natural y esencial para la iniciación del ser humano en la solidaridad
y en las responsabilidades comunitarias, y que los padres deben enseñar a los hijos a
guardarse de los peligros, riesgos y las degradaciones que amenazan a las sociedades
humanas. Pues han recibido el privilegio de evangelizar a sus hijos, iniciándolos en los
misterios de la Fe. Pues ellos son para sus hijos los primeros mensajeros de la Fe,
debiéndoles enseñar a orar. Tomando en consideración que la parroquia es un lugar
privilegiado para la catequesis de los niños y de los padres.
En este sentido: “La fecundidad del amor conyugal no se reduce a la sola procreación de
los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación
espiritual. El papel de los padres en la educación tiene tanto peso que, cuando falta,
difícilmente puede suplirse (GE 3). El derecho y el deber de la educación son para los
padres primordiales e inalienables (cf. FC 36)”33.
Por ello, los padres han de procurar la educación cristiana de los hijos, debiendo ser la
casa familiar, una escuela de virtudes y de caridad cristiana.
Así mismo: “La familia es un lugar apropiado para la educación de las virtudes. Esta
requiere el aprendizaje de la abnegación, de un sano juicio, del dominio de sí,
condiciones de toda libertad verdadera. Los padres han de enseñar a los hijos a
subordinar las dimensiones materiales e instintivas a las interiores y espirituales”34.
31 CORTES ESPAÑOLAS, “Constitución española”, 6.12.1978. Art. 27.5
32 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, nº40
33 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Nº2221
34 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Nº2223
30. 30
2.2.3.3 MENSAJES DE LA IGLESIA CATÓLICA
En el mensaje del pontificio consejo para las comunicaciones sociales: la iglesia e
internet35, se resalta que es fundamental la educación y la formación, puesto que ayuda
a formar criterios y juicios verdaderos, enriqueciendo la conciencia.
En la medida de lo posible, la planificación pastoral de los medios de comunicación
debería prever esta formación para los seminaristas, los sacerdotes, los religiosos y el
personal pastoral laico como maestros, padres y estudiantes.
En este sentido, en el citado mensaje se hace constar: “Los jóvenes, en particular,
necesitan que se les enseñe a aprender cómo funcionar bien en el mundo del
ciberespacio, cómo hacer juicios maduros, según sólidos criterios morales, sobre lo que
encuentran en él, y cómo usar la nueva tecnología para su desarrollo integral y en
beneficio de los demás. Internet no es sólo un medio de entretenimiento y gratificación
del usuario. Es un instrumento para realizar un trabajo útil, y los jóvenes deben aprender
a verlo y usarlo así. En el ciberespacio, al menos como en cualquier otro lugar, pueden
estar llamados a ir contra corriente, ejercer la contracultura e, incluso, sufrir persecución
por estar a favor de lo verdadero y bueno”.
En cuanto a los jóvenes hay que decir que, si bien Internet es una puerta abierta a un
mundo atractivo y fascinante, con una fuerte influencia formativa, estos tienen el deber
de usar Internet como corresponde según la ética cristiana.
Para ello el papel de los padres en cuanto supervisores es fundamental. Debiendo
aprender más sobre Internet. Sobre todo, evitando un uso excesivo de la tecnología, lo
que podríamos denominar “dieta digital”, que sería el mayor ejemplo para los hijos.
En cuanto a los padres que han de ser guías y supervisores de sus hijos en lo que a
internet se refiere, se deben volcar con espíritu crítico a manejar este instrumento, pues
a menudo los niños y los jóvenes están más familiarizados con él que sus progenitores,
pero éstos tienen la grave obligación de guiar y supervisar a sus hijos en su uso, evitando
el camino fácil de la pasividad carente de espíritu crítico, la presión de sus coetáneos y
la explotación comercial.
En dicho texto36, expresamente se remarca: “La supervisión de los padres debería incluir
el uso de un filtro tecnológico en los ordenadores accesibles a los niños, cuando sea
económica y técnicamente factible, para protegerlos lo más posible de la pornografía,
de los depredadores sexuales y de otras amenazas. No debería permitírseles la
exposición sin supervisión a Internet. Los padres y los hijos deberían discutir juntos lo
que se ve y experimenta en el ciberespacio. También es útil compartir con otras familias
que tienen los mismos valores y preocupaciones. Aquí, el deber fundamental de los
padres consiste en ayudar a sus hijos a llegar a ser usuarios juiciosos y responsables de
35 PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, “La iglesia e internet”
28.02.2002
36 PONTIFICIO CONSEJO PARA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, “La iglesia e internet”,
28.02.2002, Nº11.
31. 31
Internet, y no adictos a ella, que se alejan del contacto con sus coetáneos y con la
naturaleza”.
Entre otros mensajes de la Iglesia Católica, cabe destacar el mensaje de su santidad
Benedicto XVI para la XLI jornada mundial de las comunicaciones sociales: "Los niños y
los medios de comunicación social: un reto para la educación"37:
En dicho documento se refleja que la relación entre los niños, los medios de
comunicación y la educación se puede considerar desde dos puntos de vista, en cuanto
que los niños pueden ser formados por parte de los medios y la respuesta que dan los
niños adecuadamente a los medios. Siendo esencial el recto uso de los medios para el
desarrollo cultural, moral y espiritual de los niños.
Pero si nos preguntamos cómo se puede promover y proteger este bien común, hay que
decir que los padres tienen el derecho y el deber de asegurar un uso prudente de los
medios educando la conciencia de sus hijos, para que sean capaces de expresar juicios
serenos y objetivos que después les guíen en la elección o rechazo de los programas,
debiendo contar con el estímulo y ayuda de las escuelas y parroquias, asegurando así
que este aspecto de la paternidad, difícil pero gratificante, sea apoyado por toda la
comunidad.
En el mensaje del pontificio consejo de las comunicaciones sociales sobre ética en
internet se establece expresamente que “las escuelas y otras instituciones y programas
educativos para niños y adultos deberían proporcionar formación con vistas al uso
inteligente de internet, como parte educación completa en los medios de comunicación
que no solo incluye la capacitación técnica – primeras nociones de ordenador y otros
conocimientos - , sino también la adquisición de una capacidad para evaluar de modo
informado y sagaz los contenidos”38.
Por último, no debemos olvidarnos de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia: La
alegría del amor siendo muy importante destacar los siguientes puntos:
“La familia es la primera escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen
uso de la libertad”39.
“En este tiempo, en el que reinan la ansiedad y la prisa tecnológica, una tarea
importantísima de las familias es educar para la capacidad de esperar. No se trata de
prohibir a los chicos que jueguen con los dispositivos electrónicos, sino de encontrar la
forma de generar en ellos la capacidad de diferenciar las diversas lógicas y de no aplicar
la velocidad digital a todos los ámbitos de la vida. La postergación no es negar el deseo
sino diferir su satisfacción. Cuando los niños o los adolescentes no son educados para
aceptar que algunas cosas deben esperar, se convierten en atropelladores, que someten
37 BENEDICTO XVI, “Mensaje para la XLI Jornada Mundial de las comunicaciones sociales”,
20.05.2007.
38 PONTIFICIO CONSEJO PRA LAS COMUNICACIONES SOCIALES, “Ética en internet”,
28.02.2002, Punto 15
39 FRANCISCO, SANTO PADRE, “Exhortación Apostólica Amoris Laetitia”, 2016, Punto 274
32. 32
todo a la satisfacción de sus necesidades inmediatas y crecen con el vicio del «quiero y
tengo».”40
2.2.3.4– OTRAS FUENTES
Eusebio Ferrer en su libro “exigir para educar” destaca: “Cuando veamos familias que se
comprenden, que está muy compenetradas, no pensemos que es debido a que han
tenido la suerte de poseer un carácter especial todos ellos y la casualidad les ha
acompañado. Una familia unida es siempre la obra de unos padres que se han
preocupado por conseguir este entendimiento y esta unión, de unos hijos que han
sabido seguir las indicaciones de unos padres y entre todos han creado aquella familia.
La familia nunca es fruto de una casualidad”41.
Así mismo el citado autor afirma que existen épocas más propicias y otras en las que
parece que uno ha sido abandonado de la Providencia. “No hay que rendirse nunca,
porque la familia no puede detenerse”. “Una situación adversa puede ser un buen
motivo de unión entre los miembros que componen una familia”42.
Se resaltan, así mismo, las reflexiones de Catherine L’Ecuyer en su libro “Educar para el
asombro”: “Muchos niños están educados en un entorno artificial, aséptico. Aprenden
a través de un material didáctico y de unos soportes – pantallas, fichas, etc.- que
sustituyen a la realidad. El niño necesita a la persona que le quiere para triangular con
el mundo. Sustituirlas por una pantalla a una edad temprana es deshumanizar el
aprendizaje”43.
Por otra parte, indica la citada autora: “Hemos de preguntarnos si realmente es
necesario, por ejemplo, que los niños pequeños aprendan por primera vez a través de
las nuevas tecnologías. ¿No existe el riesgo de que nuestros hijos lleguen a confundir el
mundo digital con el mundo real? Hace poco, un profesor en un colegio decía a sus
alumnos de 6 años: “hoy no podemos hacer religión porque no han llegado los
ordenadores y la asignatura de religión se hace en pantalla digital”. Esos niños pensarán:
¿Es que Dios sólo existe cuando la pantalla está encendida? ¿Es bueno que estrenen la
virtualidad del mundo digital antes de la realidad del mundo?... Para los niños que solo
han visto conejitos en la pantalla, el conejo de verdad no existe.”44
Del capítulo 16 del citado libro dedicado al feísmo podemos entender que es cierto que
nos encontramos en que el culto hacia lo feo es consecuencia de la perdida de asombro
y, si nos fijamos, muchas de las cosas “feas” que se comercializan apelan a su adicción a
la sobre estimulación. La gran mayoría de los juguetes tétricos, violentos, oscuros, van
acompañados por contenidos televisivos y por juegos de consolas extremadamente
rápidos. Además, todos los libros, las películas, las series y los juguetes en que vemos
feísmo y que tienen éxito son los que conllevan un trasfondo de misterio, apelando a la
40 FRANCISCO, SANTO PADRE, “Exhortación Apostólica Amoris Laetitia”, 2016, Punto 275
41 FERRER, EUSEBIO, “Exigir para educar”, Palabras., Pág 204
42 FERRER, EUSEBIO, “Exigir para educar”, Palabras, Pág 205
43 L’ECUYER, CATHERINE, “Educar para el asombro”, Plataforma editorial, 2012. Pág. 139
44 L’ECUYER, CATHERINE, “Educar para el asombro”, Plataforma editorial, 2012. Pág. 140
33. 33
atracción que el niño siente hacia el misterio, cuando, en realidad es necesario darles a
los niños belleza.
Siguiendo con el libro del Profesor Juan Martínez Otero en su guía para padres que no
quieren naufragar en la educación digital, extraemos las siguientes conclusiones:
“La revolución digital produce olas gigantescas que llegan a nuestras casas a través de
las más variadas pantallas. Como educadores podemos adoptar diferentes actitudes
ante este tsunami de ceros y unos: La aceptación acrítica e ingenua, que hará de
nuestros hijos náufragos tecnológicos. La resistencia obstinada y restrictiva, que los
aislará como a robinsones cibernéticos, ansiosos de escapar de nuestro control. La
ilusión por dominar las herramientas y superar sus desafíos, convirtiendo a nuestros
hijos en surferos digitales.”45
“Como hemos repetido ya muchas veces, el camino de la educación digital es difícil, y
está lleno de obstáculos. El tsunami que nos ha venido encima es enorme y nos va a dar
muchos revolcones. Quien espere un camino triunfal, un paseo en barca, ya se puede ir
olvidando. Vamos a equivocarnos, a tropezar, a enfadarnos y a fracasar muchas veces.
Vamos a tragar mucha agua – por no actuar, por sobreactuar, o por actuar mal-. La
corriente va en la dirección contraria para mantener nuestros principios no podremos
dejar de remar, remar y remar. El mero hecho de remar, aunque nos parezca que
estamos siempre en el mismo sitio, ya es un avance. Nos hace resistentes.”46
De la lectura del libro: “Método 12 Básicos para educar” de Luis Felipe Prieto y Myriam
López, en lo que se refiere a la mal crianza y cómo lograr que la relación con los hijos
resulte positiva, se deduce que si un niño se muestra a la defensiva ante un adulto y este
reacciona culpando al niño, deberá de plantearse cuál es su parte de responsabilidad
sobre la reacción del niño, pues podría ser que quizá quien mantiene el comportamiento
poco maduro sea el adulto. Para ello es fundamental no confundir el afecto, la cercanía
y el apego positivo con la “malacrianza”47.
2.2.4.-FAMILIA Y SOCIEDAD
2.2.4.1.-ENCÍCLICA FAMILIARIS CONSORTIO
De la encíclica Familiaris Consortio se desprende que la familia posee vínculos vitales y
orgánicos con la sociedad, porque constituye su fundamento. La familia, en virtud de su
naturaleza y vocación, lejos de encerrarse en sí misma se abre a las demás familias y a
la sociedad, asumiendo su función social, no pudiendo ser reducida a la acción
procreadora y educativa. Las familias pueden y deben por tanto dedicarse a muchas
obras de servicio social, especialmente en favor de los pobres y de todas aquellas
personas y situaciones, a las que no logra llegar la organización de previsión y asistencia
de las autoridades públicas.
45 OTERO, JUAN MARTÍNEZ, “Tsunami digital: hijos surferos”, Freshbook, 2017, Pág. 11
46 OTERO, JUAN MARTÍNEZ, “Tsunami digital: hijos surferos”, Freshbook, 2017, Pág. 128
47 PRIETO, LUIS FELIPE, “Método 12 Básicos para educar”, s.f. Pág. 35
34. 34
En dicha encíclica se regula que la función social de las familias está llamada a
manifestarse también en la forma de intervención política, es decir, las familias deben
ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no
ofendan, sino que sostengan y defiendan positivamente los derechos y los deberes de
la familia. En este sentido, establece que “las familias deben crecer en la conciencia de
ser «protagonistas» de la llamada «política familiar», y asumirse la responsabilidad de
transformar la sociedad; de otro modo las familias serán las primeras víctimas de
aquellos males que se han limitado a observar con indiferencia”48.
Es tan importante la unión que ha de haber entre familia y sociedad que ésta no ha de
dejar de cumplir su deber de respetarla. Por esto, la Iglesia defiende abierta y
vigorosamente los derechos de la familia contra las usurpaciones intolerables de la
sociedad y del Estado. En concreto, en la encíclica cabe destacar que los padres sinodales
han recordado, entre otros, los siguientes derechos de la familia:
El derecho a una vivienda adecuada.
El derecho de expresión y de representación ante las autoridades públicas.
A crear asociaciones con otras familias e instituciones, para cumplir adecuada y
esmeradamente su misión;
El derecho a un justo tiempo libre que favorezca, a la vez, los valores de la familia;
Ante la dimensión mundial que hoy caracteriza a los diversos problemas sociales, la
familia ha de cooperar también a establecer un nuevo orden internacional, porque sólo
con la solidaridad mundial se pueden afrontar y resolver los enormes y dramáticos
problemas de la justicia en el mundo.
2.2.4.2.- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
La familia debe ser ayudada y defendida mediante medidas sociales apropiadas. Cuando
las familias no son capaces de realizar sus funciones, los otros cuerpos sociales tienen el
deber de ayudarlas y de sostener la institución familiar. En conformidad con el principio
de subsidiariedad, las comunidades más numerosas deben abstenerse de privar a las
familias de sus propios derechos y de inmiscuirse en sus vidas.
Por lo expuesto, en el catecismo se pone de relieve que la familia debe vivir de manera
que sus miembros aprendan el cuidado y la responsabilidad respecto de sus pequeños
y mayores, de sus enfermos o disminuidos, y de sus pobres. Considerando que son
muchas las familias que por distintas circunstancias no pueden prestar dicha ayuda, ha
de corresponder a otras personas, a otras familias, y subsidiariamente a la sociedad,
atender sus necesidades.
Así mismo el catecismo declara: “La importancia de la familia para la vida y el bienestar
de la sociedad entraña una responsabilidad particular de ésta en el apoyo y
fortalecimiento del matrimonio y de la familia. La autoridad civil ha de considerar como
deber grave ‘el reconocimiento de la auténtica naturaleza del matrimonio y de la familia,
48 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, Nº 44
35. 35
protegerla y fomentarla, asegurar la moralidad pública y favorecer la prosperidad
doméstica”49.
Es muy importante resaltar lo que establece el catecismo en relación a la comunidad
política: “la comunidad política tiene el deber de honrar a la familia, asistirla y
asegurarle especialmente:
– la libertad de fundar un hogar, de tener hijos y de educarlos de acuerdo con sus
propias convicciones morales y religiosas;
– la protección de la estabilidad del vínculo conyugal y de la institución familiar;
– la libertad de profesar su fe, transmitirla, educar a sus hijos en ella, con los
medios y las instituciones necesarios;
– el derecho a la propiedad privada, a la libertad de iniciativa, a tener un trabajo,
una vivienda, el derecho a emigrar;
– conforme a las instituciones del país, el derecho a la atención médica, a la
asistencia de las personas de edad, a los subsidios familiares;
– la protección de la seguridad y la higiene, especialmente por lo que se refiere a
peligros como la droga, la pornografía, el alcoholismo, etc.;
– la libertad para formar asociaciones con otras familias y de estar así
representadas ante las autoridades civiles“50.
2.2.4.3.-MENSAJES DE LA IGLESIA CATÓLICA
De la lectura de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia: La alegría del amor, se
desprenden las siguientes consideraciones en lo que respecta a la sociedad y familia: la
belleza de la familia en lo referente al amor que se vive en la misma, a la alegría por la
vida que nace, al respeto y al perdón mutuo, hace que sea una fuerza constante para la
vida de la iglesia y para la sociedad entera.
Entre los mensajes de la Iglesia Católica, el mensaje de su santidad Benedicto XVI,
relacionados con las comunicaciones sociales51 profundiza sobre la formación en el uso
responsable y crítico de los medios, debiendo las personas utilizarlos de manera
inteligente y apropiada.
Así mismo hace hincapié en que la participación en los medios surge de su naturaleza:
son un bien destinado a toda persona. Como servicio público, la comunicación social
requiere de un espíritu de cooperación y co-responsabilidad con escrupulosa atención
en el uso de los recursos públicos y en el desempeño de los cargos públicos, incluyendo
el recurso a marcos normativos y a otras medidas o estructuras diseñadas para lograr
este objetivo.
49 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Nº 2210
50 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Nº 2211
51 BENEDICTO XVI, “XL Jornada mundial de las comunicaciones sociales: Los medios: red de
comunicación, comunión y cooperación”, 24-01-2006
36. 36
No debemos olvidar que los medios de comunicación si promocionan el diálogo, la
solidaridad, la paz y el intercambio de conocimientos y sabiduría, se convierten en
estimados recursos para construir una sociedad basada en el amor.
Así mismo se ha de hacer mención a otro mensaje de su santidad Benedicto XVI
relacionado con las comunicaciones sociales, de cuyo contenido se desprende lo
siguiente: “Hay que evitar que los medios de comunicación social se conviertan en
megáfono del materialismo económico y del relativismo ético, verdaderas plagas de
nuestro tiempo. Por el contrario, pueden y deben contribuir a dar a conocer la verdad
sobre el hombre, defendiéndola ante los que tienden a negarla o destruirla. Se puede
decir, incluso, que la búsqueda y la presentación de la verdad sobre el hombre son la
vocación más alta de la comunicación social. Utilizar para este fin todos los lenguajes,
cada vez más bellos y refinados, de los que disponen los medios de comunicación social,
es una tarea entusiasmante, confiada, en primer lugar, a los responsables y operadores
del sector. Es una tarea que, sin embargo, nos corresponde en cierto modo a todos,
porque en esta época de globalización todos somos usuarios y a la vez operadores de
comunicaciones sociales” 52
Por último, es importante recordar el mensaje de su santidad Benedicto XVI relacionado
con la evangelización53, en dicho mensaje se observa que las redes sociales que pueden
ayudar a vivir momentos de reflexión y de auténtica interrogación, así como a encontrar
espacios de silencio, oración y para compartir la Palabra de Dios.
Expresamente se indica que “En la esencialidad de breves mensajes, a menudo no más
extensos que un versículo bíblico, se pueden formular pensamientos profundos, si cada
uno no descuida el cultivo de su propia interioridad”.
2.2.4.4.- OTRAS FUENTES
En el libro “10 criterios para hacer buen uso de Internet”, se señala que: “La persona
atrapada por la red se convierte en su ser tan efímero como el propio instrumento.
Necesitamos una inteligencia bien formada mediante el conocimiento profundo de las
cosas, disponer de criterios claros, sobre qué me hace bien, y qué me hace daño, y una
escala de valores asentada en una reflexión sobre nuestra naturaleza humana y en el
conocimiento de las verdades morales. ”54.
Para no engañarnos, debemos siempre tener presente que la felicidad no se encuentra
en internet ni en las redes sociales por mucho que parezca que no podemos vivir sin
ellas.
52 BENEDICTO XVI, “La XIII Jornada mundial de las comunicaciones sociales Los medios: en
la encrucijada entre protagonismo y servicio. Buscar la Verdad para compartirla”, 4-05-2008.
Nº5
53 BENEDICTO XVI, “La XLVI jornada mundial de las comunicaciones sociales “Silencio y
Palabra: camino de evangelización”, 20-05-2012
54 CERRO, SEBASTIÁN Y ALFREDO CABALLERO, “10 criterios para hacer buen uso de
Internet”, CCS, 2015, Pág 14
37. 37
En el libro “El alfabeto en la familia: 26 fichas para mejorar la relación familiar”, haciendo
alusión al compromiso con la sociedad y a la política en lo concreto, se indica
expresamente: “La familia, como ente jurídico es cargada actualmente con impuestos
no siempre sostenibles, especialmente en este tiempo de crisis económica dónde es a
menudo la única tabla de salvación, abundantemente explotada como soporte social.
Por el contrario, es precisamente en la familia donde debe nacer y crecer esa
“sensibilidad política” que lleva al compromiso activo”.
Por ello, deberíamos acordarnos de la frase de Pablo VI: “La política es la más alta y
exigente forma de caridad”55.
Del libro “La familia como raíz de la Sociedad” extraemos las siguientes conclusiones:
“Aparentemente la sociedad de los individuos está hoy vigente y puede parecer más
ventajosa en ciertos aspectos, pero los efectos negativos y perversos que produce se
harán sentir antes o después. Es competencia de una política iluminada prevenir los
males y las patologías relacionales que provienen de una sociedad que tiende a
incrementar la movilidad, la flexibilidad, la innovación tecnológica, que se globaliza pero
que (por decirlo brevemente) resulta pobre en relaciones humanas y por ello se vuelve
una sociedad cada vez más anómica peligrosa, infeliz.”56
Desde el punto de vista de los cambios en la sociedad española a nivel familiar, Enrique
Martín López, ya hace 19 años, en su libro “FAMILIA Y SOCIEDAD UNA INTRODUCCIÓN
A LA SOCIOLOGÍA DE LA FAMILIA”57, indica:
“Pero no bastaría en todo caso, con la introducción de nuevas medidas de protección
económica a la familia. Lo que ha cambiado en la sociedad española es bastante más
profundo. De una parte, consecuencias positivas del progreso de la salud y de la higiene,
plantean nuevas situaciones a la sociedad española. De otro lado, hábitos y tendencias
sociales, que se iniciaron en la década de los años 70 como secuela del desarrollo
económico, se han extendido dentro de la más absoluta permisividad, mostrando
aspectos nada positivos”.
“Sería muy conveniente llevar a cabo un análisis detallado y escrupulosamente
científico sobre la correlación entre la crisis familiar y las conductas desviadas, a fin de
valorar debidamente las consecuencias de las medidas jurídico- políticas directa e
indirectamente contrarias a la familia”.
El citado autor insiste en la intervención de los políticos en este ámbito de actuación. En
este aspecto señala: “Por parte de los políticos, exige una actuación más comprometida
que la mera asignación de partidas presupuestarias: tendrán que hacer profesión de
sus condiciones humanas y morales - los que las tengan - y ser coherentes con ellas.
Pero no bastará, en ningún caso, con eso, sino que será menester una participación
55 PAOLA LIBANORA, FELICE RAINERI, “El alfabeto de la familia: 26 fichas para mejorar la
relación familiar”, Pág. 71 y 72
56 DONATI, PIERPAOLO, “La familia como raíz de la sociedad”, BAC editorial, 2013, Pág. 301
57 LÓPEZ, ENRIQUE MARTÍN, “Familia y sociedad una introducción a la sociología de la
familia”, Rialp, 2000. Pág. 123
38. 38
activa y comprometida por parte de la sociedad. Lo que está en juego es todo el orden
social, tanto moral como instrumental”.
Atendiendo al concepto de bien común, en el libro “Individuo, Familia y Sociedad, Los
derechos humanos en Santo Tomás de Aquino”58, se indica:
“Por lo que se refiere al fin o a la causa final de la sociedad política, Santo Tomás lo pone
en el bien común. Pero es preciso delimitar claramente este concepto…
El bien común es el conjunto de aquellas condiciones de la vida social en las cuales los
hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su
propia perfección”.
“Se hace, pues, injuria a la persona humana y al orden que Dios ha establecido para los
hombres si se niega a aquélla el libre ejercicio de la religión en la sociedad, siempre que
quede a salvo el recto orden público.”
2.2.5.- FAMILIA, TRANSCENDENCIA Y MISIÓN
2.2.5.1.-ENCÍCLICA FAMILIARIS CONSORTIO
En la Encíclica Familiaris Consortio se pone de manifiesto que la familia cristiana recibe
el amor de Cristo, por eso hay que decir que es familia salvada, pero sin olvidar la misión
que tiene que es la transmisión a los demás de ese amor de Cristo, y convirtiéndose en
familia salvador. Todo ello por la obediencia a la Fe, pues Dios que ha llamado a los
esposos al matrimonio, continúa llamándolos en el matrimonio, de acuerdo con las
circunstancias familiares, sociales y eclesiales en el que se encuentren.
Lo recuerda el Concilio Vaticano II cuando dice: «La familia hará partícipes a otras
familias, generosamente, de sus riquezas espirituales. Así es como la familia cristiana,
cuyo origen está en el matrimonio, que es imagen y participación de la alianza de amor
entre Cristo y la Iglesia, manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo
y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fecundidad, la unidad
y fidelidad de los esposos, ya por la cooperación amorosa de todos sus miembros»59.
Además, en la medida en que la familia cristiana acoge el Evangelio y madura en la fe,
se hace comunidad evangelizadora.
El deber de santificación de la familia cristiana tiene su primera raíz en el bautismo y su
expresión máxima en la Eucaristía. En este sentido, en la encíclica se resalta que “La
Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano. En efecto, el sacrificio eucarístico
representa la alianza de amor de Cristo con la Iglesia, en cuanto sellada con la sangre de
58 GARCIA LOPEZ, JESUS, “Individuo, Familia y Sociedad, los derechos humanos en Santo
Tomás de Aquino”, pág 58
59 SAN JUAN PABLO II, PAPA, “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, Nº 50
39. 39
la cruz. Y en este sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza los cónyuges cristianos
encuentran la raíz de la que brota, que configura interiormente y vivifica desde dentro,
su alianza conyugal”60.
Pero además de estos dos sacramentos, tenemos que hablar también del sacramento
de la Penitencia, para que la familia pueda llevar a cabo la misión evangelizadora ya que
el arrepentimiento y perdón mutuo dentro de la familia cristiana es fundamental para
la vida de la familia.
Y como broche final cabe añadir que, para poder vivir en santidad, junto con el
Sacramento de la penitencia hay que acudir a la oración continua en familia, en
comunión padres, madres e hijos juntos. La comunión en la plegaria es a la vez fruto y
exigencia de esa comunión que deriva de los sacramentos del bautismo y del
matrimonio. A tal efecto, en la encíclica se proclama que “a los miembros de la familia
cristiana pueden aplicarse de modo particular las palabras con las cuales el Señor Jesús
promete su presencia: «Os digo en verdad que, si dos de vosotros conviniereis sobre la
tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre que está en los cielos. Porque
donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»”61.
2.2.5.2.- CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
En el catecismo se pone de manifiesto que actualmente en un mundo hostil a la fe, las
familias creyentes son faros de una fe viva. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la
familia, “Ecclesia doméstica” pues los padres han de ser para sus hijos los primeros
anunciadores de la fe con su palabra y con sus obras.
Por eso, la fe y la práctica del Evangelio procuran a cada persona una experiencia de la
vida en Cristo que ilumina y transmite a los demás el espíritu de Dios.
Por ello, en el catecismo se indica: “La duda voluntaria respecto a la fe descuida o
rechaza tener por verdadero lo que Dios ha revelado y la Iglesia propone creer. La duda
involuntaria designa la vacilación en creer, la dificultad de superar las objeciones con
respecto a la fe o también la ansiedad suscitada por la oscuridad de esta. Si la duda se
fomenta deliberadamente, puede conducir a la ceguera del espíritu”62.
Y no solo para la misión para la misión de la familia hay que hablar de Fe, sino también
de esperanza y caridad. Estos son los tres pilares de la familia cristiana.
En cuanto a la esperanza señala: “Cuando Dios se revela y llama al hombre, éste no
puede responder plenamente al amor divino por sus propias fuerzas. Debe esperar que
Dios le dé la capacidad de devolverle el amor y de obrar conforme a los mandamientos
de la caridad. La esperanza es aguardar confiadamente la bendición divina y la
60 SAN JUAN PABLO II, PAPA. “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo,1981, Nº57
61 SAN JUAN PABLO II, PAPA. “Exhortación apostólica Familiaris Consortio”, Roma: San
Pablo, 22.11.1981, Nº59
62 IGLESIA CATÓLICA, “Catecismo de la Iglesia Católica”, 1997, Nº 2087