Los fariseos intentan tenderle una trampa a Jesús preguntándole si es lícito pagar impuestos al César. Jesús les pide que le muestren una moneda de impuesto y les pregunta de quién es la imagen en ella. Cuando responden que es del César, Jesús les dice que den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, zanjando astutamente el dilema sin contradecirse.