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T Í T U L O S P U B L I C A D O S
J e a n D a n i é l o u
R e g i n a d u C h a r l a t
- LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
- NARRACIONES DEL TALMUD
LA C A T E Q U E S I S
E N L O S P R I M E R O S S I G L O S
G r a f i t e E d i c i o n e s / M o n t e C a r m e l o
1 9 9 8
P R Ó L O G O
O Editorial MONTE CARMELO
Padre Silverio, 2
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ISBN: 84-7239-431 -X
O GRAFITE Ed.
lcrones
Avda. La libertad, 45
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Via A. de Gasperi, 55
80133 Nápoles (Italia)
ISBN: 84-95042-11-8
Depósito legal: BU - 519 - 98
Composición: Ego Comunicación
Imprime: Imprenta Editorial MONTE CARMELO
Padre Silverio,2
09001 BURGOS
Estas páginas son eco de una ensefianza dada en el Instituto
Superior de Pastoral Catequética de París. Sor Regina du Charlat se
ha preocupado de redactarlas sirvitndose de las anotaciones de los
estudiantes.
Se trata en estas explicaciones de descubrir las grandes líneas del
catecumenado en la Iglesia antigua, de modo que puedan aprove-
charse para la pastoral contemporánea.
Esto explica el carácter peculiar del libro. Intencionadamente se
han dejado de lado los pormenores extremadamente complejos sobre
la historia de la institución catecumenal. Numerosas monografías
han tratado el tema y lo continuarán tratando. Únicamente se estu-
' dian las grandes etapas de la evolución. Especial interés se ha puesto
en el contenido de la catequesis. Y se ha preferido conservar la ense-
fianza común, que representa la predicción de la fe, más que el situar
los textos en su contexto histórico. También ha querido el autor des-
m
LA CATEQUESIS EN LOS P R I M E R O S S I G L O S
tacar cuanto es de actualidad en estas instrucciones. Igualmente, en
lo que se refiere al método, se ha procurado poner en relieve lo que
continúa siendo válido hoy, haciendo menos caso a cuanto se rela-
ciona con una cultura distinta de la nuestra.
La historia de la catequesis patristica aún está por escribirse. Se
trata aquí de un simple esbozo, con el que se pretende introducir en
un campo excepcionalmente rico e interesante.
La catequesis patdstica, puesto que se fija en lo esencial de la fe, es
lo que sigue siendo más vivo, menos aferrado a su tiempo en la obra
de los Padres. Ha tenido además el privilegio de ser inspirada por los
grandes autores de aquel tiempo Cirilo de Jerusalén,Juan Crisóstomo,
Arnbrosio, Agustin. En ellas condensaron lo sustancial de su pensa-
miento. Constituye, por tanto, una fuente en la que la catequesis
actual puede seguir alimentándose.
Esto es lo que justifica este libro. Sor Regina du Charlat ha creido
que merecfa la pena ampliar el cfrculo de estas explicaciones más allá
de los oyentes del Instituto Catequttica. Le estoy de veras agradeci-
do por el empefio que ha puesto en ello.
JEAN DANIÉLOU
Catequesis, kerygma, homilía
La catequesis es la comunión viva del depósito de la fe en los nue-
vos miembros que se agregan a la Iglesia. Constituye, pues, un aspec-
to particular del ejercicio del Magisterio. No debemos descuidar su
importancia y considerarla como un factor, si no accesorio, al menos
secundario de la ensefianza de la Iglesia. En realidad es proclamación
de la Palabra de Dios y, como tal, parte integrante de la tradición, de
la que es elemento constitutivo.
La catequesis tkne, por tanto, una existencia perfectamente carac-
terizada. Pero antes de describirla, conviene que la distingamos, por
una parte, del kerygma o anuncio de la Buena Noticia de la
Resurrección, y por otra, de la homilía o ensefianza corriente a los
miembros de la comunidad cristiana.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
El Kerygma
El kerygma, en el sentido técnico del vocablo, es el primer anun-
cio de la Buena Noticia. Los Hechos de losApdstoles nos proporcionan
muchos ejemplos de Pedro, Esteban y Pablo l. La primera caracterfs-
tica de este anuncio es el ser una proclamación oficial. El que habla,
lo hace oficialmente en nombre de Dios, como "heraldo" suyo. El
kerygma abarca todo aquello que concierne a la esencia misma del
misterio cristiano, sin desarrollo ni pormenores, y tiene esencial-
mente por objeto la Resurrección de Cristo. Depende en gran parte
del ambiente al que se dirige y, por tanto, se adapta a los rasgos carac-
terísticos de este ambiente. Los modos de adaptación o los obstácu-
los difieren, en efecto, según los diversos contextos culturales. El
kerygma utiliza el conocimiento de éstos para justificar lo que ense-
iía. Así, en los Hechos, vemos cómo se anuncia de diferente manera
a los paganos y a los judíos. A los judíos Pedro les muestra cómo
Cristo cumplió las promesas del Antiguo Testamento. Y cuando
Pablo se dirige a los griegos, se apoya más bien en la búsqueda de
Dios que anida en la naturaleza del corazón del hombre. Esto da al
kerygma un aspecto muy especializado y local; adherido así al len-
guaje de una época o de un ambiente, envejece en seguida.
La Homilía
La homilía, por el contrario, es la enseíianza ordinaria que se da a
la comunidad de los fieles. Esta mucho más desarrollada que el keryg-
ma, aunque no llega al desarrollo sistemático de la catequesis. Podría
decirse que busca una mayor profundización. En todo caso, supone
que aquellos a quienes se dirige conocen el contenido de su fe. La
-- - - - -
1 A L ~
Ap . 2. 1 4 - 3 9 , 3, 1 2 - 2 6 , 10, 3 4 - 4 3 ( P e d r o ) , 7, 2 - 5 3 ( E s t e b a n ) ,
13, 1 6 - 4 1 , 1 7 , 2 2 - 3 0 ( P a b l o ) , e t c
homilía, además, mantiene estrecha relación con la liturgia; deriva del
texto de la Escritura propio del día. Y
a sabemos que los "sermones"
constituyen una parte muy importante de la literatura cristiana anti-
gua; baste recordar a San Juan Crisóstomo o a San Agustín.
En los primeros siglos, la predicación no ofrecía el carácter anár-
quico que se manifiesta frecuentemente en nuestros días. La homilía
obedecfa a reglas y formas tan fijas como las de la liturgia. Cada
homilía tenía un determinado contenido y a partir de estas normas
se improvisaba. Es también un género especialmente orientado a las
apelaciones prácticas y morales. Tiende a una profundización espiri-
tual y pretende ensefiar a los oyentes a descubrir las repercusiones
que el texto de la Palabra puede tener a diario en su vida concreta.
La Catequesis
La catequesis se coloca precisamente entre estos dos momentos del
anuncio de la Palabra de Dios que son el kerygma y la homilía.
Quienes la reciben, han escuchado ya el kerygma y decidido conver-
tir su vida a la fe de Cristo. Pero no conocen todavía esta fe. Tienen
que descubrirla sistemáticamente por medio de la catequesis. Más
tarde ahondarán en el mensaje espiritual gracias a la homilía, cuan-
do se integren en la comunidad de los creyentes por el bautismo y la
eucaristia.
La Catequesis.Ensefianza completa y elemental
La catequesis es ante todo una exposición a la vez completa y ele-
mental del misterio cristiano. Debido a su carácter completo, se dife-
rencia del kerygma. Una vez despierta la fe, hay que instruir en todo
su contenido al catecúmeno que se prepara al bautismo. Y por su
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
carácter elemental, la catequesis se distingue de la homilía. No se
ocupa de responder a interrogantes difíciles ni se extiende en detalles
de exégesis. Va a lo esencial, da la sustancia misma de la fe, dejando
a un lado la profundización espiritual y especulativa.
Este carácter completo y elemental aparece ya en los antiguos
esquemas de catequesis que son los símbolos. Los encontramos
numerosos en los escritos más antiguos, comenzando por los del
Nuevo Testamento '. Recordemos ahora que al principio cada Iglesia
tenía su símbolo, esencialmente ligado a la catequesis, puesto que era
su programa. En él se halla íntegro el depósito de la fe y los artículos
esenciales de este depósito 3. Se advierten ya las consecuencias prácti-
cas actuales que derivan de este aspecto completo y elemental de la
catequesis. Seria absurdo, por tanto, presentar la fe a un incrédulo
bajo forma de símbolo, ya que se pasaría por alto la primera etapa, el
kerygma. Por el contrario, reducir la catequesis al kerygma sería trai-
cionarla. Debe darse en ella una vista panorámica de la fe cristiana.
En relación con el Bautismo
La segunda característica de la catequesis es su unión con el sacra-
mento del Bautismo. Efectivamente, sólo después de haber oído el
kerygma y haber tomado decisión de hacerse cristiano puede el can-
didato pasar a la catequesis; es el periodo de preparación directa del
bautismo. Hasta en la liturgia aparece la catequesis como una prepa-
ración al bautismo. Sin embargo, no siempre tiene que ir por nece-
sidad antes del bautismo. Puede ser posterior, como sucede con los
nifios bautizados antes del uso de razón, o como es el caso de la cate-
quesis sacramental, que se da a los adultos muchas veces una vez que
se han agregado plenamente a la Iglesia.
2. Ver el e s t u d i o d e J . N. D, KELLY, Early Christian Creedr, L o n d r e s . 1950
3 . S610 más t a r d e el s í m b o l o irá u n i d o al r i t u a l d e l Bautismo.
Una Iniciación Cristiana Integral
La tercera caracteristica de la catequesis merece una particular
atención. Es una iniciación cristiana integral. Hay que insistir
mucho en este aspecto de totalidad, que responde a la totalidad de la
persona, y sin la cual no habria fe realmente vivida o vida efectiva-
mente cristiana. Esto es en nuestros días más importante que en
otros tiempos. Porque una vida profundamente mezclada con el
mundo, sólo informada por la fe, permite que se distinga al cristia-
no del incrédulo. En esta perspectiva total, la catequesis es a la vez
iniciación al contenido de la fe, a la vida cristiana, a la oración, a la
vida sacramental.
Como iniciación al contenido de la fe, es presentación y explica-
ción de la doctrina de la fe. &te será el fundamento sólido e indis-
pensable sobre el que puede edificarse sin miedo la vida espiritual.
Como iniciación a la vida cristiana, la catequesis encierra la idea de
conversión. Integra al mismo tiempo una ruptura con las costumbres
paganas y la educación en las costumbres cristianas. La Cuaresma es,
además, un tiempo de retiro en el que el catecúmeno es invitado a
una vida más penitente y a esta vida se asocia la comunidad entera.
Esta atmósfera de combate espiritual, unida a la voluntad de con-
versión, sefiala todo el tiempo de la preparación al bautismo y espe-
cialmente el de la preparación inmediata, que coincide normalmcn-
te con la Cuaresma. Como iniciación a la oración y a la vida sacra-
mental, la catequesis presenta también un aspecto ritual. Debido a los
ritos de entrada, exorcismos y bendiciones, pertenece ya a la liturgia.
Así la catequesis resulta una pastoral completa de entrada en la mis-
tencia cristiana mediante el conocimiento del misterio de la fe, la ini-
ciación a las costumbres cristianas y la agregación a la comunidad
eclesial.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
Una tradición estable
La última caracterfstica de la catequesis es el ser dentro de la tradi-
ción cristiana lo que ésta posee de más estable. Como abarca lo esen-
cial de la fe, la sustancia misma del misterio cristiano, nunca enveje-
ce. Esto da al estudio histórico que vamos a emprender un interés
actualisimo, al descubrirse en la catequesis de los primeros siglos el
valor permanente y modélico de toda catequesis. Esto nos consenti-
rá también el ver más claramente la unión profunda que existe entre
catequesis y tradición. En efecto, la fe cristiana se presenta en la
catequesis como una transmisión oral del depósito revelado ante
todo. Hay una tradición catequética, que sume hasta la ensefianza de
los apóstoles, distinta de la tradición escriturbtica. El Nuevo Testa-
mento mismo nos ofrece varios ejemplos. Es que la catequesis es tra-
dición.
Existenciay desarrollo de la catequesis
Habrá que preguntarse si la catequesis, tal como acabamos de defi-
nirla, existe realmente desde los comienzos de la Iglesia o si es una
proyección de nuestras definiciones actuales. En verdad, nos será
fácil caer en la cuenta, a lo largo de las páginas que siguen, que la
catequesis es tan antigua como la Iglesia. Descubrimos ya su presen-
cia dentro del mismo Nuevo Testamento y a través de las más anti-
guas fórmulas del sfmbolo. Su contenido aparece ya en la literatura
cristiana primitiva. Y este conocimiento que poseemos sobre ella se
va haciendo cada vez más directa y fácilmente objetivo, a medida que
avanzamos en el tiempo y se hace más consciente y explícita en la
vida de la Iglesia.
Al principio, sólo hallamos unos cuantos datos directos e inmedia-
tos sobre la catequesis y la preparación al bautismo. Reconocer los
elementos catequéticos en el Nuevo Testamento es una labor delica-
da, porque estos escritos desbordan con mucho la catequesis en el
sentido estricto en que la acabamos de definir. Sin embargo, existen
indudablemente. Por otra parte, la comparación con lo que hallamos
en las comunidades judías de aquel tiempo - e n particular la de
Qumrán- y con lo que más tarde será la iniciación cristiana, per-
mite pensar que la preparación al bautismo y la catequesis debieron
de existir desde fecha muy antigua. (Para los judios había problemas
muy parecidos a los que se planteaban los primeros cristianos). Asi,
cuando un pagano se convertía, tenia que recibir el bautismo de
purificación antes de la circuncisión, y el bautismo tenía también a
su vez una catequesis de preparación. En tiempos de Cristo, los ese-
nios pensaban que era necesaria una decisión especial y nueva para
salvarse y entrar en la comunidad de los últimos tiempos. A sí suce-
de con Juan Bautista y su bautismo de penitencia. Por eso, no extra-
iía que encontremos huellas de una tradición catequética desde los
primeros albores de la Iglesia. Su contenido cristiano seria, a buen
seguro, diferente del de la catequesis judaica. Pero veremos cómo
una parte de esta última pasó algunas veces a la cristiana, sobre todo
a la catequesis moral sobre los "dos caminos".
La tradición catequética es ya mucho más nftida en los escritos
antiguos como la Didachd la Carta de Bernabé, la Primera Apologia
de Justino. Él es quien nos dice:
"Cuantosse convenceny tienenfede que son verdaderas estas cosas
que nosotros ensetíamosy decimos, y prometen poder vivir confor-
me a ellas, se les instruye ante todopara que orenypidan, con ayu-
nos, perddn a Dios de suspecados anteriormente cometidos..."
4 . J U S T I N O , Primera Apologfa, 61,2.
-15 -
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
A medida que avanzamos en el tiempo, la catequesis se hace más
explícita y se organiza mejor la preparación al bautismo. Pasando por
Ireneo, Tertuliano e Hipólito de Roma, llegamos ya a la edad de oro
de la catequesis que es el siglo IV Como en esta época era conside-
rable el número de bautismos de adultos, se consigue entonces un
desarrollo excepcional e innegable en la vida de la Iglesia. Las formas
que entonces se fijan son las mismas que rigen en nuestro catecume-
nado actual. Los más grandes espíritus de aquel tiempo se interesan
por ella, porque son obispos y pastores: Se llaman Cirilo de Jerusalén,
Arnbrosio de Milán, Juan Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia,
Agustín. Nos legan un conjunto de documentos, todos ellos obras
maestras en su género, que nos ayudan a ver la importancia de la
función catequética en la vida de la Iglesia.
Estructura de la catequesis
Como hemos dicho, la caracterfstica principal de la catequesis es
ser una pastoral completa, una iniciación integral a la existencia cris-
tiana. De ello resulta una estructura compleja y viva que va a infor-
mar todo este estudio histórico, del mismo modo que informó la
práctica de la Iglesia primitiva y se propone informar la nuestra. Esta
estructura se caracteriza por un despliegue en el tiempo -varias eta-
pas que conducen al bautismo- y por la existencia concomitante de
diversas modalidades de iniciación cristiana.
Asi, aparte de la organización en etapas, se pueden de algún modo
delimitar tres grandes aspectos de la catequesis que titularemos dog-
mático, moral y sacramental, de la misma manera que más tarde
diremos, que la preparación al bautismo es doctrinal, espiritual y
ritual a la vez. Por catequesis dogmática se entiende la que expone y
trata de hacer comprender el contenido de la fe; por catequesis
moral, la que trata de educar al catecúmeno en las costumbres cris-
tianas; y por catequesis sacramental o mistagógica, la que introduce
al nuevo fiel en todas las dimensiones del sacramento; ésta tiene
lugar de ley ordinaria después del bautismo y la eucaristía.
La distinción de estos aspectos diferentes de la catequesis, clara-
mente perceptible en el siglo IV, más o menos lo es también en los
textos arcaicos y afortiori en el Nuevo Testamento. En estos textos
más antiguos la catequesis dogmática queda muchas veces reducidas
a esos esquemas que son los símbolos; por el contrario, la catequesis
moral acapara todo el lugar. En cambio, la catequesis moral apenas
existe por sí misma en el siglo IV, sino que se encuentra muchas
veces superpuesta a la catequesis dogmática, como una prolongación
práctica. En cuanto a la catequesis sacramental, se halla mezclada
con los demás elementos catequéticos en los textos antiguos y bien
definida en los textos de catequesis más tardíos. Se ve el proceso de
desarrollo y sistematización cada vez más claro.
En este estudio histórico distinguimos estructura, contenido y
método de la catequesis. Dedicamos amplios capítulos a los diversos
aspectos moral, dogmático y sacramental del contenido de la cate-
quesis. Les precederá un estudio de la estructura, y concluiremos
deteniéndonos en el método catequético. Dentro de cada parte,
hemos procurado dar a la vez el desarrollo cronológico hacia una
catequesis más elaborada y el análisis tajante de los diferentes ele-
mentos que la componen. Lo que aquí se pretende es, en la medida
de lo posible, poner en contacto directo con la experiencia de la
Iglesia de los primeros siglos, de modo que quede al descubierto
todo lo que esta experiencia tiene de actualidad y esclarecedora para
la catequesis nuestra de hoy. Esta presentación más sintética sumi-
nistrará elementos directamente utilizables al catequista del siglo xx.
G E N E R A L I D A D E S
Capítulo I
F U E N T E S
Tres grandes categorías de textos se presentan a nuestro estudio
para informarnos sobre la estructura y contenido de la catequesis de
los primeros siglos de la Iglesia: los escritos del Nuevo Testamento,
la literatura cristiana arcaica y los grandes documentos catequéticos
de los siglos 111 y IV. Como ya dijimos, todos estos textos se van
haciendo cada vez más especializados a medida que crece el número
de los adultos que se preparan al bautismo y se estructura la organi-
zación del catecumenado.
En el Nuevo Testamento sólo podemos detectar algunos datos
demasiado someros de la catequesis. Los escritos arcaicos que cono-
cemos, sin ser propiamente hablando catequesis, tienen muchas
veces una función catequética clara. Pero hay que aguardar a San
Ireneo, a fines del siglo 11, para encontrar la primera presentación sis-
temática de una ensefianza catequética. El comienzo del siglo 11nos
depara ese texto admirable sobre la organización del catecumenado
LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S
que es la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma, en espera de que
llegue la abundante floración de catequesis del siglo IV, con temáti-
ca ya bien determinada y un orden sólidamente establecido.
Esta evolución de la catequesis en la vida de la Iglesia es de suma
importancia. Se trata, en efecto, de un desarrollo coherente por
explicitación progresiva de un contenido antiguo implicitamente
presente desde los comienzos de la Iglesia.
Hay una continuidad en la tradición catequética que la funda-
menta y de algún modo la prueba. A medida que se desarrolla, la
vemos fortalecerse y mostrar su propia originalidad. Por eso las gran-
des catequesis del siglo IV son tan preciosas. Constituyen un final en
el proceso de elaboración. En resumen y en virtud de esta continui-
dad, tenemos fundados motivos para descubrir ya en los escritos
anteriores los elementos constitutivos de la tradición catequética.
EL NUEVO TESTAMENTO
Esto sucede con el Nuevo Testamento. Ya sabemos que los
Evangelios no coinciden con la definición que se ha dado de cate-
quesis. La desbordan con mucho. Pero encontramos en ellos ciertos
elementos que manifiestan una estructura catequética.
Los Hechos de losApóstoles, a este propósito, son el documento más
interesante. Nos permiten conocer ya la práctica apostólica relativa a
la iniciación cristiana. Hay que advertir, sin embargo, que no es posi-
ble ver, sólo en los Hechos, la diferencia entre kerygma y catequesis;
por eso, apenas podemos llegar a conclusiones.
Podemos igualmente distinguir elementos del contenido de la cate-
quesis en las Cartas, especialmente las de Pablo y Pedro. Se encuen-
tran ya alli los diversos aspectos moral, dogmático y sacramental.
También ciertas huellas de los Testimonia -colecciones de citas del
FUENTES
Antiguo Testamento que encontramos en otros textos posteriores
nos permiten ver ya la existencia de una catequesis bíblica.
LA CATEQUESIS CRISTIANA PRIMITIVA
Entendemos por catequesis cristiana primitiva los más antiguos
elementos de catequesis fuera del Nuevo Testamento. Muchos son
contemporáneos de los Evangelios, lo cual les confiere un interés
particular. Pero se les agrupa aparte, para diferenciarlos de los libros
canónicos. No olvidemos tampoco que la mayor parte de los textos
de esta época son obras compuestas; no obedecen a una literatura
personal, sino que son más bien expresión de los documentos de una
comunidad, de una literatura catequética verdaderamente de Iglesia.
La Didzché o Doctrina de los Apóstoles es un escrito tipicamente
judeo-cristiano '.Según la interpretación de Audet ', habría que leer
"apóstoles", con "a" minúscula, es decir, misioneros. Tendríamos
entonces un "manual del misionero". De todos modos, es una obra
esencialmente catequética.
Comprende tres partes. La primera es una catequesis moral que se
desarrolla sobre el tema de las dos vías o caminos, el camino de la
vida o el camino de la muerte 3. La segunda es un ritual de los sacra-
mentos *.La tercera trata de la conducta que hay que observar con
los "profetas", y termina con una perspectiva escatológica 5. Este
1. Traducción íntegra e n DANIEL RUIZ BUENO, Padres Apostólicos, BAC, Madrid,
1967, pp. 77-94
2. J. P. AUDET, La Didachb, Instruction des Apdtres, Etudes bibliques, Gabalda, 1958.
3 . Did., 1.6
4 . Did. 7-10.
5. Did. 1 1 - 1 6 .
LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S I G L O S
texto nos informa de un modo breve, pero admirable, sobre la vida
de la primitiva comunidad. Tiene para nosotros el privilegio parti-
cular de decirnos cómo la catequesis entronca en esta época en la tra-
dición judaica, hasta el punto de tomar de ella directamente algunos
de sus elementos, como en el caso de la doctrina sobre el doble cami-
no que estructura toda la primera parte.
Epistola de Bernabé
La Epistola de Bernabt no es del discípulo que lleva ese nombre,
pero esta atribución errónea nos revela la influencia geográfica a la
que se extiende, probablemente Siria, sector que evangelizó Bernabt.
Se le puede poner como fecha el comienzo del siglo 11. Comprende
dos partes. La primera es una catequesis sacramental fundada en el
cumplimiento de las profecías. Esta primera parte aporta también
una critica de las observancias judías 7. La segunda parte es una cate-
quesis moral paralela a la de la Didachk, construida sobre el mismo
esquema fundamental de los dos caminos *.El autor se dirige cierta-
mente a bautizados. Sefiala, sin embargo, él mismo que su ensefian-
za es elemental aun siendo completa, tal como se define la cateque-
sis 9. El hecho de tratar sobre las observancias judfas prueba, además,
que se dirige a cristianos de origen judaico.
El interés de la Epístola de Bernabi en concreto se cifra en el modo
admirable con que utiliza el Antiguo Testamento en la catequesis y
en la prueba de la existencia de colecciones de Testimonia. Es de
sefialar tambitn que en la Epistola, como en la Diduchk, las palabras
de Cristo que trae no parece que provengan de los Evangelios escri-
6. Traducción e n DANIEL R. BUENO, Padres Apostólicos, B A C , Madrid, 1967,
pp. 771-810.
7. Bernabl, 1-16.
8. Bernabl, 17-21.
9. Bernabl, 1.7.8; 1 7 , l - 2 .
FUENTES
tos, sino de la tradición oral. Ésta no quiere decir que los Evangelios
escritos no fueran conocidos por estos autores; más bien hay que ver
la prueba de que la ensefianza de Cristo se transmitía a la vez por
medio de escritos y de la tradición catequética.
Epistola de los X
I Apóstoles 'O
La Epístola de los XI Apóstoles nos ha sido conservada en copto y en
armenio. Es un escrito del siglo 1
1que en realidad se compone de tres
obras diferentes (140-170).La primera es un "Testamento" del Seiior.
Relata los diálogos de Jesús con sus discipulos entre la Resurrección y
la Ascensión. Vemos, efectivamente, cómo durante estos cuarenta días
algunos libros cristianos sitúan ciertas enseiianzas de Jesús, con las que
afirmaba la fe de los apóstoles con miras a la fundación de la Iglesia ".
La segunda parte de la Epístola de los XI Apóstoles es una catequesis
dogmática. La tercera es un apocalipsis o descripción de la vida futu-
ra. Este libro utiliza las formas literarias de su tiempo, y nos sitúa den-
tro de la comunidad judeo-cristiana, donde encontramos el entronque
común con la tradición catequética de entonces.
Escritos Pseudoclernentinos
Los escritos seudoclementinos (Recognitiones y Homilías) nos rela-
tan una especie de amplio reportaje de viajes y predicaciones atribui-
das a Pedro. Su carácter imaginario, a pesar de todo nos suministra
algunos testimonios interesantes sobre la preparación al bautismo y la
catequesis. Si su redacción definitiva es de finales del siglo IV, utili-
zan sin duda documentos judeocristianos que se remontan al siglo 11.
10. Patrología Oriental, t. 9.
11. La importancia de esta enseñanza anterior a la Ascensión invita a algunos e x e -
getas a p o n e r e n este período algunos elementos del Evangelio situados a c t u a l m e n -
t e a n t e s d e la Pasión.
LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S
FIN DEL SIGLO 11 Y EL SIGLO 111
Ireneo (115-203)
Nos interesa ahora la Demostración de la Predicación Apostólica 12.
La comparación con el Adversas Haereses demuestra que la doctrina
de ambos libros es muy parecida. Eusebio de Cesarea atestigua la
autenticidad de la Demostración: "Además de los escritos de Ireneo
que se han mencionado y de sus cartas, conocemos también un libro
suyo muy corto y utilísimo contra los griegos, que se titula De la
ciencia, otro dedicado a un hermano por nombre Marciano Para la
demostración de lapredicación apostóli~a"'~,
etc. Esta obra que parecía
definitivamente perdida, fue descubierta en 1904 en traducción
armenia. El prólogo de la Demostración indica el objeto del libro:
exponer a Marciano "brevemente la predicación de la verdad", dán-
dole al mismo tiempo "las pruebas de los dogmas divinos" 1 4 . La pri-
mera parte es una exposición de la fe en forma histórica, siguiendo
las grandes etapas de la historia de la salvación 15. La segunda es la
demostración propiamente dicha; el autor aporta los textos del
Antiguo Testamento que son el anuncio de los principales misterios
de Cristo 16.
La Demostración es la primera exposición cristiana que poseemos
de una presentación catequética de la historia de la salvación, que
vendrá a ser esencial en la catequesis posterior.
12. Sources Chréiiennes, n ú m . 62, t r a d . L. M . FROIDEVAUX, 1 9 5 9
13. klistoria Eclesiástica, 5. 20 y 26.
14. Demostr. 1 - 8 .
15. Demostr. 9-42.
16. Demostr.. 43-97.
F U E N T E S
Tertuliano (160-220)
Alrededor de los afios 205-206, por tanto, muy probablemente en
el periodo católico de su vida, escribió Tertuliano su Tratado del
Bautismo 17, en el que nos informa muy detalladamente sobre la cate-
quesis sacramental. Es un tratado cuyo objeto inmediato es defender
el sacramento del Bautismo contra los que lo atacaban, en particular
contra un tal Quintilla, de la secta de los cainitas, quien profesaba
que toda materia es mala y, por tanto, el agua del bautismo debe
rechazarse. El De Baptismo es la primera exposición completa sobre
el sacramento del Bautismo, y servirá de modelo a otras obras poste-
riores. Tertuliano expone aquí la doctrina católica del bautismo, su
necesidad, efectos, ritos, figuras. Pero el principal interés de este tra-
tado consiste en el ejemplo preclaro que ofrece de interpretación de
las figuras del bautismo en el Antiguo y Nuevo Testamento, tal como
encontraremos más tarde en toda la tradición catequética.
San Cipriano (210-258)
Varias veces hemos aludidoa la existenciade los Testimonia,colección de
citas del Antiguo Testamento, que habían de servir de fuente común a la
catequesis l a . San Cipriano nos da uno de estos testimonios esenciales con
sus Testimonia ad Quirinum (249-250), colección de citas del Antiguo
Testamento, clasificadas según el plan mismo de la catequesis: la primera
parte va dedicada a la catequesis dogmática; la segunda, abundante pero
difícil, a la catequesis moral. Encontramos aquí los mismos textos del
Antiguo Testamento agrupados del mismo modo que en la primera carta
de Pedro, en la Carta de Bernabé y en la Demostración de Ireneo. Otras
coleccionesde este tipo parece que ya existían entre los judíos.
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.
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17. T r a d u c c i ó n
18. C . S . E . L . , 111, 1, p p . 35-184.
LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S I G L O S
Clemente de Alejandria (tantes del a. 215)
El principio del siglo 111 seíiala un momento clave en todos los
campos de la vida de la Iglesia. Los cristianos dejan de vivir en
pequeíios grupos e invaden la sociedad. Entonces el problema está en
saber qué es lo que van a conservar de las costumbres de esta socie-
dad y qué es lo que rechazarán, de qué manera van a vivir como cris-
tianos su vida familiar, económica y política. A este problema trata
de responder el Pedagogo de Clemente de Alejandria 19. Allí encon-
tramos lo que debía ser el contenido de la catequesis moral en aquel
tiempo. Cada detalle concreto de la vida diaria es puesto alli en con-
frontación con el mensaje evangélico, en unas perspectivas que hoy
resultarían muy actuales, aunque no aplicables al pie de la letra.
Orígenes (hacia el 185-253154)
Orígenes es el primer catequista que conocemos con precisión.
Eusebio de Cesarea nos describe cómo llego a serlo 'O:
No había nadie en Antioquía dispuestopara catequizar...A los 18
años, él (Orígenes) entró en la escuela de catequesis... Viendo que
acudían a él numerosos disci)ulos, como estaba solo...pensó que era
incompatible la enseñanza de las cienciasgramaticales con la que
tienepor objeto dar conocimientos divinos, y sin tardar rompió con
elprimer trabajo. En adelante había de dedicar su vida exclusiva-
mente al estudio de la Escritura y a laformación de catecúmenos,
lo cual, en esta época de persecuciones, era muy peligroso 21.
~ - p
1 9 . Sources Chrbtiennes, núms. 70 y 1 0 8 ; I n t r . 1. M A R R O U .
20. Historia Eclesiástica, 2 , 3.
21. Historia Eclesiástica, 3 , 3 - 7
F U E N T E S
Otras ilustraciones sobre la estructura de la catequesis y la organi-
zación del catecumenado se encuentran esparcidas en toda su obra,
principalmente en su Contra Cehum.
EL SIGLO I
V
La catequesis de adultos es en el siglo IV uno de los elementos más
trascendentales en la vida de las comunidades cristianas. El número
de estos adultos crece en la medida en que se ha ido perdiendo la cos-
tumbre de bautizar a los nifios de familia cristiana. Se les hacia cate-
cúmeno~
-como sucedió con San Agustín- y asi se retrasaba la
recepción del bautismo. En esta época la catequesis, tanto en Oriente
como en Occidente, era misión propia de los obispos Los grandes
obispos de entonces nos han dejado catequesis que son auténticas
obras maestras.
Cirilo de Jerusdén (3131315-387)
Las 18 Catequesis de San Cirilo de Jerusalén, que hoy conocemos,
fueron pronunciadas por él a lo largo de la Cuaresma y de la sema-
na pascua1 del a80 348 22. Son una serie completa de catequesis de
iniciación. Les precede una Pro-catequesis o predicación introducto-
ria que debió de ser pronunciada en el primer domingo de
Cuaresma. Vienen a continuación dieciocho catequesis pre-bautis-
males; de éstas, las trece últimas son comentarios ai símbolo.
Afiádense a éstas otras cinco catequesis postbautismales o mistagógi-
cas: dos sobre el bautismo, una sobre la unción y dos sobre la euca-
ristía. Se discute acerca de la atribución de las catequesis mistagógi-
-
22. T r a d u c c i ó n i n t e g r a , J. Bouvet, c o l . Los Escritos de los S a n t o s , Soleil L e v a n t .
N a m u r , 1962.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS S I G L O S
cas a San Cirilo. Pero esto no quita nada de su valor; efectivamente,
son un monumento capital del siglo IV.
Teodoro de Mopsuestia (t428)
Las dieciséis Homilias Catequéticas l3 de Teodoro de Mopsuestia
nos llevan a Antioquia. Se cree que fueron pronunciadas el afio 392.
Sólo las conocemos en una traducción siriaca recientemente descu-
bierta. Las diez primeras Homilias son comentarios del sfmbolo, muy
parecidos a los de Cirilo de Jerusalén. Sigue una homilía sobre el
Pater y después cinco catequesis mistagógicas: dos sobre el bautismo,
una sobre la unción y dos sobre la eucaristía. Parece que fueron pro-
nunciadas antes de la recepción de los sacramentos.
Juan Crisóstomo (a. 354-407)
Las Ocho Catequesis bautismales de San Juan Crisóstomo han sido
descubiertas hace muy poco (a. 1955) en un manuscrito del monte
Athos por A. Wenger. Son tres homilfas pre-bautismales y cinco
post-bautismales predicadas durante la semana de Pascua a los neó-
fitos. Estas últimas constituyen el aspecto original de la obra cate-
quética de Juan Crisóstomo. En lugar de ser una explicación de los
sacramentos, son un tratado de moral cristiana sobre la vida de gra-
cia según las cartas del apóstol San Pablo. Lo más probable es que
hayan sido escritas alrededor del afio 390.
23. T e x t o y traducción francesa e n Studi e Testi, 145. C i t t á d e l V a t i c a n o , 1 9 4 9
24. Sources Chritiennes, n ú m . 50, 1957, t r a d . f r a n c . A KIFS(;f'R
FUENTES
Proclo de Constantinopla (t446)
El Padre J. Leroy editó el aíio 1967 por primera vez una mistago-
gia bautismal de Proclo, obispo de Constantinopla en la primera
mitad del siglo V 25. Se puede comparar con las homilias bautisma-
les de Juan Crisóstomo. El texto contiene preciosas indicaciones
sobre la iniciación cristiana: renuncia a Satanás y adhesión a Cristo,
fórmula de la renuncia a Satanás, descripción del candidato en el
momento de la renuncia en actitud de orante vestido sólo con la
túnica, las manos hacia el cielo, los pies desnudos sobre un tapiz Este
texto nos da información sobre Constantinopla equivalente a la que
ya teniamos sobre Jerusalén por Cirilo, sobre Antioquia por el
Crisóstomo, sobre Milán por Ambrosio y sobre Africa por Agustin.
Ambrosio (a. 339-397)
Tenemos ya en el De Mysteriis de San Ambrosio un documento
occidental (a. 390-391) 26. Son catequesis mistagógicas análogas a las
de San Cirilo, pronunciadas durante la semana de Pascua. El De
Mysteriis presenta estrecha relación con otra obra, el De Sacramentis.
Según los estudios más convincentes, se cree que el De Sacramentis
fue escrito con notas rápidamente tomadas durante las catequesis
habladas, para uso interno de la Iglesia de Milán. Esto explica su esti-
lo un poco más descuidado, a la vez que el hecho de que este trata-
do sea más completo que el De Mysteriis. Éste, por el contrario, con-
serva un aspecto más literario; fue escrito para su publicación; por
eso, omite ciertos datos que se encuentran en el De Sacramentis; la
ley del arcano prohibia hacer llegar a los paganos las palabras del
bautismo, de la consagración o del Padrenuestro, por ejemplo, todas
2 5 . Studi e Testi, 247, pp. 184-194.
2 6 . Sources Chritiennes, n ú m . 2 5 , trado. franc. d e D O M BOTTE, 1950.
LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S
las cuales se hallan en el De Sacramentis. El interés concreto que pre-
sentan ambos tratados radica en que nos dan una explicación de los
sacramentos en función de una tipologia bíblica.
Rufino de Aquilea
El Tratadossobre el Simbolo de Rufino se ocupa de un tema directo
catequético. Representa la tradición romana en contraste con los
africanos y milaneses 27.
Nicetas de Remesiana
Nicetas, obispo de Remesiana en Dacia a fines del siglo IV, publi-
có, según dice Genadio 28,una Instructio ad Competentes. A. E.
BURN publicó algunos fragmentos, y posteriormente Klaus GAM-
BER trató de hacer su reconstrucción a base de los fragmentos publi-
cados por Burn y otros fragmentos nuevos. La primera tentativa de
Gamber no fue demasiado feliz, como demostré en otro lugar 29,
Pero más tarde volvió sobre el tema de un modo mucho más con-
vincente. El interés de la Instructio reside en el hecho de ser la única
catequesis completa latina que conocemos de aquella época.
El resumen de Genadio nos permite ver a qué correspondfa el tra-
tado. El libro 1 corresponde a la Procatequesis y a las hornillas de los
tres primeros domingos de Cuaresma de Cirilo de Jerusalén. El libro
11parece que presenta la ensefianza sobre Dios creador y providente,
que constituía la explicación de la primera parte del sfmbolo, a par-
tir del cuarto domingo de Cuaresma. El libro 1
1
1se refiere al Hijo y
al Espiritu Santo. El libro IV, contra los horóscopos, es difícil de
27. P.L. 21. 3 3 5 - 3 8 6 .
28. Vir. 111, 22.
29. Erasmus, 1 9 (19671, 1 4 7 - 1 5 1
F U E N T E S
situar. El libro V corresponde a las homilias de la Semana Santa. El
libro VI a las catequesis mistagógicas después de Pascua 30.
Conservamos algunos sermones de Agustfn referentes a la prepara-
ción al bautismo, en concreto a la "traditio symboli", que tenfa lugar
el cuarto domingo de Cuaresma en el Occidente, y a la "reditio sym-
boli" del Domingo de Ramos 3'.
Quodvultdeus'
El obispo africano Quodvultdeus tiene una serie de sermones sobre
el símbolo relacionados con su presentación a los competentes3'.
Egeria
El Itinerario de Egeria 33 es un documento fundamental para el
estudio del marco de la catequesis. Esta mujer, que visitó Tierra
Santa en un largo viaje que duró muchos afios, describe entre otras
cosas a sus "hermanas' todas las ceremonias de Cuaresma y de
Semana Santa que se celebraban en Jerusalén a fines del siglo IV, y
nos proporciona una información preciosa y completa sobre todas
las circunstancias de la preparación al bautismo.
30. Die Autorschaft von De Sacramenris, R e g e n s b u r g , 1967.
31. P.L. 40, 6 2 7 - 6 3 6 .
32. P.L. 40, 6 3 7 - 6 6 8 .
33. Sources Chr.!t~ennes, n ú m . 21. 1948, t r a d . f r a n c . P É T R É
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS S I G L O S
ESCRITOS METODOL~GICOS
Otros textos han sido agrupados aparte, ya que se dedican más
bien a informarnos sobre la organización del catecumenado, la
estructura y el método catequético, y no tanto sobre el contenido
propiamente dicho de la catequesis. Se trata principalmente de la
Traditio Apostolica de Hipólito de Roma y el De Catechizandis
Rudibus de San Agustfn.
El Discurso catequético de Gregorio de Nisa es otro documento que
se suele aiíadir, porque ofrece un buen ejemplo de adaptación peda-
gógica a un auditorio determinado.
Hipólito (7 235)
La Traditio Apostolica 34 de Hipólito de Roma es una especie de
ritual o reglamento eclesiástico sobre la ordenación de obispos, sobre
las diversas órdenes de la Iglesia, la iniciación de los catecúmenos, las
observancias cristianas (eucaristía, ayuno, horas de la oración diaria).
Dos interrogantes plantea esta obra: jcuál es el original?, ¿quién es su
autor? Poseemos cuatro versiones paralelas que hacen pensar en una
fuente común y consienten darse una idea bastante exacta sobre el ori-
ginal. La obra es, sin duda alguna, del siglo 111, probablemente de
hacia el 215-220. Se presenta como "Tradición de Hipólito". Este es
un sacerdote de la Iglesia de Roma. Sabemos que se opuso violenta-
mente al Papa Calixto, a quien reprochó su "laxismo". La Traditiopre-
senta algunos rasgos de rigorismo. Pero no se puede por eso tener por
verosímil la tesis 35 según la cual esta obra sería el manifiesto de un
"integrista" en protesta contra las innovaciones litúrgicas de un Papa
"progresista". Por el contrario, todo hace pensar que la Traditio nos
3 4 . Sourcrs Chreliennes, n ú m . 11, 1946, trad. franc. d e DOM BOTTE
35. lIANSSENS, Ln Lirurgie d'ffippolyte, Roma, 1959.
FUENTES
refiere con fidelidad el estado de la liturgia y disciplina romanas a
principios del siglo 11136,Para nosotros tiene interés, porque describe
de manera precisa la organización del catecumenado en una época en
que le encontramos ya muy floreciente y dotado de una fuerte estruc-
tura 37.
Con el De CatechizandisRudibus de San Agustin contamos ya con
un documento capital sobre el método catequético, que cobra una
maravillosa actualidad tanto por su estilo como por las preocupacio-
nes que lo inspiran 38. El diácono Deogracias, que lleva la catequesis
en Cartago, se encuentra muy desalentado. Le parece estar muy por
debajo de su cometido y que no es capaz de sembrar interés en el
auditorio. Entonces escribe a Agustfn pidiéndole consejo. Este le res-
ponde haciendo análisis de las diversas causas de fracaso en la cate-
quesis y presentándole las líneas de una espiritualidad del catequista.
Es un admirable tratadito para uso de los catequistas del siglo IV.. Y
para los de hoy. Tiene la ventaja de ocuparse también de los comien-
zos del catecumenado, es decir, de la fase de preparación remota al
bautismo; las demás obras que conocemos sólo se fijan en la prepara-
ción inmediata del catecúmeno al bautismo El De Catechiurndis da
también un importante modelo de catequesis siguiendo la historia de
la salvación.
36. Cfr. Sources Chrktiennes, i n t r . B O T T E , PP. 8 - 9 , Y D O M C A P E L L E ,
" L ' i n t r o d u c t i o n du C a t é c h u m é n a t a R o m e " , R . T . A . M . , abril, 1933, página 1 2 9 .
3 7 . Traditio Apostolica, 16-21.38. Oeuvres de Saint Augustin, 11, trad. G . Consés e t J .
FARGES, Desclée de Brouwer, 1949.
38. Oeuvres de Saint augustin, 11, trad. G . Consés e t J . FARGES, Desclée de
Brouwer, 1949.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
Gregorio de Nisa (t394)
El Discurso catequético de Gregorio de Nisa presenta la clara inten-
ción de adaptar la catequesis a un ambiente netamente especifica-
d ~ ~ ~ .
Se trata aqui de intelectuales caracterizados por su neoplatonis-
mo. Gregorio desde un comienzo se sitúa en su modo de pensar y de
razonar, y utiliza sus propios argumentos para demostrar las verda-
des de la fe, para esclarecer algunas dificultades más concretas y resal-
tar aquellos puntos que son para ellos más interesantes, etc. Nos
brinda aqui un ejemplo importante de adaptación pastoral.
3 9 . Coll. Hernrner-Lejar, t r a d . M É R I D I E R ,
19.
Capítulo 1
1
E S T R U C T U R A DE LA CATEQUESIS
Sin duda la expresión de estructura de la catequesis puede entender-
se de muy diversas maneras. Aquí nos fijamos en ella en cuanto se dis-
tingue del contenido doctrinal que estudiaremos en este mismo libro
más adelante. Pero tampoco conviene minimizar la importancia de esta
estructura, reduciéndola simplemente al marco dentro del cual se encie-
rra la doctrina. Tal vez nada expresa mejor el carácter de iniciación inte-
gral a la vida cristiana que es la catequesis, como la estructura en que se
apoya y que le ayuda a expresarse. Se correría el riesgo de no entender
nada sobre el alcance real del contenido de la catequesis, si desconocid-
ramos la exigencia a la que responde y el desarrollo que toma.
Toda estructura, sea en el campo que sea, es el modo orgánico en
que los elementos se unen entre sí dentro del conjunto. Esta defini-
ción se aplica con toda propiedad a la catequesis, cuya estructura se
delinea por las dimensiones temporales, sociales y espirituales que
constituyen los pasos de conversión.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
Primeramente, la dimensión temporal: la preparación al bautismo
necesariamente se desarrolla en el tiempo, etapa por etapa, según el
dinamismo de toda clase de vida y de crecimiento. Esto ya lo adver-
timos, aunque de modo global e implicito, en el Nuevo Testamento.
Al final de esta época en que ahora nos ocupamos, nos será ya posi-
ble distinguir una preparación remota al bautismo; luego, el catecu-
menado propiamente dicho; y finalmente, la preparación inmediata
escalonada también según un ritmo preciso. Es un primer aspecto de
la estructura de la catequesis. Pero el que se prepara asi al bautismo
no es un individuo aislado; vive en una comunidad, de la que es soli-
dario, y esta comunidad -la Iglesia- se prepara a acogerlo en su
seno, después de haberle acompafiado a lo largo del camino. Existe,
por tanto, una dimensión social de la catequesis, la misma del cris-
tianismo; ya veremos como ésta se expresa de manera visible y cada
vez más institucional, a medida que avanzamos en los siglos.
La preparación al bautismo es para el catecúmeno una aventura
espiritual en la que todo su ser se compromete. Tendrá que conocer
el contenido de su fe en la historia de la salvación, y la catequesis se
hará dogmática. Pero deberá también encarnarse cada día en todas
las dimensiones de la vida humana, y asi la catequesis se hará moral.
Y desde el momento en que se le admite a la fuente de vida de los
sacramentos, tendrá que aprender toda la riqueza de éstos en una
catequesis sacramentaria. Todos estos aspectos nos están indicando
nuevas dimensiones. Nos queda sólo profundizar en una última
dimensión. Porque no se entra en esta nueva vida sólo por el cono-
cimiento, sino también y sobre todo por la experiencia, que es fun-
damentalmente conversión, combate espiritual, lucha contra el
demonio para adherirse a Cristo. Por esto, la catequesis adquiere
también un carácter ritual a lo largo de la preparación al bautismo,
durante la cual la Iglesia pone todos sus recursos de oración y de
ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS
acción al servicio de quien ha de entrar en el combate entre Cristo y
Satanás.
La estructura de la catequesis es esta conjunción de todos los ele-
mentos que constituyen el camino hacia el bautismo. Parece que es
posible dividir este manojo en dos grandes orientaciones simples. La
primera, en cuanto a extensión, se expresa esencialmente por etapas
sucesivas. La segunda, más en profundidad, junta a la vez los dife-
rentes aspectos que ya hemos destacado en cada momento de la cate-
quesis. Nos serviremos de ambas orientaciones para describir la
estructura de la catequesis. Comenzaremos por seguir el desarrollo
del catecumenado tomando como hilo conductor la Traditio
Apostolica de Hipólito de Roma, complementada con los testimonios
que nos ofrece el siglo IV. Trataremos luego de presentar lo comple-
jo de la catequesis, recorriendo cada una de sus etapas. Pero como la
estructura es única, concluiremos teniendo en cuenta a la vez ambas
orientaciones, tal como las hallamos sorprendentemente unidas en la
proximidad del bautismo.
Esta unidad tiene que ponernos en guardia contra la tentación bas-
tante corriente de una concepción demasiado formalista del catecu-
menado. Se correria el peligro de confundir la estructura prohnda y
la organización institucional. La organización del catecumenado no
es un fin, sino un instrumento. Siempre dice relación con el paso
fundamental de conversión a Cristo, que ella misma expresa y man-
tiene. No parece ilusorio el peligro de hacer discurrir el camino hacia
la fe por los cauces hoy ya bien conocidos de un catecumenado "ins-
titucional". Ciertamente, las etapas de este camino serán siempre
fundamentalmente las mismas; es aquí donde nos encontramos con
nuestra estructura. Pero su duración, sus modalidades externas pue-
den variar. Hay una libertad del Espíritu que la institución nunca
~ u e d e
entorpecer; los testimonios del Nuevo Testamento nos lo
LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
recuerdan. Muchas veces habrá que abreviar el catecumenado, si el
postulante tiene ya las disposiciones requeridas: fe profunda, con-
versión anterior, conocimiento. Otras, por lo mismo, será necesario
prolongarlo. Siempre habrá que dar flexibilidad a esta institución, y
no olvidar que nos encontramos en la historia de la Iglesia con auto-
ridades para todas las opiniones.
Pediremos en primer lugar al Nuevo Testamento que nos dé los
elementos de juicio. Descubriremos asi los primeros testimonios
reveladores de una estructura de la catequesis, confirmada por otra
parte en otros documentos arcaicos no canónicos.
EL N U N O TESTAMENTO
Y LA CATEQUESIS CRISTIANAANTIGUA
Leyendo el libro de los Hechos de los Apóstoles, parece que el bau-
tismo comenzó a darse muy rápidamente. Ya el dia de Pentecostés
fueron alrededor de 3.000 las personas que fueron bautizadas '. ¿Es
que no existía entonces ninguna catequesis antes del bautismo?
Sabemos que existia entre los judfos prosélitos. ¿Habrá que pensar
que la intervención poderosa del Espiritu llevaba a los primeros cris-
tianos a prescindir de una preparación? Inspirados por el Espiritu
Santo, Felipe y Pedro bautizaron al eunuco de la reina de Etiopia y
al centurión Cornelio 3. Igualmente Pablo fue admitido al bautismo
después de una manifestación del mismo Jesús. La espera fue muy
corta para todos. Pero si nos fijamos más de cerca en estos relatos de
conversión hallaremos ya en ellos una presentación abreviada de
todas las etapas de preparación del bautismo.
1. A c t . A p . , 2 , 41.
2. Act. A p . , 8 , 26-40
3 . Act. A p . , 10, 1-11
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
En realidad, en los tres casos que nos interesan, la primera de estas
etapas fue larga. Es la de su fe judia vivida anteriormente con fideli-
dad. El alto funcionario de Candace volvía de "adorar en Jerusalén"
y venia leyendo la Escritura; el centurión Cornelio era "piadoso y
temeroso de Dios, daba limosna y oraba sin cesar a Dios", en cuan-
to a Pablo, su celo por la fe judia le llevaba hasta perseguir a la nueva
Iglesia. No puede, por tanto, decirse que se les haya conferido el bau-
tismo despreciando toda preparación anterior. Al contrario, su fe
judia fue para ellos el mejor catecumenado. "El eunuco no estaba
inactivo, nota Tertuliano. No fue un deseo repentino lo que le llevó
a pedir el bautismo, sino que habia acudido al Templo para orar y
estaba dedicado a la lectura de la Sagrada Escritura. Asi le encontró
el Apóstol enviado espontáneamente por Dios" 4.
Existencia y objeto de la catequesis
La segunda etapa, la que prepara directamente al bautismo, es
breve en verdad. Pem supone una enseiíanza real. No se la cita explí-
citamente, y en los Hechos es imposible distinguir kerygma y cate-
quesis. Una huella podemos encontrar en la expresión solemne de
San Lucas: "Abriendo la boca", que se aplica tanto a Felipe como a
Pedro; y Pablo nos dirá que durante los tres dias que separaron la
visión de Damasco de su bautismo, recibió "la tradición de los
Apóstoles". No bastó la intervención directa del Espíritu Santo. Era
necesario que la fe fuese anunciada: "¿Entiendes lo que estás leyen-
do?, pregunta Felipe al eunuco. Pero jcómo puedo entenderlo, res-
ponde, si nadie me lo explica?" "Aqui estamos todos nosotros reuni-
dos ante Dios para escuchar cuanto te ha sido mandado por el
Seííor", dice Cornelio a Pedro, a quien ha enviado a buscar. Entonces,
4. T E R T U L I A N O . De Boptismo, 1 8 , 2 .
-41 -
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
los dos Apóstoles se fueron "a anunciarles a Jesucristo". Este es pre-
cisamente el objeto de la catequesis. A estos judíos sólo les falta creer
que es Jesucristo Aquel en quien se cumplen las profecias:
"Estolo atestiguan todos los Pro+: quepor su nombre recibe el
perdón de lospecados todo el que cree en 21"'.
Esto es ya muy importante para nosotros, puesto que es lo que espe-
cifica la catequesis. El Antiguo Testamento contiene ya lo sustancial
de la fe. El Nuevo Testamento enseíia que todo esto se cumplió con la
venida de Jesucristo. Una vez que la adhesión de la fe alcanza ya a este
acontecimiento, entonces ya puede darse el bautismo.
El fiador
La tradición posterior nos enseña que, para asegurar el bautismo,
es necesario que alguien salga fiador ante la Iglesia de las disposicio-
nes de quien pide el sacramento. Es la comunidad cristiana repre-
sentada en la persona del padrino. En el libro de los Hechos no falta
tampoco el padrino: es el Espíritu Santo, que interviene antes, en y
después de la conversión, a no ser que sea Cristo mismo, como es el
caso de San Pablo. "¿Acasopuede uno negar el agua del bautismo a
quienes han recibido también el Espiritu Santo como nosotros?" 6.
Así reconoce Pedro la garantía suprema del Espíritu. &ta no es nega-
ción de las garantias que se requieren ordinariamente, sino sencilla-
mente una superación de ellas:
"Vorotrossabéis quepara unjudío estdprohibido tratar o visitar a
uno de otra raza. Pero Dios me ha ensefiado a no llamar sucio o
impuro a ningún hombre. Por eso he venido sin dudarlo cuando
me habéis llamado"'.
5 . A c t . A g . , 10, 4 3 .
6 . Acr. A p . , 1 0 , 4 7 . Ver MICHEL D U J A R I E R , Le parrainage des adulte aux trols pre-
miers s12cles de I'Eglise, París Le Cerf, 1962, p á g i n a s 1 2 1 - 1 4 8 .
7 . A c t . A p . , 1 0 , 2 8 .
A continuación se nos dice que Pedro encontrará serias dificulta-
des para convencer a la comunidad de Jerusalén de la intervención
directa y real del Espíritu Santo; esto nos prueba que ella se sentía
responsable en la admisión de los nuevos cristianos.
El ayuno
El relato de la conversión de San Pablo tiene un interés particular
para nosotros, al testimoniar la preparación al bautismo mediante el
ayuno: 'Fermaneció tres días ciego, sin comer ni beber. " Encontramos
ya aqui lo que ha de ser uno de los componentes esenciales del cate-
cumenado, hasta el punto de que llega a influir en la estructura del
año litúrgico, ya que el ayuno de la cuaresma no es sino el ayuno pre-
paratorio a la recepción del bautismo. El sentido de este ayuno no es
ante todo ascético. En el judaísmo de entonces parece equivalente al
exorcismo, y reviste, por tanto, un valor ritual. Es la expresión del
combate espiritual ': la preparación al bautismo es un tiempo de
prueba en el que el demonio trata de mantener bajo su dominio a
quien está a punto de escapársele. Esto arroja bastante luz sobre el
verdadero carácter de la conversión anterior, mirada no sólo en su
aspecto moral, sino en su referencia a la historia de la salvación como
acción de Cristo.
Los datos de los escritos no canónicos del periodo cristiano primi-
tivo confirman la existencia de un tiempo de preparación al bautis-
mo consagrado a la enseñanza, al ayuno y a la oración.
En cuanto al bautismo, dadlo de este modo: Después de haber ense-
fiado cuantoprecede, bautizad... Que el bautizado, el que bautizay
lazdemái personas, si pueden, ayunen antes del bautismo. Al menos
al bautizado se le ordena que ayune un día o dos antes 9...
-
-
8. Cfr. M t . , 17 21: h a y dos demonios, e t c .
9. Didachk, 7 .
LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
Que el que quiera ser bautizado imite a Zaqueo... que dé su nom-
bre, escuche la ensefianzay después de haber ayunado, se le bau-
tice '
O
.
Otro pasaje de este mismo documento apócrifo nos habla de una
mujer "que pide ser bautizada inmediatamente... Pedro le pide al
menos el ayuno durante un día"; es un nuevo ejemplo de prepara-
ción abreviada al bautismo, porque hay una sefial manifiesta de fe;
pero siempre se exige un mínimo de tiempo.
Pasos de la catequesis
Cuando este tiempo era más largo, i p ~ d e m ~ s
pensar que, desde sus
orígenes, la catequesis estaba estructurada en etapas sucesivas? Un
pasaje de la Carta a los Hebreos plantea la cuestión:
Pues aunque, por el tiempo, debíais ser maestros, otra vez tenéis
necesidad de que se os ensefien los primeros rudimentos de la doc-
trina de Dios, y habéis llegado a tener necesidadde leche, no de ali-
mentos sólidos. Ytodo el que se alimenta de leche no haprobado la
pahbra dejusticia, pues es un niiío; en cambio, el alimento sólido
espara los hombres maduros, que, por costumbre, tienen ejercitado
el sentido de discernir el bieny el mal. Por eso, dejando lapalabra
de lo elemental de Cristo, elevémonos a lo m h perfecto, sin volver
otra vez alfindamento de la conversión... ".
Es el primer texto en que encontramos una distinción entre una
ensefianza religiosa elemental y una ensefianza más desarrollada. El
contenido de lo que será esta ensefianza elemental se define inme-
diatamente después. Consiste en la renuncia al pecado, la fe en Dios,
los bautismos, la resurrección de los muertos y el último juicio. Todo
-- .- ~p
!' Recognir~onerClementinae, 3 , 67. N o t e m o s a q u í la m e n c i ó n d e la i n s c r i p c i ó n d e l
n o m b r e , q u e v e n d r á a s e r e n e l siglo IV u n c o m p r o m i s o s o l e m n e .
" H b r . , 5, 12; 6 , l .
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
esto es el resumen de la fe judía. Según Kosmala 12,el autor de la
carta dirigida a los judíos, entendería que el judaísmo constituye la
ensefianza elemental. La ensefianza superior sería entonces la procla-
mación de Jesucristo. Por tanto, no se trataría de diversos niveles
dentro de una misma formación, sino más bien de etapas sucesivas:
10s paganos que no creen en un Dios trascendente; los judios que
creen en lo que se llama ensefianza elemental; y los cristianos que
creen en Jesucristo... La oposición que hace aquí San Pablo seria,
pues, una oposición entre fe elemental en Dios y su perfecciona-
miento que es la fe en Jesucristo.
Es difícil dirimir el debate, y los exegetas no están de acuerdo en la
interpretación de este texto. Aunque hay que advertir que la oposi-
ción entre nifios que toman leche y adultos que comen carne apare-
ce varias veces en San Pablo con un sentido técnico. Parece ser que
desde los orígenes se distingufan dos clases de fieles: los niños peque-
fios (nepioi: los que no hablan) que reciben las verdades elementales
y esenciales; y los adultos por otra parte. Es la misma palabra que
emplea Pedro al dirigirse a los neófitos: "Como niños recién nacidos
desead la leche espiritual sin mezcla, para que crezcáis con ella hacia
la salvación" l3
El "nifio pequefio" sería entonces el que se encuentra todavía en
fase catequética, antes o después del bautismo, porque en el caso que
acabamos de citar 14, la ensefianza dada es una ensefianza postbautis-
mal que nos da el primer rastro de una catequesis sacramentaria dada
después del bautismo, como será mas tarde costumbre general 15.
12. Hebraer, Essenet. Christen, Leyde, 1957, pp. 3 0 - 3 8 .
13. 1 P t . , 2 , 1.
14. C f r . P. B O I S M A R D . U n e l i t u r g i e b a p t i s m a l e d a n s la P r i m a P e t r i " . R . B . , 6 3
( 1 9 5 6 ) , 1 8 2 - 2 0 8 .
15. El uso l i t ú r g i c o c o n s e r v a d o h a s t a n u e s t r o s d í a s d e leer e s t e pasaje e l d o m i n g o
d e s p u é s d e Pascua (Quasimodo) c o n f i r m a e s t a tesis y s i t ú a e s t a l e c t u r a e n e l
m o m e n t o p r e c i s o para e l q u e fue p e n s a d a .
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
ETAPAS DEL CATECUMENADO
Es significativo que el primer texto elaborado sobre el catecume-
nado provenga de principios del siglo 11. En el desarrollo de la vida
cristiana ésta es una etapa importante. La Iglesia constituye ya un
gran pueblo distinto, con vida organizada en todos los campos. En
ella el catecumenado ocupa un puesto de primer rango. Su existen-
cia es ya atestada por Tertuliano l6 y por Orígenes, que fue un gran
catequista. La Traditio Apostolica de Hipólito de Roma nos da una
descripción detallada 17. Puede decirse que desde comienzos del siglo
111 la estructura de la preparación al bautismo ya está determinada
en sus líneas esenciales. El siglo IV, fecundo en obras catequéticas de
gran envergadura, no hará más que llevarlas a su plena expansión. La
abundancia de fuentes que poseemos nos permite conocerlas de
modo muy preciso y completo: en Oriente contamos con Cirilo de
Jerusalén, Teodoro de Mopsuestia, Juan Crisóstomo y el ltinerario
de Egeria; en Occidente, con Ambrosio y Agustfn. Todos ellos dan
testimonio de que en Jerusalén, Milán, Antioquía y Cartago la orga-
nización del catecumenado es la misma en su estructura general.
Apenas se encuentran más que variantes de poca importancia; y las
formas que entonces se fijan siguen siendo válidas en nuestro cate-
cumenado actual.
Desde el siglo 111 los catecúmenos constituyen en la Iglesia un
orden en sentido estricto, sometido a un periodo de prueba en el que
se estudia la aptitud de cada uno para llevar una vida cristiana y se
examina su fe. Se distinguen dos estadios, cada uno inaugurado por
un examen: el de la preparación remota al bautismo: catechoumenoi
en Oriente o audientes en Occidente; y el de la preparación inme-
diata: pho"tizomenoien Oriente o electi en Occidente.
16. De Baptismo, 20, l .
17. Trnditio, 16-21.
ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS
Después del bautismo, los nuevos cristianos tendrán todavía que
perfeccionar su iniciación a lo largo de un tercer estadio más breve,
porque se limita a la semana de Pascua, pero muy importante.
Durante estos días las catequesis mistagógicas revelarán a los neófi-
tos todo el sentido del sacramento que acaban de recibir.
Estamos, pues, en presencia de tres grandes etapas, a través de las
cuales el catecumenado llega a desarrollar la vida cristiana. Sin
embargo, otra etapa les precede generalmente. Aquella en la que los
paganos se informan sobre la fe cristiana, cuya proclamación han
escuchado y han visto vivir a otros. Es sabido que muchos eran estos
paganos que acudían para escuchar a Orígenes. El Occidente latino
les llama accedentes y San Agustín rudzs.
El primer examen
En cuanto estaban decididos a prepararse al bautismo, tenían que
presentarse a los "doctores", es decir, a los catequistas encargados de
someterlos a un examen en nombre de la Iglesia. Encontramos en la
TraditioApostolica una especie de inventario de puntos sobre los que
versaba este examen y una descripción detallada de su desarrollo.
Cuando se presenta a los "doctores", el "recién llegado' no viene
solo. Le acompaíían "los que le traen", es decir, los que más tarde lla-
maremos padrinos, que tendrán que testimoniar sobre él a lo largo
del interrogatorio.
Para asegurar mgor las disposiciones del candidato, dice San
Agustín, un medio muy útil... es informarsepor los qne rodean al
cateczímeno sobre sus disposiciones interiores y los motivos que le
arrastran hacia la religión 18.
18. De Catechiznndis Rudibus, 9.
LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
La función de padrinazgo se nos refiere aquí, por consiguiente,
como una institución ya hecha. Seiíala con fuerza la dimensión ecle-
sial y comunitaria del paso que ha dado el futuro catecúmeno; por
medio de los padrinos, la comunidad cristiana se presenta a sf misma
los candidatos; por medio de los doctores, verifica si la admisión de
los que se presentan va a ser en interés del entero cuerpo de la Iglesia.
Que los recikn llegados, que se presentan para escuchar la palabra,
antes de nada sean presentados a los doctores, antes que elpueblo
llegue. Que se lespida h razón por la cual e l h buscan hfi.Y h
que les traen, que testimonien sobre ellos, a j n de que se sepa si son
capaces de escuchar. Que se examine también su manera de vivir 19.
El examen, por tanto, se dirige ante todo a los motivos que abriga
el candidato. La historia pasada de la Iglesia reconoce que han inter-
venido en muchos demasiados abusos, demasiados móviles, no sólo
impuros, sino equivocados. Conviene verificar si de veras "buscan la
fe", si estin capacitados para "escuchar la palabra". Aqui es donde los
padrinos deberdn atestiguar sobre su candidato, para que se sepa
"que son capaces de escuchar".
En el caso en que se mire al cristianismo como medio único de
agradar a aquellos de los que se espera algún fnvor o para evitar
algúnfatidio, oporque de lo contrariopodrin seguirse algún mal
o enemistad, no se quiere en verdad ser cristiano se trata de disi-
mular. La fe no es un conformismo exterior, sino una adhesidn
interior '4
Pero afiade precisando San Agustin, el pedagogo:
Muchas veces la misericordia divina hará del catequista un instm-
mento suyo, despuh de un dihlogo que le haya interiormente rerno-
vido, nuestro hombre decidirá el venir a ser lo que antes había que-
19. Traditio Apostolica, 16.
20. De Catechizandis Rudibus, 9
E S T R U C T U R A DE LA CATEQUESIS
rido disimular Entonces, cuando comience a quererlo, habrd dado
unprimer paso verdadero 2
'
.
Una vez que se ha verificado la intención del recién llegado, se entra
en sus condiciones actuales de vida. El examen de la Iglesia -fre-
cuentemente severo- aparece entonces inspirado por el deseo de
asegurar que estas condiciones harán efectivamente practicable la
vida cristiana, sin compromiso con las costumbres paganas o inmo-
rales del ambiente.
El candidato ¿es esclavo o libre?, jesclavo de un creyente o de un
pagano? Si es esclavo, se procurará que el trato con su maestro garan-
tice el ejercicio de su vida cristiana. ¿Está casado o no? Que viva en
todo caso según los principios del matrimonio o del celibato cristia-
no. Hay casos, sin embargo, en que se nota una concesión a la poli-
gamia: "Que la concubina de un hombre, del que es esclava, si ha
educado a los hijos y le ha sido fiel, sea admitida; si no, que se la des-
pida" Pero también: "Que un hombre que tiene concubina deje esta
situación y se case legalmente. Si rechaza, despidasele." La Traditio
Apostolica propone en seguida una lista detallada (aunque no exhaus-
tiva) de los oficios compatibles o no con la fe cristiana. Han de eli-
minarse las profesiones inmorales:
Que se practique una investigación sobre ojicios y pro$siones de
aquellos que se acercanpara instruirse. Si algzlien es dueiío de una
casa que mantieneprostitutas, que cese o se le despiah.
Van eliminadas también las profesiones que suponen una conce-
sión al paganismo mitológico:
Si alguno es escultor opintor, que se le exhorte a no hacer idolos. Si
no quiere cesar,se le despida. Si alguno es actor, que cese o se le des-
oida.
2 1 . Ibfd. C f r . ClRlLO DE J E R U S A L É N , Ptocatequesis, 5: "Sucede t a m b i é n q u e s e
haya a c e r c a d o p o r u n m o t i v o e x t r a ñ o (...) A c e p t o e l c e b o d e e s t e anzuelo y t e a c o j o
a u n q u e v e n g a s t r a í d o por u n m o t i v o i n v á l i d o , d e s t i n a d o s i n embargo a la m a r a v i -
llosa esperanza d e la s a l v a c i 6 n . "
LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
Conocemos por el De Spectaculis de Tertuliano la razón de esta
intransigencia hacia los actores. Las representaciones teatrales eran
parte de la vida oficial de la ciudad y constituían actos de culto
pagano.
Si alguien enseiía a los ninos ciencias profanas, es preferible que
cese;pero si no tiene otro oficio, admítasele.
Enseiiar a Hornero o Virgilio suponía todavía prácticamente ense-
fiar la mitología pagana.
Si alguno es sacerdote de ídolos o guardián de ídolos, que cese o se
le despida. Al soldado que esté a las órdenes de un gobernador, se le
diga que no haga muertes (etc.).
Si hubiéremos omitido a l ' n a cosa, tomad vosotros la decisión más
conveniente, puesto que todos tenemos el Espíritu de Dios 22.
Sin duda nos ha extrafiado la intransigencia que manifiesta este
texto con algunos oficios. Hay que situarle en aquella época en que
el cristianismo trataba de distinguirse al máximo, por sus costum-
bres, del paganismo que le rodeaba. Sin embargo, nadie sabe si las
exigenciasde Hipólito fueron alguna vez respetadas al pie de la letra.
Tal vez merece aqui un poco el calificativo de "integrista" que se le
atribuye. Ocupa, sin duda, la posición extrema de una tendencia
rigorista; recuérdese que reprochó al Papa Calixto su laxismo al per-
mitir la relajación de la disciplina de la Iglesia. Ésta se había desa-
rrollado considerablemente en cuanto al número de miembros. Los
cristianos pertenecen cada vez más a todas las categorias de la sacie-
dad. Nacen de aquí circunstancias nuevas que exigen adaptaciones
de aquella disciplina de los comienzos de la Iglesia. El movimiento
emprendido por Calixto se irá desarrollando. Ya en el siglo IV, al
hacerse el Imperio oficialmente cristiano, los fieles son libres de ocu-
par todos los cargos de la sociedad. No obstante, prescindiendo del
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
idealismo de Hipólito en algunos puntos, hay que resaltar la preocu-
pación permanente, que informa este examen de entrada al catecu-
menado, de asegurar que el catecúmeno va a poder vivir de la fe en
la que va a ser instruido. Esto es lo que mejor nos enseiia que la cate-
quesis es una iniciación integral y no solamente un contenido de ver-
dades intelectuales.
Si la sinceridad de sus disposiciones es puesta en evidencia, el can-
didato entra ya en el catecumenado propiamente dicho. En Africa
esta introducción llevaba consigo la signación en la frente, la impo-
sición de manos y la sal 23. Estos nuevos catecúmenos se llaman cate-
chumenoi en Oriente y audientes o auditores en Occidente. Entonces
comienza para ellos el tiempo de preparación remota al bautismo.
;Pero cuánto tiempo va a durar?
Duración del catecumenado
"Queel catecúmeno se instruya durante tres aiíos", dice Hipólito 24.
Este tiempo puede parecer excesivamente largo, sobre todo si recor-
damos la rapidez con que se daba el bautismo en la época apostóli-
ca. Pero estamos en el siglo 111. Las persecuciones aún recientes han
hecho constar muchísimas defecciones entre los fieles, y ahora se
impone la urgencia de probar más seriamente la fe de los candidatos
al bautismo.
Hay que notar además que la entrada en el tiempo de catecume-
nado sefialaba ya muy fuertemente una pertenencia a la Iglesia,
como da a entender la participación de los catecúmenos en la litur-
gia de la Palabra. Ciertamente hay aqui una realidad de la que es pre-
ciso caer hoy en la cuenta: ya desde antes de la recepción del sacra-
- --
2 3 . E n las familias c r i s t i a n a s esta primera i n i c i a c i ó n se recibía ya d e los p a d r e s , y
e l niíio e r a c o n s i d e r a d o c o m o c a t e c ú m e n o . A s í sucedió c o n el mismo S a n A x u s t í n .
2 4 . Traditio, 17.
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
mento, el catecúmeno es considerado como miembro de la comuni-
dad eclesial. El tiempo del catecumenado se encargará de realizar su
integración progresiva en la Iglesia. Queda, sin embargo, dentro de
lo admitido, aun para Hipólito cuyas tendencias extremistas conoce-
mos, que puede haber una restricción de este tiempo, a condición
que la vida del catecúmeno ofrezca garantía:
Con todo, si alguienpone mucho interésy persevera en esta empre-
sa, que no se lejuzgue según el tiempo, sino según su conducta 25.
En el siglo IV la situación cambia por lo general. Muchas familias
cristianas se contentan con introducir a sus hijos en el catecumena-
do al poco tiempo de nacer y retrasan el bautismo hasta la edad adul-
ta 26. Muchos adultos, temiendo los compromisos bautismales, ten-
dían a prolongar indefinidamente el catecumenado. Ponían como
pretexto el miedo a volver a caer en el pecado después del bautismo.
Así resultaba que en caso de peligro de muerte, las gentes se precipi-
taban a bautizarse sin que les diera tiempo a la menor preparación.
Vemos entonces reaccionar vigorosamente a los obispos contra esta
tendencia. Gregorio de Nisa amonesta a los procrastinantes, "a los
que se retrasan" 17, y les invita a pedir el bautismo mostrándoles sus
ventajas y subrayando el peligro de permanecer perpetuamente cate-
cúmeno~
y los inconvenientes del bautismo en el lecho de muerte.
La misma preocupación constante de luchar contra esta clase de bau-
tismos encontramos en San Juan Crisóstomo:
Pero jcómo no va a ser un último grado de locura dejar siempre
para más tarde el bautismo?¡Oíd vosotros, catecúmenosy cuantos
dejáis vuestra salvación para el último suspiro!28.
p
.
-
-
2 5 . Traditio 1 7 .
26. Esto es contrario a la tradición de la Iglesia, que desde un principio bautiz6 a
los hijos de familia cristiana.
2 7 . P. G . 46, 6 0 9 .
2 8 . "Homilía 18 Traditio sobre San J u a n " ,P. G . 59, 115 B.
ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS
Esta lentitud en pedir el bautismo, que se hace corriente en el siglo
IV, da lugar a la llamada solemne que se hacía en Epifanía, en la que
todos los aiios el obispo fuerza a los catecúmenos a "dar su nombre",
es decir, a inscribirse para la preparación inmediata al bautismo.
Las instrucciones
Pero antes de llegar a la inscripción del nombre, que sefiaía la entra-
da en la fase de preparación inmediata ai bautismo, jcómo se organiza
el período de preparación lejana?La TraditioApostolica menciona unas
instrucciones 29. A
i menos en algunos lugares, se daba una ensefianza
especial a los catecúmenos. Estaba encargado de ella un "doctor", es
decir, un catequista. Éste era muchas veces un laico, como es el caso de
Orígenes. Para esta instrucción, el catequista reúne aparte a los catecú-
menos, lo más seguro antes de la asamblea general de la comunidad, de
la que ellosya son miembros. Y despuésde la instrucción participan en
la liturgia de la Palabra, siempre separados de los fieles 'O. No partici-
pan en la Eucaristía propiamente dicha, porque ellos todavía no se
benefician más que de una semiintegración en la vida eclesiai.
Cuando el doctor ha terminado su instruccibn, que los catecúme-
nos recen aparte de losfieles... Y una vez que han terminado de
rezar, que no se den el beso de la paz, porque su beso no es aún
puro. Que losfieles se den el beso de lapaz.
Después de la oracidn -continúa la Traditio Apostdlica- que el
doctor ore imponiéndoles las manos. Ya sea el doctor eclesiástico o
laico, que lo haga así jl.
Este es el aspecto ritual que se presenta ya en el estadio de prepa-
ración remota.
2 9 . Traditio, 18.
30. A veces los obispos y predicadores se dirigen directamente a ellos, l o que
demuestra que constituían una parte notable de su auditorio.
31. Traditio. 1 9 .
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
Todos los elementos de la catequesis, sobre los que más adelante
trataremos ampliamente, se hallan ya en este estadio del catecume-
nado, orgánicamente asociados al desarrollo de cada reunión de cate-
cúmeno~.
Una ensefianza, una oración y elementos rituales, vividos
en la comunidad: todo esto constituye ya fundamentalmente la ini-
ciación cristiana integral.
Esta etapa de preparación remota está, sin embargo, mucho menos
estructurada e institucionalizada que la de la preparación inmediata,
y en ella aún no se ha llegado a ninguna decisión precisa con relación
al bautismo. La llamada solemne de Epifanía publicada anualmente
por el obispo tiene como finalidad el ayudar a los vacilantes a tomar
esta decisión, para que la cuaresma próxima se encuentren dispues-
tos a entrar en la etapa decisiva.
Desde el siglo 111, en efecto, la preparación inmediata al bautismo
parece que coincide con la cuaresma 32. En todo caso, esto es absolu-
tamente cierto en el siglo IV, en el que la cuaresma va toda ella orde-
nada a la última fase del catecumenado. El Itinerario de Egeria ofre-
ce de ésta un testimonio muy evocador 33. La abundancia de docu-
mentos de esta época nos informa muy detalladamente sobre el desa-
rrollo de estas últimas semanas, pero ya la Traditio Apostolica nos
daba los datos esenciales.
Segundo examen e inscripción del nombre
La víspera del primer domingo de cuaresma, los catecúmenos que
deseaban ser bautizados daban su nombre al presbítero encargado de
esta misión. Al día siguiente tenia lugar una ceremonia muy solem-
ne que comprendía un examen y la inscripción del nombre.
3 2 . La cuaresma duraba ocho semanas e n Oriente y seis en Occidente.
3 3 . Cfr. también nuestra liturgia cuaresmal.
ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS
El que da su nombre, lo hace en la víspera de la cuaresma, y un
presbítero anota sus nombres... Al día siguiente, comienzo de fa
cuaresma, se k pone al obispo la sede en medio de f
a Iglesia
mayoE.., después se van acercando uno a uno los candidatos 3*.
Efectivamente, antes de ser admitidos al bautismo, los catecúme-
nos van a ser sometidos a un segundo examen bastante diferente del
primero, dado el espíritu que le anima. Se pregunta ahora por la con-
ducta de los catecúmenos durante su catecumenado ¿han demostra-
do con su vida que son dignos de ser bautizados?
Una vez escogidos aparte los que van a recibir el bautismo, se les
examina su vida: iban vivido piadosamente mientras eran catecú-
menos, han respetado a las viudas, visitado a los enfermosypracti-
cado buenas obras?Si los que les han traídoatestiguanque e l h han
observado esta conducta que escuchen el Evangelio 'I.
En el siglo IV, como hemos visto, la admisión de catecúmenos al
bautismo era tan importante, que el mismo obispo era quien exami-
naba a los candidatos. l?l es quien debe discernir las aptitudes para
entrar en la Iglesia. Los candidatos le son presentados por los padri-
nos y madrinas, y él les pregunta que den testimonio sobre la vida de
sus catecúmenos durante la preparación remota:
Si son hombres, vienen con su padrino, si son mujeres, con su
madrina. Entonces, para cada uno el obispopregunta a los vecinos
de aquel que ha entrado, diciendo: ';Lleva una vida honesta'
¿Respeta a sus padres? ¿No es dado a la bebida y a fa mentira?"...
Los que son defiera, a no ser que tengan testigos que les conocen,
logran llegar con menosfacilidad al bautismo 36.
También aquí aparece clara la importancia de la misión del padri-
no, hasta tal punto que los que no lo tienen, difícilmente son admi-
3 4 . Itinerario, 45.
3 5 . Traditio, 20.
3 6 . Itinerario. 45.
L A C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
tidos al bautismo. San Juan Crisóstomo lo sefiala igualmente.
Teodoro de Mopsuestia da a entender que el padrino interviene en
toda la iniciación cristiana. Es la comunidad la que puede juzgar
sobre la conversión real y total del catecúmeno, esto es, si por sus
"buenas obras" ha roto efectivamente con su conducta pagana habi-
tual. Lo cual significa que la preparación al bautismo fue y seguirá
siendo tanto obra del laico como del sacerdote, y que una iniciación
sin que la comunidad participe apenas tiene gran valor.
Durante el examen, Teodoro de Mopsuestia nos muestra al candi-
dato "con las manos extendidas en actitud orante y con la vista
baja..., los pies descalzos sobre una alfombra" 37. Con esto se mani-
fiesta el combate espiritual entre Cristo y Satanás, que "en ese mo-
mento trata de abogar contra nosotros, so pretexto de que no tene-
mos derecho a salir de su dominio" 38.
Si el examen es favorable, el obispo en persona inscribe de su puño
y letra en el "libro de la Iglesiawel nombre del futuro bautizado, que
así viene a ser electas, elegido, o photizomenos, el que va a ser ilumi-
nado. No es una pura formalidad administrativa. En ese caso, habría
bastado lo que el "sacerdote de servicio" hizo la víspera. Ser inscrito
en el registro, es quedar inscrito entre los ciudadanos de la Jerusalén
celeste:
Dadme vuestros nombres, para que yo los inscriba con tinta. El
Seiíor los grabará en tablas imperecederas, inscribiéndolos con su
propia mano 39.
Desde ahoraya estás inscrito en el cielo 40.
La ceremonia solemne de la inscripción del nombre termina con la
"procatequesis", homilía que pronuncia el obispo para dar sentido a
la preparación cuaresmal; así, la primera catequesis bautismal de San
3 7 . Hornillas C a t e q u t t i c a s , 1 2 , l .
3 8 . Hornillas C a t e q u l t i c a s , 1 2 , 1 8 .
3 9 . G R E G O R I O DE N I S A , " A d v e r s a s p r o c r a s t i n a n t e s " , P G . 4 6 , 4 1 7 R .
40. Hornillas C a t e q u t t i c a s , 1 2 , 16.
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
Juan Crisóstomo o la procatequesis de Cirilo de Jerusalén. El tema
de ella es paradisiaco y nupcial, e inspira a nuestros autores acentos
de hondo lirismo y mística:
Ya os llega unperfime defelicidad, iluminados. Ya estáis recogien-
do las flores misticas para tejer con ellas coronas celestes. Ya el
Espiritu Santo ha inspirado el dulce olor 41.
Tiempo degozo y alegría espiritual es kte en que nos encontramos.
Han llegado los dfas de las bodas espirituales, objeto de nuestro
anhelo y de nuestro amor 42.
Después los nuevos "iluminados" son invitados a velar, a orar, a
hacer penitencia y a asistir asiduamente a las catequesis, camino que
lleva hasta el cielo, porque "a lo largo del camino el dragón acecha a
los que pasan" 43. Este camino va a ir jalonado durante la cuaresma
por reuniones casi diarias. Un estudio atento de los diversos aspectos
de éstas nos va a llevar más adelante al conocimiento de la estructu-
ra de la catequesis, descubriéndonos, además de su desarrollo en el
tiempo, los elementos que la constituyen.
ELEMENTOS DE LA CATEQUESIS
Ya desde el siglo 111, y afartiori en el siglo IV, los catecúmenos se
reúnen no sólo el domingo, sino también todos los dfas de la sema-
na menos el sábado. Cada reunión, que dura muchas veces no menos
de tres horas, entre prima y tercia, comprende una enseiianza doc-
trinal, una iniciación moral y espiritual, y actos rituales. Toda la pre-
paración cuaresmal está concebida como un tiempo de retiro dedi-
cado a la oración y a la penitencia, y al acontecimiento de los miste-
rios de la fe. Todo esto no es nuevo para el catecúmeno, al menos si
~ C I R I L O
DE J E R U S A L É N , Procatequesis, 1.
4 2 . S A N J U A N C R I S ~ S T O M O
Ocho catequesis. 1 , 1
43. C I R I L O DE J E R U S A L E N , Procatequesis, 16.
LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S l G L O S
su preparación viene durando ya varios meses o afios. Pero parece
que en muchos casos el tiempo de preparación remota al bautismo
ha quedado muy poco institucionalizado, demasiado poco para
poder realmente preparar a los catecúmenos. En cuanto a los que
retrasan indefinidamente su bautismo, es bien probable que descui-
daran también su preparación.
Por eso, las seis u ocho semanas de cuaresma se presentan suma-
mente densas y completas. Las catequesis de San Cirilo de Jerusalén,
por ejemplo, forman un conjunto doctrinal en el que se ve la preo-
cupación por transmitir de un modo elemental, aunque completo,
todo el misterio de la fe, entroncado en la historia de la salvación. El
paso dado de conversión va ahondando con la oración y el ayuno. El
aspecto de lucha espiritual se intensifica mediante las diversas impo-
siciones de manos y exorcismos que seííalan la retirada progresiva del
demonio hasta llegar al triunfo de Cristo por la adhesión solemne del
que va a ser bautizado.
Aspecto ritud: exorcismos
Los exorcismosocupaban un lugar de preferencia en la liturgia bau-
tismal antigua. La Traditio Apostolica de Hipólito dice que son dia-
rios: "Apartir del día que son elegidos, que se les imponga cada día
las manos exorcizándolos" 44. En el siglo IV, el exorcismo constituye
lo esencial de la reunión del domingo reservada a los catecúmenos: El
escrutinio. Los ritos del exorcismo corresponden a éstos de nuestro
bautismo actual: palabras imprecatorias, exsu@tio en el rostro, sig-
natio en la frente, en los oídos y en la nariz. Encontramos en San
Cirilo de Jerusalén algunos detalles sobre las circunstancias de estos
exorcismos, sobre el modo en que son practicados y sobre su sentido:
- - --- -
4 4 . Traditio, 20
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
Los hábiles orfebres se sirven de delicados instrumentos para soplar
sobre las brasas,y así levantar laspepitas de oro ocultas en el crisol.
Avivando la llama es como descubren lo que buscan.Así cuando los
exorcistas mediante el '?opio"divino lanzanfiera el temory, como
en un crisol-que aquí sería el cuerpo- reavivan el alma, enton-
ces el demonio huye; queda la salvacidn, queda también la espe-
ranza de vida eterna,y finalmente el almapurzjcaah de susfaltas
adquiere la salvación 45.
Es cierto que los ritos de exorcismo tienen su origen en el cristia-
nismo antiguo. Son expresión de una teología del mal, del pecado
original que tiene alma cautiva y del misterio de la Redención. Hay
dos significados principales que es preciso sacar de los numerosos
comentarios que tenemos.
La función del exorcismo es principalmente el arrancar poco a
poco al catecúmeno de las fuerzas del mal y adherirlo a Cristo. El
tiempo de preparación al bautismo es un tiempo de lucha, de tenta-
ción; así, el relato de la tentación de Jesús abre la liturgia de cuares-
ma. Por lo demás es Cristo mismo quien combate para separar al
catecúmeno del Príncipe de las Tinieblas. San Cipriano 46 compara-
al catecúmeno con un judío que, perseguido por los soldados del
Faraón, huye de Egipto hacia el Mar Rojo, no estará salvado defini-
tivamente hasta que no haya pasado a la otra orilla. Los Padres ven
una analogía fundamental entre la liberación de Egipto, la resurrec-
ción y el bautismo. Estudiaremos más ampliamente esta tipologia
cuando hablemos de la catequesis sacramentaria. Se funda en la cer-
teza de que Dios continúa comunicando al hombre en situación
espiritual desesperada una salvación que jamás podría darle ninguna
liberación sociología o económica.
4 5 . C l R l L O DE JERUSALÉN, P~ocatequesis,9
4 6 . Carta 6 8 .
LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
Existe, además, en la base del rito del exorcismo toda una teología
dramática de la condición humana. Antes que Cristo libere al hom-
bre del pecado y de la muerte, éste vive sometido al mal. Este mal no
está en Dios, pero tampoco depende sólo de la voluntad del hombre.
Está por debajo de Dios y por encima del hombre. Por eso, el hom-
bre, con sus fuerzas únicamente y sin el auxilio de Dios, no puede
despegarse de este poder del mal que le cautiva. Tenemos que devol-
ver a los ritos del exorcismo todo su significado. Este significado es
la liberación del mal. No hay, por tanto, que obrar pasando por alto
el papel que desempeíia el Príncipe de las Tinieblas. Porque si en
definitiva el hombre puede salvarse solo, si el misterio del mal no
radica más allá del hombre, se echa por tierra todo el sentido de la
Redención. Cristo no seria más que un sabio venido a ensefiarnos
cómo eliminar las injusticias sociales o los sufrimientos ocasionados
por la mala voluntad del hombre. En realidad, solo existe la mala
voluntad del hombre, las fuerzas malignas que impiden al hombre
unirse a Cristo, de las que es necesario librarle.
Ensefianza doctrinal
La preparación al bautismo comprendía también su parte de ense-
fianza. Ésta a su vez comprende dos elementos: una explicación de la
Escritura y un comentario del símbolo. Pero el ordenamiento de
ambos elementos ha tenido soluciones muy diversas durante los
siglos IV y V. En Occidente, según lo que sabemos por Agustin y
Ambrosio, durante casi toda la cuaresma se da una enseñanza bibli-
ca. Su eco lo tenemos en los tratados biblicos de San Ambrosio, que
vienen a ser sus homilfas escritas. También aquí las diferencias pue-
den ser grandes: exposición de un libro solamente, presentación del
conjunto de la Escritura, sermón sobre pasajes variados. Solamente
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
se tenian algunas homilfas sobre el sfmbolo en general con ocasión
de la traditio y redditio del mismo. En Oriente, al lado de las homi-
lias exegéticas, había una serie de conferencias sobre el simbolo.
Ambas podian mezclarse y ofrse durante la cuaresma sobre todo,
como sucedia tal vez con las catequesis de Cirilo de Jerusalén.
Nos atendremos a la descripción más detallada que conocemos, la
de la catequesis de Jerusalén en el final del siglo IV, tal como nos la
ha transmitido Egeria.
La catequesis propiamente dicha se daba diariamente a los catecú-
menos durante la cuaresma, excepto los sábados y domingos: "Seles
instruye en todo durante esos dias; es lo que se llama la catequesis"
47. SUfinalidad es dar los fundamentos sólidos indispensables para la
vida de fe. San Cirilo de Jerusalén lo subraya indicándonos cómo la
catequesis se distingue de la predicación ordinaria:
No sepiense que se trata de nuestras reunionesordinarias. No. Estas
últimas también son buenas y merecen nuestro asentimiento. Pero
si hoy has estado distraído, mafiana lo aprendes. Por el contvario,
las ensefianzasque se nos dispensanprogresivamente sobre el bau-
tismo de la Nueva Alianza, si fueran hoy descuidzdas, jcudndo
podrían aprenderse?...Mira que la catequesis es como un ed$cio:
si no ahondamos para los cimientos, será absolutamente inútil
nuestro trabajo 48.
El tiempo de la catequesis es el de fundamentar la fe, tanto como
e1 de purificar el alma. Por eso, el primer tiempo de la catequesis es
bíblico. Durante las primeras semanas el obispo comenta la Escritura
y expone toda la historia de la salvación "desde el in principiofccit
Deus coelum et terram hasta los tiempos actuales de la Iglesia" 49,
4 7 . Itinerario, 47
48. C J R I L O DE JERUSALÉN, Procatequesis, 11.
49. A G U S T ~ N , De Catechizandis Rudibus, 5. Para Agustín toda la catequesis s e
halla contenida e n la exposición de la historia de la salvación. Ver infra "Catequesis
e Historia de la Salvación."
LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS
"recorriendo toda la Escritura, dando de ella en primer lugar su sen-
tido literal y luego el sentido espiritual" El comentario tendía a
hacer comprender la correspondencia entre los acontecimientos y las
leyes permanentes de la gracia, asf como a manifestar que las mane-
ras de Dios son siempre las mismas en las diversas etapas de la his-
toria de la salvación. Era favorecer su actualización en la vida de los
catecúmenos.
El sexto domingo de cuaresma comenzaba en Oriente la cateque-
sis dogmática, esencialmente constituida por la explicación de los
artículos del sfmbolo. Y así comenzaba con la importante ceremonia
de la traditio Symboli.
Entrega del Símbolo
Al final de las cinco semanas de instruccidn, entonces reciben (los
catecúmenos) el Símbolo
Al entregárselo, el obispo les recomienda que lo aprendan de
memoria:
Para evitar que el alma muera por ignorarla, encerramos en estos
pocos artículos todz la ensefianza de lafe.Esto es lo que quiero que
retengáis textualmente en memoria IZ.
Después, el obispo hace un primer comentario del Simbolo en
general. La entrega del Sfmbolo es un acto fundamental que contie-
ne todo el significado de la catequesis. Al entregar el Sfmbolo, la
Iglesia transmite a los nuevos cristianos la fe; por eso lo convierte en
un acto litúrgico. La "Tradición" de la Iglesia está aqui presente y
operante, en toda la plenitud de su sentido teológico. La catequesis
se manifiesta entonces en toda su dimensión; que es la realización
5 0 . Itinerario, 4 6 .
5 1 . Ibrd.
5 2 . ClRILO DE JERUSALÉN, Procataquesis. 5 , 12.
ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS
actual y viva de la tradición oral de la Iglesia. La misión del Simbolo
es expresar resumidamente el contenido de la tradición; su origen es
esencidmente catequdtico 53. Su formulación difiere según las Iglesias,
pero constituye siempre un conjunto elemental y completo de las
verdades necesarias para la salvación
Durante los quince dias que siguen a la entrega del Sfmbolo, tiene
lugar la explicación, explatatio symboli; el obispo lo va comentando
articulo por articulo Esta ensefianza es intensiva y dura a veces tres
horas cada dia.
Se les explica la doctrina del Símbolo, así como la de to&s las
Escrituras, fiase porfiase, primero en sentido literal luego en sen-
tido espiritual.. Todos son instruidos desde la hora deprima a la
hora de tercia, ya que la catequesis dura estas tres horas 54.
La atmósfera viva y espontánea en que se desarrollaba la catequesis
no carece de lección para nosotros:
Mientras el obispo trata to&s estas cuestiones, kzgente se manifir-
ta con tales gritos de aprobacidn que se les oye gritar inclusofuera
de la iglesia. Porque él va descubriendo tan bien todos los misterios,
que nadiepermanece insensible a lo que oye explicar 15.
Una vez explicado el Simbolo durante cuarenta dias, deberá ser
"repetido" por el catecúmeno a quien se le entregó: es la redditio
symboli. Este rito tiene lugar el Domingo de Ramos, antes que
comience la "semana mayorw.Ese día el catecúmeno, siempre acom-
~aiíado
de supadrino o madrina, recita solemnemente ante el obispo
el simbolo que debe ya conocer de memoria 16. Al find de la cere-
monia, el obispo anuncia el complemento de la catequesis que se
5 3 . Sólo cuando los bautismos de niños se fueron extendiendo, el Símbolo recibió
un uso bautismal bajo forma de confesión de fe.
5 4 . Itinerario, 46.
5 5 . Itinerario, 4 7 . Ver también 46 y ClRlLO DE JERUSALÉN, Catequesis. 13, 2 3 .
5 6 . Cuando se estableció el uso de una 'traditio* y "redditio" de la oración domini-
cal, las del símbolo se adelantaron un domingo. Cfr. DONDEYNE, "La discipline
des scrutins", Reu. Hist. E c c l . , 1932, páginas 14-15.
L A C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S
dará después de Pascua. La catequesis dogmática pre-bautismal ter-
mina así con la "redditio" del Símbolo; pero aún queda el "descubrir
los misterios" de los sacramentos con las catequesis mistagógicas
post-bautismales:
Depuh del santo y saludablr día de Pascua, a partir drlsepndo
día despuks del sábadoy cada uno de los días de la Semana Santa,
inmediatamente despuks de la Sinaxis, entrareís en el santo lugar de
laAnástasispara escuchar,si Dios quiere, otrascatequesb,Se osLrá
en ellas la clave de cada uno de los ritos realizados y se os darán
explicaciones sacadas del Antipo Estamento y del Nuevo, prime-
ramente sobre lo que sucedid a continuación del bautismo, luego
sobre la manera en que el Sefioros hapun$cado. .., se OS hablará de
los misterios que se desarrollan en el altar del Nuevo Estamento 57.
Iniciación a la oración
La catequesis que se da durante la "semana mayorwde preparación
última antes de Pascua es esencialmente una iniciación a la plegaria.
En este terreno los usos varían mucho según las Iglesias. La entrega
del Pater se hace generalmente al principio de la Semana Santa. Pero
en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo, porque se con-
sidera que el Pater es la oración especifica de los cristianos y no pue-
den decirla más que los "hijos". Tenemos un comentario del Pater en
las Homilías Catequhicasde Teodoro de Mopsuestia. Algunas Iglesias
tienen también una "tradditio" del salmo 22, que desempefiaba un
papel importante en la liturgia bautismal. En la noche de Pascua, al
salir del bautisterio, los neófitos iban procesionalmente a la iglesia
con un cirio en la mano para su primera comunión, en el trayecto
cantaban el salmo 22. Este salmo expresa claramente la idea de libe-
.
-
~ ~ C I R I L O
DE JERUSALÉN, Cataquesis, 18, 33; Itinerario. 46
E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S
ración, y los Padres siempre vieron en él alusión a los sacramentos
(aguas tranquilas, mesa, unciones), lo que justifica su uso en la litur-
gia pascua1 58.
Preparación espiritual
La preparación cuaresmal, como hemos visto, se desarrolla en una
atmósfera de retiro, de oración, penitencia y conversión. Es el primer
aspecto hacia el que el obispo atrajo la atención de los catecúmenos
en la catequesis de apertura. Hay que aprovechar el tiempo de cua-
resma para examinar las disposiciones que se traen y transformarlas,
si es preciso.
Te hago esta exhortación antes que venga el Esposo de las almas,
jesús, y vea tus vestidos. Dispones de un largo espacio de tiempo;
tienes una penitencia de cuarenta días, tienes una buena ocasión
de desvestirte, de lavarte, de volverte a vestiry entrar 5y.
Si el motivo que ha llevado a pedir el bautismo es bastardo, es el
momento de convertirse a una vida mejor, puede ser la ocasión de
encontrar la fe auténtica. Pero es menester que la conversión sea sin-
cera. Asi la seriedad de las exigencias cristianas debe presentarse en
todo su rigor, y quien no se acerque con disposiciones interiores sin-
ceras debe retirarse. Llega el momento en que el obispo centra todas
sus catequesis en la conversión moral. Es el caso de San Ambrosio en
sus homilías cuaresmales. San Cirilo de Jerusalén busca más bien la
conducta práctica que emana de las verdades dogmáticas a medida
que se van exponiendo. Para todos la cuaresma es tiempo de peni-
tencia, porque es tiempo de lucha contra el demonio y el pecado, es
el tema de toda la primera catequesis bautismal de San Cirilo.
-
-
58. S u p r i m e r a i n t e r p r e t a c i ó n es, s i n e m b a r g o , c r i s t o l ó g i c a . Más t a r d e a d q u i r i r á su
s e n t i d o b a u t i s m a l .
59. C l R I L O DE JERUSALÉN, Procatequesis, 4.
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  • 1.
  • 2. T Í T U L O S P U B L I C A D O S J e a n D a n i é l o u R e g i n a d u C h a r l a t - LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS - NARRACIONES DEL TALMUD LA C A T E Q U E S I S E N L O S P R I M E R O S S I G L O S G r a f i t e E d i c i o n e s / M o n t e C a r m e l o 1 9 9 8
  • 3. P R Ó L O G O O Editorial MONTE CARMELO Padre Silverio, 2 09001 BURGOS ISBN: 84-7239-431 -X O GRAFITE Ed. lcrones Avda. La libertad, 45 48902 Baracaldo Via A. de Gasperi, 55 80133 Nápoles (Italia) ISBN: 84-95042-11-8 Depósito legal: BU - 519 - 98 Composición: Ego Comunicación Imprime: Imprenta Editorial MONTE CARMELO Padre Silverio,2 09001 BURGOS Estas páginas son eco de una ensefianza dada en el Instituto Superior de Pastoral Catequética de París. Sor Regina du Charlat se ha preocupado de redactarlas sirvitndose de las anotaciones de los estudiantes. Se trata en estas explicaciones de descubrir las grandes líneas del catecumenado en la Iglesia antigua, de modo que puedan aprove- charse para la pastoral contemporánea. Esto explica el carácter peculiar del libro. Intencionadamente se han dejado de lado los pormenores extremadamente complejos sobre la historia de la institución catecumenal. Numerosas monografías han tratado el tema y lo continuarán tratando. Únicamente se estu- ' dian las grandes etapas de la evolución. Especial interés se ha puesto en el contenido de la catequesis. Y se ha preferido conservar la ense- fianza común, que representa la predicción de la fe, más que el situar los textos en su contexto histórico. También ha querido el autor des-
  • 4. m LA CATEQUESIS EN LOS P R I M E R O S S I G L O S tacar cuanto es de actualidad en estas instrucciones. Igualmente, en lo que se refiere al método, se ha procurado poner en relieve lo que continúa siendo válido hoy, haciendo menos caso a cuanto se rela- ciona con una cultura distinta de la nuestra. La historia de la catequesis patristica aún está por escribirse. Se trata aquí de un simple esbozo, con el que se pretende introducir en un campo excepcionalmente rico e interesante. La catequesis patdstica, puesto que se fija en lo esencial de la fe, es lo que sigue siendo más vivo, menos aferrado a su tiempo en la obra de los Padres. Ha tenido además el privilegio de ser inspirada por los grandes autores de aquel tiempo Cirilo de Jerusalén,Juan Crisóstomo, Arnbrosio, Agustin. En ellas condensaron lo sustancial de su pensa- miento. Constituye, por tanto, una fuente en la que la catequesis actual puede seguir alimentándose. Esto es lo que justifica este libro. Sor Regina du Charlat ha creido que merecfa la pena ampliar el cfrculo de estas explicaciones más allá de los oyentes del Instituto Catequttica. Le estoy de veras agradeci- do por el empefio que ha puesto en ello. JEAN DANIÉLOU Catequesis, kerygma, homilía La catequesis es la comunión viva del depósito de la fe en los nue- vos miembros que se agregan a la Iglesia. Constituye, pues, un aspec- to particular del ejercicio del Magisterio. No debemos descuidar su importancia y considerarla como un factor, si no accesorio, al menos secundario de la ensefianza de la Iglesia. En realidad es proclamación de la Palabra de Dios y, como tal, parte integrante de la tradición, de la que es elemento constitutivo. La catequesis tkne, por tanto, una existencia perfectamente carac- terizada. Pero antes de describirla, conviene que la distingamos, por una parte, del kerygma o anuncio de la Buena Noticia de la Resurrección, y por otra, de la homilía o ensefianza corriente a los miembros de la comunidad cristiana.
  • 5. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS El Kerygma El kerygma, en el sentido técnico del vocablo, es el primer anun- cio de la Buena Noticia. Los Hechos de losApdstoles nos proporcionan muchos ejemplos de Pedro, Esteban y Pablo l. La primera caracterfs- tica de este anuncio es el ser una proclamación oficial. El que habla, lo hace oficialmente en nombre de Dios, como "heraldo" suyo. El kerygma abarca todo aquello que concierne a la esencia misma del misterio cristiano, sin desarrollo ni pormenores, y tiene esencial- mente por objeto la Resurrección de Cristo. Depende en gran parte del ambiente al que se dirige y, por tanto, se adapta a los rasgos carac- terísticos de este ambiente. Los modos de adaptación o los obstácu- los difieren, en efecto, según los diversos contextos culturales. El kerygma utiliza el conocimiento de éstos para justificar lo que ense- iía. Así, en los Hechos, vemos cómo se anuncia de diferente manera a los paganos y a los judíos. A los judíos Pedro les muestra cómo Cristo cumplió las promesas del Antiguo Testamento. Y cuando Pablo se dirige a los griegos, se apoya más bien en la búsqueda de Dios que anida en la naturaleza del corazón del hombre. Esto da al kerygma un aspecto muy especializado y local; adherido así al len- guaje de una época o de un ambiente, envejece en seguida. La Homilía La homilía, por el contrario, es la enseíianza ordinaria que se da a la comunidad de los fieles. Esta mucho más desarrollada que el keryg- ma, aunque no llega al desarrollo sistemático de la catequesis. Podría decirse que busca una mayor profundización. En todo caso, supone que aquellos a quienes se dirige conocen el contenido de su fe. La -- - - - - 1 A L ~ Ap . 2. 1 4 - 3 9 , 3, 1 2 - 2 6 , 10, 3 4 - 4 3 ( P e d r o ) , 7, 2 - 5 3 ( E s t e b a n ) , 13, 1 6 - 4 1 , 1 7 , 2 2 - 3 0 ( P a b l o ) , e t c homilía, además, mantiene estrecha relación con la liturgia; deriva del texto de la Escritura propio del día. Y a sabemos que los "sermones" constituyen una parte muy importante de la literatura cristiana anti- gua; baste recordar a San Juan Crisóstomo o a San Agustín. En los primeros siglos, la predicación no ofrecía el carácter anár- quico que se manifiesta frecuentemente en nuestros días. La homilía obedecfa a reglas y formas tan fijas como las de la liturgia. Cada homilía tenía un determinado contenido y a partir de estas normas se improvisaba. Es también un género especialmente orientado a las apelaciones prácticas y morales. Tiende a una profundización espiri- tual y pretende ensefiar a los oyentes a descubrir las repercusiones que el texto de la Palabra puede tener a diario en su vida concreta. La Catequesis La catequesis se coloca precisamente entre estos dos momentos del anuncio de la Palabra de Dios que son el kerygma y la homilía. Quienes la reciben, han escuchado ya el kerygma y decidido conver- tir su vida a la fe de Cristo. Pero no conocen todavía esta fe. Tienen que descubrirla sistemáticamente por medio de la catequesis. Más tarde ahondarán en el mensaje espiritual gracias a la homilía, cuan- do se integren en la comunidad de los creyentes por el bautismo y la eucaristia. La Catequesis.Ensefianza completa y elemental La catequesis es ante todo una exposición a la vez completa y ele- mental del misterio cristiano. Debido a su carácter completo, se dife- rencia del kerygma. Una vez despierta la fe, hay que instruir en todo su contenido al catecúmeno que se prepara al bautismo. Y por su
  • 6. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS carácter elemental, la catequesis se distingue de la homilía. No se ocupa de responder a interrogantes difíciles ni se extiende en detalles de exégesis. Va a lo esencial, da la sustancia misma de la fe, dejando a un lado la profundización espiritual y especulativa. Este carácter completo y elemental aparece ya en los antiguos esquemas de catequesis que son los símbolos. Los encontramos numerosos en los escritos más antiguos, comenzando por los del Nuevo Testamento '. Recordemos ahora que al principio cada Iglesia tenía su símbolo, esencialmente ligado a la catequesis, puesto que era su programa. En él se halla íntegro el depósito de la fe y los artículos esenciales de este depósito 3. Se advierten ya las consecuencias prácti- cas actuales que derivan de este aspecto completo y elemental de la catequesis. Seria absurdo, por tanto, presentar la fe a un incrédulo bajo forma de símbolo, ya que se pasaría por alto la primera etapa, el kerygma. Por el contrario, reducir la catequesis al kerygma sería trai- cionarla. Debe darse en ella una vista panorámica de la fe cristiana. En relación con el Bautismo La segunda característica de la catequesis es su unión con el sacra- mento del Bautismo. Efectivamente, sólo después de haber oído el kerygma y haber tomado decisión de hacerse cristiano puede el can- didato pasar a la catequesis; es el periodo de preparación directa del bautismo. Hasta en la liturgia aparece la catequesis como una prepa- ración al bautismo. Sin embargo, no siempre tiene que ir por nece- sidad antes del bautismo. Puede ser posterior, como sucede con los nifios bautizados antes del uso de razón, o como es el caso de la cate- quesis sacramental, que se da a los adultos muchas veces una vez que se han agregado plenamente a la Iglesia. 2. Ver el e s t u d i o d e J . N. D, KELLY, Early Christian Creedr, L o n d r e s . 1950 3 . S610 más t a r d e el s í m b o l o irá u n i d o al r i t u a l d e l Bautismo. Una Iniciación Cristiana Integral La tercera caracteristica de la catequesis merece una particular atención. Es una iniciación cristiana integral. Hay que insistir mucho en este aspecto de totalidad, que responde a la totalidad de la persona, y sin la cual no habria fe realmente vivida o vida efectiva- mente cristiana. Esto es en nuestros días más importante que en otros tiempos. Porque una vida profundamente mezclada con el mundo, sólo informada por la fe, permite que se distinga al cristia- no del incrédulo. En esta perspectiva total, la catequesis es a la vez iniciación al contenido de la fe, a la vida cristiana, a la oración, a la vida sacramental. Como iniciación al contenido de la fe, es presentación y explica- ción de la doctrina de la fe. &te será el fundamento sólido e indis- pensable sobre el que puede edificarse sin miedo la vida espiritual. Como iniciación a la vida cristiana, la catequesis encierra la idea de conversión. Integra al mismo tiempo una ruptura con las costumbres paganas y la educación en las costumbres cristianas. La Cuaresma es, además, un tiempo de retiro en el que el catecúmeno es invitado a una vida más penitente y a esta vida se asocia la comunidad entera. Esta atmósfera de combate espiritual, unida a la voluntad de con- versión, sefiala todo el tiempo de la preparación al bautismo y espe- cialmente el de la preparación inmediata, que coincide normalmcn- te con la Cuaresma. Como iniciación a la oración y a la vida sacra- mental, la catequesis presenta también un aspecto ritual. Debido a los ritos de entrada, exorcismos y bendiciones, pertenece ya a la liturgia. Así la catequesis resulta una pastoral completa de entrada en la mis- tencia cristiana mediante el conocimiento del misterio de la fe, la ini- ciación a las costumbres cristianas y la agregación a la comunidad eclesial.
  • 7. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS Una tradición estable La última caracterfstica de la catequesis es el ser dentro de la tradi- ción cristiana lo que ésta posee de más estable. Como abarca lo esen- cial de la fe, la sustancia misma del misterio cristiano, nunca enveje- ce. Esto da al estudio histórico que vamos a emprender un interés actualisimo, al descubrirse en la catequesis de los primeros siglos el valor permanente y modélico de toda catequesis. Esto nos consenti- rá también el ver más claramente la unión profunda que existe entre catequesis y tradición. En efecto, la fe cristiana se presenta en la catequesis como una transmisión oral del depósito revelado ante todo. Hay una tradición catequética, que sume hasta la ensefianza de los apóstoles, distinta de la tradición escriturbtica. El Nuevo Testa- mento mismo nos ofrece varios ejemplos. Es que la catequesis es tra- dición. Existenciay desarrollo de la catequesis Habrá que preguntarse si la catequesis, tal como acabamos de defi- nirla, existe realmente desde los comienzos de la Iglesia o si es una proyección de nuestras definiciones actuales. En verdad, nos será fácil caer en la cuenta, a lo largo de las páginas que siguen, que la catequesis es tan antigua como la Iglesia. Descubrimos ya su presen- cia dentro del mismo Nuevo Testamento y a través de las más anti- guas fórmulas del sfmbolo. Su contenido aparece ya en la literatura cristiana primitiva. Y este conocimiento que poseemos sobre ella se va haciendo cada vez más directa y fácilmente objetivo, a medida que avanzamos en el tiempo y se hace más consciente y explícita en la vida de la Iglesia. Al principio, sólo hallamos unos cuantos datos directos e inmedia- tos sobre la catequesis y la preparación al bautismo. Reconocer los elementos catequéticos en el Nuevo Testamento es una labor delica- da, porque estos escritos desbordan con mucho la catequesis en el sentido estricto en que la acabamos de definir. Sin embargo, existen indudablemente. Por otra parte, la comparación con lo que hallamos en las comunidades judías de aquel tiempo - e n particular la de Qumrán- y con lo que más tarde será la iniciación cristiana, per- mite pensar que la preparación al bautismo y la catequesis debieron de existir desde fecha muy antigua. (Para los judios había problemas muy parecidos a los que se planteaban los primeros cristianos). Asi, cuando un pagano se convertía, tenia que recibir el bautismo de purificación antes de la circuncisión, y el bautismo tenía también a su vez una catequesis de preparación. En tiempos de Cristo, los ese- nios pensaban que era necesaria una decisión especial y nueva para salvarse y entrar en la comunidad de los últimos tiempos. A sí suce- de con Juan Bautista y su bautismo de penitencia. Por eso, no extra- iía que encontremos huellas de una tradición catequética desde los primeros albores de la Iglesia. Su contenido cristiano seria, a buen seguro, diferente del de la catequesis judaica. Pero veremos cómo una parte de esta última pasó algunas veces a la cristiana, sobre todo a la catequesis moral sobre los "dos caminos". La tradición catequética es ya mucho más nftida en los escritos antiguos como la Didachd la Carta de Bernabé, la Primera Apologia de Justino. Él es quien nos dice: "Cuantosse convenceny tienenfede que son verdaderas estas cosas que nosotros ensetíamosy decimos, y prometen poder vivir confor- me a ellas, se les instruye ante todopara que orenypidan, con ayu- nos, perddn a Dios de suspecados anteriormente cometidos..." 4 . J U S T I N O , Primera Apologfa, 61,2. -15 -
  • 8. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS A medida que avanzamos en el tiempo, la catequesis se hace más explícita y se organiza mejor la preparación al bautismo. Pasando por Ireneo, Tertuliano e Hipólito de Roma, llegamos ya a la edad de oro de la catequesis que es el siglo IV Como en esta época era conside- rable el número de bautismos de adultos, se consigue entonces un desarrollo excepcional e innegable en la vida de la Iglesia. Las formas que entonces se fijan son las mismas que rigen en nuestro catecume- nado actual. Los más grandes espíritus de aquel tiempo se interesan por ella, porque son obispos y pastores: Se llaman Cirilo de Jerusalén, Arnbrosio de Milán, Juan Crisóstomo, Teodoro de Mopsuestia, Agustín. Nos legan un conjunto de documentos, todos ellos obras maestras en su género, que nos ayudan a ver la importancia de la función catequética en la vida de la Iglesia. Estructura de la catequesis Como hemos dicho, la caracterfstica principal de la catequesis es ser una pastoral completa, una iniciación integral a la existencia cris- tiana. De ello resulta una estructura compleja y viva que va a infor- mar todo este estudio histórico, del mismo modo que informó la práctica de la Iglesia primitiva y se propone informar la nuestra. Esta estructura se caracteriza por un despliegue en el tiempo -varias eta- pas que conducen al bautismo- y por la existencia concomitante de diversas modalidades de iniciación cristiana. Asi, aparte de la organización en etapas, se pueden de algún modo delimitar tres grandes aspectos de la catequesis que titularemos dog- mático, moral y sacramental, de la misma manera que más tarde diremos, que la preparación al bautismo es doctrinal, espiritual y ritual a la vez. Por catequesis dogmática se entiende la que expone y trata de hacer comprender el contenido de la fe; por catequesis moral, la que trata de educar al catecúmeno en las costumbres cris- tianas; y por catequesis sacramental o mistagógica, la que introduce al nuevo fiel en todas las dimensiones del sacramento; ésta tiene lugar de ley ordinaria después del bautismo y la eucaristía. La distinción de estos aspectos diferentes de la catequesis, clara- mente perceptible en el siglo IV, más o menos lo es también en los textos arcaicos y afortiori en el Nuevo Testamento. En estos textos más antiguos la catequesis dogmática queda muchas veces reducidas a esos esquemas que son los símbolos; por el contrario, la catequesis moral acapara todo el lugar. En cambio, la catequesis moral apenas existe por sí misma en el siglo IV, sino que se encuentra muchas veces superpuesta a la catequesis dogmática, como una prolongación práctica. En cuanto a la catequesis sacramental, se halla mezclada con los demás elementos catequéticos en los textos antiguos y bien definida en los textos de catequesis más tardíos. Se ve el proceso de desarrollo y sistematización cada vez más claro. En este estudio histórico distinguimos estructura, contenido y método de la catequesis. Dedicamos amplios capítulos a los diversos aspectos moral, dogmático y sacramental del contenido de la cate- quesis. Les precederá un estudio de la estructura, y concluiremos deteniéndonos en el método catequético. Dentro de cada parte, hemos procurado dar a la vez el desarrollo cronológico hacia una catequesis más elaborada y el análisis tajante de los diferentes ele- mentos que la componen. Lo que aquí se pretende es, en la medida de lo posible, poner en contacto directo con la experiencia de la Iglesia de los primeros siglos, de modo que quede al descubierto todo lo que esta experiencia tiene de actualidad y esclarecedora para la catequesis nuestra de hoy. Esta presentación más sintética sumi- nistrará elementos directamente utilizables al catequista del siglo xx.
  • 9. G E N E R A L I D A D E S
  • 10. Capítulo I F U E N T E S Tres grandes categorías de textos se presentan a nuestro estudio para informarnos sobre la estructura y contenido de la catequesis de los primeros siglos de la Iglesia: los escritos del Nuevo Testamento, la literatura cristiana arcaica y los grandes documentos catequéticos de los siglos 111 y IV. Como ya dijimos, todos estos textos se van haciendo cada vez más especializados a medida que crece el número de los adultos que se preparan al bautismo y se estructura la organi- zación del catecumenado. En el Nuevo Testamento sólo podemos detectar algunos datos demasiado someros de la catequesis. Los escritos arcaicos que cono- cemos, sin ser propiamente hablando catequesis, tienen muchas veces una función catequética clara. Pero hay que aguardar a San Ireneo, a fines del siglo 11, para encontrar la primera presentación sis- temática de una ensefianza catequética. El comienzo del siglo 11nos depara ese texto admirable sobre la organización del catecumenado
  • 11. LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S que es la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma, en espera de que llegue la abundante floración de catequesis del siglo IV, con temáti- ca ya bien determinada y un orden sólidamente establecido. Esta evolución de la catequesis en la vida de la Iglesia es de suma importancia. Se trata, en efecto, de un desarrollo coherente por explicitación progresiva de un contenido antiguo implicitamente presente desde los comienzos de la Iglesia. Hay una continuidad en la tradición catequética que la funda- menta y de algún modo la prueba. A medida que se desarrolla, la vemos fortalecerse y mostrar su propia originalidad. Por eso las gran- des catequesis del siglo IV son tan preciosas. Constituyen un final en el proceso de elaboración. En resumen y en virtud de esta continui- dad, tenemos fundados motivos para descubrir ya en los escritos anteriores los elementos constitutivos de la tradición catequética. EL NUEVO TESTAMENTO Esto sucede con el Nuevo Testamento. Ya sabemos que los Evangelios no coinciden con la definición que se ha dado de cate- quesis. La desbordan con mucho. Pero encontramos en ellos ciertos elementos que manifiestan una estructura catequética. Los Hechos de losApóstoles, a este propósito, son el documento más interesante. Nos permiten conocer ya la práctica apostólica relativa a la iniciación cristiana. Hay que advertir, sin embargo, que no es posi- ble ver, sólo en los Hechos, la diferencia entre kerygma y catequesis; por eso, apenas podemos llegar a conclusiones. Podemos igualmente distinguir elementos del contenido de la cate- quesis en las Cartas, especialmente las de Pablo y Pedro. Se encuen- tran ya alli los diversos aspectos moral, dogmático y sacramental. También ciertas huellas de los Testimonia -colecciones de citas del FUENTES Antiguo Testamento que encontramos en otros textos posteriores nos permiten ver ya la existencia de una catequesis bíblica. LA CATEQUESIS CRISTIANA PRIMITIVA Entendemos por catequesis cristiana primitiva los más antiguos elementos de catequesis fuera del Nuevo Testamento. Muchos son contemporáneos de los Evangelios, lo cual les confiere un interés particular. Pero se les agrupa aparte, para diferenciarlos de los libros canónicos. No olvidemos tampoco que la mayor parte de los textos de esta época son obras compuestas; no obedecen a una literatura personal, sino que son más bien expresión de los documentos de una comunidad, de una literatura catequética verdaderamente de Iglesia. La Didzché o Doctrina de los Apóstoles es un escrito tipicamente judeo-cristiano '.Según la interpretación de Audet ', habría que leer "apóstoles", con "a" minúscula, es decir, misioneros. Tendríamos entonces un "manual del misionero". De todos modos, es una obra esencialmente catequética. Comprende tres partes. La primera es una catequesis moral que se desarrolla sobre el tema de las dos vías o caminos, el camino de la vida o el camino de la muerte 3. La segunda es un ritual de los sacra- mentos *.La tercera trata de la conducta que hay que observar con los "profetas", y termina con una perspectiva escatológica 5. Este 1. Traducción íntegra e n DANIEL RUIZ BUENO, Padres Apostólicos, BAC, Madrid, 1967, pp. 77-94 2. J. P. AUDET, La Didachb, Instruction des Apdtres, Etudes bibliques, Gabalda, 1958. 3 . Did., 1.6 4 . Did. 7-10. 5. Did. 1 1 - 1 6 .
  • 12. LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S I G L O S texto nos informa de un modo breve, pero admirable, sobre la vida de la primitiva comunidad. Tiene para nosotros el privilegio parti- cular de decirnos cómo la catequesis entronca en esta época en la tra- dición judaica, hasta el punto de tomar de ella directamente algunos de sus elementos, como en el caso de la doctrina sobre el doble cami- no que estructura toda la primera parte. Epistola de Bernabé La Epistola de Bernabt no es del discípulo que lleva ese nombre, pero esta atribución errónea nos revela la influencia geográfica a la que se extiende, probablemente Siria, sector que evangelizó Bernabt. Se le puede poner como fecha el comienzo del siglo 11. Comprende dos partes. La primera es una catequesis sacramental fundada en el cumplimiento de las profecías. Esta primera parte aporta también una critica de las observancias judías 7. La segunda parte es una cate- quesis moral paralela a la de la Didachk, construida sobre el mismo esquema fundamental de los dos caminos *.El autor se dirige cierta- mente a bautizados. Sefiala, sin embargo, él mismo que su ensefian- za es elemental aun siendo completa, tal como se define la cateque- sis 9. El hecho de tratar sobre las observancias judfas prueba, además, que se dirige a cristianos de origen judaico. El interés de la Epístola de Bernabi en concreto se cifra en el modo admirable con que utiliza el Antiguo Testamento en la catequesis y en la prueba de la existencia de colecciones de Testimonia. Es de sefialar tambitn que en la Epistola, como en la Diduchk, las palabras de Cristo que trae no parece que provengan de los Evangelios escri- 6. Traducción e n DANIEL R. BUENO, Padres Apostólicos, B A C , Madrid, 1967, pp. 771-810. 7. Bernabl, 1-16. 8. Bernabl, 17-21. 9. Bernabl, 1.7.8; 1 7 , l - 2 . FUENTES tos, sino de la tradición oral. Ésta no quiere decir que los Evangelios escritos no fueran conocidos por estos autores; más bien hay que ver la prueba de que la ensefianza de Cristo se transmitía a la vez por medio de escritos y de la tradición catequética. Epistola de los X I Apóstoles 'O La Epístola de los XI Apóstoles nos ha sido conservada en copto y en armenio. Es un escrito del siglo 1 1que en realidad se compone de tres obras diferentes (140-170).La primera es un "Testamento" del Seiior. Relata los diálogos de Jesús con sus discipulos entre la Resurrección y la Ascensión. Vemos, efectivamente, cómo durante estos cuarenta días algunos libros cristianos sitúan ciertas enseiianzas de Jesús, con las que afirmaba la fe de los apóstoles con miras a la fundación de la Iglesia ". La segunda parte de la Epístola de los XI Apóstoles es una catequesis dogmática. La tercera es un apocalipsis o descripción de la vida futu- ra. Este libro utiliza las formas literarias de su tiempo, y nos sitúa den- tro de la comunidad judeo-cristiana, donde encontramos el entronque común con la tradición catequética de entonces. Escritos Pseudoclernentinos Los escritos seudoclementinos (Recognitiones y Homilías) nos rela- tan una especie de amplio reportaje de viajes y predicaciones atribui- das a Pedro. Su carácter imaginario, a pesar de todo nos suministra algunos testimonios interesantes sobre la preparación al bautismo y la catequesis. Si su redacción definitiva es de finales del siglo IV, utili- zan sin duda documentos judeocristianos que se remontan al siglo 11. 10. Patrología Oriental, t. 9. 11. La importancia de esta enseñanza anterior a la Ascensión invita a algunos e x e - getas a p o n e r e n este período algunos elementos del Evangelio situados a c t u a l m e n - t e a n t e s d e la Pasión.
  • 13. LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S FIN DEL SIGLO 11 Y EL SIGLO 111 Ireneo (115-203) Nos interesa ahora la Demostración de la Predicación Apostólica 12. La comparación con el Adversas Haereses demuestra que la doctrina de ambos libros es muy parecida. Eusebio de Cesarea atestigua la autenticidad de la Demostración: "Además de los escritos de Ireneo que se han mencionado y de sus cartas, conocemos también un libro suyo muy corto y utilísimo contra los griegos, que se titula De la ciencia, otro dedicado a un hermano por nombre Marciano Para la demostración de lapredicación apostóli~a"'~, etc. Esta obra que parecía definitivamente perdida, fue descubierta en 1904 en traducción armenia. El prólogo de la Demostración indica el objeto del libro: exponer a Marciano "brevemente la predicación de la verdad", dán- dole al mismo tiempo "las pruebas de los dogmas divinos" 1 4 . La pri- mera parte es una exposición de la fe en forma histórica, siguiendo las grandes etapas de la historia de la salvación 15. La segunda es la demostración propiamente dicha; el autor aporta los textos del Antiguo Testamento que son el anuncio de los principales misterios de Cristo 16. La Demostración es la primera exposición cristiana que poseemos de una presentación catequética de la historia de la salvación, que vendrá a ser esencial en la catequesis posterior. 12. Sources Chréiiennes, n ú m . 62, t r a d . L. M . FROIDEVAUX, 1 9 5 9 13. klistoria Eclesiástica, 5. 20 y 26. 14. Demostr. 1 - 8 . 15. Demostr. 9-42. 16. Demostr.. 43-97. F U E N T E S Tertuliano (160-220) Alrededor de los afios 205-206, por tanto, muy probablemente en el periodo católico de su vida, escribió Tertuliano su Tratado del Bautismo 17, en el que nos informa muy detalladamente sobre la cate- quesis sacramental. Es un tratado cuyo objeto inmediato es defender el sacramento del Bautismo contra los que lo atacaban, en particular contra un tal Quintilla, de la secta de los cainitas, quien profesaba que toda materia es mala y, por tanto, el agua del bautismo debe rechazarse. El De Baptismo es la primera exposición completa sobre el sacramento del Bautismo, y servirá de modelo a otras obras poste- riores. Tertuliano expone aquí la doctrina católica del bautismo, su necesidad, efectos, ritos, figuras. Pero el principal interés de este tra- tado consiste en el ejemplo preclaro que ofrece de interpretación de las figuras del bautismo en el Antiguo y Nuevo Testamento, tal como encontraremos más tarde en toda la tradición catequética. San Cipriano (210-258) Varias veces hemos aludidoa la existenciade los Testimonia,colección de citas del Antiguo Testamento, que habían de servir de fuente común a la catequesis l a . San Cipriano nos da uno de estos testimonios esenciales con sus Testimonia ad Quirinum (249-250), colección de citas del Antiguo Testamento, clasificadas según el plan mismo de la catequesis: la primera parte va dedicada a la catequesis dogmática; la segunda, abundante pero difícil, a la catequesis moral. Encontramos aquí los mismos textos del Antiguo Testamento agrupados del mismo modo que en la primera carta de Pedro, en la Carta de Bernabé y en la Demostración de Ireneo. Otras coleccionesde este tipo parece que ya existían entre los judíos. - - - - --- . - - - 17. T r a d u c c i ó n 18. C . S . E . L . , 111, 1, p p . 35-184.
  • 14. LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S I G L O S Clemente de Alejandria (tantes del a. 215) El principio del siglo 111 seíiala un momento clave en todos los campos de la vida de la Iglesia. Los cristianos dejan de vivir en pequeíios grupos e invaden la sociedad. Entonces el problema está en saber qué es lo que van a conservar de las costumbres de esta socie- dad y qué es lo que rechazarán, de qué manera van a vivir como cris- tianos su vida familiar, económica y política. A este problema trata de responder el Pedagogo de Clemente de Alejandria 19. Allí encon- tramos lo que debía ser el contenido de la catequesis moral en aquel tiempo. Cada detalle concreto de la vida diaria es puesto alli en con- frontación con el mensaje evangélico, en unas perspectivas que hoy resultarían muy actuales, aunque no aplicables al pie de la letra. Orígenes (hacia el 185-253154) Orígenes es el primer catequista que conocemos con precisión. Eusebio de Cesarea nos describe cómo llego a serlo 'O: No había nadie en Antioquía dispuestopara catequizar...A los 18 años, él (Orígenes) entró en la escuela de catequesis... Viendo que acudían a él numerosos disci)ulos, como estaba solo...pensó que era incompatible la enseñanza de las cienciasgramaticales con la que tienepor objeto dar conocimientos divinos, y sin tardar rompió con elprimer trabajo. En adelante había de dedicar su vida exclusiva- mente al estudio de la Escritura y a laformación de catecúmenos, lo cual, en esta época de persecuciones, era muy peligroso 21. ~ - p 1 9 . Sources Chrbtiennes, núms. 70 y 1 0 8 ; I n t r . 1. M A R R O U . 20. Historia Eclesiástica, 2 , 3. 21. Historia Eclesiástica, 3 , 3 - 7 F U E N T E S Otras ilustraciones sobre la estructura de la catequesis y la organi- zación del catecumenado se encuentran esparcidas en toda su obra, principalmente en su Contra Cehum. EL SIGLO I V La catequesis de adultos es en el siglo IV uno de los elementos más trascendentales en la vida de las comunidades cristianas. El número de estos adultos crece en la medida en que se ha ido perdiendo la cos- tumbre de bautizar a los nifios de familia cristiana. Se les hacia cate- cúmeno~ -como sucedió con San Agustín- y asi se retrasaba la recepción del bautismo. En esta época la catequesis, tanto en Oriente como en Occidente, era misión propia de los obispos Los grandes obispos de entonces nos han dejado catequesis que son auténticas obras maestras. Cirilo de Jerusdén (3131315-387) Las 18 Catequesis de San Cirilo de Jerusalén, que hoy conocemos, fueron pronunciadas por él a lo largo de la Cuaresma y de la sema- na pascua1 del a80 348 22. Son una serie completa de catequesis de iniciación. Les precede una Pro-catequesis o predicación introducto- ria que debió de ser pronunciada en el primer domingo de Cuaresma. Vienen a continuación dieciocho catequesis pre-bautis- males; de éstas, las trece últimas son comentarios ai símbolo. Afiádense a éstas otras cinco catequesis postbautismales o mistagógi- cas: dos sobre el bautismo, una sobre la unción y dos sobre la euca- ristía. Se discute acerca de la atribución de las catequesis mistagógi- - 22. T r a d u c c i ó n i n t e g r a , J. Bouvet, c o l . Los Escritos de los S a n t o s , Soleil L e v a n t . N a m u r , 1962.
  • 15. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS S I G L O S cas a San Cirilo. Pero esto no quita nada de su valor; efectivamente, son un monumento capital del siglo IV. Teodoro de Mopsuestia (t428) Las dieciséis Homilias Catequéticas l3 de Teodoro de Mopsuestia nos llevan a Antioquia. Se cree que fueron pronunciadas el afio 392. Sólo las conocemos en una traducción siriaca recientemente descu- bierta. Las diez primeras Homilias son comentarios del sfmbolo, muy parecidos a los de Cirilo de Jerusalén. Sigue una homilía sobre el Pater y después cinco catequesis mistagógicas: dos sobre el bautismo, una sobre la unción y dos sobre la eucaristía. Parece que fueron pro- nunciadas antes de la recepción de los sacramentos. Juan Crisóstomo (a. 354-407) Las Ocho Catequesis bautismales de San Juan Crisóstomo han sido descubiertas hace muy poco (a. 1955) en un manuscrito del monte Athos por A. Wenger. Son tres homilfas pre-bautismales y cinco post-bautismales predicadas durante la semana de Pascua a los neó- fitos. Estas últimas constituyen el aspecto original de la obra cate- quética de Juan Crisóstomo. En lugar de ser una explicación de los sacramentos, son un tratado de moral cristiana sobre la vida de gra- cia según las cartas del apóstol San Pablo. Lo más probable es que hayan sido escritas alrededor del afio 390. 23. T e x t o y traducción francesa e n Studi e Testi, 145. C i t t á d e l V a t i c a n o , 1 9 4 9 24. Sources Chritiennes, n ú m . 50, 1957, t r a d . f r a n c . A KIFS(;f'R FUENTES Proclo de Constantinopla (t446) El Padre J. Leroy editó el aíio 1967 por primera vez una mistago- gia bautismal de Proclo, obispo de Constantinopla en la primera mitad del siglo V 25. Se puede comparar con las homilias bautisma- les de Juan Crisóstomo. El texto contiene preciosas indicaciones sobre la iniciación cristiana: renuncia a Satanás y adhesión a Cristo, fórmula de la renuncia a Satanás, descripción del candidato en el momento de la renuncia en actitud de orante vestido sólo con la túnica, las manos hacia el cielo, los pies desnudos sobre un tapiz Este texto nos da información sobre Constantinopla equivalente a la que ya teniamos sobre Jerusalén por Cirilo, sobre Antioquia por el Crisóstomo, sobre Milán por Ambrosio y sobre Africa por Agustin. Ambrosio (a. 339-397) Tenemos ya en el De Mysteriis de San Ambrosio un documento occidental (a. 390-391) 26. Son catequesis mistagógicas análogas a las de San Cirilo, pronunciadas durante la semana de Pascua. El De Mysteriis presenta estrecha relación con otra obra, el De Sacramentis. Según los estudios más convincentes, se cree que el De Sacramentis fue escrito con notas rápidamente tomadas durante las catequesis habladas, para uso interno de la Iglesia de Milán. Esto explica su esti- lo un poco más descuidado, a la vez que el hecho de que este trata- do sea más completo que el De Mysteriis. Éste, por el contrario, con- serva un aspecto más literario; fue escrito para su publicación; por eso, omite ciertos datos que se encuentran en el De Sacramentis; la ley del arcano prohibia hacer llegar a los paganos las palabras del bautismo, de la consagración o del Padrenuestro, por ejemplo, todas 2 5 . Studi e Testi, 247, pp. 184-194. 2 6 . Sources Chritiennes, n ú m . 2 5 , trado. franc. d e D O M BOTTE, 1950.
  • 16. LA C A T E Q U E S I S EN LOS PRIMEROS S I G L O S las cuales se hallan en el De Sacramentis. El interés concreto que pre- sentan ambos tratados radica en que nos dan una explicación de los sacramentos en función de una tipologia bíblica. Rufino de Aquilea El Tratadossobre el Simbolo de Rufino se ocupa de un tema directo catequético. Representa la tradición romana en contraste con los africanos y milaneses 27. Nicetas de Remesiana Nicetas, obispo de Remesiana en Dacia a fines del siglo IV, publi- có, según dice Genadio 28,una Instructio ad Competentes. A. E. BURN publicó algunos fragmentos, y posteriormente Klaus GAM- BER trató de hacer su reconstrucción a base de los fragmentos publi- cados por Burn y otros fragmentos nuevos. La primera tentativa de Gamber no fue demasiado feliz, como demostré en otro lugar 29, Pero más tarde volvió sobre el tema de un modo mucho más con- vincente. El interés de la Instructio reside en el hecho de ser la única catequesis completa latina que conocemos de aquella época. El resumen de Genadio nos permite ver a qué correspondfa el tra- tado. El libro 1 corresponde a la Procatequesis y a las hornillas de los tres primeros domingos de Cuaresma de Cirilo de Jerusalén. El libro 11parece que presenta la ensefianza sobre Dios creador y providente, que constituía la explicación de la primera parte del sfmbolo, a par- tir del cuarto domingo de Cuaresma. El libro 1 1 1se refiere al Hijo y al Espiritu Santo. El libro IV, contra los horóscopos, es difícil de 27. P.L. 21. 3 3 5 - 3 8 6 . 28. Vir. 111, 22. 29. Erasmus, 1 9 (19671, 1 4 7 - 1 5 1 F U E N T E S situar. El libro V corresponde a las homilias de la Semana Santa. El libro VI a las catequesis mistagógicas después de Pascua 30. Conservamos algunos sermones de Agustfn referentes a la prepara- ción al bautismo, en concreto a la "traditio symboli", que tenfa lugar el cuarto domingo de Cuaresma en el Occidente, y a la "reditio sym- boli" del Domingo de Ramos 3'. Quodvultdeus' El obispo africano Quodvultdeus tiene una serie de sermones sobre el símbolo relacionados con su presentación a los competentes3'. Egeria El Itinerario de Egeria 33 es un documento fundamental para el estudio del marco de la catequesis. Esta mujer, que visitó Tierra Santa en un largo viaje que duró muchos afios, describe entre otras cosas a sus "hermanas' todas las ceremonias de Cuaresma y de Semana Santa que se celebraban en Jerusalén a fines del siglo IV, y nos proporciona una información preciosa y completa sobre todas las circunstancias de la preparación al bautismo. 30. Die Autorschaft von De Sacramenris, R e g e n s b u r g , 1967. 31. P.L. 40, 6 2 7 - 6 3 6 . 32. P.L. 40, 6 3 7 - 6 6 8 . 33. Sources Chr.!t~ennes, n ú m . 21. 1948, t r a d . f r a n c . P É T R É
  • 17. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS S I G L O S ESCRITOS METODOL~GICOS Otros textos han sido agrupados aparte, ya que se dedican más bien a informarnos sobre la organización del catecumenado, la estructura y el método catequético, y no tanto sobre el contenido propiamente dicho de la catequesis. Se trata principalmente de la Traditio Apostolica de Hipólito de Roma y el De Catechizandis Rudibus de San Agustfn. El Discurso catequético de Gregorio de Nisa es otro documento que se suele aiíadir, porque ofrece un buen ejemplo de adaptación peda- gógica a un auditorio determinado. Hipólito (7 235) La Traditio Apostolica 34 de Hipólito de Roma es una especie de ritual o reglamento eclesiástico sobre la ordenación de obispos, sobre las diversas órdenes de la Iglesia, la iniciación de los catecúmenos, las observancias cristianas (eucaristía, ayuno, horas de la oración diaria). Dos interrogantes plantea esta obra: jcuál es el original?, ¿quién es su autor? Poseemos cuatro versiones paralelas que hacen pensar en una fuente común y consienten darse una idea bastante exacta sobre el ori- ginal. La obra es, sin duda alguna, del siglo 111, probablemente de hacia el 215-220. Se presenta como "Tradición de Hipólito". Este es un sacerdote de la Iglesia de Roma. Sabemos que se opuso violenta- mente al Papa Calixto, a quien reprochó su "laxismo". La Traditiopre- senta algunos rasgos de rigorismo. Pero no se puede por eso tener por verosímil la tesis 35 según la cual esta obra sería el manifiesto de un "integrista" en protesta contra las innovaciones litúrgicas de un Papa "progresista". Por el contrario, todo hace pensar que la Traditio nos 3 4 . Sourcrs Chreliennes, n ú m . 11, 1946, trad. franc. d e DOM BOTTE 35. lIANSSENS, Ln Lirurgie d'ffippolyte, Roma, 1959. FUENTES refiere con fidelidad el estado de la liturgia y disciplina romanas a principios del siglo 11136,Para nosotros tiene interés, porque describe de manera precisa la organización del catecumenado en una época en que le encontramos ya muy floreciente y dotado de una fuerte estruc- tura 37. Con el De CatechizandisRudibus de San Agustin contamos ya con un documento capital sobre el método catequético, que cobra una maravillosa actualidad tanto por su estilo como por las preocupacio- nes que lo inspiran 38. El diácono Deogracias, que lleva la catequesis en Cartago, se encuentra muy desalentado. Le parece estar muy por debajo de su cometido y que no es capaz de sembrar interés en el auditorio. Entonces escribe a Agustfn pidiéndole consejo. Este le res- ponde haciendo análisis de las diversas causas de fracaso en la cate- quesis y presentándole las líneas de una espiritualidad del catequista. Es un admirable tratadito para uso de los catequistas del siglo IV.. Y para los de hoy. Tiene la ventaja de ocuparse también de los comien- zos del catecumenado, es decir, de la fase de preparación remota al bautismo; las demás obras que conocemos sólo se fijan en la prepara- ción inmediata del catecúmeno al bautismo El De Catechiurndis da también un importante modelo de catequesis siguiendo la historia de la salvación. 36. Cfr. Sources Chrktiennes, i n t r . B O T T E , PP. 8 - 9 , Y D O M C A P E L L E , " L ' i n t r o d u c t i o n du C a t é c h u m é n a t a R o m e " , R . T . A . M . , abril, 1933, página 1 2 9 . 3 7 . Traditio Apostolica, 16-21.38. Oeuvres de Saint Augustin, 11, trad. G . Consés e t J . FARGES, Desclée de Brouwer, 1949. 38. Oeuvres de Saint augustin, 11, trad. G . Consés e t J . FARGES, Desclée de Brouwer, 1949.
  • 18. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS Gregorio de Nisa (t394) El Discurso catequético de Gregorio de Nisa presenta la clara inten- ción de adaptar la catequesis a un ambiente netamente especifica- d ~ ~ ~ . Se trata aqui de intelectuales caracterizados por su neoplatonis- mo. Gregorio desde un comienzo se sitúa en su modo de pensar y de razonar, y utiliza sus propios argumentos para demostrar las verda- des de la fe, para esclarecer algunas dificultades más concretas y resal- tar aquellos puntos que son para ellos más interesantes, etc. Nos brinda aqui un ejemplo importante de adaptación pastoral. 3 9 . Coll. Hernrner-Lejar, t r a d . M É R I D I E R , 19. Capítulo 1 1 E S T R U C T U R A DE LA CATEQUESIS Sin duda la expresión de estructura de la catequesis puede entender- se de muy diversas maneras. Aquí nos fijamos en ella en cuanto se dis- tingue del contenido doctrinal que estudiaremos en este mismo libro más adelante. Pero tampoco conviene minimizar la importancia de esta estructura, reduciéndola simplemente al marco dentro del cual se encie- rra la doctrina. Tal vez nada expresa mejor el carácter de iniciación inte- gral a la vida cristiana que es la catequesis, como la estructura en que se apoya y que le ayuda a expresarse. Se correría el riesgo de no entender nada sobre el alcance real del contenido de la catequesis, si desconocid- ramos la exigencia a la que responde y el desarrollo que toma. Toda estructura, sea en el campo que sea, es el modo orgánico en que los elementos se unen entre sí dentro del conjunto. Esta defini- ción se aplica con toda propiedad a la catequesis, cuya estructura se delinea por las dimensiones temporales, sociales y espirituales que constituyen los pasos de conversión.
  • 19. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS Primeramente, la dimensión temporal: la preparación al bautismo necesariamente se desarrolla en el tiempo, etapa por etapa, según el dinamismo de toda clase de vida y de crecimiento. Esto ya lo adver- timos, aunque de modo global e implicito, en el Nuevo Testamento. Al final de esta época en que ahora nos ocupamos, nos será ya posi- ble distinguir una preparación remota al bautismo; luego, el catecu- menado propiamente dicho; y finalmente, la preparación inmediata escalonada también según un ritmo preciso. Es un primer aspecto de la estructura de la catequesis. Pero el que se prepara asi al bautismo no es un individuo aislado; vive en una comunidad, de la que es soli- dario, y esta comunidad -la Iglesia- se prepara a acogerlo en su seno, después de haberle acompafiado a lo largo del camino. Existe, por tanto, una dimensión social de la catequesis, la misma del cris- tianismo; ya veremos como ésta se expresa de manera visible y cada vez más institucional, a medida que avanzamos en los siglos. La preparación al bautismo es para el catecúmeno una aventura espiritual en la que todo su ser se compromete. Tendrá que conocer el contenido de su fe en la historia de la salvación, y la catequesis se hará dogmática. Pero deberá también encarnarse cada día en todas las dimensiones de la vida humana, y asi la catequesis se hará moral. Y desde el momento en que se le admite a la fuente de vida de los sacramentos, tendrá que aprender toda la riqueza de éstos en una catequesis sacramentaria. Todos estos aspectos nos están indicando nuevas dimensiones. Nos queda sólo profundizar en una última dimensión. Porque no se entra en esta nueva vida sólo por el cono- cimiento, sino también y sobre todo por la experiencia, que es fun- damentalmente conversión, combate espiritual, lucha contra el demonio para adherirse a Cristo. Por esto, la catequesis adquiere también un carácter ritual a lo largo de la preparación al bautismo, durante la cual la Iglesia pone todos sus recursos de oración y de ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS acción al servicio de quien ha de entrar en el combate entre Cristo y Satanás. La estructura de la catequesis es esta conjunción de todos los ele- mentos que constituyen el camino hacia el bautismo. Parece que es posible dividir este manojo en dos grandes orientaciones simples. La primera, en cuanto a extensión, se expresa esencialmente por etapas sucesivas. La segunda, más en profundidad, junta a la vez los dife- rentes aspectos que ya hemos destacado en cada momento de la cate- quesis. Nos serviremos de ambas orientaciones para describir la estructura de la catequesis. Comenzaremos por seguir el desarrollo del catecumenado tomando como hilo conductor la Traditio Apostolica de Hipólito de Roma, complementada con los testimonios que nos ofrece el siglo IV. Trataremos luego de presentar lo comple- jo de la catequesis, recorriendo cada una de sus etapas. Pero como la estructura es única, concluiremos teniendo en cuenta a la vez ambas orientaciones, tal como las hallamos sorprendentemente unidas en la proximidad del bautismo. Esta unidad tiene que ponernos en guardia contra la tentación bas- tante corriente de una concepción demasiado formalista del catecu- menado. Se correria el peligro de confundir la estructura prohnda y la organización institucional. La organización del catecumenado no es un fin, sino un instrumento. Siempre dice relación con el paso fundamental de conversión a Cristo, que ella misma expresa y man- tiene. No parece ilusorio el peligro de hacer discurrir el camino hacia la fe por los cauces hoy ya bien conocidos de un catecumenado "ins- titucional". Ciertamente, las etapas de este camino serán siempre fundamentalmente las mismas; es aquí donde nos encontramos con nuestra estructura. Pero su duración, sus modalidades externas pue- den variar. Hay una libertad del Espíritu que la institución nunca ~ u e d e entorpecer; los testimonios del Nuevo Testamento nos lo
  • 20. LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S recuerdan. Muchas veces habrá que abreviar el catecumenado, si el postulante tiene ya las disposiciones requeridas: fe profunda, con- versión anterior, conocimiento. Otras, por lo mismo, será necesario prolongarlo. Siempre habrá que dar flexibilidad a esta institución, y no olvidar que nos encontramos en la historia de la Iglesia con auto- ridades para todas las opiniones. Pediremos en primer lugar al Nuevo Testamento que nos dé los elementos de juicio. Descubriremos asi los primeros testimonios reveladores de una estructura de la catequesis, confirmada por otra parte en otros documentos arcaicos no canónicos. EL N U N O TESTAMENTO Y LA CATEQUESIS CRISTIANAANTIGUA Leyendo el libro de los Hechos de los Apóstoles, parece que el bau- tismo comenzó a darse muy rápidamente. Ya el dia de Pentecostés fueron alrededor de 3.000 las personas que fueron bautizadas '. ¿Es que no existía entonces ninguna catequesis antes del bautismo? Sabemos que existia entre los judfos prosélitos. ¿Habrá que pensar que la intervención poderosa del Espiritu llevaba a los primeros cris- tianos a prescindir de una preparación? Inspirados por el Espiritu Santo, Felipe y Pedro bautizaron al eunuco de la reina de Etiopia y al centurión Cornelio 3. Igualmente Pablo fue admitido al bautismo después de una manifestación del mismo Jesús. La espera fue muy corta para todos. Pero si nos fijamos más de cerca en estos relatos de conversión hallaremos ya en ellos una presentación abreviada de todas las etapas de preparación del bautismo. 1. A c t . A p . , 2 , 41. 2. Act. A p . , 8 , 26-40 3 . Act. A p . , 10, 1-11 E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S En realidad, en los tres casos que nos interesan, la primera de estas etapas fue larga. Es la de su fe judia vivida anteriormente con fideli- dad. El alto funcionario de Candace volvía de "adorar en Jerusalén" y venia leyendo la Escritura; el centurión Cornelio era "piadoso y temeroso de Dios, daba limosna y oraba sin cesar a Dios", en cuan- to a Pablo, su celo por la fe judia le llevaba hasta perseguir a la nueva Iglesia. No puede, por tanto, decirse que se les haya conferido el bau- tismo despreciando toda preparación anterior. Al contrario, su fe judia fue para ellos el mejor catecumenado. "El eunuco no estaba inactivo, nota Tertuliano. No fue un deseo repentino lo que le llevó a pedir el bautismo, sino que habia acudido al Templo para orar y estaba dedicado a la lectura de la Sagrada Escritura. Asi le encontró el Apóstol enviado espontáneamente por Dios" 4. Existencia y objeto de la catequesis La segunda etapa, la que prepara directamente al bautismo, es breve en verdad. Pem supone una enseiíanza real. No se la cita explí- citamente, y en los Hechos es imposible distinguir kerygma y cate- quesis. Una huella podemos encontrar en la expresión solemne de San Lucas: "Abriendo la boca", que se aplica tanto a Felipe como a Pedro; y Pablo nos dirá que durante los tres dias que separaron la visión de Damasco de su bautismo, recibió "la tradición de los Apóstoles". No bastó la intervención directa del Espíritu Santo. Era necesario que la fe fuese anunciada: "¿Entiendes lo que estás leyen- do?, pregunta Felipe al eunuco. Pero jcómo puedo entenderlo, res- ponde, si nadie me lo explica?" "Aqui estamos todos nosotros reuni- dos ante Dios para escuchar cuanto te ha sido mandado por el Seííor", dice Cornelio a Pedro, a quien ha enviado a buscar. Entonces, 4. T E R T U L I A N O . De Boptismo, 1 8 , 2 . -41 -
  • 21. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS los dos Apóstoles se fueron "a anunciarles a Jesucristo". Este es pre- cisamente el objeto de la catequesis. A estos judíos sólo les falta creer que es Jesucristo Aquel en quien se cumplen las profecias: "Estolo atestiguan todos los Pro+: quepor su nombre recibe el perdón de lospecados todo el que cree en 21"'. Esto es ya muy importante para nosotros, puesto que es lo que espe- cifica la catequesis. El Antiguo Testamento contiene ya lo sustancial de la fe. El Nuevo Testamento enseíia que todo esto se cumplió con la venida de Jesucristo. Una vez que la adhesión de la fe alcanza ya a este acontecimiento, entonces ya puede darse el bautismo. El fiador La tradición posterior nos enseña que, para asegurar el bautismo, es necesario que alguien salga fiador ante la Iglesia de las disposicio- nes de quien pide el sacramento. Es la comunidad cristiana repre- sentada en la persona del padrino. En el libro de los Hechos no falta tampoco el padrino: es el Espíritu Santo, que interviene antes, en y después de la conversión, a no ser que sea Cristo mismo, como es el caso de San Pablo. "¿Acasopuede uno negar el agua del bautismo a quienes han recibido también el Espiritu Santo como nosotros?" 6. Así reconoce Pedro la garantía suprema del Espíritu. &ta no es nega- ción de las garantias que se requieren ordinariamente, sino sencilla- mente una superación de ellas: "Vorotrossabéis quepara unjudío estdprohibido tratar o visitar a uno de otra raza. Pero Dios me ha ensefiado a no llamar sucio o impuro a ningún hombre. Por eso he venido sin dudarlo cuando me habéis llamado"'. 5 . A c t . A g . , 10, 4 3 . 6 . Acr. A p . , 1 0 , 4 7 . Ver MICHEL D U J A R I E R , Le parrainage des adulte aux trols pre- miers s12cles de I'Eglise, París Le Cerf, 1962, p á g i n a s 1 2 1 - 1 4 8 . 7 . A c t . A p . , 1 0 , 2 8 . A continuación se nos dice que Pedro encontrará serias dificulta- des para convencer a la comunidad de Jerusalén de la intervención directa y real del Espíritu Santo; esto nos prueba que ella se sentía responsable en la admisión de los nuevos cristianos. El ayuno El relato de la conversión de San Pablo tiene un interés particular para nosotros, al testimoniar la preparación al bautismo mediante el ayuno: 'Fermaneció tres días ciego, sin comer ni beber. " Encontramos ya aqui lo que ha de ser uno de los componentes esenciales del cate- cumenado, hasta el punto de que llega a influir en la estructura del año litúrgico, ya que el ayuno de la cuaresma no es sino el ayuno pre- paratorio a la recepción del bautismo. El sentido de este ayuno no es ante todo ascético. En el judaísmo de entonces parece equivalente al exorcismo, y reviste, por tanto, un valor ritual. Es la expresión del combate espiritual ': la preparación al bautismo es un tiempo de prueba en el que el demonio trata de mantener bajo su dominio a quien está a punto de escapársele. Esto arroja bastante luz sobre el verdadero carácter de la conversión anterior, mirada no sólo en su aspecto moral, sino en su referencia a la historia de la salvación como acción de Cristo. Los datos de los escritos no canónicos del periodo cristiano primi- tivo confirman la existencia de un tiempo de preparación al bautis- mo consagrado a la enseñanza, al ayuno y a la oración. En cuanto al bautismo, dadlo de este modo: Después de haber ense- fiado cuantoprecede, bautizad... Que el bautizado, el que bautizay lazdemái personas, si pueden, ayunen antes del bautismo. Al menos al bautizado se le ordena que ayune un día o dos antes 9... - - 8. Cfr. M t . , 17 21: h a y dos demonios, e t c . 9. Didachk, 7 .
  • 22. LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S Que el que quiera ser bautizado imite a Zaqueo... que dé su nom- bre, escuche la ensefianzay después de haber ayunado, se le bau- tice ' O . Otro pasaje de este mismo documento apócrifo nos habla de una mujer "que pide ser bautizada inmediatamente... Pedro le pide al menos el ayuno durante un día"; es un nuevo ejemplo de prepara- ción abreviada al bautismo, porque hay una sefial manifiesta de fe; pero siempre se exige un mínimo de tiempo. Pasos de la catequesis Cuando este tiempo era más largo, i p ~ d e m ~ s pensar que, desde sus orígenes, la catequesis estaba estructurada en etapas sucesivas? Un pasaje de la Carta a los Hebreos plantea la cuestión: Pues aunque, por el tiempo, debíais ser maestros, otra vez tenéis necesidad de que se os ensefien los primeros rudimentos de la doc- trina de Dios, y habéis llegado a tener necesidadde leche, no de ali- mentos sólidos. Ytodo el que se alimenta de leche no haprobado la pahbra dejusticia, pues es un niiío; en cambio, el alimento sólido espara los hombres maduros, que, por costumbre, tienen ejercitado el sentido de discernir el bieny el mal. Por eso, dejando lapalabra de lo elemental de Cristo, elevémonos a lo m h perfecto, sin volver otra vez alfindamento de la conversión... ". Es el primer texto en que encontramos una distinción entre una ensefianza religiosa elemental y una ensefianza más desarrollada. El contenido de lo que será esta ensefianza elemental se define inme- diatamente después. Consiste en la renuncia al pecado, la fe en Dios, los bautismos, la resurrección de los muertos y el último juicio. Todo -- .- ~p !' Recognir~onerClementinae, 3 , 67. N o t e m o s a q u í la m e n c i ó n d e la i n s c r i p c i ó n d e l n o m b r e , q u e v e n d r á a s e r e n e l siglo IV u n c o m p r o m i s o s o l e m n e . " H b r . , 5, 12; 6 , l . E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S esto es el resumen de la fe judía. Según Kosmala 12,el autor de la carta dirigida a los judíos, entendería que el judaísmo constituye la ensefianza elemental. La ensefianza superior sería entonces la procla- mación de Jesucristo. Por tanto, no se trataría de diversos niveles dentro de una misma formación, sino más bien de etapas sucesivas: 10s paganos que no creen en un Dios trascendente; los judios que creen en lo que se llama ensefianza elemental; y los cristianos que creen en Jesucristo... La oposición que hace aquí San Pablo seria, pues, una oposición entre fe elemental en Dios y su perfecciona- miento que es la fe en Jesucristo. Es difícil dirimir el debate, y los exegetas no están de acuerdo en la interpretación de este texto. Aunque hay que advertir que la oposi- ción entre nifios que toman leche y adultos que comen carne apare- ce varias veces en San Pablo con un sentido técnico. Parece ser que desde los orígenes se distingufan dos clases de fieles: los niños peque- fios (nepioi: los que no hablan) que reciben las verdades elementales y esenciales; y los adultos por otra parte. Es la misma palabra que emplea Pedro al dirigirse a los neófitos: "Como niños recién nacidos desead la leche espiritual sin mezcla, para que crezcáis con ella hacia la salvación" l3 El "nifio pequefio" sería entonces el que se encuentra todavía en fase catequética, antes o después del bautismo, porque en el caso que acabamos de citar 14, la ensefianza dada es una ensefianza postbautis- mal que nos da el primer rastro de una catequesis sacramentaria dada después del bautismo, como será mas tarde costumbre general 15. 12. Hebraer, Essenet. Christen, Leyde, 1957, pp. 3 0 - 3 8 . 13. 1 P t . , 2 , 1. 14. C f r . P. B O I S M A R D . U n e l i t u r g i e b a p t i s m a l e d a n s la P r i m a P e t r i " . R . B . , 6 3 ( 1 9 5 6 ) , 1 8 2 - 2 0 8 . 15. El uso l i t ú r g i c o c o n s e r v a d o h a s t a n u e s t r o s d í a s d e leer e s t e pasaje e l d o m i n g o d e s p u é s d e Pascua (Quasimodo) c o n f i r m a e s t a tesis y s i t ú a e s t a l e c t u r a e n e l m o m e n t o p r e c i s o para e l q u e fue p e n s a d a .
  • 23. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS ETAPAS DEL CATECUMENADO Es significativo que el primer texto elaborado sobre el catecume- nado provenga de principios del siglo 11. En el desarrollo de la vida cristiana ésta es una etapa importante. La Iglesia constituye ya un gran pueblo distinto, con vida organizada en todos los campos. En ella el catecumenado ocupa un puesto de primer rango. Su existen- cia es ya atestada por Tertuliano l6 y por Orígenes, que fue un gran catequista. La Traditio Apostolica de Hipólito de Roma nos da una descripción detallada 17. Puede decirse que desde comienzos del siglo 111 la estructura de la preparación al bautismo ya está determinada en sus líneas esenciales. El siglo IV, fecundo en obras catequéticas de gran envergadura, no hará más que llevarlas a su plena expansión. La abundancia de fuentes que poseemos nos permite conocerlas de modo muy preciso y completo: en Oriente contamos con Cirilo de Jerusalén, Teodoro de Mopsuestia, Juan Crisóstomo y el ltinerario de Egeria; en Occidente, con Ambrosio y Agustfn. Todos ellos dan testimonio de que en Jerusalén, Milán, Antioquía y Cartago la orga- nización del catecumenado es la misma en su estructura general. Apenas se encuentran más que variantes de poca importancia; y las formas que entonces se fijan siguen siendo válidas en nuestro cate- cumenado actual. Desde el siglo 111 los catecúmenos constituyen en la Iglesia un orden en sentido estricto, sometido a un periodo de prueba en el que se estudia la aptitud de cada uno para llevar una vida cristiana y se examina su fe. Se distinguen dos estadios, cada uno inaugurado por un examen: el de la preparación remota al bautismo: catechoumenoi en Oriente o audientes en Occidente; y el de la preparación inme- diata: pho"tizomenoien Oriente o electi en Occidente. 16. De Baptismo, 20, l . 17. Trnditio, 16-21. ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS Después del bautismo, los nuevos cristianos tendrán todavía que perfeccionar su iniciación a lo largo de un tercer estadio más breve, porque se limita a la semana de Pascua, pero muy importante. Durante estos días las catequesis mistagógicas revelarán a los neófi- tos todo el sentido del sacramento que acaban de recibir. Estamos, pues, en presencia de tres grandes etapas, a través de las cuales el catecumenado llega a desarrollar la vida cristiana. Sin embargo, otra etapa les precede generalmente. Aquella en la que los paganos se informan sobre la fe cristiana, cuya proclamación han escuchado y han visto vivir a otros. Es sabido que muchos eran estos paganos que acudían para escuchar a Orígenes. El Occidente latino les llama accedentes y San Agustín rudzs. El primer examen En cuanto estaban decididos a prepararse al bautismo, tenían que presentarse a los "doctores", es decir, a los catequistas encargados de someterlos a un examen en nombre de la Iglesia. Encontramos en la TraditioApostolica una especie de inventario de puntos sobre los que versaba este examen y una descripción detallada de su desarrollo. Cuando se presenta a los "doctores", el "recién llegado' no viene solo. Le acompaíían "los que le traen", es decir, los que más tarde lla- maremos padrinos, que tendrán que testimoniar sobre él a lo largo del interrogatorio. Para asegurar mgor las disposiciones del candidato, dice San Agustín, un medio muy útil... es informarsepor los qne rodean al cateczímeno sobre sus disposiciones interiores y los motivos que le arrastran hacia la religión 18. 18. De Catechiznndis Rudibus, 9.
  • 24. LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S La función de padrinazgo se nos refiere aquí, por consiguiente, como una institución ya hecha. Seiíala con fuerza la dimensión ecle- sial y comunitaria del paso que ha dado el futuro catecúmeno; por medio de los padrinos, la comunidad cristiana se presenta a sf misma los candidatos; por medio de los doctores, verifica si la admisión de los que se presentan va a ser en interés del entero cuerpo de la Iglesia. Que los recikn llegados, que se presentan para escuchar la palabra, antes de nada sean presentados a los doctores, antes que elpueblo llegue. Que se lespida h razón por la cual e l h buscan hfi.Y h que les traen, que testimonien sobre ellos, a j n de que se sepa si son capaces de escuchar. Que se examine también su manera de vivir 19. El examen, por tanto, se dirige ante todo a los motivos que abriga el candidato. La historia pasada de la Iglesia reconoce que han inter- venido en muchos demasiados abusos, demasiados móviles, no sólo impuros, sino equivocados. Conviene verificar si de veras "buscan la fe", si estin capacitados para "escuchar la palabra". Aqui es donde los padrinos deberdn atestiguar sobre su candidato, para que se sepa "que son capaces de escuchar". En el caso en que se mire al cristianismo como medio único de agradar a aquellos de los que se espera algún fnvor o para evitar algúnfatidio, oporque de lo contrariopodrin seguirse algún mal o enemistad, no se quiere en verdad ser cristiano se trata de disi- mular. La fe no es un conformismo exterior, sino una adhesidn interior '4 Pero afiade precisando San Agustin, el pedagogo: Muchas veces la misericordia divina hará del catequista un instm- mento suyo, despuh de un dihlogo que le haya interiormente rerno- vido, nuestro hombre decidirá el venir a ser lo que antes había que- 19. Traditio Apostolica, 16. 20. De Catechizandis Rudibus, 9 E S T R U C T U R A DE LA CATEQUESIS rido disimular Entonces, cuando comience a quererlo, habrd dado unprimer paso verdadero 2 ' . Una vez que se ha verificado la intención del recién llegado, se entra en sus condiciones actuales de vida. El examen de la Iglesia -fre- cuentemente severo- aparece entonces inspirado por el deseo de asegurar que estas condiciones harán efectivamente practicable la vida cristiana, sin compromiso con las costumbres paganas o inmo- rales del ambiente. El candidato ¿es esclavo o libre?, jesclavo de un creyente o de un pagano? Si es esclavo, se procurará que el trato con su maestro garan- tice el ejercicio de su vida cristiana. ¿Está casado o no? Que viva en todo caso según los principios del matrimonio o del celibato cristia- no. Hay casos, sin embargo, en que se nota una concesión a la poli- gamia: "Que la concubina de un hombre, del que es esclava, si ha educado a los hijos y le ha sido fiel, sea admitida; si no, que se la des- pida" Pero también: "Que un hombre que tiene concubina deje esta situación y se case legalmente. Si rechaza, despidasele." La Traditio Apostolica propone en seguida una lista detallada (aunque no exhaus- tiva) de los oficios compatibles o no con la fe cristiana. Han de eli- minarse las profesiones inmorales: Que se practique una investigación sobre ojicios y pro$siones de aquellos que se acercanpara instruirse. Si algzlien es dueiío de una casa que mantieneprostitutas, que cese o se le despiah. Van eliminadas también las profesiones que suponen una conce- sión al paganismo mitológico: Si alguno es escultor opintor, que se le exhorte a no hacer idolos. Si no quiere cesar,se le despida. Si alguno es actor, que cese o se le des- oida. 2 1 . Ibfd. C f r . ClRlLO DE J E R U S A L É N , Ptocatequesis, 5: "Sucede t a m b i é n q u e s e haya a c e r c a d o p o r u n m o t i v o e x t r a ñ o (...) A c e p t o e l c e b o d e e s t e anzuelo y t e a c o j o a u n q u e v e n g a s t r a í d o por u n m o t i v o i n v á l i d o , d e s t i n a d o s i n embargo a la m a r a v i - llosa esperanza d e la s a l v a c i 6 n . "
  • 25. LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S Conocemos por el De Spectaculis de Tertuliano la razón de esta intransigencia hacia los actores. Las representaciones teatrales eran parte de la vida oficial de la ciudad y constituían actos de culto pagano. Si alguien enseiía a los ninos ciencias profanas, es preferible que cese;pero si no tiene otro oficio, admítasele. Enseiiar a Hornero o Virgilio suponía todavía prácticamente ense- fiar la mitología pagana. Si alguno es sacerdote de ídolos o guardián de ídolos, que cese o se le despida. Al soldado que esté a las órdenes de un gobernador, se le diga que no haga muertes (etc.). Si hubiéremos omitido a l ' n a cosa, tomad vosotros la decisión más conveniente, puesto que todos tenemos el Espíritu de Dios 22. Sin duda nos ha extrafiado la intransigencia que manifiesta este texto con algunos oficios. Hay que situarle en aquella época en que el cristianismo trataba de distinguirse al máximo, por sus costum- bres, del paganismo que le rodeaba. Sin embargo, nadie sabe si las exigenciasde Hipólito fueron alguna vez respetadas al pie de la letra. Tal vez merece aqui un poco el calificativo de "integrista" que se le atribuye. Ocupa, sin duda, la posición extrema de una tendencia rigorista; recuérdese que reprochó al Papa Calixto su laxismo al per- mitir la relajación de la disciplina de la Iglesia. Ésta se había desa- rrollado considerablemente en cuanto al número de miembros. Los cristianos pertenecen cada vez más a todas las categorias de la sacie- dad. Nacen de aquí circunstancias nuevas que exigen adaptaciones de aquella disciplina de los comienzos de la Iglesia. El movimiento emprendido por Calixto se irá desarrollando. Ya en el siglo IV, al hacerse el Imperio oficialmente cristiano, los fieles son libres de ocu- par todos los cargos de la sociedad. No obstante, prescindiendo del E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S idealismo de Hipólito en algunos puntos, hay que resaltar la preocu- pación permanente, que informa este examen de entrada al catecu- menado, de asegurar que el catecúmeno va a poder vivir de la fe en la que va a ser instruido. Esto es lo que mejor nos enseiia que la cate- quesis es una iniciación integral y no solamente un contenido de ver- dades intelectuales. Si la sinceridad de sus disposiciones es puesta en evidencia, el can- didato entra ya en el catecumenado propiamente dicho. En Africa esta introducción llevaba consigo la signación en la frente, la impo- sición de manos y la sal 23. Estos nuevos catecúmenos se llaman cate- chumenoi en Oriente y audientes o auditores en Occidente. Entonces comienza para ellos el tiempo de preparación remota al bautismo. ;Pero cuánto tiempo va a durar? Duración del catecumenado "Queel catecúmeno se instruya durante tres aiíos", dice Hipólito 24. Este tiempo puede parecer excesivamente largo, sobre todo si recor- damos la rapidez con que se daba el bautismo en la época apostóli- ca. Pero estamos en el siglo 111. Las persecuciones aún recientes han hecho constar muchísimas defecciones entre los fieles, y ahora se impone la urgencia de probar más seriamente la fe de los candidatos al bautismo. Hay que notar además que la entrada en el tiempo de catecume- nado sefialaba ya muy fuertemente una pertenencia a la Iglesia, como da a entender la participación de los catecúmenos en la litur- gia de la Palabra. Ciertamente hay aqui una realidad de la que es pre- ciso caer hoy en la cuenta: ya desde antes de la recepción del sacra- - -- 2 3 . E n las familias c r i s t i a n a s esta primera i n i c i a c i ó n se recibía ya d e los p a d r e s , y e l niíio e r a c o n s i d e r a d o c o m o c a t e c ú m e n o . A s í sucedió c o n el mismo S a n A x u s t í n . 2 4 . Traditio, 17.
  • 26. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS mento, el catecúmeno es considerado como miembro de la comuni- dad eclesial. El tiempo del catecumenado se encargará de realizar su integración progresiva en la Iglesia. Queda, sin embargo, dentro de lo admitido, aun para Hipólito cuyas tendencias extremistas conoce- mos, que puede haber una restricción de este tiempo, a condición que la vida del catecúmeno ofrezca garantía: Con todo, si alguienpone mucho interésy persevera en esta empre- sa, que no se lejuzgue según el tiempo, sino según su conducta 25. En el siglo IV la situación cambia por lo general. Muchas familias cristianas se contentan con introducir a sus hijos en el catecumena- do al poco tiempo de nacer y retrasan el bautismo hasta la edad adul- ta 26. Muchos adultos, temiendo los compromisos bautismales, ten- dían a prolongar indefinidamente el catecumenado. Ponían como pretexto el miedo a volver a caer en el pecado después del bautismo. Así resultaba que en caso de peligro de muerte, las gentes se precipi- taban a bautizarse sin que les diera tiempo a la menor preparación. Vemos entonces reaccionar vigorosamente a los obispos contra esta tendencia. Gregorio de Nisa amonesta a los procrastinantes, "a los que se retrasan" 17, y les invita a pedir el bautismo mostrándoles sus ventajas y subrayando el peligro de permanecer perpetuamente cate- cúmeno~ y los inconvenientes del bautismo en el lecho de muerte. La misma preocupación constante de luchar contra esta clase de bau- tismos encontramos en San Juan Crisóstomo: Pero jcómo no va a ser un último grado de locura dejar siempre para más tarde el bautismo?¡Oíd vosotros, catecúmenosy cuantos dejáis vuestra salvación para el último suspiro!28. p . - - 2 5 . Traditio 1 7 . 26. Esto es contrario a la tradición de la Iglesia, que desde un principio bautiz6 a los hijos de familia cristiana. 2 7 . P. G . 46, 6 0 9 . 2 8 . "Homilía 18 Traditio sobre San J u a n " ,P. G . 59, 115 B. ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS Esta lentitud en pedir el bautismo, que se hace corriente en el siglo IV, da lugar a la llamada solemne que se hacía en Epifanía, en la que todos los aiios el obispo fuerza a los catecúmenos a "dar su nombre", es decir, a inscribirse para la preparación inmediata al bautismo. Las instrucciones Pero antes de llegar a la inscripción del nombre, que sefiaía la entra- da en la fase de preparación inmediata ai bautismo, jcómo se organiza el período de preparación lejana?La TraditioApostolica menciona unas instrucciones 29. A i menos en algunos lugares, se daba una ensefianza especial a los catecúmenos. Estaba encargado de ella un "doctor", es decir, un catequista. Éste era muchas veces un laico, como es el caso de Orígenes. Para esta instrucción, el catequista reúne aparte a los catecú- menos, lo más seguro antes de la asamblea general de la comunidad, de la que ellosya son miembros. Y despuésde la instrucción participan en la liturgia de la Palabra, siempre separados de los fieles 'O. No partici- pan en la Eucaristía propiamente dicha, porque ellos todavía no se benefician más que de una semiintegración en la vida eclesiai. Cuando el doctor ha terminado su instruccibn, que los catecúme- nos recen aparte de losfieles... Y una vez que han terminado de rezar, que no se den el beso de la paz, porque su beso no es aún puro. Que losfieles se den el beso de lapaz. Después de la oracidn -continúa la Traditio Apostdlica- que el doctor ore imponiéndoles las manos. Ya sea el doctor eclesiástico o laico, que lo haga así jl. Este es el aspecto ritual que se presenta ya en el estadio de prepa- ración remota. 2 9 . Traditio, 18. 30. A veces los obispos y predicadores se dirigen directamente a ellos, l o que demuestra que constituían una parte notable de su auditorio. 31. Traditio. 1 9 .
  • 27. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS Todos los elementos de la catequesis, sobre los que más adelante trataremos ampliamente, se hallan ya en este estadio del catecume- nado, orgánicamente asociados al desarrollo de cada reunión de cate- cúmeno~. Una ensefianza, una oración y elementos rituales, vividos en la comunidad: todo esto constituye ya fundamentalmente la ini- ciación cristiana integral. Esta etapa de preparación remota está, sin embargo, mucho menos estructurada e institucionalizada que la de la preparación inmediata, y en ella aún no se ha llegado a ninguna decisión precisa con relación al bautismo. La llamada solemne de Epifanía publicada anualmente por el obispo tiene como finalidad el ayudar a los vacilantes a tomar esta decisión, para que la cuaresma próxima se encuentren dispues- tos a entrar en la etapa decisiva. Desde el siglo 111, en efecto, la preparación inmediata al bautismo parece que coincide con la cuaresma 32. En todo caso, esto es absolu- tamente cierto en el siglo IV, en el que la cuaresma va toda ella orde- nada a la última fase del catecumenado. El Itinerario de Egeria ofre- ce de ésta un testimonio muy evocador 33. La abundancia de docu- mentos de esta época nos informa muy detalladamente sobre el desa- rrollo de estas últimas semanas, pero ya la Traditio Apostolica nos daba los datos esenciales. Segundo examen e inscripción del nombre La víspera del primer domingo de cuaresma, los catecúmenos que deseaban ser bautizados daban su nombre al presbítero encargado de esta misión. Al día siguiente tenia lugar una ceremonia muy solem- ne que comprendía un examen y la inscripción del nombre. 3 2 . La cuaresma duraba ocho semanas e n Oriente y seis en Occidente. 3 3 . Cfr. también nuestra liturgia cuaresmal. ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS El que da su nombre, lo hace en la víspera de la cuaresma, y un presbítero anota sus nombres... Al día siguiente, comienzo de fa cuaresma, se k pone al obispo la sede en medio de f a Iglesia mayoE.., después se van acercando uno a uno los candidatos 3*. Efectivamente, antes de ser admitidos al bautismo, los catecúme- nos van a ser sometidos a un segundo examen bastante diferente del primero, dado el espíritu que le anima. Se pregunta ahora por la con- ducta de los catecúmenos durante su catecumenado ¿han demostra- do con su vida que son dignos de ser bautizados? Una vez escogidos aparte los que van a recibir el bautismo, se les examina su vida: iban vivido piadosamente mientras eran catecú- menos, han respetado a las viudas, visitado a los enfermosypracti- cado buenas obras?Si los que les han traídoatestiguanque e l h han observado esta conducta que escuchen el Evangelio 'I. En el siglo IV, como hemos visto, la admisión de catecúmenos al bautismo era tan importante, que el mismo obispo era quien exami- naba a los candidatos. l?l es quien debe discernir las aptitudes para entrar en la Iglesia. Los candidatos le son presentados por los padri- nos y madrinas, y él les pregunta que den testimonio sobre la vida de sus catecúmenos durante la preparación remota: Si son hombres, vienen con su padrino, si son mujeres, con su madrina. Entonces, para cada uno el obispopregunta a los vecinos de aquel que ha entrado, diciendo: ';Lleva una vida honesta' ¿Respeta a sus padres? ¿No es dado a la bebida y a fa mentira?"... Los que son defiera, a no ser que tengan testigos que les conocen, logran llegar con menosfacilidad al bautismo 36. También aquí aparece clara la importancia de la misión del padri- no, hasta tal punto que los que no lo tienen, difícilmente son admi- 3 4 . Itinerario, 45. 3 5 . Traditio, 20. 3 6 . Itinerario. 45.
  • 28. L A C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S tidos al bautismo. San Juan Crisóstomo lo sefiala igualmente. Teodoro de Mopsuestia da a entender que el padrino interviene en toda la iniciación cristiana. Es la comunidad la que puede juzgar sobre la conversión real y total del catecúmeno, esto es, si por sus "buenas obras" ha roto efectivamente con su conducta pagana habi- tual. Lo cual significa que la preparación al bautismo fue y seguirá siendo tanto obra del laico como del sacerdote, y que una iniciación sin que la comunidad participe apenas tiene gran valor. Durante el examen, Teodoro de Mopsuestia nos muestra al candi- dato "con las manos extendidas en actitud orante y con la vista baja..., los pies descalzos sobre una alfombra" 37. Con esto se mani- fiesta el combate espiritual entre Cristo y Satanás, que "en ese mo- mento trata de abogar contra nosotros, so pretexto de que no tene- mos derecho a salir de su dominio" 38. Si el examen es favorable, el obispo en persona inscribe de su puño y letra en el "libro de la Iglesiawel nombre del futuro bautizado, que así viene a ser electas, elegido, o photizomenos, el que va a ser ilumi- nado. No es una pura formalidad administrativa. En ese caso, habría bastado lo que el "sacerdote de servicio" hizo la víspera. Ser inscrito en el registro, es quedar inscrito entre los ciudadanos de la Jerusalén celeste: Dadme vuestros nombres, para que yo los inscriba con tinta. El Seiíor los grabará en tablas imperecederas, inscribiéndolos con su propia mano 39. Desde ahoraya estás inscrito en el cielo 40. La ceremonia solemne de la inscripción del nombre termina con la "procatequesis", homilía que pronuncia el obispo para dar sentido a la preparación cuaresmal; así, la primera catequesis bautismal de San 3 7 . Hornillas C a t e q u t t i c a s , 1 2 , l . 3 8 . Hornillas C a t e q u l t i c a s , 1 2 , 1 8 . 3 9 . G R E G O R I O DE N I S A , " A d v e r s a s p r o c r a s t i n a n t e s " , P G . 4 6 , 4 1 7 R . 40. Hornillas C a t e q u t t i c a s , 1 2 , 16. E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S Juan Crisóstomo o la procatequesis de Cirilo de Jerusalén. El tema de ella es paradisiaco y nupcial, e inspira a nuestros autores acentos de hondo lirismo y mística: Ya os llega unperfime defelicidad, iluminados. Ya estáis recogien- do las flores misticas para tejer con ellas coronas celestes. Ya el Espiritu Santo ha inspirado el dulce olor 41. Tiempo degozo y alegría espiritual es kte en que nos encontramos. Han llegado los dfas de las bodas espirituales, objeto de nuestro anhelo y de nuestro amor 42. Después los nuevos "iluminados" son invitados a velar, a orar, a hacer penitencia y a asistir asiduamente a las catequesis, camino que lleva hasta el cielo, porque "a lo largo del camino el dragón acecha a los que pasan" 43. Este camino va a ir jalonado durante la cuaresma por reuniones casi diarias. Un estudio atento de los diversos aspectos de éstas nos va a llevar más adelante al conocimiento de la estructu- ra de la catequesis, descubriéndonos, además de su desarrollo en el tiempo, los elementos que la constituyen. ELEMENTOS DE LA CATEQUESIS Ya desde el siglo 111, y afartiori en el siglo IV, los catecúmenos se reúnen no sólo el domingo, sino también todos los dfas de la sema- na menos el sábado. Cada reunión, que dura muchas veces no menos de tres horas, entre prima y tercia, comprende una enseiianza doc- trinal, una iniciación moral y espiritual, y actos rituales. Toda la pre- paración cuaresmal está concebida como un tiempo de retiro dedi- cado a la oración y a la penitencia, y al acontecimiento de los miste- rios de la fe. Todo esto no es nuevo para el catecúmeno, al menos si ~ C I R I L O DE J E R U S A L É N , Procatequesis, 1. 4 2 . S A N J U A N C R I S ~ S T O M O Ocho catequesis. 1 , 1 43. C I R I L O DE J E R U S A L E N , Procatequesis, 16.
  • 29. LA C A T E Q U E S I S EN L O S PRIMEROS S l G L O S su preparación viene durando ya varios meses o afios. Pero parece que en muchos casos el tiempo de preparación remota al bautismo ha quedado muy poco institucionalizado, demasiado poco para poder realmente preparar a los catecúmenos. En cuanto a los que retrasan indefinidamente su bautismo, es bien probable que descui- daran también su preparación. Por eso, las seis u ocho semanas de cuaresma se presentan suma- mente densas y completas. Las catequesis de San Cirilo de Jerusalén, por ejemplo, forman un conjunto doctrinal en el que se ve la preo- cupación por transmitir de un modo elemental, aunque completo, todo el misterio de la fe, entroncado en la historia de la salvación. El paso dado de conversión va ahondando con la oración y el ayuno. El aspecto de lucha espiritual se intensifica mediante las diversas impo- siciones de manos y exorcismos que seííalan la retirada progresiva del demonio hasta llegar al triunfo de Cristo por la adhesión solemne del que va a ser bautizado. Aspecto ritud: exorcismos Los exorcismosocupaban un lugar de preferencia en la liturgia bau- tismal antigua. La Traditio Apostolica de Hipólito dice que son dia- rios: "Apartir del día que son elegidos, que se les imponga cada día las manos exorcizándolos" 44. En el siglo IV, el exorcismo constituye lo esencial de la reunión del domingo reservada a los catecúmenos: El escrutinio. Los ritos del exorcismo corresponden a éstos de nuestro bautismo actual: palabras imprecatorias, exsu@tio en el rostro, sig- natio en la frente, en los oídos y en la nariz. Encontramos en San Cirilo de Jerusalén algunos detalles sobre las circunstancias de estos exorcismos, sobre el modo en que son practicados y sobre su sentido: - - --- - 4 4 . Traditio, 20 E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S Los hábiles orfebres se sirven de delicados instrumentos para soplar sobre las brasas,y así levantar laspepitas de oro ocultas en el crisol. Avivando la llama es como descubren lo que buscan.Así cuando los exorcistas mediante el '?opio"divino lanzanfiera el temory, como en un crisol-que aquí sería el cuerpo- reavivan el alma, enton- ces el demonio huye; queda la salvacidn, queda también la espe- ranza de vida eterna,y finalmente el almapurzjcaah de susfaltas adquiere la salvación 45. Es cierto que los ritos de exorcismo tienen su origen en el cristia- nismo antiguo. Son expresión de una teología del mal, del pecado original que tiene alma cautiva y del misterio de la Redención. Hay dos significados principales que es preciso sacar de los numerosos comentarios que tenemos. La función del exorcismo es principalmente el arrancar poco a poco al catecúmeno de las fuerzas del mal y adherirlo a Cristo. El tiempo de preparación al bautismo es un tiempo de lucha, de tenta- ción; así, el relato de la tentación de Jesús abre la liturgia de cuares- ma. Por lo demás es Cristo mismo quien combate para separar al catecúmeno del Príncipe de las Tinieblas. San Cipriano 46 compara- al catecúmeno con un judío que, perseguido por los soldados del Faraón, huye de Egipto hacia el Mar Rojo, no estará salvado defini- tivamente hasta que no haya pasado a la otra orilla. Los Padres ven una analogía fundamental entre la liberación de Egipto, la resurrec- ción y el bautismo. Estudiaremos más ampliamente esta tipologia cuando hablemos de la catequesis sacramentaria. Se funda en la cer- teza de que Dios continúa comunicando al hombre en situación espiritual desesperada una salvación que jamás podría darle ninguna liberación sociología o económica. 4 5 . C l R l L O DE JERUSALÉN, P~ocatequesis,9 4 6 . Carta 6 8 .
  • 30. LA C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S Existe, además, en la base del rito del exorcismo toda una teología dramática de la condición humana. Antes que Cristo libere al hom- bre del pecado y de la muerte, éste vive sometido al mal. Este mal no está en Dios, pero tampoco depende sólo de la voluntad del hombre. Está por debajo de Dios y por encima del hombre. Por eso, el hom- bre, con sus fuerzas únicamente y sin el auxilio de Dios, no puede despegarse de este poder del mal que le cautiva. Tenemos que devol- ver a los ritos del exorcismo todo su significado. Este significado es la liberación del mal. No hay, por tanto, que obrar pasando por alto el papel que desempeíia el Príncipe de las Tinieblas. Porque si en definitiva el hombre puede salvarse solo, si el misterio del mal no radica más allá del hombre, se echa por tierra todo el sentido de la Redención. Cristo no seria más que un sabio venido a ensefiarnos cómo eliminar las injusticias sociales o los sufrimientos ocasionados por la mala voluntad del hombre. En realidad, solo existe la mala voluntad del hombre, las fuerzas malignas que impiden al hombre unirse a Cristo, de las que es necesario librarle. Ensefianza doctrinal La preparación al bautismo comprendía también su parte de ense- fianza. Ésta a su vez comprende dos elementos: una explicación de la Escritura y un comentario del símbolo. Pero el ordenamiento de ambos elementos ha tenido soluciones muy diversas durante los siglos IV y V. En Occidente, según lo que sabemos por Agustin y Ambrosio, durante casi toda la cuaresma se da una enseñanza bibli- ca. Su eco lo tenemos en los tratados biblicos de San Ambrosio, que vienen a ser sus homilfas escritas. También aquí las diferencias pue- den ser grandes: exposición de un libro solamente, presentación del conjunto de la Escritura, sermón sobre pasajes variados. Solamente E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S se tenian algunas homilfas sobre el sfmbolo en general con ocasión de la traditio y redditio del mismo. En Oriente, al lado de las homi- lias exegéticas, había una serie de conferencias sobre el simbolo. Ambas podian mezclarse y ofrse durante la cuaresma sobre todo, como sucedia tal vez con las catequesis de Cirilo de Jerusalén. Nos atendremos a la descripción más detallada que conocemos, la de la catequesis de Jerusalén en el final del siglo IV, tal como nos la ha transmitido Egeria. La catequesis propiamente dicha se daba diariamente a los catecú- menos durante la cuaresma, excepto los sábados y domingos: "Seles instruye en todo durante esos dias; es lo que se llama la catequesis" 47. SUfinalidad es dar los fundamentos sólidos indispensables para la vida de fe. San Cirilo de Jerusalén lo subraya indicándonos cómo la catequesis se distingue de la predicación ordinaria: No sepiense que se trata de nuestras reunionesordinarias. No. Estas últimas también son buenas y merecen nuestro asentimiento. Pero si hoy has estado distraído, mafiana lo aprendes. Por el contvario, las ensefianzasque se nos dispensanprogresivamente sobre el bau- tismo de la Nueva Alianza, si fueran hoy descuidzdas, jcudndo podrían aprenderse?...Mira que la catequesis es como un ed$cio: si no ahondamos para los cimientos, será absolutamente inútil nuestro trabajo 48. El tiempo de la catequesis es el de fundamentar la fe, tanto como e1 de purificar el alma. Por eso, el primer tiempo de la catequesis es bíblico. Durante las primeras semanas el obispo comenta la Escritura y expone toda la historia de la salvación "desde el in principiofccit Deus coelum et terram hasta los tiempos actuales de la Iglesia" 49, 4 7 . Itinerario, 47 48. C J R I L O DE JERUSALÉN, Procatequesis, 11. 49. A G U S T ~ N , De Catechizandis Rudibus, 5. Para Agustín toda la catequesis s e halla contenida e n la exposición de la historia de la salvación. Ver infra "Catequesis e Historia de la Salvación."
  • 31. LA CATEQUESIS EN LOS PRIMEROS SIGLOS "recorriendo toda la Escritura, dando de ella en primer lugar su sen- tido literal y luego el sentido espiritual" El comentario tendía a hacer comprender la correspondencia entre los acontecimientos y las leyes permanentes de la gracia, asf como a manifestar que las mane- ras de Dios son siempre las mismas en las diversas etapas de la his- toria de la salvación. Era favorecer su actualización en la vida de los catecúmenos. El sexto domingo de cuaresma comenzaba en Oriente la cateque- sis dogmática, esencialmente constituida por la explicación de los artículos del sfmbolo. Y así comenzaba con la importante ceremonia de la traditio Symboli. Entrega del Símbolo Al final de las cinco semanas de instruccidn, entonces reciben (los catecúmenos) el Símbolo Al entregárselo, el obispo les recomienda que lo aprendan de memoria: Para evitar que el alma muera por ignorarla, encerramos en estos pocos artículos todz la ensefianza de lafe.Esto es lo que quiero que retengáis textualmente en memoria IZ. Después, el obispo hace un primer comentario del Simbolo en general. La entrega del Sfmbolo es un acto fundamental que contie- ne todo el significado de la catequesis. Al entregar el Sfmbolo, la Iglesia transmite a los nuevos cristianos la fe; por eso lo convierte en un acto litúrgico. La "Tradición" de la Iglesia está aqui presente y operante, en toda la plenitud de su sentido teológico. La catequesis se manifiesta entonces en toda su dimensión; que es la realización 5 0 . Itinerario, 4 6 . 5 1 . Ibrd. 5 2 . ClRILO DE JERUSALÉN, Procataquesis. 5 , 12. ESTRUCTURA DE LA CATEQUESIS actual y viva de la tradición oral de la Iglesia. La misión del Simbolo es expresar resumidamente el contenido de la tradición; su origen es esencidmente catequdtico 53. Su formulación difiere según las Iglesias, pero constituye siempre un conjunto elemental y completo de las verdades necesarias para la salvación Durante los quince dias que siguen a la entrega del Sfmbolo, tiene lugar la explicación, explatatio symboli; el obispo lo va comentando articulo por articulo Esta ensefianza es intensiva y dura a veces tres horas cada dia. Se les explica la doctrina del Símbolo, así como la de to&s las Escrituras, fiase porfiase, primero en sentido literal luego en sen- tido espiritual.. Todos son instruidos desde la hora deprima a la hora de tercia, ya que la catequesis dura estas tres horas 54. La atmósfera viva y espontánea en que se desarrollaba la catequesis no carece de lección para nosotros: Mientras el obispo trata to&s estas cuestiones, kzgente se manifir- ta con tales gritos de aprobacidn que se les oye gritar inclusofuera de la iglesia. Porque él va descubriendo tan bien todos los misterios, que nadiepermanece insensible a lo que oye explicar 15. Una vez explicado el Simbolo durante cuarenta dias, deberá ser "repetido" por el catecúmeno a quien se le entregó: es la redditio symboli. Este rito tiene lugar el Domingo de Ramos, antes que comience la "semana mayorw.Ese día el catecúmeno, siempre acom- ~aiíado de supadrino o madrina, recita solemnemente ante el obispo el simbolo que debe ya conocer de memoria 16. Al find de la cere- monia, el obispo anuncia el complemento de la catequesis que se 5 3 . Sólo cuando los bautismos de niños se fueron extendiendo, el Símbolo recibió un uso bautismal bajo forma de confesión de fe. 5 4 . Itinerario, 46. 5 5 . Itinerario, 4 7 . Ver también 46 y ClRlLO DE JERUSALÉN, Catequesis. 13, 2 3 . 5 6 . Cuando se estableció el uso de una 'traditio* y "redditio" de la oración domini- cal, las del símbolo se adelantaron un domingo. Cfr. DONDEYNE, "La discipline des scrutins", Reu. Hist. E c c l . , 1932, páginas 14-15.
  • 32. L A C A T E Q U E S I S EN L O S P R I M E R O S S I G L O S dará después de Pascua. La catequesis dogmática pre-bautismal ter- mina así con la "redditio" del Símbolo; pero aún queda el "descubrir los misterios" de los sacramentos con las catequesis mistagógicas post-bautismales: Depuh del santo y saludablr día de Pascua, a partir drlsepndo día despuks del sábadoy cada uno de los días de la Semana Santa, inmediatamente despuks de la Sinaxis, entrareís en el santo lugar de laAnástasispara escuchar,si Dios quiere, otrascatequesb,Se osLrá en ellas la clave de cada uno de los ritos realizados y se os darán explicaciones sacadas del Antipo Estamento y del Nuevo, prime- ramente sobre lo que sucedid a continuación del bautismo, luego sobre la manera en que el Sefioros hapun$cado. .., se OS hablará de los misterios que se desarrollan en el altar del Nuevo Estamento 57. Iniciación a la oración La catequesis que se da durante la "semana mayorwde preparación última antes de Pascua es esencialmente una iniciación a la plegaria. En este terreno los usos varían mucho según las Iglesias. La entrega del Pater se hace generalmente al principio de la Semana Santa. Pero en algunas Iglesias se traslada a después del bautismo, porque se con- sidera que el Pater es la oración especifica de los cristianos y no pue- den decirla más que los "hijos". Tenemos un comentario del Pater en las Homilías Catequhicasde Teodoro de Mopsuestia. Algunas Iglesias tienen también una "tradditio" del salmo 22, que desempefiaba un papel importante en la liturgia bautismal. En la noche de Pascua, al salir del bautisterio, los neófitos iban procesionalmente a la iglesia con un cirio en la mano para su primera comunión, en el trayecto cantaban el salmo 22. Este salmo expresa claramente la idea de libe- . - ~ ~ C I R I L O DE JERUSALÉN, Cataquesis, 18, 33; Itinerario. 46 E S T R U C T U R A DE LA C A T E Q U E S I S ración, y los Padres siempre vieron en él alusión a los sacramentos (aguas tranquilas, mesa, unciones), lo que justifica su uso en la litur- gia pascua1 58. Preparación espiritual La preparación cuaresmal, como hemos visto, se desarrolla en una atmósfera de retiro, de oración, penitencia y conversión. Es el primer aspecto hacia el que el obispo atrajo la atención de los catecúmenos en la catequesis de apertura. Hay que aprovechar el tiempo de cua- resma para examinar las disposiciones que se traen y transformarlas, si es preciso. Te hago esta exhortación antes que venga el Esposo de las almas, jesús, y vea tus vestidos. Dispones de un largo espacio de tiempo; tienes una penitencia de cuarenta días, tienes una buena ocasión de desvestirte, de lavarte, de volverte a vestiry entrar 5y. Si el motivo que ha llevado a pedir el bautismo es bastardo, es el momento de convertirse a una vida mejor, puede ser la ocasión de encontrar la fe auténtica. Pero es menester que la conversión sea sin- cera. Asi la seriedad de las exigencias cristianas debe presentarse en todo su rigor, y quien no se acerque con disposiciones interiores sin- ceras debe retirarse. Llega el momento en que el obispo centra todas sus catequesis en la conversión moral. Es el caso de San Ambrosio en sus homilías cuaresmales. San Cirilo de Jerusalén busca más bien la conducta práctica que emana de las verdades dogmáticas a medida que se van exponiendo. Para todos la cuaresma es tiempo de peni- tencia, porque es tiempo de lucha contra el demonio y el pecado, es el tema de toda la primera catequesis bautismal de San Cirilo. - - 58. S u p r i m e r a i n t e r p r e t a c i ó n es, s i n e m b a r g o , c r i s t o l ó g i c a . Más t a r d e a d q u i r i r á su s e n t i d o b a u t i s m a l . 59. C l R I L O DE JERUSALÉN, Procatequesis, 4.