2. Catequesis…. kerigmática… mistagógica, son tres
conceptos diversos pero significativamente
entrelazados, uno y otro se complementan, se
sustentan entre sí. Pero sobre todo, son hoy más
que nunca, el antídoto para acompañar el
crecimiento en la fe de los hombres y mujeres que
se enfrentan actualmente al desafío de vivir su
cristianismo, cuando pareciera que la cristiandad
estuviera cayendo en el atardecer de su existir.
3. Pero retomemos brevemente lo
que significa cada uno de estos
elementos y enseguida,
fundamentamos la necesidad de
una catequesis que sea
kerigmática y mistagógica como
lo está pidiendo el Directorio
para la catequesis. (DC 2,74, 98)
5. La tradición de la Iglesia nos ha enseñado que la palabra catequesis
se deriva del griego “katejein” que significa literalmente “resonar”
o “hacer resonar un ruido”, especialmente el sonido o el eco de la
voz humana.
Etimológicamente, el término “catequesis” evoca una comunicación
oral y dialogada porque se trata de hacer resonar una palabra en el
oído de un oyente que es también un interlocutor.
6. La palabra KATEJESIS
no aparece en la
Sagrada Escritura, en
cambio, el verbo
KATEJEIN sí se
menciona en el Nuevo
Testamento con dos
significados:
● Narrar, relatar o informar sucesos (Hch 21,
20-24; Lc 1,1-4)
● Enseñar oralmente los misterios de la fe
(Hch 18,25; Rom 2,18; Gal 6,6)
7. Según Emilio Alberich la catequesis pertenece al
signo de la “martyría”, es decir, al servicio de la
palabra o ministerio profético, junto con otras
expresiones del mismo, como el anuncio misionero, la
predicación litúrgica, la reflexión teológica, etc. Es,
pues, en este ámbito donde debe precisar su misión y
significado.
8. Por otra parte, la actualidad de la evangelización obliga también a
un esclarecimiento del término, respecto a la totalidad de la acción
pastoral y de la catequesis, de manera que cada acción pastoral
pueda cumplir con su cometido de manera orgánica y respetando la
naturaleza de cada uno.
Por tanto, hemos de situar a la catequesis al servicio de la iniciación
cristiana que se describe como un proceso en el que nos
adentramos en el misterio de Cristo.
9. La Iglesia primitiva para dar el bautismo exigía dos condiciones: La
conversión y la fe. Y dado que la iniciación Cristiana es obra de la
Santísima Trinidad, en ella encontramos las siguientes Dimensiones
básicas:
Dimensión
Teológico –
Sacramental
Es decir la iniciativa es de
Dios quien hace a los
hombres participes del
acontecimiento Pascual
de Cristo.
Dimensión
Eclesial
La Iglesia, que es
comunidad anuncia al
Señor, da testimonio y
celebra la alianza;
acoge al hombre y lo
acompaña.
10. Dimensión
catequética
A través de la cual se enraíza la
adhesión firme por la fe a la
Palabra y garantizar su
aprendizaje y maduración.
Dimensión
existencial
escatológica
Que nos habla de la vida nueva en el
Espíritu que nos ha configurado
con Cristo. Vida nueva que tiene
un origen, se vive aquí y tiene una
meta en la segunda venida de
nuestro Señor.
En síntesis, la catequesis de iniciación, incorpora a la comunidad que
vive, celebra y testimonia la fe. A través de ella se ayuda al discípulo
de Cristo a transformar al hombre viejo, a asumir sus compromisos
bautismales y a profesar la fe desde el corazón (cf. DGC 67. 68). (DC 2)
12. Cuando hablamos de kerigma, nos referimos a este primer
paso necesario que se orienta a despertar y suscitar la
conversión. Es lo que tanto se hace referencia como el
“primer encuentro”. Es el corazón mismo del Evangelio,
que contiene el mensaje central de la fe cristiana y que
todos los creyentes están llamados a proclamar con la vida
y la palabra.
Sursum Corda. Levantemos el corazón ❤️
Doxologia: Por Cristo con él y en él….
13. Una experiencia que se transmite de
persona a persona, una vez que se ha
tenido la experiencia de encuentro
fundante y transformadora con la
persona de Jesús. Esto nos evoca el
texto bíblico que pone en evidencia la
necesidad de diseñar experiencias de
encuentro con Dios: “No podemos callar
lo que hemos visto y oído” (Hch 4,13-
21); la fe se asimila y se acepta mejor
cuando va acompañada del testimonio
de aquellos que se han encontrado con
la Perla valiosa, y se han convencido de
que vale la pena venderlo todo para
adquirirla.
14. Dicha cita bíblica, delata la convicción y conversión de los
discípulos que no pueden callar lo que han visto, la experiencia
de estar junto a Jesús, de ver sus gestos, los milagros, de
escuchar sus palabras, de compartir la vida y la fe, fueron
momentos de un encuentro tan íntimo y transformador que los
exhorta a ser fieles a Él. Compartir con entusiasmo y energía la
experiencia primera de haberse topado con Jesús, que cambia
la existencia, es una experiencia kerigmática.
15. El Directorio para la catequesis
señala de manera muy clara y
evidente que la realidad de nuestros
tiempos exige a la Iglesia responder
con nuevos métodos y lenguajes
significativos, como por ejemplo los
que nos recomienda este documento,
poniendo en evidencia la necesidad de una catequesis que pueda definirse
coherentemente de manera kerygmática, es decir, una catequesis que sea
una “profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y
mejor”. (DC 57)
16. Señala también que la catequesis, no siempre se
puede distinguir del primer anuncio y está
llamada a ser, en primer lugar, un anuncio de la
fe, por lo que no debe delegar a otras acciones
eclesiales la tarea de ayudar a descubrir la
belleza del Evangelio.
17. Es importante que, precisamente a través de la
catequesis, cada persona descubra que vale la
pena creer. De esta manera, la catequesis ya no
se limita a ser un mero momento de crecimiento
más armónico de la fe, sino que contribuye a
generar la fe misma y permite descubrir su
grandeza y credibilidad (cf. DC 57).
18. Por su parte, la encíclica Evangelii Gaudium, escrita por el
Papa Francisco y publicada en 2013, no trata
específicamente sobre el kerigma. Sin embargo, el
kerigma es un tema fundamental en la enseñanza y el
pensamiento cristiano, y muchos de los principios y
conceptos presentes en el kerigma están en consonancia
con los mensajes y la visión presentados en la encíclica.
19. El término "kerigma" se refiere al
anuncio o la proclamación del
Evangelio, es decir, la buena
nueva de la salvación a través de
Jesucristo. En el contexto
cristiano, el kerigma se centra en
la invitación a la conversión, el
arrepentimiento y la fe en
Jesucristo como Salvador y Señor.
(DC 58)
20. En Evangelii Gaudium, el Papa Francisco enfatiza la importancia de una Iglesia en
salida, que va al encuentro de las personas y lleva la alegría del Evangelio al mundo.
El Papa insta a los cristianos a ser testigos del amor de Dios y a compartir su fe con
los demás. Si bien la encíclica se centra en temas más amplios relacionados con la
evangelización y el papel de la Iglesia en el mundo contemporáneo, se puede
encontrar resonancia con el kerigma en el llamado a anunciar la Buena Nueva y a
vivir una fe auténtica y comprometida.
En resumen, aunque la encíclica Evangelii Gaudium no trata directamente el tema
del kerigma, comparte muchos principios y valores relacionados con la proclamación
del Evangelio y la importancia de una fe viva y compartida con los demás.
22. La mistagogía es un término que proviene del griego y se utiliza
en el contexto de la teología y la catequesis cristiana. Se refiere a
la etapa de profundización y vivencia de los misterios de la fe
que sigue al bautismo y a los sacramentos de iniciación cristiana
(como la Confirmación y la Eucaristía).
Etimológicamente significa iniciación en el misterio (o
misterios), de manera que se pone el acento en el significado
profundo de la “iniciación” como una de las claves para la
comprensión del fenómeno religioso, particularmente en la fe
cristiana, que se distingue de otras, precisamente por el
seguimiento radical de Cristo.
23. La mistagogía se centra en ayudar a los
recién bautizados y a los fieles en
general a comprender más
profundamente los misterios de la fe
cristiana, especialmente los
sacramentos, y a experimentarlos de
manera más plena en su vida cotidiana.
Esta etapa tiene como objetivo llevar a
los creyentes a un encuentro personal y
transformador con Cristo y a una
participación más consciente y activa
en la vida de la Iglesia. (cf. DC 63)
24. La mistagogía se entiende también como una estructura pedagógico-religiosa
que contribuye en esa iniciación al Misterio y que implica una ruptura de la vida
anterior, una introducción a los mitos de origen, una serie de pruebas
conductuales y unos ritos iniciáticos que desembocan en un nuevo nacimiento.
(cf. DC 291)
En la historia de la humanidad, las prácticas mistagógicas aparecen en muchas
culturas, es decir, las practicas iniciáticas, suelen ser comunes en algunos
elementos en los diversos grupos humanos.
25. En lo que concierne a nosotros los católicos, cuando hablamos de
“misterio”, no es, para la fe cristiana, simplemente algo oculto y
oscuro, un enigma, algo que se esconde y aleja, sino algo que se nos ha
acercado y revelado en Jesús, el proyecto divino del Padre, proyecto de
salvación en Jesucristo y el Espíritu ofrecido a todos los pueblos. En
último término, el Misterio es Cristo, es un Misterio inefable de
salvación y amor (cf. Rm 16, 25; Ef 1, 9; 3, 3-9; Col 1, 26-27; 2, 2; 4, 3;
1 Tm 3, 16).
26. Este presupuesto, lo conserva la Iglesia primitiva y patrística cuando mantiene la
estructura iniciática en la organización del catecumenado que preparaba a los
nuevos cristianos para los sacramentos de la iniciación, y suponía una
separación o ruptura con el mundo anterior, lo cual implicaba un proceso de
conversión, dejar anteriores oficios y situaciones de vida no correctas; una
iniciación en la historia de salvación, la cual se concretaba en la entrega
(traditio) y explicación del Credo y el Padre nuestro; una muerte iniciática por la
participación sacramental en la muerte y resurrección pascual de Jesús,
simbolizada por el descenso a las aguas bautismales y el ascenso del agua, la
efusión del Espíritu y la participación en la eucaristía comunitaria de la Iglesia.
27. Ésta es la experiencia fundante del cristianismo; la
transformación en una nueva persona, un nuevo
nacimiento, un neófito; a todo ello se añadían en muchos
lugares las catequesis mistagógicas, es decir, la iniciación
más profunda en los misterios recibidos, pues estaban
convencidos los Padres de la Iglesia que hay cosas que sólo
pueden entenderse después de haberlas experimentado;
también en el catecumenado la iniciación es realizada por
expertos: diáconos, presbíteros, el obispo, con participación
de toda la comunidad cristiana.
28. Este aspecto mistagógico, el Directorio para la
catequesis nos lo presenta de la siguiente manera:
“La restauración del catecumenado, favorecida por el
Concilio Vaticano II, se logró con la publicación del Ritual
de la Iniciación cristiana de adultos. El catecumenado,
«verdadera escuela de formación para la vida cristiana»
(AG 14), es un proceso estructurado en cuatro tiempos o
períodos, dirigido a guiar al catecúmeno hacia el encuentro
pleno con el misterio de Cristo en la vida de la comunidad, y
es considerado, por tanto, un lugar típico de iniciación,
catequesis y mistagogía. Los ritos de paso entre los
períodos evidencian la gradualidad del itinerario formativo
del catecúmeno: (DC 63)
29. En el precatecumenado tiene lugar la primera
evangelización en orden a la conversión y se hace
explícito el kerygma del primer anuncio;
El tiempo del catecumenado, propiamente dicho,
está destinado a la catequesis integral; se accede
a él con el rito de la admisión, en el cual puede
llevarse a cabo la “entrega de los Evangelios”
30. El tiempo de la purificación e iluminación proporciona una
preparación más intensa para los sacramentos de
iniciación; este periodo, en el que se ingresa con el rito de
la elección o de la inscripción del nombre, prevé la
“entrega del Símbolo” y la “entrega de la Oración del
Señor”
Con la celebración de los sacramentos de iniciación en la
Vigilia Pascual comienza el tiempo de la mistagogía que
se caracteriza por una experiencia cada vez más
profunda de los misterios de la fe y de la inserción en la
vida de la comunidad” (DC 63).
31. “La inspiración catecumenal de la catequesis no
significa reproducir al pie de la letra el catecumenado,
sino asumir su estilo y dinamismo formativo,
respondiendo también a la «necesidad de una
renovación mistagógica, que podría tomar formas muy
diversas de acuerdo con el discernimiento de cada
comunidad educativa».
32. El catecumenado tiene un tono misionero
connatural, RICA 6: “Tres son, pues, los grados o
pasos o puertas que deben considerarse como los
momentos más fuertes e importantes de la
iniciación. Estos grados se sellan con tres ritos
litúrgicos: el primero, por el Rito de admisión al
catecumenado, el segundo, por la elección, y el
tercero, por la celebración de los sacramentos” (DC
64).
33. Este elemento fue muy apreciado cuando se
realizó la presentación del Directorio para
la catequesis, por Monseñor Rino
Fisichela, quien lo señaló como una de las
más sobresalientes novedades:
“Este nuevo Directorio hace suya la centralidad del kerygma que se expresa en
sentido trinitario como compromiso de toda la Iglesia. Y se articula tocando
varios temas que no hacen más que remitir al objetivo de fondo. Una primera
dimensión es la mistagogía que se presenta a través de dos elementos
complementarios entre sí: ante todo, una renovada valorización de los
signos litúrgicos de la iniciación cristiana; además, la progresiva
maduración del proceso formativo en el que está implicada toda la
comunidad”.
35. En los últimos meses el Papa Francisco de alguna manera, nos
ha hecho saber la importancia de promover que la catequesis
esté siempre impregnada de esa necesidad de contagiar el
anhelo por vivir el evangelio, pero partiendo de una experiencia
evangelizadora acompañada desde la mistagogía, es decir, de
ese caminar desentrañando lo más profundo de los misterios
de nuestra fe, pero de una manera apasionante.
Es por ello, que desde el mes de enero del presente año, ha
iniciado un nuevo ciclo de catequesis, dedicadas al tema
urgente y decisivo para la vida cristiana: la pasión por la
evangelización, es decir, el celo apostólico. Se trata de una
dimensión vital para la Iglesia: descubrir que la comunidad de
los discípulos de Jesús de hecho nace apostólica y continúa
siendo misionera, no proselitista.
Vivir el
evangelio
36. Se trata de esta dimensión
apostólica y misionera,
dado que el Espíritu Santo
la plasma en salida, para
que no se repliegue en sí
misma, sino que sea
extrovertida, dando un
testimonio contagioso de
Jesús ―puesto también la
fe se contagia―, orientada
a irradiar su luz hasta los
últimos confines de la
tierra.
Pero puede suceder – señala el Papa
Francisco-, que el ardor apostólico, el deseo
de alcanzar a los otros con el buen anuncio
del Evangelio, disminuya, se vuelva tibio. A
veces parece eclipsarse, cuando los
cristianos son cerrados y no piensan en los
demás. Cuando la vida cristiana pierde de
vista el horizonte de la evangelización, el
horizonte del anuncio, se enferma: se cierra en
sí misma, se vuelve autorreferencial, se
atrofia. Sin celo apostólico, la fe se marchita.
Sin embargo, la misión es el oxígeno de la vida
cristiana: la tonifica y la purifica. (11 de enero
2023).
37. En la cuarta catequesis del Papa Francisco, nos recuerda que hay una pasión que
involucra completamente a la persona: la mente, el corazón, las manos, los pies, es
decir, todo, en donde toda la persona está involucrada con la proclamación del
Evangelio, y por esto hablamos de pasión de evangelizar, un acento consecuente de
la catequesis mistagógica, que pone en juego todo el ser de cada cristiano.
38. Por tanto, puede llevar el Evangelio de Jesús solo la persona que está con Él. Alguien que
no está con Él no puede llevar el Evangelio. Llevará ideas, pero no el Evangelio.
Igualmente, sin embargo, no hay estar sin ir. De hecho, seguir a Cristo no es un hecho
intimista: sin anuncio, sin servicio, sin misión la relación con Jesús no crece. Notamos
que en el Evangelio el Señor envía a los discípulos antes de haber completado su
preparación: pocos después de haberlos llamado, ¡ya les envía! Esto significa que la
experiencia de la misión forma parte de la formación cristiana. Recordemos entonces
estos dos momentos constitutivos para todo discípulo: estar con Jesús e ir, enviados
por Jesús.
39. Conclusión
Constatamos la urgencia de renovar y fortalecer los procesos catequéticos en
las Iglesias locales, que sin descuidar el aprendizaje de las verdades básicas
de nuestra fe, requiere de diseñar auténticas experiencias de encuentro con
Dios, a través de una pedagogía kerigmática y mistagógica que acompañe a las
personas. Este conocimiento experiencias no debe ser ocasional, reducido a
los momentos previos a los sacramentos de iniciación solamente, pues como
dice el documento de Aparecida, se requiere de un proceso orgánico y
progresivo que abarque todo el arco de la vida (cf. DA 298).
40. Lo q hemos visto y oído ahora se los comunicamos
Como pedirle a un adolescente que entre al misterio
cuando el catequista poco hace oración..poco celebra
la eucarístia y nunca va.
Espíritu Santo es quien guía el Camino ilumina, guia
ysana
Más q actuar con elEspiritu hay que dejarlo actuar.
Mucho ayuda el no estorba
Sin el Espíritu Santo todo se vuelve una carga.
La renuncia silenciosa
Ser mistagogo es vivir según el Espíritu de la santidad
Para ser mistagogo..no hay libritoo...no taller para
lograrlo..solo humilde..oración..sacrificio..es la
escalera
Vivir en comunidad..
Transmitir con palabras lo q hemos vivido es un desafìo.
41. UNA NUEVA
PASTORAL
● Centrada en el Reino, más que en la Iglesia.
● Trinitaria, no cristomonista.
● Misión centrífuga, no centrípeta.
● Evangelizadora, no sacramentalista.
● En diálogo con el mundo y propositiva, no
encerrada y a la defensiva.
● Al servicio integral de la persona y de todos, no
espiritualizante ni ahistórica.
● Interpersonal y comunitaria, no masiva y
mediática