c3.hu3.p1.p3.El ser humano como ser histórico.pptx
Fragmento ética mutante...
1. Moritura te salutat
Si va a morir gente, votemos quienes.
Vicente Luy
Dicen que no tenemos empatía pero en el supermercado por
algo de dinero de explotación podés comprarte el pedazo de
alguien reducido a bandejita de telgopor y celofán, un órgano o
un músculo, para digerir sin culpa, civilizadamente. Dicen que no
tenemos empatía en un mundo donde las personas viejas están
arrumbadas en depósitos humanos y sorteamos como vallas en
una carrera de obstáculos a las personas que viven en la calle, lim-
piamos la vergüenza de nuestra “comodidad” con el autoengaño
de que están ahí porque quieren, por haraganería o flojera. Dicen
que no tenemos empatía y nos atan a la cama para que no moleste-
mos en servicios hospitalarios de todo tipo. Dicen que no tenemos
empatía y algunas de nosotras estamos tan mutadas que ya no
sabemos dónde empieza el dispositivo acerca del cual grandes filó-
sofos peroran sin haber estado nunca ahí y dónde termina nuestro
cuerpo que ya no nos pertenece, que está obligado a depender de
la corporación médica.
Nos hablan de responsabilidad afectiva pero basta una pandemia
para que el capacitismo heteromoral eugenista tanatopolítico deje
regado por el piso un tendal de personas que a nadie le interesan.
Nos hablan de responsabilidad afectiva pero no saben la diferencia
entre barbijo, mascarilla y tapabocas ni cómo colocárselo bien. Nos
hablan de responsabilidad afectiva pero los seres humanos han
demostrado una vez mas que el humanismo es el obstáculo más
grande a poder organizarse para precipitar un devenir frágil. No
se muere todo el mundo. Que se muera quien se tenga que morir.
Ética mutante del deseo disca y las afectaciones de la interdependencia funcional | 1
2. Querido Vicente, si votáramos a ver quién muere el fascismo
eugenésico ganaría por goleada amigo, son pro vida, siempre, lo
primero es la familia, diversa, el futuro del nenonato a por nacer,
la humanidad. Viejas, tullidas, discas, privados de su libertad,
huérfanos, enfermos crónicos, habitantes de la calle pueden ir
yéndose al inframundo, que parezca un accidente y a no hacer
tanto bochinche que hoy la música dice Orgullo, la venganza de
las divinas y les bonites.
Tenemos un exceso de sensibilidad en este espacio de encierro,
amaestramiento, domesticación a cielo abierto. Coexistimos con
personas que celebran su susceptible y ofendidiza infantilización.
Nos acomodamos a lo inenarrable, sean cárceles, hospicios, mani-
comios o el comité de bioética votando quiénes merecen que se los
conecte a un respirador.
Y el ansiado tiempo de poner la sensibilidad al servicio de
nuestra defensa jamás llegará.