La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Vivir despiertos y vigilantes para recibir al Hijo del hombre
1. DICHOSOS A QUIENES ENCUENTRE EN VELA.
(Lc. 12, 32 – 48).
Queridos amigos: Jesús va exponiendo su línea pedagógica a la gente y a sus
discípulos.
El domingo pasado nos decía: “no seáis insensatos” poniendo vuestras
seguridades solamente en la riqueza o en la codicia.
La riqueza mayor está en el ser y no en el tener; en el amor y no en la posesión;
en el compartir y no en el acumular para sí mismo.
Hoy, nos invita a la vigilancia, a estar preparados con “las lámparas
encendidas”.
Amigos: es muy fácil vivir dormidos, despistados o despreocupados.
Basta con hacer lo que hacen casi todos: imitar, amoldarnos, ajustarnos a lo que
se lleva, repetirnos una y otra vez. Basta defender nuestro pequeño bienestar,
olvidándonos de los demás.
Agitados por la prisa y las ocupaciones, nos falta vida interior. Vivimos tan
ocupados en nuestros trabajos y desdichas que, apenas tenemos un momento
libre en el que poder sentir qué es amar y compartir, qué es ser amables y
solidarios, qué es vivir despiertos en la vida.
¿A quién y a qué debemos estar atentos…?
• Tal vez, a nosotros mismos, tratándonos de conocer mejor; observando y
analizando cuáles son nuestros engaños, nuestros desórdenes y en qué campos
nos quedamos dormidos. Cada uno tenemos nuestros engaños y nuestras
estupideces. Comenzamos a ser sabios cuando tomamos conciencia de nuestros
despistes. Empezamos a ser más profundos, más despiertos, más vigilantes,
cuando observamos la superficialidad de nuestra vida. Cuando reconocemos
nuestros engaños. Cuando nos damos cuenta que estamos dormidos
• ¿Qué hacer para vivir despiertos, atentos y vigilantes?
- Caminar más despacio; cuidar más y mejor el silencio; estar más atentos a las
llamadas del corazón.
- Y aún más importante, tratar de vivir amando, sirviendo, acompañando y
ayudando.
Quien ama intensamente, está vigilante para no perder vitalidad, energía, alegría
y entusiasmo.
Para despertar, hay que ponerse en búsqueda de lo que nos hace quedarnos
dormidos, y analizar qué es lo que nos duerme, lo que nos aburre, lo que nos
inhibe del cuidado, de la responsabilidad y del acompañamiento.
Pienso que solamente vigila, está pendiente o alerta, aquel que espera algo de sí
mismo, de los demás o de la vida.
Vigila, previene y tiene cuidado, aquel que es consciente de las consecuencias
que pueden traer la irresponsabilidad, la falta de profesionalidad y el abandono
permanente.
“Estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del
hombre”. (Lc. 12. 40).
Gabriel.