2. INTRODUCCIÓN
Los griegos denominaron íberos a los pueblos que vivían en la cuenca del río Íber, como se conocía antiguamente al Ebro; y más adelante ampliaron este gentilicio a todos los
pueblos de la costa oriental y sureste de la península Ibérica. En realidad, lo que llamamos cultura íbera es más bien un conjunto de culturas hermanas con un elemento unificador:
la lengua que hablaban, e incluso esta presentaba variantes, una septentrional y una meridional. La primera referencia sobre los íberos que se tiene es del siglo IV a. C,
concretamente en el texto “Ora maritima” (Las costas marítimas) del poeta Rufo Festo Avieno, quien hace un recorrido por toda la Hispania prerromana y explica cómo era esa
tierra hasta mil años atrás a su tiempo
La heterogeneidad es la marca característica de los íberos, que más que por sus rasgos comunes se definen en oposición a los pueblos de influencia celta que ocupaban la mayoría
de la península. Esta diferencia apoya la tesis de que su origen se encuentra fuera de la península, aunque se desconoce dónde exactamente. La teoría más aceptada los relaciona
con la cultura llamada “de los campos de urnas”, por las necrópolis formadas por urnas que contenían los restos cremados de sus difuntos: esta se extendió desde el Danubio hasta
el este de la península Ibérica y su penetración al sur de los Pirineos explicaría el predominio del factor celta en el resto de la península. El desarrollo de cada una de las tribus
íberas parece haber sido acorde con los pueblos con los que entraron en contacto: los íberos del sureste recibieron una mayor influencia fenicia y tartésica, mientras que los del
noreste tomaron más elementos griegos; del mismo modo, las culturas litorales absorbieron más influencias mediterráneas que las del interior.
En comparación con otros pueblos prerromanos como los tartésicos, de los íberos se han encontrado muchos y variados ejemplos de cultura material y yacimientos, que permiten
reconstruir con bastante detalle su modo de vida. Desde principios del primer milenio a.C. las tribus íberas, especialmente las situadas en la costa, entraron en contacto con dos
grandes culturas del Mediterráneo oriental, los griegos y los fenicios. Ese contacto fue muy productivo para todas las partes: los íberos asimilaron nuevas tecnologías, como el
torno de alfarería, y cultivos, especialmente la vid, los árboles frutales y los olivos, que les permitieron diversificar su alimentación y producción de artesanía, mientras que los
griegos encontraron un mercado donde abastecerse de grano y los fenicios, un lugar donde dar salida a sus productos.
Al contrario de que le sucedió a la civilización tartésica, que colapsó a finales del siglo VI a.C. cuando las colonias griegas y fenicias quedaron aisladas de sus metrópolis por el
ascenso de Cartago como nueva potencia mediterránea, los íberos continuaron existiendo como cultura durante varios siglos más. En un principio los cartagineses llevaron a cabo
una política de alianzas con los pueblos íberos que les permitía obtener productos agrícolas y recursos minerales. Sin embargo, la situación dio un vuelco tras la derrota de Cartago
frente a Roma en la primera guerra púnica, a mediados del siglo III a.C.: el pago de la gran indemnización de guerra impulsó a los cartagineses a la conquista de los territorios íberos
para poder explotar directamente sus minas de plata.
Esto, a su vez, desencadenó el inicio de la conquista romana de la tierra que ellos llamaron Hispania: por una parte querían arrebatar a Cartago esa fuente de recursos, pero
también era muy importante hacerse con nuevos territorios cultivables para alimentar a la creciente población de Roma y sus provincias. Los íberos, además, habían demostrado su
valía como guerreros al servicio de los cartagineses y en adelante lo harían como auxiliares del ejército romano.
3. SOCIEDAD
La sociedad íbera estaba fuertemente jerarquizada en varias castas sociales muy dispares, todas ellas con una perfecta y bien definida misión para hacer funcionar correctamente
una sociedad que dependía de ella misma para mantener a su ciudad, Su estructura social era compleja y venía determinada por el prestigio, que a su vez dependía del trabajo que
se realizara. La casta guerrera y noble era la que contaba con más prestigio y poder, aparte de las armas, poseer caballos otorgaba también gran prestigio y reflejaba poder, nobleza,
y formar parte de la clase más pudiente. También tenían gran importancia la casta sacerdotal, en la que las mujeres, como se observa en los túmulos funerarios, eran el vínculo de
la vida y la muerte. Las sacerdotisas gozaban de gran prestigio, ya que eran las que estaban en continuo contacto con el mundo de los dioses, aunque también había hombres que
desarrollaban una tarea mística, prueba de ello son los sacerdotes lusitanos, que leían el futuro en los intestinos de los guerreros enemigos.
Otra de las castas era la de los artesanos, apreciados porque de ellos salían los ropajes con los que se vestían y resguardaban del frío, los que elaboraban calzado, los que
modelaban vasijas en las que guardar agua y alimentos y, sobre todo, por ser los que les hacían, a medida, armas y armaduras con las que se distinguían de las otras castas más
bajas.
Finalmente estaba el «pueblo llano», gente de distintos oficios que se dedicaban a los trabajos más duros. otra clase era los campesinos y mineros libres que en cierto modo
estaban subordinados a los grandes señores; y en el extremo opuesto estaban los esclavos.
Una de las actividades principales de los iberos eran las guerras. Son corrientes las noticias de matanzas colectivas, sacrificio de prisioneros y suicidio de los vencidos. Era frecuente
también el pillaje, fruto de las diferencias sociales. Los esclavos fugitivos y los campesinos desposeídos por los nobles se integraban en bandas que destruían cosechas y robaban
ganado. Los escritores antiguos alaban el valor de los iberos, así como de la lealtad a sus caudillos y jefes militares: “los iberos amantes de la libertad, que no aceptaban un jefe,
sino a lo sumo es caso de guerra y por corto tiempo”.
Dependiendo de la zona de la península, había una mayor o menor diferencia social entre la nobleza y el pueblo. Los íberos andaluces (llamados así a pesar de que Andalucía aún
no existía), de quienes se tiene sospecha que eran más antiguos que los levantinos, tenían una sociedad muy estratificada. En la sociedad ibérica levantina parece que hubo menos
diferencias entre clases sociales. En algunas ciudades el gobierno era administrado por un consejo de ancianos que actuaba en calidad de senado, aunque sí que se ve que, en
momentos de tensión política y militar, se imponían caudillos y todos los ciudadanos se implicaban en la defensa de la ciudad.
Las zonas que mejor se conocen son las del Alto Guadalquivir y del río Segura, donde se distinguen tres tipos de poblados:
Pequeños asentamientos, situados en zonas llanas y que carecían de fortificación;
Recintos fortificados, estructuras de dimensiones reducidas con fuertes defensas que solían estar en zonas altas.
Grandes poblados u oppida, centros que controlaban una región o un territorio, donde se situaban los distritos poblados en llano y sus recintos fortificados. Son las capitales
mencionadas por Estrabón.
4. ECONOMÍA
Se trataba de una cultura mayoritariamente agrícola, cuyos excedentes se dedicaban a dos fines: la producción de artesanía y el comercio con otros pueblos. En las llanuras
fluviales los iberos cultivan cereales y leguminosas; en los montes apacientan sus rebaños. Solo roturan las llanuras cercanas a los poblados. El resto del paisaje lo señorea el
bosque. A partir del s. V a. C. las técnicas de cultivo mejoran con la incorporación del arado de reja metálica tirado por bueyes o mulos.
Los iberos suelen sembrar alternativamente cereales (cebada, trigo) y leguminosas (habas, lentejas). De esta manera se permite la recuperación del campo sin necesidad del
barbecho. Suelen combinar el trigo desnudo y la cebada vestida, pero también conocen cereales como el mijo y la avena. La miel era un producto muy utilizado. En los poblados
del Camp del Turia eran muy frecuentes las colmenas de cerámica de forma cilíndrica y estriadas en su interior, como las que proceden del Puntal dels Llops (Olocau) y de la
Monravana y el Tossal de Sant Miquel en Liria.
La ganadería ibera es la propia de un país mediterráneo. Tienen caballos, mulos, asnos, ovejas, vacas, cerdos y gallinas. Aprecian los animales que proporcionan productos
secundarios (leche, lana, estiércol, fuerza de trabajo), y solo cuando son viejos e improductivos, o excedentes de rebaño, los sacrifican para aprovechar la carne, las pieles y los
cuernos. La utilización generalizada de la metalurgia del hierro y del torno de alfarero es un claro exponente de su alto nivel tecnológico, así como el sistema de pesas y medidas y
la acuñación de monedas.
A juzgar por la gran cantidad de cerámicas y enseres de producción textil que han sido hallados con frecuencia en los ajuares, estas eran sus dos actividades principales de
artesanía, en especial la primera, puesto que en los yacimientos se han encontrado estructuras que han sido identificadas como hornos para cocer la cerámica, lo que apunta a una
producción a escala industrial
El contacto de los íberos con los griegos y los fenicios A ellos se les atribuye la introducción del alfabeto y de dos conceptos que revolucionaron la economía: el mercado y la
moneda. El primero era un lugar donde encontrar fácilmente una gran variedad de productos y el segundo, un método práctico de comercio que permitía obtener, a cambio del
propio producto, un objeto intermediario que se podía cambiar por cualquier otro, sin tener que recurrir al trueque directo. Esto impulsó la especialización de las tareas,
permitiendo que cada persona se dedicase a unas tareas concretas con la seguridad de poder obtener algo que podría cambiar por alimento.
Las primeras monedas que se acuñaron en tierras valencianas fueron las de Arse (Sagunto) durante la segunda mitad del siglo III a C, y poco después en Saitabi (Játiva).
La Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a romanos y cartagineses, sería la causa de la difusión del uso de la moneda, pues puso en circulación una enorme cantidad de ellas para
cubrir los gastos originados por las guerras, el sueldo, y el stipendium de los mercenarios. Arse y Saitabi fueron los centros emisores más importantes con una voluminosa
producción durante los siglo II-I a C. La validez de las monedas no estuvo limitada al territorio de la población que las emitió, siendo igualmente utilizadas y aceptadas en otras
ciudades. Además se acuñaron monedas de bronce, ases y divisores, es decir, moneda utilizada en las pequeñas transacciones. También se acuñaron monedas de bronce en la
recién fundada ciudad romana de Valentia.
5. RELIGIÓN
La religión de los pueblos iberos es difícilmente sistematizable. Se cree que sus creencias más primitivas se centraban en la adoración de elementos naturales (cuevas, manantiales,
cerros) en los que ofrecían sacrificios, exvotos y otros productos a seres suprahumanos, monstruos alados y animales que eran símbolos sagrados relacionados con los ritos
funerarios. Las influencias de fenicios y griegos aportaron nuevas divinidades con clara inspiración oriental.
El ritual funerario generalizado fue la incineración, conocido gracias a los fenicios o a los pueblos transpirenaicos que introducen la cultura de los campos de urnas. Una vez
incinerados y tras limpiar los restos, las cenizas del difunto eran introducidas en urnas y depositas, junto a su ajuar y las ofrendas, en un hoyo. Las urnas se disponían formando
calles o se cubrían con túmulos. Se celebraban diversas ceremonias durante las exequias, como libaciones, juegos funerarios, desfiles, cortejos y banquetes.
Otra de las manifestaciones funerarias eran los enterramientos infantiles hallados en las casas del Castellet de Bernabé en Liria. Los recién nacidos y criaturas de pocos meses no
eran incinerados y enterrados en las necrópolis, sino que sus cuerpos eran inhumados bajo el suelo de las casas.
Es difícil explicar como era la religión, no se tienen documentos que hablen de ella. En el Levante y la región sudoriental han aparecido santuarios, en el resto del mundo ibérico
seguramente los lugares de culto estarían situados dentro de los poblados. Los más importantes, localizados en la Contestania y su área de influencia, como el del Cerro de los
Santos (Albacete), La Serreta de Alcoy, famosa por sus terracotas, La Alcudia de Elche, la Bastida de les Alcuses de Moixent, etc.
Otros es el empleo de grutas y cavernas a modo de santuario en los que se depositaban pequeñas estatuillas, llamadas exvotos, como ofrenda a alguna deidad.
Parece ser que uno de los cultos más venerados era a las diosas de la fertilidad. También aparecen diversas diosas “Aladas”, representadas en vasos cerámicos, asociadas con el
culto al mundo subterráneo. También han aparecido cultos solares y lunares. Otro culto mediterráneo, como el toro, estaba muy arraigado en el Levante. El panteón ibero aceptó
divinidades exóticas orientales y posteriormente griegas y romanas.
Los rituales sagrados se celebraban en templos construidos a cierta distancia de los pueblos y ciudades. Los cultos se solían hacer coincidiendo con ciclos agrícolas y, en especial,
con el solsticio de verano. En cuanto a los rituales funerarios solían cremar a sus muertos, depositando sus cenizas en urnas que colocaban en una tumba. Los íberos creían en el
más allá, a juzgar por lo lujosas que eran las tumbas de los aristócratas y cómo estaban decoradas.
En la cultura íbera se encuentran rituales similares a los del ciclo de la Tierra Madre, propios de culturas que todavía dependen mucho de las actividades agrícolas, ganadería y
pastoreo. Esta divinidad es comparada por el geógrafo e historiador griego Estrabón como un culto a la diosa Diana, que si bien no era exactamente a esa deidad a la que rendían
homenaje sí que creían en una divinidad con mismos poderes.
6. ARTE IBERO
Uno de los aspectos más estudiados y atractivos de la cultura ibérica es el arte. De hecho, es prácticamente la única forma de acercarnos a dicha cultura, pues sus escasos textos
escritos aún no han sido traducidos. El término arte íbero se refiere al estilo artístico propio del pueblo íbero, asentado en la península ibérica Del mismo nos han llegado
suficientes obras para su conocimiento, es heredero de los tartesos y estuvo muy influido por las culturas griega y fenicia. Este arte constituye un reflejo casi exacto de la vida de la
sociedad en la que se produce. A partir de las manifestaciones artísticas podemos llegar a descubrir desde la propia estructura de esta sociedad, los cambios que sufrió dicha
sociedad en el momento en que estas manifestaciones artísticas aparecen, así como su religión y sus ideas estéticas y humanas.
La heterogeneidad es la marca característica de los íberos, que más que por sus rasgos comunes se definen en oposición a los pueblos de influencia celta que ocupaban la mayoría
de la península. Esta diferencia apoya la tesis de que su origen se encuentra fuera de la península, aunque se desconoce dónde exactamente. La teoría más aceptada los relaciona
con la cultura llamada “de los campos de urnas”, por las necrópolis formadas por urnas que contenían los restos cremados de sus difuntos: esta se extendió desde el Danubio hasta
el este de la península Ibérica y su penetración al sur de los Pirineos explicaría el predominio del factor celta en el resto de la península.
Cronologicamente se sitúan en la Segunda Edad del Hierro, en la formación durante el Siglo V a.C., llegando a su apogeo sobre el Siglo IV a.C. Su situación geográfica fue el Levante
y Sur de la península, la costa del mediterráneo, penetrando hacia el interior hasta la Meseta. Fueron pueblos independientes con cultura similar, que se organizaban en tribus,
muchas de ellas gobernadas por un rey o Régulo, siendo los nobles propietarios de las mejores tierras. Existen varias zonas o áreas que se vieron influenciadas por este estilo de
arte y dentro de esas zonas se pueden observar varias características más de este tipo de arte. Estas áreas son:
Andalucía: este estilo se desplazó sobre todo a las ciudades de Granada y Jaén. En estas ciudades las disciplinas más destacadas fueron la cerámica y la orfebrería que
adquirieron varias influencias y características diferentes al resto de las zonas ibéricas.
Interior: cuando hablamos del interior hacemos referencia a la Mancha Occidental. En esta zona destacaron varias figuras de bronce, zonas empedradas y exvotos. Sin
embargo en la Mancha Oriental destaco la cerámica con un estilo ibérico propio denominado Ibero- levantino.
Albacete: en Albacete y zonas de alrededor destacó como disciplina la escultura. Dentro de las obras de arte de la escultura ibérica, en Albacete se observó una gran
originalidad y una enorme calidad estilística.
Levante: en el levante, principalmente en Valencia, se pudieron observar varias representaciones que tenían varias influencias antiguas y además también se observaron
varias influencias de la población griega. Probablemente, en arte que se generó en el levante fue uno de los primeros que se pudo desplazar a otros lugares aislados como por
ejemplo en el valle del Ebro que se enlazó con varias influencias del arte celta y del arte romano.
7. ESCULTURA
Es un estilo ecléctico con personalidad propia. En la producción escultórica ibérica se mezclan los rasgos íberos con influencias del metal europeo, con una base orientalizante
(asiática hitita y fenicia) y un fuerte componente griego clásico (griego arcaico, severo y romano) que les llegan por las colonias, con matices que pueden derivarse de influjos
etruscos o cartaginenses, portadores a su vez de un lenguaje artístico helénico transformado. Además, hay que contar con la personalidad que le imprimieron las propias
sociedades ibéricas. Así, por ejemplo, se aprecia en las estatuas una ausencia de la proporción y armonía características del arte griego, no por falta de pericia, sino por una
diferencia de mentalidad. Y es que para la psicología de los íberos, fue más importante el cuidado de los detalles que la calidad del conjunto.
Los pilares-estela fueron muy difundidos en la sociedad ibérica. Consisten en un basamento, escalonado, sobre el que se alza un pilar con capitel, que sostiene la escultura de un
animal. Se realizan en piedra y en algunos casos en barro cocido (terracota). El material utilizado es principalmente la piedra, especialmente areniscas y calizas blandas; las
piedras duras, el bronce y el barro cocido se reservaron a la realización de figurillas menores. Se cree que también se realizó escultura en madera, que no nos ha llegado, por un
cierto estilo lígneo que tienen muchas de las obras en piedra. Estas piezas tienen grabadas las huellas de los instrumentos de trabajo del escultor: cuchillos, cinceles, martillos, y
en las grandes esculturas, el cincel y la media caña.
La imaginería monstruosa y terrorífica era aceptada como otro fenómeno más de su realidad, aunque cabe resaltar que el nivel de sus escultores era aún muy rudimentario.
Hay tres grupos escultóricos según su funcionalidad: exvotos y ofrendas de los santuarios; grupos escultóricos funerarios y representaciones de divinidades.
Se pueden distinguir dos etapas:
Etapa Orientalizante. Esta etapa arranca desde el arte tartésico, a su vez inspirado por los fenicios y, en menor medida y más tardíamente, por los griegos. A esta escultura
corresponde la más arcaica escultura animalística de la Turdetania y el monumento de Pozo Moro.
Etapa de Influencia griega. Desde la mitad del siglo VI a.C y especialmente desde el V, ejerce sobre el pueblo íbero una fuerte influencia la escultura griega. Será esta la
época más fértil y cualificada de la escultura íbera. Ciertamente, el estímulo cultural griego (y quizá por sus maestros) se realizó la producción escultórica ibérica más
importante. Desde entonces, destrucciones y vacíos llenan una etapa de decaimiento, hasta la época romana. Influencia de la cultura griega a través de la ciudad de Focea
que puede hallarse en ciertos rasgos estilizados de los rostros de esculturaso en los peinados de estas damas que recuerdan la manera arcaica de las kórai. Los ojos
oblicuos, la prominencia del globo ocular, una cierta expresión de rigidez en el rostro y el esquematismo del dibujo del cabello, serán características de esta escultura ibera
que evocan las formas foceas..
Dando un buen salto en la historia del arte, los artistas de las primeras vanguardias del s. XX se inspiraron en este tipo de esculturas primigenias e incluso adoptaron sus formas y
volúmenes. En parte, porque les iban bien para romper con toda connotación clásica, en parte, porque quizás se dieron cuenta de que estas formas primitivas, primigenias,
aparentemente simplistas, reduccionistas, contenían una esencia de los seres vivos, sean figuras de animales o humanas, poseían el alma del arte.
8. CARACTERÍSTICAS
• El material utilizado fue principalmente la piedra, especialmente areniscas y calizas blandas. Las piedras duras, el bronce y el barro cocido se reservaron para la realización de
figurillas de menor tamaño. Se cree que también se realizó escultura en madera, dado el cierto estilo lígneo que tienen muchas de las obras en piedra. Lamentablemente esta
estatuaria en madera no nos ha llegado por su fragilidad. Las manifestaciones mejor conservadas son las escultóricas, realizadas en piedra y bronce. Los restos en madera y
barro cocido son escasos, por ser materiales más perecederos.
• Además de su valor estético, las esculturas iberas nos presentan prácticamente la única fuente para aproximarnos al aspecto físico de sus gentes; ya que incineraban a sus
muertos y no tenemos cadáveres para su estudio antropológico. Es una escultura arcaica, las figuras en un principio son representadas frontalmente, siendo rígidas,
simétricas y carentes de animación, pero eso sí, con una gran expresividad, no olvidemos que su arte y vida se vio influido por las colonias griegas , fenicias y púnicas.
Posteriormente sus obras alcanzan una belleza y elaboración exquisitas.
• Desde el siglo VI a. C. las necrópolis ibéricas del sureste español se pueblan de tumbas, algunas turriformes, otras en forma de estelas coronadas con seres fabulosos como
esfinges o grifos. Asomarán animales fecundantes o protectores como toros o leones. Es un arte mostrativo y singular.
• Aristócratas o régulos locales convocan a artesanos que exaltan sus tumbas con signos de raigambre mediterránea. Incorporarán otros signos propios, el lobo, el caballo como
vehículo heroizador, los cervatillos….
• La mayoría de esculturas iberas datan del siglo V a.C hasta la romanización. La escultura ibera se divide en dos facetas: Las estatuas de piedra de gran tamaño y las estatuillas
que se ofrecían como exvotos en los santuarios. Los temas representados eran las figuras humanas y de animales, ya sean reales o fantásticos. Los materiales empleados eran
la piedra, el bronce, la terracota y el hierro.
• RELIEVES: Se trata de una manifestación artística bastante menos abundante que las esculturas exentas,
• Se dan diferentes grupos:
El llamado grupo levantino está compuesto por algunas de las más excelentes muestras de arte ibérico en piedra, Las que revisten mayor importancia escultórica
representan damas de pie haciendo con sus dos manos un vaso en actitud de presentar una ofrenda a otra persona y llevando muchas de ellas en su cabeza una
elevada mitra.
El grupo meridional se forma principalmente con diferentes objetos escultóricos hallados en sepulcros de la región andaluza casi todos de arte fenicio y con algunos
otros monumentos funerarios de igual origen.
Al grupo occidental pertenecen las estelas funerarias de granito que representan guerreros en pie vestidos de sayo y armados de rodela que se han hallado en Portugal
y Galicia. Son esculturas de piedra muy toscas y rudimentarias sólo labradas ordinariamente de las rodillas para arriba y aunque en algunos de estos monumentos se
hallen inscripciones romanas se suponen que fueron añadidas en época posterior o falsificadas pudiéndose aquellos remontar en todo caso a unos pocos siglos antes
de la era cristiana.
En el centro de la Península, entre los ríos Duero y Tajo con alguna pequeña ramificación a otras regiones se han encontrado diseminadas en gran número piedras de
granito, groseramente labradas en forma de toros, jabalíes, osos e incluso elefantes y rinocerontes, algunas de las cuales llevan inscripción ibérica o romana, quizás
posteriormente añadida.
9. ZOOMORFOS
Dentro de la escultura íbera, la figuración de animales estuvo muy extendida. Este tipo de monumentos es común por el sureste, en concreto en las provincias de Alicante,
Albacete, Sur de Valencia y Murcia y se encuentra en necrópolis sitas junto a vías de comunicación. Se dan muchos convencionalismos aunque las más modernas son más realistas.
La fauna ibérica que se refleja en los monumentos funerarios es muy diversa y en ella se dan tanto criaturas fabulosas de la mitología como animales reales. Estas figuras podían
coronar el monumento o bien formaban parte de su estructura, esculpidas de manera que pareciera que sostenían el edificio, o que se apoyaban en él situados en el campo de
manera aislada o en santuarios. Entre estas figuras predominan los animales fieros o aquellos que transmiten un sentimiento de potencia o de fuerza.
La estatuaria ibérica de animales refleja animales reales (leones y toros en su mayoría); los leones (responden a una concepción de animal feroz, con una iconografía que se repite:
boca abierta enseñando los dientes y una postura preparada para el salto). El toro era un animal al que los íberos le rendían mucho culto y que relacionaban con la diosa tierra
como con divinidades del cielo. Este animal era tomado como un símbolo muy polivalente, usado para muchos tipos de rituales; el hecho de que el toro tuviera tanta importancia
para los íberos ha planteado la hipótesis de que podrían haber estado relacionados con los talayóticos de las Islas Baleares, puesto que esta cultura también rendía culto al toro).
O simbólicos (esfinges, grifos), que son las famosas bichas, llamadas así por los habitantes del lugar donde han aparecido. Su tipología es la conocida en los territorios que bordean
la zona del Mediterráneo oriental y se les atribuye carácter sagrado como protectores del hombre, tanto de los vivos como de los difuntos, correspondiendo su área de expansión
por los datos de que disponemos hasta ahora al sector ibérico del sur peninsular. Las esfinges son los animales híbridos más abundantemente representados en los bronces
orientalizantes peninsulares; el tipo genérico presenta cuerpo de felino (normalmente interpretado como león) y cabeza humana de género no siempre identificable; la presencia
de alas tampoco resulta en todos los casos fácilmente determinable
El caballo, tanto sólo como con jinete, es muy abundante, y deberíamos vincularlo al sistema de élites que se fue desarrollando en la sociedad íbera. Se vincularía así a la idea de
jefatura y liderazgo, como fue también habitual en la cultura griega arcaica y sus famosos caballos trompeta.
Por el contrario, otros animales como el toro, el león o el perro (o lobo) suelen vincularse al ámbito funerario, y funcionarían de manera apotropaica (defensor mágico). Esta
función está ampliamente representada en todo el mediterráneo, y según José María Blázquez, tendría un origen común, la escultura neohitita (que recoge las grandes tradiciones
mesopotámicas) que a través de cretenses y luego de fenicios, se extendería hacia Etruria y más tarde a Hispania. De ella extraerían su actitud amenazante y su habitual sentido
sintético de las formas, más o menos suavizadas según sea la influencia helena sobre los talleres locales. De ella extraerían su actitud amenazante y su habitual sentido sintético de
las formas, más o menos suavizadas según sea la influencia helena sobre los talleres locales. , , además de otros animales sagrados como los linces, buitres, etc.
La elección de un animal u otro debió de ser una decisión meditada por parte de los familiares del difunto que ordenaron la construcción del monumento, o quién sabe si por el
propio difunto cuando dictó la forma en que quería que su mausoleo fuera construido. Sin lugar a dudas esta elección tuvo que estar determinada por el sentido que un animal o
monstruo en concreto tenía para los iberos. Ese sentido venía determinado por sus creencias y su forma de ver el mundo, y por una mitología de la que no sabemos nada. Su
arcaísmo y fuerza plástica; bastante frecuente, visualizaban las creencias mitológicas de los íberos y eran utilizados como protectores de las necrópolis.
10. El ibérico es el gran pueblo prerromano de la
Península por excelencia. Fue un pueblo avanzado
para su época aunque quedó eclipsado por otras
civilizaciones aún más poderosas cultural o
militarmente, hasta remansarse y fundirse
definitivamente con el mundo romano.
CRONOLOGÍA (Segunda Edad del Hierro): Nace en
torno a los siglos VI-V a. C.; Apogeo siglo IV a. C.;
Finalizan con la romanización. Contemporáneo de
griegos y etruscos.
SITUACIÓN GEOGRÁFICA: Levante y sur de la
Península, ejerciendo su influencia sobre la franja
costera mediterránea (Bastetanos, Turdetanos,
Contestanos, Edetanos e Indigetas); y penetrando
en el interior hasta la Meseta.
ORGANIZACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA: Pueblos
independientes con cultura similar; Se
organizaban en tribus muchas de ellas gobernadas
por un rey o Régulo; Sociedades jerarquizadas,
reyes, aristocracia guerrera, sacerdotes y
campesinos; los nobles propietarios de las mejores
tierras
CULTURA: En contacto con las civilizaciones
colonizadoras y el mundo tartésico (en el sur).
Toman los modelos artísticos griegos , y fenicios, y
los adaptan a sus necesidades estéticas y
espirituales. Su cultura es avanzada en el contexto
peninsular, alfabeto, urbanismo desarrollado,
manufacturas Los autores clásicos, griegos y
latinos, denominaron íber-íberes a los habitantes
del área litoral mediterránea comprendida entre
Andalucía y el río Hérault (Francia). Los íberos
nunca llegaron a alcanzar una unidad política; sin
embargo, tenían un rasgo común, su Cultura, que
se desarrolló entre los siglos VI al I a.e.c.
11. PILAR FUNERARIO,
MONTOFRTE DEL CID
En Monforte han aparecido unos doce toros desde 1974 hasta 2010,
todos ellos elaborados en piedra, erguidos o tumbados. Parece, según
las últimas mediciones, que el toro que correspondería exactamente
con la estela-pilar no se encontraría en la reconstrucción del Museo de
Elche, sino en el museo arqueológico de Monforte. El toro mide 65 cm
de altura, 127 cm de longitud y 30 cm de grosor (mediciones máximas
de lo conservado). Su estilo es detallado y claramente inspirado en la
estatuaria griega arcaica. El capitel, en cambio, recuerda una gola
egipcia con remate en ovas. Mide 46 cm de altura, 170 cm de longitud
y 82 cm de grosor. El pilar tiene un relieve rehundido que imita una
falsa puerta egipcia. Mide 74 cm de altura y 88 cm de longitud. Esta
clara influencia de estilo oriental vendría a través de su contacto con
fenicios y cartagineses.
12. ESFINGE DE AGOST;
FINALES SIGLO VI A. C.
Piedra caliza; Dimensiones: Altura: 55 cm: Longitud: 53 cm; Anchura: 21 cm
Presenta la postura propia del arte escultórico ático arcaico, donde las esfinges al igual que los
leones suelen tener la cabeza mirando al frente, el cuerpo de perfil y la cabeza ya plenamente
humana predominando sobre el aspecto felino del cuerpo.
Sin embargo ciertas características de las mismas delatan su raíz ibera. De una parte, la Esfinge
de Agost debía estar adosada a un muro mientras que las griegas son exentas y, por otra, la
cola se introduce entre las ancas, como ocurre con los leones, mientras que en las piezas
griegas se dobla sobre sí misma y deposita el extremo, ancho y apuntado sobre el muslo.
Esta esfinge es uno de los mejores ejemplos de hasta qué punto influyó el arte griego en el
ibérico, obra plenamente local ibera, se inspira, sin embargo en claras fórmulas griegas. Salvo
algunas variantes, como la forma de disponer la cola, seguramente por imperativos del material
empleado, se ajusta perfectamente a los prototipos griegos de mediados del s.VI. Seguramente
tendría la misma función que en Grecia: servir de portador de las almas al más allá, por lo que
estaría en una tumba.
La esfinge es una figura que tiene el cuerpo de un león alado, la cabeza de una mujer y cola de
serpiente, es conocida desde la Edad del Bronce en Mesopotamia y Egipto, siendo este último
lugar donde parece tener su remoto punto de origen. La esfinge masculina en Egipto juega el
papel de guardián en el mundo de los muertos. La esfinge femenina ya aparece en Egipto en la
dinastía IV, representando a la reina Hetepheres II y fue encontrada en el complejo funerario de
Dyedefra en Abu Roash (ca. 2550 a. C.) .
Los ejemplos orientales y los griegos empezarán pronto a diferenciarse y evolucionarán
autónomamente. En este proceso se aprecia cómo, en el arte griego, el aspecto humano de la
esfinge irá ganando importancia y la postura más frecuente será la sentada. Se cree que se
trata de una esfinge que se ubicó en una tumba íbera, porque la esfinge como objeto funerario
estaba destinado a guardar y defender a los muertos a los que podía transportar al mundo de
ultratumba. Las características de la obra revelan la mano de un artista indígena imbuido de las
creencias griegas sobre el mundo de los difuntos que no hubiera visto directamente el modelo
que quería reproducir. Sirvió de intermediario en el ámbito funerario del aristócrata ibérico.
14. ESFINGE DE LOS
HIGUERONES -CÁSTULO-.
SIGLO VII AC
Estatuilla de bronce; Dimensiones: Longitud:11,10 cm, Anchura: 5
cm, Peso: 0,37 Kg.
La esfinge en bulto redondo de la tumba de Los Higuerones
(Cástulo, Jaén) es la que más se aproxima a lo que puede
considerarse el arquetipo de esfinge fenicia. De este modo, a un
cuerpo de león de erguida cola, dotado de alas desplegadas, y
con la característica cabeza humana, añade una doble corona que
sobremonta un klaft egipcio, y un pectoral usekh, arduamente
reconocible en un trabajo reticular que ostenta en el pecho.
Desde el punto de vista funcional la esfinge de Cástulo se sitúa
sobre una placa rectangular de bronce parcialmente conservada,
que presenta por su parte inferior un trabajo de piqueteado que
la dota de una textura intencionalmente rugosa. Por la parte
superior presenta el soporte dos rebajes que, a modo de
rectángulos concéntricos, bordean el extremo. El perno que tiene
la esfinge en la parte inferior encaja perfectamente en los
aditamentos que tiene esta placa, por lo que no deben albergarse
dudas acerca de la verosimilitud de esta conjunción. Tal vez por
ello se ha especulado con demasiada frecuencia sobre la función
de asa historiada de tapadera de timiaterio que pudo desarrollar
esta imagen, habida cuenta que un timiaterio con tapadera
apareció en el mismo conjunto. La presencia de la mencionada
placa rectangular debe ser argumento suficiente para descartar
esta posibilidad.
15. BICHA DE BALAZOTE,
2ªmitad S VI a C.
La denominada Bicha de Balazote es, en realidad,
un toro androcéfalo que está tallado sobre un sillar
de esquina, de manera similar que los leones de
Pozo Moro, y que es una versión de las figuras
fluviales de los griegos, que las llamaban Aqueloo.
Realizada sobre dos bloques de piedra caliza, es
una síntesis de animal y hombre de cuerpo
completo y representa un toro en reposo.
La anatomía esta muy trabajada (pezuñas, patas,…)
Cabeza de hombre barbudo, vuelta al espectador y
ligeramente alzada, con unos pequeños cuernos y
orejas. Extraño ser hibrido
Rasgos de la escultura griega arcaica: hieratismo,
barba, signo de la temporalidad y de sabiduría
sobrehumanas, y cabello con surcos geométricos
marcados.
No esta totalmente tallada, por lo que parece ser
un sillar de esquina y estar pensada para adherirla
a algún lugar.
Posiblemente fuera de carácter funerario y formase
parte de la decoración de un templo: Funciones
simbólicas: defensa, llamada a la fertilidad,…Debió
estar destinado a un monumento funerario como
expresión de la vida que se deseaba al difunto en
el más allá, ya que el toro era símbolo de
procreación y vida, genio protector conoce los
secretos del allende.
16. ESFINGE DE HACHES, FINALES DEL
SIGLO VI E INICIOS DEL SIGLO V A.C.
Piedra caliza; Altura 71 cm; Ancho 27 cm; Profundidad 65 cm.
Se trata de un sillar esquinero con talla en alto relieve, donde se representa a esta figura
animal y fantástica, una esfinge de marcado carácter apotropaico. Su rasgos la acercan a
la figura arcaica griega, estilo que determina sus ojos almendrados o la sutil sonrisa
arcaica.
El cuerpo se representa en reposo sobre un grueso plinto y en posición lateral pudiendo
observar sólo tres de sus patas de marcada naturaleza felina (como es propio de las
esfinges) y su ala derecha, quedando la izquierda oculta.
La posición hierática de la figura la rompe su cabeza, tornándose hacia su derecha para
quebrar la frontalidad que caracteriza a tantas otras figuras de la escultura
contemporánea a esta como los toros ibéricos. Su rostro femenino, de tendencia
triangular, rematado por una esquemática diadema de la que cuelgan dos tirabuzones,
un remate bien conocido en la estatuaria ibérica.
Incorpora en su gesto vital la enigmática sonrisa del arcaísmo.
La figura no puede ser entendida por sí misma, como un elemento escultórico o
arquitectónico aislado. El hallazgo de otras piezas de piedra en su lugar de procedencia
y su vínculo con un más que probable contexto de carácter funerario ha permitido
proponer su pertenencia a un monumento en piedra (similar al de la necrópolis de Pozo
Moro) que bien pudo haber pertenecido a una necrópolis o bien pudo ser un hito
paisajístico a la manera de algunos monumentos turriformes del Mediterráneo
17. ESFINGES GEMELAS DE EL
SALOBRAL, F. DEL S. VI A. C.
Son una pareja de esculturas ibéricas halladas en 1901, de manera
accidental, en la pedanía albaceteña de El Salobral. Es común el
error de referirse a ellas como una sola (esfinge de El Salobral)
cuando, en realidad, existen dos esculturas idénticas, talladas en
espejo para ser ubicadas de manera contrapuesta con la finalidad
de flanquear la entrada o esquinas de un túmulo funerario.
Tiene una altura de 55 cm, un grosor de 21 cm y una longitud de
53 cm. Representan la figura de una esfinge, es decir, de un ser
mitológico con cabeza de mujer, cuerpo de león y alas de ave. Se
trata de dos altorrelieves tallados en su ensillar de un monumento
funerario, se han hallado restos de policromía (sobre todo de
color rojo intenso, símbolo de la vida). En relieve aparecen
representados el cuerpo de una esfinge de perfil, se encuentra
echada sobre las patas traseras. Cabe destacar la representación
de las alas (están representadas en forma de ese y labradas con
unas líneas divergentes a lo largo del eje central). Respecto al
estado de conservación la parte inferior del cuerpo y la cabeza
han desaparecido. La funcionalidad de las dos esculturas son
funeraria, puesto que estarían ubicadas de manera contrapuesta a
la entrada de un túmulo funerario (flanqueando y protegiéndolo)
El carácter de estas esculturas, dotadas de un significado mágico,
era apotropaico (es decir, defendía el monumento funerario frente
al expolio y protegía la memoria del difunto) y psicopompo (un
vehículo para conducir el alma del difunto al mundo de
ultratumba).
18. CABEZA DE GRIFO,
ALCUDIA, ELCHE, F.
SIGLO V, P. IV A.C.
Este fragmento de escultura ibérica apareció el
día 19 de septiembre de 1949, junto al
conocido como torso del guerrero, formando
parte del empedrado de una calle excavada al
suroeste del yacimiento por Alejandro Ramos.
Representa un grifo, animal fantástico híbrido
con cabeza de águila y cuerpo de león. Solo
conserva la cabeza, quedando su lado derecho
muy erosionado y el izquierdo en buen estado.
Posee unos ojos prominentes, orejas picudas y
una cresta dorsal que, junto a las plumas,
ratifican la mitad de su naturaleza como águila.
Estos animales fantásticos solían formar parte
de los heroa, conjuntos escultóricos de luchas
míticas entre héroes y bestias fantásticas que,
en este caso, se denominan grifomaquias.
Probablemente estaba situado en la cámara
del tesoro, vigilante y temible. Manifiesta como
ninguna otra criatura su función de guardián al
que no se le escapa nada con sus grandes ojos
muy abiertos, sus orejas erguidas y atentas. Las
plumas ratifican la mitad de su naturaleza
como águila. En el mundo de nuestros
ancestros más remostos, no se distinguía la
realidad de la ficción, entonces, un grifo
aunque nadie lo había visto, ni existía, visto en
una escultura monumental de piedra podía dar
verdadero miedo y se creía que era real.
19. La sirena (ave con cabeza
femenina) era un ser
híbrido que se asociaba a
los espacios funerarios
en el Mediterráneo
oriental, penetrando en
la Península en el siglo
VII, importado por los
fenicios y más tarde por
los griegos. Se
interpretaba como un
vehículo encargado de
trasportar el alma al más
allá.
CUERPO DE LA
SIRENA DE
CORRAL DE SAUS,
MOGENTE.
20. RECONSTRUCCIÓN MONUMENTO DE
COIMBRA DEL BARRANCO ANCHO DE
JUMILLA, MURCIA. SEGÚN GARCÍA CANO.
El monumento de Coimbra no es original como arquetipo, pues se
trata de un modelo que proviene de una tradición del mundo
griego y oriental, en donde era frecuente distinguir los
enterramientos de los notables con una piedra grabada o estela e
incluso, si la categoría del personaje enterado lo exigía, con una
construcción turriforme. En ambos casos, era frecuente que la
estructura se rematara con un animal exento.
21. LEÓN DE NUEVA
CARTEYA, CÓRDOBA,
S. VI a. C
Pertenecería a esa primera etapa
orientalizante de la escultura ibérica.
Es el mejor conservado de los varios
aparecidos en este lugar y estaría d
destinado a proteger una tumba.
23. LEÓN DE
BIENSERVIDA,
F. SIGLO VI A.C.
Altura: 81 cm
Longitud: 98 cm
Anchura: 31 cm
Como en otras esculturas iberas,
hay que resaltar su
carácter psicopompo
y apotropaico, es
decir, de
conductor del
alma y defensor
del difunto y su
memoria, propio
del simbolismo
oriental. Sin
embargo, es
muy notable la
existencia, bajo las
patas del león, de
una cabeza humana
cortada, puesto
que el culto al
cráneo, derivado de
la temática de la
cabeza trofeo, suele
ser más común en
ambientes celtas.
24. LEÓN DE
BUJALANCE, S.IV
A.C.
Material : Piedra caliza;
Altura 62 cm, Ancho 80
cm; Profundidad 23 cm
Se trata de una figura
zoomorfa con cabeza de
león situada de frente. El
animal tiene los dientes
apretados, con la lengua
colgando por fuera de la
boca. La cabeza tiene forma
cúbica y un cuello largo.
Posee una melena tratada de
forma simétrica, con crines
labradas y la cola está
enrollada sobre el muslo
izquierdo. No se conserva la
parte inferior de las patas.
25. LEONA DE SAN SEBASTIÁN
DE LOS BALLESTEROS, S.IV A. C
26. LEÓN DE COY DE
LORCA, MURCIA, S. IV
A. C
Monumento funerario del tipo pilar
estela, formado por un capitel con
pequeñas volutas y una escultura que
remataría el monumento, que
representaba a un león con rasgos de
influencia de la estatuaria griega
arcaica. Se data a finales del siglo V o
comienzos del siglo IV a. C. Se
conserva en el Museo Arqueológico
de Murcia (MAM). El león tiene 72 cm
de largo, por 62 cm de alto y 25 cm de
grosor.
29. LEON DE
CASTULO, JAEN
Se remonta en esta ocasión a los siglos
II o I a.C., es decir, a finales del período
ibero y principios del romano; se trata
de una escultura completa de un fiero
león clavando su zarpa en el cuerpo
moribundo de un individuo. La figura
tiene 1,20 metros de largo y estaba
ubicada en el flanco izquierdo de una
puerta monumental con un vano de
3,50 metros y unos grandes
paramentos de sillares perfectamente
labrados y encajados.
Este león, que guardaba las puertas de
la ciudad, con gesto amenazante, y que
mantiene en sus garras una figura
humana,
31. LEÓN IBERO (S. II-I).
NECRÓPOLIS DE PINOS
FUENTE (GRANADA)
32. LEONA (O LOBA) IBÉRICA DEL
CERRO DE LOS MOLINILLOS
(BAENA, CÓRDOBA), (SIGLOS II
Y I A.C.)
Representa en piedra caliza un felino
tumbado y enseñando la dentadura, datado
en época íberorromana
34. ÁGUILA. CONJUNTO
ESCULTÓRICO DE CERRILLO
BLANCO (PORCUNA), SV AC
Piedra calcarenita blanca. Dimensiones: Altura: 70
cm. Anchura: 98 cm. Grosor máximo: 35 cm.
Grosor mínimo: 12 cm.
Representación de un águila con las alas casi
totalmente abiertas. Las plumas están talladas en
la pieza, señalando de una manera original las
coberteras primarias entre dos bandas paralelas y
onduladas. Desde aquí arrancan otras líneas
verticales suavemente onduladas hacia afuera. De
la segunda banda salen otras largas lineas
verticales, que se doblan en su final y que
señalan las plumas remeras primarias. Las plumas
remeras secundarias cuelgan verticales bajo el
cuerpo y se pegan a la basa. Falta la cabeza
desde el principio del cuello, un fragmento
grande en el comienzo de las plumas remeras
primarias del ala derecha, de la que también falta
probablemente toda la pluma final. En el ala
izquierda falta un gran fragmento que corta
todas las plumas secundarias casi en su inicio. De
la base faltan grandes fragmentos.
35. TORO DE
OSUNA, F. DEL
SIGLO V A. C
Piedra caliza; Altura: 64 cm;
Longitud: 108 cm; Anchura: 42,50
cm
Escultura de animal que representa
a un toro, tumbado sobre las
cuatro patas. En la cabeza faltan
los cuernos. La parte del pecho
esta labrada con pliegues en V; el
rabo aparece enroscado sobre el
cuarto trasero en forma de circulo
y termina en una especie de
trenzado a manera de vegetal.
Es un toro erguido tratado de
forma realista y rígida a la vez. Los
ojos están rodeados de profundas
incisiones que se prolongan
encima de la nariz. La boca está
entreabierta y la papada está
tratada con incisiones curvas y
paralelas. El cuerpo es delgado y
con caderas pronunciadas.
Formaba parte de un monumento
funerario, en el cual tendría
función protectora. Los toros
tenían la función de proteger la
tumba y también se vinculaban al
sacrificio.
36. NOVILLO DE
PORCUNA (S.V A.C.)
Piedra calcarenita blanca. Cuerpo: Altura 72 cm;
Anchura 1,21 m; Grosor máximo 47 cm,Pedestal:
Altura 82 cm; Longitud 1 m; Grosor máximo= 41
cm
Escultura en bulto redondo sobre pedestal.
Representa a un novillo, identificado como tal por
el tamaño de los cuernos, en pie y erguido. Es una
escultura hierática, carente de movimiento.
La cabeza está tratada con un gran realismo. Las
arrugas de la piel quedan marcadas en la frente
con cuatro anchas fajas paralelas y terminadas en
pico. De ellas surge un grupo de líneas incisas
onduladas y paralelas entre sí que llegan hasta los
cuartos delanteros.
Los ojos son almendrados, y se enmarcan en su
parte superior por cuatro incisiones a modo de
arcos superciliares. El hocico presenta suaves
arrugas.
En las patas traseras se conservan restos de pintura
roja, al igual que en la escultura
37. TORO DE PORCUNA
ENTRE EL 600 A.C.
Y 501 A.C.
Está fabricada en piedra caliza, mediante
las técnicas de incisión y tallado. Se trata de una
escultura de bulto redondo o exenta que
representa una figura zoomorfa, se trata de
la representación de la figura de un toro
sentado. El toro se encuentra sentado
sobre sus cuatro patas, en una actitud de
reposo. Se aprecia como el rabo se
encuentra representado situado sobre el
lomo izquierdo y termina en una fleco
geométrico (representando el pelo). Todo
el cuerpo se encuentra marcado por finas
incisiones que simulan las costillas y los
músculos del cuerpo. Se observa como en
los pliegues del cuello y las costillas las
incisiones son líneas paralelas que
terminan en arista sobre el pecho.
39. TORO DE AZAILA,
200 - 101 A.C.
Fundición de bronce, 15,5x21x5,9 cms.
Figura de toro en actitud de ir a embestir y
que podría representar el culto al toro como
símbolo de la fuerza fecundadora de la
naturaleza.Está bien modelado y posee
características que recuerdan a la escultura
ibérica antigua en piedra, como las
profundas incisiones para marcar los
pliegues del cuello. Lleva una roseta sobre
la frente y espigas bajo las pezuñas que
servirían para embutirlas en un pedestal, y
que son restos de los conos de fundición.
La figura fue encontrada en lo que
constituiría un santuario de entrada. Éstos
eran santuarios urbanos que en las
poblaciones ibéricas estaban dedicados a
divinidades relacionadas con los rituales de
paso, la fecundidad y la protección del
territorio. En este caso, el toro representa la
fuerza fecundadora de la naturaleza,
necesaria para la supervivencia y la
prosperidad.
Algún autor considera la figura de
cronología más moderna y como el remate
de una enseña romana, opinión que no
aceptan la mayoría de los estudiosos.
40. TORO IBERO.
YACIMIENTO DEL
PARQUE, ELCHE
Sigue la norma en lo referente al vaciado
inferior y a los elementos accesorios,
aunque también muestra considerables
elementos originales. Los más
importantes se refieren a las numerosas
arrugas que cubren completamente su
cuello y cabeza, formando diseños
entrelazados que dejan espacio para
incluir un ojo ovalado con pestañas
indicadas. El segundo es la disposición
de sus omóplatos, que se unen en la
parte superior, lo que, junto a la mala
conservación del ejemplar, hizo que se
clasificara inicialmente como pájaro. En
tercer lugar, la posición del animal es
anómala respecto al resto, ya que si
aceptamos la propuesta expositiva, este
toro estaría alzado sobre sus dos patas
delanteras.
41. TORO DE RIAZA,
POZO DE RIAZA,
(CÓRDOBA)
El raro ejemplar esta realizado en piedra
blanca, de grano fino, fácil de labrar,
conocida con el nombre de sepia, y
mide aproximadamente metro y cuarto
de largo por unos 90 cm de alto,
incluido el basamento. Aparece echado
sobre sus cuatro patas, con la cola
arqueada y pegada sobre el lomo. Fue
donado al Museo Arqueológico de
Córdoba, donde se encuentra
actualmente.
42. CIERVA DE CAUDETE,
SIGLO V A. C.
Altura 77 cm; longitud 74 cm; grosor 25 cm.
La Cierva de Caudete representa al animal que le da
nombre semisentado sobre sus rodillas y su estado
de conservación es bastante aceptable. Tiene la
cabeza erguida y el conjunto está tratado mediante
un volumen en forma de paralelepípedo. Los ojos
son redondos y están marcados con una simple
incisión. El cuello es liso y el cuerpo no posee
detalles anatómicos.
Se cree que tuvo un uso funerario, al igual que otros
muchos restos hallados en la misma zona como
bases de columnas o diversas partes de animales.
Tallado en piedra caliza blanquecina. No se
encontraron las patas traseras y el hocico, además
las orejas están rotas.
43. LA OSA DE
PORCUNA, siglo I
a. C.
Piedra caliza; Dimensiones: Altura: 79 cm;
Longitud: 70 cm; Anchura: 32 cm
Es una escultura de la época ibera,
concretamente esculpida por el pueblo Túrdulo,
y que fue encontrada en 1926 en un yacimiento
arqueológico en Porcuna, antigua ciudad íbera
llamada Ipolca, actual municipio de la provincia
de Jaén, en Andalucía (España).
El oso, un animal de tipo funerario, está
sentado y tiene levantada la pata delantera
izquierda, que apoya sobre una herma. La
herma está peinada con mechones curvos.
Debido al paso del tiempo la cabeza humana
no se encuentra en buen estado de
conservación, pero todavía se pueden apreciar,
los ojos y las cejas muy marcados, así como la
boca, también se aprecian la forma de las
orejas.
Una forma de vencer a tus rivales (naturales o
humanos) es convertirlos en aliados. Ese mismo
hizo el hombre con el lobro, el león o el oso,
rivales naturales del hombres, competidores
por el espacio y las presas.
El oso, enemigo ancestral el hombre, pero
también venerado (casi como un dios si
aceptamos la existencia en a prehistoria del
culto al oso de las cavernas) acaba convertido
en defensor y protector de las espacios
humanizados; palacios, templos o necrópolis.
44. LOBA ÍBERA
ENCONTRADA EN EL
CERRO DE LOS
MOLINILLOS DE BAENA,
SIGLOS V Y II A.C
Está hecha en piedra caliza blanca. Una
de sus principales características es su
actitud, sujetando a una presa muerta
mientras amamanta a su cría,
representando el poder de dar vida y
muerte a la vez.
45. LOBO DE EL PAJARILLO,
O CABEZA DE LOBO DE
EL PAJARILLO,
Escultura de piedra caliza
que representa la cabeza
de un lobo y que forma
parte del conjunto
escultórico de El Pajarillo,
que data de la primera
mitad del siglo IV a. C.,
presenta una actitud
agresiva y amenazante,
con las orejas inclinadas
hacia atrás, el hocico
arrugado y la boca
entreabierta.
Material Piedra caliza
Tamaño 96 x 54 x 54 cm
47. GUERRERO IBÉRICO, YACIMIENTO DE LOS
VILLARES. HOYA GONZALO (ALBACETE),
490 A.C.
Es una escultura de 165 centímetros, longitud 141 cm, anchura del pedestal 30 cm.
Se trata de una escultura de bulto redondo que representa a un hombre sobre un caballo
parado, al igual que otras esculturas de jinetes procedentes de Atenas, cuyos modelos son
reproducidos aunque tamizados por la estética ,la talla y la impronta de los artesanos o
escultores íberos.
La cabeza del Caballero tiene el occipital pronunciado, la frente alta, los ojos pequeños con
finas lín as configurando los párpados, la boca dibujada con leve sonrisa de tipo arcaico, al
igual que otras esculturas griegas. El mentón es afinado y la nariz está rota. Las orejas dejan
apreciar una doble circunvalación, destacadas de los tirabuzones. El cabello es ondulado,
tratado a base de mechones planos y paralelos, seis de los cuales están terminados en
ganchos –nuevamente como en las esculturas arSe puede apreciar a un jinete que está
ataviado con faldellín corto que cubre parte de sus muslos, con sandalias altas, el torso está
cruzado por correajes y un cinturón. rcaicas griegas- y caen sobre la frente a modo de
flequillo.
El jinete, erguido, ladea hacia abajo la cabeza en actitud de benevolencia. Aunque su atuendo
muestra elementos propios de un guerrero, su actitud es pacífica, no lleva armas, yse dispone
a emprender el viaje hacia el más allá portando un elemento de prestigio, el cinturón, que en
el mundo antiguo representaba valores tales como la virtud, el prestigio, el poder.
Viste túnica corta, a media pierna pegada al cuerpo, ceñida mediante un ancho cinturón cuya
placa cierra con un garfio. Una camisa de cuello en V y manga corta permite apreciar sus
brazos, Realza su figura con hombreras en forma de ocho, sujetas al torso mediante correas.
Piernas y pies están protegidos mediante un calzado alto
Al jinete se le puede ver la cara con una sonrisa sobre un caballo al que se le aprecian sus
correajes. Fue hallado, fragmentado, sobre la estructura tumular nº 31, de adobes,
sobrepuesta a la Tumba 18, asociada a cerámica de fayenza que ha permitido a su excavador,
el Dr. Blánquez, fechar la escultura
49. CABALLO DE
CIGARRALEJO
De entre los exvotos encontrados en el santuario
ibérico de El Cigarralejo, en el transcurso de los
trabajos de campo realizados por E. Cuadrado
entre los años 1946-1948, destaca sin duda el
lote compuesto por pequeñas esculturitas
talladas en forma de équidos, realizadas en
piedra arenisca local, más o menos completas y
gran cantidad de trozos de otras varias o incluso
pertenecientes a las mismas fragmentadas, y que
hoy son imposibles de relacionar. La variedad es
grande, así como la calidad artística de las piezas,
lo que indica que aunque hubo un único centro
productor, situado en las inmediaciones del
santuario y que sirvió para abastecer las
necesidades de los fieles y peregrinos que
acudieron allí piadosamente, apreciamos
claramente diversas manos que ejecutaron las
obras, con un grado de maestría muy dispar.
La abundancia de este animal en el santuario
llevó a su excavador a interpretarlo como
dedicado a una divinidad protectora de los
caballos. No hemos de olvidar el protagonismo
que tuvo este animal en la Antigüedad, tanto en
la guerra y en los valores ecuestres aristocráticos
como en la economía diaria, donde desempeñó
un papel importante en las labores agrícolas,
como animal de tiro o de carga para el transporte
y el comercio. La colección de exvotos fue cedida
a la CCAA de Murcia por la familia Cuadrado
Isasa y desde el año 2003 forma parte de la
colección estable del Museo de Arte Ibérico de El
Cigarralejo..
50. CABEZA DE CABALLO,
FUENTE LA HIGUERA ,
VALENCIA , S IV A.C.
Cultura Íbero-contestana .Formaria parte
de una estatua ecuestre de coronación u
ormamentación de un monumento
funerario . Lleva atalajes con piezas
discoidales y una romboidal sobre la
frente
54. E
CABALLO DE CASAS DE
JUAN NUÑEZ, ALBACETE,
SIGLO V A.
En el que se
puede observar
detalles anatómicos
así como los elementos
que lo adornan, como
palmetas y roleos de los picos
de la manta, cinchas y correas;
e incluso se puede apreciar en el
cuello manchas de
pintura parda que serían originarias del
color el pelaje.
56. ESCULTURA ANTROPOMORFA
DIVINIDADES FEMENINAS
La presencia de esculturas femeninas en las necrópolis ibéricas a partir de fines del siglo V comienzos del siglo IV a.C. y la creciente participación de la imagen femenina en el
repertorio de la plástica funeraria es un fenómeno significativo de creciente documentación.
En este sentido, la integración de iconografía de mujeres en el paisaje funerario ibérico no es indiscriminada, sino que se inserta en un sistema de autorrepresentación social. El
catálogo de imágenes femeninas estudiado desde estos parámetros se enriquece paulatinamente en la cultura ibérica, de tal forma que son diversos los tipos, formatos y gestos
documentados en las necrópolis.
Las «Damas», como se las conoce en la actualidad, son esculturas de muy diferente tipología y muy diferentes entre sí, cuyo únicos nexos son que representan figuras femeninas
y que fueron encontradas en nuestro país.
Hay numerosos ejemplares. Desde el siglo V hasta la época romana de arenisca policromada. De carácter religioso o funerario. Localizados sobre todo en santuarios. Enigmática
figura y gran belleza ornamental. Están representadas de pie, sedentes o como bustos y a menudo portando ofrendas. Aparecen vestidas con mantos en zig-zag y con numerosos
adornos (tocados, mantos, joyería) con muchos detalles.
¿Eran mujeres guerreras? ¿Sacerdotisas, hechiceras, reinas? ¿Representaciones de alguna divinidad femenina? Una relación de los atavíos de las mujeres iberas escrita por
Artemidoro de Éfeso en el siglo I a. C describe con exactitud los ropajes y adornos de las esculturas que han llegado hasta nosotros: grandes armazones con forma de rueda a
ambos lados de la cabeza, pendientes huecos de gran tamaño, velo en torno al cuello y la cabeza y ricos collares en el pecho. Princesas o diosas, estas imágenes idealizan
modelos sociales de alto rango, con atributos sagrados en algún caso. Expresión de valores de rango y riqueza, la imagen de estas damas realza la importancia de tumbas
extraordinarias.
Si fuesen sacerdotisas o hechiceras, las piezas encajarían, pues esa es una condición que está demostrada durante toda la antigüedad y que no interfiere con el poder real
ostentado por los varones. Pero si se tratase de gobernantas, el modelo androcéntrico que se da por supuesto en todas las civilizaciones de esos siglos podría tambalearse. Y sin
embargo, estas mujeres que se nos muestran en todo su esplendor, al igual que antes las de Malta, sugieren que tuvieron en su sociedad un papel relevante y que fueron muy
respetadas.
Mantienen la ley de la frontalidad y el hieratismo con los brazos pegados al cuerpo. Rostros que buscan una belleza serena que recuerda al mundo griego aunque con mayor
realismo.
Figuras como esta se consideran una de las mejores fuentes para el conocimiento de la indumentaria de la sociedad de clase elevada de la época, que acudía a orar y ofrecer
dones a la divinidad, a la que otorgaban también su propia imagen en piedra.
Las figuras oferentes suelen ser mujeres, y excepcionalmente una pareja, portadoras de un vaso de ofrendas. A veces ricamente ataviadas y, otras, totalmente envueltas en un
manto, constituyen el tipo característico del devoto ibérico.
58. DAMA DE ELCHE
56, cms de altura.
Descubierta en 1897 se convirtió pronto en un símbolo de las raíces de los hispánicos.
Influencia griega; este busto, el mejor ejemplo de la etapa clásica de la escultura íbera realizada en piedra caliza policromada con vivos colores. entre los siglos V y
IV a. C. Se trata de un busto que representa una dama, ricamente ataviada, joyería con gran detalle (Diadema con perlas, collares con ungüentarios, grades
pendientes y elementos típicos), cuyo rostro muestra unas facciones perfectas. En la cabeza lleva un tocado, con plegados, compuesto por una tiara cubierta por un
velo, una diadema sobre la frente y, en los laterales, dos enormes rodetes con colgantes de anforillas que enmarcan el rostro y en los que iría recogido el peinado.
Ricas vestiduras, fina túnica, vestido con el manto grueso característico íbero en zigzag. La espalda y los hombros aparecen cubiertos con un manto que, en su parte
frontal, deja al descubierto tres collares con anforillas y porta-amuletos, pendientes de placas e ínfulas a los lados del rostro y una fíbula que cierra la túnica.
Originalmente estuvo policromada y con los ojos rellenos de pasta vítrea, Seguramente formara parte de una estatua de cuerpo entero similar a la dama de Baza, ya
que el corte inferior es muy abrupto e irregular. El rostro está sereno y mira al frente. Es un rostro muy clásico, hermético de gran perfección (influencia de la
idealización griega), aunque todavía tiene algunos rasgos orientalizantes. Lleva un exuberante atavío, especialmente llamativo por las joyas, en concordancia con
restos arqueológicos encontrados, y el complejo tocado. Pese a lo problemático de cualquier interpretación, parece tratarse de una divinidad, tal vez con una
dimensión funeraria: profundo hueco en la espalda para cenizas, no debía de ser un busto, cortada a posteriori.
Al igual que las influencias estilísticas de la pieza, la ejecución de la misma también es diversa. La perfección del rostro, comparable a la escultura griega clásica,
contrasta con deficiencias en el modelado del volumen y las formas anatómicas, en la línea de otras damas ibéricas; así, por ejemplo, los ropajes angulosos y los
pliegues geométricos y rígidos la asemejan a la dama oferente del Cerro de los Santos.
Las marcas de talla sobre la pieza, tallada en piedra caliza, son escasas y se limitan a zonas poco visibles, por lo que es difícil saber cómo se esculpió. Hay huellas de
alcotana o azuela en la base y cortes de cincel en la cavidad dorsal y la barbilla, en los pliegues del manto, el rostro y los rodetes. Otro cincel más fino se utilizó en
las ínfulas y otro, golpeado con una maceta, en los detalles de los rodetes. En los ojos y la boca, así como en los pliegues del manto, se utilizó la media caña. Toda la
superficie fue pulida y repasada. Además, la pieza presenta algunos golpes de alcotana fruto del momento de su descubrimiento.
59. DAMA DE BAZA, S.IV
Está realizada en piedra caliza, gris, estucada y policromada.
Fue tumba de un personaje de alta condición, ¿Una mujer?, cuyos huesos cremados se depositaron
cuidadosamente en el costado de la estatua, en su seno materno. Esta sentada en un trono alado, muy
repetido en el ámbito griego y egipcio, sigue el prototipo de las diosas infernales griegas, como Perséfone; con
un pajarillo en la mano (¿vida de ultratumba?), con garras de animal en su base y patas y respaldo
policromado. Pues además de señora es, como las esfinges, divinidad de transito hacia la muerte. En su mano
izquierda sostiene un pichón azul, un recuerdo de las diosas mediterráneas que compartían la fecundidad y la
muerte. Esta no se entiende sin lo opuesto, la vida. Una y otra se contraponen y complementan. Actitud
sedente y trono alado son fórmulas mediterráneas que encontramos en imágenes divinas de Grecia. según un
esquema con garras de animal en su base y patas.
Su trono que tiene unas alas bastante largas en el respaldo. Las patas delanteras del trono son garras de león.
La superficie está rematada con la técnica del estucado y pintada después en azul, rojo, castaño y negro, todo
ello aglutinado con yeso.
Su rostro muestra unas facciones mediterráneas. Tiene el pelo negro, con dos grandes ondas laterales que
asoman por debajo de un tocado compuesto por una cofia o tiara que cubre parcialmente las orejas y que
además está decorada con tres bandas. Lleva unos pendientes de gran tamaño que están huecos y que
cuelgan directamente del lóbulo de la oreja. El cuello está cubierto por cuatro gargantillas y a continuación
luce un collar formado por cuentas en forma de tonel al que se enganchan cinco colgantes. Otro gran collar se
muestra con tres piezas en forma de corazón. En los dedos tiene numerosos anillos y en cada muñeca se
pueden ver varios aros.
Su rica policromía, azules, rojos, blancos, amarillos, marrones,…, recuerda también el colorismo vivo de la
escultura griega.
Su relieve es algo plano. Hieratismo y frontalidad.
Las teorías que se barajan actualmente son que podría haberse tratado de una guerrera divinizada (en relación
con las falcatas y otras armas encontradas en el yacimiento) o de una reina-sacerdotisa. Si bien el carácter
sacro de la persona allí enterrada es más que evidente, no lo es tanto su carácter guerrero. Es posible que
dichas falcatas sean simples ofrendas o demarcadores del prestigio social del que gozaba la persona allí
enterrada (debido a lo costosa que era la elaboración de una de estas espadas), por lo que se tiende a pensar
que se tratara con más probabilidad de una figura femenina de gran importancia social, como una reina o
hechicera.
60. DAMA DE CAUDETE, S. IV A.
C.
Arenisca de caliza blanca; Altura 24 cm; Peso 8 kilos.
La Dama de Caudete es un busto femenino tallado en piedra perteneciente al arte íbero hallada en Caudete
(Albacete, España). Alberto Benito Sánchez encontró una parte de la dama en un estado muy deteriorado y el
cuerpo fue en contrato por María Dolores Muñoz en una rambla próxima. La cabeza se halló en las cercanías
de la Casica del Tío Alberto alrededor de marzo de 1945, mientras que el segundo apareció a 500 metros
aguas abajo a principios de 1972, cerca del puente del cementerio de Caudete. Fue el sacerdote de La Encina,
Jerónimo Hernández Santiago el que propició las gestiones para que la cabeza pasara a formar parte del
Museo Arqueológico de Villena, facilitando a José María Soler García, fundador del museo, explorar la zona
donde se encontró el hallazgo. En el caso del busto, fue el arqueólogo mismo quien apremió al Ayuntamiento
a adquirir la pieza, que obraba en poder de Alfaro Pla Martínez, el descubridor
Fue modelada a partir de un bloque de arenisca de caliza blanca, de color gris verdoso. La cabeza mide 24 cm
de altura y pesa 8 kilos, mientras que el busto entero mide 68 centímetros. No se han observado restos de
policromía en todo el busto. Representa a una dama de facciones nobles, que se dejan entrever a pesar de las
desgraciadas mutilaciones. Va tocada con una peineta corta cubierta por una ajustada mantilla que llega hasta
la frente y desciende por los aladares, dejando al descubierto los rizos del cabello. La mantilla se ciñe a la
cabeza por medio de una diadema de 61 mm de anchura. Las mutilaciones afectan especialmente a la mitad
izquierda del rostro, con ablación de nariz y labios. El lado derecho se encuentra mejor conservado, aunque no
carece de erosiones y desconchaduras. Dado que la parte posterior del manto está labrada mucho más
toscamente, parece que la imagen se realizó para ser contemplada de frente, y no se puede descartar que
estuviera empotrada. Por la parte posterior, a la altura del cuello, hay un resalte que ha sido vaciado
verticalmente para dejar un hoyo de 10 centímetros de longitud, seis de anchura y cinco de profundidad, que
podría tratarse de una variante de los huecos funerarios de algunas esculturas coetáneas, como la Dama de
Elche o la Dama de Baza. En conjunto, es obra de un autor avezado y de gran sensibilidad estética.
61. DAMA DE GUARDAMAR O
DE CABEZO LUCERO
Es una escultura fragmentada, de piedra caliza de grano fino, color grisáceo. Su altura máxima (en
estado restaurado) es de 50 cm., de los que 25 cm. corresponden a la cabeza y la cara. Se inscribe en
la escultura ibérica de gran formato.
La Dama viste una túnica con escote redondo, sin ningún broche. En la frente hay una diadema que
muestra unas ondas en su parte inferior, cubierta por una banda de tejido que enlaza los dos rodetes
laterales, objetos cilíndricos huecos, de poco grosor, seguramente de metal, decorados al exterior por
un umbo central y unos radios en talla a bisel, de 16 cm. de diámetro. Por encima de la banda y los
rodetes está el manto, ajustado sobre una cofia, alta en la nuca, en el que están finamente labradas las
arrugas. El borde del manto se levanta un poco en el centro de la frente y por los lados se ajusta a los
rodetes, cubriéndolos en parte. Los ojos están solamente indicados, ya que la cara fue martilleada. Se
ha podido reconstruir la nariz, boca y mentón que estaban en pedazos. Sobre el pecho y en una altura
de 19 cm. se desarrollan dos órdenes diferentes de collares. El inferior está compuesto por siete bullae
o dijes, todos iguales salvo el central, que tiene una acanaladura, colgadas de un grueso cordón. Más
abajo hay otro segundo collar con dijes, más grandes que los anteriores, de los que hay dos en forma
de triángulo curvilíneo y tres mayores, con la parte inferior semicircular. De estos últimos el central va
decorado con una acanaladura. Se puede postular por paralelos (como los collares del Tesoro de
Aliseda (Cáceres)), que estas bullae o dijes eran de metal, seguramente precioso.
Por encima de estos collares hay otros dos, el superior, más cercano al cuello, es una sarta de cuentas
de tres formas, en oliva, esféricas y planas, que se ensartan por este orden: oliva, esférica plano,
esférica, oliva. Más abajo, sobre el pecho hay otro collar de cuentas algo más grandes, compuesto por
una sarta de cuentas esféricas, separadas por dos cuentas planas. Estos dos collares deberían de ser
de cuentas de pasta vítrea, que aparecen muy a menudo en las excavaciones de Lucentum (Alicante).
Estilísticamente la Dama del Cabezo Lucero resulta formalmente un poco más arcaica que las de Baza,
Cerro de los Santos y Elche, con unas características más ibéricas, frente a la de Elche, más helenizante.
En cuanto a cronología, el yacimiento no sobrepasa el 300 a. C., y su florecimiento se emplaza entre el
430 y el 350 a. C. en líneas generales. Parece posible darle una fecha entre el 400 y el 370 a. C.
Su contexto es funerario. En efecto, este hallazgo se acompaña de otros testimonios de escultura
relativos a animales (grifos, toros...), comparables a los de otras necrópolis ibéricas del sureste y de
Andalucía
62. GRAN DAMA DEL CERRO DE LOS
SANTOS, S. III o II a. C.
Escultura en piedra Caliza; Dimensiones: Altura 135 cm; Ancho 39 cm; Profundidad 38 cm
Se trata de un exvoto de gran tamaño que representa a una dama oferente, ataviada según la moda de las
damas distinguidas de la sociedad ibérica, que sujeta en sus manos el vaso de ofrenda. Es muy hierática y sus
formas son muy rígidas.
Ataviada según la moda de las damas distinguidas de la sociedad ibérica, que sujeta en sus manos el vaso de
ofrenda rica vestimenta, manto con bordes en zig-zag, como en el estilo griego arcaico y tres túnicas. Sobre la
cabeza porta una diadema, adornada con líneas onduladas motivos vegetales. De la diadema cuelgan
prendedores en forma de flor e ínfulas, de las que cuelgan varias arracadas muy decoradas. De la diadema
cuelgan prendedores en forma de flor e ínfulas, de las que cuelgan varias arracadas muy decoradas
La Gran Dama ofrece una composición cerrada, de un emotivo hieratismo, que se concentra en el gesto de
sujetar en las manos el vaso de ofrenda; pero las carencias del escultor se ponen de relieve si, al contemplarla
por los lados, se acusa la colocación imposible de los pies. La espalda apenas trabajada, la escasa correlación
entre los planos laterales y el frontal, demuestran una concepción de la estatua como yuxtaposición de relieves,
más que como auténtica figura de bulto redondo
Sus ojos se abren desorbitadamente, asombrados ante lo que podrían ver, labios cerrados dispuestos a
mantener el silencio ceremonial.
Su cabeza y su pecho están engalanados con reproducciones pétreas de ricas prendas de orfebrería; su frente
ceñida por una magnífica diadema. Todos los elementos de su aderezo debieron ser reproducciones de joyas
de metales ricos que debían estar policromados”.
Evidencia el papel de la mujer aristócrata en los ritos religiosos de los iberos.
Fíbula en T. sujeta el cuello de la túnica. Se adorna con tres collares (dos trenzados y uno sogueado), y con
cinco anillos en las manos.
Enigmática y de carácter claramente ritual. Su porte majestuosa -de 1,35m- y hierática nos transporta a una
especie de ceremonia en la que ella porta el vaso de las ofrendas, posiblemente para realizar libaciones.
Relieve muy plano y geométrico. Ley de la frontalidad.
Geometrismo.
63. DAMAS SENTADAS
DEL CERRO DE LOS
SANTOS
En el Cerro de los Santos e encontraron
numerosas damitas sedentes casi todas
realizadas en terracota o arenisca. Por otro
lado, el motivo de las damas entronizadas,
estaba muy extendido entre las culturas
mediterráneas.
Una de las conservadas es esta, de una
mujer ataviada con túnica y manto, siempre
ricamente adornada y sentada sobre un
trono.
Es una figura de una mujer entronizada
ataviada con túnica, velo y joyas. La pieza
está pensada para ser vista de frente y por
ello la parte trasera tiene una labra menos
minuciosa. El velo y la túnica son distintivos
de su importancia social y de respeto, del
mismo modo que los aderezos y joyas, cuyo
significado último tenía que ver también
con la protección frente a los malos
espíritus. Otros símbolos de estatus y
respeto hacia la deidad son su actitud
hierática y el estar sentada en un trono, que
es un asiento reservado a los personajes
privilegiados, pero también a la divinidad.
64. DAMAS OFERENTES DEL
CERRO DE LOS SANTOS
Sostendrían los vasos caliciformes entre ambas manos, situadas a la
altura del vientre, como bien demandaba la ortodoxia en los ritos
propiciatorios de fertilidad.
65. DAMAS OFERENTES DE
CASTILLAR DE
SANTISTEBAN
Se trata de diferentes variaciones sobre
la misma figura realizadas en bronce, a
diferencia de las demás, y fueron
encontradas en el territorio que
ocupaban los Oretanos (Jaén). En este
yacimiento se han encontrado muchas
otras damas realizadas también en
bronce.
Cabe destacar su pose, muy similar a la
forma de rezo que realizaban los
primeros cristianos y seguramente una
forma de rezo mucho más antigua.
66. DAMA. CASTILLAR DE
SANTISTEBAN, JAÉN
Tiene una altura de 7,5 cm. Está fabricada en bronce.
Se trata de una escultura de bulto redondo o exenta que representa la figura de una dama o
sacerdotisa. Ha sido realizada mediante la técnica a la cera perdida.
Representa a una figura femenina perteneciente a la aristócrata ibera vestida con una túnica
larga.
En la parte superior de la cabeza se observa como está cubierta con una cofia, es decir, un
tocado femenino que cubre toda la cabeza hasta la nuca y se ata bajo la barbilla.
Las mejillas se encuentran enmarcadas por dos rodetes o moños laterales situados a la altura
de las orejas.
En el rostro destaca la mirada con las cejas arqueadas, la nariz recta y los ojos sesgados. Así
como la boca curvada en una pequeña sonrisa.
Alrededor del cuello se aprecia un gran collar trenzado, que se encuentra sostenido por la
mano derecha. Bajo el cuello en forma de lengüeta hay un gran portamuletos.
La mano izquierda se encuentra representada de forma desproporcionada, situada sobre la
túnica.
La funcionalidad de la escultura es funeraria, se trata de un exvoto, las desproporciones de las
joyas es simbólico (se tenía la creencia que cuánto mayor tamaño tuvieran las joyas, mayor
sería su protección).
67. DAMA DEL CORRAL DEL SAUS,
MOIXENT, s. V-IV a. de C.
Las damita» constituyen un buen ejemplo del arte escultórico ibérico donde, una
vez más, las figuras femeninas disfrutan de un singular protagonismo.
Aparecen vestidas con túnica plegada; con el pelo adornado con diferentes
aderezos y formas trenzadas que se precipitan verticalmente y se ornamentan
mediante elementos de joyería grandes anillas que penden de los extremos-; y con
diademas, collares, brazaletes y cinturones. Recordaremos que en la estatuaria
femenina ibérica es frecuente que nos encontremos con la representación de
collares, a veces sogueados y en número de tres. De igual forma, es habitual el uso
de la túnica, posiblemente como un elemento relacionado con determinados
rituales. Se observan los rostros simétricos, con los ojos almendrados, algo que nos
remite a otros ejemplares cuyos rasgos beben directamente de propuestas estéticas
griegas.
Se trata de representaciones femeninas de jóvenes que, sin duda, debían cumplir
una misión concreta en el contexto funerario al que pertenecen. Por una parte, las
jóvenes se muestran perfectamente vestidas con indumentaria de tipo ceremonial,
con toda una serie de elementos que han sido interpretados como símbolos de
prestigio, sólo al alcance de personajes de la élite que tienen acceso a trajes y joyas
de calidad. Y, en segundo lugar, cabe señalar, que no es fácil plantear una hipótesis
interpretativa que nos explique la función de la pieza. Como apuntábamos, el
contexto es funerario, por lo que es posible que las figuras tengan un carácter
apotropaico, protector, que de alguna manera auxilien al difunto a la hora de
afrontar su paso al más allá. Podrían estar relacionadas con ritos de tránsito,
reforzándose esta idea en el hecho de que sujeten en su mano izquierda una
granada. En resumen,las «damitas» de Moixent podrían haber formado parte de un
monumento para señalizar y singularizar en el territorio el enterramiento de un
personaje de la élite, un monumento funerario que se correspondería con los de
tipo pilar-estela. El pilar-estela es una tipología absolutamente característica del
mundo ibérico, por influjo griego
68. YACIMIENTO DEL CERRO DE LOS
SANTOS, ALBACETE
El Cerro de los Santos (s IV aC-IV dC) es uno de los yacimientos arqueológicos íberos más importantes de España, tanto por su cantidad (mas de 500 esculturas encontradas,
además de su templo grecorromano) como por su calidad. En contraste con los abundantes materiales obtenidos en el lugar, y que constituyen uno de los mayores atractivos del
Museo Arqueológico Nacional, como la dama oferente o la pareja oferente, en el lugar no queda prácticamente nadalos vestigios del templo, cuya planta era reconocible a finales
del XIX, han desaparecido por completo, quedando únicamente dibujos de algunos restos (capitel jónico, dibujo de Aguado Alarcón), y el lugar del Santuario solo puede ser
localizado gracias al obelisco conmemorativo, quedan, únicamente, restos de catas de excavaciones recientes, con algunos restos de muros, y no es posible identificar ningún tipo
de estructura digna de mención.
El yacimiento corresponde a un Santuario Ibérico que estaría situado en el trayecto de la vía Heraclea (Camino de Aníbal) en territorio Bastetano, vecino a la Contestania. En la
edad del bronce, se asentaron en la zona los íberos formando agrupaciones o tribus, siendo la de los contestanos la que ocupó las provincias de Albacete, Valencia, Murcia y
Alicante. Los contestanos tuvieron contactos comerciales con otros pueblos como los fenicios, egipcios, griegos y asirios. En esta época se levantó el templo íbero en el Cerro de los
Santos como lugar de peregrinaje y centro espiritual.
Estaba situado cerca de una ciudad llamada Ello (posteriormente Elo) cuyos restos se encuentran en el Llano de la Consolación. En la parte superior del cerro, con forma de planicie,
se hallaba el, en su interior albergaba diversas esculturas. Por su posición se la considera una aerópolis, al este pasaba la vía Heráclea y al oeste el camino para Cartago.
En relación con la cronología del lugar se han producido todo tipo de hipótesis basadas principalmente en aspectos estilísticos de las esculturas. El estudio de los materiales, con
una valoración más arqueológica de los hallazgos, ha permitido establecer una cronología que comenzaría en el siglo IV aC, con la aparición de las primeras esculturas con
cerámicas ibéricas y griegas de importación. Posteriormente en este lugar de culto se levantaría un templo de estructura latina. El lugar de culto permanecería en uso hasta su
destrucción, posiblemente en época tardo romana. Además de cerámicas grises y de tipo ibérico se han identificado otros materiales como fusaiolas, pondera, fíbulas, vasos
calados, ánforas ibéricas y romanas, cerámicas campanienses, sigillata, monedas romanas, grapas de metal, así como numerosos ladrillos romboidales, presumiblemente
procedentes de uno de los últimos pavimentos del lugar. Gran parte de estos materiales pueden ser examinados en el Museo Arqueológico de Albacete, como la cabeza masculina
con pendiente, el torso de estatua masculina con manto, aunque algunas piezas permanecen en el museo del Louvre, como la cabeza femenina con trenzas enrolladas y algunas
cabezas masculinas. Alguna de estas piezas inspiraron a artistas como Picasso. Una de las cabezas masculinas depositadas en el Louvre fue robada e 1907 por Géry Piéret y devuelta
por Apolinaire y Picasso en 1911.
69. CABEZAS DEL
CERRO DE LOS
SANTOS
Estas esculturas en piedra son
exvotos que la sociedad
ibérica utiliza para dialogar
con los dioses. Son los fieles
los que encargan las
esculturas a los talleres,
solicitando cómo quieren ser
representados. Entre las
diferentes hipótesis barajadas
sobre la función de este
santuario, destacan su uso
como enclave terapéutico, o
núcleo geopolítico
dependiente de diversas
comunidades ibéricas, al
encontrarse en un importante
paraje natural y a la vez punto
importante en las vías de
comunicación.
72. PAREJA OFERENTE DEL
CERRO DE LOS SANTOS
Conjunto escultórico de piedra caliza en tono beige. La parte posterior del mismo no está
trabajada. El cuello del hombre y la boca de la mujer están restaurados. Sus dimensiones son:
alt. 63 cm., anch. 37 cm., gr. 17 cm.
Es un grupo escultórico excepcional. Está compuesto por un hombre y una mujer de pie
unidos en un gesto común: la ofrenda de un vaso sagrado a la divinidad del santuario. Ambos
sujetan el vaso con sus dedos, que se alargan y estilizan.
El varón está situado, de acuerdo con la norma religiosa, a la derecha de la mujer; viste túnica
con mangas cortas y manto sobre el hombro izquierdo que, de modo excepcional y porque
está pegado a la mujer, no sujeta con la mano. Ella va vestida con una túnica de sucesivos
volantes y manto. Cubre su cabeza con un velo, bajo el que se ve el cabello trenzado. Ambos
personajes calzan zapatos conabertura longitudinal, igual que otras figuras del Cerro de los
Santos, aunque lohabitual era el zapato cerrado. También se adornan ambos con collares,
hecho excepcional en figuras masculinas.
Posiblemente, la ofrenda pudiera estar relacionada con el cambio de estado de la pareja; esto
es, con su matrimonio. Se trataría, pues, de un testimonio de convivencia familiar, tema más
propio de la etapa de mayor auge de la cultura ibérica, entre los siglos IV y II a. C y, en
cambio, desconocido en el período ibérico antiguo (siglos VI y V a.C.).
La cronología que puede darse a este grupo, tanto por cuestiones sociales como iconográficas,
es el s. I a.C.
76. SATIRO DEL LLANO DE
LA CONSOLACIÓN, S. VI
A.C.
Representa un sátiro o sileno en actitud de correr,
ya sea porque está persiguiendo a una ménade o
porque está huyendo con un odre de vino.
77. SILENO EBRIO, LA CAPILLA,
BADAJOZ, 500-450 a.C.
Bronce macizo, 8 x 8 x 14 cm; realizada con la técnica de la cera perdida.
Figura que pudo ser un elemento de una gran pieza de bronce, tal vez un caldero,
representa un danzante que gira sobre sí mismo, barba en forma de punta, orejas
dobladas. Sostiene en su mano derecha un cuerno o recipiente. Encontrada en Tablas
de las Cañas, Capilla, Badajoz.
Representa a un sileno desnudo en actitud de danza como muestran sus piernas y
brazos extendidos que acaban, en su mano derecha, portando un cuenco o ryton para
beber, en clara alusión a un simposiasta (o individuo embriagado) relacionado con el
ritual del banquete. Este objeto podría ser un elemento ornamental procedente de
algún tipo de recipiente, o haber formado parte de un quemaperfumes. En esta figura
híbrida se combinan rasgos humanos con otros de animal, como las orejas
puntiagudas). Su tratamiento anatómico resulta simple, sin remarcarse la musculatura,
aunque la parte delantera presenta más detalle gracias al troquelado y punteado de la
superficie. Pequeñas incisiones indican los pelos de la barba mientras que unas cintas,
que ciñen el cabello, acaban cayendo sobre los hombros. Todos estos detalles se
pueden observar en las fotografías o incluso en el modelo 3D realizados gracias a este
proyecto de investigación
Se ha interpretado como una pieza que, realizada por poblaciones indígenas, asimilaría
influjos griegos. Su datación, dentro del Periodo Orientalizante nos lleva a finales del
siglo VI o primera mitad del siglo V a.C.
No lleva la cola propia de los sátiros pero sí sus orejas puntiagudas, equinas.
Embelesado de vino y danza, vuelve al espectador su rostro comunicativo y extraño, de
grandes barbas, para introducirnos en la fiesta.
79. DIVINIDAD DE LA
SERRETA, ALCOY
Aunque tradicionalmente se asocia al santuario, se
encontró en una habitación. Se trata de una plaqueta de
arcilla rojiza modelada a mano de 18’2 cm de anchura y
16’7 de altura que muestra un grupo de personajes en
tamaños y actitudes diversas y que están realizados a
partir de un modelado manual de la arcilla de forma
esquemática. Preside la escena una gran figura femenina
central incompleta, pues carece de la cabeza, y que acoge
en su seno a dos niños pequeños a los que amamanta.
Dentro del esquematismo de la representación es posible
apreciar un gran manto o velo que cae de la cabeza y que
acogería a las figuras lactantes, aunque es difícil distinguir
los brazos del pliegue del vestido. Sin embargo,
numerosos paralelos apoyan esta función del mostrarse y
simultáneamente acoger, que es protección bajo el
manto divino. Por ejemplo, el mismo motivo y
esquema de representación, la acogida bajo el manto
a dos lactantes aparece en la escultura de la diosa
nutricia de Megara Hyblaea. Está sentada en un trono
que constituye la parte trasera de la pieza. Esta figura
central se acompaña de sendas parejas de mujeres e
infantes de proporciones menores a las de la señora
sentada, en sus laterales. Los rostros se realizan con un
simple pellizco de arcilla en el que individualizan algunos
rasgos, como los bucles del cabello que penden de
ambos lados de la cabeza. La figura de la derecha acoge a
la figura infantil con el brazo derecho posado sobre el
hombro, un gesto familiar, mientras que con el izquierdo
toca el regazo de la figura central o el mismo trono, como
también aproxima su brazo a la figura sedente la figura
infantil.
80. NECRÓPOLIS DE URSO, RELIEVES DE
OSUNA (SIGLOS III-I A D. C), SEVILLA
La necrópolis de Urso, más conocida como las Cuevas de Osuna, Se encuentra situada hacia el este del actual núcleo urbano de Osuna. En todo el enclave se conservan numerosas
tumbas excavadas en la roca, vestigios de lo que debió ser una extensa ciudad mortuoria. Las Cuevas de Osuna son conocidas desde hace varios siglos, circunstancia que ha
provocado un estado continuo de saqueo y destrucción de dicho enclave, pero a la vez ha servido para generar una tradición historiográfica que ha permitido que haya quedado
constancia por escrito de muchos elementos que en la actualidad no se conservan. A pesar de ser conocida desde siempre por los pobladores de Osuna, a principios del siglo XX
fueron sometidas a una excavación que sacó a la luz los enterramientos de lo que fue la necrópolis de la vieja Urso.
Desde el siglo X a.C. se evidencian restos de una importante civilización habitada por turdetanos en estrecha relación con la cultura tartésica. Poco a poco irá germinando un núcleo
de población que dará lugar a la Urso Ibérica. El poblado ibérico de Osuna pervivió tras el establecimiento de las tropas romanas a finales del siglo III a.C. A partir de este
momento, su posición estratégica fue aprovechada a menudo con fines militares. Durante las guerras entre Pompeyo y César (siglo I a.C.) se reforzaron las murallas y se ocultaron
sillares decorados en su zona interior.
Otro de los tradicionales referentes a la Urso antigua es, sin duda, el conjunto de relieves de carácter funerario hallado en la ciudad en diferentes localizaciones y épocas :si bien en
buena medida descontextualizados. Las recientes investigaciones nota ponen de manifiesto las diferentes dataciones de las piezas, que hacen de ellas uno de los grupos hispanos
más interesantes para la caracterización de los últimos momentos de la plástica turdetana y la asimilación de dicha herencia ya en tiempos romano-republicanos. Se caracterizan
por:
• Sentido ornamental
• Estucados y policromados
• Realistas y con movimiento
• De diferentes maestros y temática variada
• Las escenas de guerra podrían ser parte de un arco triunfal.
• Atributos, plasticidad y vestimenta próximos al mundo romano.
Según se deduce de los restos arqueológicos superficiales, entre los que han aparecido numerosos fragmentos de cerámicas bruñidas y pintadas con temas geométricos, el origen
de Osuna habría que situarlo en el Bronce Final, hacia el año 1000 a. C. El impacto de las colonizaciones fenicias se dejó sentir pronto en Osuna, como lo demuestran los ajuares de
las tumbas, excavadas en 1903 de P. París y A. Engel, datadas hacia el siglo VII a. C. A Osuna llegarían los productos fenicios de Gadir (Cádiz) a través de las rutas interiores de
comercio seguidas por los colonizadores para establecer contacto con las élites tartésicas del valle del Guadalquivir.
83. RELIEVES ÍBEROS
DE OSUNA, JINETE
S. III A.C.
Caliza; Altorrelieve; Altura 78 cm;
Anchura 70 cm; Grosor 25 cm
Los relieves del monumento de la
antigua ciudad ibérica de Urso (Osuna,
siglos III-II a.C) conmemoran los rituales
de la heroización del aristocrático
guerrero que, representado sobre un
caballo al galope y ricamente enjaezado,
ha alcanzado con estos rituales la
naturaleza sobrenatural, o heroica, que
legitima el poder de su grupo familiar
sobre la sociedad ibérica.
En una mano lleva una espada,
posiblemente una falcata. Con la otra
mano lleva sujetas las riendas del
caballo. De la vestimenta del jinete no se
aprecian grandes detalles. El peinado se
marca con ondas y, como adorno, lleva
un pendiente. El caballo engalanado
aparece representado al galope.
Su forma hace suponer que pertenecía
al remate de un monumento funerario.
84. RELIEVES DE OSUNA
MUJER TOCANDO
LA FLAUTA)
Caliza; Altorrelieve; Altura: 60 cm;
Anchura: 50 cm; Grosor: 50 cm
Relieve de friso en el que aparecen
representadas dos mujeres. Una de
ellas va vestida con tunica y manto;
la otra lleva tunica ceñida a la
cintura y está tocando una flauta o
auletris. Ambas presentan la cabeza
descubierta en la que se aprecia el
cabello recogido: una ellas lleva un
doble trenzado que rodea la cabeza.
Su oreja esta decorada con un
pendiente en forma de espiral.
85. RELIEVES DE
OSUNA, GUERRERO
CON FALCATA, S. III
Y II A.C
Piedra caliza
El guerrero de Osuna sostiene un
escudo con la mano izquierda
mientras que con la derecha porta
una falcata, un tipo de espada
común en los guerreros de las
tribus íberas del este y sur de la
península ibérica. El precedente de
este arma lo encontramos en las
espadas griegas del siglo VI a.C. Las
falcatas están fechadas desde el
siglo IV a.C. hasta el principio de
nuestra Era. Su hoja es de hierro y la
empuñadura se remataba con una
cabeza de pájaro.
87. RELIEVES DE OSUNA, ACRÓBATA
DE OSUNA, F. S, II A. C.
Altorrelieve. Piedra caliza; Altura: 78 centímetros; Anchura: 38 centímetros; Grosor: 25 centímetros.
Formaba parte de un monumento funerario íbero de la Edad del hierro II. Refleja a un hombre en
actitud acrobática que se cree interpretaba algún papel en algún juego o rito funerario. Tiene las
piernas flexionadas llegando con los pies a tocarse la cabeza, los brazos que le servían de apoyo,
están casi completamente desaparecidos, se aprecia que llevaba como indumentaria, con gran
influencia romana, una falda plisada y corta y en los pies un calzado que se ataba cerca del tobillo
por medio de unas cintas.
La funcionalidad de la obra es funeraria, se trata de un monumento funerario-religioso tipo Heroon,
es decir, las escenas esculpidas casi en bulto redondo junto con las iconografía se ciñen a temas de
carácter militar y circense. Cabe destacar que el Acróbata de Osuna forma parte de un conjunto
escultórico mayor, en concreto forma parte de las esculturas de Osuna monumento B.
89. RELIEVES DEL
MONUMENTO DE
POZO MORO
Son relieves en forma de frisos
que se encontraron tallados
en los sillares que conforman
este monumento y que en
ocasiones se hacen continuos
a su alrededor. Pertenecen a la
primera etapa de la escultura
ibérica y se fechan hacia el
500 a.C.
Algunos aparecen en la torre,
que representa el banquete
infernal del guerrero
También un tronco de un
árbol con varias ramas que
tiene una simbología de árbol
de la vida en el que aparecen
seres humanos.
En ellos, se puede ver una
clara influencia neohitita, así
como en los leones que hay
en las cuatro esquinas del
monumento. Son
importantísimos para el
conocimiento de la
iconografía y la mitología
ibéricas, ya que representan
escenas de divinidades, ritos
relacionados con el más allá y
figuras monstruosas. La
técnica y las figuras resultan
muy toscas.