Las centrales nucleares españolas cuentan con estrictas medidas de seguridad para protegerse de ataques terroristas. Aunque un ataque es posible, sería difícilmente catastrófico debido a los gruesos muros de contención, sistemas redundantes de refrigeración, y el diseño seguro de los reactores que impide una reacción en cadena incontrolada. Los ciberataques representan un mayor riesgo, pero las centrales españolas aíslan sus sistemas de control de redes externas para prevenir accesos no autorizados
Así se protegen las centrales nucleares españolas de ataques terroristas
1. Así se protegen las centrales
nucleares españolas de ataques
terroristas
Un atentado yihadista a una central nuclear española es posible pero
difícilmente catastrófico
Central Nuclear de Santa Maria de Garoña en Burgo - Félix OrdoñezALEJANDRO
CARRAMadrid - 01/04/2016 a las 07:58:30h. - Act. a las 09:29:22h.Guardado en: Sociedad
Las grabaciones a un alto cargo de una central nuclear belga encontradas por
los investigadores de los atentados de París en un piso de extremistas del
Estado Islámico, unidas al asesinato de un guardia de seguridad al que además
le fue sustraída su tarjeta de acceso, han reavivado en las últimas semanas la
preocupación porque el terrorismo yihadista haya puesto a lasinstalaciones
nucleares en su punto de mira. El impacto que un ataque a una central nuclear
supondría para la población convierte a estos centros en un objetivo
extremadamente atractivo para los radicales; aunque las elevadas medidas
de seguridad en este tipo de instalaciones hace muy complicado el éxito de
cualquier acción contra ellas.
La portavoz de la campaña nuclear de Greenpeace en España, Marta
González, reconoce a ABC que no hay pruebas directas de que estén
apuntando a plantas pero sí «indicios de que hay terroristas de que podrían
haber estado apuntando, ya no a centrales sino a instalaciones con material
radiactivo». Su organización ya elaboró en 2011 un informe sobre la
resistencia de las centrales nucleares al impacto de un avión sobre sus
infraestructuras en el que advertía de que «es probable que el edificio del
reactor fuera el objetivo prioritario en caso de una colisión de un avión. Si el
reactor estuviera en funcionamiento cuando ocurriera la colisión y el sistema de
refrigeración fuera interrumpido, podría darse una fusión del núcleo en un breve
lapso de tiempo (alrededor de una hora)», dice ese documento.
2. Nada es cien por cien seguro. Pero desde hace tiempo ya existen protocolos
específicos de seguridad nacional en todos los países para evitar esa
posibilidad, y por eso fuentes del sector consultadas por ABC recuerdan que no
se ha vuelto a producir un suceso similar. Es más, Trillo, la última central
construida en España, cuenta con muros de hormigón armado de dos metros
de espesor capaces de resistir el impacto de un Boeing 747,además de
tener una sala de control adicional por si la principal resultase destruida.
Incluso si una célula terrorista consiguiese acceder al interior del reactor con
explosivos, el catedrático de Tecnología Nuclear de la Universidad Politécnica
de Madrid, Emilio Mínguez, explica a este diario que «en el improbable caso de
que consiguiesen saltarse los rigurosos controles de acceso al reactor, el
punto más crítico de la central, este se encuentra dentro de una vasija de acero
y en una piscina de agua; todo esto, a su vez, dentro de un edificio con gruesos
muros y múltiples sistemas de contención para evitar fugas al exterior. Aunque
destruyesen el reactor, no se descontrolaría porque el propio ataque haría que
al desaparecer la «geometría fija que provoca las reacciones nucleares, estas
dejarían de producirse», tranquiliza Mínguez. El combustible nuclear se
diseminaría por el interior del edificio de contención y quedaría confinado allí
dentro. Habría que reventar también los muros para que laradiación escapase
al exterior.
La posibilidad de un ataque a los sistemas de refrigeración también tiene pocas
posibilidades de éxito porque en las centrales todos estos dispositivos son
redundantes, es decir, hay varios previstos, con distintas fuentes de
alimentación, preparados para ir entrando en funcionamiento conforme van
fallando los principales. Habría que neutralizarlos uno a uno. Y en un tiempo
mínimo, para evitar la respuesta de las Fuerzas de Seguridad. En cuanto a las
piscinas de almacenamiento del combustible gastado, estas se encuentran
en edificios con protecciones similares a las del reactor nuclear.
Ataque informático
Un ataque informático sería otra opción para tratar de causar una catástrofe
nuclear. Para muchos, la más realista. «El ciberataque supone un riesgo con
una probabilidad mucho más alta que el asalto físico a una instalación ya
que, además, ofrece un riesgo menor para quien lo comete», advertía hace
unos días el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, en la
presentación de la ampliación del plan específico para la defensa de
infraestructuras críticas. Según los datos en poder del Ministerio de Interior, en
2015, de los 50.000 incidentes de ciberseguridad que se produjeron, 134
fueron contra instalaciones sensibles, entre las que se incluyen centrales
nucleares.
Hasta el momento, el mayor ataque informático contra una central nuclear, y el
más efectivo, se produjo en Irán en 2010, en la central de Natanz. Entonces, un
«gusano» informático, conocido como Stuxnet, introducido en una memoria
USB, se hizo con el control de las centrifugadores usadas para enriquecer
uranio, a las que hizo girar hasta destrozarlas. Pero ese incidente no se debió
precisamente a terroristas. El reconocido experto Ralph Langner aseguró en su
momento que Stuxnet fue creado por Estados Unidos e Israel para sabotear el
programa nuclear de Irán. No obstante, el año pasado, en la Conferencia
Internacional sobre Seguridad Informática en un Mundo Nuclear, celebrada en
la sede de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), el propio
director general de la AIEA, reconoció que «los terroristas podrían atacar en
cualquier lugar» y que «la industria nuclear no está inmune. El año pasado se
3. produjeron casos aleatorios de ataques por medio de malware en centrales
nucleares».
En el caso de las centrales nucleares españolas, desde Foro Nuclear, subrayan
que «todos los sistemas de control basados en tecnologías digitales se
encuentran aislados de las redes de gestión permitiendo tan sólo enviar datos al
exterior. Es físicamente imposible acceder a las redes de los sistemas de
control», aseguran. Igualmente, las centrales realizan controles exhaustivos de
los dispositivos portátiles que se conectan de forma esporádica a equipos
dentro de las redes de sistemas de control y en la mayoría de plantas se
restringe el uso del Wi-Fi». Sin embargo, esto parece que no ocurre, o al
menos no ocurría el pasado año, en las centrales de otros países. Al menos así
lo señalaba un informe del Real Instituto de Asuntos Exteriores de Reino Unido
que concluía que muchas de sus centrales, y de otros países, «están
conectadas a la Red».
Pero suponiendo que los yihadistas lograsen por algún motivo hackear una
central para, por ejemplo, aumentar sin control la potencia del reactor, tampoco
habría consecuencias dramáticas. «A medida que sube la potencia se va
haciendo más difícil producir las reacciones nucleares. Nuestros reactores son
seguros per se porque no puedes aumentar su potencia hasta el infinito. No
son Chernóbil. La propia Física sería nuestra última y mejor barrera de
seguridad», concluye Mínguez.