DÉLIA, al igual que cada atardecer, salió al patio de su casa con la regadera de hojalata llena de agua que acababa de sacar del pozo. Inclinándose sobre la reseca tierra de los tiestos cuajados de flores multicolores empezó a regarlas y a hablar con ellas. Su rostro mostraba una expresión serena y apacible, incluso sus labios se entreabrían en una suave sonrisa mientras cuidadosamente regaba los dondiegos, las petunias y los geraneos. Sin embargo, tras un examen más detallado, cualquier sagaz observador hubiersa detectado que una sombra de melancolía nublaba sus -ya cansados- pero todavía dulces ojos verdes. DELIA tenía ya muchos años. ¡Tantos! que hasta ella misma hacia tiempo que había dejado de llevar la cuenta.
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"La DAMA del Lago LEReMAe" (Burgos) * SPAIN
1. La DAMA
del pueblo sumergido de
LEReMAe
Érase una vez ......
Desde las colinas SOL – el Astro Rey – se despedía un día más de su hija La TIERRA
enviándola sus últimos acariciadores rayos bermejos.
La LUNA, su esposa, había hecho ya su aparición sobrepasando las cimas de la Sierra
de la Demanda que, desde lo lejos, a esas horas de la tarde parecía una sucesión de
montañas de cristal que dejase transparentar distintos tonos de color azul y malva a
través de ellas.
En el Oriente, LUNA lucía espléndida teñida su hermosa faz por un suave color rosa.
Así de bonita se mostraba a su esposo, el sol, que lentamente iba ocultándose por la
parte opuesta del firmamento.
Cuándo ya su esposo, cansado de su largo viaje diurno, se retiraba a descansar por la
Casa de Poniente, la Gran DAMA - vistiendo sus mejores galas - empezaba a ascender
majestuosamente en la bóveda celeste como Señora y Reina del Cielo que es.
Un poco más tarde, las estrellas y luceros empezarían a formar una corona sobre su
noble frente.
DELIA, al igual que cada atardecer, salió al patio de su casa con la regadera de hojalata
llena de agua qué acababa de sacar del pozo. Inclinándose sobre la reseca tierra de los
tiestos cuajados de flores multicolores empezó a regarlas y a hablar con ellas.
Su rostro mostraba una expresión serena y apacible, incluso sus labios se entreabrían
en una suave sonrisa mientras cuidadosamente regaba los dondiegos, las petunias y los
geraneos.
2. Sin embargo, tras un examen más detallado, cualquier sagaz observador habría
detectado que una sombra de melancolía nublaba sus - ya cansados - pero todavía
dulces ojos verdes.
*************
DELIA tenía ya muchos años. ¡Tantos! que hasta ella misma hacia tiempo que había
dejado de llevar la cuenta.
Su cuerpo conservaba todavía la esbelta forma de cuándo todavía era una
despreocupada jovencita de dieciocho años pero su pelo - antes RUBIO dorado - crecía
ahora blanco PLATA, y su rostro - antes de piel tersa y lozana que lucía los colores de
un melocotón - mostraba ahora tonos blanquiazulados.
Por otra parte, sentía continuamente doloridas las articulaciones de sus manos y caderas
y rodillas ya no funcionaban como los muelles elásticos que habían sido en su juventud.
Delia llevaba ya años asumiendo los pliegues de finas arrugas que bordeaban sus ojos
y que cada vez se hacían más y más profundos.
Delia también había tenido que asumir el vivir a solas.
Sus padres habían muerto hacía ya muchos años.
Sus abuelos también se fueron ya a descansar.
La familia de sus abuelos maternos procedía de las tierras más al norte.
Delia recordaba como en las tibias noches estivales, de hacía ya muchos veranos, solía
salir al patio "a tomar la fresca" y sentándose al lado del Abuelo Kosme - sobre el
banco de piedra junto a la tapia de adobes donde crecían las campanillas moradas,
fucsias y blancas -, éste la contaba que la Familia Ordorika se había originado - hace
cientos de años - en un pequeño caserío situado en la ladera de una Montaña Baska
cercana al pueblo de Múxika en VIZKAIA.
La pareja original de la que procedemos - le contaba Abuelo Kosme - se llamaban "él"
ORDO y "ella" RIKA. Los hijos de ellos empezaron a ser conocidos como "los
hijos de Ordo- Rika".
La misma denominación se empleó en todo lo referente a la casa solariega y los pastos.
Con el paso de los años, la familia Ordo-Rika siguió aumentando y llegó un momento
en el que ya no era materialmente posible que todos pudiesen seguir viviendo en el
mismo valle.
Así varias familias Ordo-Rika tuvieron que dejar su tierra natal y emigrar a otras
comarcas y merindades. La mayoría viajaron en la dirección este y en la dirección sur.
Abuelo Kosme descendía de una de las ramas que optó por dirigirse primero hacia
Araba y de allí a la comarca cercana de Trespaderne para bajar más tarde a las Covas-
Rubias cerca de Peña Lara.
3. La herencia euskaldun también se conservaba en el nombre de la abuela IONA.
Abuela Iona había contado una vez a Delia que de pequeña en la escuela había llorado
mucho por las crueles bromas que hacían las niñas de su nombre "tan extraño, antiguo y
difícil de pronunciar.
Yona - Jona - Jana - Juna - Juana .....
Las niñas no eran buenas. ¡Por supuesto que no! Menos mal que con el tiempo Abuela
Iona había logrado superar sus complejos y su timidez.
A ello la había ayudado mucho el hecho de conocer al Abuelo Kosme.
El - al igual que ella - descendía de La Montaña.
El no solamente no se mofó de su nombre sino que encima la explicó que "debía
sentirse orgullosa de llevar tal nombre" ya que en la lengua euskera, su nombre era la
forma femenina de "ION" ó "YON" y era precisamente con ese apelativo como la
antigua gente de la montaña denominaba al "Padre de los dioses".
DELIA, por su parte, nunca llegó a contraer matrimonio. Solamente una vez, cuando
ella tenía 18 años, sintió una extraña emoción recorriéndola el cuerpo de arriba abajo
como una sacudida eléctrica y el corazón golpeándola fuertemente dentro del pecho
como si quisiera salirse.
Fue un verano. Un muchacho extranjero andaba de visita por la comarca donde el
Abuelo Kosme desempeñaba las funciones de "Juez de Paz".
Una tremenda tormenta estival - con todo lujo de truenos y relámpagos - estalló
inesperadamente en el cielo calando a toda la comitiva. Los más ancianos del pueblo, y
entre ellos Abuelo Kosme, ofrecieron de inmediato sus casas para que el grupo visitante
pudiera guarecerse de las incontrolables fuerzas desatadas por un quizás airado "Padre
Júpiter" que tuviese problemas allá en el Olympo.
El joven persa Saúl Ibnoubar se alojó en casa del Abuelo Kosme.
Delia observó que la piel del joven tenía ese color "chocolate con leche" que la abuela
preparaba para celebrar cumpleaños y aniversarios. El tono tostado contrastaba
fuertemente contra el blanco cuello de la camisa de seda que cubría su torso. Algunas
sortijas de pelo rizado le caían graciosamente sobre la frente.
Sus ojos - sombreados de finísimas y largas pestañas - brillaban con un color negro
azabache que a Delia la recordaba los pendientes y collares que Abuela Iona lucía en
fiestas y celebraciones.
Rodeados todo el tiempo por los mayores apenas pudieron hablar a solas un breve rato.
Solamente sus miradas se encontraban una y otra vez mientras cuidaban de que los
mayores no se diesen cuenta de ello.
4. Al día siguiente, con el cielo totalmente despejado, la comitiva hizo los preparativos
para la marcha. Cuándo ya se iban, Saúl inclinándose cortésmente ante ella la dijo:
* ¡ Hasta siempre! ¡ Nunca te olvidaré ! *
Luego sus gruesos labios de delicada piel color malva depositaron un dulce beso sobre
la mejilla de Délia.
Al tiempo que se inclinaba, las largas pestañas de Saúl rozaron - cuál frágiles alas de
mariposa - la frente de Délia.
Ella se quedó petrificada. Tan extraordinario fue el leve contacto que DELIA se quedó
sin habla y no pudo articular ni la más sencilla frase de despedida ... Allí se quedó de
píe ... como una estatua con la mirada perdida en una extraña lejanía ... en un extraño
tiempo ... ó ¿por que no? en un extraño lugar ... ¡Quién sabe!...
Los años pasaron y Delia guardó en el fondo de su corazón este recuerdo. Tan fuerte
fue siempre el recuerdo del beso y las palabras de Saúl que, "uno tras otro" fue siempre
dando largas a sus numerosos pretendientes hasta que - cansados todos ya de esperar a
llegar a ser amados por ella - la abandonaron.
Ella siguió viviendo en el solar familiar. Abuelo Kosme era maestro curtidor y también
hacía albarcas y todo tipo de calzado de cuero que pudiese ser necesario para pastores y
labriegos. De pequeño había aprendido de su padre el oficio de herrero pero tuvo que
abandonar los trabajos en la fragua porque el carbón escaseaba cada vez más.
Abuela Iona, por su parte, colaboraba en los ingresos familiares fabricando almadreñas
de troncos de madera en invierno y primavera. La temporada seca de los meses de
verano la aprovechaba para hacer preciosas labores de bolillos y bellas puntillas a
ganchillo.
Cuándo los abuelos la dejaron para ir a encontrarse con los padres de Délia que habían
fallecido antes, Délia se encontró sola y sin el apoyo de la compañía familiar.
Bueno, sola, sola ... lo que se dice "sola", ¡no! ... ya que con ella tenía dos viejos
amigos de siempre.
“BETHEL" - el noble perro pastor de raza belga - que había encontrado herido al lado
del río con una espina clavada en una de sus patas. Ella lo había llevado a casa y
cuidado. Cuándo se recuperó, "Bethel" ya no quiso alejarse de la compañía de su
benefactora.
Por otra parte estaba "Taeton".
TAETON era un duendecillo que desde hacia muchos años la ayudaba a cuidar las
flores del jardín y los vegetales que crecían en el pequeño huerto situado detrás de la
casa.
5. Bueno, "casa", "casa" ... tampoco era ”una casa normal” donde DELIA vivía.
Años después de que muriesen los abuelos, un incendió redujo a cenizas la casa
familiar. Délia no tenía medios económicos, y tampoco nadie se brindó a ayudarla en
tamaña empresa, así que tuvo que improvisar lo mejor que pudo una vivienda dentro
de un viejo tonel de madera.
Taeton también se encargaba de cuidar a las recién nacidas crías de las palomas que
siempre se arrullaban a la puesta del sol dentro del palomar hecho con adobes de
barro y paja.
La existencia de Délia había transcurrido, muy bien pudiera decirse, tranquila y
armoniosa en la pequeña villa de Leremae.
Ahora todo iba a cambiar.
Más bien que cambiar iba a desaparecer.
- ¡Así! ¡Tal y como suena! ... desaparecer .. concluir .. acabar .. destruir .. exterminar
- Los "maketos" - en lengua antigua = los extraños, los expoliadores, los opresores ...-
habían ordenado inundar su querido pueblo de Leremae con las aguas de una presa
construida a 66,6 kilómetros río arriba.
Un día habían llegado al pueblo unos señores - con expresión en sus caras de "sonrisa
de anuncio de pasta de dientes" - luciendo caros trajes grises y llamativas corbatas de
seda multicolor. Detrás de ellos "sus perros guardianes".
Éstos no eran “perros de 4 patas” como su perro BETHEL.
En realidad “andaban sobre dos únicamente” pero sus trajes, corbatas, sombreros y
gafas negras - junto con las terribles armas de muerte que ocultaban entre sus ropas -
hablaban claramente de luto y destrucción.
Ya todos los habitantes de "Leremae", asicomo los de las parroquias cercanas de
"Sant-ill-Ana" y "Fuente-Dé", habían tenido que abandonar sus casas y separarse de
las tierras de sus mayores para no perecer bajo las aguas.
Tierra, campos, ganado, viñas, olivos, graneros, huertos, alamedas, tumbas, ermitas,
caminos, tradiciones, vidas .... TODO arrasado a favor de los participantes en la
sociedad tecnócrata, burócrata, globalizada, despiadada, falsa, egoísta y cruel.
DELIA se lo había estado pensado muy detenidamente pero al final
decidió quedarse y no huir.
6. Además, ¿huir a donde?. A la corrupción?. A la mentira?. A la falsedad?. A la
hipocresía? A las multinacionales granjas de humanos que son las ciudades ??? ....
Pensó que "NO". ¡Que de ninguna manera!.
Sería como "salir de la cazuela para caer en la sartén".
Delia sabía perfectamente que allí "todos tenían un número". Ese número contenía los
detalles identificativos de cada persona. No había escapatoria.
Registro de ese "número" se hallaba en todos los centros de trabajo, de atención
sanitaria, de estamentos oficiales ... En resumen, TOD@S "numerados al igual que
las ovejas y demás animales que sacabn de las granjas para llevarlos al matadero".
- No... no... y ... NO. . - se decía Delia a si misma mientras se la ponía "carne de
gallina" de sólo pensar en ello.
¡Se quedaría en Leremae!. Se quedaría para siempre en la tierra de sus mayores. En
la tierra de la que inicialmente se habían formado sus cuerpos físicos.
En la tierra que luego generosamente había renovado y revitalizado sus fuerzas
ofreciéndoles generosa - como Buena Madre que era - sus plantas y sus frutos.
DELIA por supuesto no era tan brava, audaz y valiente como las míticas Amazonas,
las antiguas Guerreras Celtas, o la gran Juana de Arco de los tiempos medievales.
Tampoco era tan heroicamente trágica como las antiguas mujeres de la Grecia Clásica
tal y como fueron, entre otras, Antígona, Ifigenia ó Fedra, así es que incluso en un
principio se la había pasado por la cabeza la idea de cocer unas pinochas de tejo.
El brebaje - obtenido de cocer las pinochas de tejo - la sumiría en un profundo sueño del
que nunca despertaría.
- ¡Vale! - pensó. No sufriré, no me angustiaré, pero ... ¿para que quiero dormir
eternamente como una piedra o un vegetal ??? ...
Así que al final de todos sus "dimes y diretes", optó por afrontar cara a cara su destino.
En todas estas cosas pensaba Délia mientras imperturbable seguía regando -con su
regadera de hojalata llena de agua del pozo- las plantas del huerto y las del jardín.
El ruido que producían unas Grullas Reales volando por encima de su cabeza la hizo
alzar la vista del suelo.
Teniendo como telón de fondo azul la bóveda celeste, las GRULLAS dibujaron en el
aire con sus patas “un mensaje de despedida” para Délia.
DELIA que conocía el lenguaje de las grullas - ya que había aprendido del Abuelo
Kosme los signos del "OGHAM" que tiempo ha conformaron el alfabeto de los
antiguos druidas - pudo leer escrito en el cielo: " Hasta siempre … ! ".
7. Luego, cuando el cielo empezó a teñirse de púrpura y añil y las sombras de la noche
empezaron a cubrir la tierra dejó de regar las plantas.
Aquella noche, la cena que compartió con Bethel y Taetón consistió en pan de harina de
bellota, nueces, avellanas, queso y mazorcas de maíz tostadas en las ascuas de la
hoguera que había encendido en un claro del jardín.
Para beber había preparado mosto de uva mezclado con pétalos blancos de datura.
Aquella era realmente una noche trascendental.
Al día siguiente las compuertas de hierro que retenían los miles de metros cúbicos de
agua retenidos en la presa, serían abiertas. Así lo había decidido alguien ... o algunos ...
¡que más daba ya!.
Los 66,6 kilómetros que separaban "la presa del terror" del pueblito de Leremae,
serían cubiertos en pocos minutos por las turbulentas y embravecidas aguas.
LEReMAe al igual que Riaño, Retuerta y otros muchos pueblos sería inundado.
Luego desaparecerían de la faz de la tierra
sumergidos todos bajo las aguas de algún lago artificial.
Aquella noche ninguno de los 3 amigos se fue a dormir.
Permanecieron juntos ... acurrucados unos contra otros ... abrazados ...
dándose mutuamente calor y ánimos.
En el cielo el impresionante cometa "Hale-Bopp" -que había estado dejándose ver
sobre el cielo terrestre desde hacía ya dos meses- parecía saludarles desde lo alto
emitiendo desde su incandescente núcleo 3 magníficas "colas":- una de gas, otra de
polvo cósmico, y otra de vapor de sodio.
Por un momento DELIA deseó estar allí arriba en el cielo - a 15 millones de kilómetros
de la tierra - y a punto de cruzar desde la Constelación de PERSEO hasta la de
TAURO.
Luego, mientras sonreía para sus adentros, pensó :
- ¡Que tonta! ¡ mira que querer estar allí arriba!. Me quiero ir de aquí porque no puedo
vivir en el agua y me voy a ir al cometa no pudiendo - como tampoco puedo - vivir en el
fuego! ¡Madonna mía, que elucubraciones!!!...
DELIA se echó a reír. Taetón y Betel se la quedaron mirando sorprendidos, tal vez
pensando si se la habría estropeado la conexión entre sus neuronas cerebrales y de
repente se hubiese vuelto loca perdida.
8. Délia viendo sus caritas de asombro, se abrazó más fuerte a ellos y les tranquilizó
diciendo:
- ¡Estoy perfectamente bien !
Son simplemente "juegos de mi mente y mi fantasía".
A todo esto, vieron que La Dama LUNA había desaparecido del cielo.
Un poco más tarde dejó también de verse el Kometa “Hale – Bopp”.
Así pues, el SOL debiera haber salido ya por el Oriente pero no se le veía.
En el horizonte se veía algo de luz pero era una luz triste ... de mortecinos tonos gris
claro ...
Délia sintió que un escalofrío recorría su cuerpo de arriba abajo.
Pero no era un escalofrío cálido y agradable - como cuando Saúl hace años la besó -
sino un escalofrío helado ... de muerte.
Siguió observando el cielo y así empezó a comprender que aquel día el SOL no saldría
de entre la espesa capa de nubes en la que se envolvía para no presenciar la
vergüenza de lo que estaba a punto de suceder en la Tierra.
Más y más nubes fueron aumentando la triste cortina con la que el SOL trataba de
ocultarse. Las nubes eran cada vez más espesas y más oscuras.
Negros nubarrones venían desde lejos para poner sus sombrías notas en el ya de por sí
dantesco escenario.
DELIA sintió que era “como” estar presenciando las señales del fin del mundo…
El espantoso sonido de un trueno seco sobre sus cabezas pareció querer hacer retumbar
los cielos y la tierra.
El deslumbrante fogonazo de un RAYO fue a estrellarse contra la torre de la iglesia.
El velo del templo se partió en dos.
Era el TOKEN - “La Señal” - por así decirlo.
De inmediato el estruendo de las aguas liberadas se unió al de la apocalíptica tormenta
que tenía lugar sobre el cielo de Leremae.
Los elementos parecían unirse en su dolor y sus lagrimas cual fieles plañideras.
Era la mañana de un día 23 de ABRIL.
9. Momentos antes de que las pavorosas aguas les alcanzasen, Taeton, Betel y Delia se
unieron en un estrecho abrazo y juntando sus mejillas los tres se fundieron en un beso
por toda la eternidad ...
El tiempo pasó... … …
Los árboles perdieron sus hojas y otras nuevas volvieron a resurgir cada Primavera.
Un nuevo pueblo había sido construido cerca del lago.
Nuevas gentes lo habitaban.
Una noche del mes de junio, un joven moreno paseaba distraído a orillas del lago.
Tan sumido estaba en sus propios pensamientos que perdió pie y cayó al agua.
Enseguida se sintió engullido por un remolino de agua
que le absorbía hasta el fondo.
A punto de desmayarse, perdida ya la respiración, vio que entre el verde*azul de las
aguas avanzaba hacia él una gentil figura que parecía mecerse dulcemente entre las
algas verdes del fondo del lago.
Era una bella mujer de rasgos delicados y hermosa piel color de nácar.
Se colocó a sus espaldas y agarrándole por un brazo, tiró de él hacia arriba con todas
sus fuerzas. Enseguida emergieron a la superficie. Al contacto con el aire, el joven
empezó a toser expulsando así el agua que le había entrado en los pulmones. Poco a
poco su respiración fue calmándose.
Ya tranquilo miró enfrente de él y entonces pudo ver de cerca la carita de nácar que
había visto en el fondo del lago cuando estaba a punto de perecer.
Si bella le había parecido entre la neblina de las aguas verdes, al verla ahora a la luz
de la Luna, le pareció estar delante de una aparición. La mujer tenía unos dulces ojos
verdes del color de las algas marinas y le miraba con una ternura como nadie antes le
había mirado.
Los rayos plateados de la luna se reflejaban en sus cabellos mojados haciéndolos relucir
cuál corona de estrellas. Contemplando su silueta fosforescente recortada contra el
telón azul de la noche veraniega SAUL -que así se llamaba el hombre- por un momento
pensó que había muerto y se encontraba en El Paraíso.
Quiso besarla pero, cuándo sus brazos iban a rodear los hombros de la bella
desconocida, sintió como un fogonazo, como una sacudida eléctrica y perdió el
conocimiento.
10. Cuando lo recobró estaba tumbado en tierra, cerca de los juncos de la orilla, y
completamente empapado de agua. El sol estaba ya en lo alto del cielo y sus ardientes
rayos empezaban a secar sus ropas mojadas y a reavivar su entumecido cuerpo.
Por un momento pensó que todo había sido un sueño pero cuando al llegar a casa fue a
cambiarse de ropa, vio que en el pecho -a la altura del corazón- tenía un TRIÁNGULO
formado con tres grandes escamas de color nacarado y un alga verde en el medio. Era
la señal que “ELLA” le había dejado como prueba de que lo sucedido había sido real.
Desde entonces el joven hombre moreno -con pelo ensortijado, labios gruesos, ojos
negros como el azabache y piel del color del "chocolate con leche" recién hecho- va
todas las noches al lago. Se sienta junto a los juncos y allí se queda hasta que la bella
dama emerge del fondo del lago y sentándose sobre una piedra empieza a conversar con
él.
Los más ancianos del lugar la conocen como " La DAMA del Lago".
Una vieja historia cuenta que -hace muchísimos años en donde ahora está el lago- había
una ciudad. Cuándo la ciudad fue inundada tres criaturas se encontraban en ella:-
una mujer, un perro, y un duende.
En el instante en el qué iban a ser engullidos por las aguas, ALGO pasó,
“no se sabe qué”, pero la leyenda cuenta que
sus cuerpos se transformaron
y que todavía perduran…
Ahora ya como tres criaturas inmortales:
una Nereida, un Hipocampo, y un Elfo.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado… ... …