El documento presenta las lecturas bíblicas del tercer domingo de Adviento, incluyendo el pasaje del Evangelio donde Juan el Bautista envía discípulos a preguntarle a Jesús si él es el Mesías. Jesús responde enumerando las obras que está realizando, y dice que dichoso es aquel que no se sienta defraudado por él. Luego Jesús elogia a Juan el Bautista, diciendo que no ha nacido uno más grande que él entre los hombres. La reflexión insta a la Iglesia a hacer presente el Reino
La oración de santa Luisa de Marillac por el P. Corpus Juan Delgado CM
Pastoral penitenciaria Adviento
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11 de diciembre 2016
3º Domingo
de Adviento
Ciclo A
Lecturas Bíblicas:
1 ISAIAS 35,1-6a.10 – Santiago 5, 7-10
Evangelio: SAN MATEO 11, 2-11
En aquel tiempo, Juan, que
había oído en la cárcel las
obras del Mesías, le mandó a
preguntar por medio de sus
discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tene-
mos que esperar a otro? Jesús les respondió:
Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y
oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan;
los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen;
los muertos resucitan, y a los pobres se les
anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se
sienta defraudado por mí! Al irse ellos, Jesús
se puso a hablar a la gente sobre Juan: ¿Qué
salisteis a contemplar en el desierto, una caña
sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver,
un hombre vestido con lujo? Los que visten
con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a
qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo,
y más que profeta; él es de quien está escrito:
"Yo envío mi mensajero delante de ti, para que
prepare el camino ante ti”. Os aseguro que no
ha nacido de mujer uno más grande que Juan,
el Bautista; aunque el más pequeño en el reino
de los cielos es más grande que él.
Palabra de Dios.
REFLEXIÓN DE LA PÁLABRA
RESPUESTA: ¡Ven, Señor Jesús!
Para que la Iglesia, a través de todos los cristia-
nos, hagamos presente tu Reino de paz,
amor y esperanza entre los pobres y margi-
nados de la tierra. Oremos
Para que sepamos animar a los tristes, liberar a
los cautivos, consolar a los que lloran, apo-
yar a los que se caen y son más débiles.
Oremos
Para que sepamos dialogar y comunicarnos con
todos, especialmente en la prisión, para que
anunciemos a todos la alegría de que Dios
no se olvida de nosotros. Oremos
Para que no hagamos de nuestra vida una pri-
sión desde el egoísmo, el odio, la venganza
y la violencia. Para que el Señor, que libera
a los cautivos, restaure la libertad de todos.
Oremos
Para que vivamos este tiempo de Adviento con
la esperanza de que Jesús viene a restaurar
nuestras vidas y a llenarlas de fuerza y lucha
por nuestra liberación, Oremos
ORACIÓNORACIÓNORACIÓNORACIÓN
Iniciemos este Tercer Domingo de Adviento. La
Esperanza de este tiempo nos lleva a descubrir a Je-
sús, el Mesías de los pobres que vino a traer la ale-
gría la Buena noticia para los más débiles y desgra-
ciados de la tierra, para las víctimas. Sabemos que
nuestra liberación está ya más cerca. No se trata de
que vaya a salir ¡YA! de la cárcel. Se trata de que mi
vida puede cambiar si yo me siento libre interiormen-
te y si percibo que el Mesías Libertador me está
acompañando en este proceso de cambio y de trans-
formación de mi vida.
En esta situación de nuestra vida, en la que nos
falta de casi todo, especialmente la libertad, la pre-
sencia de nuestros seres queridos, el amor de los
míos, es cuando más necesitamos aferrarnos a la
esperanza de que todo esto va a cambiar, de que yo
voy a cambiar para ser una persona nueva y distinta.
Cristo, nuestro Redentor, viene para fortalecer mi
lucha, para dar sentido a mi vida aquí en prisión, pa-
ra ayudarme a ser un hombre libre de verdad.
2. *Felices quienes siguen confiando, a pesar de las muchas circunstan-
cias adversas de la vida.
*Felices quienes tratan de allanar todos los altibajos de la existencia:
odios, marginaciones, discordias, enfrentamientos, injusticias.
*Felices quienes descienden de sus cielos particulares para ofrecer es-
peranza y anticipar el futuro, con una sonrisa en los labios y con
mucha ternura en el corazón.
*Felices quienes aguardan, contemplan, escuchan, están pendientes
de recibir una señal y cuando llega el momento decisivo, dicen: sí,
quiero, adelante, sea, en marcha...
*Felices quienes denuncian y anuncian con su propia vida y no sólo
con meras palabras.
*Felices quienes rellenan los baches, abren sendas, abajan las cimas,
para que la existencia sea para todos más humana.
*Felices quienes acarician la rosa, acercan la primavera, regalan su
amistad y reparten ilusión a manos llenas con su ejemplo y sus
obras.
*Felices quienes cantan al levantarse, quienes proclaman que siem-
pre hay un camino abierto a la esperanza, diciendo: «No tengáis
miedo, estad alegres. Dios es como una madre, como un padre bueno
que no castiga nunca, sino que nos acompaña y nos alienta, pues
únicamente desea nuestra alegría y nuestra felicidad».