El documento discute cómo buscamos lo que necesitamos lejos cuando en realidad está cerca. Se usan varios ejemplos como el Mullah Nasruddin buscando su asno mientras lo montaba, y cómo aprendemos a leer signos en nuestro idioma nativo. El conocimiento y la sabiduría existen dentro de nosotros y no fuera en libros u otros objetos. La riqueza también está en nosotros a través de nuestras contribuciones a instituciones y empresas como empleados, clientes y proveedores.
1. Efrén Martín, gerente de FV
¿ Quo vadis?
y profesor de Deusto Business School
Todo el mundo se asustó al ver al Mullah
Nasruddin recorrer apresuradamente las
calles de la aldea, montado en su asno.
- «¿A dónde vas, Mullah?», le preguntaban.
- «Estoy buscando a mi asno», respondía
Nasruddin al pasar.
(Cuento oriental)
Como una persona que no encuentra las
gafas que lleva en su cabeza, buscamos
lejos e inútilmente lo que tenemos al
alcance de la mano. El sujeto que busca y
el objeto buscado son inseparables.
Arthur Schopenhauer dio en este clavo
un brutal martillazo, al afirmar: “No hay
objeto sin sujeto”. Tú creas lo que eres,
lo que ves y lo que tienes.
Tomemos un ejemplo cultural: Tras
aprender a leer no puedes “no leer” los
signos que -en tu idioma- se presenten
ante ti. En este momento puedes apartar la
vista, pero cuando vuelves a este texto los
objetos –las letras- cobran significado
porque el sujeto –tú- les atribuye
inmediatamente sentido; lo que no pasaría
si el escrito estuviese en árabe o chino.
El conocimiento no es algo objetivo que
esté “fuera”, depositado en libros o Internet.
Está en nosotros y lo que experimentamos
como objetividad es el “expresionismo” de
nuestra subjetividad. ¿No es admirable?
Por ello el maestro, la lectura, la
enseñanza, la experiencia o la sabiduría
siempre han estado ahí; invisibles hasta
que el discípulo abre los ojos. O aprendes
tú o nadie podrá enseñarte nada.
Nº 78 Julio 2013
Vayamos a un ejemplo económico: Los
objetos que crean y distribuyen riqueza
son organizaciones con empleados,
proveedores y clientes, además de
propietarios. ¿Quiénes son todos esos
sujetos y dónde están? Somos nosotros.
Nuestra
calidad
de
vida
sería
inconcebible sin nuestra contribución a
instituciones, hospitales, escuelas y a todo
tipo de empresas. Mediante la fuerza del
compromiso
profesional
crece
la
economía, mientras que limitar nuestra
aportación nos empobrecerá.
La riqueza está en nosotros. ¿No es
sorprendente? Según Von Foerster, “no
vemos que no vemos” y por ello el
compromiso con la empresa sigue
bajando, ¡por pensar que no es nuestra!
Hace años escuché, a una persona tan
sensata que no tenía que buscar la cabeza
encima de sus hombros, una frase que no
he vuelto a oír a un empleado jamás:
“quiero a esta empresa con toda mi alma”.
He descubierto la mejor profesión del
mundo: la mía. Siempre estuvo ahí. Si tú
aún buscas la tuya, no vayas lejos:
http://confidenciasdeungerente.blogspot.com
Está en ti
www.fvmartin.net