Pinocho era un mentiroso compulsivo y Pepito Grillo el encargado de reconducirle. Nosotros también nos autoengañamos y tenemos una Conciencia que, si la mantenemos presente, nos mantiene en el carril del comportamiento correcto. Una buena práctica es recordarnos a diario nuestro propósito profesional, cual Juramento de Hipócrates. En el primer examen que puse a mis alumnos de la Universidad de Deusto, les pedí que firmasen lo siguiente: “Me comprometo a no copiar en este examen”. A la mayoría les resultó indiferente o ridículo (porque no iban a copiar), pero unos pocos protestaron ligeramente. ¿Realmente era indignación por la desconfianza del profesor hacia sus alumnos o querían evitar la inevitable disonancia al incumplir un compromiso? Intuí que el comportamiento de los alumnos en el examen sería más honesto, aunque en la inmensa mayoría ya lo era, como Dan Ariely demostró años más tarde.