Decía Groucho: “¡Hay tantas cosas en la vida más importantes que el dinero! ¡Pero cuestan tanto!” Todo depende de la dirección de la mirada. Ser ricos con poco es tan factible como ser pobres con mucho. ¡Hay tantas cosas más importantes que el dinero… que no cuestan nada! Esto no va de comunISMO, capitalISMO, ni siquiera de humanISMO, sino de HUMANIDAD, ahora que la nueva crisis creará nuevos pobres... y nuevos ricos.
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Efrén Martín, Gerente de y Associate Consultant de Reddin Assessments
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Nº 160 abril 2020 http://www.fvmartin.net
El discípulo preguntó a su maestro: «¿Por qué ricos
y pobres muestran una actitud tan distinta ante los
desconocidos? Cuando me acerco a un pobre, me
abre las puertas de su casa, me pregunta cómo
estoy y hasta me ofrece ayuda. Sin embargo es muy
difícil acercarse a los ricos: viven en palacios,
tienen guardias y, cuando al fin uno está delante
de ellos, ni te miran y piden que seas breve, porque
están muy ocupados.»
El Maestro le dijo: «Acércate a la ventana: ¿qué
ves?». -Veo a una señora con un niño.
«Ahora ponte delante del espejo. ¿Qué
ves? ». -¡A mí mismo!
«Ahí tienes la respuesta: El espejo está
hecho de cristal como la ventana, pero
basta poner un poco de plata detrás y
uno ya sólo se ve a sí mismo. Eso
mismo les sucede a los ricos por su
riqueza». Autor desconocido.
Una de las frases preferidas de Anthony de
Mello era: “Cuando el ojo deja de estar
obstruido, el resultado es la visión“. Se refería
al “cristalino” de la mente, al que la codicia
hace opaco con su deseo vehemente, e
imposible de satisfacer, de poseer
innumerables riquezas materiales.
Decía Gandhi: “El que retiene algo que no
necesita es igual a un ladrón”, señalando
una pobreza moral y emocional que priva de
bienestar suficiente a los demás; mientras la
inteligencia ha de optar entre dos extremos:
"Tan difícil es para los ricos adquirir la
sabiduría, como para los sabios adquirir la
riqueza" (Epicteto). Con muy admirables
excepciones.
Como siempre, estamos a tiempo de recobrar
la lucidez sobre lo que importa y lo que no; con
la sensatez propia de los buenos sentimientos,
como narraba Anthony de Mello:
Un hombre se acercó a un sanyasi
(“renunciante”) y le dijo: La otra noche se me
apareció en sueños el Señor Shiva y me aseguró
que si venía al anochecer a las afueras de la
aldea encontraría a un sanyasi que me daría
una piedra preciosa que me haría rico para
siempre. ¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!
Tras buscar en su bolsa, se la entregó
mientras le decía: Probablemente se refería a
ésta. La encontré en un sendero del bosque.
Puedes quedarte con ella.
El hombre miró la piedra asombrado. ¡Era un
diamante! Tal vez el mayor del mundo, tan
grande como una mano. Lo tomó y se marchó,
pero pasó la noche dando vueltas en su cama
incapaz de dormir. Al amanecer, buscó de
nuevo al sanyasi y le dijo:
Por favor, enséñame a conseguir la riqueza
que te permite desprenderte de este
diamante con tanta facilidad.
Nunca seremos felices ni exitosos con una
riqueza que en lugar de darse se codicia. Ser
ventanas, que no espejos, es lo que sugiere el
lema de nuestra alma mater, la Universidad de
Deusto: “sapientia melior auro” (la sabiduría
es mejor que el oro). La “plata” ha de ser un
medio y no el fin de nuestras decisiones, pues
nuestra frágil vida es el cristal más valioso…
Más valiosa que el diamante