El documento discute las interacciones entre trastornos mentales y enfermedades de la piel, notando que pueden originarse el uno al otro, empeorar el pronóstico del otro, o incluso llevar a situaciones dramáticas. También describe cómo algunos tratamientos para una condición pueden causar efectos secundarios que contribuyen a la otra condición, y enfatiza la importancia de evaluar factores psicosomáticos al tratar pacientes con ambos tipos de problemas.