Chile comenzó a invertir en educación parvularia a comienzos del siglo XX, subvencionando jardines infantiles y formando profesionales. Actualmente, el 32% de niños desde el nacimiento hasta los 6 años recibe atención, enfocándose en los más vulnerables. Los objetivos son ampliar la cobertura, mejorar la calidad de atención a través del desarrollo profesional del personal y proteger el buen trato de los niños.