"Lo que tú quieras", biografía ilustrada de Montse Grases.
Autoridad espiritual
1.
2. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en
Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el
ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se
despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta
la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda
rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo
de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre.
Filipenses 2.5-11
3. Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y
súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía
librar de la muerte, fue oído a causa de su temor
reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció
aprendió la obediencia;
y habiendo sido
perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación
para todos los que le obedecen;
Hebreos 5.7-9
4. Al principio, el Hijo compartió la misma
gloria y autoridad con el Padre. Pero
cuando vino al mundo, dejó por una parte
la autoridad y por la otra adoptó la
obediencia. Voluntariamente tomó el
lugar de un esclavo, aceptando las
limitaciones humanas de espacio y
tiempo. Se humilló hasta el extremo y fue
obediente hasta la muerte.
5. Puesto que el Señor inició la obediencia, el Padre ha
venido a ser la Cabeza de Cristo. Ahora bien, ya que la
autoridad así como la obediencia han sido instituidas
por Dios, es muy natural que los que conocen a Dios y
a Cristo le obedezcan. Pero los que no conocen a Dios
ni a Cristo, no conocen ni la autoridad ni la
obediencia. Cristo es el principio de la obediencia. Por
consiguiente, una persona llena de Cristo debe ser
también una persona llena de obediencia.
6. “Haya también en nosotros este sentir que
hubo en Cristo Jesús”. Andemos todos en el
camino del Señor y lleguemos a la obediencia
haciendo de este principio de obediencia
nuestro propio principio. Sometámonos unos a
otros.