1. Liceo Inmaculada Concepción Nombre:
Departamento Historia y Geografía
Prof. Isabel Orellana
Cauquenes
GUÍA DE TRABAJO Nº 4 / ANÁLISIS DE FUENTES HISTÓRICAS / SEGUNDO MEDIO
Objetivo: 1. Analizar fuentes históricas relativas a las características de los pueblos indígenas chilenos
INSTRUCCIONES:
Lee atentamente cada uno de los documentos que siguen y luego, establece las ideas que se relatan en cada
uno de ellos, concluyendo una idea síntesis. Indica a qué tipo de fuente histórica pertenece cada documento
fundamentando tu decisión y desarrolla al menos tres puntos de análisis para estos. No olvides que analizar, no
es describir, sino ir más allá de lo que explícitamente señala el texto. Desarrolla esta actividad a conciencia, ya
que es trascendental que pruebes tu capacidad de comprensión lectora, antes de tu primer control de lectura
en esta asignatura.
1. Sobre el machitún, en PINEDA Y BASCUÑÁN, Cautiverio Feliz
“llegó la hora de que fuésemos todos al rancho del enfermo, que por no dejarme solo, me llevó el cacique en su compañía,
habiendo preguntado al curandero machi si estorbaría mi asistencia a sus ceremonias y encantos, a que respondió que no,
que bien podía asistir en un rincón de la casa. Entramos ya de noche al sacrificio del carnero, que ofrecían al demonio;
tenían en medio muchas luces y en un rincón del rancho al enfermo, entre clara y oscura aquella parte, rodeado de muchas
indias con sus tamborilejos pequeños, cantando una lastimosa y triste tonada con las voces muy delicadas; y los indios no
cantaban porque sus voces gruesas debían de ser contrarias al encanto. Estaba cerca de la cabecera del enfermo, un
carnero ligado de pies y manos, y entre unas ramas frondosas de laureles tenían puesto un ramo de canelo de buen porte,
del cual pendía un tamboril mediano, y sobre un banco grande a modo de mesa una quita de tabaco encendida, de la cual a
artos sacaba el humo de ella y esparcía por entre las ramas y por adonde el doliente y la música asistía. A todo esto, las
indias cantaban lastimosamente, y yo, con el muchacho mi camarada, en un rincón algo oscuro….los indios y el cacique
estaban en medio de la casa sentados en rueda, cabizbajos, pensativos y tristes, sin hablar ninguno una palabra. Al cabo de
haber incensado las ramas tres veces, y al carnero otras tantas, que le tenían arrimado al banco, que debía servir como altar
de su sacrificio, se encaminó para donde estaba el enfermo, y le hizo descubrir el pecho y estómago, habiendo callado las
cantoras, y con la mano llegó a tentarle y sahumarle con el humo de la quita, que traía en la boca de ordinario; con esto le
tapó con una mantichuela el estómago, y se volvió donde estaba el carnero,, y mandó que volviesen a cantar otra diferente
tonada, mas triste y confusa, y allegando el carnero, sacó un cuchillo y le abrió por medio, y sacó el corazón vivo, y
palpitando le clavó en medio del canelo en una ramita y luego cogió la quita y empezó a sahumar el corazón, que aún vivo
se mostraba, y a ratos le chupaba con la boca la sangra que despedía. Después de esto sahumó toda la casa con el tabaco
que de la boca echaba el humo; llegase luego al doliente, y con el propio cuchillo que había abierto al carnero, le abrió el
pecho que patentemente se parecían los hígados y tripas, y los chupaba con la boca; y todos juzgaban que con aquella
acción echaba afuera al mal y le arrancaba del estómago….volvió a hacer que cerraba las heridas que a mi ver parecieron
apariencias del demonio, y cubrióle el pecho nuevamente, y de allí volvió donde el corazón del carnero estaba atravesado,
haciendo en frente de él nuevas ceremonias, y entre ellas fue descolgar el tamboril que pendiente estaba del canelo e ir a
cantar con las indias, él parado dando algunos paseos, y las mujeres asentadas como de antes. Habiendo dado tres o cuatro
vueltas de esta suerte, vimos de repente levantarse de entre las ramas una neblina obscura a modo de humareda, que las
cubrió de suerte que nos la quitó de la vista por un rato, y al instante cayó el encantador en el suelo como muerto, dando
saltos el cuerpo para arriba, como si fuese una pelota, y el tamboril a su lado de la mesma suerte, saltando a imitación del
dueño, que me causo grande horror y encogimiento, obligándome a encomendar a Dios, que hasta entonces había estado a
su cuidado a todas sus acciones, y luego que vi aquel horrible espectáculo, tendido en aquel suelo y el tamboril saltando
solo juntamente con el dueño se me angustió el alma y se me erizaron los cabellos y tuve por muy cierto que el demonio se
había apoderado de su cuerpo. Callaron las cantoras y cesaron los tamboriles, y sosegase el endemoniado, pero de manera
el rostro que parecía el mesmo Lucifer, con los ojos en blanco y vueltos al colodrillo con una figura horrenda y espantosa.
Estando de esta suerte, le preguntaron que si sanaría el enfermo; a que respondió que si aunque sería tarde, porque la
enfermedad era grave y el bocado se había apoderado de aquel cuerpo de manera que faltaba muy poco para que la
ponzoña llegase al corazón y le quitase la vida. Volvieron a preguntarle, que en que ocasión se le dieron, quien y como, y
dijo que en una borrachera, un enemigo suyo con quien había tenido algunas diferencias, y no quiso nombrar la persona
aunque se lo preguntaron”
2. 2. Sobre los chonos, Relato del Honorable John Byron en el año 1741:
“En la choza a la cual me tomé la libertad de introducirme encontré solamente a dos mujeres, que quedaron sobrecogidas
de asombro al ver por primera vez una cara a que no estaban acostumbradas y mas con la figura que yo tenía entonces.
Estaban sentadas junto a una fogata, a la cual me acerqué sin mas explicaciones. Una de las mujeres era joven y de muy
hermoso aspecto para ser india; la otra era vieja y tan fea que no es posible concebir algo parecido como forma humana.
Después de haberme examinado fijamente durante un instante, salieron de la choza y yo, sin mas ceremonias, me senté
junto al fuego a calentarme y secar los harapos que llevaba.
Al poco rato volvieron las dos mujeres….parecía que venían de muy buen humor, porque comenzaron a charlar y reír
inmoderadamente. Al ver lo empapado y entumido que me hallaba, parecieron compadecerse de mi y la vieja salió a buscar
leña, con la cual hizo un buen fuego; pero como el hambre que yo tenía era apremiante, no pude dejar de expresarles mi
deseo de que llevasen mas allá su hospitalidad trayéndome algo de comer. Luego comprendieron mis señas, y la mas joven
se puso a registrar entre unas ramas que había en un rincón, de donde sacó un lindo pescado; púsolo al momento a asar en
el fuego, y cuando estuvo a punto hízome señas para que me acercara a comerlo…
Después de estar en conferencia algún tiempo, sin que yo pudiera tomar parte en la conversación, las mujeres me hicieron
señas para que me acostara y me pusiese a dormir, habiendo tendido primeramente algunas ramas secas por el suelo. Me
tendí y luego me quedé profundamente dormido; a las tres o cuatro horas desperté y me hallé cubierto con una especie de
manto hecho de plumas de pájaros, que las mujeres usan generalmente a la cintura…el fuego estaba muy débil, casi
apagado, pero en cuanto me vieron despierto, lo renovaron echando mas leña. Lo que había comido antes había servido
solamente para avivar mi apetito, por lo cual no pude dejar de pedirles encarecidamente que me buscaran mas comida.
Habiendo comprendido mis necesidades, conversaron entre ellas un corto tiempo y levantándose salieron ambas llevando
consigo un par de perros para que las ayudara en la pesca. Después de una hora de ausencia, volvieron tiritando de frío, con
los cabellos empapados de agua y trayendo dos pescados: una vez que los asaron, diéronme la mayor parte y en seguida
nos entregamos como antes del reposo”
3. Sobre los changos, en : Aborígenes Chilenos a través de Cronistas y Viajeros" H. Zapater, p.117
“El hombre... " se llega a donde la ballena duerme. Le dan un arponazo debajo del ala (aleta) donde tiene el corazón", la
ballena "viéndose herida se embravece dando grandes bramidos... luego tira hacia la mar hasta que se siente cansada, y
mortal;" entre tanto la persona ... "se viene a tierra a ojear ... a dónde viene a morir a la costa, y así está en centinela hasta
que le ve pasar". Allí va luego con toda la parentela y amigos, quienes constituían su familia extendida, que han estado
mirando para el banquete. Cuando éste comienza "la abren por un costado, donde están comiendo unos dentro, y otros
fuera, seis a ocho días hasta que de hedor no pueden estar allí"