1. FUTURISMO. El futurismo fue un movimiento italiano que tuvo la particularidad de
escoger su nombre y definirse por escrito antes de encontrar expresión artística. Su culto a
la violencia terminó por vincular a algunos de sus principales representantes con el
fascismo, especialmente al poeta italiano Tommaso Marinetti, autor del “Manifiesto del
futurismo”, en el que consignaba:
“1. Nosotros queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la
temeridad.
2. El valor, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño.
Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el
salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha exaltado con una
nueva belleza: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carrera, con su capó adornado
de gruesos tubos semejantes a serpientes de aliento explosivo..., un automóvil rugiente que
parece correr sobre la metralla, es más bello que la Victoria de Samotracia. [...]
7. Ya no hay belleza sino es en la lucha. Ninguna obra que no tenga carácter
agresivo puede ser una obra de arte. [...]
9. Nosotros queremos glorificar la guerra – única higiene del mundo – el militarismo,
el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios [anarquistas], las hermosas ideas por
las que se muere y el desprecio por la mujer.
10. Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo
tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista o utilitaria.
11. Nosotros cantaremos a las grandes muchedumbres agitadas por el trabajo, por el
placer o la revuelta [...].” (32)
2. Sin embargo, como se menciona en el manifiesto, muchos de sus integrantes
provenían de filas anarquistas y también comunistas. Los unía su reacción al arte oficial
y al realismo naturalista, la voluntad de adecuar el arte a la era industrial (en un país que
ingresaba tardíamente a la revolución tecnológica), y el nacionalismo, ostentado
especialmente a partir de la Guerra de Libia (conquistada por Italia a los turcos en 1912
como antesala de la Primera Guerra Mundial). Por otra parte, una vez que el fascismo
conquistó el poder, se deshizo del futurismo, demasiado revolucionario para constituir un
arte oficial.
Como el impresionismo, el futurismo guarda relación con la fotografía, en particular
con los estudios del inglés Eadward Muybridge, como Caballo en movimiento y el
francés Etiénne Jules Marey (Cronofotografía de un hombre empujando un carro), que
logró captar las sucesivas posiciones de un objeto en movimiento en una sola imagen.
Dice el “Manifiesto técnico de la pintura futurista”:
“Por medio de la persistencia de las imágenes en la retina, las cosas que están en
movimiento se multiplican y resultan distorsionadas, sucediéndose unas a otras como
vibraciones en el espacio a través del cual pasan. Así ocurre que un caballo al galope no
tenga cuatro patas: tiene veinte y el movimiento que tienen es triangular.”(33)
Los cuadros del italiano Giacomo Balla expresan el movimiento, ya sea a través de
la representación en un mismo cuadro de fases sucesivas del mismo que incluyen el
empleo de la mezcla óptica, como en Niña corriendo en un balcón, o de la utilización
de la superficie de la obra como sección aislada de lo que debe dar la impresión de ser
un movimiento continuo, como en Velocidad abstracta. El coche ha pasado. En esta
obra Balla emplea las facetas, pero con una intención dinámica de la que el cubismo
carecía.
5. Las pinturas y las esculturas del italiano Umberto Boccioni buscaban
romper sus contornos para fusionarse con el medio ambiente, tal como sucede
con Formas únicas de continuidad en el espacio, surcada de elementos
puntiagudos sobresalientes que sugieren la fuerza incontenible del movimiento, y
envuelta en una agitación que recuerda curiosamente la Victoria de Samotracia,
a la que tan peyorativamente aludía Marinetti en el Manifiesto.
El arquitecto italiano Antonio Sant’Elia, autor del “Manifiesto de la
arquitectura futurista”, proyecta La nueva ciudad incorporando los nuevos
materiales de la Revolución industrial, omitiendo la ornamentación, incorporando
la función al diseño, destacando el movimiento por ejemplo a través de
ascensores externos, y previendo las necesidades urbanas de la segunda mitad
del siglo, tales como el transporte rápido con circulación a muchos niveles.
Texto corresponde a la Prof. Carola Wuhl