El documento resume el contexto histórico del nacimiento de Jesús. Explica que ocurrió en la "plenitud de los tiempos" según las profecías, durante el reinado de paz del emperador Augusto. También discute cuestiones cronológicas sobre el censo ordenado por Augusto y la mención de Quirino como gobernador de Siria. Finalmente, resume el episodio de los Magos en el Evangelio según san Mateo, incluyendo su viaje guiado por la estrella para adorar al recién nacido Jesús
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La plenitud de los tiempos: contexto histórico del Misterio de la Navidad
1. La plenitud de los tiempos: contexto histórico del Misterio de la Navidad
Javier Andreu Pintado – jandreup@unav.es – https://oppidaimperiiromani.blogspot.com/
1. La plenitud de los tiempos
[1] Gal. 4, 4
“De igual modo nosotros: mientras fuimos niños vivíamos en servidumbre, bajo los elementos del
mundo; mas al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo
la Ley, para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción”
Verg. Ecl. 4
Cantemos, ¡oh Sicilianas Musas!, mayores asuntos; pues no a todos deleitan las florestas ni los
humildes tamarindos: si cantamos las selvas, que dignas sean las selvas, ¡oh cónsul! Ya viene la última
era de los Cumanos versos: ya nace de lo profundo de los siglos un magno orden (magnus ab integro
saeclorum nascitur ordo). Ya vuelve la virgen (iam redit et uirgo), vuelve el reinado de Saturno; ya desciende
del alto cielo una nueva progenie (noua progeniues caelo demittitur alto). Tú, al ahora naciente niño (modo
nascenti puero), por quien la vieja raza de hierro termina y surge en todo el mundo la nueva dorada (quo
ferrea primum desinet ac toto surget gens aurea mundo), sé propicia ¡oh casta Lucina!: pues ya reina tu Apolo.
Por ti, cónsul, comenzará esta edad gloriosa, ¡oh Polión! [C. Asinio Polión, cos. 40 a. C.], e iniciarán
su marcha los meses magníficos, tú conduciendo. Si aún quedaran vestigios de nuestro crimen, nulos
a perpetuidad los harán por miedo las naciones. Recibirá el niño de los dioses la vida, y con los dioses
verá mezclados a los héroes, y él mismo será visto entre ellos; con las patrias virtudes regirá a todo el
orbe en paz (pacatumque reget patriis uirtutibus orbem). Por ti, ¡oh niño! (at tibi prima, puer…), la tierra
inculta dará sus primicias, la trepadora hiedra cundirá junto al nardo salvaje, y las egipcias habas se
juntarán al alegre acanto. Henchidas de leche las ubres volverán al redil por sí solas las cabras, y a los
grandes leones no temerán los rebaños. Tu misma cuna brotará para ti acariciantes flores. Y morirá
la serpiente, y la falaz venenosa hierba morirá; por doquier nacerá al amomo asirio.
IK Priene 14, decreto de Paulo Fabio Máximo, procónsul de Asia en 9 a. C.
Puesto que la providencia, que ha ordenado todas las cosas y está profundamente interesada en
nuestra vida, ha puesto el orden más perfecto dándonos a Augusto, a quien llenó de virtud para que
beneficiara a la humanidad, enviándolo como salvador [σωτήρ], tanto para nosotros como para
nuestros descendientes, para que pusiera fin a la guerra y ordenara todas las cosas, y puesto que él,
César, por su aparición (superó incluso nuestras anticipaciones), superando a todos los benefactores
anteriores, y ni siquiera dejando a la posteridad ninguna esperanza de superar lo que ha hecho, y
puesto que el cumpleaños del dios Augusto fue el comienzo de las buenas nuevas [εὐαγγέλιον] para
el mundo que vinieron a causa de él
2. Cuestiones cronológicas, históricas y de fecha
[2] Luc. 2, 1-7
Aconteció, pues, en los días aquellos, que salió un edicto del César Augusto para que se
empadronase todo el mundo (edictum a Caesare Augusto ut describeretur uniuersus orbis). Este
empadronamiento se hizo siendo Quirino gobernador de Siria (haec descriptio prima facta est ut praeside
Syriae Quirino). Iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. José subió de Galilea, de la ciudad
de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba
encinta. Estando allí se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió
en pañales y le acostó en un pesebre (reclinauit eum in presepio), por no haber sitio para ellos en el mesón
2. Joseph. AJ. 18, 1, donde se habla de que Cirinio, perteneciente al orden senatorial, quien había desempeñado
las demás magistraturas y que, después de pasar por ellas, había llegado incluso a cónsul (…) se presentó en Siria,
adonde fue enviado por Augusto para administrar justicia entre las gentes y para efectuar el censo de sus propiedades.
CIL XIV, 63613 (titulus Tiburtinus) alusivo a P. Sulpicius Quirinius como legatus pro praetore diui Augusti
Syriam y CIL III, 6687 alusiva a Q. Aemilius Secundus que sirve sub P. Sulpicio Quirinio legato Augusti
Caesaris Syriae del que se dice iussu Quirini censum egi
3. El episodio de los Magos y el mundo antiguo
(https://oppidaimperiiromani.blogspot.com/2019/12/magi-ab-oriente.html)
[3] Mat. 2, 1-12 y 19
Nacido, pues, Jesús, en Belén de Judá en los días del rey Herodes (in diebus Herodi regis), llegaron del
Oriente a Jerusalén unos magos (ecce Magi ab Oriente) diciendo: ¿dónde está el rey de los judíos que
acaba de nacer? Porque hemos visto su estrella en el Oriente (uidimus enim stellam eius) y venimos a
adorarle. Al oír esto el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén, y reuniendo a los escribas del
pueblo, les preguntó donde había de nacer el Mesías. Ellos contestaron: en Belén de Judá pues así
está escrito por el profeta (…) Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, les interrogó
cuidadosamente sobre el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, les dijo: id a
informaros sobre ese niño y cuando le halléis comunicádmelo para que vaya también yo a adorarle.
Después de oír al rey se fueron, y la estrella que habían visto en Oriente les precedía, hasta que, llegada
encima del lugar en que estaba el niño, se detuvo. Al ver la estrella sintieron grandísimo gozo, y
entrados en la casa (et intrantes domum) vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron
(et procidentes adorauerunt eum), y abriendo sus tesoros le ofrecieron dones (obtulerunt ei munera), oro,
incienso y mirra. Advertidos en sueños de no volver a Herodes, se volvieron a su tierra por otro
camino (…) Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel porque son muertos los que atentaban
contra la vida del niño