3. El nuevo milenio se presenta lleno de un contexto en el que las preguntas y los cuestionamientos
aparecen relacionados con todos los escenarios de la existencia y el pensamiento humano. La literatura,
no puede estar fuera de estas preocupaciones y por el contrario, las nuevas categorías que las
tecnologías introducen en la vida cotidiana permiten observar escenarios diferentes y desafíos frente a lo
que la imaginación verbal puede ofrecer en tiempos como los actuales. Dentro de la experiencia y las
posibilidades descubiertas dentro de la literatura y que, pese a las nuevas tecnologías de la palabra que
han ido surgiendo con el paso de los siglos, se mantienen como constantes, Italo Calvino señala una
serie de opciones y de posibilidades que se convierten en pasos y referencias a tener en cuenta y en
seis propuestas para que la literatura afronte un nuevo milenio.
El primer aspecto que señala, haciendo una clara distinción frente a lo que su concepto propone y el que
se ha extendido popularmente, así como el manifiesto por Milán Kundera, es el que se refiere a la
condición leve de la literatura, evidenciando que esta no se refiere a la ausencia del peso, sino por el
contrario a una posibilidad dinámica de abordar las cuestiones incluso últimas de la existencia humana.
Para hacer más clara esta concepción, señala 3 características propias del fenómeno de la levedad:
aligeramiento del lenguaje, un razonamiento en el que intervienen elementos sutiles e imperceptibles y
un carácter de sugestión verbal por encima de las palabras. Elementos que permiten realizar un proceso
de descubrimiento de las facultades metafísicas y espirituales que dentro del discurso literario le
permiten elevarse por encima de lo humano y realizar una interpretación profunda y compleja, pero no
por ello densa y pesada.
El segundo aspecto en torno al cual dedica su texto, es el que se refiere específicamente a la cuestión
de la rapidez, que se relaciona principalmente con los actos del pensamiento. De acuerdo con Calvino, la
mente trabaja con una velocidad que requiere que los textos permitan entrar en concordancia con esta,
ofreciendo la posibilidad de que se manipulen hábilmente técnicas y formas que le permitan al pensar re-
crearse y como sucede con un caballo no se haga énfasis en la velocidad del galopar, sino en una suerte
de ritmo que permite al pensar su desarrollo. Más allá de la herramienta, es entonces entender las
lógicas desde las cuales se generan los procesos y lograr como en las obras maestras de lo breve esa
combinación entre lo sencillo y lo complejo que permiten un impacto realmente significado al universo de
la creación verbal.
4.
5. Como bien lo señala Italo Calvino en su texto, a finales del siglo XX y con la aparición
de las nuevas tecnologías la pregunta acerca de la desaparición de la literatura y más
aún de la novela como una de sus formas más profundas y evidentes, se hizo latente
como una especie de fantasma amenazante que ocupó junto con la muerte del libro (y
en algunas teorías, la del autor) los miedos, temores y sueños de los académicos,
artistas e intelectuales ante el milenio por venir.
Sin embargo, desde horizontes muy bien planteados por Calvino y que en primera
estancia ocupan el asunto de la levedad y la rapidez sale al encuentro una propuesta
en la que se mantiene el espíritu que debe subyacer a las artes y que tiene la facultad
de presentar el horizonte de lo estético en relación con una función que le permite
encontrar las profundidades del ser. Una propuesta, que tal como también lo señalara
Carlos Fuentes con respecto a la literatura, vuelve a poner sobre la mesa el acto que
necesariamente tiene que realizarse por intermedio de la creación verbal: el de revelar
verdades de manera tal que no pudieran decirse de otra manera.
Y en ese sentido, es que desde la propuesta de Calvino, la levedad y la rapidez, que si
se observa detenidamente constituyen la esencia misma de los discursos
contemporáneos (líquidos, efímeros, volátiles y presentados con una simultaneidad,
velocidad y estética instantánea), se puede dar respuesta y establecer una propuesta
para las artes del siglo que iniciamos hace ya una década y en el que ya no es tiempo
de caer en el maniqueísmo de los apocalípticos y los integrados, sino mirar
decididamente de cara al futuro y sus lenguajes y dentro de ellos sus posibilidades,
entendiendo que en estos primeros casos, la levedad no se refiere a lo exento de
densidad o profundidad y rapidez no es sinónimo de una velocidad irreflexiva, sino de
la agilidad mental que implica el universo estético que no solo dice lo no dicho, sino
que también vibra en sintonía con el acto de despertar el deseo de leer y en la lectura
encontrar el espejo enterrado en el que se muestra y se escapa (con el viento), la
condición humana.