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LA POESÍA COLOMBIANA EN EL ESTUDIO HERMENÉUTICO DE LA
“REGENERACIÓN” EN EL SIGLO XIX
“Qué lástima que lo que tenía entonces que decir no me atreviera a decirlo
como poeta: ¡tal vez habría sido capaz de hacerlo!”.
Friedrich Nietzche – El Nacimiento de la Tragedia,
ensayo de una autocrítica
Esta cita introductoria trae consigo una inquietud que se mantendrá presente a
lo largo de todo este trabajo, es decir, la pregunta por la naturaleza y en
especial, por las bondades que tiene una forma de expresión como la poesía.
De parte de este trabajo y guardando las proporciones, se retoman las
anteriores inquietudes y se aplican al estudio de un periodo de nuestra historia
en el que a pesar de los sectarismos fratricidas, de las guerras civiles y de una
transformación cultural en detrimento de las reformas liberales, hubo una
abundante producción lírica, muchas veces protagonizada por los mismos
artífices de estos cambios sociales. Dadas estas condiciones y por ser el género
más cultivado y apreciado por los colombianos en ese entonces, es que se
busca iluminar y dar mejor comprensión a un periodo histórico que cimentó
muchas de las bases con las que se desarrollaría política y socialmente
Colombia desde finales del Siglo XIX. Aún bien entrado el Siglo XX, el más
reconocido exponente de nuestras letras recuerda cuál era el influjo que tenía
esta forma de expresión en la mentalidad nacional.
Los jóvenes de ahora no pueden imaginarse hasta qué punto se vivía
entonces a la sombra de la poesía. No se decía primero de
bachillerato sino primero de literatura, y el título que se otorgaba, a
pesar de la química y la trigonometría, era de bachiller en letras. Para
nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá no era la
capital del país ni la sede del gobierno, sino la ciudad de las lloviznas
heladas donde vivían los poetas. No sólo creíamos en la poesía, sino
que sabíamos con certeza -como lo diría Luis Cardoza y Aragón- que
es la única prueba concreta de la existencia del hombre1
No es fortuito que un pensador como Nietzche cavilara también acerca de la
lírica centrándose en la manera idónea en que su pensamiento debería
formularse. Lo anterior se comprueba recordando la variedad de estilos que
utilizó, desde su forma aforística tradicional, la sintética de sus primeros
estudios, hasta el discurso de orden vaticinador encarnado en Zarathustra. Se
trae esto a colación, ya que ha sido una profunda incursión en la meditación
1
GARCÍA Márquez, Gabriel, En: Historia portátil de la poesía colombiana de Gustavo Cobo Borda. Bogotá:
Editorial Planeta. p.19. 1991.
1
del lenguaje, a la vez que un acercamiento a las formas en que podrían
encontrar un asiento discursivo las ciencias humanas, incluyendo la filosofía.
Por tanto, se insta a considerar no sólo el texto en la coherencia de lo que
trata de comunicar, sino la misma manera en que lo hace, materia antes
relegada a los cánones estilísticos; esto, sobre todo, en disciplinas que como
las humanas justifican su aridez expresiva debido al rigor de la labor científica.
De encontrar una base sólida en lo anterior, bastaría entonces un honrado pero
no fácil intento por tratar de conjugar el “qué se dice” con el “cómo se dice”,
en orden de hacer una producción que no caiga en los errores expresivos que
lamentaba Nietzche. Por tanto, su inquietud se centraba en que sus textos no
encontraban su mejor enunciación debido a la forma en que los había escrito.
Siendo así, es probable seguir una perspectiva análoga y hacer la pregunta por
aquellos que al contrario de él centraron su atención más en la forma, en el
verbo o el adjetivo que hallan su espacio buscando asir, principalmente la
belleza. ¿Es entonces la “forma” mero ornamento? Qué se puede deducir de
ella, qué dice, cuáles son sus características, y de todo esto lo más
interesante, qué se puede interpretar con ella.
Se ha producido entonces un recorrido común para ciencias como la filología,
pero que no por ello deja de tener un tono regresivo, autoreferente, hasta
tautológico, en el que el lenguaje no es sólo estudiado en sus elementos
lingüísticos como objeto, sino en sus más íntimas posibilidades como
herramienta de dicción y simultánea aprehensión conceptual, es decir, como
medio.
Esta discusión puede ser remontada en los más distantes albores del
pensamiento humano. Basta recordar la discusión nominalista, pero lo que
atañe aquí es precisar la relación existente entre un medio artístico como la
poesía, y sus capacidades descriptivas más allá de la inmediatez del texto, no
obstante, qué tal si se llevan estas inquietudes aún más lejos y se tratan
aquellos enfoques que en la sociología permiten entender la sociedad entera
como si fuera un texto, es decir, retomar construcciones en las que,
descifrando su sintaxis, se da pie a una interpretación, a una nueva lectura del
comportamiento colectivo. De ser así, y de concordar con las bondades de un
estudio hermenéutico, la poesía en un país con una tradición que exalta este
arte, permite retomar un testimonio escrito que proporciona la posibilidad de
analizar un momento histórico de manera diferente. Las palabras de un
consistente autor sobre este tipo de enfoques, son ilustradoras para mostrar la
intención de este ensayo: “Una obra no refleja sólo su época: abre un mundo
que lleva en su interior”.2
El pensamiento de Ricoeur se hace paradigmático para los fines de este
ensayo, ya que muestra la necesidad de dar el paso de la sociología centrada
en captar el “Sentido mentado de la acción” propuesta por Weber, a una
2
RICOEUR, Paul. Hermenéutica y Acción. Buenos Aires: Editorial Docencia, 1985, p. 59.
2
sustentación que muestra las posibilidades de entender la realidad como un
texto. Esta transformación objetiva, presupone una base epistemológica
fundamentada sobre la posibilidad de recrear con una apreciación adecuada,
los motivos que primaron en un momento, gracias a una codificación que,
como la lectura, hace llegar al entendimiento escritos hace ya largo tiempo
redactados. El problema que se puede inferir de este tipo de perspectivas es
cómo plantear que una interpretación sea más correcta que otra. Dicha
inquietud, como lo indica Ricoeur, es constante en las Ciencias Sociales pero
olvida que es inherente a la naturaleza de sus objetos de estudio, el tener
varios puntos de vista válidos; sin decir que todos lo sean. “Como lo sugiere la
lógica de la interpretación de textos, existe una plurivocidad específica en el
significado de la acción humana. También la acción humana es un campo
limitado de interpretaciones posibles”.3
Por tanto, lo que primordialmente se busca demostrar es la posibilidad de
poder llegar a un contexto y, más precisamente, descifrar en las obras líricas
un contenido que conduzca al entendimiento del periodo histórico
contemplado. La pregunta que se puede formular es, por qué se elige la poesía
y no la prosa, la pintura, o cualquier otra expresión que se manifieste en algún
momento. Para contestar esto, se tiene en primer lugar que descifrar en qué
consiste la labor del poeta y las características del género que cultiva, no
obstante, son elocuentes las siguientes palabras que dan un buen
acercamiento a lo que se investigará con este ensayo.
Ahora bien la poesía es la forma suprema de locución en cualquier
cultura. Al negarse a leer o a escuchar a los poetas, la sociedad se
condena a formas de articulación inferiores a las suyas propias... En
otras palabras, castiga su propio potencial evolutivo, pues lo que nos
distingue del resto del reino animal es precisamente el don del habla.4
De asentir en que la poesía es un objeto de estudio genuino, se tienen que
definir herramientas metodológicas legítimas que sirvan para su investigación.
La sociología cultural es la que mejor ha sabido enfrentar este tipo de
inquietudes adoptando programas que considera como “fuertes”. “La
especificidad de un programa fuerte radica en la capacidad de reconstruir
hermenéuticamente textos sociales de una forma rica y persuasiva”5
. Éstos son
aquellos que logran anclar en la cultura propiedades explicativas que no están
subordinadas a otras variables, y reconocen que toda acción siempre posee
elementos significativos y de orden simbólico no agotables en otros aspectos
de la realidad social, estudiados más frecuentemente: raza, estratificación,
género, etc.
3
Ibid. p. 64
4
BRODSKY Joseph. Una proposición inmodesta. En: Revista El Malpensante. Bogotá No. 8 (ene.–feb.
1998); p. 31.
5
ALEXANDER Jeffrey. Sociología cultural, formas de clasificación en las sociedades complejas. Barcelona:
Anthropos, 2000, p. 40.
3
Esta reconstrucción se alcanza proponiendo “discursos” que son respaldados
por la objetividad de las relaciones sociales, y tratan de hacer consistentes con
la realidad las codificaciones que tienen su origen teórico en la abstracción del
lenguaje. Dicha tarea se lleva a cabo con la formulación de códigos socio-
semióticos que, como lo indica este vocablo, son construcciones que permiten
acceder al significado de diversas manifestaciones sociales; el camino para
acceder a ellas es con descripciones densas que hagan uso de códigos y
narrativas que llevan a plantear un texto, en el que se relaten elementos que
ahonden en la comprensión del fenómeno a estudiar. Para ello es necesario
retomar cuantos factores sean importantes en la formulación de tales códigos,
tal como para este estudio lo es la vida y obra de los poetas colombianos
seleccionados.
Con tal compendio se hace luego un trabajo de síntesis entendido como
momento hermenéutico, en el que se fijan las codificaciones que permiten
“leer” discursos que son una fuente de asentamiento simbólico del fenómeno
analizado. “El discurso socializa los códigos semióticos y emerge como una
serie de narrativas- mitos que especifican y estereotipan la fundación y
fundadores de la sociedad, sus acontecimientos críticos y las aspiraciones
utópicas”.6
Una salvedad que se debe hacer antes de entrar directamente en materia, es
el hecho de que la delimitación de todo tema, como es ampliamente conocido,
siempre incluye cierta arbitrariedad que alude a las preferencias personales de
un investigador. Esta condición que difícilmente puede ser contravenida, puede
ser neutralizada con una elección que sea consecuente con alguna realidad
digna de ser estudiada. El periodo en cuestión, que la historiografía en general
nombra como la Regeneración, ha sido objeto de frecuentes análisis y la
bibliografía de tal momento es, por demás, muy extensa. Esto último se debe a
que justo en ese tiempo y a principios del siglo anterior, es que se cimienta la
identidad colombiana. Prueba de ello es la vigencia de la que por mucho
tiempo fue nuestra Constitución, el nombre que aún ostenta este territorio y,
en últimas, las maneras políticas y culturales presentes y casi constantes a
partir de allí y hasta nuestros días. Sobre esto, entre muchos más ejemplos,
resalta la centralización, el Presidente como cabeza de la rama ejecutiva, una
práctica legalista que conoció pocas excepciones en su discurrir democrático, y
un extendido catolicismo en una población ya desde entonces prácticamente
mestiza, presa constante de la problemática de la violencia.
En necesario mencionar que el término de este periodo es raramente definido,
enfatizando simplemente en su comienzo con la Reforma Constitucional de
1886. Para los fines de este trabajo se considera el desenlace de este lapso de
nuestra historia, en 1930, con la llegada al poder del presidente Olaya Herrera;
6
ALEXANDER Jeffrey, La promesa de una sociología cultural. Discurso tecnológico y la máquina de
información sagrada y profana. Buenos Aires: Anthropos, p. 174 . 1995
4
aclarando que tal mandato se dio con la conciliación de los dos grandes
partidos nacionales. Dicho mandatario, como liberal, abriría el camino a un
relevo en las banderas que ocuparían la más alta magistratura. Además,
vendrían cambios con la administración de López Pumarejo y la puesta de la
Revolución en Marcha, y la Reforma Constitucional de 1936. Con la alternancia
en el poder no llegaría un verdadero cambio que erradicara la violencia que se
encarnizó poco tiempo después teniendo como detonante la muerte de Galán;
lo que se plantea es que con el regreso de los liberales al poder se da fin a
toda una generación de poetas que crecieron y vivieron haciendo buena parte,
sino toda, de sus creaciones en el momento en que el conservadurismo se
permitió hacer todo un proyecto de nación.
Acerca de los poetas a estudiar serán artistas que vivieron buena parte, sino
toda su vida en el momento de la Regeneración. La mayoría de los textos
citados serán de autores reconocidos de aquel momento, pero la extensión que
exige un trabajo de grado como éste, no permite que se contemple a cabalidad
la obra de muchos autores más. Por tal motivo, es necesario plantear criterios
que permitan escoger los versistas a estudiar. La prerrogativa escogida es la
del reconocimiento que el pueblo colombiano les haya dado, reconociéndoles
como portavoces ofíciales de la poesía, como vates ilustres con los que se
identifica y se hace identificar todo un país. Dicha vocería tiene la capacidad de
enseñar verdaderos caracteres del desarrollo de la personalidad histórica
colombiana, y de la realidad social que primaba en ese entonces, gracias a la
clarividencia con que expresaron muchos contenidos que fueron objeto de
identificación en aquel momento. Los más destacados exponentes aquí
presentados en orden cronológico serán: Rafael Pombo, José Asunción Silva,
Julio Flórez y Guillermo Valencia, todos ellos reconocidos como clásicos en
nuestras letras, elogiados muchas veces por sus meritos pero, principalmente,
reconocidos como poetas colombianos y como referentes de toda una época en
que la poesía era el género por excelencia.
Por supuesto otros grandes de la literatura nacional quedarán excluidos, no
porque necesariamente su obra carezca de meritos, sino porque no alcanzaron
ese reconocimiento prototípico, que se hace valer, para los modestos fines de
este escrito. Se notará la ausencia del Tuerto López muchas veces relegado
dentro de la categoría de costumbrista en sus descripciones coloquiales, mas
no superficiales de la vida; también falta uno de los grandes como Porfirio
Barba Jacob, que auto exiliado y como bohemio en Centro América le fue
reconocido verdaderamente su valor en México (se le incluye en varias
antologías nacionales de tal país), y sólo después de varios años será
destacado en Colombia principalmente por nuevos movimientos poéticos.
Muchas de las consideraciones por hacer sobre Pombo, Silva, Flórez y Valencia,
tienen que detenerse en la particularidad de su existencia y de su labor lírica,
profundizando con ellos lo que planteará como el quehacer del poeta y de la
poesía en general. Un nexo importantísimo que une a estos escritores, es que
5
trabajaron para el gobierno en cargos oficiales, los tres primeros como
secretarios de Legación, y Valencia con funciones aún más importantes,
incluyendo una gobernación y hasta la ambición por la presidencia. Éstos son
hechos significativos que aportan a la comprensión de su obra y a su potencial
explicativo no sólo como versistas reconocidos, también como participes, en
alguna medida, de la realidad del país. Como consecuencia de todo ello,
vendrán necesarias consideraciones metodológicas sobre dichas cualidades y
del poder explicativo que se da en estas obras.
Una inquietud operativa fundamental para la poesía nacional, y también para
la muy dilatada bibliografía que se detiene en los autores escogidos, es la
aparente ruptura entre las consideraciones políticas e históricas del devenir
social y, casi desde otra orilla, las investigaciones catalogables como
culturales, confinadas como centro de interés para estudiosos del folklore o del
arte.
Siendo así, es pertinente examinar un poco y recordar que Colombia es un país
que se ufana de tener una tradición de presidentes poetas, en el que, además,
se ha cultivado desde la colonia este género, relegándose, por no decir
obviando en su desarrollo, formas como el ensayo, la filosofía o el teatro. A
esto se puede agregar que, mientras en las sociedades europeas el debate
intelectual se centraba principalmente en los centros de estudio superior, en
Colombia, la tertulia o la llamada Causerie, era su sustituto, y fue
protagonizada por eruditos y ensayistas como Baldomero Sanín Cano, pero sus
principales figuras solían ser los poetas, entre los cuales se destacaban José
Asunción Silva y Julio Flórez.
A partir de todo esto se puede dar la pregunta por la poesía nacional, y por los
aportes que ésta dé más allá de sus consideraciones netamente estilísticas.
Esta inquietud que parece viciada dada su aparente formulación en términos
positivos, espera ser superada por verdaderos aportes a la comprensión de un
momento coyuntural en la historia, que no puede ser agotado por perspectivas
excluyentes que reduzcan la diversidad de elementos presentes.
Es evidente que se propone una investigación en la que confluyen varias
corrientes intelectuales, condición que se ha mostrado como indispensable en
el estudio de fenómenos sociales desde la perspectiva de la sociología cultural.
Sobre dichas consideraciones epistemológicas se enfatiza que, simplemente, es
el objeto de estudio el que impone toda instrumento metodológico y que, en
palabras de Umberto Eco
...el primer paso que ha de darse es el de un estudio interdisciplinario
que reduciendo a modelos descriptivos los diversos fenómenos, pueda
permitir la determinación de semejanzas estructurales entre ellos; y a
partir de aquí procede la determinación de más profundas relaciones
6
históricas entre los diversos hechos.7
El llamado hecho por el autor a encontrar profundas relaciones históricas tiene
extensas consecuencias en la aplicación y formulación de un estudio. Por
ejemplo, sus incursiones en el llamado campo de la “Obra Abierta” no dejan de
lado relaciones tan intrincadas como las que se dan con el concepto de
modernidad, y el paulatino cambio de mentalidad que se produce tanto en la
mente del artista como en la del espectador. Tan monstruosa amplitud que
conlleva una consideración holística del fenómeno, ha de tener como norte un
centro concreto de interés, es decir, ante el peligro de quedar a la deriva con
reflexiones improcedentes, es necesario definir aquellas partes que conformen
el todo articulado de lo que se va a investigar. Por ello, es necesario antes de
estudiar el caso colombiano, delimitar aquello que le es propio a modo general
a la poesía, a los fundamentos que se hacen participes en este género, y las
propiedades que la acompañan y la hacen singular. Por este mismo camino es
por el que también se encontrará la adecuada justificación en la elección de
este tipo de literatura y de las posibilidades mismas de todo esta línea de
investigación.
Se puede empezar por analizar la labor del poeta.
Desde los primeros canto líricos inclusive hasta el presente se ha mencionado
la relación del hombre con los dioses. Se encuentran, por tanto, distantes
relatos en los que se describe la relación de los humanos con estas
sempiternas figuras, como se encuentra en la obra de Homero, o Hesiodo. A
pesar de la antigüedad de estos relatos, no se puede pensar que han perdido
su vigencia o que sus temas son sólo de interés histórico, por ejemplo
deidades, como las musas, continúan siendo participes como fuente de
inspiración para muchos versos. No en vano Rafael Pombo se preguntaba:
No ya mi corazón desasosiegan
las mágicas visiones de otros días.
¡Oh patria! ¡Oh casa! ¡Oh sacras musas mías!...
¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.8
También, y como ejemplo más categórico, está el siguiente poema que lleva ya
como título el de La palabra de Dios, obra de otro clásico de las letras
colombianas:
Cuando vio mi poema Jonatás el rabino
(el espíritu y la carne de la bíblica ciencia),
con la risa en los labios me explicó la sentencia
que soltó la paloma sobre el texto divino.9
7
ECO Humberto. La definición del arte. Colombia: Planeta, 1987, p. 163
8
POMBO Rafael. Antología poética. Bogotá, Banco de la República, p. 196, 1981
9
VALENCIA Guillermo, En: Hojas de Cultura Popular Colombiana No. 55, Imprenta Nacional, 1955.
7
Con lo versos precedentes no se puede asegurar, por extensión, una labor del
poeta como emisario de los dioses, simplemente la existencia de cierta
reminiscencia a tan sublime actividad. No obstante, un filósofo como Heidegger
llevó cavilaciones muy profundas hacia este respecto y, pensando en Hölderlin
como el metafísico de los poetas, (debido a que su obra se pensaba a sí misma
y al quehacer de los demás líricos), propuso como verdadera tarea de este tipo
de artistas el seguir el rastro que dejan los dioses. Por tal razón, es propio de
este oficio captar y evocar dichos despojos y, provocar así que el mundo pueda
ser habitado por disolutos mortales que sólo pueden rastrear, en su
peregrinaje, minucias de lo eterno. “Los poetas son aquellos mortales que,
cantando con gravedad al Dios del vino, sienten el rastro de los dioses huidos,
siguen al rastro y de esta manera señalan a sus hermanos mortales el camino
hacia el cambio”.10
Uno de los elementos manifiestos en esta definición por Heidegger es cierto
poder profético o, al menos vidente, como facultad del poeta. Esto es también
un lugar común en la literatura. En el caso colombiano se destaca la figura de
un Maqroll que vislumbra en su deambular por el mundo los sufrimientos y las
cadencias propias de la vida misma, “Desde el lugar más alto del barco, el
Gaviero otea el horizonte y anticipa lo que sobrevendrá; de allí que el
legendario Maqroll represente la posición del poeta como visionario”.11
Cabe
añadir la coincidencia que tiene esta figura enigmática y de la cual, de manera
ex profesa, se oculta su procedencia (sólo hay un dudoso pasaporte de origen
chipriota), con lo planteado previamente en un plano metafísico. Aparte de
esto, y en el contexto histórico concerniente, existen numerosas
correspondencias acerca del papel que jugaron muchos poetas que tuvieron las
aptitudes necesarias para asumir esta vocación.
Se puede plantear, a modo general, que hay ciertos personajes distinguidos
que por la denominación que les da el mismo pueblo, son considerados como
sus bardos predilectos, es decir, aquellos que toman la vocería y que son
aceptados como modelos para las generaciones venideras. Lo que los destaca
es que su búsqueda confluye en una exaltación de la vida, fijando sus
aptitudes en la aprehensión de la belleza. Justamente, por la habilidad en este
empeño es por la que se cifra la labor lírica, como la capacidad de hacer
habitable este mundo, captando con mortales medios los restos de la
divinidad. En ello consiste la cualidad visionaría de la poesía, y la relación que
se le confiere a ésta con lo eterno, como lo enfatiza la tradición filosófica.
Que la realidad de verdad del hombre es, en su fondo, poética. Por
poesía estamos ahora, con todo, entendiendo ese nombrar fundador
de dioses y fundador también de la esencia de las cosas. Morar
10
HEIDEGGER, Martín. Y para qué poetas, En: Caminos de Bosque. Madrid: Alianza, 1996 p. 243.
11
MORENO Belén del Rocío, En: El último Rostro de Álvaro Mutis. Bogotá: Señal que cabalgamos No. 52,
Universidad Nacional de Colombia, 2005, p.5.
8
poéticamente significa, por otra parte, plantarse en presencia de los
dioses y hacer de para rayos a la esencial inminencia de las cosas.12
La relación del hombre con su entorno, y la inquietud de su origen, que en los
mitos coincide con la divinidad, es una relación inmanente que parece no ser
obviada por la poesía. El caso colombiano no es la excepción, y para el
momento estudiado se han hallado múltiples ejemplos de sus versistas más
reconocidos. Como muestra de ello, un escrito en prosa de José Asunción Silva
aprovecha la oportunidad, no sólo para atacar el poeta satírico sino para
reiterar la labor encargada por las musas.
¿Por qué has convertido tus insultos en obra de arte? Tú podrías haber
cantado la vida , el misterio profundo de la vida; la inquietud de los
hombres cuando piensan en la muerte... Sigue profanando los versos
sagrados y conviértelos en flechas que hieren, en reptiles que
envenenan, en Inris que encarnezcan, remueve el fango de la envidia
recoge el cieno y arrójalo a lo alto, a riesgo de mancharte, tú que
podrías llevar una aureola si cantaras lo sublime.13
Con lo anterior se quiere probar que el poeta, en su profesión, mantiene una
relación que haciendo uso del lenguaje, recuerda lo inmortal. Estas
consideraciones más bien arquetípicas deben encontrar un sustento en la
realidad del momento estudiado para no ser conceptualizaciones vacías. Se
quiere así entender qué sustenta, en los versos citados y en muchos más no
incluidos, el concepto de la divinidad, es decir, a qué se refieren los autores al
pensar en ésta. Desde siempre y, acorde con la filosofía, todos los poetas han
mantenido y seguido con sus escritos esta inquietud, pero no se deduce de ello
que las respuestas dadas sean similares.
Es del todo consecuente entonces que la cultura colombiana, a pesar de la
influencia de la conquista, no sea equiparable a España, Europa, o cualquier
otro lugar. Tal condición permite asegurar que lo divino y lo humano, no fue
entendido de manera plenamente equiparable. Para explicar esto, simplemente
basta comparar en Europa y en América movimientos como el Romanticismo,
pero lo importante por el momento, es destacar que la divinidad que tenía en
mente la gente de este país es distinta de la de los demás, y fue sustentada
por varios elementos sociales.
Para el caso nacional en el Siglo XIX, se encuentra un marcado catolicismo y el
énfasis que se hace en la educación con las reformas conservadoras; también
está un ideal clásico que se manifiesta en las obras de Silva y hace una
síntesis, con el catolicismo en el caso de Guillermo Valencia. Por otra parte el
tradicionalismo y el sosiego que dará la fe en la vida cotidiana será expresado
por varios artistas en perspectivas más costumbristas, pero hay un elemento
12
HEIDEGGER, Martín. Hölderlin y la esencia de la poesía. Barcelona: Anthropos, 1989, p.31.
13
SILVA José Asunción, Poesías completas. Madrid: Aguilar, p. 182, 1951.
9
social que permite hablar de divinidad en el caso nacional, y que dará pie a
entenderla en los elementos singulares que se manifiestan en nuestra poesía.
El elemento que parece subyacer ante todos los demás, es el del estado de
progreso social de nuestro país y la asimilación de posturas generalizadoras
que incluyan inclusive al arte. No se quiere decir con esto que los poetas
simplemente obedecieran, como en un grosero marxismo, al desarrollo de los
medios de producción y se agotara en ellos toda la discusión. Es más bien, que
el país estaba aún lejos de entrar en una dialéctica que, como la positivista,
negara con formalismos que llegan pujantes en sociedades desarrolladas, las
creencias y costumbres tradicionales.
La generalidad de las prácticas en las aún jóvenes sociedades, incluye una
visión de la vida sustentada sobre la religión que, para el caso, no pareció ser
cuestionada realmente en ningún campo por aquel entonces. Tendría que
esperar la poesía un episodio como el nadaísmo, a mediados de los años
cincuenta del siguiente siglo, para que se diera una crítica categórica a la
práctica del catolicismo en Colombia. Con esto se comprueba que no había un
fenómeno como el que tanto se temió la Escuela de Frankfurt: “El iluminismo
reconoce a priori, como ser y acaecer, sólo aquello que se deja reducir a una
unidad; su ideal, es el sistema, del cual se deduce todo y cualquier cosa”14
.
La nación estaba aún lejos de un desarrollo que permitiera entender la
racionalidad técnica, como un iluminismo que amenazará en convertirse en un
mito y reemplazara los dogmas de la fe cristiana. En primer lugar la economía
era débil y poco progresista, profundamente agraria y ya, para 1880, inmersa
en un proceso de abandono del librecambismo al que se le atribuía gran parte
de la fragilidad de nuestra moneda y del patrimonio colombiano en general. Se
carecía de infraestructura, y las más elementales necesidades de comunicación
no eran satisfechas: “En 1885 todavía era más barato el transporte de una
mercancía entre un puerto inglés y Medellín que entre esta ciudad y Bogotá”.15
También estaban las condiciones políticas que, en manifiesta expresión,
buscaban mantener elementos propios de la herencia española y, en suma,
eran reacias a admitir cualquier intromisión que afectara, ya fuera desde lo
económico o lo cultural, las directrices que dan paso a la salvación de las
almas. Tal pensamiento se encuentra evidenciado en las medidas tomadas por
la nueva hegemonía conservadora, y en especial por su cabeza más visible
Rafael Núñez, artífice éste de la Reforma Constitucional, la celebración del
Concordato y las medidas que en materia económica se tomaron con el Curso
Forzoso. Muchas de estas políticas fueron resumidas, con cierta ironía, en la
alocución dada por Núñez en 1885 por motivo de la celebración del fin de la
rebelión liberal y la rendición de las últimas fuerzas rebeldes en Ocaña.
14
ADORNO, Theodor W., Horkheimer Max. Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Editorial
Sudamericana, 1969, p.19.
15
TIRADO Mejía, Álvaro, Introducción a la Historia Económica de Colombia. Bogotá: Editorial La Carreta,
1979, p.265.
10
La rebelión ha sido vencida, no por la obra de ningún hombre, sino por
la ayuda de la divina providencia... A los tiempos de las persecuciones
y la intolerancia, han sucedido los de la concordia y el perdón.
Necesario es reunir en torno nuestro todo los sanos elementos de la
sociedad, conservadores de la verdadera libertad y el orden.16
Es de resaltar que tales medidas que en materia económica y social decidieron
el futuro colombiano durante mucho tiempo, se encontraban ya en germen en
la poesía de Núñez. Los méritos de ésta en materia estilística dejan mucho que
desear, Baldomero Sanín Cano, puede definirse como un entusiasta de la
crítica mordaz, aunque objetiva, de tales obras que señala junto con las de
Caro, como bien construidas y respetuosas del lenguaje, pero carentes de
inspiración y de fluidez natural en los versos. A pesar de estos problemas, se
nota que en versos como los siguientes, sin necesidad de una retórica
discursiva, se deducen muchas de las inquietudes que con las acciones
políticas se implantaron.
No sé si la ignorancia y la pobreza
Dan al pecho del hombre más tristeza
Que el influjo del oro corruptor,
Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos
Escala vacilante en que pasamos
De un error a otro error.17
Con lo dicho hasta aquí, hay una idea aproximada del tipo de inspiración que
tuvieron los poetas bajo las condiciones que ofrecía el país a finales del siglo
XIX. Por ello es menester ahora tratar de entender en qué consiste este arte,
para poder sustentar las facultades explicativas que le que se le confieren a
esta expresión estética.
Todo verso está conjugado bajo los limites y categorías que le otorga el
lenguaje. Este hecho contrasta, por ejemplo, con la música que tiene algo así
como un idioma que le es propio pero que tiene un carácter de universal. A
pesar de esto, no se afirma que en la creación de un verso, las palabras sean
acompañadas de un correlato literal, por el contrario, hay una transmutación
en la que “La esencia del lenguaje no se agota en el significado ni se limita a
ser algo que tiene que ver con los signos cifras”18
, por el contrario se
complementa con que:
Por eso, donde la totalidad de lo ente es pensada como lo abierto de la
16
NÚÑEZ, Rafael. En: Documentos para entender la Historia de Colombia, compilador Enrique Santos
Molano. Santafé de Bogotá: Planeta 2000, p.203
17
NÚÑEZ, Rafael. (Que sais-je? En: Antología de la poesía colombiana, selección Fernando Charry Lara,
Bogotá: Planeta, p.112.
18
HEIDEGGER, Martín. Op. Cit.,, p. 262.
11
pura percepción, la inversión rememorante tiene que ser un decir que
le dice lo que tiene que decir a un ser que ya está seguro en la
totalidad de lo ente, porque ya ha consumado la transformación de lo
visible representable en la visión del corazón19
.
La singular manera de expresarse de Heidegger alude directamente a las
propiedades de figuras que, como la metáfora, (que indica ya en griego
traslación), retrotraen al lector de un lugar a otro. Con lo siguiente no se
quiere proponer que en el origen etimológico de los conceptos se agote su
significado, simplemente que es fundamental que tanto la mencionada
metáfora (herramienta por excelencia de la poesía), y la metafísica,
perspectiva insoslayable en el estudio de la filosofía, tengan cimientos
comunes, es decir, lo que se sitúa “más allá”.
Son estos elementos los presentes en la percepción trascendental de las cosas,
o de los entes, si así se prefiere, y toman vuelo sobre los limitados espacios de
la percepción inmediata. No es entonces arriesgado formular facultades
especulativas tanto para filósofos y poetas, pero enfatizando que mientras los
primeros se centran en enfocar de la generalidad de las cosas aquel sustrato
que les es común y que las explica en su más íntima naturaleza, el poeta hace
un ejercicio parecido con el lenguaje, pero buscando los trazos perdidos de la
divinidad. Hay cierta trashumancia en estas consideraciones, pero hasta ahora
es innegable un telos en estas dos áreas, y en el objeto de sus aspiraciones. Ya
José Asunción Silva mantiene estas inquietudes preguntando por la voz de las
cosas y la manera de aprehenderlas.
Si aprisionaros pudiera el verso
fantasmas grises, cuando pasáis,
móviles formas del Universo,
sueños confusos, seres que os vais20
Otro ejemplo, con un origen más remoto, tiene una inquietud parecida y su
relevancia no se limita al valor intelectual de lo planteado, también está en
confirmar la permanencia inveterada de ciertos interrogantes. Así Heráclito
dice que “La sabiduría es una sola: conocer la razón por la cual todas las cosas
son dirigidas por todas”21
. Con estas dos consideraciones se nota cierto afán
por captar las cosas trascendiendo sus disposiciones más cercanas, pero antes
de pensar el poetizar o la filosofía como plenamente equiparables, hay que
hacer ciertas consideraciones. Por ejemplo el carácter especulativo que muchas
veces se le aduce a la racionalidad metafísica, no es semejante a las
propiedades creativas del bardo. El análisis de esto no es del todo obvio dados
los orígenes comunes de estas dos formas de pensamiento, por ello debe
dilucidarse correctamente tales distinciones, en orden de entender un género
19
Ibid., p. 263
20
SILVA José Asunción, En : Los mejores poetas clásicos colombianos, Edilux, p. 32, 1993.
21
HERÁCLITO. Fragmentos. Argentina: Aguilar, p. 119, 1973.
12
como el que se analiza acá. Una precisa diferenciación sobre lo que se está
tratando de mostrar es ésta:
Ante todo la poesía ha de mantener alejada de sí las definidas
separaciones y relaciones del entendimiento, las categorías del
pensamiento cuando se ha despojado de toda intuición, las formas
filosóficas del juicio, y las definiciones, etc., porque éstas nos
trasladan al instante del terreno de la imaginación a otro distinto.22
Sobre este tema igualmente es importante recordar la sentencia de Heidegger,
de que “Poéticamente vive el hombre”. Una afirmación como ésta posee
múltiples aristas y retrotrae a diversos enfoques que versan sobre el habitar
del hombre en la tierra. Por ejemplo la corriente que se plantea para el tipo de
investigación aquí hecha, parece asentir en los elementos figurativos que,
como en las formas poéticas, son perennes en la existencia humana a modo de
símbolos a partir de los cuales se encuentra asiento en el mundo. “Como la
cultura es el entorno de toda acción, habitar el mundo del significado conlleva,
más bien, entrar en los emplazamientos organizados de parámetros simbólicos
que estos actores entienden como saturados de significado”.23
Estas reflexiones
sobre el habitar son inquietudes recordadas continuamente en materia estética
que, como lo siguiente, enfatizan las propiedades existencialmente
terapéuticas que tiene la poesía.
Por sobre la vida agitada, por sobre la realidad conflictiva, la poesía es
como el cielo de la catarsis y al mismo tiempo de la certidumbre y
validez de todos sus aspectos, al margen, o mejor dicho, más allá de los
limites de las restantes síntesis espirituales, lo mismo que de la moral
que de la religión o de la ciencia.24
Hay que recordar que el hombre no mantiene con las cosas sino una relación
indirecta, los datos de los sentidos y de toda percepción han de ser traducidos
por la mente. Pero, mientras que la filosofía entiende estos fenómenos de un
modo analítico adjudicando principios y primados, como lo es el devenir en la
transformación de la naturaleza, la poesía busca con la inspiración
principalmente, aquellas expresiones que superan la existencia finita de las
entes en la belleza que se le confía a lo inmortal.
Aunque la esquiva relación sujeto-objeto que a penas se ha introducido, y que
escapa a los objetivos previstos, si es un hecho que en la comunicación y al
pronunciar cualquier palabra, por más elevado que sea un pensamiento jamás
alcanzará éste a transmitir la más intima esencia de las cosas. Es por ello, y a
pesar de la condición limitada de todo vocablo, que se puede intentar sublimar
22
HEGEL G.W.F. Estética, Tomo VII, Poesía. Buenos Aires: Siglo Veinte Editores, 1985, p.77
23
ALEXANDER Jeffrey. La promesa de una Sociología Cultural. Discurso tecnológico y la máquina de
información sagrada y profana. Barcelona: Anthropos, 2000, p. 170.
24
BANFI Antonio, Filosofía del arte. Buenos Aires: Península, 1987, p. 62.
13
su condición, llevándose más allá de sí sin necesidad de la grosera
comparación.
La metáfora es probablemente la potencia más fértil que el hombre
posee...Todas la demás potencias nos mantienen inscritos dentro de lo
real, de lo que ya es. Lo más que podemos hacer es sumar y restar
unas cosas de otras. Sólo la metáfora nos facilita la evasión y crea entre
las cosas reales arrecifes imaginarios, florecimiento de islas ingrávidas.25
Este es el habitar que se ha venido explorando como la relación directa con el
conocer, al que se aproxima el hombre cuando el lenguaje se vuelve su
morada y la poesía un faro adjudicado a individuos privilegiados que, no sólo
guían a los demás en este mundo, sino que lo hacen situándose a través de los
rastros de lo eterno.
Hasta ahora sólo se ha abordado la parte menos espinosa del problema, es
decir, la labor del poeta en el mundo, y las concepciones que se tienen de éste.
Por supuesto los significados hasta aquí expuestos no revelan directamente
una concepción aceptada por todos los autores. No necesariamente un escritor
actual se considera a sí mismo recogiendo los vestigios de seres o presencias
supraterrenales, pero lo que sí se mantiene latente son aquellos principios que
permitieron determinar, históricamente, la labor ontológica del poeta; tanto
así, como para inclusive situar su oficio en un plano fácilmente diferenciable
del de los demás. Una de las características tradicionales del pensamiento
occidental es la de tipificar, separar y constreñir en estrechos espacios todas
las áreas del conocimiento. El problema al hilvanar lentamente cualquier tema
es que al reflexionar en sus orígenes, las mencionadas diferenciaciones son
muy esquivas y por más que en un intento de abstracción se concilie en
conceptos toda una realidad sujeta a ser entendida, tal camino sigue la sinuosa
senda de determinar lo que es de lo que no es. En el caso del poeta se definen
las implicaciones de su quehacer, ahora es necesario profundizar en lo que
consiste ésta, es decir, la poesía misma.
La inquietud que se trata de responder aquí es, obviamente, reflexión
abordada desde diversas posturas, problema tanto para la estética como para
la filosofía o el pensamiento social en general. Sobre este asunto un versista y
clásico colombiano en esta disciplina, resume en la Crucifixión del Poeta, el
papel de éste, el hombre, la mujer, la tierra, el pueblo y hasta el niño.
EL PUEBLO
...Pero todo era signo en tus poemas
y era fórmula todo en tu lenguaje,
y en un mundo de vagas sugestiones
enviabas tus mensajes radiales
25
ORTEGA Y GASSET José, La deshumanización del arte. Madrid: Revista de Occidente,1956, p.32.
14
de una torre a otra torre del espíritu.
EL POETA
...Sufro sobre esta roca inaccesible
porque, cumpliendo mi fatal destino,
robé la flor del ritmo que florece
en la mansión eterna de los dioses.26
Con estos dos ejemplos, (se omiten por cuestiones de extensión los restantes),
vienen a colación varios puntos ya expuestos. Dentro de ellos están la
mencionada capacidad profética del poeta, su relación con la divinidad y se le
suma cierta incomprensión por parte de las demás personas que parecen no
entender lo elevado de su vocación. Pero hay algo más que es de
trascendental importancia y que conduce por la senda del entendimiento del
arte aquí estudiado. Nótese que el poeta se declara culpable de haber robado
la flor del ritmo que florece, es decir, un objeto tan sagrado para el poeta que,
en últimas, provoca el sacrificio de su existencia. Algo parecido también se
encuentra bajo el genérico nombre de Un poema, en el que el primer trabajo
que se toma Silva, es invocar a los “ritmos”
Soñaba en ese entonces en forjar un poema
de arte nervioso y nuevo, obra audaz y suprema
Escogí entre un asunto grotesco y otro trágico
llamé a todos los ritmos con conjuro mágico27
La mitología enseña que Ícaro encontró su ruina al acercarse demasiado a los
dioses, lo cual hace paradójico que el don por el que se arriesga el poeta esté
más ligado a la música que a las facultades generalmente relacionadas con la
escritura, es decir, inspiración, vehemencia o, inclusive, elocuencia. Este es el
eje que guiara la discusión presente remitiéndose entonces, a lo que es la
esencia de la poesía.
Se empezó por afirmar que una de las facultades del lenguaje era la de hacer
habitable el mundo al hombre, pero se evitó la pregunta por el lugar que ocupa
la poesía. No es posible igualar el mensaje de una señal de tránsito, con el
sentido que transmite un poema o con una sensación meramente corporal, son
equivalentes como posibles estímulos o sujetos de la percepción pero no son
parecidos en nada más. Sin perder de vista que la intención es la de encontrar
el lugar indicado de la poesía, una respuesta a estos interrogantes puede darse
con la clasificación formulada típicamente por Schopenhauer y aludir a la
separación entre lo que es sujeto de nuestra Voluntad, y lo que es de nuestra
26
MAYA Rafael, Poesía. Bogotá: Voluntad, 1940, p. 201.
27
SILVA, José Asunción. Antología Poética,. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, Colección Libros
por centavo, No. 11, 2005. p. 21.
15
Representación.
Dentro de la voluntad se ubican todos aquellos estímulos que se relacionan con
las necesidades físicas, y que recuerdan que el ser humano es un organismo
corpóreo y que, como tal, está sujeto a la satisfacción de dichos deseos en
orden de poder sobrevivir. Por otro lado están aquellas manifestaciones que
superan este plano material, y que ponen en paréntesis todo lo relacionado
con la voluntad y el sufrimiento, dando espacio a objetos acabados y
simbolizados en la mente que reciben el sello de la Representación. En este
último espacio es donde se concilia el llamado goce estético, que se refiere a la
satisfacción a la que accede el sujeto al elevarse sobre todos los apetitos y
carencias a las que está determinado, olvidándose de su propia individualidad,
y entrando en comunión con la belleza de la obra de arte que contempla. Por
consiguiente, para Schopenhauer dicho goce es, “...la alegría del conocimiento
puro y de los caminos que a él nos conducen”.28
Con lo anterior se ha establecido que las artes y, entre ellas la poesía, llevan a
un conocimiento diferente al que indica por ejemplo una sensación de dolor,
pero aún no se ha hecho su adecuada precisión.
Hay nociones que pueden ser comunicadas con mayor o menor grado de
dificultad, siendo accesible a todos la comprensión de un grito de auxilio, pero
no tanto la demostración de una ley que venga expuesta en lenguaje
matemático. Las diferencias hasta aquí expuestas pueden inducir a pensar que
hay cosas que son sujeto de ser comunicadas y otras que no, así un concepto
por abstruso que sea, puede ser proferido y comprendido, mientras que una
idea, siguiendo la tradición platónica, no alcanza a serlo. “El fin del poeta es
hacernos pasar de la palabra y del concepto a una imagen intuitiva, cuya
representación se abandona a la fantasía del oyente”.29
Esto es la senda que se
plantea para todo poema ya que permite el abandono de la personalidad
diluyendo el ser en un estado de tan marcada elevación que, como la idea, es
imposible de ser comunicada a los demás.
Este tipo de contemplaciones está estudiado desde un punto de vista
metafísico y de allí la casi incompatibilidad con pruebas empíricas. Es por ello
que Schopenhauer es muy cuidadoso al enfatizar el carácter personal e
intransferible que pueda suscitar una obra que se considere ennoblecida, dada
la hondura de lo que representa. La salvedad que se hace es la sensibilidad
que tenga el espectador, dados sus dotes, de entrar en plena relación con
algún arte. El camino que posiblemente se puede seguir para entender esto, es
el inverso; el que sufre un poeta en la creación de un verso y en el
desasosiego de no poder transmitir adecuadamente lo que en un rapto de
inspiración está sintiendo. Por ello Guillermo Valencia decía “Sacrificar un
28
SCHOPENHAUER, Arthur. El mundo como voluntad y como representación. México: Porrúa, 1987, p.
163.
29
Ibid, p. 192
16
mundo para pulir un verso”, o José Eustasio Rivera culmina su declarada
Ambición diciendo que:
...y luego una recóndita nostalgia me consterna
al ver que ese infinito, que en mis pupilas cabe,
es insondable al vuelo de mi ambición eterna.30
Otra sustentación de esto se expone en los denominados estados de éxtasis
que las personas pueden manifestar al acercarse a alguna obra que consideren
sublime, inclusive, la potenciación que de este efecto se alcanza haciendo uso
de sustancias que expanden los niveles normales de percepción. Para este
efecto se recuerdan los serios estudios que Huxley hace sobre los efectos de la
mezcalina y las variaciones en los niveles de conocimiento alcanzado. Así, con
todo esto, lo que se pretende demostrar es que la poesía posibilita a elevarse,
tal como las palabras lo hacen de su referencia literal, a cumbres en las que las
más inmediatas necesidades se olvidan, y se accede a un genuino estado de
goce estético.
Si se admite que este estado es alcanzado por el influjo de la poesía, se debe
entender que se valdrá de medios singulares que no le son propios a otras
expresiones. Por ejemplo una alegoría en la pintura puede considerarse
grosera, en tanto su significado sea muy obvio e insulte la inteligencia del
espectador, mientras que cifrada en unos versos sea un recurso idóneo.
Otro ejemplo puede estar en la música, en la que los llamados temas resulten
baratos recursos en los que se trate de representar con ruido de marchas y
clarines el fragor de una guerra; tal tema, por ejemplo, en la prosa o con
recursos audiovisuales posiblemente alcanzaría una adecuada expresión. Con
estos casos se trata es de retomar, haciendo uso de la comparación entre las
manifestaciones artísticas, aquel elemento que encuentra su mejor cabida en
la poesía y que, por tal, ayuda a definirla mejor. Sobre esto un enunciado
como el siguiente es de utilidad: “... el genio poético es comparable a un
espejo que concentra y reproduce con claridad todo lo esencial e importante,
suprimiendo todo lo contingente y heterogéneo”.31
Esto último se ratifica con la usual concreción de los poemas, en los cuales,
para quien mejor sabe cultivarlos, se nota esa facultad para exaltar los temas
universales, tópicos que, (tal como lo enuncia esta palabra), manifiestan su
continuidad y constancia como inquietudes casi que atemporales en el discurrir
humano. Pero lo que acompaña este tipo de genialidad, lo que se viene
exponiendo como el tesoro que robó el poeta a los dioses, es el ritmo, la
musicalidad en general, que escolta el esfuerzo de síntesis del texto y que le
da esa suerte de armonía y de belleza a la poesía como género.
30
RIVERA, José Eustasio. En: Los mejores poetas clásicos colombianos. Bogotá: Edilux, 1993, p.120,
31
SCHOPENHAUER, Op Cit. p. 198
17
Esta relación aquí descrita, no es algo que haya pasado desapercibido en el
examen de la lírica, para no ir muy lejos la obra en verso de Carlos Uribe,
reconocido miembro del Departamento de Sociología, retoma el “Ars” de Silva
y plantea lo siguiente:
Y del poema coloquial y fácil
huí vergonzante. Entrelazar quería
no “pensamientos”, sí ritmo y melodía
en áureos versos de estructura grácil32
A pesar de todas las facultades conferidas se debe precisar que la poesía no es
música. Mientras que toda melodía goza de un lenguaje que le es propio y de
una notación interpretable bajo parámetros idénticos33
, que garantizan la
fidelidad en su ejecución, los versos no corren igual suerte, y han de ser
entendidos y estudiados considerando tanto las estructuras lingüísticas de
algún período, como las maneras de la época en que surgieron.
Son numerosos los ejemplos para sustentar estos planteamientos. Uno de ellos
son las ediciones en las que se encuentran, de manera simultánea, el texto en
el idioma en que tuvo origen la obra y, junto a éste, las adecuaciones
gramaticales para ser leído actualmente (siendo prototípico el caso del Mio Cid
y el Quijote). Pero además de estos casos, que pueden ser entendidos como
obvios por ser una simple extensión de la naturaleza transformativa del
lenguaje, es mejor centrarse en aquellos versos que encuentran su verdadera
interpretación bajo consideraciones de orden histórico y social.
No se quiere afirmar acá que las reflexiones contextuales agoten todo análisis
estilístico sino que, para algunos casos, ningún intelecto, por superior que sea,
puede precisar el significado de algo a no ser que tenga un conocimiento
previo con respecto de la situación descrita. Un caso de esto puede ser el
siguiente:
Los dos bandos del godismo
difieren en lo esencial:
en que con igual cinismo
vende uno NACIONAL-ISMO
y otro el ITSMO NACIONAL.34
A partir de esto, se nota que de no tener alguna noción sobre la separación de
Panamá e inclusive del partidismo de aquel entonces, la lectura de ese escrito
32
URIBE Celis, Carlos. Iter Carminis, (el viaje del poema). Bogotá: Editorial Nueva América, 2002, p.17.
33
Con esto no se quiere menospreciar el papel del interprete, o reevaluaciones posteriores a obras musicales
de periodos antiguos o, de otro lado, ejecuciones ceñidas al espíritu de la época en que se produjeron. Se
enfatiza, simplemente, que la notación musical permite que las obras sean tocadas por el interprete con una
enorme fidelidad respecto a lo planteado por el autor.
34
SOTO Borda, Clímaco. En: Cuadernillos de poesía, Gruta simbólica, Editorial Panamericana, p. 67, 1999.
18
no sería muy productiva. Hay muchos casos más o menos crípticos que se
pueden citar, y que demuestran cómo la interpretación de todo escrito está
sujeta a limitaciones como las ya descritas. No obstante, en las artes, se puede
encontrar una excepción y ésta es la música que va de la mano con la poesía.
Las armonías, en sus expresiones más acabadas, permiten que sean objeto de
contemplación, sin que para ello eso sea necesario un conocimiento profundo
de la situación o del movimiento en que se produjo la obra. Con este género la
personalidad del compositor o el contexto en que fue compuesta son hechos
consustanciales, no son determinantes para que a un oyente se le transmita
algo. Es por ello que se afirma de la música:
...nunca expresa el fenómeno sino la esencia interior, el en sí de todo
fenómeno, es decir, la voluntad. Por tanto, no expresa éste o aquel
determinado goce, ni tal o cual amargura o dolor, o terror, o jubilo, o
alegría, o calma, sino estos sentimientos mismos, por decirles así, en
abstracto, su esencia sin ningún atributo circunstancial, sin sus motivos
siquiera.35
De tal suerte que no se encuentra la tristeza singular, sino la tristeza en
general, no un prolongado padecimiento producto de una enfermedad, sino la
generalidad el sufrimiento, es decir, expresa la esencia de los sentimientos y
no caracteres discriminados. De tal manera que mientras una poesía u otro
texto se comunica, valiéndose de las formas existentes del lenguaje y bajo la
necesaria perspectiva del momento en que fue escrita, una melodía
potencialmente es capaz de escapar a éstas limitaciones aludiendo a
emociones humanas de orden universal.
La música, como es sabido, no se limita a expresiones instrumentales sino que
incluye la lírica en la que el canto y, por ende, las palabras, son un
componente necesario. Con esto meramente se corrobora el origen de la
poesía en la música, ya que se puede marcar el ritmo con palmas, golpes o
cualquier otro sonido, pero también se puede hacer con palabras, es decir, con
la rima. Este tipo de obras que hacen un uso conjunto de estas dos artes
encuentran las manifestaciones más variadas, (basta observar todo lo que
puede ser catalogado como canción) pero, también, los orígenes más remotos.
Una de ellas es la tragedia que como lo manifiesta Aristóteles, proviene de una
expresión aún más distante en el tiempo, siendo ésta, el ditirambo. Este
mismo filósofo ayuda a entender lo expuesto sobre la naturaleza sintética de la
poesía, y de su poder de hablar de los asuntos esenciales que atañen a nuestra
existencia, es por tanto, un recurso que promete ser adecuado en el estudio de
lo humano. Así, en el Siglo IV antes de Cristo se dé una obra que, como la
poética, diga lo siguiente:
...la poesía es más filosófica y doctrinal que la historia; por cuanto la
primera considera principalmente las cosas en general; mas la
35
Schopenhauer Op cit. p. 210
19
segunda las refiere en particular. Considerar en general las cosas es
cuál cosa que conviene a un tal decir o hacer, conforme a las
circunstancias o a la urgencia presente; en lo cual pone su mira la
poesía, acomodando los hombres a los hechos.36
Este punto de vista viene a armonizar, mas no por ello coincidir, tras más de
mil años de intervalo, con nuevas consideraciones que tomaron un camino más
escéptico acerca de la posibilidad de entender los fenómenos con arreglo a la
“cosa en sí”, y que optaron por posturas más interpretativas.
Paulatinamente se tomó distancia, tanto de un idealismo sin contenido, como
de la creencia en las facultades de la ciencia para explicar la naturaleza del
devenir humano. Se enfatiza esta crítica, por la orientación intelectual cada vez
más distante de la tradición idealista en la que, personajes como Dilthey,
instaban a que el investigador se compenetrara más con los datos de la
experiencia y tomara distancia de fundamentaciones en las que los hechos se
tuvieran que acomodar a las categorías filosóficas y no viceversa.37
Por
consiguiente, se hicieron notorias nuevas perspectivas en las que se le
otorgaba sincera importancia al tema de la interpretación y, retrotraen
nuevamente al estudio de la poesía, le otorgaban, tal como Aristóteles,
propiedades esclarecedoras acerca del discurrir humanos en la vida. Por tal
motivo, con siglos de intervalo las palabras de un filósofo como Schopenhauer
son similares a las de su equivalente griego, ya que otorgan una destacada
importancia al valor explicativo que el poeta le da a la existencia humana.
...el desarrollo propio de la idea, está más exacta y netamente
expresado en la poesía que en la historia, por lo que aquella, aunque
parezca paradójico, contiene más verdad intrínseca y real que ésta.
Pues el historiador debe seguir los hechos individuales como éstos se
desarrollan en la vida, como se desenvuelven en el tiempo, según las
cadencias múltiples de las causas y de los efectos... El poeta, en
cambio, se apodera de la idea de la humanidad bajo el aspecto especial
que desea expresar en el momento en que escribe, y lo que ante él se
objetiva es la idea humana, es su propio yo.38
Con lo hasta aquí expuesto, puede surgir la inquietud por la labor que de
verdad puede cumplir la poesía en la comprensión humana, no tanto en los
elogios que se han consignado. Para tal efecto, y coincidiendo con la mención
acerca del giro que tomaron las Ciencias del Espíritu, es necesario incluir un
pensamiento como el de Nietzche. Este filólogo no es sólo deudor de la obra de
Schopenhauer, no en vano decía de él que era el último alemán digno de ser
36
ARISTÓTELES, Poética. Bogotá: Ediciones Universales, 1989, p. 47.
37
Con esto no se quiere afirmar que el pensamiento de Dilthey no buscara, para las llamadas
“geistewissenschafften” un fundamento filosófico, simplemente que se alejó de modelos mucho más cercanos
a la metafísica especulativa, como es el caso de la lógica dialéctica hegeliana.
38
SCHOPENHAUER, Op. Cit, p. 195.
20
tenido en cuenta, también profundizó en la labor crítica de la metafísica,
(consideró inclusive que debería ser acabada a martillazos). Por tal motivo,
continuó revaluando y prestando especial interés al lenguaje y a la manera en
que es lícito expresar el pensamiento, llamándole la atención la poesía. Para
confirmar lo anterior un texto como el que da inicio a esta investigación puede
ser paradigmático.
En el Nacimiento de la Tragedia de Nietzche se pregunta, a partir de este
género, por una realidad tan trascendente como lo es la coincidencia de los
temas más desdichados en el teatro, contemplados, desde el aforo, por
aquellos griegos que estaban justamente en la plenitud de su cultura. Esto
contrasta con que luego, desde el otro extremo, los contenidos más epicúreos
coexistieron con el cenit de la cultura helénica. La explicación dada por el autor
se centra en la diferenciación entre lo “Apolineo” y lo “Dionisiaco”, coincidiendo
estos dos elementos con la creación de la tragedia ática. A partir de este
genero, Nietzche dedujo, a diferencia de Schopenhauer, una afirmación de la
vida en la desventura de las acciones descritas, teniendo como correlato
obligado la imagen de Dionisio que, en su embriaguez, da tanta o más cuenta
de la realidad, que las posturas figurativas bajo las cuales emerge su
contraparte, Apolo.
Más allá del valor de verdad que de la tragedia se pueda procurar en orden de
entender mejor a los helenos, son de notable interés el modo en que
conclusiones tan trascendentes, son derivadas de esta manifestación artística
tan ligada con la poesía. Es por ello que en con la conjunción de lo ditirámbico
y lo figurativo se trate de entender la visión del mundo que tenían los griegos
imprimiéndole las características más distintivas a sus dioses. Por
consiguiente, con el mito y la poesía y no exclusivamente con la fuentes
historiográficas es como se pretende explicar la personalidad de este pueblo.
De ellos hemos venido tomando en préstamo hasta ahora, para
purificar nuestro conocimiento estético, aquellas dos imágenes de
dioses, cada una de las cuales rige de por sí un reino artístico
separado, y acerca de cuyo contacto e intensificación mutuos hemos
llegado a tener un presentimiento gracias a la tragedia griega. El
ocaso de ésta tuvo que parecernos provocado por el notable hecho de
que esos dos instintos artísticos primordiales se disociaran: con ese
suceso concordaban una degeneración y una transformación del
carácter del pueblo griego, invitándonos a una seria reflexión acerca
de cuán necesaria y estrechamente se hallan ligados en sus
fundamentos el arte y el pueblo, el mito y la costumbre, la tragedia y
el Estado.” 39
Con este antecedente se muestra que las manifestaciones artísticas reflejan,
39
NIETZCHE, Friedrich. El Nacimiento de la tragedia, Ensayo de una autocrítica. Buenos Aires: Longseller,
2000, p. 62.
21
ampliamente, los caracteres humanos y, por tanto, su investigación puede ser
una fuente prolija para las ciencias sociales. Además, y continuando por esta
senda, se procura, simplemente, profundizar en un momento crucial de
nuestra nación, que como lo apuntaba Nietzche con el estudio de los griegos,
puede ser sujeto a interpretaciones que provengan de la poesía y de las
perennes inquietudes que ésta plantea. Esto comprueba que la tarea planteada
es típicamente hermenéutica, ya que es una interpretación del modo en que
los poetas a citar interpretaron la realidad, recogiendo de ello aquellas claves
codificadas que más digan de aquel periodo. De tal modo, y sin olvidar las
facultades místicas que ya se citaron para esta literatura, es decir, como
morada del ser humano e indagadora de los vestigios de lo divino, es lícito
limitar para los fines de esta investigación, tal residencia, temporal e
históricamente, a los términos de la conformación de la actual república.
Así, lo que se venía trazando como una dificultad de la poesía, en términos de
que ésta se encontraba sujeta a interpretaciones circunscritas por el lenguaje y
el momento histórico, es justamente lo que permite hacer un estudio de un
período singular. Por un lado se tiene la musicalidad integrada a los versos que
no deja de grabar en ellos, un carácter universal que recuerda los más
distantes orígenes. Sumado a esto se tiene que los temas tratados, son los
propios de las angustias y deseos más constantes en la existencia humana. De
todas estas propiedades se da lugar a la feliz coincidencia de lo particular de
nuestra literatura, y lo general en la concreción y brevedad propias de la
poesía como género.
Para constatar esto se empieza por estudiar a Rafael Pombo, el primero de los
cuatro grandes poetas elegidos de las letras colombianas, y figura obligada en
el término temporal aquí precisado. La importancia de este personaje no sólo
descansa en la popularidad que alcanzara su obra en los estrechos márgenes
de su país, sino que dada su expresividad ganó comentarios como los
siguientes: “... Rafael Pombo, que no es sólo el mejor poeta del romanticismo
hispanoamericano, sino el mejor del romanticismo en lengua española. Al
lado, suyo aparecen como poetas muy menores los otros románticos
latinoamericanos, lo mismo que los de España”.40
Dejando de lado los comentarios elogiosos, existen elementos que parecen
limitar la idoneidad de este autor como fuente interpretativa del periodo de la
Regeneración. En primer lugar pasó cerca de 17 años fuera del país en EE.UU.
con el cargo de Secretario de la Legación en Nueva York, lugar en donde,
inclusive, se creó buena parte de su obra. Otro hecho es que es más recordado
por su obra infantil la cual en su mayoría no le es original, historias tan
recordadas como Pastorcita, y Simón el Bobito coinciden con adaptaciones que
en sus originales tomaban el nombre de Litle Bo Beep, y Simple Simon.41
40
HOLGUÍN, Andrés. Literatura y Pensamiento 1886 – 1930. En : Nueva Historia de Colombia Tomo VI, p.
16, Editorial Planeta 1989.
41
Sobre este asunto se quiere hacer constancia en que Pombo aclaraba ampliamente el origen de sus obras y
reconocía cabalmente la autoría a sus creadores.
22
También es de interés que en materia literaria, como con las arreglos de los
cuentos infantiles, mucho de su reconocimiento se centraba más bien en su
pericia como traductor. No en vano Marcelino Menéndez y Pelayo dijo de sus
interpretaciones “No las hay más valientes y atrevidas en nuestra lengua.
Célebres siguen siendo sus traducciones "El poeta moribundo" de Lamartine,
"El Soliloquio de Hamlet" de Shakespeare y "El episodio de Laocoonte".
Los anteriores elementos pueden llevar a considerar la inclusión de la obra de
este autor para los fines de este trabajo, pero por grave que sea la objeción,
hay un hecho insoslayable, y es la declaración, en 1905, de Rafael Pombo
como Poeta Nacional. La importancia de esta distinción no se limita al prestigio
que confiere, sino en la identificación que hace todo el pueblo colombiano con
uno de sus vates más ilustres.
Se puede objetar que tal designación fue conferida por una reducida élite
intelectual que podía estar pensando en sus propios intereses, y que, además,
dominaba un país con una elevada tasa de analfabetismo, en la que la mayoría
de las personas probablemente no conocía poesía alguna. La pregunta que se
debe hacer ante estos inconvenientes es, qué permite equiparar el
pensamiento y las perspectivas de Pombo, para que coincidan tan cabalmente
con la mentalidad de un país, para que pueda ser confirmado como el poeta
nacional. Para reiterar esto en 1912 se expidió la ley 87 del 16 de noviembre,
por la cual la República honraba la memoria de Rafael Pombo como gloria de
las letras colombianas. En ella se dispuso también la publicación de sus obras
por cuenta del Estado. Así pues, se pueden extender las analogías hechas con
el papel de la poesía como faro en este mundo para la existencia humana, con
las posturas sociológicas que buscan establecer el modo en que los individuos
se ubican a través de representaciones e imaginarios colectivos. Por ello, tal
como se busca en la historiografía y en la ciencia social elementos que puedan
servir como denominadores de la identidad, se inquiere en las facultades de la
totalidad de una obra a la que se le declara, manifiestamente, (y hasta con
coronación en el teatro Colón), como la propia de todo un pueblo para 1912.
Al tomar como asidero la obra de Pombo, y si se está de acuerdo en que el
tratamiento que dio los temas armonizaba con el que reinaba en el país en esa
época, se prueba que el trabajo interpretativo para éste y para los demás
poetas, debe comenzar por una pesquisa de las cuestiones cultivadas por ellos.
Como efecto se tiene el resaltar la facticidad de que al contemplar un objeto
artístico “Nos encontramos, al fin, entre la comunicabilidad del arte y la
inteligibilidad de la ciencia mezclando aspectos del indeterminismo creador con
el determinismo explicativo”.42
Uno de los temas que se plantea como constante en las poesías de Rafael
Pombo es la relación del hombre con Dios, y el significado existencial que esto
42
ALONSO, Luis Enrique, La mirada cualitativa en sociología, una aproximación interpretativa, Editorial
Fundamentos, p. 31, 1998.
23
contiene. Tal duda, por supuesto, no es exclusiva de este autor y se encuentra
presente en infinidad de escritos, siendo frecuente, también, en los otros
poetas que se tratan aquí, lo que resalta es la insistencia de Pombo sobre
dicho asunto. No hay prácticamente una poesía en la que no se mencione al
creador, y la mayoría de las veces posee la connotación de que en su ser
reside un asidero para que el hombre encuentre algún sentido a su fatigosa
existencia. Los vigorosos dioses en los que pensaba Nietzche no son análogos
con el consuelo, y las angustias de este poeta, que busca acallar sus afanes en
una placida calma en el seno de Dios. Muchas explicaciones se pueden buscar
para tratar de entender su personalidad, pero se precisa que mucho de su
desarraigo encontró como fuente la figura de su padre, Lino Pombo. El
Predecesor mucho más enérgico que el hijo, actuó como político, académico,
diplomático y hasta prócer de la independencia bajo las ordenes del general
José María Córdoba; convirtiéndose en una portentosa figura que se opuso a
que Rafael fuera poeta e inclusive lo obligó a estudiar ingeniería. Años más
tarde, y con cierto laconismo ante la decisión de Rafael de inclinarse por las
letras se limitó a decir: “Pues poeta serás aunque después te pese”.43
Con tales antecedentes, se rastrean aquellas dudas que trató de explorar en su
obra, y con las que parece coincidir y apreciarlas como excelsas el pueblo
colombiano. Para aclarar esto hay un ejemplo que puede ser de uso, y es la
imagen de la barca que en el arte figurativo y en especial en la pintura suele
representar, según el fondo que le corresponda, una vida que se encuentra a la
deriva, y que bajo un cielo diáfano o con una tempestuosa tormenta, o con
cualquier otro elemento, indica el momento por el que cruza el artista. De este
tipo de figuras se valió Pombo cuando escribió su poema intitulado Al remo, en
el que para su barca traza lo siguiente:
Y remar! que si el mundo te acribilla
Tu obra, tu amor, tu mundo te conforte;
Ni hay mal que el tiempo aligero no acorte
Cual borra las visiones de la orilla.44
Así, ante esta vida que no promete particularmente mucho más allá del goce
del arte que tanto le censuró su padre, lo que se plantea como salvación se
relaciona con la virtud y con el amor. Al final del poema se expone el desenlace
que aguarda de la vida Pombo.
Que al derrumbarse tu onda en el abismo
Quien te aguarda no es él, sino Dios mismo:
Dios, que sordo a gruñidos de blasfemo
Te oyó invocarlo humilde al son del remo.45
43
POMBO, Rafael, Op. Cit., p.16
44
Ibid p. 202
45
Ibid p. 202
24
Estos versos son presentados a modo de exponentes de los sentimientos que
guardaba este poeta ante la vida, obviamente en su brevedad no se puede
resumir el dilema existencial que vivía, pero si hay en ellos, así no sea de
manera explicita, muchas claves. Además de la referencia a la barquilla que es
su vida y de su culminación en Dios, es curioso que estas líneas fueran
redactadas justo el día de su cumpleaños número sesenta y seis en 1904, por
ende, como hombre ya maduro y con lo que parece una absoluta certeza de lo
que le restaba por vivir. Cabe añadir, como dato biográfico, que Pombo ya
estaba recluido voluntariamente en su habitación y que sólo la dejó para el
reconocimiento otorgado como poeta nacional. Este retraimiento sólo acabó de
confirmar las intuiciones que venía desarrollando desde siempre en sus
producciones, en las que parece no aguardar mucho por encontrarse con Dios,
así esto le signifique la muerte.
Con los versos citados y con muchos más que se pueden traer a colación, es
viable admitir, como tema, la relación humana con Dios y el amparo que éste
ofrece. Estas disertaciones entran en el ámbito de la fe, que, como tal, y sobre
todo a finales del Siglo XIX y principios del XX, guardaba una extendida
polémica con su considerado antagonista, la ciencia. Aquí se advierte una
cuestión que inquietó enormemente a este poeta bogotano, y que era la gran
discusión de aquel tiempo, que aun en la distante y escondida capital hacía
llegar sus ecos. Con esto se tiene un nuevo tema, que puede recibir este
apelativo dada la constancia con que se manifiesta en los escritos de Pombo, y
es la relación entre la fe y la ciencia. La postura asumida, y que se hace
manifiesta en muchos lugares, siempre adopta al fervoroso contra el escéptico,
al creyente sobre el ateo, pero en especial al místico contra el científico. Tal
dicotomía puede entenderse desde dos perspectivas que son complementarias,
pero analíticamente diferentes.
La primera, a partir de la vida personal de este poeta, su desarraigo y la
urgencia por encontrar una certeza tan confortante como la de Dios. Su niñez
fue marcada por la necesidad de satisfacer a su padre que le expresó muchas
veces su inconformismo con términos semejantes a estos. “Te gustan todas las
artes: la pintura, la música y la poesía. Semejante dispersión del ingenio me
parece sencillamente detestable”.46
En segundo lugar están los acontecimientos de orden colectivo que pudieran
marcar una influencia en su fervor. Uno de estos eventos es la conversión que
tuvo el país desde el Radicalismo Liberal hasta la denominada Regeneración.
Es de suma importancia tener en cuenta que gran parte de esta transformación
se dio por los graves reveses económicos que desde la constitución de 1863
tuvo los Estados Unidos de Colombia, y que llevó a la centralización y a
muchos otros cambios, siendo de capital relevancia los que se consideran
46
POMBO, Rafael. Op cit. p. 9
25
como ideológicos.
Dada la amplitud del concepto de ideología me permito explicarla, para los
fines de este ensayo en su significado más tradicional, es decir, como un
complejo de conceptos y creencias que incluyen aspectos religiosos, morales,
jurídicos y políticos según la definición de Louis Althusser 47
. Así pues, y como
es evidente en el nombre que se le otorga al movimiento conservador, la
Regeneración, consistió en una vuelta a ciertos valores estimados como
absolutamente validos por sus entusiastas. Por tal motivo sus corolarios
guiaban no sólo una orientación política sino que se extendían al
comportamiento de sus miembros y, posteriormente al llegar éstos al poder se
impusieron en todo el país.
Lo que más interesa acá son las concordancias que hicieron que todo un
aparato ideológico como el que se planteó en la Regeneración, coincidiera
tanto con la postura de Pombo para que se adoptara a éste como el poeta de
Colombia. Es de allí que los temas y el manejo que se le dio a éstos tengan
tanta importancia, especialmente lo que se refiere a la oposición entre fe y
ciencia, teniéndose que enfatizar enque no se limita simplemente a inquietudes
personales, sino que son también reflejo de varios procesos sociales del
momento.
No se argumenta que la reticencia de Pombo hacia la ciencia se debiera
simplemente a una rebeldía contra su padre, o a que tuviera una visión
piadosa de la vida dado un provincialismo, caso que se desmiente con su larga
estadía en Nueva York. Lo que se expone es, que además de sus vivencias hay
todo uno desarrollo histórico que termina influenciando y abalando su
pensamiento. Acerca de este dilema, basta acercarse a una de sus poesías más
celebres, Alpha y Omega, de 1857, en la que está condensada gran parte de
su postura:
47
Véase Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan.
26
Sólo la fe no erró; nunca burlada,
a ninguno burló, y ella, solo ella,
salió triunfante al fin de la jornada.48
Varias décadas más tarde en 1898, haciendo un crítica categórica a la
erudición que no se preocupa mucha por la existencia de Dios, viene lo
siguiente:
Lo posible, lo real, es el imperio
Del sabio y sus microbios, de lo inmundo
Bestial o humano; y de su contra, el santo.49
Con estos versos se busca acercarse a una perspectiva de la vida en la que la
fe ha de ser la guía en la vida del hombre. Se llega a inferir no que Pombo
odiara necesariamente a la técnica y a sus artífices, sino que le concedía
mayor importancia a la practica de su religión. Por lo anterior, no se puede
descuidar el hecho de que este poeta tuvo en varios momentos profundas
dudas acerca de Dios, problema que se evidencia sobre todo en un escrito
titulado La Hora de Tinieblas que puede ser considerado hasta blasfemo.
¿Quién te hizo dios? ¿Por qué, di
Cómo, dónde y cuándo vino
Privilegio tan leonino
A corresponderte a ti?
¿Por qué no me tocó a mí
Ese poder de poderes?
¡Ay! siendo lo que tu eres
No fuera el mundo cual es,
O aplastara con mis pies
Tan triste enjambre de seres50
A pesar de tal desgarramiento es ésta una excepción que termina por
confirmar un hecho conocido, y es que este tipo de inquietudes las sufren
hasta los más creyentes. El convencimiento de Pombo es tan fuerte que sirve
hasta de guía para futuras generaciones que encontraron es sus escritos las
máximas pedagógicas que buscaban orientar la infancia; recuérdense los
celebres Cuentos Pintados y Cuentos Morales para Niños Formales que fueron
populares en Colombia y toda Latinoamérica.
Un hecho interesante es que este mismo convencimiento que se encarna en la
personalidad de Rafael Pombo parece haber sucedido con la Regeneración y
sobre todo, en sus reformas ideológicas. Un camino en que se nota esto, es
48
POMBO, Op cit, p. 112
49
POMBO, Rafael, Op cit, p.
50
Ibid, p. 77
27
haciendo el paralelo entro lo que los libros y fábulas infantiles de este poeta y
su intención de guiar a los niños acorde al pensamiento católico, y las acciones
del gobierno en esta misma materia. Como antecedente histórico está en el
Concordato celebrado el 31 de diciembre de 1887, la insistencia en la
educación, por ello en el Artículo 12 de tal acuerdo se establece que:
En las universidades y en los colegios, en las escuelas y en los demás
centros de enseñanza, la educación e instrucción pública se organizará
y dirigirá en conformidad con los dogmas y la moral de la religión
católica. La enseñanza religiosa será obligatoria en tales centros, y se
observaran en ellos las prácticas piadosas de la religión católica51
.
Con lo propuesto por el Concordato, se corrobora que en la Regeneración hubo
un genuino cambio ideológico que buscaba guiar a toda la nación a través de la
conjunción de las leyes y la fe. La poesía de Pombo en buena medida anticipa
esto, no simplemente por sus creencias, y su fervor católico, también por
referencias constantes a temas políticos en los que deja en claro, muchas
veces, el lugar que el hombre debe ocupar en la sociedad. Su visión recuerda
no sólo la subordinación del hombre ante Dios, sino la obediencia de todo el
complejo de la sociedad hacia el creador.
Las poesías de Pombo tienen una dimensión que incluye reflexiones sobre la
sociedad, y que en materia estética, están circunscritas en el modelo
romántico. Por tal, hay varios elementos que son comunes con muchos otros
pensadores de esta misma corriente. Uno de ellos es la alusión el pasado,
como una realidad perdida pero cargada de belleza, que el bardo en su
sensibilidad gusta de rememorar y elogiar. Las antiguas tradiciones y los
contenidos que podían tener en mente personajes como Schelling o Byron, no
pueden ser los mismos que mantiene un pueblo con una historia tan breve
como la colombina, de allí que la atención se traslada de épocas y lugares
perdidos a la aún reciente emancipación de la corona española. Por ello la
personalidad de Bolívar es constantemente exaltada, junto con toda la
campaña libertadora que se libró. Este tema viene a coincidir con otros que
son típicamente románticos, como el caso de cierta exaltación a la belleza del
paisaje, pero lo que prima sobre todo es la contemplación que Pombo hace de
sus sentimientos.
No por la primacía de versos que narren las angustias en las que estaba
inmerso este poeta, se deja de localizar un nuevo tema, y es el del patriotismo
y el modelo moral de nación que se evidencia. Por ejemplo le dedicó una
extensa poesía a Antonio Nariño, prócer que además de su importante papel
en la Independencia, tuvo una gran simpatía por el centralismo sistema que
enfatizó la Constitución de 1886. Por ello, en este mismo año, Pombo redactó
51
SANTOS, Molano Enrique (compilador), Documentos para entender la historia de Colombia, LEY 35 de
1888, (Aprobación del convenio celebrado entre la Iglesia y Estado, denominado Concordato), Editorial
Planeta, p.211, 2000
28
en un fugaz periódico llamado El Centro, numerosos artículos exaltando el
sistema centralista del cual se reconoció como un entusiasta. Hay que recordar
que Bolívar y Nariño tenían esta perspectiva de gobierno en común, dado que
el Libertador, en efecto, buscaba un gobierno mucho más cohesionado que lo
que tenían en mente muchos de sus pares, en especial Santander. Por ello no
es casualidad que Rafael Pombo ponga juntos a estos dos defensores no sólo
de la independencia, sino de la concentración del poder, como lo hace en los
siguientes versos:
Voló tu nombre a unirse al de Bolívar,
Al del coloso de quien antes eras
Ya insigne hermano, en la visión sensata
De libertad y Patria en medio del vórtex
De insensatez que rábida, os circunda52
;
No es muy difícil imaginar de qué tipo de sensatez se está hablando cuando
equipara la figura de estos dos personajes, siendo la de la unidad nacional.
Para no incurrir en una sobreinterpretación, dan prueba de esto las palabras
con las que termina la mencionada poesía dedicada a Nariño:
Del capitolio a la anchurosa puerta
Alzaos en bronce inconmovible, Oh Genios
De la Patria unidad, harto hoy menguada53
Para concluir la elucidación del tema de la unidad nacional en la poesía de
Pombo, hay que tener en cuenta otra de sus pasiones, la música. Ya se han
hecho varias referencias a la relación de estos dos géneros, pero en el caso de
este versista, se da la unión de letras no sólo cargadas de lirismo también, de
un marcado nacionalismo. De tal manera que este artista, dada su vocación
pedagógica, hace varios bambucos en los que invita a sus conciudadanos a
exaltar las bondades de su tierra y de su gente. Así pues, son generalmente
jocosas rimas que incitan a la gente a departir y a disfrutar bajo el amparo de
un tierra pródigamente generosa. Es por ello que en uno de sus bambucos que
nombró como el patriótico dice lo siguiente:
Yo soy de Colombia entera;
De un trozo della, jamás;
Y ojalá más grande fuera,
Que así me gustara más.54
En estas poesías, y en las ya citadas, hay un claro contenido político que da
52
POMBO, Rafael, Op cit. p. 172
53
POMBO, Rafael, Op cit, p.175
54
POMBO ,Rafael. Bambuco Patriótico. En: Hojas de Cultura Popular Colombiana No. 10, Bogotá: Imprenta
Nacional, 1951.
29
muestra de la posición que mantiene hacia el orden moral y legal que tiene en
mente. Muchas veces, como en la cotidianidad, estos dos ámbitos se
confunden y resultan en disertaciones en las que no se distingue claramente si
se está censurando una falta contra el decoro o contra las leyes. Un ejemplo
de todo esto es su crítica a los Estados Unidos, lugar en el que a pesar de
cumplir por largo tiempo una labor diplomática (cerca de siete años), censuró
su estilo de vida y la ilegalidad de su proceder con otras naciones. Los
americanos le merecieron en una poesía del mismo nombre el apelativo de
filibusteros en la que, como la palabra lo índica, se exalta su cualidad de
saqueadores y oportunistas a la hora de tomar lo que no les pertenece. Tal
obra comienza así:
Venid a conquistarnos, vosotros, heces pútridas
De las venales cárceles del libre septentrión;
Venid, venid, apóstoles de la sin par República
Con el hachón del bárbaro y el rifle del ladrón.55
Estos versos fueron escritos en Costa Rica en 1856, estando Pombo como
enviado de Pedro Alcántara Herrán, resolviendo un litigio de fronteras con este
país. En ese mismo año gobernaba en Nicaragua el estadounidense William
Walker, personaje que en ese periodo fue depuesto por la vía armada, por el
presidente costarricense Juan Rafael Mora. En el poema citado, Pombo no se
limita a atacar las ambiciones expansionistas que pudiera representar el
proceder de Walker, sino que con ironía rechaza, como lo expone al final de
una de sus estrofas “...la misión beatífica de americanizar”. Por ende se nota el
rechazo por el estilo de vida Norteamericano, que va en contra de su visión de
la sociedad inspirada en los mandamientos de Dios. Esta manera de ser afecta
sobremanera a este poeta, tanto así que llega a entristecerlo lo suficiente para
afirmar, tras su arribo a Nueva York en 1856 lo siguiente: “Aquí no hai afecto,
aquí no hai hogar de familia o de amigos, aquí no hai vida de corazón – y fuera
de esto qué es la vida?” 56
Esta crítica a la idiosincrasia anglosajona se
encuentra varias veces, de manera conjunta, con una de las pasiones de
Pombo, las mujeres, tema que es constante en poesía pero que referida a las
estadounidenses no las deja de juzgar con ese tono moral que caracteriza toda
su obra. Los versos finales de su poesía intitulada Las Norteamericanas
sintetizan buena parte de sus opiniones.
Todo es pasión y vida bajo su frente angélica
Como en sus altas cóleras el espantoso río.
¿Su corazón? ¡Miradlo, oíd clamar sus víctimas
En ese abismo oscuro... sordo... insaciable... frío...!57
Sobre este asunto hay que recordar que las mujeres y el amor es el gran tema
en el que Pombo se destacó, y por el que se hizo más conocido después de las
55
Ibid, p. 102
56
VÁCHOVÁ, Jana, p.11
57
POMBO Rafael. Op. Cit.,
30
obras infantiles. Así que su estudio no puede ser relegado simplemente a la
indignación que le producían las más liberadas ciudadanas del norte y sus
costumbres. Prácticamente no hay antología que no incluya sus obras
sentimentales, Alpha y Omega, Noche de Diciembre, o Edda, por ejemplo en la
reconocida selección de Simón Latino bajo el nombre Poetas de ayer y de hoy
vienen éstas obras, y una semblanza a cargo de Antonio Gómez Restrepo que
expresa la postura que Pombo mantuvo hacia el amor.
Pombo, como otros grandes poetas, enamorados rendidos del “eterno
femenino”, pero a quienes emponzoñó el deseo de no poder
cautivarlo... Pombo, amante eterno, que al cabo murió célibe; pero fué
caballero hasta el fin; y ya en su edad madura, en vez de lanzar
invectivas contra sus amores pasados e irrevocables, hacía de su
recuerdo la luz de sus años caducos...58
Éstas palabras sirven para acercarse a la atormentada personalidad de Rafael
Pombo, y a su pasión por las mujeres y el amor. En todos sus poemas sobre
este tópico se nota el dramatismo que está en posición de hacer finito lo
infinito como lo dicen sus versos. No obstante, sus elevadas prácticas morales,
su personalidad introvertida; y por qué no afirmarlo, su fealdad, no le
facilitaban establecer contactos con otras personas y, sobretodo con el sexo
opuesto. El amor, por tanto, al igual que los otros temas, son en el estudio de
Rafael Pombo inseparables de su personalidad, el cual es entendido por él de
una manera cortesana y hasta caballeresca. El abismo existente, por ejemplo,
con un poeta como Barba Jacob, no se limita a los cincuenta años más joven
que era el autor de la Canción de la vida profunda, sino a un profundo cambio
generacional y estilístico. Mientras que Pombo exaltaba de casta manera un
amor ideal que seguramente no llegó a consumar físicamente, Silva era ya un
tanto más explícito en sus conquistas, Flórez también, y Barba Jacob, sin
eufemismos, declaraba sus relaciones homosexuales.
Acerca del tratamiento dado por Pombo al amor, pueden parecer ahora sus
opiniones ingenuas, mojigatas, o hasta misóginas según el caso, pero es
insoslayable el hecho de que éste escritor tomó la vocería poética del país por
varios años. Por ende, los temas estudiados: la fe, la moral, la política y el
amor son los mismos que encontraron un eco y fueron avalados por un gran
sector de colombianos que, al igual que Pombo les dieron como contenido
correspondiente: el amor a Dios, el catolicismo junto a la unidad nacional, y al
amor cierta hidalguía.
Son estos y probablemente muchos más factores los que se recogen en la obra
de este poeta y en el mismo desarrollo de este romanticismo tardío y del
establecimiento del conservadurismo, no obstante, la llama de una generación
ha de pasar a una nueva, y esto involucra generalmente cambios. Pero, por
58
GÓMEZ Restrepo, Antonio. Rafael Pombo. En: Poetas de Ayer y de Hoy, selección de Simón Latino,
Tomo No. III, Editorial La Gran Colombia, p 116, 1991
31
ahora, y antes de estudiar el caso de otro poeta, parece pertinente proponer
que la poesía de Pombo ha de ser concebida como un legado en el que a pesar
de cierto anacronismo y mucha versificación temática, hay un retrato de una
sociedad conservadora que al igual que el temperamento de Pombo, es reacia
a asumir nuevos cambios. Es de mucho interés el analizar cómo las reformas
liberales fueron simplemente inaplicables en el desarrollo de nuestra nación, y
que su inconsecuencia probablemente se debió a lo que se puede asimilar
como la personalidad de nuestro país. Lo individual y lo colectivo obviamente
no son transposiciones directas, pero el uso de analogías le otorga a Rafael
Pombo un lugar como uno de los más lúcidos transcriptores de las inquietudes
del momento en el que le tocó vivir. Esto se debe a que en la lucha por superar
sus inquietudes, se dio una identificación favorable por muchos colombianos
que supieron darle provecho a su obra y que coincidieron en una perspectiva
más estática y moralista de la vida.
El siguiente poeta que toma la vocería de nuestra nación lo hizo, como muchos
otros escritores, no en el lapso de su corta vida, sino en el generalizado
reconocimiento que le supieron dar años después de su muerte. José Asunción
Silva, nació poco más de treinta años después de Pombo, también en Bogotá,
en el año de 1865. Se convirtió en un autor con amplio reconocimiento,
especialmente el internacional que lo considera como el mejor de bardos
colombianos, y por tanto un referente ineludible. Esto se logró, sobre todo, por
sus elevadas facultades poéticas y por ser, junto a Rubén Darío, uno de los
precursores del Modernismo.
La vida de este personaje está generalmente mediada por un halo de misterio
y hasta de leyenda, condiciones que se dieron a pesar de su breve existencia.
Está el caso de su supuesto amor incestuoso con Elvira, su marcada belleza
que le valió el apodo de “José Presunción”, y hasta el naufragio del barco
proveniente de Panamá, que contenía, según dicen, más escritos, sobre todo
en prosa, que los que conservamos de este escritor Bogotano; también está su
fascinación por la noche, y, obviamente, su trágico suicidio que término
probablemente con el más grande poeta que haya conocido esta sociedad. La
cuestión ahora por dirimir está entre la leyenda que plantea su personalidad
sumada a las cumbres estéticas que alcanzó su obra, y a añadir más
caracteres a la personalidad de Colombia en aquel entonces.
En primera instancia está el relevo dado por él al romanticismo. No hay una
evolución planificada y creacionista, ante los precedentes españoles como
Bécquer o Campoamor, o del mismo Pombo, para acercarse por afinidad a
posturas más simbolistas, lo que parece haber ocurrido es que Silva halló
paulatinamente su propio estilo. Sin negar las influencias que recibió de sus
viajes a Europa siéndole éstas provechosas e, inclusive, dejándole amistades
como la de Oscar Wilde. Sus afinidades parecieron ser más inclinadas por un
escritor como Edgar Allan Poe, que por el mismísimo fundador del Modernismo.
Junto con Rubén Darío se considera a Silva uno de los fundadores de este
32
movimiento, pero la autonomía y originalidad de éste último parece no estar
sujeta a las denominaciones estilísticas que encasillan, no pocas veces, a los
escritores en categorías. No obstante, hay varios elementos que corresponden
con la actitud modernista, y es cierta enajenación hacia la realidad, y un
marcado desdén hacia ésta que se manifiesta en tópicos que evaden lo
inmediato de la existencia. Se fija el interés en cuestiones como el
preciosismo, el exotismo y la alusión a mundos místicos, reflejados en
composiciones ricas en el uso del lenguaje. Hubo en Silva un raudal expresivo
que superó, por mucho, la rigidez de sus antecesores y el formalismo clasicista
que solía invadir los versos de los poetas románticos, en su lugar se encontró
una reforma verbal en el vocabulario y en la sintaxis misma.
Todo lo anterior conlleva a que en las obras consideradas como modernistas,
sea justa o no la especificación, haya un carácter en el que la mayoría de los
críticos puede coincidir y es la primacía de la subjetividad. Para observar esto,
basta comparar los temas sobre los que escribe por ejemplo Pombo, en
comparación con lo que hace Silva. Mientras que el primero recuerda a Bolívar,
a Nariño, al país, a su tierra, y en general la situación de todo el entorno en el
que le tocó vivir, haciendo incluso alusiones a la situación política de otras
naciones como las de Centro América, no hay insistencia ni versos de este
estilo en Silva. Por el contrario su atención se centra en cuestiones más
estéticas, hasta metafísicas se puede decir, en las que se oye más una crítica a
un filósofo como Schopenhauer, del cual en algún verso afirmaba el poeta
bogotano ser su discípulo, que alguna referencia a la situación del país.
De esto no se deduce que la valía de la poesía de este autor sea proporcional a
su preocupación por cuestiones sociales, lo que se afirma, es que su descuido
por estos temas encuentra cierta explicación en el seno de su propio hogar. El
padre de Silva, don Ricardo, era además de un acomodado hombre de
negocios un literato que era reconocido por escribir artículos costumbristas, y
que quiso inculcar en su hijo su amor por las letras. Caso distinto era el de
Pombo que, bogotano y proveniente también de una familia prospera, su
vocación por la escritura fue vista con recelo por sus padres. También, para el
caso de Silva, estuvieron sus viajes a Europa en los que conoció más de cerca
los movimientos de la época, dando así rienda suelta a su vocación por la
literatura y absorbiendo con avidez elementos que influirían en sus escritos.
Otro punto, es la popularidad que tuvo entre los contertulios y veladas en las
que se dieron cita los intelectuales de la época, en causeries que eran el centro
de debate y en las que ganaron gran prestigio su erudición y sus andanzas.
En resumen, la actitud que mantuvo Silva hacia el arte era por demás exaltada
en su desarrollo personal y, a pesar de ser Secretario de Legación como Pombo
pero ejerciendo en Caracas, su compromiso con la realidad del país nunca fue
una necesidad para el autor. Se puede citar alguna simpatía por las poesías de
Rafael Núñez que le merecieron comentarios elogiosos de parte del bogotano,
no obstante, y ante la “inorgánica” y rígida composición de este presidente,
33
todo parece apuntar a que se trataba de un simple intento de asegurar la
simpatía de personajes influyentes que le granjearan un puesto oficial como lo
era el de Legación.
A pesar de que no haya una marcada preocupación por la realidad colombiana,
la obra de Silva tiene excepciones con mucho que decir. Esto no tanto de la
situación que generó todo el proceso de la llamada Regeneración, sino acerca
de la cotidianidad de la vida en la capital del país, y de lo que debió ser el
discurrir de las personas en el momento analizado. Se destaca así, un prólogo
para el álbum hecho a la memoria del padre León. Este texto introductorio es
un retrato que mostraba en la figura de dicho eclesiástico, caracterizada por
mostrar la singular personalidad de un Agustino recoleto que, representó en su
persona la vida de la Santafé del último tercio del Siglo XIX. Así, en un aparte
del mencionado escrito se dice del discurrir de la capital, en aquel momento lo
siguiente: “el lujo de la Bogotá de hoy, de la ciudad de las emisiones
clandestinas, del Petit Panamá y de los veintiséis millones de papel
moneda...”59
Como se nota en estas líneas hay cierta indisposición hacia lo que parecen ser
las transformaciones en una ciudad que, para aquel momento, parecía estar
sufriendo varios cambios. Esto se confirma con la próxima pregunta que le
hace Silva a la capital y que sintetiza lo que parece ser el advenimiento de
muchas novedades que no son de su gusto, y que se sitúan en el traspaso de
lo tradicional a lo moderno.
¿No vienen siendo las figuras como una viva imagen de la época de
transición que atravesamos, como los dos polos de la ciudad, que
guarda en los antiguos rincones restos de la placidez deliciosa de
Santafé y cuyos nuevos salones aristocráticos y cosmopolitas, y cuya
corrupción honda hacen pensar en un diminuto París?60
Con estas líneas se nota que Silva más que nada, mantenía cierta prevención
hacia los cambios que irrumpían en la Bogotá de su momento. Estaba el Siglo
XX a la vuelta de la esquina con la tumultuosa irrupción que implicaba el
progreso, y este poeta, en el texto estudiado, encuentra una oportunidad para
mostrar su postura ante el advenimiento de una nueva ciudad. Por ello expresa
la nostalgia que le produce su ciudad, fijándose en una figura que ya parece un
tanto olvidada, como es la que encarna el mencionado presbiterio.
Con estas inquietudes, se deduce al primer tema inferido de esta poesía, y es
el de la añoranza que le produce su niñez, y la melancolía de verla perdida.
Esta cuestión, se refiere a la más profunda subjetividad de este poeta, y
encuentra un extraño correlato psicológico en su también obsesión por la
59
SILVA, José Asunción. El Paraguas del Padre León. En: Hojas de Cultura Popular Colombiana, Bogotá No.
20, Imprenta Nacional, 1952.
60
Ibid. (Texto sin paginación)
34
muerte.
El pasado perfuma los ensueños
Con esencias fantásticas y añejas
Y nos lleva a lugares halagüeños
En épocas distantes y mejores;
Por eso a los poetas soñadores,
Le son dulces, gratísimas y caras
Las crónicas, historias y consejas
Las formas, los estilos, los colores,
Las sugestiones místicas y raras
Y los perfumes de las cosas viejas61
Para analizar lo planteado hasta acá, hay una poesía en especial en la que
parece conjugarse la nostalgia por las cosas antiguas y los tiempos perdidos,
con la extraña fijación, de la niñez y la muerte paralelamente. Esta condición
es notada por varias personas, por ejemplo leemos en un prólogo hecho por
Miguel Unamuno, lo siguiente: “El amor a la infancia y el amor a la muerte se
abrazaron en Silva, y ¿quién lo sabe? -sólo Dios- tal vez se cortó la vida por no
poder seguir siendo niño en ella”.62
Ahora, y volviendo al ejemplo por citar, hay que mencionar que el poeta
bogotano no expone sus pensamientos de una manera aleccionadora como
Pombo. Su labor es la que se expuso con Heidegger como la del versista, es
decir, encontrar en las cosas rastros de divinidad o, más sencillamente, de
belleza que escapan a nuestra atención.
No guarda su memoria
de la ventana la vetusta historia
y sólo en ella fija
la atención el poeta63
Nuevamente, ahora con un objeto particular como lo es la ventana, se
evidencia la añoranza que tiene Silva por el pasado y la nostalgia que éste le
produce. También incluye otra inquietud, tal como lo hizo con el escrito del
sombrero de Padre León, y es la correlación entre la infancia y la muerte. Por
ello se lee al final de esta poesía esta estrofa:
...Tal vez mañana
cuando de aquellos niños queden sólo
las ignotas y viejas sepulturas,
aún tenga el mismo sitio la venta.64
61
SILVA, José Asunción, Op. Cit,
62
Ibid. p. 21
63
Ibid p. 159
64
Ibid p. 159
35
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Tesis poe[1]..

  • 1. LA POESÍA COLOMBIANA EN EL ESTUDIO HERMENÉUTICO DE LA “REGENERACIÓN” EN EL SIGLO XIX “Qué lástima que lo que tenía entonces que decir no me atreviera a decirlo como poeta: ¡tal vez habría sido capaz de hacerlo!”. Friedrich Nietzche – El Nacimiento de la Tragedia, ensayo de una autocrítica Esta cita introductoria trae consigo una inquietud que se mantendrá presente a lo largo de todo este trabajo, es decir, la pregunta por la naturaleza y en especial, por las bondades que tiene una forma de expresión como la poesía. De parte de este trabajo y guardando las proporciones, se retoman las anteriores inquietudes y se aplican al estudio de un periodo de nuestra historia en el que a pesar de los sectarismos fratricidas, de las guerras civiles y de una transformación cultural en detrimento de las reformas liberales, hubo una abundante producción lírica, muchas veces protagonizada por los mismos artífices de estos cambios sociales. Dadas estas condiciones y por ser el género más cultivado y apreciado por los colombianos en ese entonces, es que se busca iluminar y dar mejor comprensión a un periodo histórico que cimentó muchas de las bases con las que se desarrollaría política y socialmente Colombia desde finales del Siglo XIX. Aún bien entrado el Siglo XX, el más reconocido exponente de nuestras letras recuerda cuál era el influjo que tenía esta forma de expresión en la mentalidad nacional. Los jóvenes de ahora no pueden imaginarse hasta qué punto se vivía entonces a la sombra de la poesía. No se decía primero de bachillerato sino primero de literatura, y el título que se otorgaba, a pesar de la química y la trigonometría, era de bachiller en letras. Para nosotros, los aborígenes de todas las provincias, Bogotá no era la capital del país ni la sede del gobierno, sino la ciudad de las lloviznas heladas donde vivían los poetas. No sólo creíamos en la poesía, sino que sabíamos con certeza -como lo diría Luis Cardoza y Aragón- que es la única prueba concreta de la existencia del hombre1 No es fortuito que un pensador como Nietzche cavilara también acerca de la lírica centrándose en la manera idónea en que su pensamiento debería formularse. Lo anterior se comprueba recordando la variedad de estilos que utilizó, desde su forma aforística tradicional, la sintética de sus primeros estudios, hasta el discurso de orden vaticinador encarnado en Zarathustra. Se trae esto a colación, ya que ha sido una profunda incursión en la meditación 1 GARCÍA Márquez, Gabriel, En: Historia portátil de la poesía colombiana de Gustavo Cobo Borda. Bogotá: Editorial Planeta. p.19. 1991. 1
  • 2. del lenguaje, a la vez que un acercamiento a las formas en que podrían encontrar un asiento discursivo las ciencias humanas, incluyendo la filosofía. Por tanto, se insta a considerar no sólo el texto en la coherencia de lo que trata de comunicar, sino la misma manera en que lo hace, materia antes relegada a los cánones estilísticos; esto, sobre todo, en disciplinas que como las humanas justifican su aridez expresiva debido al rigor de la labor científica. De encontrar una base sólida en lo anterior, bastaría entonces un honrado pero no fácil intento por tratar de conjugar el “qué se dice” con el “cómo se dice”, en orden de hacer una producción que no caiga en los errores expresivos que lamentaba Nietzche. Por tanto, su inquietud se centraba en que sus textos no encontraban su mejor enunciación debido a la forma en que los había escrito. Siendo así, es probable seguir una perspectiva análoga y hacer la pregunta por aquellos que al contrario de él centraron su atención más en la forma, en el verbo o el adjetivo que hallan su espacio buscando asir, principalmente la belleza. ¿Es entonces la “forma” mero ornamento? Qué se puede deducir de ella, qué dice, cuáles son sus características, y de todo esto lo más interesante, qué se puede interpretar con ella. Se ha producido entonces un recorrido común para ciencias como la filología, pero que no por ello deja de tener un tono regresivo, autoreferente, hasta tautológico, en el que el lenguaje no es sólo estudiado en sus elementos lingüísticos como objeto, sino en sus más íntimas posibilidades como herramienta de dicción y simultánea aprehensión conceptual, es decir, como medio. Esta discusión puede ser remontada en los más distantes albores del pensamiento humano. Basta recordar la discusión nominalista, pero lo que atañe aquí es precisar la relación existente entre un medio artístico como la poesía, y sus capacidades descriptivas más allá de la inmediatez del texto, no obstante, qué tal si se llevan estas inquietudes aún más lejos y se tratan aquellos enfoques que en la sociología permiten entender la sociedad entera como si fuera un texto, es decir, retomar construcciones en las que, descifrando su sintaxis, se da pie a una interpretación, a una nueva lectura del comportamiento colectivo. De ser así, y de concordar con las bondades de un estudio hermenéutico, la poesía en un país con una tradición que exalta este arte, permite retomar un testimonio escrito que proporciona la posibilidad de analizar un momento histórico de manera diferente. Las palabras de un consistente autor sobre este tipo de enfoques, son ilustradoras para mostrar la intención de este ensayo: “Una obra no refleja sólo su época: abre un mundo que lleva en su interior”.2 El pensamiento de Ricoeur se hace paradigmático para los fines de este ensayo, ya que muestra la necesidad de dar el paso de la sociología centrada en captar el “Sentido mentado de la acción” propuesta por Weber, a una 2 RICOEUR, Paul. Hermenéutica y Acción. Buenos Aires: Editorial Docencia, 1985, p. 59. 2
  • 3. sustentación que muestra las posibilidades de entender la realidad como un texto. Esta transformación objetiva, presupone una base epistemológica fundamentada sobre la posibilidad de recrear con una apreciación adecuada, los motivos que primaron en un momento, gracias a una codificación que, como la lectura, hace llegar al entendimiento escritos hace ya largo tiempo redactados. El problema que se puede inferir de este tipo de perspectivas es cómo plantear que una interpretación sea más correcta que otra. Dicha inquietud, como lo indica Ricoeur, es constante en las Ciencias Sociales pero olvida que es inherente a la naturaleza de sus objetos de estudio, el tener varios puntos de vista válidos; sin decir que todos lo sean. “Como lo sugiere la lógica de la interpretación de textos, existe una plurivocidad específica en el significado de la acción humana. También la acción humana es un campo limitado de interpretaciones posibles”.3 Por tanto, lo que primordialmente se busca demostrar es la posibilidad de poder llegar a un contexto y, más precisamente, descifrar en las obras líricas un contenido que conduzca al entendimiento del periodo histórico contemplado. La pregunta que se puede formular es, por qué se elige la poesía y no la prosa, la pintura, o cualquier otra expresión que se manifieste en algún momento. Para contestar esto, se tiene en primer lugar que descifrar en qué consiste la labor del poeta y las características del género que cultiva, no obstante, son elocuentes las siguientes palabras que dan un buen acercamiento a lo que se investigará con este ensayo. Ahora bien la poesía es la forma suprema de locución en cualquier cultura. Al negarse a leer o a escuchar a los poetas, la sociedad se condena a formas de articulación inferiores a las suyas propias... En otras palabras, castiga su propio potencial evolutivo, pues lo que nos distingue del resto del reino animal es precisamente el don del habla.4 De asentir en que la poesía es un objeto de estudio genuino, se tienen que definir herramientas metodológicas legítimas que sirvan para su investigación. La sociología cultural es la que mejor ha sabido enfrentar este tipo de inquietudes adoptando programas que considera como “fuertes”. “La especificidad de un programa fuerte radica en la capacidad de reconstruir hermenéuticamente textos sociales de una forma rica y persuasiva”5 . Éstos son aquellos que logran anclar en la cultura propiedades explicativas que no están subordinadas a otras variables, y reconocen que toda acción siempre posee elementos significativos y de orden simbólico no agotables en otros aspectos de la realidad social, estudiados más frecuentemente: raza, estratificación, género, etc. 3 Ibid. p. 64 4 BRODSKY Joseph. Una proposición inmodesta. En: Revista El Malpensante. Bogotá No. 8 (ene.–feb. 1998); p. 31. 5 ALEXANDER Jeffrey. Sociología cultural, formas de clasificación en las sociedades complejas. Barcelona: Anthropos, 2000, p. 40. 3
  • 4. Esta reconstrucción se alcanza proponiendo “discursos” que son respaldados por la objetividad de las relaciones sociales, y tratan de hacer consistentes con la realidad las codificaciones que tienen su origen teórico en la abstracción del lenguaje. Dicha tarea se lleva a cabo con la formulación de códigos socio- semióticos que, como lo indica este vocablo, son construcciones que permiten acceder al significado de diversas manifestaciones sociales; el camino para acceder a ellas es con descripciones densas que hagan uso de códigos y narrativas que llevan a plantear un texto, en el que se relaten elementos que ahonden en la comprensión del fenómeno a estudiar. Para ello es necesario retomar cuantos factores sean importantes en la formulación de tales códigos, tal como para este estudio lo es la vida y obra de los poetas colombianos seleccionados. Con tal compendio se hace luego un trabajo de síntesis entendido como momento hermenéutico, en el que se fijan las codificaciones que permiten “leer” discursos que son una fuente de asentamiento simbólico del fenómeno analizado. “El discurso socializa los códigos semióticos y emerge como una serie de narrativas- mitos que especifican y estereotipan la fundación y fundadores de la sociedad, sus acontecimientos críticos y las aspiraciones utópicas”.6 Una salvedad que se debe hacer antes de entrar directamente en materia, es el hecho de que la delimitación de todo tema, como es ampliamente conocido, siempre incluye cierta arbitrariedad que alude a las preferencias personales de un investigador. Esta condición que difícilmente puede ser contravenida, puede ser neutralizada con una elección que sea consecuente con alguna realidad digna de ser estudiada. El periodo en cuestión, que la historiografía en general nombra como la Regeneración, ha sido objeto de frecuentes análisis y la bibliografía de tal momento es, por demás, muy extensa. Esto último se debe a que justo en ese tiempo y a principios del siglo anterior, es que se cimienta la identidad colombiana. Prueba de ello es la vigencia de la que por mucho tiempo fue nuestra Constitución, el nombre que aún ostenta este territorio y, en últimas, las maneras políticas y culturales presentes y casi constantes a partir de allí y hasta nuestros días. Sobre esto, entre muchos más ejemplos, resalta la centralización, el Presidente como cabeza de la rama ejecutiva, una práctica legalista que conoció pocas excepciones en su discurrir democrático, y un extendido catolicismo en una población ya desde entonces prácticamente mestiza, presa constante de la problemática de la violencia. En necesario mencionar que el término de este periodo es raramente definido, enfatizando simplemente en su comienzo con la Reforma Constitucional de 1886. Para los fines de este trabajo se considera el desenlace de este lapso de nuestra historia, en 1930, con la llegada al poder del presidente Olaya Herrera; 6 ALEXANDER Jeffrey, La promesa de una sociología cultural. Discurso tecnológico y la máquina de información sagrada y profana. Buenos Aires: Anthropos, p. 174 . 1995 4
  • 5. aclarando que tal mandato se dio con la conciliación de los dos grandes partidos nacionales. Dicho mandatario, como liberal, abriría el camino a un relevo en las banderas que ocuparían la más alta magistratura. Además, vendrían cambios con la administración de López Pumarejo y la puesta de la Revolución en Marcha, y la Reforma Constitucional de 1936. Con la alternancia en el poder no llegaría un verdadero cambio que erradicara la violencia que se encarnizó poco tiempo después teniendo como detonante la muerte de Galán; lo que se plantea es que con el regreso de los liberales al poder se da fin a toda una generación de poetas que crecieron y vivieron haciendo buena parte, sino toda, de sus creaciones en el momento en que el conservadurismo se permitió hacer todo un proyecto de nación. Acerca de los poetas a estudiar serán artistas que vivieron buena parte, sino toda su vida en el momento de la Regeneración. La mayoría de los textos citados serán de autores reconocidos de aquel momento, pero la extensión que exige un trabajo de grado como éste, no permite que se contemple a cabalidad la obra de muchos autores más. Por tal motivo, es necesario plantear criterios que permitan escoger los versistas a estudiar. La prerrogativa escogida es la del reconocimiento que el pueblo colombiano les haya dado, reconociéndoles como portavoces ofíciales de la poesía, como vates ilustres con los que se identifica y se hace identificar todo un país. Dicha vocería tiene la capacidad de enseñar verdaderos caracteres del desarrollo de la personalidad histórica colombiana, y de la realidad social que primaba en ese entonces, gracias a la clarividencia con que expresaron muchos contenidos que fueron objeto de identificación en aquel momento. Los más destacados exponentes aquí presentados en orden cronológico serán: Rafael Pombo, José Asunción Silva, Julio Flórez y Guillermo Valencia, todos ellos reconocidos como clásicos en nuestras letras, elogiados muchas veces por sus meritos pero, principalmente, reconocidos como poetas colombianos y como referentes de toda una época en que la poesía era el género por excelencia. Por supuesto otros grandes de la literatura nacional quedarán excluidos, no porque necesariamente su obra carezca de meritos, sino porque no alcanzaron ese reconocimiento prototípico, que se hace valer, para los modestos fines de este escrito. Se notará la ausencia del Tuerto López muchas veces relegado dentro de la categoría de costumbrista en sus descripciones coloquiales, mas no superficiales de la vida; también falta uno de los grandes como Porfirio Barba Jacob, que auto exiliado y como bohemio en Centro América le fue reconocido verdaderamente su valor en México (se le incluye en varias antologías nacionales de tal país), y sólo después de varios años será destacado en Colombia principalmente por nuevos movimientos poéticos. Muchas de las consideraciones por hacer sobre Pombo, Silva, Flórez y Valencia, tienen que detenerse en la particularidad de su existencia y de su labor lírica, profundizando con ellos lo que planteará como el quehacer del poeta y de la poesía en general. Un nexo importantísimo que une a estos escritores, es que 5
  • 6. trabajaron para el gobierno en cargos oficiales, los tres primeros como secretarios de Legación, y Valencia con funciones aún más importantes, incluyendo una gobernación y hasta la ambición por la presidencia. Éstos son hechos significativos que aportan a la comprensión de su obra y a su potencial explicativo no sólo como versistas reconocidos, también como participes, en alguna medida, de la realidad del país. Como consecuencia de todo ello, vendrán necesarias consideraciones metodológicas sobre dichas cualidades y del poder explicativo que se da en estas obras. Una inquietud operativa fundamental para la poesía nacional, y también para la muy dilatada bibliografía que se detiene en los autores escogidos, es la aparente ruptura entre las consideraciones políticas e históricas del devenir social y, casi desde otra orilla, las investigaciones catalogables como culturales, confinadas como centro de interés para estudiosos del folklore o del arte. Siendo así, es pertinente examinar un poco y recordar que Colombia es un país que se ufana de tener una tradición de presidentes poetas, en el que, además, se ha cultivado desde la colonia este género, relegándose, por no decir obviando en su desarrollo, formas como el ensayo, la filosofía o el teatro. A esto se puede agregar que, mientras en las sociedades europeas el debate intelectual se centraba principalmente en los centros de estudio superior, en Colombia, la tertulia o la llamada Causerie, era su sustituto, y fue protagonizada por eruditos y ensayistas como Baldomero Sanín Cano, pero sus principales figuras solían ser los poetas, entre los cuales se destacaban José Asunción Silva y Julio Flórez. A partir de todo esto se puede dar la pregunta por la poesía nacional, y por los aportes que ésta dé más allá de sus consideraciones netamente estilísticas. Esta inquietud que parece viciada dada su aparente formulación en términos positivos, espera ser superada por verdaderos aportes a la comprensión de un momento coyuntural en la historia, que no puede ser agotado por perspectivas excluyentes que reduzcan la diversidad de elementos presentes. Es evidente que se propone una investigación en la que confluyen varias corrientes intelectuales, condición que se ha mostrado como indispensable en el estudio de fenómenos sociales desde la perspectiva de la sociología cultural. Sobre dichas consideraciones epistemológicas se enfatiza que, simplemente, es el objeto de estudio el que impone toda instrumento metodológico y que, en palabras de Umberto Eco ...el primer paso que ha de darse es el de un estudio interdisciplinario que reduciendo a modelos descriptivos los diversos fenómenos, pueda permitir la determinación de semejanzas estructurales entre ellos; y a partir de aquí procede la determinación de más profundas relaciones 6
  • 7. históricas entre los diversos hechos.7 El llamado hecho por el autor a encontrar profundas relaciones históricas tiene extensas consecuencias en la aplicación y formulación de un estudio. Por ejemplo, sus incursiones en el llamado campo de la “Obra Abierta” no dejan de lado relaciones tan intrincadas como las que se dan con el concepto de modernidad, y el paulatino cambio de mentalidad que se produce tanto en la mente del artista como en la del espectador. Tan monstruosa amplitud que conlleva una consideración holística del fenómeno, ha de tener como norte un centro concreto de interés, es decir, ante el peligro de quedar a la deriva con reflexiones improcedentes, es necesario definir aquellas partes que conformen el todo articulado de lo que se va a investigar. Por ello, es necesario antes de estudiar el caso colombiano, delimitar aquello que le es propio a modo general a la poesía, a los fundamentos que se hacen participes en este género, y las propiedades que la acompañan y la hacen singular. Por este mismo camino es por el que también se encontrará la adecuada justificación en la elección de este tipo de literatura y de las posibilidades mismas de todo esta línea de investigación. Se puede empezar por analizar la labor del poeta. Desde los primeros canto líricos inclusive hasta el presente se ha mencionado la relación del hombre con los dioses. Se encuentran, por tanto, distantes relatos en los que se describe la relación de los humanos con estas sempiternas figuras, como se encuentra en la obra de Homero, o Hesiodo. A pesar de la antigüedad de estos relatos, no se puede pensar que han perdido su vigencia o que sus temas son sólo de interés histórico, por ejemplo deidades, como las musas, continúan siendo participes como fuente de inspiración para muchos versos. No en vano Rafael Pombo se preguntaba: No ya mi corazón desasosiegan las mágicas visiones de otros días. ¡Oh patria! ¡Oh casa! ¡Oh sacras musas mías!... ¡Silencio! Unas no son, otras me niegan.8 También, y como ejemplo más categórico, está el siguiente poema que lleva ya como título el de La palabra de Dios, obra de otro clásico de las letras colombianas: Cuando vio mi poema Jonatás el rabino (el espíritu y la carne de la bíblica ciencia), con la risa en los labios me explicó la sentencia que soltó la paloma sobre el texto divino.9 7 ECO Humberto. La definición del arte. Colombia: Planeta, 1987, p. 163 8 POMBO Rafael. Antología poética. Bogotá, Banco de la República, p. 196, 1981 9 VALENCIA Guillermo, En: Hojas de Cultura Popular Colombiana No. 55, Imprenta Nacional, 1955. 7
  • 8. Con lo versos precedentes no se puede asegurar, por extensión, una labor del poeta como emisario de los dioses, simplemente la existencia de cierta reminiscencia a tan sublime actividad. No obstante, un filósofo como Heidegger llevó cavilaciones muy profundas hacia este respecto y, pensando en Hölderlin como el metafísico de los poetas, (debido a que su obra se pensaba a sí misma y al quehacer de los demás líricos), propuso como verdadera tarea de este tipo de artistas el seguir el rastro que dejan los dioses. Por tal razón, es propio de este oficio captar y evocar dichos despojos y, provocar así que el mundo pueda ser habitado por disolutos mortales que sólo pueden rastrear, en su peregrinaje, minucias de lo eterno. “Los poetas son aquellos mortales que, cantando con gravedad al Dios del vino, sienten el rastro de los dioses huidos, siguen al rastro y de esta manera señalan a sus hermanos mortales el camino hacia el cambio”.10 Uno de los elementos manifiestos en esta definición por Heidegger es cierto poder profético o, al menos vidente, como facultad del poeta. Esto es también un lugar común en la literatura. En el caso colombiano se destaca la figura de un Maqroll que vislumbra en su deambular por el mundo los sufrimientos y las cadencias propias de la vida misma, “Desde el lugar más alto del barco, el Gaviero otea el horizonte y anticipa lo que sobrevendrá; de allí que el legendario Maqroll represente la posición del poeta como visionario”.11 Cabe añadir la coincidencia que tiene esta figura enigmática y de la cual, de manera ex profesa, se oculta su procedencia (sólo hay un dudoso pasaporte de origen chipriota), con lo planteado previamente en un plano metafísico. Aparte de esto, y en el contexto histórico concerniente, existen numerosas correspondencias acerca del papel que jugaron muchos poetas que tuvieron las aptitudes necesarias para asumir esta vocación. Se puede plantear, a modo general, que hay ciertos personajes distinguidos que por la denominación que les da el mismo pueblo, son considerados como sus bardos predilectos, es decir, aquellos que toman la vocería y que son aceptados como modelos para las generaciones venideras. Lo que los destaca es que su búsqueda confluye en una exaltación de la vida, fijando sus aptitudes en la aprehensión de la belleza. Justamente, por la habilidad en este empeño es por la que se cifra la labor lírica, como la capacidad de hacer habitable este mundo, captando con mortales medios los restos de la divinidad. En ello consiste la cualidad visionaría de la poesía, y la relación que se le confiere a ésta con lo eterno, como lo enfatiza la tradición filosófica. Que la realidad de verdad del hombre es, en su fondo, poética. Por poesía estamos ahora, con todo, entendiendo ese nombrar fundador de dioses y fundador también de la esencia de las cosas. Morar 10 HEIDEGGER, Martín. Y para qué poetas, En: Caminos de Bosque. Madrid: Alianza, 1996 p. 243. 11 MORENO Belén del Rocío, En: El último Rostro de Álvaro Mutis. Bogotá: Señal que cabalgamos No. 52, Universidad Nacional de Colombia, 2005, p.5. 8
  • 9. poéticamente significa, por otra parte, plantarse en presencia de los dioses y hacer de para rayos a la esencial inminencia de las cosas.12 La relación del hombre con su entorno, y la inquietud de su origen, que en los mitos coincide con la divinidad, es una relación inmanente que parece no ser obviada por la poesía. El caso colombiano no es la excepción, y para el momento estudiado se han hallado múltiples ejemplos de sus versistas más reconocidos. Como muestra de ello, un escrito en prosa de José Asunción Silva aprovecha la oportunidad, no sólo para atacar el poeta satírico sino para reiterar la labor encargada por las musas. ¿Por qué has convertido tus insultos en obra de arte? Tú podrías haber cantado la vida , el misterio profundo de la vida; la inquietud de los hombres cuando piensan en la muerte... Sigue profanando los versos sagrados y conviértelos en flechas que hieren, en reptiles que envenenan, en Inris que encarnezcan, remueve el fango de la envidia recoge el cieno y arrójalo a lo alto, a riesgo de mancharte, tú que podrías llevar una aureola si cantaras lo sublime.13 Con lo anterior se quiere probar que el poeta, en su profesión, mantiene una relación que haciendo uso del lenguaje, recuerda lo inmortal. Estas consideraciones más bien arquetípicas deben encontrar un sustento en la realidad del momento estudiado para no ser conceptualizaciones vacías. Se quiere así entender qué sustenta, en los versos citados y en muchos más no incluidos, el concepto de la divinidad, es decir, a qué se refieren los autores al pensar en ésta. Desde siempre y, acorde con la filosofía, todos los poetas han mantenido y seguido con sus escritos esta inquietud, pero no se deduce de ello que las respuestas dadas sean similares. Es del todo consecuente entonces que la cultura colombiana, a pesar de la influencia de la conquista, no sea equiparable a España, Europa, o cualquier otro lugar. Tal condición permite asegurar que lo divino y lo humano, no fue entendido de manera plenamente equiparable. Para explicar esto, simplemente basta comparar en Europa y en América movimientos como el Romanticismo, pero lo importante por el momento, es destacar que la divinidad que tenía en mente la gente de este país es distinta de la de los demás, y fue sustentada por varios elementos sociales. Para el caso nacional en el Siglo XIX, se encuentra un marcado catolicismo y el énfasis que se hace en la educación con las reformas conservadoras; también está un ideal clásico que se manifiesta en las obras de Silva y hace una síntesis, con el catolicismo en el caso de Guillermo Valencia. Por otra parte el tradicionalismo y el sosiego que dará la fe en la vida cotidiana será expresado por varios artistas en perspectivas más costumbristas, pero hay un elemento 12 HEIDEGGER, Martín. Hölderlin y la esencia de la poesía. Barcelona: Anthropos, 1989, p.31. 13 SILVA José Asunción, Poesías completas. Madrid: Aguilar, p. 182, 1951. 9
  • 10. social que permite hablar de divinidad en el caso nacional, y que dará pie a entenderla en los elementos singulares que se manifiestan en nuestra poesía. El elemento que parece subyacer ante todos los demás, es el del estado de progreso social de nuestro país y la asimilación de posturas generalizadoras que incluyan inclusive al arte. No se quiere decir con esto que los poetas simplemente obedecieran, como en un grosero marxismo, al desarrollo de los medios de producción y se agotara en ellos toda la discusión. Es más bien, que el país estaba aún lejos de entrar en una dialéctica que, como la positivista, negara con formalismos que llegan pujantes en sociedades desarrolladas, las creencias y costumbres tradicionales. La generalidad de las prácticas en las aún jóvenes sociedades, incluye una visión de la vida sustentada sobre la religión que, para el caso, no pareció ser cuestionada realmente en ningún campo por aquel entonces. Tendría que esperar la poesía un episodio como el nadaísmo, a mediados de los años cincuenta del siguiente siglo, para que se diera una crítica categórica a la práctica del catolicismo en Colombia. Con esto se comprueba que no había un fenómeno como el que tanto se temió la Escuela de Frankfurt: “El iluminismo reconoce a priori, como ser y acaecer, sólo aquello que se deja reducir a una unidad; su ideal, es el sistema, del cual se deduce todo y cualquier cosa”14 . La nación estaba aún lejos de un desarrollo que permitiera entender la racionalidad técnica, como un iluminismo que amenazará en convertirse en un mito y reemplazara los dogmas de la fe cristiana. En primer lugar la economía era débil y poco progresista, profundamente agraria y ya, para 1880, inmersa en un proceso de abandono del librecambismo al que se le atribuía gran parte de la fragilidad de nuestra moneda y del patrimonio colombiano en general. Se carecía de infraestructura, y las más elementales necesidades de comunicación no eran satisfechas: “En 1885 todavía era más barato el transporte de una mercancía entre un puerto inglés y Medellín que entre esta ciudad y Bogotá”.15 También estaban las condiciones políticas que, en manifiesta expresión, buscaban mantener elementos propios de la herencia española y, en suma, eran reacias a admitir cualquier intromisión que afectara, ya fuera desde lo económico o lo cultural, las directrices que dan paso a la salvación de las almas. Tal pensamiento se encuentra evidenciado en las medidas tomadas por la nueva hegemonía conservadora, y en especial por su cabeza más visible Rafael Núñez, artífice éste de la Reforma Constitucional, la celebración del Concordato y las medidas que en materia económica se tomaron con el Curso Forzoso. Muchas de estas políticas fueron resumidas, con cierta ironía, en la alocución dada por Núñez en 1885 por motivo de la celebración del fin de la rebelión liberal y la rendición de las últimas fuerzas rebeldes en Ocaña. 14 ADORNO, Theodor W., Horkheimer Max. Dialéctica del iluminismo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1969, p.19. 15 TIRADO Mejía, Álvaro, Introducción a la Historia Económica de Colombia. Bogotá: Editorial La Carreta, 1979, p.265. 10
  • 11. La rebelión ha sido vencida, no por la obra de ningún hombre, sino por la ayuda de la divina providencia... A los tiempos de las persecuciones y la intolerancia, han sucedido los de la concordia y el perdón. Necesario es reunir en torno nuestro todo los sanos elementos de la sociedad, conservadores de la verdadera libertad y el orden.16 Es de resaltar que tales medidas que en materia económica y social decidieron el futuro colombiano durante mucho tiempo, se encontraban ya en germen en la poesía de Núñez. Los méritos de ésta en materia estilística dejan mucho que desear, Baldomero Sanín Cano, puede definirse como un entusiasta de la crítica mordaz, aunque objetiva, de tales obras que señala junto con las de Caro, como bien construidas y respetuosas del lenguaje, pero carentes de inspiración y de fluidez natural en los versos. A pesar de estos problemas, se nota que en versos como los siguientes, sin necesidad de una retórica discursiva, se deducen muchas de las inquietudes que con las acciones políticas se implantaron. No sé si la ignorancia y la pobreza Dan al pecho del hombre más tristeza Que el influjo del oro corruptor, Si es la ciencia dudosa que aquí hallamos Escala vacilante en que pasamos De un error a otro error.17 Con lo dicho hasta aquí, hay una idea aproximada del tipo de inspiración que tuvieron los poetas bajo las condiciones que ofrecía el país a finales del siglo XIX. Por ello es menester ahora tratar de entender en qué consiste este arte, para poder sustentar las facultades explicativas que le que se le confieren a esta expresión estética. Todo verso está conjugado bajo los limites y categorías que le otorga el lenguaje. Este hecho contrasta, por ejemplo, con la música que tiene algo así como un idioma que le es propio pero que tiene un carácter de universal. A pesar de esto, no se afirma que en la creación de un verso, las palabras sean acompañadas de un correlato literal, por el contrario, hay una transmutación en la que “La esencia del lenguaje no se agota en el significado ni se limita a ser algo que tiene que ver con los signos cifras”18 , por el contrario se complementa con que: Por eso, donde la totalidad de lo ente es pensada como lo abierto de la 16 NÚÑEZ, Rafael. En: Documentos para entender la Historia de Colombia, compilador Enrique Santos Molano. Santafé de Bogotá: Planeta 2000, p.203 17 NÚÑEZ, Rafael. (Que sais-je? En: Antología de la poesía colombiana, selección Fernando Charry Lara, Bogotá: Planeta, p.112. 18 HEIDEGGER, Martín. Op. Cit.,, p. 262. 11
  • 12. pura percepción, la inversión rememorante tiene que ser un decir que le dice lo que tiene que decir a un ser que ya está seguro en la totalidad de lo ente, porque ya ha consumado la transformación de lo visible representable en la visión del corazón19 . La singular manera de expresarse de Heidegger alude directamente a las propiedades de figuras que, como la metáfora, (que indica ya en griego traslación), retrotraen al lector de un lugar a otro. Con lo siguiente no se quiere proponer que en el origen etimológico de los conceptos se agote su significado, simplemente que es fundamental que tanto la mencionada metáfora (herramienta por excelencia de la poesía), y la metafísica, perspectiva insoslayable en el estudio de la filosofía, tengan cimientos comunes, es decir, lo que se sitúa “más allá”. Son estos elementos los presentes en la percepción trascendental de las cosas, o de los entes, si así se prefiere, y toman vuelo sobre los limitados espacios de la percepción inmediata. No es entonces arriesgado formular facultades especulativas tanto para filósofos y poetas, pero enfatizando que mientras los primeros se centran en enfocar de la generalidad de las cosas aquel sustrato que les es común y que las explica en su más íntima naturaleza, el poeta hace un ejercicio parecido con el lenguaje, pero buscando los trazos perdidos de la divinidad. Hay cierta trashumancia en estas consideraciones, pero hasta ahora es innegable un telos en estas dos áreas, y en el objeto de sus aspiraciones. Ya José Asunción Silva mantiene estas inquietudes preguntando por la voz de las cosas y la manera de aprehenderlas. Si aprisionaros pudiera el verso fantasmas grises, cuando pasáis, móviles formas del Universo, sueños confusos, seres que os vais20 Otro ejemplo, con un origen más remoto, tiene una inquietud parecida y su relevancia no se limita al valor intelectual de lo planteado, también está en confirmar la permanencia inveterada de ciertos interrogantes. Así Heráclito dice que “La sabiduría es una sola: conocer la razón por la cual todas las cosas son dirigidas por todas”21 . Con estas dos consideraciones se nota cierto afán por captar las cosas trascendiendo sus disposiciones más cercanas, pero antes de pensar el poetizar o la filosofía como plenamente equiparables, hay que hacer ciertas consideraciones. Por ejemplo el carácter especulativo que muchas veces se le aduce a la racionalidad metafísica, no es semejante a las propiedades creativas del bardo. El análisis de esto no es del todo obvio dados los orígenes comunes de estas dos formas de pensamiento, por ello debe dilucidarse correctamente tales distinciones, en orden de entender un género 19 Ibid., p. 263 20 SILVA José Asunción, En : Los mejores poetas clásicos colombianos, Edilux, p. 32, 1993. 21 HERÁCLITO. Fragmentos. Argentina: Aguilar, p. 119, 1973. 12
  • 13. como el que se analiza acá. Una precisa diferenciación sobre lo que se está tratando de mostrar es ésta: Ante todo la poesía ha de mantener alejada de sí las definidas separaciones y relaciones del entendimiento, las categorías del pensamiento cuando se ha despojado de toda intuición, las formas filosóficas del juicio, y las definiciones, etc., porque éstas nos trasladan al instante del terreno de la imaginación a otro distinto.22 Sobre este tema igualmente es importante recordar la sentencia de Heidegger, de que “Poéticamente vive el hombre”. Una afirmación como ésta posee múltiples aristas y retrotrae a diversos enfoques que versan sobre el habitar del hombre en la tierra. Por ejemplo la corriente que se plantea para el tipo de investigación aquí hecha, parece asentir en los elementos figurativos que, como en las formas poéticas, son perennes en la existencia humana a modo de símbolos a partir de los cuales se encuentra asiento en el mundo. “Como la cultura es el entorno de toda acción, habitar el mundo del significado conlleva, más bien, entrar en los emplazamientos organizados de parámetros simbólicos que estos actores entienden como saturados de significado”.23 Estas reflexiones sobre el habitar son inquietudes recordadas continuamente en materia estética que, como lo siguiente, enfatizan las propiedades existencialmente terapéuticas que tiene la poesía. Por sobre la vida agitada, por sobre la realidad conflictiva, la poesía es como el cielo de la catarsis y al mismo tiempo de la certidumbre y validez de todos sus aspectos, al margen, o mejor dicho, más allá de los limites de las restantes síntesis espirituales, lo mismo que de la moral que de la religión o de la ciencia.24 Hay que recordar que el hombre no mantiene con las cosas sino una relación indirecta, los datos de los sentidos y de toda percepción han de ser traducidos por la mente. Pero, mientras que la filosofía entiende estos fenómenos de un modo analítico adjudicando principios y primados, como lo es el devenir en la transformación de la naturaleza, la poesía busca con la inspiración principalmente, aquellas expresiones que superan la existencia finita de las entes en la belleza que se le confía a lo inmortal. Aunque la esquiva relación sujeto-objeto que a penas se ha introducido, y que escapa a los objetivos previstos, si es un hecho que en la comunicación y al pronunciar cualquier palabra, por más elevado que sea un pensamiento jamás alcanzará éste a transmitir la más intima esencia de las cosas. Es por ello, y a pesar de la condición limitada de todo vocablo, que se puede intentar sublimar 22 HEGEL G.W.F. Estética, Tomo VII, Poesía. Buenos Aires: Siglo Veinte Editores, 1985, p.77 23 ALEXANDER Jeffrey. La promesa de una Sociología Cultural. Discurso tecnológico y la máquina de información sagrada y profana. Barcelona: Anthropos, 2000, p. 170. 24 BANFI Antonio, Filosofía del arte. Buenos Aires: Península, 1987, p. 62. 13
  • 14. su condición, llevándose más allá de sí sin necesidad de la grosera comparación. La metáfora es probablemente la potencia más fértil que el hombre posee...Todas la demás potencias nos mantienen inscritos dentro de lo real, de lo que ya es. Lo más que podemos hacer es sumar y restar unas cosas de otras. Sólo la metáfora nos facilita la evasión y crea entre las cosas reales arrecifes imaginarios, florecimiento de islas ingrávidas.25 Este es el habitar que se ha venido explorando como la relación directa con el conocer, al que se aproxima el hombre cuando el lenguaje se vuelve su morada y la poesía un faro adjudicado a individuos privilegiados que, no sólo guían a los demás en este mundo, sino que lo hacen situándose a través de los rastros de lo eterno. Hasta ahora sólo se ha abordado la parte menos espinosa del problema, es decir, la labor del poeta en el mundo, y las concepciones que se tienen de éste. Por supuesto los significados hasta aquí expuestos no revelan directamente una concepción aceptada por todos los autores. No necesariamente un escritor actual se considera a sí mismo recogiendo los vestigios de seres o presencias supraterrenales, pero lo que sí se mantiene latente son aquellos principios que permitieron determinar, históricamente, la labor ontológica del poeta; tanto así, como para inclusive situar su oficio en un plano fácilmente diferenciable del de los demás. Una de las características tradicionales del pensamiento occidental es la de tipificar, separar y constreñir en estrechos espacios todas las áreas del conocimiento. El problema al hilvanar lentamente cualquier tema es que al reflexionar en sus orígenes, las mencionadas diferenciaciones son muy esquivas y por más que en un intento de abstracción se concilie en conceptos toda una realidad sujeta a ser entendida, tal camino sigue la sinuosa senda de determinar lo que es de lo que no es. En el caso del poeta se definen las implicaciones de su quehacer, ahora es necesario profundizar en lo que consiste ésta, es decir, la poesía misma. La inquietud que se trata de responder aquí es, obviamente, reflexión abordada desde diversas posturas, problema tanto para la estética como para la filosofía o el pensamiento social en general. Sobre este asunto un versista y clásico colombiano en esta disciplina, resume en la Crucifixión del Poeta, el papel de éste, el hombre, la mujer, la tierra, el pueblo y hasta el niño. EL PUEBLO ...Pero todo era signo en tus poemas y era fórmula todo en tu lenguaje, y en un mundo de vagas sugestiones enviabas tus mensajes radiales 25 ORTEGA Y GASSET José, La deshumanización del arte. Madrid: Revista de Occidente,1956, p.32. 14
  • 15. de una torre a otra torre del espíritu. EL POETA ...Sufro sobre esta roca inaccesible porque, cumpliendo mi fatal destino, robé la flor del ritmo que florece en la mansión eterna de los dioses.26 Con estos dos ejemplos, (se omiten por cuestiones de extensión los restantes), vienen a colación varios puntos ya expuestos. Dentro de ellos están la mencionada capacidad profética del poeta, su relación con la divinidad y se le suma cierta incomprensión por parte de las demás personas que parecen no entender lo elevado de su vocación. Pero hay algo más que es de trascendental importancia y que conduce por la senda del entendimiento del arte aquí estudiado. Nótese que el poeta se declara culpable de haber robado la flor del ritmo que florece, es decir, un objeto tan sagrado para el poeta que, en últimas, provoca el sacrificio de su existencia. Algo parecido también se encuentra bajo el genérico nombre de Un poema, en el que el primer trabajo que se toma Silva, es invocar a los “ritmos” Soñaba en ese entonces en forjar un poema de arte nervioso y nuevo, obra audaz y suprema Escogí entre un asunto grotesco y otro trágico llamé a todos los ritmos con conjuro mágico27 La mitología enseña que Ícaro encontró su ruina al acercarse demasiado a los dioses, lo cual hace paradójico que el don por el que se arriesga el poeta esté más ligado a la música que a las facultades generalmente relacionadas con la escritura, es decir, inspiración, vehemencia o, inclusive, elocuencia. Este es el eje que guiara la discusión presente remitiéndose entonces, a lo que es la esencia de la poesía. Se empezó por afirmar que una de las facultades del lenguaje era la de hacer habitable el mundo al hombre, pero se evitó la pregunta por el lugar que ocupa la poesía. No es posible igualar el mensaje de una señal de tránsito, con el sentido que transmite un poema o con una sensación meramente corporal, son equivalentes como posibles estímulos o sujetos de la percepción pero no son parecidos en nada más. Sin perder de vista que la intención es la de encontrar el lugar indicado de la poesía, una respuesta a estos interrogantes puede darse con la clasificación formulada típicamente por Schopenhauer y aludir a la separación entre lo que es sujeto de nuestra Voluntad, y lo que es de nuestra 26 MAYA Rafael, Poesía. Bogotá: Voluntad, 1940, p. 201. 27 SILVA, José Asunción. Antología Poética,. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, Colección Libros por centavo, No. 11, 2005. p. 21. 15
  • 16. Representación. Dentro de la voluntad se ubican todos aquellos estímulos que se relacionan con las necesidades físicas, y que recuerdan que el ser humano es un organismo corpóreo y que, como tal, está sujeto a la satisfacción de dichos deseos en orden de poder sobrevivir. Por otro lado están aquellas manifestaciones que superan este plano material, y que ponen en paréntesis todo lo relacionado con la voluntad y el sufrimiento, dando espacio a objetos acabados y simbolizados en la mente que reciben el sello de la Representación. En este último espacio es donde se concilia el llamado goce estético, que se refiere a la satisfacción a la que accede el sujeto al elevarse sobre todos los apetitos y carencias a las que está determinado, olvidándose de su propia individualidad, y entrando en comunión con la belleza de la obra de arte que contempla. Por consiguiente, para Schopenhauer dicho goce es, “...la alegría del conocimiento puro y de los caminos que a él nos conducen”.28 Con lo anterior se ha establecido que las artes y, entre ellas la poesía, llevan a un conocimiento diferente al que indica por ejemplo una sensación de dolor, pero aún no se ha hecho su adecuada precisión. Hay nociones que pueden ser comunicadas con mayor o menor grado de dificultad, siendo accesible a todos la comprensión de un grito de auxilio, pero no tanto la demostración de una ley que venga expuesta en lenguaje matemático. Las diferencias hasta aquí expuestas pueden inducir a pensar que hay cosas que son sujeto de ser comunicadas y otras que no, así un concepto por abstruso que sea, puede ser proferido y comprendido, mientras que una idea, siguiendo la tradición platónica, no alcanza a serlo. “El fin del poeta es hacernos pasar de la palabra y del concepto a una imagen intuitiva, cuya representación se abandona a la fantasía del oyente”.29 Esto es la senda que se plantea para todo poema ya que permite el abandono de la personalidad diluyendo el ser en un estado de tan marcada elevación que, como la idea, es imposible de ser comunicada a los demás. Este tipo de contemplaciones está estudiado desde un punto de vista metafísico y de allí la casi incompatibilidad con pruebas empíricas. Es por ello que Schopenhauer es muy cuidadoso al enfatizar el carácter personal e intransferible que pueda suscitar una obra que se considere ennoblecida, dada la hondura de lo que representa. La salvedad que se hace es la sensibilidad que tenga el espectador, dados sus dotes, de entrar en plena relación con algún arte. El camino que posiblemente se puede seguir para entender esto, es el inverso; el que sufre un poeta en la creación de un verso y en el desasosiego de no poder transmitir adecuadamente lo que en un rapto de inspiración está sintiendo. Por ello Guillermo Valencia decía “Sacrificar un 28 SCHOPENHAUER, Arthur. El mundo como voluntad y como representación. México: Porrúa, 1987, p. 163. 29 Ibid, p. 192 16
  • 17. mundo para pulir un verso”, o José Eustasio Rivera culmina su declarada Ambición diciendo que: ...y luego una recóndita nostalgia me consterna al ver que ese infinito, que en mis pupilas cabe, es insondable al vuelo de mi ambición eterna.30 Otra sustentación de esto se expone en los denominados estados de éxtasis que las personas pueden manifestar al acercarse a alguna obra que consideren sublime, inclusive, la potenciación que de este efecto se alcanza haciendo uso de sustancias que expanden los niveles normales de percepción. Para este efecto se recuerdan los serios estudios que Huxley hace sobre los efectos de la mezcalina y las variaciones en los niveles de conocimiento alcanzado. Así, con todo esto, lo que se pretende demostrar es que la poesía posibilita a elevarse, tal como las palabras lo hacen de su referencia literal, a cumbres en las que las más inmediatas necesidades se olvidan, y se accede a un genuino estado de goce estético. Si se admite que este estado es alcanzado por el influjo de la poesía, se debe entender que se valdrá de medios singulares que no le son propios a otras expresiones. Por ejemplo una alegoría en la pintura puede considerarse grosera, en tanto su significado sea muy obvio e insulte la inteligencia del espectador, mientras que cifrada en unos versos sea un recurso idóneo. Otro ejemplo puede estar en la música, en la que los llamados temas resulten baratos recursos en los que se trate de representar con ruido de marchas y clarines el fragor de una guerra; tal tema, por ejemplo, en la prosa o con recursos audiovisuales posiblemente alcanzaría una adecuada expresión. Con estos casos se trata es de retomar, haciendo uso de la comparación entre las manifestaciones artísticas, aquel elemento que encuentra su mejor cabida en la poesía y que, por tal, ayuda a definirla mejor. Sobre esto un enunciado como el siguiente es de utilidad: “... el genio poético es comparable a un espejo que concentra y reproduce con claridad todo lo esencial e importante, suprimiendo todo lo contingente y heterogéneo”.31 Esto último se ratifica con la usual concreción de los poemas, en los cuales, para quien mejor sabe cultivarlos, se nota esa facultad para exaltar los temas universales, tópicos que, (tal como lo enuncia esta palabra), manifiestan su continuidad y constancia como inquietudes casi que atemporales en el discurrir humano. Pero lo que acompaña este tipo de genialidad, lo que se viene exponiendo como el tesoro que robó el poeta a los dioses, es el ritmo, la musicalidad en general, que escolta el esfuerzo de síntesis del texto y que le da esa suerte de armonía y de belleza a la poesía como género. 30 RIVERA, José Eustasio. En: Los mejores poetas clásicos colombianos. Bogotá: Edilux, 1993, p.120, 31 SCHOPENHAUER, Op Cit. p. 198 17
  • 18. Esta relación aquí descrita, no es algo que haya pasado desapercibido en el examen de la lírica, para no ir muy lejos la obra en verso de Carlos Uribe, reconocido miembro del Departamento de Sociología, retoma el “Ars” de Silva y plantea lo siguiente: Y del poema coloquial y fácil huí vergonzante. Entrelazar quería no “pensamientos”, sí ritmo y melodía en áureos versos de estructura grácil32 A pesar de todas las facultades conferidas se debe precisar que la poesía no es música. Mientras que toda melodía goza de un lenguaje que le es propio y de una notación interpretable bajo parámetros idénticos33 , que garantizan la fidelidad en su ejecución, los versos no corren igual suerte, y han de ser entendidos y estudiados considerando tanto las estructuras lingüísticas de algún período, como las maneras de la época en que surgieron. Son numerosos los ejemplos para sustentar estos planteamientos. Uno de ellos son las ediciones en las que se encuentran, de manera simultánea, el texto en el idioma en que tuvo origen la obra y, junto a éste, las adecuaciones gramaticales para ser leído actualmente (siendo prototípico el caso del Mio Cid y el Quijote). Pero además de estos casos, que pueden ser entendidos como obvios por ser una simple extensión de la naturaleza transformativa del lenguaje, es mejor centrarse en aquellos versos que encuentran su verdadera interpretación bajo consideraciones de orden histórico y social. No se quiere afirmar acá que las reflexiones contextuales agoten todo análisis estilístico sino que, para algunos casos, ningún intelecto, por superior que sea, puede precisar el significado de algo a no ser que tenga un conocimiento previo con respecto de la situación descrita. Un caso de esto puede ser el siguiente: Los dos bandos del godismo difieren en lo esencial: en que con igual cinismo vende uno NACIONAL-ISMO y otro el ITSMO NACIONAL.34 A partir de esto, se nota que de no tener alguna noción sobre la separación de Panamá e inclusive del partidismo de aquel entonces, la lectura de ese escrito 32 URIBE Celis, Carlos. Iter Carminis, (el viaje del poema). Bogotá: Editorial Nueva América, 2002, p.17. 33 Con esto no se quiere menospreciar el papel del interprete, o reevaluaciones posteriores a obras musicales de periodos antiguos o, de otro lado, ejecuciones ceñidas al espíritu de la época en que se produjeron. Se enfatiza, simplemente, que la notación musical permite que las obras sean tocadas por el interprete con una enorme fidelidad respecto a lo planteado por el autor. 34 SOTO Borda, Clímaco. En: Cuadernillos de poesía, Gruta simbólica, Editorial Panamericana, p. 67, 1999. 18
  • 19. no sería muy productiva. Hay muchos casos más o menos crípticos que se pueden citar, y que demuestran cómo la interpretación de todo escrito está sujeta a limitaciones como las ya descritas. No obstante, en las artes, se puede encontrar una excepción y ésta es la música que va de la mano con la poesía. Las armonías, en sus expresiones más acabadas, permiten que sean objeto de contemplación, sin que para ello eso sea necesario un conocimiento profundo de la situación o del movimiento en que se produjo la obra. Con este género la personalidad del compositor o el contexto en que fue compuesta son hechos consustanciales, no son determinantes para que a un oyente se le transmita algo. Es por ello que se afirma de la música: ...nunca expresa el fenómeno sino la esencia interior, el en sí de todo fenómeno, es decir, la voluntad. Por tanto, no expresa éste o aquel determinado goce, ni tal o cual amargura o dolor, o terror, o jubilo, o alegría, o calma, sino estos sentimientos mismos, por decirles así, en abstracto, su esencia sin ningún atributo circunstancial, sin sus motivos siquiera.35 De tal suerte que no se encuentra la tristeza singular, sino la tristeza en general, no un prolongado padecimiento producto de una enfermedad, sino la generalidad el sufrimiento, es decir, expresa la esencia de los sentimientos y no caracteres discriminados. De tal manera que mientras una poesía u otro texto se comunica, valiéndose de las formas existentes del lenguaje y bajo la necesaria perspectiva del momento en que fue escrita, una melodía potencialmente es capaz de escapar a éstas limitaciones aludiendo a emociones humanas de orden universal. La música, como es sabido, no se limita a expresiones instrumentales sino que incluye la lírica en la que el canto y, por ende, las palabras, son un componente necesario. Con esto meramente se corrobora el origen de la poesía en la música, ya que se puede marcar el ritmo con palmas, golpes o cualquier otro sonido, pero también se puede hacer con palabras, es decir, con la rima. Este tipo de obras que hacen un uso conjunto de estas dos artes encuentran las manifestaciones más variadas, (basta observar todo lo que puede ser catalogado como canción) pero, también, los orígenes más remotos. Una de ellas es la tragedia que como lo manifiesta Aristóteles, proviene de una expresión aún más distante en el tiempo, siendo ésta, el ditirambo. Este mismo filósofo ayuda a entender lo expuesto sobre la naturaleza sintética de la poesía, y de su poder de hablar de los asuntos esenciales que atañen a nuestra existencia, es por tanto, un recurso que promete ser adecuado en el estudio de lo humano. Así, en el Siglo IV antes de Cristo se dé una obra que, como la poética, diga lo siguiente: ...la poesía es más filosófica y doctrinal que la historia; por cuanto la primera considera principalmente las cosas en general; mas la 35 Schopenhauer Op cit. p. 210 19
  • 20. segunda las refiere en particular. Considerar en general las cosas es cuál cosa que conviene a un tal decir o hacer, conforme a las circunstancias o a la urgencia presente; en lo cual pone su mira la poesía, acomodando los hombres a los hechos.36 Este punto de vista viene a armonizar, mas no por ello coincidir, tras más de mil años de intervalo, con nuevas consideraciones que tomaron un camino más escéptico acerca de la posibilidad de entender los fenómenos con arreglo a la “cosa en sí”, y que optaron por posturas más interpretativas. Paulatinamente se tomó distancia, tanto de un idealismo sin contenido, como de la creencia en las facultades de la ciencia para explicar la naturaleza del devenir humano. Se enfatiza esta crítica, por la orientación intelectual cada vez más distante de la tradición idealista en la que, personajes como Dilthey, instaban a que el investigador se compenetrara más con los datos de la experiencia y tomara distancia de fundamentaciones en las que los hechos se tuvieran que acomodar a las categorías filosóficas y no viceversa.37 Por consiguiente, se hicieron notorias nuevas perspectivas en las que se le otorgaba sincera importancia al tema de la interpretación y, retrotraen nuevamente al estudio de la poesía, le otorgaban, tal como Aristóteles, propiedades esclarecedoras acerca del discurrir humanos en la vida. Por tal motivo, con siglos de intervalo las palabras de un filósofo como Schopenhauer son similares a las de su equivalente griego, ya que otorgan una destacada importancia al valor explicativo que el poeta le da a la existencia humana. ...el desarrollo propio de la idea, está más exacta y netamente expresado en la poesía que en la historia, por lo que aquella, aunque parezca paradójico, contiene más verdad intrínseca y real que ésta. Pues el historiador debe seguir los hechos individuales como éstos se desarrollan en la vida, como se desenvuelven en el tiempo, según las cadencias múltiples de las causas y de los efectos... El poeta, en cambio, se apodera de la idea de la humanidad bajo el aspecto especial que desea expresar en el momento en que escribe, y lo que ante él se objetiva es la idea humana, es su propio yo.38 Con lo hasta aquí expuesto, puede surgir la inquietud por la labor que de verdad puede cumplir la poesía en la comprensión humana, no tanto en los elogios que se han consignado. Para tal efecto, y coincidiendo con la mención acerca del giro que tomaron las Ciencias del Espíritu, es necesario incluir un pensamiento como el de Nietzche. Este filólogo no es sólo deudor de la obra de Schopenhauer, no en vano decía de él que era el último alemán digno de ser 36 ARISTÓTELES, Poética. Bogotá: Ediciones Universales, 1989, p. 47. 37 Con esto no se quiere afirmar que el pensamiento de Dilthey no buscara, para las llamadas “geistewissenschafften” un fundamento filosófico, simplemente que se alejó de modelos mucho más cercanos a la metafísica especulativa, como es el caso de la lógica dialéctica hegeliana. 38 SCHOPENHAUER, Op. Cit, p. 195. 20
  • 21. tenido en cuenta, también profundizó en la labor crítica de la metafísica, (consideró inclusive que debería ser acabada a martillazos). Por tal motivo, continuó revaluando y prestando especial interés al lenguaje y a la manera en que es lícito expresar el pensamiento, llamándole la atención la poesía. Para confirmar lo anterior un texto como el que da inicio a esta investigación puede ser paradigmático. En el Nacimiento de la Tragedia de Nietzche se pregunta, a partir de este género, por una realidad tan trascendente como lo es la coincidencia de los temas más desdichados en el teatro, contemplados, desde el aforo, por aquellos griegos que estaban justamente en la plenitud de su cultura. Esto contrasta con que luego, desde el otro extremo, los contenidos más epicúreos coexistieron con el cenit de la cultura helénica. La explicación dada por el autor se centra en la diferenciación entre lo “Apolineo” y lo “Dionisiaco”, coincidiendo estos dos elementos con la creación de la tragedia ática. A partir de este genero, Nietzche dedujo, a diferencia de Schopenhauer, una afirmación de la vida en la desventura de las acciones descritas, teniendo como correlato obligado la imagen de Dionisio que, en su embriaguez, da tanta o más cuenta de la realidad, que las posturas figurativas bajo las cuales emerge su contraparte, Apolo. Más allá del valor de verdad que de la tragedia se pueda procurar en orden de entender mejor a los helenos, son de notable interés el modo en que conclusiones tan trascendentes, son derivadas de esta manifestación artística tan ligada con la poesía. Es por ello que en con la conjunción de lo ditirámbico y lo figurativo se trate de entender la visión del mundo que tenían los griegos imprimiéndole las características más distintivas a sus dioses. Por consiguiente, con el mito y la poesía y no exclusivamente con la fuentes historiográficas es como se pretende explicar la personalidad de este pueblo. De ellos hemos venido tomando en préstamo hasta ahora, para purificar nuestro conocimiento estético, aquellas dos imágenes de dioses, cada una de las cuales rige de por sí un reino artístico separado, y acerca de cuyo contacto e intensificación mutuos hemos llegado a tener un presentimiento gracias a la tragedia griega. El ocaso de ésta tuvo que parecernos provocado por el notable hecho de que esos dos instintos artísticos primordiales se disociaran: con ese suceso concordaban una degeneración y una transformación del carácter del pueblo griego, invitándonos a una seria reflexión acerca de cuán necesaria y estrechamente se hallan ligados en sus fundamentos el arte y el pueblo, el mito y la costumbre, la tragedia y el Estado.” 39 Con este antecedente se muestra que las manifestaciones artísticas reflejan, 39 NIETZCHE, Friedrich. El Nacimiento de la tragedia, Ensayo de una autocrítica. Buenos Aires: Longseller, 2000, p. 62. 21
  • 22. ampliamente, los caracteres humanos y, por tanto, su investigación puede ser una fuente prolija para las ciencias sociales. Además, y continuando por esta senda, se procura, simplemente, profundizar en un momento crucial de nuestra nación, que como lo apuntaba Nietzche con el estudio de los griegos, puede ser sujeto a interpretaciones que provengan de la poesía y de las perennes inquietudes que ésta plantea. Esto comprueba que la tarea planteada es típicamente hermenéutica, ya que es una interpretación del modo en que los poetas a citar interpretaron la realidad, recogiendo de ello aquellas claves codificadas que más digan de aquel periodo. De tal modo, y sin olvidar las facultades místicas que ya se citaron para esta literatura, es decir, como morada del ser humano e indagadora de los vestigios de lo divino, es lícito limitar para los fines de esta investigación, tal residencia, temporal e históricamente, a los términos de la conformación de la actual república. Así, lo que se venía trazando como una dificultad de la poesía, en términos de que ésta se encontraba sujeta a interpretaciones circunscritas por el lenguaje y el momento histórico, es justamente lo que permite hacer un estudio de un período singular. Por un lado se tiene la musicalidad integrada a los versos que no deja de grabar en ellos, un carácter universal que recuerda los más distantes orígenes. Sumado a esto se tiene que los temas tratados, son los propios de las angustias y deseos más constantes en la existencia humana. De todas estas propiedades se da lugar a la feliz coincidencia de lo particular de nuestra literatura, y lo general en la concreción y brevedad propias de la poesía como género. Para constatar esto se empieza por estudiar a Rafael Pombo, el primero de los cuatro grandes poetas elegidos de las letras colombianas, y figura obligada en el término temporal aquí precisado. La importancia de este personaje no sólo descansa en la popularidad que alcanzara su obra en los estrechos márgenes de su país, sino que dada su expresividad ganó comentarios como los siguientes: “... Rafael Pombo, que no es sólo el mejor poeta del romanticismo hispanoamericano, sino el mejor del romanticismo en lengua española. Al lado, suyo aparecen como poetas muy menores los otros románticos latinoamericanos, lo mismo que los de España”.40 Dejando de lado los comentarios elogiosos, existen elementos que parecen limitar la idoneidad de este autor como fuente interpretativa del periodo de la Regeneración. En primer lugar pasó cerca de 17 años fuera del país en EE.UU. con el cargo de Secretario de la Legación en Nueva York, lugar en donde, inclusive, se creó buena parte de su obra. Otro hecho es que es más recordado por su obra infantil la cual en su mayoría no le es original, historias tan recordadas como Pastorcita, y Simón el Bobito coinciden con adaptaciones que en sus originales tomaban el nombre de Litle Bo Beep, y Simple Simon.41 40 HOLGUÍN, Andrés. Literatura y Pensamiento 1886 – 1930. En : Nueva Historia de Colombia Tomo VI, p. 16, Editorial Planeta 1989. 41 Sobre este asunto se quiere hacer constancia en que Pombo aclaraba ampliamente el origen de sus obras y reconocía cabalmente la autoría a sus creadores. 22
  • 23. También es de interés que en materia literaria, como con las arreglos de los cuentos infantiles, mucho de su reconocimiento se centraba más bien en su pericia como traductor. No en vano Marcelino Menéndez y Pelayo dijo de sus interpretaciones “No las hay más valientes y atrevidas en nuestra lengua. Célebres siguen siendo sus traducciones "El poeta moribundo" de Lamartine, "El Soliloquio de Hamlet" de Shakespeare y "El episodio de Laocoonte". Los anteriores elementos pueden llevar a considerar la inclusión de la obra de este autor para los fines de este trabajo, pero por grave que sea la objeción, hay un hecho insoslayable, y es la declaración, en 1905, de Rafael Pombo como Poeta Nacional. La importancia de esta distinción no se limita al prestigio que confiere, sino en la identificación que hace todo el pueblo colombiano con uno de sus vates más ilustres. Se puede objetar que tal designación fue conferida por una reducida élite intelectual que podía estar pensando en sus propios intereses, y que, además, dominaba un país con una elevada tasa de analfabetismo, en la que la mayoría de las personas probablemente no conocía poesía alguna. La pregunta que se debe hacer ante estos inconvenientes es, qué permite equiparar el pensamiento y las perspectivas de Pombo, para que coincidan tan cabalmente con la mentalidad de un país, para que pueda ser confirmado como el poeta nacional. Para reiterar esto en 1912 se expidió la ley 87 del 16 de noviembre, por la cual la República honraba la memoria de Rafael Pombo como gloria de las letras colombianas. En ella se dispuso también la publicación de sus obras por cuenta del Estado. Así pues, se pueden extender las analogías hechas con el papel de la poesía como faro en este mundo para la existencia humana, con las posturas sociológicas que buscan establecer el modo en que los individuos se ubican a través de representaciones e imaginarios colectivos. Por ello, tal como se busca en la historiografía y en la ciencia social elementos que puedan servir como denominadores de la identidad, se inquiere en las facultades de la totalidad de una obra a la que se le declara, manifiestamente, (y hasta con coronación en el teatro Colón), como la propia de todo un pueblo para 1912. Al tomar como asidero la obra de Pombo, y si se está de acuerdo en que el tratamiento que dio los temas armonizaba con el que reinaba en el país en esa época, se prueba que el trabajo interpretativo para éste y para los demás poetas, debe comenzar por una pesquisa de las cuestiones cultivadas por ellos. Como efecto se tiene el resaltar la facticidad de que al contemplar un objeto artístico “Nos encontramos, al fin, entre la comunicabilidad del arte y la inteligibilidad de la ciencia mezclando aspectos del indeterminismo creador con el determinismo explicativo”.42 Uno de los temas que se plantea como constante en las poesías de Rafael Pombo es la relación del hombre con Dios, y el significado existencial que esto 42 ALONSO, Luis Enrique, La mirada cualitativa en sociología, una aproximación interpretativa, Editorial Fundamentos, p. 31, 1998. 23
  • 24. contiene. Tal duda, por supuesto, no es exclusiva de este autor y se encuentra presente en infinidad de escritos, siendo frecuente, también, en los otros poetas que se tratan aquí, lo que resalta es la insistencia de Pombo sobre dicho asunto. No hay prácticamente una poesía en la que no se mencione al creador, y la mayoría de las veces posee la connotación de que en su ser reside un asidero para que el hombre encuentre algún sentido a su fatigosa existencia. Los vigorosos dioses en los que pensaba Nietzche no son análogos con el consuelo, y las angustias de este poeta, que busca acallar sus afanes en una placida calma en el seno de Dios. Muchas explicaciones se pueden buscar para tratar de entender su personalidad, pero se precisa que mucho de su desarraigo encontró como fuente la figura de su padre, Lino Pombo. El Predecesor mucho más enérgico que el hijo, actuó como político, académico, diplomático y hasta prócer de la independencia bajo las ordenes del general José María Córdoba; convirtiéndose en una portentosa figura que se opuso a que Rafael fuera poeta e inclusive lo obligó a estudiar ingeniería. Años más tarde, y con cierto laconismo ante la decisión de Rafael de inclinarse por las letras se limitó a decir: “Pues poeta serás aunque después te pese”.43 Con tales antecedentes, se rastrean aquellas dudas que trató de explorar en su obra, y con las que parece coincidir y apreciarlas como excelsas el pueblo colombiano. Para aclarar esto hay un ejemplo que puede ser de uso, y es la imagen de la barca que en el arte figurativo y en especial en la pintura suele representar, según el fondo que le corresponda, una vida que se encuentra a la deriva, y que bajo un cielo diáfano o con una tempestuosa tormenta, o con cualquier otro elemento, indica el momento por el que cruza el artista. De este tipo de figuras se valió Pombo cuando escribió su poema intitulado Al remo, en el que para su barca traza lo siguiente: Y remar! que si el mundo te acribilla Tu obra, tu amor, tu mundo te conforte; Ni hay mal que el tiempo aligero no acorte Cual borra las visiones de la orilla.44 Así, ante esta vida que no promete particularmente mucho más allá del goce del arte que tanto le censuró su padre, lo que se plantea como salvación se relaciona con la virtud y con el amor. Al final del poema se expone el desenlace que aguarda de la vida Pombo. Que al derrumbarse tu onda en el abismo Quien te aguarda no es él, sino Dios mismo: Dios, que sordo a gruñidos de blasfemo Te oyó invocarlo humilde al son del remo.45 43 POMBO, Rafael, Op. Cit., p.16 44 Ibid p. 202 45 Ibid p. 202 24
  • 25. Estos versos son presentados a modo de exponentes de los sentimientos que guardaba este poeta ante la vida, obviamente en su brevedad no se puede resumir el dilema existencial que vivía, pero si hay en ellos, así no sea de manera explicita, muchas claves. Además de la referencia a la barquilla que es su vida y de su culminación en Dios, es curioso que estas líneas fueran redactadas justo el día de su cumpleaños número sesenta y seis en 1904, por ende, como hombre ya maduro y con lo que parece una absoluta certeza de lo que le restaba por vivir. Cabe añadir, como dato biográfico, que Pombo ya estaba recluido voluntariamente en su habitación y que sólo la dejó para el reconocimiento otorgado como poeta nacional. Este retraimiento sólo acabó de confirmar las intuiciones que venía desarrollando desde siempre en sus producciones, en las que parece no aguardar mucho por encontrarse con Dios, así esto le signifique la muerte. Con los versos citados y con muchos más que se pueden traer a colación, es viable admitir, como tema, la relación humana con Dios y el amparo que éste ofrece. Estas disertaciones entran en el ámbito de la fe, que, como tal, y sobre todo a finales del Siglo XIX y principios del XX, guardaba una extendida polémica con su considerado antagonista, la ciencia. Aquí se advierte una cuestión que inquietó enormemente a este poeta bogotano, y que era la gran discusión de aquel tiempo, que aun en la distante y escondida capital hacía llegar sus ecos. Con esto se tiene un nuevo tema, que puede recibir este apelativo dada la constancia con que se manifiesta en los escritos de Pombo, y es la relación entre la fe y la ciencia. La postura asumida, y que se hace manifiesta en muchos lugares, siempre adopta al fervoroso contra el escéptico, al creyente sobre el ateo, pero en especial al místico contra el científico. Tal dicotomía puede entenderse desde dos perspectivas que son complementarias, pero analíticamente diferentes. La primera, a partir de la vida personal de este poeta, su desarraigo y la urgencia por encontrar una certeza tan confortante como la de Dios. Su niñez fue marcada por la necesidad de satisfacer a su padre que le expresó muchas veces su inconformismo con términos semejantes a estos. “Te gustan todas las artes: la pintura, la música y la poesía. Semejante dispersión del ingenio me parece sencillamente detestable”.46 En segundo lugar están los acontecimientos de orden colectivo que pudieran marcar una influencia en su fervor. Uno de estos eventos es la conversión que tuvo el país desde el Radicalismo Liberal hasta la denominada Regeneración. Es de suma importancia tener en cuenta que gran parte de esta transformación se dio por los graves reveses económicos que desde la constitución de 1863 tuvo los Estados Unidos de Colombia, y que llevó a la centralización y a muchos otros cambios, siendo de capital relevancia los que se consideran 46 POMBO, Rafael. Op cit. p. 9 25
  • 26. como ideológicos. Dada la amplitud del concepto de ideología me permito explicarla, para los fines de este ensayo en su significado más tradicional, es decir, como un complejo de conceptos y creencias que incluyen aspectos religiosos, morales, jurídicos y políticos según la definición de Louis Althusser 47 . Así pues, y como es evidente en el nombre que se le otorga al movimiento conservador, la Regeneración, consistió en una vuelta a ciertos valores estimados como absolutamente validos por sus entusiastas. Por tal motivo sus corolarios guiaban no sólo una orientación política sino que se extendían al comportamiento de sus miembros y, posteriormente al llegar éstos al poder se impusieron en todo el país. Lo que más interesa acá son las concordancias que hicieron que todo un aparato ideológico como el que se planteó en la Regeneración, coincidiera tanto con la postura de Pombo para que se adoptara a éste como el poeta de Colombia. Es de allí que los temas y el manejo que se le dio a éstos tengan tanta importancia, especialmente lo que se refiere a la oposición entre fe y ciencia, teniéndose que enfatizar enque no se limita simplemente a inquietudes personales, sino que son también reflejo de varios procesos sociales del momento. No se argumenta que la reticencia de Pombo hacia la ciencia se debiera simplemente a una rebeldía contra su padre, o a que tuviera una visión piadosa de la vida dado un provincialismo, caso que se desmiente con su larga estadía en Nueva York. Lo que se expone es, que además de sus vivencias hay todo uno desarrollo histórico que termina influenciando y abalando su pensamiento. Acerca de este dilema, basta acercarse a una de sus poesías más celebres, Alpha y Omega, de 1857, en la que está condensada gran parte de su postura: 47 Véase Ideología y aparatos ideológicos de Estado, Freud y Lacan. 26
  • 27. Sólo la fe no erró; nunca burlada, a ninguno burló, y ella, solo ella, salió triunfante al fin de la jornada.48 Varias décadas más tarde en 1898, haciendo un crítica categórica a la erudición que no se preocupa mucha por la existencia de Dios, viene lo siguiente: Lo posible, lo real, es el imperio Del sabio y sus microbios, de lo inmundo Bestial o humano; y de su contra, el santo.49 Con estos versos se busca acercarse a una perspectiva de la vida en la que la fe ha de ser la guía en la vida del hombre. Se llega a inferir no que Pombo odiara necesariamente a la técnica y a sus artífices, sino que le concedía mayor importancia a la practica de su religión. Por lo anterior, no se puede descuidar el hecho de que este poeta tuvo en varios momentos profundas dudas acerca de Dios, problema que se evidencia sobre todo en un escrito titulado La Hora de Tinieblas que puede ser considerado hasta blasfemo. ¿Quién te hizo dios? ¿Por qué, di Cómo, dónde y cuándo vino Privilegio tan leonino A corresponderte a ti? ¿Por qué no me tocó a mí Ese poder de poderes? ¡Ay! siendo lo que tu eres No fuera el mundo cual es, O aplastara con mis pies Tan triste enjambre de seres50 A pesar de tal desgarramiento es ésta una excepción que termina por confirmar un hecho conocido, y es que este tipo de inquietudes las sufren hasta los más creyentes. El convencimiento de Pombo es tan fuerte que sirve hasta de guía para futuras generaciones que encontraron es sus escritos las máximas pedagógicas que buscaban orientar la infancia; recuérdense los celebres Cuentos Pintados y Cuentos Morales para Niños Formales que fueron populares en Colombia y toda Latinoamérica. Un hecho interesante es que este mismo convencimiento que se encarna en la personalidad de Rafael Pombo parece haber sucedido con la Regeneración y sobre todo, en sus reformas ideológicas. Un camino en que se nota esto, es 48 POMBO, Op cit, p. 112 49 POMBO, Rafael, Op cit, p. 50 Ibid, p. 77 27
  • 28. haciendo el paralelo entro lo que los libros y fábulas infantiles de este poeta y su intención de guiar a los niños acorde al pensamiento católico, y las acciones del gobierno en esta misma materia. Como antecedente histórico está en el Concordato celebrado el 31 de diciembre de 1887, la insistencia en la educación, por ello en el Artículo 12 de tal acuerdo se establece que: En las universidades y en los colegios, en las escuelas y en los demás centros de enseñanza, la educación e instrucción pública se organizará y dirigirá en conformidad con los dogmas y la moral de la religión católica. La enseñanza religiosa será obligatoria en tales centros, y se observaran en ellos las prácticas piadosas de la religión católica51 . Con lo propuesto por el Concordato, se corrobora que en la Regeneración hubo un genuino cambio ideológico que buscaba guiar a toda la nación a través de la conjunción de las leyes y la fe. La poesía de Pombo en buena medida anticipa esto, no simplemente por sus creencias, y su fervor católico, también por referencias constantes a temas políticos en los que deja en claro, muchas veces, el lugar que el hombre debe ocupar en la sociedad. Su visión recuerda no sólo la subordinación del hombre ante Dios, sino la obediencia de todo el complejo de la sociedad hacia el creador. Las poesías de Pombo tienen una dimensión que incluye reflexiones sobre la sociedad, y que en materia estética, están circunscritas en el modelo romántico. Por tal, hay varios elementos que son comunes con muchos otros pensadores de esta misma corriente. Uno de ellos es la alusión el pasado, como una realidad perdida pero cargada de belleza, que el bardo en su sensibilidad gusta de rememorar y elogiar. Las antiguas tradiciones y los contenidos que podían tener en mente personajes como Schelling o Byron, no pueden ser los mismos que mantiene un pueblo con una historia tan breve como la colombina, de allí que la atención se traslada de épocas y lugares perdidos a la aún reciente emancipación de la corona española. Por ello la personalidad de Bolívar es constantemente exaltada, junto con toda la campaña libertadora que se libró. Este tema viene a coincidir con otros que son típicamente románticos, como el caso de cierta exaltación a la belleza del paisaje, pero lo que prima sobre todo es la contemplación que Pombo hace de sus sentimientos. No por la primacía de versos que narren las angustias en las que estaba inmerso este poeta, se deja de localizar un nuevo tema, y es el del patriotismo y el modelo moral de nación que se evidencia. Por ejemplo le dedicó una extensa poesía a Antonio Nariño, prócer que además de su importante papel en la Independencia, tuvo una gran simpatía por el centralismo sistema que enfatizó la Constitución de 1886. Por ello, en este mismo año, Pombo redactó 51 SANTOS, Molano Enrique (compilador), Documentos para entender la historia de Colombia, LEY 35 de 1888, (Aprobación del convenio celebrado entre la Iglesia y Estado, denominado Concordato), Editorial Planeta, p.211, 2000 28
  • 29. en un fugaz periódico llamado El Centro, numerosos artículos exaltando el sistema centralista del cual se reconoció como un entusiasta. Hay que recordar que Bolívar y Nariño tenían esta perspectiva de gobierno en común, dado que el Libertador, en efecto, buscaba un gobierno mucho más cohesionado que lo que tenían en mente muchos de sus pares, en especial Santander. Por ello no es casualidad que Rafael Pombo ponga juntos a estos dos defensores no sólo de la independencia, sino de la concentración del poder, como lo hace en los siguientes versos: Voló tu nombre a unirse al de Bolívar, Al del coloso de quien antes eras Ya insigne hermano, en la visión sensata De libertad y Patria en medio del vórtex De insensatez que rábida, os circunda52 ; No es muy difícil imaginar de qué tipo de sensatez se está hablando cuando equipara la figura de estos dos personajes, siendo la de la unidad nacional. Para no incurrir en una sobreinterpretación, dan prueba de esto las palabras con las que termina la mencionada poesía dedicada a Nariño: Del capitolio a la anchurosa puerta Alzaos en bronce inconmovible, Oh Genios De la Patria unidad, harto hoy menguada53 Para concluir la elucidación del tema de la unidad nacional en la poesía de Pombo, hay que tener en cuenta otra de sus pasiones, la música. Ya se han hecho varias referencias a la relación de estos dos géneros, pero en el caso de este versista, se da la unión de letras no sólo cargadas de lirismo también, de un marcado nacionalismo. De tal manera que este artista, dada su vocación pedagógica, hace varios bambucos en los que invita a sus conciudadanos a exaltar las bondades de su tierra y de su gente. Así pues, son generalmente jocosas rimas que incitan a la gente a departir y a disfrutar bajo el amparo de un tierra pródigamente generosa. Es por ello que en uno de sus bambucos que nombró como el patriótico dice lo siguiente: Yo soy de Colombia entera; De un trozo della, jamás; Y ojalá más grande fuera, Que así me gustara más.54 En estas poesías, y en las ya citadas, hay un claro contenido político que da 52 POMBO, Rafael, Op cit. p. 172 53 POMBO, Rafael, Op cit, p.175 54 POMBO ,Rafael. Bambuco Patriótico. En: Hojas de Cultura Popular Colombiana No. 10, Bogotá: Imprenta Nacional, 1951. 29
  • 30. muestra de la posición que mantiene hacia el orden moral y legal que tiene en mente. Muchas veces, como en la cotidianidad, estos dos ámbitos se confunden y resultan en disertaciones en las que no se distingue claramente si se está censurando una falta contra el decoro o contra las leyes. Un ejemplo de todo esto es su crítica a los Estados Unidos, lugar en el que a pesar de cumplir por largo tiempo una labor diplomática (cerca de siete años), censuró su estilo de vida y la ilegalidad de su proceder con otras naciones. Los americanos le merecieron en una poesía del mismo nombre el apelativo de filibusteros en la que, como la palabra lo índica, se exalta su cualidad de saqueadores y oportunistas a la hora de tomar lo que no les pertenece. Tal obra comienza así: Venid a conquistarnos, vosotros, heces pútridas De las venales cárceles del libre septentrión; Venid, venid, apóstoles de la sin par República Con el hachón del bárbaro y el rifle del ladrón.55 Estos versos fueron escritos en Costa Rica en 1856, estando Pombo como enviado de Pedro Alcántara Herrán, resolviendo un litigio de fronteras con este país. En ese mismo año gobernaba en Nicaragua el estadounidense William Walker, personaje que en ese periodo fue depuesto por la vía armada, por el presidente costarricense Juan Rafael Mora. En el poema citado, Pombo no se limita a atacar las ambiciones expansionistas que pudiera representar el proceder de Walker, sino que con ironía rechaza, como lo expone al final de una de sus estrofas “...la misión beatífica de americanizar”. Por ende se nota el rechazo por el estilo de vida Norteamericano, que va en contra de su visión de la sociedad inspirada en los mandamientos de Dios. Esta manera de ser afecta sobremanera a este poeta, tanto así que llega a entristecerlo lo suficiente para afirmar, tras su arribo a Nueva York en 1856 lo siguiente: “Aquí no hai afecto, aquí no hai hogar de familia o de amigos, aquí no hai vida de corazón – y fuera de esto qué es la vida?” 56 Esta crítica a la idiosincrasia anglosajona se encuentra varias veces, de manera conjunta, con una de las pasiones de Pombo, las mujeres, tema que es constante en poesía pero que referida a las estadounidenses no las deja de juzgar con ese tono moral que caracteriza toda su obra. Los versos finales de su poesía intitulada Las Norteamericanas sintetizan buena parte de sus opiniones. Todo es pasión y vida bajo su frente angélica Como en sus altas cóleras el espantoso río. ¿Su corazón? ¡Miradlo, oíd clamar sus víctimas En ese abismo oscuro... sordo... insaciable... frío...!57 Sobre este asunto hay que recordar que las mujeres y el amor es el gran tema en el que Pombo se destacó, y por el que se hizo más conocido después de las 55 Ibid, p. 102 56 VÁCHOVÁ, Jana, p.11 57 POMBO Rafael. Op. Cit., 30
  • 31. obras infantiles. Así que su estudio no puede ser relegado simplemente a la indignación que le producían las más liberadas ciudadanas del norte y sus costumbres. Prácticamente no hay antología que no incluya sus obras sentimentales, Alpha y Omega, Noche de Diciembre, o Edda, por ejemplo en la reconocida selección de Simón Latino bajo el nombre Poetas de ayer y de hoy vienen éstas obras, y una semblanza a cargo de Antonio Gómez Restrepo que expresa la postura que Pombo mantuvo hacia el amor. Pombo, como otros grandes poetas, enamorados rendidos del “eterno femenino”, pero a quienes emponzoñó el deseo de no poder cautivarlo... Pombo, amante eterno, que al cabo murió célibe; pero fué caballero hasta el fin; y ya en su edad madura, en vez de lanzar invectivas contra sus amores pasados e irrevocables, hacía de su recuerdo la luz de sus años caducos...58 Éstas palabras sirven para acercarse a la atormentada personalidad de Rafael Pombo, y a su pasión por las mujeres y el amor. En todos sus poemas sobre este tópico se nota el dramatismo que está en posición de hacer finito lo infinito como lo dicen sus versos. No obstante, sus elevadas prácticas morales, su personalidad introvertida; y por qué no afirmarlo, su fealdad, no le facilitaban establecer contactos con otras personas y, sobretodo con el sexo opuesto. El amor, por tanto, al igual que los otros temas, son en el estudio de Rafael Pombo inseparables de su personalidad, el cual es entendido por él de una manera cortesana y hasta caballeresca. El abismo existente, por ejemplo, con un poeta como Barba Jacob, no se limita a los cincuenta años más joven que era el autor de la Canción de la vida profunda, sino a un profundo cambio generacional y estilístico. Mientras que Pombo exaltaba de casta manera un amor ideal que seguramente no llegó a consumar físicamente, Silva era ya un tanto más explícito en sus conquistas, Flórez también, y Barba Jacob, sin eufemismos, declaraba sus relaciones homosexuales. Acerca del tratamiento dado por Pombo al amor, pueden parecer ahora sus opiniones ingenuas, mojigatas, o hasta misóginas según el caso, pero es insoslayable el hecho de que éste escritor tomó la vocería poética del país por varios años. Por ende, los temas estudiados: la fe, la moral, la política y el amor son los mismos que encontraron un eco y fueron avalados por un gran sector de colombianos que, al igual que Pombo les dieron como contenido correspondiente: el amor a Dios, el catolicismo junto a la unidad nacional, y al amor cierta hidalguía. Son estos y probablemente muchos más factores los que se recogen en la obra de este poeta y en el mismo desarrollo de este romanticismo tardío y del establecimiento del conservadurismo, no obstante, la llama de una generación ha de pasar a una nueva, y esto involucra generalmente cambios. Pero, por 58 GÓMEZ Restrepo, Antonio. Rafael Pombo. En: Poetas de Ayer y de Hoy, selección de Simón Latino, Tomo No. III, Editorial La Gran Colombia, p 116, 1991 31
  • 32. ahora, y antes de estudiar el caso de otro poeta, parece pertinente proponer que la poesía de Pombo ha de ser concebida como un legado en el que a pesar de cierto anacronismo y mucha versificación temática, hay un retrato de una sociedad conservadora que al igual que el temperamento de Pombo, es reacia a asumir nuevos cambios. Es de mucho interés el analizar cómo las reformas liberales fueron simplemente inaplicables en el desarrollo de nuestra nación, y que su inconsecuencia probablemente se debió a lo que se puede asimilar como la personalidad de nuestro país. Lo individual y lo colectivo obviamente no son transposiciones directas, pero el uso de analogías le otorga a Rafael Pombo un lugar como uno de los más lúcidos transcriptores de las inquietudes del momento en el que le tocó vivir. Esto se debe a que en la lucha por superar sus inquietudes, se dio una identificación favorable por muchos colombianos que supieron darle provecho a su obra y que coincidieron en una perspectiva más estática y moralista de la vida. El siguiente poeta que toma la vocería de nuestra nación lo hizo, como muchos otros escritores, no en el lapso de su corta vida, sino en el generalizado reconocimiento que le supieron dar años después de su muerte. José Asunción Silva, nació poco más de treinta años después de Pombo, también en Bogotá, en el año de 1865. Se convirtió en un autor con amplio reconocimiento, especialmente el internacional que lo considera como el mejor de bardos colombianos, y por tanto un referente ineludible. Esto se logró, sobre todo, por sus elevadas facultades poéticas y por ser, junto a Rubén Darío, uno de los precursores del Modernismo. La vida de este personaje está generalmente mediada por un halo de misterio y hasta de leyenda, condiciones que se dieron a pesar de su breve existencia. Está el caso de su supuesto amor incestuoso con Elvira, su marcada belleza que le valió el apodo de “José Presunción”, y hasta el naufragio del barco proveniente de Panamá, que contenía, según dicen, más escritos, sobre todo en prosa, que los que conservamos de este escritor Bogotano; también está su fascinación por la noche, y, obviamente, su trágico suicidio que término probablemente con el más grande poeta que haya conocido esta sociedad. La cuestión ahora por dirimir está entre la leyenda que plantea su personalidad sumada a las cumbres estéticas que alcanzó su obra, y a añadir más caracteres a la personalidad de Colombia en aquel entonces. En primera instancia está el relevo dado por él al romanticismo. No hay una evolución planificada y creacionista, ante los precedentes españoles como Bécquer o Campoamor, o del mismo Pombo, para acercarse por afinidad a posturas más simbolistas, lo que parece haber ocurrido es que Silva halló paulatinamente su propio estilo. Sin negar las influencias que recibió de sus viajes a Europa siéndole éstas provechosas e, inclusive, dejándole amistades como la de Oscar Wilde. Sus afinidades parecieron ser más inclinadas por un escritor como Edgar Allan Poe, que por el mismísimo fundador del Modernismo. Junto con Rubén Darío se considera a Silva uno de los fundadores de este 32
  • 33. movimiento, pero la autonomía y originalidad de éste último parece no estar sujeta a las denominaciones estilísticas que encasillan, no pocas veces, a los escritores en categorías. No obstante, hay varios elementos que corresponden con la actitud modernista, y es cierta enajenación hacia la realidad, y un marcado desdén hacia ésta que se manifiesta en tópicos que evaden lo inmediato de la existencia. Se fija el interés en cuestiones como el preciosismo, el exotismo y la alusión a mundos místicos, reflejados en composiciones ricas en el uso del lenguaje. Hubo en Silva un raudal expresivo que superó, por mucho, la rigidez de sus antecesores y el formalismo clasicista que solía invadir los versos de los poetas románticos, en su lugar se encontró una reforma verbal en el vocabulario y en la sintaxis misma. Todo lo anterior conlleva a que en las obras consideradas como modernistas, sea justa o no la especificación, haya un carácter en el que la mayoría de los críticos puede coincidir y es la primacía de la subjetividad. Para observar esto, basta comparar los temas sobre los que escribe por ejemplo Pombo, en comparación con lo que hace Silva. Mientras que el primero recuerda a Bolívar, a Nariño, al país, a su tierra, y en general la situación de todo el entorno en el que le tocó vivir, haciendo incluso alusiones a la situación política de otras naciones como las de Centro América, no hay insistencia ni versos de este estilo en Silva. Por el contrario su atención se centra en cuestiones más estéticas, hasta metafísicas se puede decir, en las que se oye más una crítica a un filósofo como Schopenhauer, del cual en algún verso afirmaba el poeta bogotano ser su discípulo, que alguna referencia a la situación del país. De esto no se deduce que la valía de la poesía de este autor sea proporcional a su preocupación por cuestiones sociales, lo que se afirma, es que su descuido por estos temas encuentra cierta explicación en el seno de su propio hogar. El padre de Silva, don Ricardo, era además de un acomodado hombre de negocios un literato que era reconocido por escribir artículos costumbristas, y que quiso inculcar en su hijo su amor por las letras. Caso distinto era el de Pombo que, bogotano y proveniente también de una familia prospera, su vocación por la escritura fue vista con recelo por sus padres. También, para el caso de Silva, estuvieron sus viajes a Europa en los que conoció más de cerca los movimientos de la época, dando así rienda suelta a su vocación por la literatura y absorbiendo con avidez elementos que influirían en sus escritos. Otro punto, es la popularidad que tuvo entre los contertulios y veladas en las que se dieron cita los intelectuales de la época, en causeries que eran el centro de debate y en las que ganaron gran prestigio su erudición y sus andanzas. En resumen, la actitud que mantuvo Silva hacia el arte era por demás exaltada en su desarrollo personal y, a pesar de ser Secretario de Legación como Pombo pero ejerciendo en Caracas, su compromiso con la realidad del país nunca fue una necesidad para el autor. Se puede citar alguna simpatía por las poesías de Rafael Núñez que le merecieron comentarios elogiosos de parte del bogotano, no obstante, y ante la “inorgánica” y rígida composición de este presidente, 33
  • 34. todo parece apuntar a que se trataba de un simple intento de asegurar la simpatía de personajes influyentes que le granjearan un puesto oficial como lo era el de Legación. A pesar de que no haya una marcada preocupación por la realidad colombiana, la obra de Silva tiene excepciones con mucho que decir. Esto no tanto de la situación que generó todo el proceso de la llamada Regeneración, sino acerca de la cotidianidad de la vida en la capital del país, y de lo que debió ser el discurrir de las personas en el momento analizado. Se destaca así, un prólogo para el álbum hecho a la memoria del padre León. Este texto introductorio es un retrato que mostraba en la figura de dicho eclesiástico, caracterizada por mostrar la singular personalidad de un Agustino recoleto que, representó en su persona la vida de la Santafé del último tercio del Siglo XIX. Así, en un aparte del mencionado escrito se dice del discurrir de la capital, en aquel momento lo siguiente: “el lujo de la Bogotá de hoy, de la ciudad de las emisiones clandestinas, del Petit Panamá y de los veintiséis millones de papel moneda...”59 Como se nota en estas líneas hay cierta indisposición hacia lo que parecen ser las transformaciones en una ciudad que, para aquel momento, parecía estar sufriendo varios cambios. Esto se confirma con la próxima pregunta que le hace Silva a la capital y que sintetiza lo que parece ser el advenimiento de muchas novedades que no son de su gusto, y que se sitúan en el traspaso de lo tradicional a lo moderno. ¿No vienen siendo las figuras como una viva imagen de la época de transición que atravesamos, como los dos polos de la ciudad, que guarda en los antiguos rincones restos de la placidez deliciosa de Santafé y cuyos nuevos salones aristocráticos y cosmopolitas, y cuya corrupción honda hacen pensar en un diminuto París?60 Con estas líneas se nota que Silva más que nada, mantenía cierta prevención hacia los cambios que irrumpían en la Bogotá de su momento. Estaba el Siglo XX a la vuelta de la esquina con la tumultuosa irrupción que implicaba el progreso, y este poeta, en el texto estudiado, encuentra una oportunidad para mostrar su postura ante el advenimiento de una nueva ciudad. Por ello expresa la nostalgia que le produce su ciudad, fijándose en una figura que ya parece un tanto olvidada, como es la que encarna el mencionado presbiterio. Con estas inquietudes, se deduce al primer tema inferido de esta poesía, y es el de la añoranza que le produce su niñez, y la melancolía de verla perdida. Esta cuestión, se refiere a la más profunda subjetividad de este poeta, y encuentra un extraño correlato psicológico en su también obsesión por la 59 SILVA, José Asunción. El Paraguas del Padre León. En: Hojas de Cultura Popular Colombiana, Bogotá No. 20, Imprenta Nacional, 1952. 60 Ibid. (Texto sin paginación) 34
  • 35. muerte. El pasado perfuma los ensueños Con esencias fantásticas y añejas Y nos lleva a lugares halagüeños En épocas distantes y mejores; Por eso a los poetas soñadores, Le son dulces, gratísimas y caras Las crónicas, historias y consejas Las formas, los estilos, los colores, Las sugestiones místicas y raras Y los perfumes de las cosas viejas61 Para analizar lo planteado hasta acá, hay una poesía en especial en la que parece conjugarse la nostalgia por las cosas antiguas y los tiempos perdidos, con la extraña fijación, de la niñez y la muerte paralelamente. Esta condición es notada por varias personas, por ejemplo leemos en un prólogo hecho por Miguel Unamuno, lo siguiente: “El amor a la infancia y el amor a la muerte se abrazaron en Silva, y ¿quién lo sabe? -sólo Dios- tal vez se cortó la vida por no poder seguir siendo niño en ella”.62 Ahora, y volviendo al ejemplo por citar, hay que mencionar que el poeta bogotano no expone sus pensamientos de una manera aleccionadora como Pombo. Su labor es la que se expuso con Heidegger como la del versista, es decir, encontrar en las cosas rastros de divinidad o, más sencillamente, de belleza que escapan a nuestra atención. No guarda su memoria de la ventana la vetusta historia y sólo en ella fija la atención el poeta63 Nuevamente, ahora con un objeto particular como lo es la ventana, se evidencia la añoranza que tiene Silva por el pasado y la nostalgia que éste le produce. También incluye otra inquietud, tal como lo hizo con el escrito del sombrero de Padre León, y es la correlación entre la infancia y la muerte. Por ello se lee al final de esta poesía esta estrofa: ...Tal vez mañana cuando de aquellos niños queden sólo las ignotas y viejas sepulturas, aún tenga el mismo sitio la venta.64 61 SILVA, José Asunción, Op. Cit, 62 Ibid. p. 21 63 Ibid p. 159 64 Ibid p. 159 35