Este documento describe la experiencia de una persona en un diplomado de gestión y liderazgo. Relata cómo al principio tenía juicios negativos sobre el curso, pero luego se sorprendió al descubrir que trataba más de terapia que de temas administrativos. Aprendió sobre conceptos como estados de ánimo y juicios. Reconoció que no sabía pedir, conversar con clientes ni interactuar con otros, y que esto limitaba su crecimiento. El diplomado le ayudó a superar sus limitaciones y ahora puede conversar más fácil
1. Esto es lo más cercano a una titulación universitaria que
he tenido en la vida. Y no porque haya tenido
impedimentos para hacerlo, sino que mis juicios no me
dejaban creer en mis capacidades y la inseguridad me
inmovilizaba…., tanto así, que cuando me gradué de
Secretaria, preferí que me enviaran el título por correo
para evitarme la incomodidad de interactuar con
gente……
Todo este proceso de aprendizaje ha sido un
descubrimiento impresionante. Cuando me invitan a
participar en un diplomado de Gestión y Liderazgo, mi
primer juicio fue “otro curso más”, “ojala que no sea una
pérdida de tiempo como otros” y los juicios no se
aquietaban en mi mente, bloqueando toda posibilidad de
esperanza hacia algo positivo.
Cuando fui a la primera clase, asistí con mucha curiosidad
por ver que se trataba, había delante de mí un personaje
muy particular, no era precisamente el típico profesor que
uno encuentra en estas capacitaciones, sino todo lo
contrario. Más que una clase de contabilidad básica o
administración, esto parecía una terapia de shock.
Entre los alumnos presentes nos mirábamos incrédulos,
nos hablaban de juicios, que sintiéramos desde la guata, a
cada juicio que hacíamos este personaje nos instaba a
hablar en voz alta, con micrófono, con un telón donde
veíamos nuestras caras llenas de vergüenza e
incomodidad. Nos reíamos de nervios por lo que pasaba y
no entendíamos nada, preparen el cuerpo nos decían…
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2. Aparecen muchos conceptos como: Chauchas…, los
pedidos, las promesas, los estándares, los loop, las
interpretaciones, que había tipos de lenguajes, la identidad
pública, hasta que llegamos a los estados de ánimo, y supe
reconocer que algo me estaba haciendo sentido, reconocí
entonces que eso era mi primera chaucha.
Aprendí que los estados de ánimo son una amenaza si no
los reconocemos y no somos capaces de cambiarlos. Un
día me sorprendí de manera casi ridícula haciendo muecas,
caminando en círculos como enferma de la cabeza en las
clases de teatro. A estas alturas del diplomado, ya no me
preguntaba cuando nos enseñarían administración o
contabilidad, la primera gran chaucha ya la había
asimilado y descubría otra nueva, no me conocía y no me
reconocía, fue emocionante ese momento, a estas alturas
de la vida y no sabía quien era o lo que quería, sabía que
era microemprendedora y hacía chocolates. Me agradaba
asistir al diplomado y esperaba con ganas las clases, lo
mismo que a las tutorías, donde se generaron fuertes lasos
de amistad entre nosotros.
Pero esto no era todo, faltaba más, mucho más, descubrí
que no tenía tolerancia a los juicios, siempre lo sentí como
un ataque personal, al cual tenía que hacerle frente y
pelear, o bien dejarme indefensa frente a mi oponente y le
daba autoridad a todos quienes me hacían juicios, y las
tomaba como verdades absolutas.
Después descubrí que no me gustaba hablar con la gente,
que cuando tenía un cliente frente a mi lo atendía lo más
rápido posible para se fuera lo más pronto que pudiera,
para no sufrir esa incomodidad de hablar con un
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3. desconocido, porque lo más importante era que me
comprara, yo no estaba para escuchar problemas ajenos,
tenía suficientes con los míos.
Grande fue mi sorpresa cuando comprendí que la venta era
una conversación, que tenía que conversar con la gente,
que con cada conversación habría mundos, posibilidades
para mi, no importaba a quien tuviera en frente, siempre
había algo de que hablar, había que desarrollar la habilidad
de preocuparme de sus preocupaciones….
Después vino otra gran chaucha no sabía pedir, cuando
siempre me considere una persona clara en mis
solicitudes. Como no entienden, si es de cajón que estoy
pidiendo esto o aquello, como la gente es tan poco
avispada, si es obvio lo que estoy pidiendo…., llegué a
pensar que los hombres tenían un problema en un lado del
cerebro, o no tenían esa área desarrollada, que eran poco
sensibles, en resumen que no entendían nada.
Descubrí que no había hecho declaraciones por tanto no
tenía claro donde quería llegar.
Descubrí que la identidad pública es un bien muy
preciado, y que debo trabajarlo siempre a conciencia y
cumplir con mis compromisos, por dolorosos que sean..
Descubrí que no estaba sola en mi empresa, ojo, empresa
lo de microemprendedora a estas alturas había
desaparecido, me restaba posibilidades, era una limitante
en mi cabeza para hacerme menos competitiva y
responsable de la actividad que realizaba.
De pronto se me apareció la gente, grande fue mi sorpresa
cuando me cayó la chaucha de que no había interactuado
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4. con mis compañeros de diplomado, pero ellos tampoco se
habían acercado a mi, ellos también tenían los mismos
juicios y no nos habíamos dado la posibilidad de
conocernos, fue un remezón muy fuerte descubrir que en
mi vida había puesto tantos límites, trabas, y que de algún
modo habían limitado mis posibilidades de crecimiento y
aún lo estaba haciendo.
En fin, las chauchas fueron cayendo por montones, el
último día parecía traga monedas, comprendí entonces que
mi problema no era la falta de declaraciones, siempre
busque excusas para que alguien caído del cielo se hiciera
cargo de la administración y venta de mis productos, pues
durante todo este tiempo me negaba ha enfrentarme a la
gente, a relacionarme con ellos, a aprender de ellos, yo
solo quería hacer lo que me gustaba, estar en mi cocina
haciendo chocolates.
Hoy en día, tengo conversaciones con la gente, hago
ofertas a gente que no conozco, me atrevo a hablar con
gente que deje de ver hace mucho tiempo, y en todos
reconozco la igualdad, por más títulos que tenga, ese es un
ser humano igual que yo, que tiene preocupaciones como
yo, que tiene problemas como yo, y tiene algo que ofrecer
a los demás como yo.
Señores es tan simple simplificarle la vida a los
emprendedores, ocúpense de sus preocupaciones, este
diplomado abre mundos, que quede claro: “Este
Diplomado, no otro.
Quiero partir mis agradecimientos por una persona que
tuvo la generosidad de compartir esta experiencia con
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5. nosotros, Jaime Muñoz y el equipo de Santiago
Agroturístico, considero que fue un regalo, un regalo que
nos cambió la vida, estoy segura que nadie quedó
indiferente ante este aprendizaje, algunos en mayor o
menor grado, pero igualmente importante, aprender a ver
lo medular de las cosas.
El crecimiento de cada empresario esta dado por la
capacidad de conversaciones que tiene, pero para ello debe
conocerse a si mismo y estar bien consigo mismo. La
experiencia vivida por nuestro grupo de empresarios así lo
sintió, muchos de nosotros no sabíamos las capacidades
que teníamos y que todo dependía de nosotros mismos, de
hacernos cargo de nuestras declaraciones, y no culpar al
mundo de nuestros errores. El último día con mucha
emoción nos reconocimos en otros, entendimos la
importancia de contactarnos, de hablar, este diplomado
nos abre mundos, mundos que nos esperan, oportunidades
que esperan por nosotros… ahora es el momento, estamos
preparados, sabemos que futuro los construimos nosotros,
tenemos conciencia de que no lo lograremos solos, para
eso estamos listos, aprendimos a comunicarnos.
Quiero agradecer a todos quienes tuvieron que ver con
este diplomado, la Universidad del Pacífico, Javier,
Cristian, Bernardita, Juan Pablo, Daniel, Patricio, Ximena,
especialmente a Pepe Martínez, nuestro preparador físico,
Pepe es una persona cercana, creíble, transmite su
entusiasmo y pasión por lo que hace, nos sentimos muy
bien, al recibir este diplomado con tanto profesionalismo,
a Iván Morán, nuestro tutor quien semana a semana
después de su jornada de trabajo acá en Santiago, nos
visitaba en El Caldero para reforzar nuestras experiencias,
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6. reconocemos en ti una cuota de compromiso social muy
fuerte Iván. En fin a todos y cada uno de ustedes, muchas
gracias.
Autoridades presentes, quisiera hacerles un pedido,
permitan que muchas más Teresas del territorio tengan el
despertar que yo tuve, los empresarios del Santiago
Agroturístico se merecen la oportunidad que nosotros
tuvimos, es la mejor inversión que pueden hacer, darle la
oportunidad a la gente de que se conozca, que sepa verse y
reconocerse en otros, que las historias personales de cada
uno no sean impedimento para lograr el éxito.
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