BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
contemplar
1. Contemplar o admirar Los griegos de pupilas muy abiertas contemplaron el universo . Y a l contemplarlo se extrañaron de que hubiera orden a pesar de su movimiento incesante, tanto físico (de un lugar a otro) como cambio (el nacimiento, desarrollo fisiológico, psicológico y ético, y la muerte). Por eso llamaron «cosmos» («orden, ornamento» en griego) al universo.
2. Contemplar o admirar En ese propio instante, según Platón y Aristóteles, del thaumazein («admirarse», griego) brotó el ver y conocer filosófico. Este es, en el fondo, el ori-gen de todo conocimiento, también del alcanzado mediante la investigación científica. Este es asimismo el origen de este libro. He «mirado» el mundo y sus cosas al mismo tiempo que «admirado» su realidad, su multiplicidad y su proceso evo-lutivo. Es el doble significado del mirari latino, de donde proviene «mirar» en español, que es mucho más que el simple «ver».
3. Contemplar o admirar No es posible contener la emoción cuando se estudia desde lo mínimo (electrones y quarks, constitutivos del átomo) hasta lo máximo (estrellas, galaxias), así como la evolución de los organismos vivos y sus vericuetos hasta llegar al hombre
4. Contemplar o admirar Francis S. Collins, líder del Proyecto Internacional Genoma Humano, premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica, añadió: «Es un día feliz para el mundo. Me llena de humildad, de sobrecogimiento, el darme cuenta de que hemos echado el primer vistazo a nuestro propio libro de instrucciones, que previamente solo Dios conocía»
5. Contemplar o admirar Comparto esos sentimientos de admiración, «asombro, sobrecogimiento, humildad, belleza, maravilla, oración» al estudiar el ADN humano, que necesariamente se desbordan en un canto de alabanza de Dios al contemplar todo el universo, que incluye el genoma humano.
6. Contemplar o admirar Dicen que el conocimiento racional de lo divino es analógico, o sea, inadecuado al mismo tiempo que adecuado. Puede decirse también analógico el conocimiento que los ciegos de nacimiento tienen, por ejemplo, del color rojo. Lo he preguntado a dos y ambos lo han relacionado con el sonido fino penetrante del violín. Hay menos distancia entre los colores y los sonidos (no dejan de ser vibraciones aunque de distinta frecuencia) que entre Dios y la inteligencia humana.
7. Contemplar o admirar Dios en sí mismo no es una re alida d evidente. Se halla lo suficientemente claro y al alcance de la razón como para que pueda descubrirlo el dotado de buena v oluntad , pero al mismo tiempo tan oscuro como para que no lo descubra quien no quiera. De ahí que el hombre goce de libertad a la hora de aceptar o de rechazar a Dios po r vía racional.
8. Contemplar o admirar El conocimiento de lo divino será analógico en el plano meramente especulativo, pero el verdadero conocimiento de Dios o se traduce en el silencio de lo inefable o, si se expresa con palabras, será doxológico (doxa, «gloria» en griego), es decir de glorificación extasiada. Francisco de Asís repite seis veces «loado mi Señor» (por el hermano Sol, la hermana Tierra, etc.) en su conocida poesía que termina con la invitación: «Las criaturas todas, load a mi Señor». Es que, con palabras de S. Juan de la Cruz: «Mil gracias derramando pasó [Dios] por estos sotos con presura y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dejó de su hermosura». [Todas las criaturas] « de ti van mil gracias refiriendo, y todos más me [el alma] llagan y déjame muriendo un no sé qué que quedan balbuciendo»
9. Contemplar o admirar Invito al lector a descubrir, leer e interpretar el libro de las maravillas y la belleza, que palpitan en el universo y en el hombre mismo. Con palabras de Benedicto XVI en la alocución citada, «'Evolucionar' significa literalmente "desarrollar un rollo de pergamino"», o sea, leer un libro. La imagen de la naturaleza como un libro tiene sus raíces en el cristianismo y ha sido apreciada por muchos científicos. Galileo veía la naturaleza como un libro cuyo autor es Dios, del mismo modo que lo es también de las Escrituras. Es un libro, cuya historia, cuya evolución como "escritura" y cuyo significado "leemos" de acuerdo con los diferentes enfoques de las ciencias, mientras que durante todo el tiempo presupone la presencia fundamental del autor que en ese libro ha querido revelarse a sí mismo.
Notas del editor
Por esto se leen frases inscritas en un vaso como ésta: "Nicóstenes me hizo". Por eso el barro recibe infinidad de formas, en las que se entretejen belleza y utilidad, en un apareamiento perfecto cuyo fin último es el acto de beber. Un acto humano que busca su fuente de inspiración en temas y formas con figuras humanas que, en el último cuarto del siglo VI, el ceramista ateniense dibuja con un punto muy fino y completa con un mayor detalle mediante el empleo de una pluma; unos detalles en los que afloran sentimientos profundos: Aquiles, en un vaso bellísimo, atribuido a Sosias, aparece vendando el brazo herido de Patroclo, y un silencioso dolor comprimido del joven guerrero inunda la escena con emotiva fuerza expresiva. Y es que el arte griego no es algo separado de la vida sino subordinado a ella. Un arte que empieza en el mismo hogar y se refleja en los actos cotidianos.