El documento presenta una carta a la ONU de un "anónimo sin derechos" que utiliza un cuento como herramienta para transmitir las necesidades humanas y hacer pensar sobre los derechos que todas las personas deben tener. El cuento describe una granja donde diferentes animales viven separados y en diferentes condiciones, planteando preguntas sobre por qué algunos tienen más derechos que otros. El autor espera que el cuento ayude a entender y responder no desde posiciones políticas o de poder, sino simplemente como personas.
1. Trabajo de los derechos humanos Mario Sánchez Nosti 4ºC
2. Estimada Organización de las Naciones Unidas (ONU): No sé decir quién soy, pues si como obrero grito por la libertad se me condena, si soy un niño se me ignora, si soy anciano me infravaloran, si soy el pueblo me bombardean, y si soy quién debo ser me recriminan. Tendría que ser otra persona... por ello he elegido mi posición, sí, soy el "anónimo sin derechos".
3. Dado que mi libertad de expresión reconocida en tantos lugares se encuentra un tanto anulada, utilizaré las únicas herramientas de las que dispongo para intentar que esto cambie: utensilios que han revestido a la humanidad con pinceladas humanizadoras, que han firmado tratados de paz históricos y que son capaces de que nuestro corazón se embadurne de todo tipo de sentimientos. En efecto, estoy hablando de un trozo de papel y un lápiz.
4. Utilizo estos elementos considerándome un transmisor de las necesidades, ya no individuales, sino humanas. No voy a ser tampoco como otros muchos revolucionarios que solo saben parafrasear, sino que voy a contar simplemente un cuento, una fábula, que puede que nos haga ver más allá de lo que los bastones de nuestros ojos nos permiten:
5. Érase una vez una granja llena de animales, pero no estaban todos juntos, de eso nada, estaban separados: Los cisnes vivían en inmensas lagunas claras, los patos dormían en sus preciadas casetas,
6. los perros cerca de un plato caliente todos los días y los cerdos en un embarrado cercado y con derecho a comida una vez a la semana.
7. Una vez el hijo menor de una madre "cochinilla" preguntó: mamá ¿por qué nosotros no comemos?, ¿por qué vivimos aquí?, ¿por qué no podemos expresarnos?, ¿por qué no podemos gritar?, ¿es que hemos hecho algo malo? La madre no respondió, únicamente pensó para sí "y es que a veces yo también me pregunto si lo hemos hecho".
8. No es mucho, solo es un cuento, yo no soy de esas personas que convencen dando argumentos que pueden ser malinterpretados, soy de aquellas personas que hacen pensar, reclamando derechos, esos que dicen que las personas deben tener, y de momento lo dejo ahí, esperando que el cuento pueda ser entendido y que se responda, no como políticos ni como ricos, sino únicamente como personas.