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PROGRAMA No. 0712
EFESIOS
Cap. 5:20-31
La última vez que nos encontramos aquí, amigo oyente, vimos el mandamiento que se
había dado a los creyentes en cuanto al Espíritu Santo. Aquí en este capítulo 5, de la
epístola a los Efesios, se nos dice que tenemos que estar llenos del Espíritu Santo. Este es el
mandamiento que se nos da. En ningún otro lado se nos dice que debemos ser regenerados.
Se nos dice que si confiamos en Cristo, “a todos los que le han recibido, a Él, a ellos se les
ha dado el derecho, el privilegio, de llegar a ser hijos de Dios”. Aun a aquellos que no
hacen nada más que confiar en Su nombre. En nosotros mora el Espíritu de Dios, y Pablo
nos dice que si no tenemos al Espíritu, entonces Cristo no nos pertenece. También somos
sellados por el Espíritu Santo. Esto es lo que Pablo nos dice en esta epístola, como ya
hemos visto, el Espíritu de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.
Luego, somos bautizados con el Espíritu Santo. Pablo les dijo a los creyentes de
Corinto: por un sólo Espíritu somos bautizados en un sólo cuerpo. Así es que esos son cuatro
ministerios del Espíritu Santo que tienen lugar en el momento en que usted llega a confiar
en Cristo.
Ahora, se nos da un mandamiento aquí, de que debemos ser llenos del Espíritu Santo.
Se nos da el mandamiento que debemos andar en el Espíritu. Un automóvil puede estar en
muy buenas condiciones pero debe tener gasolina en el tanque si quiere ir a algún lugar. Y
nosotros necesitamos estar llenos del Espíritu Santo.
TTB 4678 Página 2 de Programa No. 0712
Vimos en nuestro estudio anterior, que el creyente lleno del Espíritu debe tener ciertas
cosas que se manifiestan en su vida. En primer lugar vimos que habría gozo en su vida.
Leamos ahora, el versículo 19, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios:
19
hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones; (Efe. 5:19)
Y luego, de que habría acción de gracias en su vida; y eso es algo maravilloso. El
versículo 20, de este capítulo 5, dice:
20
dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor
Jesucristo. (Efe. 5:20)
El hijo de Dios no le pide a Dios que maldiga o condene alguna cosa. Él no puede hacer
eso. Nosotros simplemente le agradecemos, le damos gracias por todo. Eso es algo que
destaca al creyente lleno del Espíritu. Llegamos ahora al tercer punto que se menciona
aquí en el versículo 21, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios; leamos:
21
Someteos unos a otros en el temor de Dios. (Efe. 5:21)
Esta palabra “someteos” es una palabra interesante. No indica en realidad que
debemos obedecer. El hijo de Dios no es un soldado raso en la retaguardia que recibe
órdenes de alguna persona en la iglesia que piensa que es un sargento, o que es un capitán.
Nosotros recibimos órdenes, pero las recibimos del Capitán de nuestra salvación. De la
misma manera en que las recibía Josué en la antigüedad. Él pensaba – usted recuerda –
que era un general de los hijos de Israel. En cierta ocasión él vio a un hombre, un varón
que estaba delante de él que tenía una espada desenvainada en la mano, y al verlo él fue a
decirle unas palabras. Él le dijo: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?” Lo que
TTB 4678 Página 3 de Programa No. 0712
él en realidad quiso decirle fue: “Bueno, ¿y quién le dijo a usted que desenvainara su
espada? Aquí yo soy el general”. Y entonces, ese varón se volvió hacia él, y le dijo, –
porque Él era el Cristo antes de su encarnación; – le dijo: “No, mas como príncipe del
ejército de Jehová he venido ahora”. Y Josué tuvo que postrarse ante Él y quitarse sus
zapatos. Él se encontraba en un lugar santo y él se dio cuenta en ese momento, que el tenía
un Capitán.
Y usted y yo, amigo oyente, en la actualidad, estamos bajo un Capitán y la relación con
Él no es una relación militar, sino que es en base del amor. Si me amas, – dijo Él – guarda
mis mandamientos. Y creemos que allí tenemos la alternativa. Y por otra parte, “si no me
amas, pues olvídate de mis mandamientos”.
Vemos aquí una de las cosas que Él quiere que nosotros hagamos: no es que saludemos,
y nos pongamos en posición de firmes y nos inclinemos ante algún ser humano y que esta
persona es nuestro sargento, o que es nuestro cabo; sino que usted y yo, amigo oyente,
debemos someternos el uno al otro y que esto lo tenemos que hacer en el temor de Dios.
Creemos que hubiera sido mejor traducir esto como el “temor de Cristo”, y después de
todo, Cristo es Dios, así es que no vamos a ser muy particulares o exigentes en este asunto.
Lo que en realidad esto quiere decir es que nosotros debemos andar en humildad de
corazón. Así es como Él comenzó en esa sección práctica. Usted recuerda que Él dijo que
deberíamos andar, y Pablo nos decía que nos rogaba eso. No era un mandamiento, dijo:
“Os ruego”. Ese es un lenguaje de amor. El fuego del Sinaí ya se ha apagado y ahora la
base es sobre aquello que tuvo lugar en el calvario. La gracia de Dios. Yo, pues, preso en el
Señor, – dice Pablo – os ruego que andéis como es digno de la vacación con que fuisteis
llamados,” Ahora, ¿cómo debemos andar? Con toda humildad y mansedumbre”. Con toda
mansedumbre y humildad quiere decir que usted no está tratando de dirigir la Iglesia.
Nos cansa un poco en realidad escuchar a algunos oficiales de la Iglesia que dicen:
TTB 4678 Página 4 de Programa No. 0712
“Bueno, yo soy un oficial de esta Iglesia y por tanto, tengo el derecho de decir esto”. Pero,
¿tiene usted el derecho de decir esto, amigo oyente? ¿Quién le dio a usted ese derecho de
decir eso o de decir aquello? Amigo oyente, nosotros debemos – todos nosotros, no
importa quien sea, todos nosotros - debemos someternos unos a otros en el temor de Cristo.
Eso es lo que debemos hacer. No es mi forma de hacer las cosas. Y esto, amigo oyente, es
la respuesta para quienes en el día de hoy dicen: “Bueno, yo quiero dejar bien en claro que
yo hago lo que me place. Quiero hacerlo de esta manera y lo haré de esta forma”. Amigo
oyente, eso no es lo que destaca a un creyente lleno del Espíritu. En realidad, quizá usted
ni siquiera sea un creyente si habla de esa manera. El ser un creyente lleno del Espíritu
quiere decir que debemos someternos a otros en el temor de Dios. Llegamos luego, a la
segunda sección. Aquí en el versículo 22, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios,
leemos:
22
Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; (Efe. 5:22)
Hemos estado investigando esta palabra “sujetar”. Y hemos descubierto algunas cosas
sorprendentes. ¿Sabía usted por ejemplo, que esta palabra “sujetar”, en relación con las
esposas, no aparece en los mejores manuscritos? Pero no se preocupe. Creemos que
pertenece aquí pero quizá en una forma un poquito diferente de lo que hemos observado en
el pasado donde dice: esposas, obedeced a vuestros maridos. No creemos que Pablo esté
diciendo eso aquí. Creemos que esta palabra es mucho más suave, es una palabra amante.
Lo que él está diciendo aquí es: “Las casadas respondan a sus propios maridos, como al
Señor”.
Ahora, la forma en que nosotros respondemos al Señor es que le amamos a Él porque
Él nos amó primero. Y en esta relación de un hombre y de una mujer, el hombre es del
tipo agresor, es el agresor físicamente. Él es quien tiene la fuerza dominante en cuanto a
cortejar. También es el agresor en el hogar. Es el que debe ganar el pan de cada día, por
lo menos debería ser así. Es quien tiene que salir de la casa todos los días para trabajar. Y,
TTB 4678 Página 5 de Programa No. 0712
debemos agregar, que eso no le da a él ninguna autoridad para hacerlo un sargento en el
hogar. Ahora, la esposa tiene que responder, de la misma manera en que el creyente tiene
que responder a Cristo en el sentido de que nosotros le amamos a Él porque Él nos amó
primero.
Supongamos que uno de estos hombres bien robustos y fuertes nos viniera a decir: “Yo
quisiera que ustedes hablaran con mi esposa. Ella es muy fría hacia mí. No está actuando
como debería hacerlo una esposa”. Ahora, cuando un hombre dice eso, él está admitiendo
que es un fracaso como esposo. ¿Por qué? Bueno, por la sencilla razón de que Dios nunca
dijo que ella tenía que responder de esa manera hacia el esposo. Y si le preguntamos a este
hombre: “Le ha dicho usted a ella que la ama? ¿Se lo ha dicho recientemente? Sin duda
que nos contesta: “Bueno, no; ella ya sabe eso, no necesito decirle eso”. Pero, amigo oyente,
nosotros creemos que es necesario hacerlo. No creemos que ella necesite decirle a usted que
le ama hasta cuando usted se lo diga a ella primero. Debemos decir aquí que es la mujer
quien tiene que responder y el hombre es el agresor. El hombre es quien tiene que decir:
“Yo te amo.” Y él es quien propone matrimonio a la mujer. Él es quien tiene que
presentar la proposición ante ella, y ella es quien tiene que responder. Ella es la que dice:
“Sí” o “No”. Y cuando ella está diciendo: “Sí”, ella está diciendo “yo te amo,” y no se le
pide a ninguna mujer que diga “yo te amo” al hombre, hasta cuando él se lo haya dicho a
ella. Cuando un hombre dice que tiene una esposa fría, ella en realidad es la que tiene un
esposo frío. Y él no está haciendo en realidad lo que un esposo debería hacer, aunque
aparezca como un hombre muy robusto y fuerte. Hay algunos hombres como éstos que
esperan que la mujer llegue a ser el agresor. Aquí estamos hablando de sumisión, y
también de la sumisión dulce y de amor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como
Cristo es cabeza de la iglesia. ¿En qué forma? Bueno, por la sencilla razón de que esta es
una relación de amor, y el esposo tiene que ser la cabeza debido a cierto orden establecido y
uno puede encontrar en esta sección que tenemos cuatro áreas diferentes: las esposas tienen
que estar sujetas a sus esposos; los esposos deben estar sujetos a Cristo; los hijos tienen
que estar sujetos a sus padres; y los siervos tienen que estar sujetos a sus amos terrenales.
TTB 4678 Página 6 de Programa No. 0712
Y es una clase de sujeción que es dulce. Es una sujeción voluntaria; y es una sujeción a
alguien que le ama a usted. Todo esto aquí es esa clase de relación. Y, amigo oyente, si
usted no tiene amor en eso, esta idea de sumisión pues, no tiene ningún valor.
Permítanos desarrollar esto como dijimos que lo haríamos. En un matrimonio (y
hemos visto que esto es la realidad), diríamos que el 75% de la falta está de lado del
hombre. Es el hombre quien tiene que mantener ese fuego del amor ardiendo, digamos de
paso. Usted recuerda que en el Cantar de los Cantares de Salomón (y esto es algo hermoso)
él dice que el esposo le dice a la esposa toda tu eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay
mancha”. Y luego ella le responde y dice: mi amado es mío, y yo suya”. Pero él lo dice
primero, como podemos apreciar; y ¡qué hermosa que es esta relación! Ahora, sabemos
que alguien quizá diga que somos demasiado idealistas y románticos en cuanto a esto.
Bueno, allá en el Jardín de Eden Dios los hizo así. Dios comenzó todo esto con un par de
personas románticas – Adán y Eva. Y Él no le dio a esa mujer a Adán hasta que éste había
estado en ese jardín por bastante tiempo y vio que necesitaba a alguien más. Y ella le fue
dada a él como una ayuda idónea. Ahora, ¿que es una ayuda idónea? Bueno, ella es la otra
mitad del hombre, eso es todo. Y cuando Dios los unió, ¿qué fue lo que los llamó¿ Adán-
hombre. Es que el hombre es la mitad de un hombre sin la esposa. Sabemos que en esta
audiencia puede haber un joven que puede estar diciendo: “Yo no soy esa clase de persona;
yo no soy ningún héroe”. Bueno, permítanos decirle, amigo oyente, que Dios nunca dijo
que cada muchacha que usted viera se iba a enamorar de usted. Pueden pasar 99 mujeres
a su lado y lo único que ellas pueden ver en usted es el joven vecino. Pero permítanos
decirle seriamente, que uno de estos días llegará una mujer que verá en usted a ese príncipe
azul que ella está esperando. Y es Dios quien provee esa química tan especial que puede
existir entre cierto hombre y cierta mujer.
También quisiéramos decir algo a las jóvenes que nos están escuchando hoy. Ya
podemos escuchar a una jovencita decir: “Bueno, yo no soy hermosa y tampoco tengo una
buena figura”. Bueno, permítame decirle que Dios nunca dijo que usted iba a atraer a
TTB 4678 Página 7 de Programa No. 0712
cada hombre que existe. Eso solo ocurre entre la especie animal. Pueden pasar a su lado
99 hombres y ni siquiera mirarla, pero uno de estos días llegará un joven que la podrá
amar si usted es la persona justa para él. Y usted llegará a ser su inspiración. Usted puede
inspirarlo a él a realizar muchas y grandes cosas, a escribir un libro, a componer una gran
obra. Si usted es su inspiración, no lo ignore. No huya de él. Dios los puede haber llegado
a unir a ustedes para un propósito muy definido de que ustedes lleguen a ser uno.
Ahora, alguien quizá nos diga: “Ustedes están hablando demasiado teóricamente, ¿de
qué están hablando? Eso es demasiado idealista, parecería producto de un libro de
cuentos, eso no ocurre en la vida diaria”. Amigo oyente, usted está equivocado, porque eso
sí que ocurre.
Por ejemplo, tenemos a Matthew Henry que escribió uno de los comentarios más secos
que exista, pero, él tuvo una vida muy romántica, hermosa. Esto fue cuando él era un
joven predicador. Quizá usted no opine lo mismo al leer sus comentarios, pero él era una
persona muy romántica. En la ciudad de Londres, llegó a conocer a una joven que
pertenecía a la nobleza y que era muy rica, él por su parte, era un joven muy pobre. Pero
él se enamoró de ella, y ella de él. Finalmente, ella se fue a conversar con su papá para
decirle acerca de este joven y su padre trató de quitarle esas nociones de su cabeza y le dijo:
“Ese muchacho no tiene ninguna ascendencia. Ni siquiera sabes de dónde viene”. Ella le
contestó: “Tienes razón, yo no sé de donde viene él, pero sé a donde va, y quiero ir junto
con él”. Y así fue como sucedió
Otro ejemplo, es el de Nathaniel Hawthorne. Él era un simple empleado de gobierno.
Trabajaba en una oficina de la aduana en la ciudad de Nueva York y perdió su empleo por
ineficiencia. Empezó a sudar, se sentó en una silla sintiéndose derrotado, acabado. Y su
esposa se acercó a su lado y poniendo sus brazos alrededor de él le dijo: “Nathaniel, ahora
tú tienes la oportunidad de hacer lo que siempre has querido hacer. Puedes escribir”. Y él
escribió: “La Casa de Siete Tejados” y “La Letra Escarlata” y muchas obras más. Así es
TTB 4678 Página 8 de Programa No. 0712
que, podemos decir, amigo oyente, que esto da resultado en la vida diaria. Ha obrado en
las vidas de muchas personas, y lo que estamos tratando de decir es que Pablo ha tomado
una ilustración de un hogar cristiano y quiere que cada hogar cristiano llegue a ser de una
forma u otra un espejo de la relación que existe entre Cristo y la Iglesia.
Llegamos ahora a la sección que trata de la gran esperanza de la Iglesia, y está
comprendida en los versículos 25 al 33. Leamos pues, el versículo 25, de este capítulo 5, de
la epístola a los Efesios:
25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella (Efe . 5:25)
Dios nunca le pidió a una mujer que se sujetara a un hombre que no la amara y que la
amara de esta manera. Éste, amigo oyente, es el amor cristiano en un alto nivel.
Recordemos que aquí estamos hablando a los creyentes. Ahora, alguien quizá diga:
“¡Oiga, pero los jóvenes en el día de hoy están descubriendo todo lo que desean acerca del
sexo y hay muchos libros que tratan sobre el matrimonio en el presente y todo eso”. Bueno,
aunque parezcamos demasiado obtusos permítanos decir lo siguiente: todo esto no tiene
ningún sentido. Sólo el creyente puede llegar a conocer lo que es el verdadero amor en un
matrimonio porque es llevado a un nivel muy elevado. Y es el de la relación de Cristo y la
Iglesia. Y no hay nada como eso, amigo oyente. Luego, echamos una mirada al futuro;
leamos los versículos 26 y 27, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios:
26
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27
a fin
de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efe. 5:26-27)
¡Qué cuadro el que tenemos aquí! El pasado se nos ha dado en el versículo 25 donde
TTB 4678 Página 9 de Programa No. 0712
dice:
25
Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella, (Efe. 5:25)
Cristo en el pasado murió por la Iglesia: y aquí en el versículo 26 tenemos el presente:
26
para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, (Efe.
5:26)
Esa es la razón por la cual Él quiere que usted esté en la Palabra de Dios. Así es como
Él puede limpiarle. La Palabra de Dios, amigo oyente, es el mejor producto para limpieza
que exista en el presente. Mucho mejor que cualquiera de esas cosas que son presentadas
por la radio y la televisión . La Palabra de Dios no sólo quitará las manchas que usted
tenga, sino que evitará que nuevas manchas lleguen a su vida. Luego en cuanto al futuro,
se nos dice en el versículo 27:
27
a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga
ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efe. 5:27)
No vamos a tomar todo el tiempo que es necesario en esto aquí, porque se nos habla de
algo que vamos a ver cuando consideremos la Iglesia presentada ante Cristo, allá en el libro
de Apocalipsis, como la esposa preparada para el esposo. Y cuando vemos a la novia
ataviada para la ceremonia del matrimonio, es cuando vemos que la mujer es muy hermosa
– cuando llegan al matrimonio. Yo nunca he llegado a ver a una mujer que no se vea
verdaderamente hermosa en una ceremonia de matrimonio en toda mi vida. Y he visto
bastantes de ellas.
TTB 4678 Página 10 de Programa No. 0712
Luego Pablo continúa diciendo aquí, porque regresa nuevamente a esa relación que
existe entre Cristo y Su Iglesia, a este tema del matrimonio, porque de lo que Él está
hablando aquí es algo de suma importancia. De paso digamos que no tenemos que olvidar
que estamos hablando de vivir llenos del Espíritu. Y leemos entonces, en el versículo 28, de
este capítulo 5, de la epístola a los Efesios:
28
Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que
ama a su mujer, a sí mismo se ama (Efe. 5:28)
Lo que es necesario aquí es que ambos sean llenos del Espíritu Santo. Permítanos
decirle algo, amigo oyente; de este modo usted puede tener la mejor luna de miel que
cualquier matrimonio haya podido tener. Y, amigo oyente, esos jóvenes que hablan
libremente del sexo y de las relaciones fuera del matrimonio, ellos ni siquiera conocen lo
que es un verdadero amor. Pueden conocer mucho acerca del sexo, pero, amigo oyente,
ellos no saben nada acerca de la belleza y el éxtasis y dulzura que existe en un verdadero
hogar – matrimonio cristiano. Y esto es maravilloso. Veamos lo que dicen los versículos
28 y 29:
28
Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que
ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, (Efe. 5:28-29)
Piense simplemente en cómo Cristo ama a la Iglesia en el día de hoy; piense en cómo el
hombre debe amar a la esposa y cómo ella debe responder. Y luego, leemos en los
versículos 30 y 31:
30
porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31
Por esto dejará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne
TTB 4678 Página 11 de Programa No. 0712
(Efe. 5:30-31)
Ahora, ¿cómo son una sola carne? Bueno, en el bebé ellos son una carne. Y esto, amigo
oyente, es maravilloso.
Vamos a tener que dejar esto hoy aquí y lo continuaremos, Dios mediante, en nuestro
próximo programa. Podríamos decir que nos encontramos en el dormitorio, pero también
nos encontramos en los lugares celestiales. ¡Esto es maravilloso!

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Atb 0712 ef 5.20-31

  • 1. TTB 4678 Página 1 de Programa No. 0712 PROGRAMA No. 0712 EFESIOS Cap. 5:20-31 La última vez que nos encontramos aquí, amigo oyente, vimos el mandamiento que se había dado a los creyentes en cuanto al Espíritu Santo. Aquí en este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, se nos dice que tenemos que estar llenos del Espíritu Santo. Este es el mandamiento que se nos da. En ningún otro lado se nos dice que debemos ser regenerados. Se nos dice que si confiamos en Cristo, “a todos los que le han recibido, a Él, a ellos se les ha dado el derecho, el privilegio, de llegar a ser hijos de Dios”. Aun a aquellos que no hacen nada más que confiar en Su nombre. En nosotros mora el Espíritu de Dios, y Pablo nos dice que si no tenemos al Espíritu, entonces Cristo no nos pertenece. También somos sellados por el Espíritu Santo. Esto es lo que Pablo nos dice en esta epístola, como ya hemos visto, el Espíritu de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Luego, somos bautizados con el Espíritu Santo. Pablo les dijo a los creyentes de Corinto: por un sólo Espíritu somos bautizados en un sólo cuerpo. Así es que esos son cuatro ministerios del Espíritu Santo que tienen lugar en el momento en que usted llega a confiar en Cristo. Ahora, se nos da un mandamiento aquí, de que debemos ser llenos del Espíritu Santo. Se nos da el mandamiento que debemos andar en el Espíritu. Un automóvil puede estar en muy buenas condiciones pero debe tener gasolina en el tanque si quiere ir a algún lugar. Y nosotros necesitamos estar llenos del Espíritu Santo.
  • 2. TTB 4678 Página 2 de Programa No. 0712 Vimos en nuestro estudio anterior, que el creyente lleno del Espíritu debe tener ciertas cosas que se manifiestan en su vida. En primer lugar vimos que habría gozo en su vida. Leamos ahora, el versículo 19, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios: 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; (Efe. 5:19) Y luego, de que habría acción de gracias en su vida; y eso es algo maravilloso. El versículo 20, de este capítulo 5, dice: 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. (Efe. 5:20) El hijo de Dios no le pide a Dios que maldiga o condene alguna cosa. Él no puede hacer eso. Nosotros simplemente le agradecemos, le damos gracias por todo. Eso es algo que destaca al creyente lleno del Espíritu. Llegamos ahora al tercer punto que se menciona aquí en el versículo 21, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios; leamos: 21 Someteos unos a otros en el temor de Dios. (Efe. 5:21) Esta palabra “someteos” es una palabra interesante. No indica en realidad que debemos obedecer. El hijo de Dios no es un soldado raso en la retaguardia que recibe órdenes de alguna persona en la iglesia que piensa que es un sargento, o que es un capitán. Nosotros recibimos órdenes, pero las recibimos del Capitán de nuestra salvación. De la misma manera en que las recibía Josué en la antigüedad. Él pensaba – usted recuerda – que era un general de los hijos de Israel. En cierta ocasión él vio a un hombre, un varón que estaba delante de él que tenía una espada desenvainada en la mano, y al verlo él fue a decirle unas palabras. Él le dijo: “¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?” Lo que
  • 3. TTB 4678 Página 3 de Programa No. 0712 él en realidad quiso decirle fue: “Bueno, ¿y quién le dijo a usted que desenvainara su espada? Aquí yo soy el general”. Y entonces, ese varón se volvió hacia él, y le dijo, – porque Él era el Cristo antes de su encarnación; – le dijo: “No, mas como príncipe del ejército de Jehová he venido ahora”. Y Josué tuvo que postrarse ante Él y quitarse sus zapatos. Él se encontraba en un lugar santo y él se dio cuenta en ese momento, que el tenía un Capitán. Y usted y yo, amigo oyente, en la actualidad, estamos bajo un Capitán y la relación con Él no es una relación militar, sino que es en base del amor. Si me amas, – dijo Él – guarda mis mandamientos. Y creemos que allí tenemos la alternativa. Y por otra parte, “si no me amas, pues olvídate de mis mandamientos”. Vemos aquí una de las cosas que Él quiere que nosotros hagamos: no es que saludemos, y nos pongamos en posición de firmes y nos inclinemos ante algún ser humano y que esta persona es nuestro sargento, o que es nuestro cabo; sino que usted y yo, amigo oyente, debemos someternos el uno al otro y que esto lo tenemos que hacer en el temor de Dios. Creemos que hubiera sido mejor traducir esto como el “temor de Cristo”, y después de todo, Cristo es Dios, así es que no vamos a ser muy particulares o exigentes en este asunto. Lo que en realidad esto quiere decir es que nosotros debemos andar en humildad de corazón. Así es como Él comenzó en esa sección práctica. Usted recuerda que Él dijo que deberíamos andar, y Pablo nos decía que nos rogaba eso. No era un mandamiento, dijo: “Os ruego”. Ese es un lenguaje de amor. El fuego del Sinaí ya se ha apagado y ahora la base es sobre aquello que tuvo lugar en el calvario. La gracia de Dios. Yo, pues, preso en el Señor, – dice Pablo – os ruego que andéis como es digno de la vacación con que fuisteis llamados,” Ahora, ¿cómo debemos andar? Con toda humildad y mansedumbre”. Con toda mansedumbre y humildad quiere decir que usted no está tratando de dirigir la Iglesia. Nos cansa un poco en realidad escuchar a algunos oficiales de la Iglesia que dicen:
  • 4. TTB 4678 Página 4 de Programa No. 0712 “Bueno, yo soy un oficial de esta Iglesia y por tanto, tengo el derecho de decir esto”. Pero, ¿tiene usted el derecho de decir esto, amigo oyente? ¿Quién le dio a usted ese derecho de decir eso o de decir aquello? Amigo oyente, nosotros debemos – todos nosotros, no importa quien sea, todos nosotros - debemos someternos unos a otros en el temor de Cristo. Eso es lo que debemos hacer. No es mi forma de hacer las cosas. Y esto, amigo oyente, es la respuesta para quienes en el día de hoy dicen: “Bueno, yo quiero dejar bien en claro que yo hago lo que me place. Quiero hacerlo de esta manera y lo haré de esta forma”. Amigo oyente, eso no es lo que destaca a un creyente lleno del Espíritu. En realidad, quizá usted ni siquiera sea un creyente si habla de esa manera. El ser un creyente lleno del Espíritu quiere decir que debemos someternos a otros en el temor de Dios. Llegamos luego, a la segunda sección. Aquí en el versículo 22, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios, leemos: 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; (Efe. 5:22) Hemos estado investigando esta palabra “sujetar”. Y hemos descubierto algunas cosas sorprendentes. ¿Sabía usted por ejemplo, que esta palabra “sujetar”, en relación con las esposas, no aparece en los mejores manuscritos? Pero no se preocupe. Creemos que pertenece aquí pero quizá en una forma un poquito diferente de lo que hemos observado en el pasado donde dice: esposas, obedeced a vuestros maridos. No creemos que Pablo esté diciendo eso aquí. Creemos que esta palabra es mucho más suave, es una palabra amante. Lo que él está diciendo aquí es: “Las casadas respondan a sus propios maridos, como al Señor”. Ahora, la forma en que nosotros respondemos al Señor es que le amamos a Él porque Él nos amó primero. Y en esta relación de un hombre y de una mujer, el hombre es del tipo agresor, es el agresor físicamente. Él es quien tiene la fuerza dominante en cuanto a cortejar. También es el agresor en el hogar. Es el que debe ganar el pan de cada día, por lo menos debería ser así. Es quien tiene que salir de la casa todos los días para trabajar. Y,
  • 5. TTB 4678 Página 5 de Programa No. 0712 debemos agregar, que eso no le da a él ninguna autoridad para hacerlo un sargento en el hogar. Ahora, la esposa tiene que responder, de la misma manera en que el creyente tiene que responder a Cristo en el sentido de que nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero. Supongamos que uno de estos hombres bien robustos y fuertes nos viniera a decir: “Yo quisiera que ustedes hablaran con mi esposa. Ella es muy fría hacia mí. No está actuando como debería hacerlo una esposa”. Ahora, cuando un hombre dice eso, él está admitiendo que es un fracaso como esposo. ¿Por qué? Bueno, por la sencilla razón de que Dios nunca dijo que ella tenía que responder de esa manera hacia el esposo. Y si le preguntamos a este hombre: “Le ha dicho usted a ella que la ama? ¿Se lo ha dicho recientemente? Sin duda que nos contesta: “Bueno, no; ella ya sabe eso, no necesito decirle eso”. Pero, amigo oyente, nosotros creemos que es necesario hacerlo. No creemos que ella necesite decirle a usted que le ama hasta cuando usted se lo diga a ella primero. Debemos decir aquí que es la mujer quien tiene que responder y el hombre es el agresor. El hombre es quien tiene que decir: “Yo te amo.” Y él es quien propone matrimonio a la mujer. Él es quien tiene que presentar la proposición ante ella, y ella es quien tiene que responder. Ella es la que dice: “Sí” o “No”. Y cuando ella está diciendo: “Sí”, ella está diciendo “yo te amo,” y no se le pide a ninguna mujer que diga “yo te amo” al hombre, hasta cuando él se lo haya dicho a ella. Cuando un hombre dice que tiene una esposa fría, ella en realidad es la que tiene un esposo frío. Y él no está haciendo en realidad lo que un esposo debería hacer, aunque aparezca como un hombre muy robusto y fuerte. Hay algunos hombres como éstos que esperan que la mujer llegue a ser el agresor. Aquí estamos hablando de sumisión, y también de la sumisión dulce y de amor. Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia. ¿En qué forma? Bueno, por la sencilla razón de que esta es una relación de amor, y el esposo tiene que ser la cabeza debido a cierto orden establecido y uno puede encontrar en esta sección que tenemos cuatro áreas diferentes: las esposas tienen que estar sujetas a sus esposos; los esposos deben estar sujetos a Cristo; los hijos tienen que estar sujetos a sus padres; y los siervos tienen que estar sujetos a sus amos terrenales.
  • 6. TTB 4678 Página 6 de Programa No. 0712 Y es una clase de sujeción que es dulce. Es una sujeción voluntaria; y es una sujeción a alguien que le ama a usted. Todo esto aquí es esa clase de relación. Y, amigo oyente, si usted no tiene amor en eso, esta idea de sumisión pues, no tiene ningún valor. Permítanos desarrollar esto como dijimos que lo haríamos. En un matrimonio (y hemos visto que esto es la realidad), diríamos que el 75% de la falta está de lado del hombre. Es el hombre quien tiene que mantener ese fuego del amor ardiendo, digamos de paso. Usted recuerda que en el Cantar de los Cantares de Salomón (y esto es algo hermoso) él dice que el esposo le dice a la esposa toda tu eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha”. Y luego ella le responde y dice: mi amado es mío, y yo suya”. Pero él lo dice primero, como podemos apreciar; y ¡qué hermosa que es esta relación! Ahora, sabemos que alguien quizá diga que somos demasiado idealistas y románticos en cuanto a esto. Bueno, allá en el Jardín de Eden Dios los hizo así. Dios comenzó todo esto con un par de personas románticas – Adán y Eva. Y Él no le dio a esa mujer a Adán hasta que éste había estado en ese jardín por bastante tiempo y vio que necesitaba a alguien más. Y ella le fue dada a él como una ayuda idónea. Ahora, ¿que es una ayuda idónea? Bueno, ella es la otra mitad del hombre, eso es todo. Y cuando Dios los unió, ¿qué fue lo que los llamó¿ Adán- hombre. Es que el hombre es la mitad de un hombre sin la esposa. Sabemos que en esta audiencia puede haber un joven que puede estar diciendo: “Yo no soy esa clase de persona; yo no soy ningún héroe”. Bueno, permítanos decirle, amigo oyente, que Dios nunca dijo que cada muchacha que usted viera se iba a enamorar de usted. Pueden pasar 99 mujeres a su lado y lo único que ellas pueden ver en usted es el joven vecino. Pero permítanos decirle seriamente, que uno de estos días llegará una mujer que verá en usted a ese príncipe azul que ella está esperando. Y es Dios quien provee esa química tan especial que puede existir entre cierto hombre y cierta mujer. También quisiéramos decir algo a las jóvenes que nos están escuchando hoy. Ya podemos escuchar a una jovencita decir: “Bueno, yo no soy hermosa y tampoco tengo una buena figura”. Bueno, permítame decirle que Dios nunca dijo que usted iba a atraer a
  • 7. TTB 4678 Página 7 de Programa No. 0712 cada hombre que existe. Eso solo ocurre entre la especie animal. Pueden pasar a su lado 99 hombres y ni siquiera mirarla, pero uno de estos días llegará un joven que la podrá amar si usted es la persona justa para él. Y usted llegará a ser su inspiración. Usted puede inspirarlo a él a realizar muchas y grandes cosas, a escribir un libro, a componer una gran obra. Si usted es su inspiración, no lo ignore. No huya de él. Dios los puede haber llegado a unir a ustedes para un propósito muy definido de que ustedes lleguen a ser uno. Ahora, alguien quizá nos diga: “Ustedes están hablando demasiado teóricamente, ¿de qué están hablando? Eso es demasiado idealista, parecería producto de un libro de cuentos, eso no ocurre en la vida diaria”. Amigo oyente, usted está equivocado, porque eso sí que ocurre. Por ejemplo, tenemos a Matthew Henry que escribió uno de los comentarios más secos que exista, pero, él tuvo una vida muy romántica, hermosa. Esto fue cuando él era un joven predicador. Quizá usted no opine lo mismo al leer sus comentarios, pero él era una persona muy romántica. En la ciudad de Londres, llegó a conocer a una joven que pertenecía a la nobleza y que era muy rica, él por su parte, era un joven muy pobre. Pero él se enamoró de ella, y ella de él. Finalmente, ella se fue a conversar con su papá para decirle acerca de este joven y su padre trató de quitarle esas nociones de su cabeza y le dijo: “Ese muchacho no tiene ninguna ascendencia. Ni siquiera sabes de dónde viene”. Ella le contestó: “Tienes razón, yo no sé de donde viene él, pero sé a donde va, y quiero ir junto con él”. Y así fue como sucedió Otro ejemplo, es el de Nathaniel Hawthorne. Él era un simple empleado de gobierno. Trabajaba en una oficina de la aduana en la ciudad de Nueva York y perdió su empleo por ineficiencia. Empezó a sudar, se sentó en una silla sintiéndose derrotado, acabado. Y su esposa se acercó a su lado y poniendo sus brazos alrededor de él le dijo: “Nathaniel, ahora tú tienes la oportunidad de hacer lo que siempre has querido hacer. Puedes escribir”. Y él escribió: “La Casa de Siete Tejados” y “La Letra Escarlata” y muchas obras más. Así es
  • 8. TTB 4678 Página 8 de Programa No. 0712 que, podemos decir, amigo oyente, que esto da resultado en la vida diaria. Ha obrado en las vidas de muchas personas, y lo que estamos tratando de decir es que Pablo ha tomado una ilustración de un hogar cristiano y quiere que cada hogar cristiano llegue a ser de una forma u otra un espejo de la relación que existe entre Cristo y la Iglesia. Llegamos ahora a la sección que trata de la gran esperanza de la Iglesia, y está comprendida en los versículos 25 al 33. Leamos pues, el versículo 25, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios: 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella (Efe . 5:25) Dios nunca le pidió a una mujer que se sujetara a un hombre que no la amara y que la amara de esta manera. Éste, amigo oyente, es el amor cristiano en un alto nivel. Recordemos que aquí estamos hablando a los creyentes. Ahora, alguien quizá diga: “¡Oiga, pero los jóvenes en el día de hoy están descubriendo todo lo que desean acerca del sexo y hay muchos libros que tratan sobre el matrimonio en el presente y todo eso”. Bueno, aunque parezcamos demasiado obtusos permítanos decir lo siguiente: todo esto no tiene ningún sentido. Sólo el creyente puede llegar a conocer lo que es el verdadero amor en un matrimonio porque es llevado a un nivel muy elevado. Y es el de la relación de Cristo y la Iglesia. Y no hay nada como eso, amigo oyente. Luego, echamos una mirada al futuro; leamos los versículos 26 y 27, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios: 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efe. 5:26-27) ¡Qué cuadro el que tenemos aquí! El pasado se nos ha dado en el versículo 25 donde
  • 9. TTB 4678 Página 9 de Programa No. 0712 dice: 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, (Efe. 5:25) Cristo en el pasado murió por la Iglesia: y aquí en el versículo 26 tenemos el presente: 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, (Efe. 5:26) Esa es la razón por la cual Él quiere que usted esté en la Palabra de Dios. Así es como Él puede limpiarle. La Palabra de Dios, amigo oyente, es el mejor producto para limpieza que exista en el presente. Mucho mejor que cualquiera de esas cosas que son presentadas por la radio y la televisión . La Palabra de Dios no sólo quitará las manchas que usted tenga, sino que evitará que nuevas manchas lleguen a su vida. Luego en cuanto al futuro, se nos dice en el versículo 27: 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. (Efe. 5:27) No vamos a tomar todo el tiempo que es necesario en esto aquí, porque se nos habla de algo que vamos a ver cuando consideremos la Iglesia presentada ante Cristo, allá en el libro de Apocalipsis, como la esposa preparada para el esposo. Y cuando vemos a la novia ataviada para la ceremonia del matrimonio, es cuando vemos que la mujer es muy hermosa – cuando llegan al matrimonio. Yo nunca he llegado a ver a una mujer que no se vea verdaderamente hermosa en una ceremonia de matrimonio en toda mi vida. Y he visto bastantes de ellas.
  • 10. TTB 4678 Página 10 de Programa No. 0712 Luego Pablo continúa diciendo aquí, porque regresa nuevamente a esa relación que existe entre Cristo y Su Iglesia, a este tema del matrimonio, porque de lo que Él está hablando aquí es algo de suma importancia. De paso digamos que no tenemos que olvidar que estamos hablando de vivir llenos del Espíritu. Y leemos entonces, en el versículo 28, de este capítulo 5, de la epístola a los Efesios: 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama (Efe. 5:28) Lo que es necesario aquí es que ambos sean llenos del Espíritu Santo. Permítanos decirle algo, amigo oyente; de este modo usted puede tener la mejor luna de miel que cualquier matrimonio haya podido tener. Y, amigo oyente, esos jóvenes que hablan libremente del sexo y de las relaciones fuera del matrimonio, ellos ni siquiera conocen lo que es un verdadero amor. Pueden conocer mucho acerca del sexo, pero, amigo oyente, ellos no saben nada acerca de la belleza y el éxtasis y dulzura que existe en un verdadero hogar – matrimonio cristiano. Y esto es maravilloso. Veamos lo que dicen los versículos 28 y 29: 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, (Efe. 5:28-29) Piense simplemente en cómo Cristo ama a la Iglesia en el día de hoy; piense en cómo el hombre debe amar a la esposa y cómo ella debe responder. Y luego, leemos en los versículos 30 y 31: 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne
  • 11. TTB 4678 Página 11 de Programa No. 0712 (Efe. 5:30-31) Ahora, ¿cómo son una sola carne? Bueno, en el bebé ellos son una carne. Y esto, amigo oyente, es maravilloso. Vamos a tener que dejar esto hoy aquí y lo continuaremos, Dios mediante, en nuestro próximo programa. Podríamos decir que nos encontramos en el dormitorio, pero también nos encontramos en los lugares celestiales. ¡Esto es maravilloso!