1. Él, Rodeado de Soledad
Él estaba solo en su cuarto abrigado por la soledad lleno de pensamientos
nostálgicos, cuestionándose sobre sus amigos, sobre su familia, su personalidad pero su
aflicción más grande era el amor pues no sabía si eso que sintió alguna vez lo fue o si tal
vez aun no lo conoce y luego surgía la peor pregunta; “¿alguna vez lo conoceré?” ya que
al final del día siempre pensaba si su vida en el amor ya había terminado o el destino
aguarda un último capítulo de reconciliación, después de varias hora cierra los ojos y
duerme.
Al día siguiente Ricardo abre sus ojos, ejercita como es de costumbre desayuna
alguna fruta luego de un largo baño y se dispone a salir a clases. Es lunes y llega
temprano a la universidad y encuentra a Ester, una muchacha flaca con el cabello negro y
una sonrisa encantadora, el besa sus labios y ella se sonroja de la emoción, se disponen a
caminar hablando de cualquier trivialidad mientras ellas le aprieta fuerte el brazo
deseando que Ricardo no se marche jamás. Luego de varios minutos de conversación
trivial se percatan de la hora y cada uno va a su clase respectiva, ella pensando en el
amor que ha ganado y el en el que perdió.
Se hacen las 12 del medio día salen de clases y como de costumbre Ricardo lleva a
Ester a su casa, es un lunes diferente, el no muestra su gran sonrisa esta poco
comunicativo, ensimismado en sus pensamientos depresivos.
- ¿Ricardo me oyes?
Dijo Ester casi llegando a su casa. El responde disimuladamente que va
concentrado en la música de la radio que le perdone, pasa su mano por el cabello de
Ester y le regala un guiño, ella sonríe y le dice que le estaba invitando al cine en la tarde.
- ¿Al cine esta tarde?, no creo poder. Tengo asuntos que resolver cualquier
cosa te llamo.
Argumentó con deseos de zafarse de la invitación y pues si a pesar del recelo de
ella evadió de buena manera el compromiso.
Es hora de almorzar y el aun entristecido por la nube gris de sus pensamientos
comienza a comer sin pronunciar ni una palabra y acompañando cada cucharada con un
suspiro largo y profundo meditando que pudo haber hecho para no perder a Laura, el
amor de su vida. Luego del almuerzo se recuesta en un diván tratando de olvidar pero
solo consigue revivir cada palabra que ella le dijo antes de marcharse. Luego de un rato
logra descansar.
Se hacen las 7 de la noche y Marta escribe.
- ¿Me puedes buscar? He terminado de trabajar
2. Ricardo sin más que hacer acepta. Luego de un rato manejando llega por marta le
suena la corneta y ella sonríe y abre la puerta del carro, entra le da un beso y le pregunt a
como esta, internamente el siente un escalofríos recorrer su cuerpo y su mente recuerda
a Laura con sus dulces labios suaves y tiernos, llenos de amor.
Ahora si habla con Marta del trabajo, de la universidad de cualquier cosa solo para
evitar pensar, para no recordar su pesar, repentinamente la invita a cenar.
- ¿Qué te parece si me acompañas a cenar? Quiero que pruebes el mejor
pasticho de la ciudad.
Marta se encoje de hombros y acepta con normalidad.
Luego de la entretenida cena Ricardo ya ha dejado a marta en su casa y lo aborda
de nuevo la soledad, dentro de su misma tristeza no se logra controlar y camino a su casa
pasa frente a la de Laura, grita su nombre y se va.
Ya en casa lo recibe Fabiana le dic querido como te fue que tal tu día?
- Un día normal, nada fuera de lo común.
Otro día más, Ricardo mira por la ventana y evita llorar toma su lado de la cama
Fabiana lo besa toma su lado de la cama y procede a descansar y bueno Ricardo
comienza de nuevo a pensar
José Vargas
SAIA A
Lcdo. MAURICIO RAMIREZ