Este documento describe la historia de un grupo de jóvenes que se reunían en la iglesia Corpus Christi en los años 70. Fueron guiados por un sacerdote carismático llamado Padre Llanes. El grupo juvenil cristiano marcó profundamente la vida del autor y de otros jóvenes. Años después, un puñado de ellos sigue reuniéndose una vez al año para celebrar la amistad que cultivaron en su juventud. Este año la reunión será especial para recordar al Padre Llanes, quien falleció
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Historia nono
1. UN SITIO EN NUESTRA
MESA
VIEJOS LOBOS
RECORDANDO AL LOBO ALFA
Aquel cura moreno, algo bajito y con mucha guasa -por supuesto gaditana-
que nos daba Religión en el Instituto tenía magnetismo personal. No te dejaba
indiferente y, más por su fuerte personalidad que por la institución a la que
representaba, dejaba huella en ti y algún deseo de tener nuevas oportunidades de
compartir algo de tu tiempo con él…era un gran comunicador.
Siguiendo los preceptos de su Religión -que era también la nuestra- compartía
su tarea de docente con la de pescador … de hombres. “Echaré las redes en tu
nombre” era su lema, y así consiguió en su Parroquia -la nuestra- aglutinar a un
buen puñado de jóvenes en torno a la vivencia cristiana. Yo fui uno de aquellos
adolescentes con una existencia de fronteras no demasiado extensas -propio de la
sociedad de aquellos años- que se agarraron en sus redes con la intención de dar un
mayor sentido a su vida.
Tras un ligero vértigo debido al temor a lo desconocido propio de un chico
bastante tímido -compartido con algún amigo del alma que se embarcó también en el
mismo viaje- nacimos a un nuevo e intenso mundo de sensaciones y experiencias
-religiosas y no religiosas- que a partir de ese momento llenaba todo nuestro tiempo
libre…incluso robándole horas al sueño. Hoy miro hacia atrás con mucho cariño y
reconozco que pertenecer al Grupo Juvenil Cristiano del Corpus Christi marcó toda
mi vida…igual que su alma “páter” el cura, Chano, el Padre Llanes.
CAPÍTULO I
CÓMO LLEGAMOS A
CONOCERTE
2. UN SITIO EN NUESTRA
MESA
EL CORPUS CHRISTI
Corrían los años setenta y entre carreras jugando al balonmano, al fútbol y al
frontón y canciones en el coro parroquial y fuera de él nos íbamos juntando un buen número
de jóvenes con muchas ganas de vivir nuevas experiencias.
En aquella pista y en aquellos salones nos agarrábamos cuando podíamos a nuestros
primeros amores al son de gatos tristes y azules y sambas p´a ti o movíamos desaforadamente
el esqueleto con mucho jaleo en el salón de baile y chicas yeyé…aunque la mayoría de las
veces tenías que conformarte con poner los discos o simplemente disfrutar oyendo música.
Muchas fueron también las manos hinchadas y enrojecidas a base de manotazos a la
pelota en emocionantes campeonatos de frontón, luego nos las pisábamos para intentar
recuperar su volumen y forma iniciales. Total, para poco más que disfrutar un rato, por que
como pasaba con Alemania en el fútbol casi siempre ganaba el mismo: Paco Gil…que para
eso era el presidente.
Vueltas y vueltas a una pista hablando de lo humano y lo divino y estrechando lazos
de amistad que aún hoy perduran en algunos casos.
En medio de todos nosotros la figura del padre Llanes como un baluarte que -unas
veces con mano de hierro y las más con guante blanco- dirigía los destinos de un grupo
parroquial de jóvenes que crecía más y más cada día que pasaba. Él y un grupo de sus más
comprometidos y próximos chicos y chicas -el búnker solíamos llamarlo- lideraban una
mezcolanza de almas organizada en grupos que se empeñaban en desgranar los secretos de
las Escrituras Sagradas para encontrar un faro que alumbrara nuestras vidas. Jamás podré
olvidar ese año largo que dedicamos a interpretar la ópera rock Jesucristo Superstar…
¡gracias Luis!
Vivimos años de zozobra social y política, la muerte de Franco y el amanecer de la
Democracia movieron conciencias sobre las estructuras en las que nos encontrábamos
acomodados. Los más inquietos fueron cuestionándose nuestro modo de vida y el gran grupo
en que nos habíamos convertido fue poco a poco disgregándose. Unos se arriesgaron a salir
para conocer qué había más allá de la Puerta Verde, otros nos fuimos a estudiar fuera y el
tiempo nos ha llevado a lo que somos hoy…
Hace ya treinta y nueve años que una de esas ramas desgajadas del gran árbol sigue
con algunos brotes verdes y persiste en celebrar la Navidad -y si quieres llamarlo así, la
amistad- a su manera. Nos juntamos una vez al año para sentarnos a una mesa en la que
compartimos lo que nos da tiempo en unas horas y luego volvemos a nuestras vidas por 364
días.
Este año será especial porque uno de los faros que nos alumbraba se nos apagó para
siempre el pasado mes de abril. Todos te echaremos de menos, Chano, pero como la luz de las
estrellas más lejanas que nos sigue llegando a pesar de haber desaparecido, tu espíritu sigue
vivo entre nosotros. La vida tiene eso…que se acaba, pero lo que no tiene fin es el montón de
vivencias que compartimos juntos: siempre estarás en nuestros corazones y en nuestra
mente. Tú descansa en paz junto a ese Jesús al que siempre intentaste ser fiel…¡Ah, y cuida
de nosotros desde allí!
CAPÍTULO II
EL CORPUS CHRISTI