La leyenda cuenta que durante la época inca, un valioso cargamento de oro que se enviaba para el rescate del Inca Atahualpa atravesó la localidad de Locumba en Perú. Ante la noticia de la muerte de Atahualpa, los indígenas decidieron enterrar apresuradamente el tesoro en la plaza del pueblo, dejando pistas para encontrarlo. Varios intentos fueron realizados por generaciones posteriores para hallar el codiciado tesoro, hasta que un terremoto en 1868 sepultó profundamente el tesoro