Las arqueobacterias y cianobacterias eran bacterias primitivas que habitaban en manantiales calientes y se alimentaban del calor de la Tierra. Las cianobacterias también podían orientarse hacia la luz del sol para captar su energía. Estas bacterias y sus descendientes transformaron la atmósfera terrestre permitiendo que el carbono abandonara la atmósfera y dando paso a nuevas formas de vida en el planeta.