proyecto de mayo inicial 5 añitos aprender es bueno para tu niño
Los signos del bautismo
1. LOS SIGNOS DEL BAUTISMO
A menudo nuestras palabras no expresan suficientemente las realidades de nuestro corazón. Los signos
son más amplios y más expresivos para traducir nuestros sentimientos. Con más razón todavía nos
serviran para “comprender” el misterio inmenso que es Dios.
Acogida de la asamblea
El Bautismo no es sólo un asunto personal. Afecta a toda la comunidad cristiana. Ésta lo manifiesta
acogiendo al recién nacido acompañado por los padres y padrinos.
Escuchar la Palabra
¿De qué palabra se tracta? De la Palabra de Dios. Cada uno escucha, acoge esta palabra y pide
fuerza para hacerla viva en el corazón de la vida cotidiana.
La profesión de fe
Delante de la comunidad cristiana el celebrante establece un diálogo con los padres y el padrino y la
madrina, si se trata de un niño, o con el bautizado si es un adulto. Son las promesas del bautismo:
- “Renunciáis, pues, al pecado para vivir en la libertat de los hijos de Dios?” - “Sí, renuncio”.
A continuación se hace la profesión de fe:
- “Creéis en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?” - “Sí, creo”.
El agua
Uno de los signos principales del bautismo es la agua. La agua es fuente de vida, que
fecunda, regenera, purifica. La agua del bautismo simboliza la vida de Dios. Ser bautizado significa ser
sumergido en Cristo, y participar, ya desde ahora, de su vida.
El celebrante vierte tres veces agua sobre la cabeza de la persona que es presentada o pide el bautismo.
Al mismo tiempo el celebrante dice: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo". Este gesto y estas palabras son el núcleo central, el corazón del sacramento, el signo principal
de la apertura al don de Dios.
El aceite del Crisma
El párroco marca la cabeza del bautizado con el aceite del Crisma. Es un aceite
mezclado con bálsamo consagrado por el obispo el Jueves Santo, con el cual son
2. bautizadas todas las personas del obispado. Este rito consagra al bautizado como hijo de Dios.
En la antigüedad eran ungidos con aceite los reyes, profetas y sacerdotes. Así el bautizado es rey
(reinar quiere decir amar, servir), profeta (ser testimonio de Dios entre el pueblo cristiano) y sacerdote
(presenta a Dios toda su vida). Además, el aceite simboliza la fuerza, la suavidad y la belleza del Espíritu
que impregnará al nuevo cristiano.
La luz
El cirio, encendido en el cirio pascual, que es portado por los adultos, recuerda la noche pascual y todo el
misterio de Cristo, que muerto y resucitado es luz para nuestras vidas. Una luz que ha de brillar en
nuestra sociedad.
LOS SIGNOS DEL BAUTISMO
A menudo nuestras palabras no expresan suficientemente las realidades de nuestro corazón. Los signos
son más amplios y más expresivos para traducir nuestros sentimientos. Con más razón todavía nos
serviran para “comprender” el misterio inmenso que es Dios.
Acogida de la asamblea
El Bautismo no es sólo un asunto personal. Afecta a toda la comunidad cristiana. Ésta lo manifiesta
acogiendo al recién nacido acompañado por los padres y padrinos.
Escuchar la Palabra
¿De qué palabra se tracta? De la Palabra de Dios. Cada uno escucha, acoge esta palabra y pide
fuerza para hacerla viva en el corazón de la vida cotidiana.
La profesión de fe
3. Delante de la comunidad cristiana el celebrante establece un diálogo con los padres y el padrino y la
madrina, si se trata de un niño, o con el bautizado si es un adulto. Son las promesas del bautismo:
- “Renunciáis, pues, al pecado para vivir en la libertat de los hijos de Dios?” - “Sí, renuncio”.
A continuación se hace la profesión de fe:
- “Creéis en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo?” - “Sí, creo”.
El agua
Uno de los signos principales del bautismo es la agua. La agua es fuente de vida, que
fecunda, regenera, purifica. La agua del bautismo simboliza la vida de Dios. Ser bautizado significa ser
sumergido en Cristo, y participar, ya desde ahora, de su vida.
El celebrante vierte tres veces agua sobre la cabeza de la persona que es presentada o pide el bautismo.
Al mismo tiempo el celebrante dice: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo". Este gesto y estas palabras son el núcleo central, el corazón del sacramento, el signo principal
de la apertura al don de Dios.
El aceite del Crisma
El párroco marca la cabeza del bautizado con el aceite del Crisma. Es un aceite
mezclado con bálsamo consagrado por el obispo el Jueves Santo, con el cual son
bautizadas todas las personas del obispado. Este rito consagra al bautizado
como hijo de Dios.
En la antigüedad eran ungidos con aceite los reyes, profetas y sacerdotes. Así el
bautizado es rey (reinar quiere decir amar, servir), profeta (ser testimonio de Dios entre el pueblo
cristiano) y sacerdote (presenta a Dios toda su vida). Además, el aceite simboliza la fuerza, la suavidad y
la belleza del Espíritu que impregnará al nuevo cristiano.
La luz
El cirio, encendido en el cirio pascual, que es portado por los adultos, recuerda la noche pascual y todo el
misterio de Cristo, que muerto y resucitado es luz para nuestras vidas. Una luz que ha de brillar en
nuestra sociedad.
5. HISTORIA DEL SEÑOR DE LOCUMBA
"En el siglo XVIII en el soleado valle de Locumba aparece un 14 de Septiembre un mulo blanco, según
cuentan los antiguos del lugar, que llevaba sobre su lomo dos cajas – una grande y otra pequeña – que
contenía dos imágenes de Cristo crucificado en las cuales se indicaba que la caja grande era para Sama y la
pequeña para Locumba. Los moradores buscaron al arriero y al dueño del mulo pero no los encontraron, el
mulo había llegado con paso ágil parándose bajo las sombras de una palmera y se acercaron a él. Los
moradores vieron las cajas, las abrieron, y al darse cuenta que era más grande que la otra decidieron
quedarse con esta.
Cargaron al mulo con la pequeña caja e intentaron arriarlo tratando de llevar esa caja a Sama, pero el mulo
caía en tierra como agobiado por el peso y por más intento que se hizo no consiguieron mover al mulo.
Finalmente el pueblo se decidió quedarse con la caja pequeña que contenía el Cristo crucificado y enviar al
grande a Sama. Se cambió de cajas al mulo y este comenzó nuevamente a paso ágil su camino hacia Sama
hasta que ya no se le vio.
Fue así como el Cristo pequeño quiso quedarse en Locumba, para ser venerado en el Santuario donde el
Señor quiere derramar sus gracias, y el Cristo grande se quedó en Sama ¿Por qué? – nos preguntamos – Así
lo quiso el Señor, para que se haga su voluntad de quedarse en Locumba y bendecir a toda persona que con
fe sincera se acerca a Él a pedirle algo. Posteriormente, en el pequeño pueblo que de ahí existe, el Señor
comenzó a derramar su Gracia y así el pueblo lo consagró a Cristo crucificado como patrón, el 13 de mayo
de 1784.
Posteriormente, en el pequeño pueblo que de ahí existe, el Señor comenzó a derramar su Gracia y así el
pueblo lo consagró a Cristo crucificado como patrón, el 13 de mayo de 1784. El templo donde está el Señor
se destruyó totalmente por las lluvias, pero a la imagen del Señor no le pasó nada.
El primer Obispo de Tacna Mons. Carlos Masías, forma un comité para la construcción de un nuevo templo
y luego Mons. Alfonso Zaplana, el segundo Obispo de la Diócesis construye el templo que hoy cobija al
Señor de Locumba y que acoge a tantos peregrinos que van en búsqueda de la Gracias del Señor.
Esto hace que todos los años y especialmente en el mes de Septiembre (para el día 14) la aglomeración de
peregrinos se haya convertido en una tradición religiosa que comprende: la práctica del sacramento de la
reconciliación, la celebración de la Eucaristía, el participar de la procesión, el llevar agua bendita y alguna
imagen del Señor de Locumba, el pedir una bendición para la familia.
El mismo ambiente del pueblo de Locumba favorece la oración e invita a un encuentro personal con el
Señor de la vida. Es una fiesta sin licor, sin bailes mundanos. Un grupo de sacerdotes gastan su tiempo
atendiendo pastoralmente a los peregrinos: administran el sacramento del perdón, bendicen a las
personas, celebran la Santa Misa... En Locumba todas las personas tienen la oportunidad de expresar su fe,
allí nadie es marginado. Mientras tanto las compañías de danzarines religiosos ofrecen a Dios su danza
como oración".